Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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El «Ángel de Varsovia» sigue su vuelo…

El recuerdo de la heroína Irena Sendler, que no ganó el Nobel en 2007 y falleció en 2008, me ha llegado hoy en forma de e mail en cadena. Este mensaje, que me envía mi amigo, el poeta Antonio Crespo Massieu, lleva varios años dando la vuelta al mundo y los promotores quieren llegar a 40 millones de personas. Ya les faltará poco.

Irena Sendler, en 1942

Me piden que lo reenvíe a mis amigos. No suelo seguir los mensajes en cadena. Sin embargo, esta vez, no lo pude remediar y lo reenvié solo a mis hijos. Los demás pueden copiarlo, si quieren, de este blog y seguir la cadena. Recordar a Irena Sendler, que falleció a los 98 años en 2008, es un homenaje a uno de los mejores seres humanos del siglo XX.

Podemos perdonar a los criminales, pero no debemos olvidar lo que hicieron y, sobre todo, debemos recordar a personajes como Irena Sendler, el Ángel del Gueto de Varsovia.

Este es el mensaje completo traducido que acabo de recibir hoy:

—–

«Irena Sendler
Una señora de 98 años llamada Irena acaba de fallecer. Durante la Segunda Guerra mundial, Irena consiguió un permiso para trabajar en el Ghetto de Varsovia, como especialista de alcantarillado y tuberías.
Pero sus planes iban mas allá…
Sabía cuáles eran los planes de los nazis para los judíos (siendo alemana).
Irena pasaba niños  escondidos en el fondo de su caja de herramientas y llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta (para niños de mayor tamaño). También llevaba en la parte de atrás un perro al que entrenó para ladrar a los soldados nazis cuando salía y entraba del Ghetto.
Por supuesto, los soldados no querían tener nada que ver con el perro y los ladridos ocultaban los ruidos de los niños.
Mientras estuvo haciendo esto consiguió sacar y salvar a 2500 niños.
Los nazis la atraparon y le rompieron ambas piernas y los brazos…
Irena mantenía un registro de los nombres de todos lo niños que sacó y lo guardaba en un tarro de cristal enterrado bajo un árbol en su jardín.
Después de la guerra, intentó localizar a los padres que pudieran haber sobrevivido y reunir a la familia. La mayoría habían sido llevados a la cámara de gas. Aquellos niños a los que ayudó encontraron casas de acogida o fueron adoptados.
El año pasado Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz.
Pero no fue seleccionada.
Ese premio se lo llevó Al Gore, por unas diapositivas sobre el Calentamiento Global… y en 2009, Obama sólo por buenas intenciones.
¡ESTA SEÑORA ES MI NOBEL!
Gran mensaje. ¡No permitamos que se olvide nunca!
63 años después
In Memoriam

La intención de este e-mail es llegar a 40 millones en todo el mundo. Únete a nosotros, sé un eslabón de esta cadena conmemorativa y ayúdanos a distribuirlo por todo el mundo.
Por favor, envía este e-mail a las personas que conoces y pídeles que continúen la cadena. Por favor, no lo borres simplemente.
Sólo te llevará un minuto reenviarlo.
Gracias.»

——

Esta señora, que sin duda mereció el Premio Nobel de la Paz mucho más que Al Gore, fue un ejemplo de esos que necesitamos para reconciliarnos, un poco más, con el género humano.

Estoy casi seguro de que hay, en estos momentos, alguna heroina israelí salvando niños, heridos por sus compatriotas de Israel, en Palestina. Y viceversa. Algún día lo sabremos, como supimos la historia bellísima de Irena Sendler. ¡Qué mundo éste!

Hoy yo le doy a la alemana Irena Sendler el Nobel de la Paz a título póstumo.

 

 

 

 

¡Viva el calor, muera el frío!

¿Es responsable el hombre del frío que hoy padecemos? ¿Y del calor, tan benéfico para la prosperidad? Los enemigos del calentamiento global ya no saben qué inventar para extender la creencia de que el ser humano –esa hormiguita en el universo- es el responsable principal del cambio climático. ¡Qué soberbia!

La diosa Cibeles adornada con carámbanos. ¡Qué frío!

El frío que estamos pasando estos días me ha llevado a repasar el estado de la ya vieja polémica científica (a veces, seudocientífica, casi religiosa) sobre el papel dominante o irrelevante del hombre (frente a los factores solares, espaciales, orbitales, cosmológicos, físicos, meteorológicos, astronómicos, etc.) en el calentamiento global.

