Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Nacer mujer es terrorífico en más de medio mundo

Cuando leo detalles espeluznantes sobre comportamientos ignominiosos contra la mujer, reclamo el derecho a la injerencia externa, a la intervención judicial internacional en esos países salvajes. Si no quieren respetar la Declaración Universal de los Derehos Humanos para a la mitad de sus poblaciones, por tratarse de mujeres, pues se les obliga. Si las mujeres produjeran petróleo, esos países, atrasados e indignos, ya habrían sido invadidos por fuerzas occidentales.

Desde luego, pocas veces coinciden El País y El Mundo en sus temas de portada. Hoy tampoco. El País le echa una mano al presidente del PNV («El PNV propone…»). El Mundo le echa otra mano a Zapatero, pero en este caso a su cuello: («Zapatero calienta…»)

Sin embargo, hoy sí coinciden en defender a las mujeres malatradas y asesinadas en Afganistán e India, respectivamente. Ambos diarios dedican la portada de sus páginas de «Domingo» a denunciar lo terrorífico que es nacer mujer en esos países.

Me da la impresión de que ni hombres ni mujeres del resto del mundo mueven (perdón, movemos) un dedo para acabar con estas salvajadas, que nada tienen que ver con el respeto indebido a tradiciones bárbaras o religiones criminales que ponen los pelos de punta a cualquier persona decente.

Mira por donde, Internet, por su cuenta, puede suponer un rayo de esperanza, de libertad, para muchas mujeres presas de tradiciones religiosas bárbaras. Los ideales laicos de libertad, igualdad y fraternidad de la Ilustración y de la revolución francesa están llegando a esas mujeres, a través de los blogs y de las paginas web (Bloguistán«) con más de dos siglos de retraso. En esos casos, parece claro que Internet es libertad. Menos mal.

El País abre a cuatro columnas con la propuesta del PNV de un nuevo pacto antiterrorista. El Mundo no da ni una línea del asunto. Y es una pena, porque todos los demócratas deberíamos aprovechar la presidencia de Josu Jon Imaz, mientras dure, para buscar juntos el fin del terrorismo de ETA.

Imaz ha demostrado no ser una copia del fiero Arzalluz, ese vasco tan español, ni del iluminado Ibarretxe. Por lo que le tengo oído y leído, sería una pena perder esta oportunidad, quizás irrepetible, que nos brinda Imaz. Claro que quienes lean El Mundo no se habrán enterado de nada.

La Pantoja -que Hacienda guarde- se lleva hoy dos páginas ilustradas en El Mundo y más de media página en El País .

Los titulares no son, en ningún caso, inocuos.

Para El País «…canta bajo fianza» y para El Mundo lo hace «…en un acto de desagravio».

Los gritos de sus incondicionales recuerdan aquel triste «¡Vivan las cadenas!» de la España negra.

¿Qué tendrá que ver cantar bien o mal con robar o no robar?

Fernando Savater ha vuelto a escribir. Y no ha perdido, del todo, el humor. Bienvenido.

El espejo deformante de la crispación

Josep Ramoneda en El País

13/05/2007

La crispación política no deja siquiera espacio para el sentido común

DECÍA MIQUEL ROCA, en un acto de la Fundación Alternativas en Barcelona, que uno de los efectos negativos de la crispación es que reduce el impacto de la corrupción. Efectivamente, convertida la política en una batalla de reproches pintados con brocha gorda, la ciudadanía tiende a pensar que las acusaciones de corrupción forman parte del espectáculo. Y las coloca en las estanterías de las falsedades, las mentiras y las calumnias. Si un partido es capaz de acusar a otro de connivencia con ETA o de relación con el atentado del 11-M, para señalar los disparates más sonoros que hemos oído en los últimos tiempos, ¿por qué la ciudadanía ha de pensar que dice la verdad cuando le acusa de corrupción?

Ante esta situación, muchos ciudadanos toman el camino de en medio: qué más da, todos son iguales, todos van por la pasta. Lo cual, además de injusto para muchos políticos, no hace más que aumentar la desconfianza entre la ciudadanía y sus representantes. Entre las adhesiones incondicionales de las fuerzas de choque de los crispadores y la reactiva conversión de los políticos en chivos expiatorios de todos los males debería haber un espacio para la ciudadanía crítica, como base indispensable para una democracia de calidad: deliberación y confianza. Pero para ello, los políticos deberían ayudar un poco más. Y desde luego su contribución no sólo es nula, sino que es profundamente negativa cuando presentan a las elecciones, como está ocurriendo en las listas para el 27 de mayo, a muchos candidatos con problemas con la justicia. Tanto el PP como el PSOE, más el primero que el segundo, es cierto, pero sólo es un matiz, los tienen en sus candidaturas. Lo cual hace inevitable una pregunta: ¿qué tienen o qué saben estos señores candidatos, que sus partidos no se atreven a quitarlos de las listas? ¿O tendremos que entender que los partidos dan por hecho que la corrupción está amortizada a ojos de la opinión pública y hay margen para la impunidad? ¿Qué credibilidad tienen entonces las llamadas a la tolerancia cero en materia de corrupción?

La crispación degrada realmente la vida democrática, y por eso es tan irresponsable ponerla en marcha (PP) como alimentarla para arrinconar al adversario en la extrema derecha (PSOE). Pero, además, en la medida en que oculta y banaliza la corrupción, el número de interesados en que la crispación siga aumenta imparablemente. Y la dificultad de resolver un problema político -la crispación, en este caso- es directamente proporcional al número de gente que se beneficia de él. Me temo que hay mucha gente interesada en que el ruido continúe.

La corrupción tiene mucho que ver con la vida municipal. Sería lógico que se hablara en esta campaña de los modos de proteger los municipios de la agresión de los corruptores -no se olvide nunca que no hay corrupto sin corruptor- y de las amistades peligrosas, entre política y dinero a costa de la urbanización masiva de determinadas zonas del país. Pero probablemente se pasará de puntillas sobre ello, porque la crispación está en otra parte: en la cuestión vasca, en la participación de Batasuna en las elecciones. Y la crispación es la que manda en la política española. El monopolio que la cuestión terrorista ejerce sobre la escena política tenía una sola ventaja: había frenado la demagogia reaccionaria sobre la inmigración. Ya ni siquiera ésta: el PP catalán de Josep Piqué tiene el dudoso honor de haber abierto la puerta a la entrada de la xenofobia en campaña, con un vídeo sobre la ciudad de Badalona.

La crispación es un espejo deformante de la realidad. En el debate electoral con Ségolène Royal, Nicolas Sarkozy puso a España por tres veces como ejemplo de las cosas que piensa hacer como presidente. ¿Qué hubiese pensado Sarkozy si al día siguiente hubiera visto la prensa española con un tema común en todas las portadas: las listas de Batasuna? ¿Es ésta la verdadera realidad de España? La crispación no deja siquiera espacio para el sentido común. El Rey habla de Irlanda e insinúa que, en estos casos, merece la pena «intentarlo», y se le acusa de romper su neutralidad. Y el Rey añade otra cosa más importante, que ha pasado más desapercibida: «Si se consigue, se consigue». Es la razón por la cual la mayoría de los ciudadanos son siempre condescendientes con el que lo intenta. Aunque la crispación lo nuble todo. FIN.

Las manifestaciones de la AVT (las víctimas del PP), en plena campaña electoral, reciben un tratamiento muy di¡ferente en cada diario. Ya estamos acostumbrados. Banderas de colores y a toda página en El Mundo y un recuadrito a mitad de página en El País. Sobre esa mani he oido un espeluznante reportaje sonoro en la SER en el que se oían gritos coreados de «Zapatero al paredón! o ¡De Juana a la cárcel, con Polanco!, y cantados como el famoso himno infantil «Cara al sol», etc.

Todo muy old fashion. O sea, de sabor fascista. ¡Qué miedo!.

Me dieron ganas de volverme en bici a los campos de Segovia en busca de San Juan de la Cruz.

Magnífico fin de semana segoviano.

Remover los cadáveres…¿Bebe El Mundo en fuentes o en charcos?


Peritos del 11-M pedirán la exhumación de cadáveres para analizar el explosivo

Este es el gran titular de portada que lleva hoy El Mundo, arriba, a cuato columnas.

He aquí las fuentes, o charcos sin identificar, de donde El Mundo dice extraer su información de primera página:

«Peritos…»

«…asegura uno de los expertos»

«Los peritos que representan a parte de las acusaciones y defensas…» (¿A qué acusaciones y defensas representan?)

«… uno de los técnicos…»

«…según los peritos…»

(¿Todos los peritos? ¿Qué peritos?)

En página 8 el gran titular, a cinco columnas, es algo más sesgado e inexacto:

Los peritos de las acusaciones y las defensas se plantean pedir la exhumación de los cadáveres

Como se ve, en páginas interiores ya no son «los peritos de una parte de las acusaciones y defensas» (como en la portada) sino todos los peritos del juicio del 11-M.

Las fuentes siguen siendo las mismas, sin identificar:

«… ese mismo grupo de peritos…»

«… los peritos propuestos por las partes…»

(¿Por todas las partes?)

«…los técnicos civiles… están dedicidos…»

«…todos los peritos…»

«…los ocho peritos (cuatro independientes designados por las partes que intervienen en el juicio y cuatro oficiales)…»

«…enfrentamiento entre las partes técnicas…»

«… los dos peritos de la Guardia Civil consideran que ellos no…»

«…según diversos expertos consultados por El Mundo…»

«…otras fuentes consultadas en el ámbito de la ciencia forense…»

«… los técnicos de la Guardia Civil…»

«esos peritos y los de la Guardia Civil también quieren que se investigue la cadena de custodia».

El Mundo lleva también un recuadro destacado a tres columnas y en negrita, bajo una enorme foto de cadáveres del 11-M, con este titular:

Una recogida de pruebas poco rigurosa

En el texto se plantean «dudas sobre la recogida y custodia de los restos de explosivos y la llamada mochila de Vallecas»

Tengo la impresión de que toda esta dudosa y embrollada información de El Mundo trata de generar expectación y dudas ante la declaración que el ex comisario de Vallecas, Rodolfo Ruiz, citado a última hora como testigo por la AVT de Alcaraz, hará mañana, jueves, en el juicio del 11-M.

Habrá que ver la portada de El Mundo del viernes.

