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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Las encuestas y los medios

El mercado publicitario y de medios se ha basado siempre en resultados de encuestas, de mayor o menor tamaño, pero representativas de la población.

Detrás de las encuestas está toda una rama de las matemáticas: la Teoría de Muestras, la misma que está tras los estudios electorales.

Los últimos fracasos en estos estudios han hecho que algunos se pregunten ¿y si también fallan los estudios de audiencia y no hay una jornada electoral para comprobarlo?

Creo que es un problema grave.

En el Reino Unido los estudios preveían el triunfo de los partidarios del Brexit hasta que, en la misma semana del referéndum cambiaron bruscamente tras el asesinato de la diputada Jo Cox. ¿Se hicieron bien estas últimas encuestas o, con las prisas, se olvidó el uso de muestras representativas? Con una buena muestra, acertar los resultados de un referéndum es muy fácil.

Las elecciones españolas son mucho más complejas (en realidad hay 52 elecciones y cada una exigiría una muestra de tamaño suficiente) pero el fracaso en las estimaciones fue sonado. Incluso en las israelitas de la jornada electoral que, se supone, manejaron grandes muestras. Pero ¿eran representativas?

Aneimo, la asociación del sector, dejaba caer una sospecha en su nota: ninguna de sus empresas asociadas, que cumplen las normas de Esomar, realizó un estudio exit poll.

En estos tiempos en que los datos nos abruman, no confundamos la cantidad con la calidad. Si de todos esos datos de los que ahora disponemos queremos extraer conclusiones para poblaciones o grupos de personas que no están en las bases de datos, deberemos insistir en que la base de partida sea representativa de ese grupo.

Si no es así podemos incurrir en errores muy graves.

Para los estudios de medios esa es la principal misión de la AIMC: garantizar que las muestras utilizadas representan a la población.

(*) Este artículo se publicó en el número del pasado julio de la revista IPMark.

La revista I&M, de AEDEMO, publicó en septiembre un número, casi monográfico, sobre el tema de las encuestas electorales. Nada menos que diez artículos, de especialistas como Lluis Fatjó, Ricardo Romero de Tejada, Carlos Lamas, Juan Antonio Gómez Yáñez, Kiko Llaneras, Paz Álvarez, Pepe Martínez, Idoia Portilla, José Vicente del Barco, Rafael Urbano o Sergi Guillot. Muy recomendable para cualquiera al que le interese este tema.

La deuda griega

Ya casi no se habla de Grecia y cuando se hace casi siempre es sobre los refugiados. La deuda ha pasado a segundo plano. Ahora lo importante es Venezuela; allí es donde se decidirán las elecciones españolas.

Pero hoy me he acordado de Grecia. Y de su deuda.

Resulta que la deuda de Grecia, en términos absolutos, es aproximadamente un tercio de la española ¡y unas seis veces menor que la alemana! Resulta que en los últimos dos años la deuda griega ha disminuido. Poco, con la ayuda de las instituciones europeas y todo lo que se quiera. Pero ha disminuido.

Alexis Tsipras

Aun así la prima de riesgo griega supera los 700 puntos básicos. O sea que está sometida a unas condiciones (más del 8% de intereses para una deuda que casi duplica su PIB) que la hacen casi imposible de pagar. Y todo eso porque los griegos son malos y eligieron a un partido apestado como Syriza. No importa que la deuda se generase cuando gobernaban los partidos buenos.

España es casi el caso contrario. Aquí en 2011 elegimos bien. Desde entonces la deuda ha aumentado casi un 50% y ya supera el 100% del PIB. Pero aunque en la primera mitad de 2012 la prima de riesgo se disparó hasta superar los 600 puntos básicos, los mercados pronto entendieron que íbamos a ser buenos y nos situaron en unos muy razonables ciento y pocos puntos. Podemos mantener un déficit descontrolado y seguir endeudándonos. Es más: esas multas que están previstas si se incumple el déficit se aplazan hasta después de las elecciones de junio.

Si a los españoles se nos ocurre votar mal, votar a alguno de los partidos apestados, habrá multa, la prima de riesgo se disparará y no habrá manera de pagar esa deuda que se ha generado en tiempos en los que gobernaban los partidos buenos. Y el ganador, si consigue formar Gobierno, tendrá que ser dócil. ¡Que aprenda de Tsipras!

Es lo que tienen los tipos de interés bajos. Parece que no importa endeudarse. Pero es que sólo son bajos mientras gobiernan quienes tiene que gobernar.

¿O nos habíamos creído que los mercados son tontos?

La deuda y la prima de riesgo son unos magníficos mecanismos de control.

Así que ¡a ver a quién votamos! Votemos bien. En otro caso, la amenaza está clara.

Mi voto vale menos que el tuyo

No es tan fácil.

