Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

Los frágil

Sentirte a veces frágil es fácil si sabes disimularlo. Que nadie en la calle lo note, quiero decir. La ciudad no está hecha para ir dando pistas de dónde se encuentran tus grietas. No es plan de conducir tu taxi y llevar a todo volumen Lucha de Gigantes, del genio ausente Antonio Vega, y que alguien te levante la mano, y suba, y te encuentre en ese estadio de melancolía calma, como entre algodones impregnados de formol, brutalmente introspectivo y sin embargo atento al tráfico. Tienes que cambiar la música, poner algo vivo o tal vez neutro o amenazante. A no ser, claro está, que quien entre en tu taxi cumpla tu mismo perfil y su carcasa parezca débil, como esas mujeres de piel de nata y ojos acomplejados que al subir a tu taxi te indican un destino con tono de quien pide perdón por existir. Y entonces, sólo en esos casos, mantienes la música o incluso subes un par de puntos el volumen, lo justo para que ella note que esa canción también va por ella, en homenaje a todos los frágil. Y dado el caso no es difícil que se cree cierta conexión no verbal entre ambos, y te mire tímida a través del espejo como muestra de aprobación cómplice, e intente tararear o tan sólo mover los labios si no conoce del todo la letra. Sólo es su forma de decir: Eh, yo también me siento frágil ahora y me alegra poder compartirlo contigo, o al menos no tener miedo de ti, o no verme forzada a disimular mi estado.

fragil web

Esto nunca pasa en los autobuses o en el metro: demasiada gente alrededor y no es posible compartir tu música, ni tampoco se crea ese vínculo mágico, como envasado al vacío, que sólo se da en los taxis o tal vez en mi taxi nada más. Estoy enamorado de mi taxi, quiero decir. Y sinceramente creo que si todo el mundo tuviera la oportunidad de montar uno a uno en mi taxi, si pudieran vivir conmigo por un momento esos silencios cómplices, esas canciones que desarman, o pudieran demostrar sin disimulo el lado frágil de sus vidas, la tierra como planeta giraría más holgada. Más suave. Y es que todos, sin excepción, tenemos nuestro lado frágil, nuestra tara secreta, y también nuestro miedo a mostrarla. Y creemos, todos en el fondo creemos que ocultarla es de valientes, pero no. No hay mayor cobarde que un hombre oculto en su coraza. Siempre machote por fuera pero por dentro, igual de imperfecto que el resto.

Traumas, querido bruto, tenemos todos.

20 comentarios

  1. Buen e introspectivo fin de semana a todos.

    19 septiembre 2013 | 23:20

  2. Dice ser Louisa

    Hoy soy una cobarde pero me ha encantado leerte de nuevo.

    20 septiembre 2013 | 00:08

  3. ¿Eres taxista de verdad o sólo es una invención para escribir? Yo soy frágil desde que nací y es que las guapas también tenemos nuestros puntos débiles. Buen finde 😉 http://xurl.es/9ik46

    20 septiembre 2013 | 00:28

  4. Dice ser Me ha encantado.

    Peeero… una de las cosas más útiles que he aprendido hasta ahora en mi camino por dejar atrás a esa niña de piel lechosa, de ojos acomplejados etc, que describes tan bien, pero de la que no tienes ni puñetera idea, es que dejar que los demás me juzguen y confiar en su criterio me convierte en quien ellos quieren.

    Te has enterado o te lo repito?

    20 septiembre 2013 | 00:59

  5. Dice ser : "la vecina del primero". No lo digo, lo puedo probar :)

    Que rabia dan esas personas que están siempre intentando tenerlo todo controlado. Yo era una de ellas, pero es mejor vivir relajadita y asumir las taras o traumas o lo que sea que nos haga ser más sencillos y naturales, amos digo yo.

    20 septiembre 2013 | 01:03

  6. Dice ser Carlos

    Menuda soplapoyez q ha escrito el gachó. Vete a la vendimia haber si te quitan allí todas las sensibilidades payaso. Y q esta gente vote.