Naturalmente, de las tres páginas (portada y pags. 8 y 9) que El Mundo dedica hoy a la pretendida exhumación de cadáveres del 11-M, El País no da ni una sóla línea.

Ya estamos acostumbrados a que la viciosa teoría conspirativa de El Mundo sea seguida unicamente por la pecaminosa radio de los obispos (COPE) y por algún programa de humor nocturno de Radio Intereconomía.

Ningun otro medio de comunicación de España ni del extranjero se hace eco de la teoría conspirativa, que trata de sembrar dudas sobre el proceso del 11-M para relacionar, hasta ahora sin éxito, a la ETA con la matanza terrorista de Atocha.

Para mayor gloria de Aznar.

El viernes por la tarde me voy a Segovia, con los colegas blogueros de «lasideas», a unas jornadas sobre Blogs y Ciudadanía.

Voy a pegar aquí el enlace. Espero que me salga bien a la primera. Ahí va:

eSeg 07, jornadas sobre blogs y ciudadanía

Se admiten sugerencias para dar doctrina sobre esto de los blogs, aunque sean a favor.

Gracias.

JAMS

La desprogramación del limbo

JUAN GOYTISOLO en El País

02/05/2007

Pese al hábito creado por el incesante goteo de malas nuevas que nos depara la lectura matinal de la prensa, la de las últimas innovaciones doctrinales -«fundadas en bases serias»- de Benedicto XVI me anonadó: ¡El limbo no existe! Cuanto cifraba mis anhelos en un Más Allá nebuloso pero sereno, en compañía de algunos patriarcas barbudos y de trillones de niños inocentes privados de la visión beatífica por no haber sido redimidos del pecado original mediante el bautismo, se vino abajo. ¡Y yo, que me veía ya in mente en la galaxia de aquellas criaturas seráficas, libre de la contemplación tediosa del Hacedor, en un estado de indiferencia coriácea forjado por mi experiencia del Más Acá, descubro de pronto que todo se esfuma por culpa de un puñado de teólogos resueltos a enmendar la plana al mismísimo san Agustín! Pensé en el sabio obispo de Hipona y me solidaricé con él, con sus creencias ultrajadas por los consejeros áulicos de Ratzinger.

Entre las alternativas ultraterrenas del monoteísmo, la del ámbito abolido por el actual Pontífice me parece sin duda la más amable. Mi rechazo instintivo del cielo, purgatorio e infierno me aconsejaba acogerme a un limbo, no judicial ni legal, como el de los presos de Guantánamo, sino leve y etéreo, en el seno de un vacío sin límites semejante al que precedió la Creación cuando el Señor tampoco existía o se aburría cruzado de brazos. Soñaba en divagar allí, entre distraído y absorto, sin enterarme de cuanto acaecía a mi alrededor. «¿Estás en el limbo o qué?», me decían a menudo, desde que frecuenté la escuela, amigos y próximos. Pues levitaba ya en una vacuidad irreal, repitiendo sin cesar la pregunta de Leibnitz: «¿Por qué hay algo y no nada?». ¡Confiaba al fin en que mi algo se transmutaría en nonada! ¡Un verdadero alivio después de tanto ruido y furor!

Tras la fatal noticia, verdugo de mis expectativas, el desmentido abrupto por Benedicto XVI de las elucubraciones, no sé si científicas, tocante al infierno de sus antecesores en la silla de Pedro apenas me afectó. El cese de la nueva concepción de éste como el estado psíquico de quien no disfruta de la contemplación divina y el retorno a la antigua -la del fuego real en el que los precitos arden para toda la eternidad- revela sobre todo los vaivenes de la infalibilidad papal establecida como dogma de fe por Pío IX. Confieso que la vuelta al binomio pecado / terror en el que la Iglesia funda su dominación, y a Dante, al divino Dante, con su descripción sublime y espeluznante de los círculos concéntricos del infierno, de las calderas de Pedro Botero, me embebió de nostalgia y secreta satisfacción. Mi memoria retrocedió seis décadas, a los ejercicios espirituales de los Padres de Sarriá y Manresa, tan similares en su escenografía y crescendo patético a los descritos por Blanco White de la Cueva del Padre Vega y por Joyce en su primera e inolvidable novela. Lo que ahora soy lo debo en gran parte a ellos. ¿Cómo mostrarme desagradecido con quienes me enseñaron de una vez para siempre a dudar y a pensar por mi cuenta?

Así y todo, la rutina mental y alicorta inspiración de Ratzinger me llenaron de decepción. En su obsesión por preservar la raíz cristiana de Europa, combatir el supuesto totalitarismo laico y atrincherarnos en nuestra identidad irreductible, el sucesor de Juan Pablo II perdió la magnífica ocasión de recurrir a la visión escatológica de Ibn Arabi, mucho más próxima a la sensibilidad del creyente civilizado de nuestro tiempo. Para el místico de Murcia -convencido de que Dios es misericordioso y de que la reiteración del sufrimiento nos habitúa inevitablemente a él- existirían, junto a los seres terrestres, acuáticos y aéreos, una cuarta especie, la de los ígneos, que viven en el fuego su felicidad natural. Pero nuestro actual Pontífice carece de imaginación y se empeña en darnos más de lo mismo. Ante el creciente descreimiento de su grey, truena con sus cardenales y obispos contra el mortífero relativismo moral, la disolución de las costumbres, la quiebra de la familia, el divorcio, el aborto, los anticonceptivos, el matrimonio gayo, etcétera, con acentos dramáticos, casi apocalípticos. Los benditos gemelos polacos no le consuelan de las desventuras denunciadas por Cañizares y Rouco. Muy significativamente, la ostentación de riqueza y el tren de vida de las altas jerarquías de la Iglesia, para no hablar ahora de su propia exquisitez de gurmé -champán francés y trufas después de su lección magistral de Ratisbona, según nos reveló la prensa-, exquisitez en los antípodas de la pobreza de Jesús de Nazaret y de la miseria reinante en la mayoría del planeta, no parece preocuparle en exceso. Como los salafistas resueltos a imponer el modelo primordial de los «cuatro califas justos», Benedicto XVI vuelve la vista a san Pablo, a Constantino, y al polvo acumulado por los dogmas de los viejos Concilios. Tras el fallido aggiornamento de Juan XXIII, retornamos al latín, al fuego eterno, al anatema de la Ilustración y sus doctrinas impías, a los buenos tiempos del Syllabus y de Pacelli, a las verdades macizas y sólidas del catecismo…

Magnánimo como soy, se lo perdono todo excepto el contratiempo que supone para muchos la desalmada desprogramación del limbo.

Juan Goytisolo es escritor.

Zapatero paga su café, pero eso no va en primera

Arsenio Escolar ha escrito en su blog de aquí al lado que los cien ciudadanos “normales”, seleccionados para entrevistar a Zapatero, habían dado en TVE una lección a los periodistas. Ya lo creo.

Casi todos ellos fueron al grano. Me gustó la chica (creo recordar que se llamaba Rocío) que le recordó aquel célebre “no nos falles” del día de su victoria sobre los mentirosos del PP.

Zapatero estuvo bastante regular: pesado, lento, soso, bastante rollo, pero se sabía la lección y dijo todo lo que tenía pensado decir. Ha tenido mejores tardes. Lorenzo Milá estuvo correcto y Antonio Casado, el realizador, fue el mejor al pinchar los primeros planos de quienes hicieron las preguntas mientras escuchaban las respuestas del presidente. Sus caras eran todo un poema.

En televisión, los políticos y predicadores se saben bien la lección. Cualquiera que sea la pregunta que les hagan, ellos dicen, primero, lo que van a decir; luego, lo dicen y, al final, dicen lo que han dicho. Así se aseguran el mensaje por triplicado.

En todo caso, el resultado fue extraordinario, seguramente por la identificación del público con los entrevistadores: ¡casi seis millones de espectadores!

Ya no podemos decir que los españoles no se interesan por la política real, es decir, por sus propios problemas. No se interesan ý hacen bien- por los malos políticos que sólo van a lo suyo, tomando por todos a sus votantes.

Al día siguiente, las portadas de los principales diarios de pago vuelven a dar la razón a los entrevistadores de TVE`pues sólo titulan con la anécdota de los 80 céntimos del café que todos conocemos. O sea, una frivolidad insignificante, una gracieta que da, a mi juicio, para una columna, pero no para ir a cuatro columnas como en El País, antaño tan sobrio:

Antetitulo:

CIEN CUIDADANOS EXAMINAN A ZAPATERO

Títular:

«¿Cuanto vale un café? Unos ochenta céntimos»

O a tres columnas en El Mundo:

Un «muy optimista» Zapatero dice que un café «cuesta 80 céntimos»

Lo que ninguno destaca es que el precio del café que suele tomar Zapatero en la cafetería del Congreso -o sea, en su principal lugar de trabajo, después de su despacho en La Moncloa– parece ser de 80 céntimos.

También tiene otro significado, que nadie destaca: Zapatero paga sus cafés en el bar del Congreso pues sabe lo que cuestan.

Fuera máscaras

IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA en El País

28/03/2007

Tres años después de la derrota del PP, su estrategia está meridianamente clara. La derecha introduce ruido y furia en ciertos temas que debilitan el voto a la izquierda. El Gobierno del PSOE, con unos resultados económicos excelentes, con reformas sociales de gran calado y gran aceptación entre la ciudadanía, debería tener unas perspectivas razonables de ganar cómodamente las próximas elecciones. De ahí que el PP trate, por todos los medios a su alcance, de que no se hable de esos temas. El objetivo es ensombrecer esos logros y dirigir la atención hacia otros asuntos, como el juicio del 11-M, los nuevos Estatutos de autonomía y, sobre todo, la política antiterrorista. Si la gente se harta de la bronca permanente, si algunos se persuaden de que verdaderamente este Gobierno amenaza la supervivencia de España, si muchos se creen que este Gobierno es débil con los terroristas, la derecha no lo tiene todo perdido por buena que sea la situación del país.