Ha pasado casi una semana desde las elecciones. El resultado ha sido tan apabullante, la mayoría absoluta de unos, el descalabro de otros, que, más que de las diferencias en las votaciones, yo he oído hablar de las consecuencias de la Ley Electoral, que beneficia a algunos partidos (los mayoritarios en las circunscripciones por las que se presentan) y perjudica a otros (todos los demás).

Eso hace que aunque algún partido hizo de la frase cada voto vale el slogan de su campaña, la realidad haya ido, como siempre, por otra parte. De hecho todos los votos que ese partido, UPyD, ha conseguido en cualquier provincia que no sea Madrid o Valencia, no han servido para nada, ni siquiera para alcanzar el 5% a nivel nacional que les daría derecho a tener grupo parlamentario (yo supongo que finalmente lo tendrán).

Esta vez al menos no he oído tantas críticas al sistema D’Hondt y sí muchas, mejor orientadas, hacia el diferente peso que tienen las circunscripciones electorales. Hace casi cuatro años, en los primeros meses de existencia de Casi Enteros, le dediqué un post a este tema. Lo titulé Pobre D’Hondt. No sé si porque el señor que da nombre al sistema de reparto de los escaños era matemático como yo o porque creo que ha sido muy injustamente tratado, me siento solidario con este hombre.

El caso es que el sistema D’Hondt puede no ser la mejor manera de distribuir escaños; estos días he visto reproducido un artículo (también de colegas matemáticos, en este caso españoles de la Universidad de Valencia) que explica un sistema mejor y además más sencillo. Pero la mejora que introduce es mínima y no habría cambiado sustancialmente la distribución de escaños. El sistema D’Hondt funciona razonablemente bien para cada demarcación; en casi todos los casos la distribución de escaños que produce es la óptima o está muy próxima a ella. Cuando la demarcación es grande (como en el caso de las europeas) la representatividad que consigue es muy próxima a la óptima (entendiendo por óptima la que más se aproxime a la proporcional).

El problema viene cuando las circunscripciones son pequeñas; el caso extremo sería el sistema mayoritario inglés (y en muy buena medida el nuestro para el Senado) en el que toda la representación se la lleva el partido más votado, con lo que los votos de los otros partidos en esa demarcación no sirven, literalmente, para nada.

En nuestro caso, en las elecciones al Congreso, el sistema es proporcional para cada circunscripción, pero hay circunscripciones de tamaño muy diferente. Eso hace que en Soria (que elige dos diputados) dé lo mismo ser el primero que el segundo (siempre que el primero no duplique al segundo) pero si eres el tercer partido, o cualquier otro a partir de ahí, tus votos no sirven para nada.

Esto ha hecho que en las últimas elecciones el coste en votos de los escaños de los diferentes partidos haya sido muy diferente. Mientra GBai consigue su escaño con 42.372 votos, en una circunscripción pequeña como Navarra, y a Amaiur cada uno de sus siete escaños le ha costado 47.656; Equo no consigue ninguno pese a tener 215.776.

Siempre se hace hincapié en las ventajas que obtienen los partidos nacionalistas que son fuertes en circunscripciones pequeñas y obtienen ventajas sobre los nacionales. En esta ocasión el hecho de que entre los favorecidos esté la coalición Amaiur ha hecho sublevarse a más de uno.

Pero no es tanto que sean nacionalistas como que tengan mucho peso en las demarcaciones por las que se presentan. Así, los grandes partidos nacionales han salido más beneficiados que la mayoría de los partidos nacionalistas. Al PP cada escaño le ha costado 58.073 votos, 6630 menos que los 64.703 que le han costado al PNV cada uno de sus cinco diputados; cada diputado le ha costado al PSOE 63.248 votos, prácticamente lo mismo que los 63.253 que le han costado a la coalición CiU.

Los grandes perjudicados son los partidos, como IU o UPyD, que obtienen sus votos muy dispersos a lo largo de todo el territorio nacional y que casi sólo obtienen representación en las circunscripciones más pobladas. Todos los votos que obtienen en circunscripciones pequeñas o incluso medianas sólo sirven para llegar a ese mínimo necesario para obtener grupo parlamentario.

El sistema electoral que tenemos se instauró en los primeros años de la transición con dos finalidades principales:  evitar la proliferación de pequeños partidos (en las primeras elecciones, las del 15 de junio del 77, se presentaron multitud) y mantener la representatividad provincial. Está claro que el primer objetivo se consiguió. El segundo no está tan claro si pensamos en la abundancia de diputados cuneros; sin ir más lejos en la anterior legislatura Rubalcaba (cántabro, residente desde hace mil años en Madrid, casado con una vitoriana, era diputado ¡por Cadiz!).

Con una distribución proporcional de los escaños ningún partido habría obtenido mayoría absoluta. El PP tendría 154 escaños, el PSOE 99, IU 24, UPyD 16 o CiU 14. El PNV conseguiría los mismos 5 que con la ley actual, pero los mismos que Amaiur (en lugar de dos menos) y Equo alcanzaría 3 diputados. Pero no todos los regionalistas se verían perjudicados: el BNG obtendría un escaño más (3 en lugar de los 2 que obtiene ahora.