    20 septiembre 2013 | 01:11

  7. Dice ser Dark Shadow

    Lo malo de las grietas es que dejan escapar la fuerza vital y eso nos hace mas frágiles aun. Necesito tus abrazos para tapar las grietas de mi alma, por que durante demasiadotiempo me hice el fuerte pero en realidad me estaba resquebrajando por dentro y cuando ya no pude mas de esas grietas brotaron las lágrimas y tras ellas sentía como se me escapaba la vida

    http://www.lunaenpapel.blogspot.com

    20 septiembre 2013 | 04:39

  8. Dice ser Scandal

    No sabemos lo fuerte q podemos ser, hasta q no nos tragamos un cd completo de Camela.

    20 septiembre 2013 | 07:42

  9. Dice ser AreaEstudiantis

    Qué trascendental te has puesto para terminar la semana. Buen finde!!

    http://areaestudiantis.com

    20 septiembre 2013 | 08:47

  10. Dice ser yonomebajo

    Frágil me siento cuando no puedo yo sola con lo que se me viene encima. Cuando necesito de los demás para sacar las fuerzas necesarias. Cuando si me viese sola en ese momento me resquebrajaría.
    Prefiero sentirme fuerte, necesitando de los demás si fuese necesario, pero fuerte.

    Buen fin de semana a tod@s!!

    20 septiembre 2013 | 08:59

  11. Dice ser Carpe-diem

    Para poner esa foto ya te podía haber hecho una foto TU rubia en la bañera…

    Así, trauma…trauma…yo sólo tenía uno: k soy bajita…y poco a poco ya me he ido acostumbrando a ello..K remedio 😉 Eso en cuanto a físicos…porque psicológicos…XDDDDDD…Buen finde a tod@s !!!

    20 septiembre 2013 | 11:05

  12. Dice ser 2311

    Siempre me han considerado una barbie, fisicamente, en cuerpo y alma. Pero esa fragilidad externa, es mi fuerza interior.

    20 septiembre 2013 | 11:24

  13. Dice ser 2311

    @Dark Shadow.

    Que bonito comentario

    20 septiembre 2013 | 11:43

  14. Dice ser Pitiminí (@Carpe)

    ¿SOLO UN TRAUMA, CARPE? Con lo callo malayo que eres deberias tener muchos mas.

    20 septiembre 2013 | 12:04

  15. Dice ser Eva PPC

    Callo malallo o no, taxista u oficinista, frágil o irrompible… me gusta mucho como escribes.
    Vamos, que estoy deseando pillarme un taxi para ver si experimento un trayecto como estos de los que nos hablas… Vaya forma de darle romantiscismo y complicidad al simple echo de coger un taxi.
    Enhorabuena por tu artículo compañer@!!!

    20 septiembre 2013 | 12:15

  16. Resulta alarmante la extensión de la pobreza como consecuencia de las medidas neoliberales aplicadas presuntamente para salir de la crisis. En el último trimestre de 2012 el INE situaba a uno de cada cinco españoles en situación de exclusión social, afectando especialmente a las personas en edad de trabajar, entre quienes la tasa aumentaba hasta el 21 %.

    Pero la pobreza ya existía en nuestro país cuando todo iba bien y aunque hoy por hoy nadie negaría que las tasas actuales tienen un origen socio-económico claro, en los tiempos de vacas gordas, cuando el sistema repartía trabajo a diestro y siniestro, el común de los mortales no percibía la exclusión social de esta manera, antes bien la atribuía a causas individuales, relacionadas con características morales: falta de iniciativa, de ambición o de trabajo duro. ¿Cuando todo iba bien quién no escuchó en la calle frecuentemente la frase: “En España quién no trabaja es porque no quiere”?

