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Al Gobierno le salió el tiro por la culata

Ahora que está a punto de comenzar la campaña electoral (se ve que lo que había hasta ahora era otra cosa) creo que es bueno recordar el papel que deberían cumplir las televisiones públicas.

Las televisiones públicas deberían estar al servicio de todos nosotros y ser independientes del Gobierno de turno. Dicen que así funciona la BBC, que es una referencia mundial.

En España ni las televisiones autonómicas ni TVE han sido casi nunca así, independientemente del partido que estuviera en cada caso en el Gobierno responsable. Puede que haya excepciones, pero no son muy conocidas.

En el caso de TVE, que es el que conozco mejor, sólo hay dos momentos, que yo recuerde, que se aproximen a ese modelo: cuando fue Director General Fernando Castedo, en la época de UCD (que acabó tras el 23 F; los meses siguientes ya fueron muy distintos) y cuando fue Directora General Carmen Cafarell y luego Presidente de la Corporación Luis Fernández, con el PSOE y Rodríguez Zapatero en el Gobierno. Quienes dirigían los informativos en esos momentos, Iñaki Gabilondo en aquella primera época y Fran Llorente en la segunda son recordados como modelos de independencia, o de intento de conseguirla. Ninguno de los dos salía habitualmente en pantalla, pero se rodearon de un equipo sólido y capaz de transmitir la deseada imagen de independencia.

El pirulí, Torrespaña, uno de los símbolos de TVE

Durante el resto de la historia, los gobiernos han interpretado que la televisión pública estaba a su servicio; en muchos casos han nombrado para dirigir la cadena, los informativos o las dos cosas a hombres de partido. Con las consecuencias que se podían prever; las que se buscaban en el caso de la orientación ideológica, pero también unas, seguramente no deseadas, en el caso de la audiencia, que tiende a perderse.

El Gobierno actual no lo dudó: la orientación de la programación, y en especial de los informativos, ha de hacerse a la mayor gloria del partido en el poder.

Claro que, si la manipulación es muy evidente el público lo nota; la audiencia huye hacia otros lares. Cuando llega la campaña electoral sólo quedan como espectadores los muy fieles al Gobierno de turno, con lo que el discurso favorable al Gobierno llega a muy poca gente, a los ya convencidos, así que no sirve para cambiar la opinión a nadie y ganar votos.

Así que el tiro de la manipulación le acaba saliendo al Gobierno por la culata: poco más del 5% de los españoles vieron la entrevista que Ana Blanco hizo a Mariano Rajoy el pasado 26 de octubre en La 1. Unos informativos independientes y más creíbles podrían ser, a la postre, más útiles.

Claro que siempre queda la opción de utilizar otro tipo de programas. Si se tiene la suerte de dar en el clavo con un formato como En la tuya o en la mía siempre se puede tirar de Bertín Osborne para que haga una entrevista con alta audiencia al Presidente del Gobierno. (*)

(*) El programa En tu casa o en la mía batió ayer su récord de audiencia. Lo vieron 4.231.000 espectadores, una cuota del 23,2%. Superó en 552.000 espectadores la audiencia conseguida por la entrevista a Pedro Sánchez (que tuvo 3.679.000 y un 20,8% de cuota). Si, como otras veces, la pelea electoral se diera sólo entre estos dos competidores habría salido bien la jugada. Esta vez no lo sé.

Este artículo se basa en el que escribí, con un título parecido, en la revista IPMark del mes de noviembre.