Si se quiere mantener la representatividad provincial y además aumentar la proporcionalidad a nivel nacional, la solución sería llevar todos los votos que no obtienen representación en su provincia a una bolsa nacional de restos con la que se distribuiría un número añadido de diputados, proporcinalmente. Se hace así en algunos países de centroeuropa.

En estos momentos hay un movimiento a favor de reformar la Ley Electoral para hacerla más representativa. Se puede apoyar desde la web Actuable. Por cierto, creo que dentro de unos días voy a conocer (por otros motivos) a Francisco Polo, su promotor.

Estoy en Twitter @MadinaED

Otra vez el efecto mariposa

Un votante agitando su papeleta en el País Vasco puede hacer que se tambalee el Gobierno de Cataluña.

Ya sé que se han visto cosas más espectaculares. Comenté aquí el duradero efecto que tuvieron las papeletas mariposa en USA en el año 2000.

Siempre me ha parecido una estupidez la exigencia (casi siempre interesada) de que debe gobernar el partido más votado. El PP siempre ha sido muy partidario de esa teoría. Sobre todo porque siempre, especialmente a partir del 2000, ha tenido muy difícil articular alianzas.

Yo creo que debe gobernar quien puede concertar una mayoría suficiente.

Pero tras las elecciones del domingo en mi tierra, todos parecen defender la postura contraria a la que han defendido siempre.

Y, sobre todo, no respetan los plazos.

Ahora mismo, quien debe intentar esa mayoría es el partido más votado.

Y sólo cuando se demuestre que no puede deberá pasar la opción al segundo.

Parece claro que visto con una perspectiva local (como diría mi admirado Millás ¿qué diablos querrá decir una perspectiva local, en este caso?) el PSE tiene más fácil conseguir esa mayoría.

Pero ¿de verdad es así?

El PNV sostiene al Gobierno de Zapatero, igual que hizo con el primer Gobierno de Aznar, aunque algunos prefieran haberlo olvidado.

Si el PSE se apoya en el PP y UPyD para conseguir la investidura, peligrará el Gobierno de Madrid.

Para sostenerse, el PSOE necesitaría el apoyo de CiU.

Pero no tendrá el apoyo de una CiU que se mantenga en la oposición en Cataluña.

¿Cuando habrá nuevo Lehendakari? ¿Alguien piensa que será pronto? ¿Alguien cree que es fácil adivinar quién será?

¿Todos ganaron?¿Perdieron todos?

Ya pasó el día de las elecciones.

Ningún sondeo acertó del todo, pero todos acertaron en lo fundamental: los resultados fueron muy ajustados y ganó el PSOE.

Otra cuestión es la reacción de los políticos. Creo que esta vez, al estar tan próximos entre sí los dos grandes (y tan lejos todos los demás) nos han ahorrado el espectáculo de otras noches electorales en que todos habían ganado.

Esta vez no.

Esta vez hasta hemos tenido el gesto noble de Gaspar LLamazares reconociendo y asumiendo

personalmente el fracaso de IU. Creo que con eso se ha ganado la simpatía de más de uno.

Por otro lado, se vivió la situación que recojo en el título de este post.

El PSOE ganó las elecciones al Congreso, consiguió

más votos que nunca y aumentó en cinco su número de escaños. Pero no consiguió la mayoría absoluta a la que, casi con seguridad, aspiraba. Y no consigue mayoría en el Senado.

El PP aumentó su número de escaños; mantuvo la distancia que le separaba del PSOE, consiguió mayoría en el Senado; aumentó su número de votos…Pero no ganó las elecciones, algo a lo que, sin duda aspiraba. Bastaba ver las

caras de Rajoy y sus acompañantes en el balcón de Génova y la alegría con que botaba el candidato.

El resto de los partidos, salvo CIU que se convierte de nuevo en esa bisagra casi imprescindible (y más tal como han estado las cosas entre los dos grandes en la legislatura recién terminada) se han visto casi barridos por lo que LLamazares llamó tan gráficamente el Tsunami bipartidista.

Y luego está Rosa Díez, con su escaño que le sale casi tan caro en votos como los dos de IU.

De todos modos, si yo fuera político, estaría muy preocupado por el comportamiento tan diferente de esas nuevas dos Españas que parecen surgir: Madrid y las periferias. En Madrid arrasa el PP mientras en Cataluña, Euskadi y Andalucía no tiene mucho que decir.

De los medios yo destacaría el recuadro superior derecho en La Primera, que permitía seguir casi en tiempo real la evolución del voto escrutado. Creo que esa puede ser una de las razones por las que esta cadena mantuvo la atención de la audiencia a lo largo de más tiempo que en otras ocasiones.