    El fenómeno de la pobreza es sumamente complejo y entre sus causas encontramos tanto factores socio-sistémicos como individuales: enfermedades que originen una seria vulnerabilidad económica, carencias educativas, falta de movilidad social, ausencia de igualdad de oportunidades, problemas psicológicos o la propia dinámica de destrucción-creación que según Schumpeter caracteriza al capitalismo.

    Pero aunque la opinión pública sepa que los niveles actuales de desempleo deriven de un fenómeno socio-económico de dimensiones históricas, de algún modo entre los ciudadanos sigue latente la concepción de la pobreza predominante en tiempos de bonanza económica: la idea de que los pobres son en buena parte responsables de su propio destino, de que «si no trabajan será porque algo han hecho mal». El caso es que esta asociación entre esfuerzo personal y éxito profesional se ha extendido hasta el punto de convertirse en un referente cultural, que a través del proceso de socialización se introduce en la mayoría de las conciencias, y es en buena parte responsable de la percepción de la exclusión como un problema de debilidad moral.

    Prueba de ello son los sentimientos de culpa, fracaso o vergüenza que suelen sentir quienes pierden su empleo. Estas emociones tienen una raíz socio-cultural localizable en una visión personal sobredimensionada de la relación entre esfuerzo personal y éxitos profesionales. El sentimiento de culpa al perder el empleo en circunstancias de depresión económica sólo puede explicarse, descartados otros motivos, por una autopercepción errónea del problema, que sobrevalora el papel del individuo en la carrera por conseguir y mantener un empleo, obviando factores socio-económicos, políticos e históricos que condicionan con mayor influencia el resultado final de ese esfuerzo personal, más aún durante una crisis económica. Y en cierta medida, estos sentimientos se originan en parte por falta de sentido crítico con las opiniones propias o ajenas y por la ausencia de cultura sociológica, necesaria para entender el mundo contemporáneo.

    Pero estas carencias educativas están ampliamente generalizadas y no en vano esta percepción de la pobreza la encontramos en diferentes países de la OCDE por la influencia sobre la opinión pública de una cultura acrítica de los logros del esfuerzo personal difundida entre otros por los grandes grupos mediáticos transnacionales.

    Un buen ejemplo de los efectos de estas ideas nos lo brinda la sociedad norteamericana. Así, en un estudio de 1983 de la Universidad de Kentucky sobre las actitudes de los estadounidenses hacia la pobreza y el desempleo, el 58 % de los encuestados afirmaba que muchos pobres o receptores de ayudas no quieren trabajar duro o carecen de ambición (1). Lo más sintomático de este estudio consiste en que la mayoría de los que opinaban que los desempleados eran responsables de su situación se encontraba en una escala social baja, dentro de una nueva categoría de asalariados conocida en Estados Unidos como working-poors (trabajadores pobres), nacida hacia finales de los 70 y crecida desde entonces por la deslocalización industrial y una tendencia histórica que ha ido disminuyendo significativamente el poder adquisitivo de los salarios y sustituyendo el empleo estable por temporal. De acuerdo con un análisis publicado en la Journal of Economics Issues, las condiciones de estos trabajadores llegan al extremo de no poder salir de la pobreza a pesar de trabajar jornadas completas durante años debido a los bajos salarios que reciben en compensación (2).

    Aunque la pobreza suele asociarse con el desempleo, en países como Reino Unido, USA o Australia un número creciente de trabajadores permanecen en la pobreza a pesar de trabajar muy duro. En Australia un 7,4 % de la población activa se encuentra por debajo del umbral de la pobreza (3). En USA entre 7 y 9 millones de personas empleadas están clasificadas como pobres por el gobierno y estas cifras varían en función del concepto de pobreza que se maneje (4).