En su empeño por recuperar el poder cuanto antes, la derecha ha llevado a cabo estrategias peligrosísimas para la convivencia y las instituciones. Vale la pena repasarlas sumariamente. El PP ha alentado una teoría conspirativa y paranoica sobre el atentado del 11-M para erosionar la legitimidad del Gobierno socialista. Ha recurrido al insulto de forma sistemática. Ha transformado las Cortes en un gallinero. Ha lanzado acusaciones gravísimas con harta frecuencia: que si este Gobierno se ha arrodillado ante ETA, que si ha triturado la Constitución, que si ha roto el Estado de derecho, que si ha traicionado a las víctimas, que si ha balcanizado España, etcétera. El PP, además, ha hecho del terrorismo un asunto electoral. Ha profundizado en el enfrentamiento entre territorios mediante una campaña histérica contra el Estatuto catalán. Ha organizado un boicoteo contra el Grupo PRISA. Ha promovido el resurgir de un nacionalismo español que parecía superado. Ha realizado maniobras indignas con grave daño para el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial. Ha solicitado la convocatoria de un referéndum populista. Y ha llevado la crispación a la propia sociedad. En algunos lugares se advierte un odio político que no se corresponde con la situación objetiva del país.

Por supuesto, que la situación política haya degenerado tanto no es sólo mérito de la oposición. Es verdad que en ocasiones el Gobierno, con su incapacidad para establecer una estrategia política clara ante la ciudadanía, ha contribuido a enrarecer el ambiente. Ahí está el proceso errático del Estatuto catalán, las inexplicables palabras de Zapatero en la víspera del atentado del 30-D, la gestión vacilante del proceso de paz, o los sustos que dan de vez en cuando los socios parlamentarios de Esquerra Republicana.

Además, hay un ámbito al menos en el que la crispación del PP ha contado con el apoyo, quizá no pretendido, pero desde luego crucial, de asociaciones ciudadanas, grupos de presión e importantes intelectuales y analistas. Me refiero, evidentemente, al caso del terrorismo. Con la ayuda inestimable de colectivos como ¡Basta Ya!, el PP ha podido construir un discurso que divide el mundo en dos grupos: por un lado, quienes defienden la dignidad de la democracia, luchan por la libertad, respetan a las víctimas y son intransigentes ante el chantaje terrorista; por otro, quienes, huérfanos de principios morales, no valoran la libertad, ceden ante el chantaje terrorista, humillan a las víctimas y pretenden alcanzar la paz, ese concepto afeminado propio del pensamiento débil de los progresistas. Los primeros quieren la derrota de ETA; los segundos quieren satisfacer las demandas de ETA.

Para dar verosimilitud a un relato tan atrabiliario, se utiliza un lenguaje grandilocuente («la paz es la Constitución», «no queremos una paz sin libertad», «no dejaremos que se mancille la memoria de las víctimas», «una mesa de partidos es una traición a la democracia», etcétera) y se manipulan las emociones a cuenta del tremendo sufrimiento que los terroristas vascos han producido en España durante décadas. Sin ir más lejos, al PP, a la AVT, al Foro de Ermua o a ¡Basta Ya! nunca, en todos estos años, se les había ocurrido montar homenajes a los caídos en la plaza de la República Dominicana de Madrid en el atentado del 14 de julio de 1986. Hemos tenido que esperar más de veinte años, cuando ETA está planteándose de una vez su final, para ver esos homenajes en los que sus promotores sobreactúan como los peores actores de una tragedia convertida en astracanada.

Las asociaciones que en los años noventa se constituyeron para luchar contra el terrorismo y contra el nacionalismo obligatorio, y que desempeñaron un papel decisivo en el acorralamiento civil de ETA, hoy siguen actuando, pero no ya para combatir a una ETA en estado terminal, sino para arremeter contra el Gobierno y para dar plausibilidad a los argumentos desquiciados de la derecha. Al situarse contra el Gobierno y no contra el terrorismo, se exponen a críticas no menos furibundas que las que ellos realizan, perdiendo el aura de pureza y desinterés con que se presentaron inicialmente ante la sociedad.

No estoy diciendo que no se pueda estar en desacuerdo con la política antiterrorista del Gobierno. Hay gente sensata que lo está y que expresa sus reparos y objeciones de manera razonable. Aquí estoy hablando de otra cosa. Me refiero a ese lenguaje duro en las formas y en el contenido que cada semana eleva las exigencias (suspensión de la autonomía vasca, rebelión cívica contra un Gobierno claudicante, manifestaciones espontáneas contra decisiones judiciales…) y que, por muchos aspavientos que hagan sus autores negando lo evidente, no hace sino favorecer a los elementos más reaccionarios de la derecha española.

El contraste entre tanta gesticulación y la realidad es elocuente. En los últimos tres años ha habido menos asesinatos terroristas que en cualquier otro periodo de nuestra historia democrática. Hay síntomas, todavía confusos tras el atentado de la T-4, de que ETA está interiorizando la inutilidad de la violencia. Batasuna ha dado muestras de su voluntad de hacer política. El PNV ha rectificado los errores del Pacto de Estella y hoy se muestra firme frente al chantaje de la violencia.

En estas condiciones, resulta sencillamente incomprensible que quienes encabezaron una iniciativa cívica de rebelión contra ETA ahora marchen contra el Gobierno. Han generado un nuevo fundamentalismo, de signo contrario al nacionalista, que en estos momentos no ayuda sino a quienes desde posiciones interesadas tratan de utilizar el terrorismo para acabar con el Gobierno socialista.

Ignacio Sánchez-Cuenca es profesor de Sociología de la Universidad Complutense y coautor, con José María Calleja, de La derrota de ETA.

¿Y si hubiera ganado Rajoy, el 14-M, con el cuento de ETA en el 11-M?

¿Qué sería de la democracia española si Aznar hubiera conseguido engañar a los españoles, como pretendía, entre el 11 y el 14 de marzo de 2004?

Menos mal que no lo consiguió.

¿Se imaginan que el PP hubiera ganado las elecciones, hace hoy tres años, gracias a sus premeditadas mentiras sobre ETA en el 11-M?

¿Qué sería del eventual Gobierno Rajoy, una vez descubierta y probada en juicio la autoría del terrorismo islamista?

¿Dimitiría Rajoy por la felonía cometida por Aznar, Acebes y Zaplana para que la guerra ilegal de Irak, que motivó el atentado de Atocha, no influyera en las urnas?

No quiero ni pensar en las terribles consecuencias que para nuestra frágil democracia habría tenido una victoria, hace justo tres años, basada en la mentira masiva aznarista de que había sido ETA la autora de la masacre del 11-M.

EDITORIAL de El País

Dar y pedir cuentas

14/03/2007

El portavoz del PP, Eduardo Zaplana, acusó al ministro Pérez Rubalcaba de pedir cuentas a los demás en lugar de rendirlas sobre la aplicación al etarra De Juana Chaos de un régimen de prisión atenuada. El reproche es injusto.

En el debate parlamentario de ayer, Rubalcaba lanzó reproches retrospectivos al PP, pero dio razones de su decisión que resultaron más claras y convincentes que las de su contrincante.

El Gobierno se enfrentaba al chantaje de libertad o muerte de un De Juana dispuesto a dejarse morir.

En lugar de ceder, el Gobierno buscó una vía de entre las permitidas por la ley que evitase tanto la liberación del preso como su muerte, de la que habrían derivado males mayores (incluyendo otras posibles muertes).

Y lo hizo de manera que quedase a salvo la autoridad del Estado: el preso sigue preso, aunque cumplirá lo que le queda de la sentencia en un régimen penitenciario adecuado a las circunstancias. Rubalcaba evitó añadir a esas razones otra que también ha influido: el error inicial de ceder a la presión emocional de quienes exigían al Gobierno buscar motivos de imputación que evitaran la salida del preso tras haber cumplido su condena.

Son razones de peso. Zaplana les opuso el argumento de que la mayoría de los ciudadanos están en contra del trato otorgado a De Juana. No hay duda de ello, pero el criterio de mayoría no es aplicable cuando se trata de un dilema como el planteado: el Gobierno tenía que elegir entre dos males y asumir el coste político de su opción, y es lo que ha hecho.

La política penitenciaria es parte de la política antiterrorista, dijo el ministro, y todos los gobiernos han utilizado el margen de discrecionalidad que les daba la ley para impulsar medidas anti-ETA, como la dispersión para favorecer la reinserción, etcétera. Y al menos desde el Pacto de Ajuria Enea, con el apoyo de la oposición.

Un punto débil de la argumentación del ministro fue olvidar que, a partir de la ruptura de la tregua de Lizarra, el nuevo consenso excluía o relativizaba la búsqueda de salidas negociadas. Pero Zaplana no quiso oír el reconocimiento por Rubalcaba de que había sido esa política de firmeza del PP lo que había debilitado a ETA hasta hacer verosímil un final dialogado.

Rubalcaba recordó pronunciamientos del Gobierno del PP que demostraban que en su momento no consideraban cesiones a ETA medidas legales destinadas a evitar males mayores.

También invocó episodios que prueban la negligencia de aquel Gobierno en la aplicación de las medidas penitenciarias destinadas en principio a favorecer la reinserción y que sólo sirvieron para aliviar las condenas de los más caraduras: los que alegaron hacer gimnasia o, como De Juana, haber escrito un libro que resultó ser un panfleto a favor de ETA, para acogerse a las medidas de redención extraordinaria.

De acuerdo con el argumentario más reciente, el portavoz del PP proyectó el asunto De Juana sobre la política antiterrorista del Gobierno para acusar a Zapatero de haberse plegado a las órdenes de ETA con el objetivo de salvar o reanudar el proceso de paz, y de ofender a las víctimas.

El debate fue casi siempre desgarrado, a cara de perro. Rubalcaba volvió a evocar la excarcelación anticipada del preso que poco después asesinó a un concejal socialista, y Zaplana no se privó de sacar los GAL y los asesinatos de Lasa y Zabala. Fue visible la congoja de los representantes de los demás grupos. Es difícil no compartirla.

FIN

«Dos mujeres sin odio», en El País. ¡Enhorabuena, Pablo!
Etarras, en El Mundo, corrupción del PP, en El País

La lectura de este reportaje, en El País de hoy, me ha hecho olvidar el análisis comparativo de las portadas y me ha reconciliado con mi profesión de periodista, tan desprestigiada por los propagadores interesados del odio.

Prefiero que lean a Pablo Ordaz. Dejo mis comentarios para otro día.

¡Enhorabuena, Pablo!.