Claro que ahora –con el frío que hace – ya no lo llaman “calentamiento global” sino “cambio climático” y atribuyen estas olas de frío a “los extremos climáticos” producidos precisamente -¿lo adivinan?- por el “calentamiento global”.
¿Por qué se empeñan tanto en combatir el calentamiento minúsculo del planeta (que nadie niega) si, en épocas anteriores, el calor -mucho mayor- ha ido siempre asociado a la prosperidad y al bienestar?

¿Será por dinero?

Lo caliente es bueno, lo frío es malo.

En el frío siglo XIV la brujas eran quemadas acusadas, entre otras cosas, de causar el mal tiempo. O sea, el frío.

Un nuevo estudio europeo de anillos de árboles, publicado por P. Gosselin, el pasado 14 de enero, confirma que las épocas mas calientes conducen a la prosperidad y las frías a la muerte y a la miseria.

Los extremos climáticos, según este estudio, eran mayores en el pasado.

A medida que se van quedando sin argumentos científicos –tras el escándalo del “Climagate”, las deserciones, etc.- los enemigos del calentamiento se agarran ahora al actual deshielo del Ártico como a un clavo ardiendo.

Sobre esto, he encontrado otra joya de la hemeroteca. Se trata del alarmismo generado en 1922 por el diario The Washington Post al publicar una noticia de AP sobre la desaparición del hielo en el Ártico.

La desaparición del hielo ártico en 1922 fue más grave que ahora. El artículo, desde luego, no tiene desperdicio.

Según el Washington Post del 2 de noviembre de 1922:

«El  océano ártico se está calentando, los icebergs se hacen más escasos y  en algunos lugares las focas encuentran con que el agua está demasiado  caliente, según un informe del Departamento de Comercio de Consulafft, en  Bergen, Noruega.

Los informes de pescadores, cazadores de focas y exploradores todos señalan un cambio radical en las condiciones  climáticos y temperaturas sin precedentes, jamás conocidos en la zona  ártica. Las expediciones de exploración informan de que no se ha encontrado  casi nada de hielo en zonas tan al norte como 81 grados y 29 minutos.

Los  sondeos a una profundidad de 3.100 metros muestran que la corriente del Golfo aún está muy caliente. Grandes masas de hielo han sido sustituidas  por restos acumulados de tierra y piedras [de glaciales derretidos], según este informe, mientras en muchos puntos glaciales muy  conocidos han desaparecido por completo.

Nevó ayer en Abla (Almería) cerca de Nacimiento, el pueblo de mi madre.

Muy  pocas focas y ningunos peces blancos se encuentran en el Ärtico del  este, mientras grandes bancos de anchoas y “smelts” (un pescado azul  pequeño) que nunca han llegado tan al norte, se encuentran en los  viejos campos de pesca de las focas.  Dentro de unos años se predice que,  debido a la desaparición del hielo el nivel del mar subirá, haciendo  inhabitable la mayoría de las ciudades costeras.»

Esto se publicó el 2 de noviembre de 1922, a partir de una noticia redactada por la agencia Associated Press.  Esta fue la última vez que  tuvimos una alarma del calentamiento global.  Desde entonces, hemos  tenido una alarma de enfriamiento global, que tambien se desvaneció de los  periódicos, y ahora hemos vuelto de nuevo a la alarma del calentamiento global.  Y no  es que la hipérbole haya cambiado mucho en 88 años…

Hoy  en día, cada acontecimientoo natural notable, cada fluctuación del termómetro, cada inundación o sequía se atribuye al calentamiento  global. Un invierno seco y suave –es el cambio clímatico.  Un invierno nevado y gélido – es el cambio climático.  Calentamientos o enfriamientos históricos, sequías o lluvias,  de todo ello podemos echarle la culpa con confianza al cambio climático.”

(Recogido de The Resilient Earth).

¡Vivir -o leer- para ver! La hipérbole mediática o científica (a veces, seudocientífica, casi religiosa) se repite de manera tan cíclica como los cambios climáticos. No se cómo puedo creerme lo que dicen los periódicos si -como decía mi suegro- los hace gente como yo.


Mirando los gráficos de períodos largos -las temperaturas en los últimos 10.000 años- vemos las distintas épocas de calentamiento todas ellas, por supuesto, con pequeños altibajos.

Si las comparamos con la época actual, observamos que la tendencia general es a la baja.