    Sin embargo, a pesar de este panorama socio-económico, más de la mitad de los working-poors, cegados por su ética del esfuerzo, consideran que la condición de pobre o afortunado viene determinada fundamentalmente por el empeño del individuo y su capacidad para trabajar duro. Estas actitudes permiten que incluso en periodos de recesión, cuando evidentemente aumenta la dificultad para encontrar un empleo, los trabajadores, agobiados por la presión fiscal creciente, expresen abiertamente opiniones contrarias a las ayudas sociales o al aumento de los subsidios por desempleo. (5)

    Los medios, la escuela, la familia, las instituciones religiosas o los políticos han difundido esta ética del trabajo acientífica que vincula el éxito profesional con el esfuerzo personal y, el fracaso con la debilidad moral del carácter. Estos prejuicios constituyen una red conceptual que configura una opinión pública con cierta inclinación a sospechar del pobre, a culparlo explícita o implícitamente de su situación, puesto que en la explicación inmediata que el ciudadano se da a sí mismo de la exclusión se acentúa la culpabilidad del individuo sobre la de las instituciones sociales, el sistema económico o la negligencia política. De hecho, hay estudios psicológicos que concluyen que aquellos individuos que creen firmemente en la cultura del esfuerzo como factor determinante de la movilidad social tienden a culpar más a los desempleados y pobres por su situación, pasando por alto o infravalorando los factores socio-económicos que causan estos problemas (6). A su vez, la persona afectada por la exclusión tiende también a culparse, a verse a sí misma como responsable de su problema, circunstancia que acentúa los problemas psicológicos vinculados a la pobreza

    Esta percepción resulta irreflexiva y acrítica por incompleta, puesto que deja a un lado la notable complejidad social del fenómeno, desestimando factores tan significativos como las tendencias macroeconómicas, la desigualdad socioeconómica, la evolución de los salarios y las rentas del capital, la degradación de la movilidad social y otras razones sociales de peso. Esta equivocada visión del binomio esfuerzo-éxito fomenta como efecto secundario una percepción popular de la pobreza y el desempleo como problemas individuales, derivados de la debilidad moral del individuo afectado, y deviene un estado de opinión general peligrosamente insolidario y apático frente a los problemas sociales que afectan a otros, llegando a convertirse en los peores casos en un respaldo social a las políticas dirigidas a recortar los derechos sociales de los más desprotegidos.

    Sebastián Goldsmith

    Notas

    (1) Feldman, S. “Economic individualism and American Public Opinion”. American Politics Quarterly. Vol 11. Nº 1. 1983.

    (2) Kim, M. “The working poor: lousy jobs or lazy workers?” Journal of Economic Issues. Vol 32. Nº 1. 1998.

    (3) Horin, Adele. «Working but poor: how 476,000 battle». Sydney Morning Herald. 25 July. 1998.

    (4) Boutwell, Clinton. Shell game: corporate´s America´s agenda for schools. Bloomington. Indiana. 1997.

    (5) Beder, Sharon. Selling the work ethic. Zed Books. London. 2000.

    (6) Furham, A. The protestant work ethic: the psychology of work-related beliefs and behaviours. Routledge. London. 1990.

    http://agenciatigris.blogspot.com.es/2013/07/la-percepcion-de-la-pobreza-como.html
    Artículo de Agencia Tigris

    20 septiembre 2013 | 14:33

  17. Dice ser pulgacroft

    Ser frágil es lo de menos, lo importante es no romperse…
    http://WWW.pulgacroft.blogspot.com

    21 septiembre 2013 | 02:49

  18. Dice ser Noa

    #Max
    51 besos de felicidades
    Te felicité en otro ‘lugar’ pero lo censaron no salió.

    21 septiembre 2013 | 11:41

  19. Dice ser xulita

    Nos sabemos frágiles,aunque a veces esa fragilidad supera las expectativas.

    Enmascarado,sigo por aquí.Te mando un abrazote.

    21 septiembre 2013 | 15:05

  20. Dice ser Dark Shadow

    Muchas gracias @2311 y que tu fuerza te acompañe

    24 septiembre 2013 | 04:42

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