REPORTAJE

Dos mujeres contra el odio

La madre del etarra De Juana fue cuidada antes de morir por la viuda de un comandante del Ejército asesinado por ETA

PABLO ORDAZ – San Sebastián en El País

– 11/02/2007

Todas las tardes, dos mujeres mayores se sientan frente a frente en el salón de un piso del barrio de Amara de San Sebastián. Son vecinas y consuegras. Una de ellas le va dando con una cucharilla y mucha paciencia un yogur de café a la otra, enferma de Alzheimer. La primera es viuda de un comandante asesinado por ETA en 1977. La segunda es la madre del terrorista Iñaki de Juana Chaos.

Madrid otorgó en 1977 a De Juana un diploma por su «valiente lucha» contra un incendio

El padre del terrorista hizo la guerra con las tropas de Franco y ganó cuatro medallas

La escena se repite cada día durante el último año y medio hasta que, el 27 de enero, Esperanza Chaos Lloret muere. Tenía 83 años y había nacido en Tetuán, donde su padre, un militar del Ejército español, estaba destinado entonces. Luego se casaría con un médico, Daniel de Juana Rubio, oriundo de Miranda de Ebro (Burgos), que también hizo la guerra como teniente asimilado en las tropas de Franco, por lo que fue condecorado con una medalla de campaña, dos cruces rojas y una cruz de guerra. De todo ello da fe un carné de Falange Española y de las Jons expedido el 16 de octubre de 1943 donde aparece sonriente a sus 35 años. Daniel de Juana y Esperanza Chaos tuvieron dos hijos, Altamira y José Ignacio, que nacieron y se criaron en una casona de Legazpia donde el doctor pasaba consulta a los trabajadores de Patricio Echeverría, una de las principales acerías de Guipúzcoa. La vivienda estaba al lado de la casa cuartel de la Guardia Civil y por las tardes José Ignacio jugaba al fútbol con los hijos de los guardias.

-Soy Chacho, hola mamá.

Durante las dos últimas décadas, unas veces los lunes y otras los miércoles, el terrorista Iñaki de Juana Chaos, encarcelado en las prisiones más alejadas de Euskadi por asesinar a 25 personas -entre ellas 17 guardias civiles-, empleaba esa fórmula, casi siempre la misma, para iniciar la conversación con su madre. Los cinco minutos reglamentarios de charla versaban sobre cuestiones banales, el tiempo o un jersey verde que el terrorista quería que su madre le hiciera llegar, pero jamás hablaban de política y mucho menos de ETA. Sencillamente porque Esperanza Chaos, a la que en familia llamaban Nina, nunca justificó los crímenes de su hijo ni formó parte del colectivo de apoyo a los presos de ETA. Tampoco llegó a saber jamás qué o quiénes influyeron en él para que, a principios de los 80, abandonara su trabajo en la Ertzaintza y se fugara a Francia.

Cuentan personas que la quisieron mucho que Esperanza se cayó redonda al suelo el 16 de enero de 1987 cuando le contaron que a su hijo lo acababan de detener en Madrid. La fotografía que al día siguiente vio publicada en los periódicos no se parecía en nada a las que de él guardaba en el álbum familiar. En ellas aparece de corbata en el bautizo de su sobrina o jurando marcial la bandera española tras el periodo de instrucción en Alcalá de Henares. Nada en la trayectoria del hijo hacía presagiar un futuro cercano a ETA. Más bien al contrario. Cuando De Juana regresó del servicio militar llevaba consigo un diploma, expedido por el Ayuntamiento de Madrid el 27 de mayo de 1977, en reconocimiento por su valiente lucha contra un incendio que sufrió la capital entre el 15 y el 20 de abril de aquel año. Más tarde, ingresó en la segunda promoción de la policía autonómica vasca. «Aún faltaban unos años», recuerda un familiar, «para que De Juana, muy propenso siempre a los amoríos, se ennoviara con una enigmática mujer llamada Helena y residente en Bayona».

El caso es que Esperanza Chaos jamás volvió a ver a su hijo en libertad. Ya por entonces viuda, inició una difícil carrera por mantener viva su relación con su hijo al tiempo que rechazaba una y otra vez las invitaciones para integrarse en el colectivo de apoyo a los presos de ETA. La madre del terrorista más famoso recorrió más de 300.000 kilómetros en coche -le aterrorizaba el avión- para ver a su hijo preso. Su llegada a las distintas cárceles, según recuerdan funcionarios de prisiones, nunca pasó desapercibida. «Venía como a una boda, con anillos y collares, elegante y alegre, siempre educada y cordial con nosotros, nada que ver con el carácter frío ni la mirada agresiva del hijo ni mucho menos con la actitud desafiante de la mayoría de los familiares de presos de ETA». En una ocasión, un guardia civil, aun sabiendo a quién iba a visitar, se atrevió a pegar la hebra con ella.

-De Tetuán, ¿eh? O usted es hija de funcionario o de militar.

-De militar, agente.

-Pues permítame que la acompañe.

La última vez que vio a su hijo fue el 7 de julio de 2005, en la cárcel madrileña de Aranjuez. Esperanza ya apenas podía caminar. Había seguido manteniendo la costumbre de mandarle 150 euros mensuales, que rebañaba con trabajo de su pensión, e incluso llegó a hablar con un taxista de San Sebastián para que fuera a recogerlo en cuanto obtuviera la libertad. Pero entre las nieblas del Alzheimer y una mano oportuna que apagaba la televisión en el momento justo, Esperanza se fue alejando de la realidad de su hijo en huelga de hambre.

Las dos ancianas están sentadas frente a frente. Una se quedó viuda el 2 de enero de 1977, a las ocho y media de la mañana. Tres pistoleros de ETA se apostaron frente a su marido, el comandante del Ejército José María Herrera, y lo acribillaron con disparos de metralleta en la misma puerta de su casa. Pasado el tiempo, el hijo del militar se casó con una muchacha llamada Altamira de Juana. La anciana enferma es precisamente la madre de Altamira y de Iñaki de Juana Chaos.

Lo que une a estas dos mujeres, más allá de la familia o incluso de la fatalidad de una vida marcada por ETA, es el interés común, tácito, de que el odio no prolongue el trabajo de las pistolas. El País Vasco también está lleno de historias así. Madres de hijos que matan y mujeres de hombres que mueren tejiendo una red invisible de afecto imposible de fotografiar, indetectable para el radar de los telediarios.

Al día siguiente del fallecimiento de la madre del terrorista, las asociaciones vinculadas a los presos de ETA publicaron en Gara hasta 10 esquelas en su memoria. Una de ellas aparecía firmada por «Helena», la enigmática mujer de Bayona. En todas se refieren a Esperanza Chaos como «la madre de un preso político vasco». Tal vez ignorando, o tal vez no, que la única familia política de Esperanza Chaos era, lo que son las cosas, la viuda de un militar asesinado por ETA.

FIN

Etarras, en El Mundo; «Yihadistas», en El País

Manjón: «Alguien está intentando prender una mecha guerracivilista»

EL PAÍS – Madrid – 11/02/2007

Dos de las asociaciones de víctimas surgidas a raíz de los atentados del 11 de marzo de 2004 coincidieron ayer en expresar su confianza en la Justicia para llegar hasta el final y depurar las responsabilidades penales por los 192 asesinatos, incluido el geo Francisco Javier Torronteras. En entrevistas separadas publicadas por Efe, las presidentas de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, Pilar Manjón, y de la Asociación Ayuda a las Víctimas del 11-M, Ángeles Domínguez, presentan distintas actitudes ante el juicio, sobre todo en lo que respecta a la calidad de la investigación y la posible implicación de ETA en la matanza.

Manjón sostiene que «alguien está intentando manipular» el juicio «prendiendo una mecha casi guerra-civilista». Manjón afirma que confía en la Justicia: «Si no, me hubiera ido al viaducto y me hubiera tirado. Ya no tengo nada que perder. Y tampoco tengo prisa. Si hubiera dejado de confiar en la Justicia no habría estado siguiendo este sumario día a día y soportando lo que en esta asociación se soporta». De la misma forma, Domínguez responde: «Es lo único que me queda, confiar en la Justicia».

En cuanto a las dudas sembradas por el PP y sus medios afines sobre la posible conexión de ETA con la matanza, Manjón se limita a decir que «quien tenga las pruebas de la implicación de ETA, que las aporte». En este sentido, considera que «alguien aquí está jugando a que cuanto peor mejor. Socialmente se percibe una crispación (…) Desde medios de comunicación hasta partidos políticos, políticos concretos».

Carencias del sumario

Manjón, que perdió un hijo en el atentado, no cree que haya «puntos oscuros» en el sumario, pero sí considera que faltan cosas por saber: «Satisfechos del todo no estamos, nos falta por encontrar a los inductores, nos falta por encontrar a quien pagó el atentado y se está deteniendo a gente permanentemente. Esto no se ha terminado de investigar, ni nosotros lo pretendíamos. El resto, poquito a poco, ¿qué prisa tenemos ya?».

Domínguez sí pone en duda que el sumario haya investigado todo lo necesario: «Se han vertido diferentes informaciones y no entiendo por qué no se investigan. Lo que no se puede es tener dudas. Hay que investigar todas las posibles vías». Preguntada expresamente por la implicación de ETA, responde: «Ni la descarto ni la incluyo. Yo lo único que puedo decir es que los que están ahora en la cárcel no están capacitados. Yo no digo que no hayan participado como mano de obra, pero son personas sin cualificar, son delincuentes comunes, son traficantes de droga…».

Ambas son preguntadas si se sienten manipuladas políticamente como víctimas del terrorismo. Manjón es tajante: «Jamás, por nadie, ni tampoco lo van a conseguir». Domínguez, por su parte, responde: «Yo sí que me he sentido manipulada, se nos ha utilizado de alguna forma, no en beneficio nuestro, sino a nivel político».

FIN

La sociedad dividida

Santos Juliá en El País

11/02/2007

Por vez primera, la sociedad aparece partida ante el terrorismo

YA LO HAN CONSEGUIDO, ya han logrado que la sociedad aparezca partida en dos. La ocasión de visualizarlo no podía ser más propicia: manifestar en la calle la repulsa contra ETA. Contamos con una larga tradición de manifestaciones contra el terrorismo: aquella, tan lejana aunque no han pasado más de treinta años, que reunió en el centro de Madrid a quienes, desafiando el miedo y la pesadumbre, salieron a la calle a despedir los cadáveres de los abogados laboralistas asesinados por la ultraderecha; aquella otra, enorme, bajo la única bandera de las manos blancas que trajeron los estudiantes de la Autónoma cuando los de ETA mataron a su profesor Francisco Tomás y Valiente; y aquella, emotiva y unitaria, de la incredulidad y la rabia contenida por el asesinato de Miguel Ángel Blanco; y en fin, aunque ya se veía venir que en el futuro las cosas serían de otra manera, la convocada por el Gobierno del PP en solitario, pero aceptada por toda la oposición, que salió a la calle en protesta por el atentado islamista del 11 de marzo de 2004.