Hace 2.500 años hacía mucho frío y abundaban las catástrofes. Durante el Imperio Romano hizo calor y hubo prosperidad.

¿Alguien ha visto estatuas de romanos con abrigos y bufandas? Las que yo he visto en Roma o en Mérida van con faldilla corta y sandalias. Hacia el siglo IV volvió el frío. Los bárbaros del norte huyeron espantados hacia al sur de Europa en busca de comida y de …calor.

Cayó Roma y se inició un período altomedieval frío, oscuro y lleno de miseria que se prolongó hasta el siglo IX. Con el nuevo milenio se equivocaron los catastrófistas de milenarismo.

En el siglo X cambió de nuevo el ciclo climático y volvió el magnífico calentamiento global. Los vikingos se extendieron por Groenlandia o Greenland (que significa precisamente Tierra Verde), los británicos tuvieron viñas y ¡vino!, floreció el Camino de Santiago y Europa se llenó de bellísimasa iglesias romáticas y, ya en el siglo XII y XIII, de espectaculares catedrales góticas. A ese periodo se refieren los sabios del clima y los historiadores como el «óptimo medieval». Llaman «óptimo», naturalmente, al calentamiento global.

El frío glacial volvió a Europa, desde 1300 hasta 1850, aproximadamente, acompañado de miseria, hambre, peste, caza de brujas, etc.. Este largo y triste periodo se conoce como «pequeña edad galcial«. Hay multitud de pinturas de paisajes europeos del norte que lo atestiguan.  Y los británicos se quedaron, otra vez, sin viñas y sin vino propio.

¿Qué gran experto en marketing -además del hábil predicador Al Gore– ha conseguido convencer a media humanidad -incluso a la ONU- de que el calentamiento global es malo para el ser humano y que debemos combatirlo? Para mí que ese tipo ha superado, en marketing, al mismísimo San Pablo.

Lawrence Solomon

En mi búsqueda de argumentos contra el frío, encontré una joya divertida (o triste, según se mire) en un diario conservador canadiense. Se trata de un artículo sarcástico de Lawrence Solomon, del 30 de diciembre de 2010, titulado así:

75 científicos del clima piensan que los humanos contibuyen al calentamiento global

Intentaré resumir el artículo.

Los resultados dudosos de una encuesta sobre el «consenso científico» burdamente manipulada, y publicada como creíble por grandes diarios como The New York Times y The Washingotn Post, muestran que el 97% de los científicos están de acuerdo en que los humanos hemos causado el calentamiento global.

¿Y el frío? Dicen que se debe a los cambios extremos consecuencia también del calentamiento global: más frío en invierno y más calor en verano.

¿Cómo han obtenido este consenso abrumador de la comunidad científica con un procentaje del 97 %?

Dos jóvenes entusiastas de Illinois sin credenciales hicieron una encuesta de dos minutos on line, nada científica a 10.257 científicos. Decidieron que los méritos no eran un factor importante y optaron por preguntar a empleados públicos y de universidades, no de empresas privadas.

Excluyeron de su lista a quienes eran propensos a dar importancia al Sol, al espacio, a los cosmólogos, físicos, meteorólogos y astrónomos. Dejaron fuera de la encuesta a la Geología, Oceanografía, Paleontología y Geoquímica. Tampoco tuvieron en cuenta el grado académico de los encuestados: preguntaron a 1.000 sin doctorado y a otros muchos sin master especializado.

La mayoría no contestó a la encuesta. Respondieron 3.146, o sea, el 30,7%. Estas fueron las dos preguntas, a minuto cada una.

1.- ¿Piensa que, desde 1.800, las temperaturas medias has subido, han caido o se mantienes iguales?

2.- ¿Piensa que la actividad humana es un factor importante en el cambio de las temperaturas globales medias?

Practicamente todos -hasta los más escèpticos del calentamiento- piensan que, desde mediados del siglo XIX, la Tierra se está calentado un poco -es un hecho medido y bastante irrelevante, si lo comparamos con series largas de ciclos climáticos. También están de acuerdo en que la actividad humana ha podido tener alguna influencia menor e irrelevante en los altibajos  de las temperaturaas locales o regionales por la desforestación, la agricultura, etc. pero cada vez más científicos niegan que el ser humano juegue un papel importante en el cambio climático.

Pues bien, el 82% de los encuestados respondieron que sí a la 2ª pregunta. Uno de cada 5 no le echa la culpa a los humanos. A los autores de la encuesta les pareció poco y buscaron subgrupos distintos. Eligieron solo a los expertos climáticos que había entre los 3.000 que habían respondido y eliminaron a los demás. Así llegaron a la cifra mágica de 75 de 77 (de cualificaciones desconocidas) apoyaron la ortodoxia.

Si dividimos 75 por 77 nos sale la cifra mágica del 97% a favor de la ortodoxia (¡el consenso!) que se publicó, sin rubor, en la prensa seria de pago. Y se quedaron tan panchos en el New Yok Times y el el Washington Post. Así se escribe la historia. Aceptamos como buenos los datos (manipulados o no) que encajan en nuestro esquema ideológico o religioso y rechamos los que no convienen (sean ciertos o falsos) a nuestros intereres.

——-

PS.1

Para quien quiera profundizar en el debate, ahí va este enlace:

http://www.climatedebatedaily.com/

Se trata de una página web que publica diariamente una larga lista de todo lo que sale en Internet (prensa, revistas, blogs, etc.) en los dos lados del debate climático.  A la izquierda, bajo el título de “Llamadas a la acción”, están los artículos del consenso.  A la derecha, bajo el título de “Voces disidentes”, está la lista de articulos que disienten.  Todos vienen con una linea descriptiva del tema y un link al artículo.

P.S. 2:

Sobre el Cabo de Gata

He visto con retraso algunos comentarios al post de anteayer, refridos al Cabo de Gata, a los que me veo obligado a replicar. Ahí va mi respuesta:

Para Rosa, Antoñico, Pelayo, etc.:
Me gusta polemizar, pero no suelo hacerlo con comentaristas de alquiler. Sin embargo, esta vez, lo hago solo para corregir un error de bulto.
Mi post sobre el libro de Antonio Orejudo “Almería, Crónica personal” ha recibido varios comentarios en los que sus autores coinciden con las mismas palabras -espontáneamente o por encargo de alguien- en que disfruto de “la poltrona del Cabo de Gata”, “un cargo tranquilo y bien remunerado”, mientras hay “más de 4 millones de parados”, etc.
No se si lo hacen por mala fe –“mala gente que va apestando la tierra”, diría Machado- o, simplemente, porque “piensa el ladrón que todos son de su condición”.
Me explico:
El “cargo” de presidente de la Junta Rectora del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar –que recibí como una carga, aunque con entusiasmo y por amor a mi tierra- es todo lo contrario a una “poltrona tranquila y bien retribuida”. Ni es poltrona ni es tranquila ni está bien ni mal retribuida.
Esa carga no me proporciona ni un duro. Todo lo contrario. No me importa, ya que tengo la casa pagada y mis tres hijos criados. Si se refieren a dinero, ese cargo me cuesta dinero, pero me da muchas satisfacciones no materiales.
De mi bolsillo pago los viajes a Almería en avión desde Madrid, la gasolina desde Cuevas, las cañas en El Quinto Toro con los colegas de la Junta Rectora y hasta el sombrero de paja que llevo habitualmente con el nombre del Parque Natural en la cinta y que compré en nuestra tienda de Rodalquilar por 3 euros.
O sea, el cargo/carga no está remunerado para nada. Solo percibo la felicidad que me produce poder ser útil a mi tierra después de haber pasado tantos años fuera de ella.
Presumo que estos comentaristas coincidentes con lo de la “poltrona” no lo entenderán pero así es. Es más, la Junta Rectora que presido es un órganos asesor y no tiene ni un duro de Presupuesto. Por tanto, lo hago gratis, por amor al arte y a la belleza del Parque Natural, porque me apetece y porque me siento en deuda con mi tierra desde que partí como emigrante en los años 60.
De niños, en la Calle Juan del Olmo, solíamos decir: “El que lo huele, debajo lo tiene”.
Y en cuanto a los 4 millones de parados, bien que lo siento. Pero he dedicado muchos años de mi vida (vease mi CV en “de qué va y quien soy”) a crear cientos de empleos muchos de los cuales aún siguen dando trabajo y bienestar a muchos colegas. Y estoy orgulloso de mi lucha personal contra el paro y de crear -como Dios, desde la nada- empresas, diarios, semanarios, programas de televisión, etc, -algunos desgraciadamente sin éxito.
También estoy muy orgulloso de mis clases de Economía Aplicada en la Universidad de Almería a las que nunca falté (aunque tuviera que volar desde muy lejos) y donde los alumnos -el tribunal más exigente que pueda imaginarse- me situaron entre los diez mejores profesores de la UAL. Ese es mi mejor título.
Tampoco fue una poltrona tranquila ni bien retribuida mi plaza de profesor titular de la UAL, a la que, por cierto, ya he renunciado por razones personales qeu no vienen al caso.