Los muertos eran gentes de derecha o de izquierda, o ciudadanos que se encaminaban a su trabajo, militares, profesores o concejales; los terroristas podían ser madrileños, vascos o de origen marroquí: no importaba ni la calidad de los asesinados ni la procedencia de sus asesinos. Importaba salir a la calle, manifestar el rechazo, acompañar a las víctimas, apoyar a los diferentes Gobiernos en sus políticas contra el terror. Eso era lo que importaba y, por tanto, sobraban gritos y banderas, bastaba el silencio. Éramos conscientes de nuestra superioridad como defensores de un Estado de derecho atacado por el terror. No hacía falta nada más: una actitud, una presencia. A ningún predicador radiofónico, a ningún medio de información se le ocurría hacer miserable política partidista con ocasión de aquellos crímenes.

Algo se ha quebrado, tal vez de manera irreversible, con la negativa de la oposición a sumarse a la manifestación convocada por los dos sindicatos mayoritarios y asociaciones de ecuatorianos y apoyada por el partido del Gobierno con motivo del último atentado criminal de ETA. Los convocantes accedieron a incluir en las pancartas la consigna reivindicada por la oposición, pero enseguida se vio que la exigencia del PP no era más que una cortina de humo. Su propósito era otro: echar por delante al antes inclusivo Foro Ermua y convocar otra manifestación que sirviera para ahondar la división de la sociedad ante la ofensiva terrorista.

Y en esta ocasión, lo nunca visto: con la excusa de una manifestación contra el terrorismo, un mar de banderas de España agitándose no contra el terrorismo, sino contra el Gobierno y contra quienes salieron a la calle quince días antes. Ante la perplejidad y la fatiga de una buena parte de la opinión, el Partido Popular ha emprendido un camino de no retorno hacia la confrontación mientras el Gobierno parece haber perdido el sentido y el rumbo, incapaz de recomponer un discurso que dé cuenta de lo ocurrido desde que se iniciaron las negociaciones con ETA y saque las consecuencias de una política que despertó tantas expectativas y condujo a tantas frustraciones.

Que los partidos políticos se lleven a matar podría ser recibido por la opinión con un encogimiento de hombros, o con asco y hastío, si no fuera porque los problemas que suscita esa conducta pueden conducir al desastre. De hecho, por vez primera en lo que llevamos de democracia, la sociedad aparece partida ante este resurgir del terrorismo. Y tan grave como esto: instituciones que se creían sólidas dan muestras de emprender el mismo rumbo: magistrados y jueces se han liado la toga a la cabeza y van descendiendo uno a uno los mismos peldaños que los políticos. Por no hablar de los medios de comunicación que se dedican cada mañana a ahondar el abismo de la exclusión y la intolerancia.

Bueno, por ese hueco podemos despeñarnos todos. No es verdad, como acaba de decir el presidente del Gobierno en su más panglosiano discurso, que el «futuro siempre será mejor», como si la historia estuviera regida por una ley de progreso universal. El futuro puede ser peor: de hecho, lo ha sido en ocasión no muy lejana: a la belle époque siguió, casi sin solución de continuidad, la Gran Guerra. Basta con proponérselo. Y hoy, desde jueces que hacen política hasta políticos que utilizan el aparato judicial, desde seudovíctimas del terrorismo que se han edificado un pedestal hasta periodistas que han confundido su oficio con el de agitadores panfletarios, hay demasiada gente que se lo ha propuesto.

FIN

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Sábado, 10 de febrero de 2007

Etarras en El Mundo, corrupción del PP, en El País

Viernes, 9 de febrero de 2007

Más de lo mismo:

Etarras en El Mundo, corrupción del PP, en El País

Mentira sobre mentira

ERNESTO EKAIZER

EL PAÍS

09-02-2007

Aznar ignoró tanto los informes del CNI, sobre las inexistentes armas de destrucción masiva, como los dictámenes de los asesores de Exteriores, acerca de la posible ilegalidad de la guerra. Él sabía muy bien lo que se hacía.

La participación de Aznar en la venta de la guerra, por tanto, no se limitó a ser comparsa. Un aspecto de esa campaña fue aterrorizar a la opinión pública. Sadam, decían, estaba a punto de fabricar bombas atómicas.

Fue el 5 de marzo de 2003 cuando Aznar habló en el Congreso. «Permítanme detallar algunos ejemplos extraídos de los informes de los inspectores [de la ONU]… Con respecto al programa de armas nucleares, Irak ha intentado, en los últimos años, hacerse con tubos de aluminio de alta calidad, aptos para enriquecer uranio. Además, ha intentado hacerse regularmente con stocks de ese mismo mineral». Aznar mintió al Congreso. La realidad: los inspectores nunca afirmaron tal cosa, todo lo contrario. Sí lo sostuvo la Administración de Bush. Aznar manipuló los hechos.

He aquí la prueba. El 7 de marzo de 2003, El Baradei, director de la OIEA, dijo ante el Consejo de Seguridad -en el cual España promovía la resolución de la guerra- que no existían pruebas de que Irak estuviese usando tubos de aluminio. «No hay pruebas de que Irak esté reactivando su programa nuclear. La OIEA ha progresado en su investigación sobre los informes según los cuales Irak intentó comprar uranio a Níger. Basándose en un profundo análisis, la OIEA ha concluido con la ayuda de expertos independientes que estos documentos no son auténticos. Por tanto, las acusaciones son infundadas». La ministra Ana Palacio estaba sentada en la misma mesa de El Baradei.

Nadie es perfecto. La rotunda declaración de El Baradei, en la que también solicitó más tiempo para desarmar a Sadam, podía haber hecho reflexionar a Aznar. ¿Por qué no? Pero Aznar persistió.

Evidencia a la vista. El 16 de marzo de 2003, Aznar pone el rostro en las Azores junto a Bush y Blair. Y la víspera de empezar la guerra, Aznar debate con Zapatero.

«Se equivoca su señoría. Las armas de destrucción masiva existen y las verá. Créame que Sadam no tiene las armas de destrucción masiva para hacer colección, las tiene para poder usarlas, y está dispuesto a utilizar el terrorismo. Además, está dispuesto a acceder en cuanto pueda a elementos con un componente nuclear», insistió Aznar.

Por esto, es mentira sobre mentira afirmar ahora que «cuando yo no lo sabía, nadie lo sabía». El Baradei avisó con tiempo.

¿Y Rajoy? «Toda la comunidad internacional cree que Irak tiene, porque además las ha utilizado, armas de destrucción masiva, salvo el PSOE», declaró el entonces vicepresidente en el Congreso el 11 de junio de 2003. ¡Toma castaña!

FIN

¿Antifascios chateros?
Ibarretxe «hostiga»; el PP «rechaza»

Ayer pasé todo el día atendiendo a los miembros del Consejo de Administración de 20 minutos, reunidos en Madrid, y me perdí este sugerente chiste de Forges, que recupero hoy para el blog.

Pensándolo bien, aunque inventaran algún día esa vacuna «antifascios chateros» que sugiere el personaje progre, ya calvo -claro-, de Forges no me gustaría utilizarla. Quizás la usaría unicamente en casos de emergencia.

A estas alturas de la blogosfera, un blog sin «fascios chateros» es como un jardín sin flores. Yo los echaría de menos. Aún recuerdo lo divertido y edificante que fue para mi el mes de agosto pasado, cuando pude dar cobijo en este blog a gran número de comentaristas sensatos y de troles furiosos, procedentes del blog de mi vecino y amigo Manolo Saco, cuando éste se fue a descansar casi al Polo Norte.

Los comentarios libres -incluso anónimos-, a favor y en contra de lo que sea, enriquecen a quien los lee si están escritos con buen gusto. Los más salvajes pierden tanto crédito e interés -¡qué palabras tan bancarias!- que apenas pueden leerse. Pero toda la blogosfera está llena de dimes y diretes, de progres y fachas, de moderados y radicales, que se desahogan -nos desahogamos- soltando todas las basurillas que la actualidad y la vieja prensa nos van dejando en el corazón. Digo en el corazón porque, en estas polémicas, el cerebro suele intervenir en contadísimas ocasiones. La política -como la religión- utiliza más corazón que cerebro.

Creo que, por muy mal poblada que esté la blogosfera de bichos extremistas, de «fascios chateros«, la prensa tradicional española contiene basura ideológica mucho más peligrosa, pues pretende hacerse pasar por prensa seria y solvente y, sin embargo, está llena de prejuicios y de intereses inconfesables mal disimulados. Los comentaristas de los blog metemos la cuchara a discreción, en cualquier tema, y creo que sin ánimo de sentar cátedra y expuestos a la réplica y a la dúplica si cabe. Hay opiniones interactivas en dos o en dos mil direcciones. Los titulares y los editoriales de la prensa vieja solo se emiten una dirección: de emisor a receptor. Y no al revés. Esta es una de las bellezas (y servidumbres) de la blogosfera. ¡Vaya vicio!»

EDITORIAL de El País

Sociedad enferma

31/01/2007

Profanar la tumba que guarda los restos de un concejal asesinado por ETA no es «pisar flores en el cementerio», como banalizaba ayer el diario al que suele enviar ETA sus comunicados. Es una ofensa deliberada a la memoria de una persona, Gregorio Ordóñez, a la que arrebataron la vida por defender sus ideas democráticas con el valor que falta a sus ofensores. Y si éstos son ocho adolescentes de entre 14 y 16 años, ese acto siniestro se convierte en síntoma de una sociedad enferma.

Así lo han entendido casi todos los partidos e instituciones del País Vasco, incluido el grupo del PNV en el ayuntamiento donostiarra, cuyo portavoz ha unido a su estupor por la catadura moral de los agresores un elogio del concejal asesinado que «trabajó de manera incesante en beneficio de la ciudad». Batasuna ha manifestado no entender una acción como ésa, porque «todos los muertos deben ser respetados», pero ha sido incapaz de obviar su hipócrita denuncia del «montaje político y mediático» organizado para «perseguir y castigar a la juventud vasca y a la izquierda abertzale».

Esos casi niños que participaron en la ofensa podrán convertirse en txapotes como el que asesinó a Ordóñez hace 12 años, o podrán comprender un día la miseria moral de su actuación y convertirse en ciudadanos respetuosos de la ley. Pero que ocurra lo segundo será más improbable si en lugar de un castigo proporcional a lo que han hecho se benefician de la impunidad que reclama para ellos Batasuna al decir que «los pronunciamientos y actitudes que alimentan la represión» contra esos jóvenes «son contrarias a la solución del conflicto». El peor favor que podría hacerse a esos menores (lo son ocho de los 11 detenidos) sería convencerles de que son unos héroes o unas víctimas castigadas por algo sin importancia: «Pisar flores en el cementerio».

El Juzgado Central de Menores de la Audiencia Nacional ha pedido a la Ertzaintza las diligencias del caso con vistas a una eventual imputación por delitos de terrorismo. La competencia de ese Juzgado fue una de las reformas introducidas el año pasado en la Ley del Menor, que ya contemplaba penas específicas para las conductas habitualmente encuadradas en el capítulo de terrorismo callejero. Las reformas buscan una mayor proporcionalidad entre las penas y los delitos, pero sin desfigurar el contenido específico de un derecho penal juvenil diferenciado del de los adultos.

Un tratamiento penal para esos jóvenes es necesario, pero la enfermedad social que su actuación delata requiere también de medidas de otro tipo: en la familia, sobre todo, y también en la escuela y en los medios de comunicación: que deje de banalizarse la violencia como si fuera un derecho, y de considerarse que la ley puede cumplirse o no, según convenga.

FIN

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Memoria histórica y consolidación democrática

JOAQUIM SEMPERE en El País

31/01/2007

En julio de 1936 estalló en este país una rebelión militar contra las instituciones legítimas. Aquella rebelión era abiertamente ilegal, y sumió el país en una lucha cruel y fratricida, al cabo de la cual se instaló una dictadura. Aquella dictadura nacía con la mancha original de sus orígenes y además practicó durante otros 36 años la negación institucional sistemática de los derechos humanos. A mi entender, cualquier ley que aspire a dar reparación a las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura debe empezar por declarar la ilegalidad e ilegitimidad de la rebelión militar de 1936 y de la dictadura que esa rebelión implantó en España. Y, por derivación, debe establecer la nulidad de todos los actos jurídicos emanados de aquel régimen.

Durante la transición se pasó de puntillas -hubo razones para hacerlo- sobre las responsabilidades pasadas. Hoy, 31 años después de la muerte del dictador, abstenerse de condenar el golpe de Estado y la dictadura sería un paso en falso. Necesitamos que la legislación deje muy claro, como se hace con el terrorismo, que la rebelión militar no puede ser en ningún caso un mecanismo legítimo de intervención política. Éste sería el acto de reparación histórica que a mí, como represaliado por la dictadura, mayor satisfacción me daría.

Además de condenar el golpe de Estado, se debería condenar y dejar sin efecto los actos jurídicos emanados de la jurisdicción política o ideológica de la dictadura que conculcan los derechos humanos. Tenemos el precedente de Alemania, donde se declaró la nulidad general de los actos de la jurisdicción nazi. Una vez declarada la nulidad general, se pueden arbitrar procedimientos que permitan a los particulares que lo deseen obtener una resolución judicial para su caso concreto. Juristas competentes han sostenido públicamente que esto es perfectamente factible, y además recomendable.

Las agrupaciones de represaliados y las entidades que reivindican la memoria democrática han dado ya opiniones muy acertadas, que el Gobierno conoce pero no quiere asumir. No hace falta repetirlas. Creo interpretar la opinión de las restantes víctimas de la represión franquista al decir que ninguno de nosotros deseamos venganza ni castigos ejemplares. No queremos resucitar viejas rencillas y odios. Al contrario. A lo que aspiramos es a un reconocimiento oficial de la injusticia, y lo queremos para que nunca más se repita. Las víctimas no necesitamos ninguna «Declaración de reparación y reconocimiento» de ninguna Comisión del Congreso, como la prevista en el artículo 3 del proyecto de ley, que equivale a un humillante «certificado de buena conducta» de ominoso recuerdo. No conozco a ninguna víctima del franquismo que no se sienta orgullosa de haber merecido la represión franquista, y que no se haya sentido rodeada del reconocimiento de sus familiares, amigos y conocidos. Estamos ya reivindicados por nuestros entornos sociales. En realidad, hoy y aquí una ley de reconocimiento de las víctimas tiene más valor para el Estado que para las víctimas. Es el Estado el que se reivindicaría a sí mismo como representación del pueblo al condenar el golpe de Estado y sus efectos político-jurídicos.

Otro aspecto inaceptable del proyecto de ley es la equiparación entre los alzados en armas y los defensores del orden constitucional. En su artículo 2 se habla de «las condenas, sanciones y cualquier forma de violencia personal producidas, por razones políticas o ideológicas, durante la Guerra Civil, cualquiera que fuera el bando o zona en que se encontraran quienes las padecieron, así como las sufridas por las mismas causas durante la Dictadura que, a su término, se prolongó hasta 1975». La historia de la Guerra Civil se rescribe como un brote de barbarie entre las dos Españas. Esto tiene por efecto escamotear las responsabilidades de los alzados. En las guerras siempre se cometen abusos en ambos bandos contendientes, pero la responsabilidad principal recae en quien rompe la baraja, porque quiebra los muros de contención que mantienen embridadas las pasiones destructivas latentes en la sociedad. Es evidente que en España se cometieron abusos inaceptables en uno y otro bando, pero quienes realmente destruyeron la legalidad fueron los generales alzados en 1936, no el general Sanjurjo en 1932 ni el movimiento obrero asturiano en 1934. Lo que cuenta no son las intenciones, sino los actos y sus consecuencias reales.

Si las condiciones mencionadas más arriba no se cumplen, más vale retirar el proyecto de ley. Y esperar que una generación posterior entierre definitivamente el hacha de guerra admitiendo que en 1936 se produjo un golpe de Estado ilegal y una guerra civil de exterminio por obra de militares fascistas y sus aliados civiles.

Al enjuiciar el Holocausto -cuya memoria se ha celebrado el 27 de enero en el mundo- no se toma en consideración las humillaciones sufridas por los alemanes por el Tratado de Versalles de 1918, ni el clima de inseguridad de la República de Weimar ni si los aliados se excedieron al bombardear Dresde y otras ciudades alemanas hasta los cimientos. En cualquier caso, fue Hitler quien desencadenó la guerra y llevó a efecto el Holocausto, y la opinión generalmente compartida es que debe condenarse como un crimen de lesa humanidad. El actual Gobierno alemán (de Gran Coalición) lo reconoce con tanta vehemencia que incluso está impulsando una iniciativa europea para prohibir por ley el negacionismo. Mientras tanto, ¿qué hacemos los españoles? ¿Dar cobertura a quienes quieran sentirse aún herederos del franquismo? ¿Asumir sin crítica un episodio bochornoso de nuestra historia reciente?

Entre tanto, el PP -que está contra la ley por razones opuestas- está lanzando a la opinión pública un claro mensaje de cobertura a los herederos del franquismo y conserva y alimenta el fuego del odio cainita que tanto daño nos ha hecho. Los dirigentes del PP no son hoy capaces de hacerlo, pero deberían considerar que la condena legal del golpe militar y de la dictadura sería un procedimiento elegante -y no humillante para nadie- de cerrar esta herida con una reafirmación democrática inequívoca. ¿Acaso no se llaman a sí mismos demócratas? Y eso mismo deberían considerar los dirigentes del PSOE.

Joaquim Sempere es profesor de Sociología de la Universidad de Barcelona. Fue condenado en 1962 por «rebelión militar por equiparación» a cuatro años de prisión en Consejo de Guerra sumarísimo por haber pintado en las paredes interiores de la Universidad de Barcelona las palabras: «Llibertat», «Amnistia» y «Fora Franco».

FIN

«Con franquismo», El Mundo cuesta más
A falta de noticias, encuestas a la carta

Hay veces que el marketing puede jugarnos malas pasadas. O no. El caso es que me ha sorprendido el nuevo precio del diario El Mundo de hoy domingo.

Vean, si no, con atención lo que cuesta la edición de Madrid con sus distintos suplementos y promociones. La edición más cara es la que anuncian simplemente con el eslogan:

«Con franquismo: 10,90 € más»

¿Acaso hay alguna edición conocida de El Mundo sin gotas de franquismo?

Visto lo visto, no debe haber lugar para sorpresas. Sin embargo, me ha llamado la atención. Podían haber dicho «Con el sello de Franco, tanto» o «Con la colección de sellos del franquismo, tanto más», etc. Pero tanta simplificación puede resultar, a veces, traicionera para el subconsciente.

EDITORIAL de El País

Postrimerías de ETA

07/01/2007

El descubrimiento de más artefactos y materiales explosivos listos para convertirse en bombas indica que el atentado de Barajas no era o aspiraba a ser un acto único, sino que formaba parte de una ofensiva terrorista en toda regla. Los conciudadanos ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio han sido las primeras víctimas mortales de un zarpazo que podía haber sido mucho peor y más extendido. Es evidente por tanto que ETA había decidido romper unilateralmente el alto el fuego, con independencia de que pretendiera o no oficializar la ruptura o endosar la responsabilidad de la misma al Gobierno.

•El Gobierno y la banda terrorista habían convenido en celebrar otra reunión

No es descartable la hipótesis de que sea una decisión tomada por un sector disidente contrario a quienes llevaban la negociación, pero en ningún caso puede ser excusa para retrasar lo que el Gobierno está obligado a hacer ahora: dar explicaciones en el Parlamento, intentar recomponer la unidad de los demócratas frente a ETA y proponer una estrategia antiterrorista para la nueva situación. Tras la ceremonia de la Pascua Militar, el presidente Rodríguez Zapatero proclamó ayer que, con este atentado, el diálogo y el proceso «han llegado a su punto y final». Este anuncio por boca del presidente debiera evitar más malentendidos. El rey Juan Carlos había clausurado la ceremonia con un discurso en el que pidió unidad a los demócratas para acabar con el terrorismo.

Si en el futuro aparecieran datos hoy desconocidos que aconsejasen modular ese cambio de política, habrá ocasión para discutirlo; pero la condición para que un día pueda regresarse a una vía de disolución negociada de ETA es que ahora se actúe con determinación, evitando mensajes ambiguos. Un atentado gravísimo ha roto el alto el fuego y convertido en papel mojado la condición de permanente, que se consideró necesaria para que el proceso arrancase en los términos autorizados por el Parlamento. La bomba de Barajas eleva necesariamente el umbral mínimo de exigencia (de garantías) para tomar en consideración eventuales ofertas futuras de diálogo.

ETA sigue sin perder una oportunidad de perder una oportunidad. Difícilmente se le presentará otra tan favorable para salirse del camino circular en que se ha metido, que conduce siempre al punto de partida, aunque con más muertes y más dolor acumulado. Es evidente que sus dirigentes no estaban maduros para esa salida, bien porque la inercia de la pervivencia organizativa ha vuelto a imponerse, bien porque han carecido de capacidad de liderazgo para vencer a los supuestos sectores contrarios al alto el fuego. En ambos supuestos es necesario que ETA y Batasuna comprueben de nuevo que hay límites que ningún Estado puede franquear, con o sin bombas. La idea de que 44 millones de ciudadanos aceptasen modificar aspectos esenciales de la Constitución para dar satisfacción a una cuadrilla de encapuchados era, y es, poco realista.

Con una base social todavía amplia (el electorado de Batasuna) la derrota policial es condición necesaria pero no suficiente para la autodisolución de la banda; se necesita alguna forma de acuerdo formal que evite la aparición de sectores disidentes o nuevas etas; pero la expectativa de negociación política puede devolver sentido a la violencia, anulando el significado último de su derrota: que la violencia deja de ser útil para alcanzar objetivos políticos. De ahí la dificultad de encontrar el punto de debilidad de la banda a partir del cual la oferta de diálogo no pueda ya tener ese efecto de devolverles la esperanza de dar sentido a su pasado.

En 2004, tras la detención de Mikel Antza y el desmantelamiento de los arsenales y principales estructuras de la banda, gracias a la eficacia policial y judicial, ETA estaba tan debilitada que pareció verosímil la posibilidad de emprender un proceso de disolución pactada. Tal vez era prematuro, o tal vez los contactos que por entonces se estaban produciendo hicieron concebir a Otegi y compañía ilusiones desmesuradas. El ex dirigente del PNV Juan María Ollora, principal teórico de la vía de Lizarra que llevó a la tregua de 1998, reconoció cinco años después que una de las razones del fracaso de aquel experimento fue confundir el plano de la paz con el del «avance del proceso soberanista», que fue el priorizado, lo que a su vez llevó a la exclusión de los partidos no nacionalistas.

La actitud de Imaz en estos meses es la prueba de que aquella reflexión fue interiorizada por al menos un sector del nacionalismo vasco (y de ahí que la inclusión del PNV en la nueva estrategia que trace el Gobierno sea considerada como el elemento clave para la etapa que ahora se abre). La ruptura de la tregua por parte de ETA provocó, por otro lado, la escisión de Aralar. Su principal dirigente, Patxi Zabaleta, decía cuando se gestaba el alto el fuego último que ETA debía renunciar a la violencia, pero no entregar todavía las armas porque era responsable de negociar el futuro de sus 700 presos. Tras el atentado de Barajas ha pasado a sostener que ETA ha perdido toda credibilidad y en adelante el único proceso posible es que la banda deje las armas de modo «unilateral, definitivo y sin condiciones».

Tal vez el fracaso de este nuevo intento sirva para que dentro de uno o dos años Batasuna o el sector mayoritario de esa formación interiorice la incompatibilidad radical entre política y violencia, provocando el paso que Otegi y los suyos han perdido la oportunidad de franquear ahora. Quizá haya que pasar por una ETA sin brazo político o con uno muy debilitado para que algún día sea posible lo que ahora no lo ha sido. Porque una ETA sin Batasuna sería algo más parecido a los GRAPO que a ETA; y una Batasuna sin ETA detrás sería algo muy distinto de lo que es ahora. En ese sentido, el balance definitivo del experimento intentado por Zapatero depende de que el Gobierno sea capaz de desplegar ahora, con el máximo apoyo parlamentario, una política antiterrorista como la que llevó a Mujica Garmendia, Pakito, y otros ex dirigentes presos a certificar en 2004 el final de la lucha armada en favor de la política.

Artículo de MANUEL VICENT en la última de El País

El combate

MANUEL VICENT 07/01/2007

Largo, duro y difícil son tres adjetivos que si se aplican a un combate de boxeo indican que la pelea está programada a 14 asaltos; que el contrincante es sucio y correoso, y que el aspirante con poca experiencia en el ring debe fiar su victoria a una resistencia tenaz, a la espera de que su buena estrella le propicie un gancho a la mandíbula. Si no se aplican al boxeo sino a la lucha contra el terrorismo, los adjetivos largo, duro y difícil significan que el Gobierno socialista se halla metido en un combate, que puede durar años, contra un enemigo fanático, el cual usará a su favor todas las ventajas del Estado de derecho para alcanzar un objetivo imposible mediante las pistolas y la dinamita. Dicho esto, es evidente que el presidente Zapatero acaba de recibir un directo al hígado, no previsto, por parte de ETA, que por un momento le ha puesto a flotar sobre la lona.

El atentado sangriento de Barajas ha dejado una vez más al descubierto el diseño moral de nuestros políticos. Demos por sentado que el presidente Zapatero es un optimista histórico que se mete en todos los charcos o un boxeador confiado en que el contrario no utilizará los golpes bajos, pero son mucho más ingenuos los que creen que a ETA, después de cuarenta años, se la puede vencer sólo con la represión policial. ¿Y qué son los portavoces de Herri Batasuna? Simplemente unos peleles. ¿Y qué hay más a la derecha de la cúpula del Partido Popular? Sólo la pared. Y al final del horror de esta Navidad se ha sabido que los padres del Niño de Belén eran ecuatorianos. Pero el escándalo político sigue siendo el comportamiento obsceno del Partido Popular, que ha hecho del acoso y derribo del presidente Zapatero su único propósito sin detenerse en ninguna frontera, ni en el dolor de las víctimas, ni en la división de las dos Españas, ni en el lenguaje asilvestrado, ni en la tarea diaria de excitar a la gente para tener movilizados a sus militantes hasta las próximas elecciones. España es una nave sin timonel, ha gritado Rajoy. ¿Estará llamando su subconsciente a un tipo con polainas para que se ponga al timón? La lucha contra el terrorismo será larga, dura y difícil. Zapatero ha perdido el primer asalto. No pasa nada. A Aznar lo hizo presidente la ETA con aquel famoso atentado. Zapatero no debe esperar ninguna ayuda leal del Partido Popular; sólo podrá contar con la ley, con el deseo de paz de la mayoría de los españoles y con su propia resistencia moral. Suena la campana. En este momento comienza el segundo asalto.

FIN

La esquela funeraria rogando una oración por el alma del cruel dictador chileno Augusto Pinochet tiene su sitio en las páginas interiores de El Mundo.

Durante 2006, 70 aniversario de la rebelión franquista contra la II República y de la guerra civil, se ha desarrollado un gran nicho de mercado en El Mundo y El País para los familiares de quieres murieron o fueron asesinados durante la guerra civil por el bando contrario. 20 minutos.es ofrece hoy una crónica sobre estas esquelas.

Afortunadamente, ya pasó el 70 aniversario y la guerra de las esquelas rencorosas, algunas todavía rezumando odio por parte, curiosamente, de los vencedores, ha perdido fuerza.

Cada vez tengo más claro que hay que separar los crímenes de la guerra cicil -que los hubos en ambos bandos- de los crímenes de la postguerra que los cometieron casi exclusivamente los vencedores.

El Mundo, portavoz habitual de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) – segurametne la que más daño ha hecho a la unión de los demócratas para luchar contra ETA– informa en esta columna sobre las razones por las que Alcaraz no se decide a manisfestarse «POR LA PAZ, CONTRA EL TERRORISMO», el próximo sábado día 13 de enero, en la Plaza de Colón de Madrid.

Esta manifestación puede ser la prueba del algodón. Y no sólo para Alcaraz, presidente de la AVT, que querrá hacer su particular y legítima carrera política en la extrema derecha. También puede serlo para los militantes del PP que quieren luchar de buena fe contra el terrorismo e, incluso, para los obispos, que tanto se opusieron al Gobierno cuando no tenían la barriga tan llena.

Sol Gallego nos da, en su crónica de El País, algunas claves sobre la relación PP-PSOE en la lucha contra el terrorismo.

El imposible retorno al pacto

Soledad Gallego-Díaz

07/01/2007

Pocas personas creen en estos momentos, ni en el Partido Popular, ni en el Partido Socialista, que sea posible reavivar el Pacto Antiterrorista. «No tiene ningún sentido que, justo al final de la legislatura, PP y PSOE estén en brazos uno del otro, ni tan siquiera en el tema de la lucha antiterrorista. Todo el mundo habla de la unidad de los demócratas, pero el PSOE no va a aceptar nuestros planteamientos porque quedaría en una situación imposible, y nosotros no vamos a aceptar los suyos porque creemos que están equivocados. Tenemos dos visiones completamente distintas de este asunto, y da la impresión de que el atentado de Barajas no ha cambiado esa circunstancia», explica un dirigente del Partido Popular. «Tenemos la impresión de que el presidente quiere dejar abierto algún tipo de diálogo, y nosotros queremos, precisamente, todo lo contrario, que nos dé públicas garantías, ante el Parlamento, de un cierre total de cualquier tipo de contacto», prosigue.

Inquietud en ciertos medios del PP por el hecho de que los actos de la AVT estén cada vez más entremezclados con grupos activos de la extrema derecha

«Los socialistas no vamos a aceptar la posición del PP de volver al Pacto Antiterrorista tal cual, porque eso supondría volver a un texto que tiene una parte claramente antinacionalista, precisamente ahora que el Gobierno puede contar con el apoyo, extraordinariamente valioso, del presidente del PNV, Josu Jon Imaz. Es imposible que se llegue a un acuerdo sustancial entre los dos, Zapatero y Rajoy, porque, se diga lo que se diga, eso significaría dejar fuera a dos de nuestros principales socios, PNV y ERC», admite, por su parte, un dirigente del PSOE.

Así las cosas, ni en el PP ni en el PSOE se tiene una especial confianza en el resultado de los próximos contactos convocados por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

«Nosotros iremos a la reunión a la espera de ver qué es lo que nos ofrece concretamente el Gobierno, qué concesiones está dispuesto a hacernos», asegura, muy escuetamente, un responsable popular. Admite que es impensable que el PNV pueda aceptar un acercamiento del PSOE al PP a través del actual Pacto Antiterrorista. «Para ellos sería imposible».

Tampoco cree muy factible la propuesta de un nuevo pacto. «La idea puede ser lógica, pero sólo tendría sentido para el PP si supusiera una relación preferencial con nosotros, algo que, supongo, el PSOE no está en condiciones de ofrecernos», puntualiza. «Tal y como están las cosas, en estos momentos parece inviable un nuevo pacto que incluya a todos. Ésa es la realidad, y no tiene sentido empeñarse en lo contrario», admite un veterano diputado socialista. «Otra cosa es que ninguno de los dos partidos quiera aparecer ante la opinión pública como el responsable del enfrentamiento y la ruptura entre los demócratas».

«Con realismo, lo único que podríamos esperar», explica ese diputado del PSOE, «es, quizá, que el PP suavice algo su lenguaje, el enfrentamiento feroz que alienta contra el Gobierno, para no dar más la impresión de que se alegran con los atentados, algo que le sienta siempre muy mal a la opinión pública». Se acercan las elecciones municipales (y las generales), y los expertos electorales de los partidos reclaman que se actúe con lógica y cierta contención.

Aprovechamiento extremista

En el PP, o, al menos, en algún sector de los populares, existe una cierta inquietud ante el hecho de que en torno a las manifestaciones convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), muy respaldadas, animadas y sostenidas por el Partido Popular, haya aparecido una extrema derecha clásica, muy vociferante y visible. «Es verdad que en torno a esas manifestaciones se está organizando la extrema derecha de toda la vida y que algunos de los diputados del PP que fuimos a la última manifestación en la Puerta del Sol nos vimos inmersos en grupos que eran claramente de extrema derecha, gente muy excitada que estaba monopolizando el acto», admite uno de esos diputados.

El hecho de que la AVT esté siendo «entremezclada» por grupos de extrema derecha organizada es admitido en muchos círculos del PP, algunos de ellos críticos con esa situación y con su eventual impacto en la opinión pública. Otros creen que ese «aprovechamiento» de la extrema derecha se alimenta del duro ambiente de confrontación entre los dos partidos nacionales, pero que se desactivaría inmediatamente en caso de acuerdo PP-PSOE. «Desde luego no hay nadie sensato que pueda creer que esa extrema derecha tiene capacidad o fuerza como para evitar un acuerdo parlamentario entre socialistas y populares, caso de que pudiera producirse. El problema no es ése», comenta un directivo del PP.

FIN

Tampoco nos viene mal reflexionar un poco sobre el dibujo de El Roto en El País , que nos deja una basurita en el corazón, después de tanto despilfarro de Papá Noel, Reyes Magos, Solsticio de Invierno, Hanuka, o como queramos llamar a estas fiestas tan terroríficas para quienes están solos o viven en la pobreza.

Fiscales y peritos, cada uno en su trinchera

EDITORIAL

Como Pilatos

EL PAÍS – Opinión – 04-10-2006

«Nunca a un juez se le ha acusado públicamente de manera tan clara y rotunda de prevaricar como se ha hecho con Garzón, a raíz de su decisión de aceptar inicialmente la competencia en el caso del informe sobre el uso de ácido bórico como sustancia explosiva y de imputar a sus autores por falsedad en documento oficial. Al juez Del Olmo, instructor del sumario sobre el 11-M, también se le tachó, entre otras descalificaciones, desde el PP y su entorno mediático, de ser un pelele en manos de la policía, lo que en román paladino quiere decir prevaricar, pero con Garzón se ha elevado el listón al acusarle nada menos que de fabricar artificiosamente el proceso para criminalizar a unos inocentes y satisfacer los intereses del Gobierno.

La virulencia y gravedad de tales imputaciones sólo se explican por la decepción que ha debido causar a sus acusadores que Garzón desbaratara sus planes, primero haciéndose judicialmente con el asunto, y después descubriendo el pastel que pretendían vender a la opinión pública presentando como víctimas de la falsificación a sus presuntos autores. Pero lo más escandaloso es la actitud de los vocales del Consejo General del Poder Judicial afines al PP que, en lugar de dar amparo y salir institucionalmente en defensa de un juez acusado pública y explícitamente de prevaricar, como querían el resto de los vocales, han optado por mirar hacia otro lado, limitándose a una piadosa llamada a «la prudencia» en la crítica de las resoluciones judiciales. No es lo mismo imputar un delito a un juez -fabricar un proceso al servicio del Gobierno- que hacerle una crítica, por acerba que sea.

Tampoco se tiene en pie el pretexto alegado por los vocales afines al PP para eludir su amparo a Garzón: la investigación sobre el trato dado por el juez a los peritos imputados por falsedad, que fue solicitada por su compañero José Luis Requero, bien conocido por su extremismo ideólogico y reputado por su comparación del matrimonio homosexual con «la unión entre un hombre y un animal». Más bien suena a excusa. La obligación del CGPJ es amparar, como ha hecho en otros casos, la independencia de los jueces. Y si alguien cree que ha vulnerado la ley en su actuación, tiene los caminos adecuados para denunciarlo, sin que la mera petición de investigación pueda convertirse en la acción que paraliza al CGPJ, y con mayor razón todavía cuando el denunciante es a la vez juez y parte en el órgano que debe resolverla en última instancia.

Están claros los propósitos obstruccionistas de José Luis Requero, que deja a la institución bloqueada desde su interior, con el natural regocijo de quienes han perpetrado el ataque al juez. Aunque lo que en realidad han pretendido los vocales afines al PP es obedecer las órdenes impartidas por los acusadores de Garzón por miedo a provocar su ira, y lo que es más grave, por compartir sus delirios conspirativos sobre el 11-M en detrimento de la instrucción judicial.»

FIN

¿Quién tira del ronzal y aguijonea al PP? Lean a Pradera


De Atocha a Bombay

JAVIER PRADERA

EL PAÍS – España – 26-07-2006

La Diputación Permanente del Congreso fue escenario la semana pasada de una nueva comedia bufa protagonizada por el portavoz parlamentario del PP, dispuesto a sembrar todo tipo de conjeturas paranoicas, dudas simuladas, insinuaciones rastreras y acusaciones encubiertas sobre las imaginarias responsabilidades del partido del Gobierno como inductor, coautor, cómplice o encubridor del atentado del 11-M. Zaplana solicitó sin éxito -los restantes grupos parlamentarios votaron en su contra- la comparecencia del ministro del Interior para aclarar las contradicciones o los errores cometidos por un comisario de policía acerca de la composición de los explosivos empleados en los trenes de la muerte y exigió también la reapertura de la comisión parlamentaria de investigación. El pasado 11 de julio, el Grupo Parlamentario Popular había preparado el terreno con la presentación artillera de 263 preguntas sobre el curso de las indagaciones sumariales después de considerar insatisfactorias las contestaciones dadas en mayo por el Gobierno a otra tanda de 215 cuestiones formuladas el 20 de abril.

Zaplana considera «descorazonador» el resultado obtenido durante estos dos años: «Son más las incógnitas que los hechos esclarecidos». La fingida decepción del portavoz popular -«no sabemos prácticamente nada y a algunos les molesta que queramos saberlo»- es fácil de explicar: la indagación sumarial no ha descubierto ni una brizna confirmatoria de las disparatadas fantasías acuñadas por su partido sobre la participación en el 11-M de ETA, los servicios secretos de Marruecos y un grupo de funcionarios de los cuerpos de seguridad españoles manipulados por los socialistas. Si hasta ahora el emperramiento del PP en desviar la atención de la opinión hacia pistas falsas había sido una maniobra política para eludir las graves responsabilidades del Gobierno de Aznar por su atolondrada infravaloración de los peligros del terrorismo islamista, la conclusión del sumario -el juez Del Olmo ratificó el pasado 6 de julio el auto de procesamiento de 29 de los 116 imputados- lo convierte en un mecanismo de obstrucción que podría llevar a la escandalosa puesta en libertad de los imputados si el tiempo máximo de prisión preventiva se agotase antes de que fuese dictada sentencia.

La sangrienta marca de fábrica del fundamentalismo islamista es evidente en el 11-M: sus semejanzas estructurales con el atentado londinense de 7 de julio de 2005 y la matanza de Bombay del pasado 11 de julio han disipado cualquier duda razonable de buena fe al respecto. Por lo demás, el fiscal general del Estado considera que el sumario esclarece de manera suficiente los hechos esenciales del crimen aunque queden pendientes -como en todos los casos complejos- extremos menores. Para mayor paradoja, los dirigentes del PP, que atribuyen ahora a las instituciones del Estado de derecho (Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, ministerio público, Gobierno, Poder Judicial y Parlamento) el doloso ocultamiento de la verdad sobre el 11-M, fueron los encargados durante varias semanas de controlar la investigación del atentado: el 5 de abril de 2004, Acebes, titular entonces de Interior (con Ignacio Astarloa como secretario de Estado) y hoy secretario general del PP, difundió orgullosamente la noticia según la cual «el núcleo central que perpetró la masacre está detenido o muerto en suicidio».

¿Cómo justificar, así pues, que el principal partido de la oposición, que ocupaba el poder hace dos años y que aspira a recuperarlo, acuse al Gobierno de Zapatero de borrar las huellas del atentado del 11-M para hacer desaparecer los indicios que le relacionarían de una forma o de otra con su génesis y desarrollo? Es cierto que los dirigentes populares están siendo tironeados del ronzal y aguijoneados en los flancos -para que no desfallezcan en esa infame tarea- por una cuadrilla de periodistas y locutores que confunden cínicamente la prensa de investigación con el libelo de intoxicación y la crítica al poder con la extorsión a sus titulares. Lejos de constituir un atenuante moral o político, ese sórdido entendimiento bajo la mesa del PP con el amarillismo informativo de sentina, sin embargo, no sólo le distanciará cada vez más del centro moderado sin cuyos votos nunca conseguirá ganar las elecciones sino que le acerca a las posiciones de la ultraderecha antisistema.

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¿Quién es el asesor de marketing del PP?