Saludos

JAMS

24 Enero 2011 | 14:19


Anti-Gore (V): Rajoy se rajó

El sábado me quedé con ganas de replicar a algunos comentaristas del blog. Sin embargo , la peli «La fiesta del chivo» que vi en la tele me quitó las ganas. La novela es, desde luego, mucho mejor pero, para quienes no lean, resulta bastante pedagógica. El «generalísimo» Trujillo me trajo demasiados malos recuerdos de nuestro «generalísmo» Franco, maestro e inspirador de otros dictadores militares.

El domingo vi la prensa de pago y seguía erre que erre con el mensaje, cada día más religioso, de Al Gore y sus «discípulos«. ¡Pobre Rajoy y pobre primo de Rajoy!

Así lo tituló Público en portada

Al Gore evangeliza a 220 discípulos en Sevilla´

Esto ya me recuerda a una nueva secta religiosa que se extiende como la pólvora y que puede desaparecer de la misma manera, en cuanto nos llegue el frío del próximo mínimo solar dentro unos pocos años.

Para entonces, Newsweek y Time se habrán disculpado ya por sus actuales portadas, a mi juicio erróneas, demasiado prematuras, sobre el peligro inminete del «calentamiento global».

No sería la primera vez. Ya se han disculpado por sus portadas de 1975 y 1976, que nos alertaban con el mismo catastrofismo sobre el consenso científico acerca del peligro inminente del «enfriamiento goblal«. Dicen que entonces estaban todos los científicos equivocados pero que ahora no lo están. Veremos lo que dicen cuando vuelva el frío del ciclo corto del mínimo solar.

Más que el debate científico -en el que no puedo participar por falta de conocimientos- me interesa mucho el debate mediático. Por eso, creo que a Gore no deberían haberle dado el Nobel de la Paz ni el Príncipe de Asturias de Cooperación sino, en ambos casos, el primer premio de Marketing o Comunicación. Creo que le gana a San Pablo.

Al Gore es, desde luego, un gran predicador. Se ve que lo ha mamado en su tierra de Tennessee, cuna de tantos evangelistas fanáticos «nacidos de nuevo» («born again«). Claro que de científico tiene tanto como yo, que es muy poco.

(La rectificación de Rajoy , casi escondida a una columna al fondo de la página, es, naturalmente, de El Mundo. El País es mucho más generoso con el espacio que dedica a Rajoy, especialmente cuando éste rectifica algún error o presunto error. Ahí lo vemos, rectificando por arriba y a cuatro columnas con un hermoso titular)

Un comentario muy comedido de mi admirado colega Hernan Zin , en el post del viernes, me ha hecho reaccionar para retomar el hilo del debate mediático. También este mensaje de otro lector del blog que he recibido en mi correo de contacto y que dice así:

«Sobre Al Gore querría comentarle que, aunque el mensajero no sea el más idóneo ni el más coherente y su tono sea apocalíptico (como dicen Jiménez Losantos, desde la COPE, y los locutores de Libertad Digital), creo que lo importante es el mensaje y el mensaje es compartido por la mayoría de la comunidad científica.

Actualmente, se da una situación parecida a cuando hace unas décadas empezaron a aparecer los primeros estudios que relacionaban el tabaco con el cáncer de pulmón. Desde las compañías tabaqueras se movilizó a científicos, periodistas (viendo su trayectoria personal y profesional, estoy convencido que este no es su caso) y políticos para transmitir a la opinión pública que esos informes eran catastrofistas y que no había unanimidad en la comunidad científica al especto. El tiempo dejó a cada uno en su lugar.

Por eso, aunque el mensajero sea criticable (que lo es), el mensaje es para tenerlo muy en cuenta.» J.G.

(Fin del mensaje)

–No puedo copiar y pegar el PDF de la página 6 de Público (sólo consigo la portada) y es una pena porque lleva una foto de Gore que parece un santo en los altares y que lleva este gran titular:

Los 220 discípulos de Al Gore

El País le dedica otra página con el título:

«Siento que tengo una misión»

y este sumario:

«Les llevo un mensaje en el que creo apasionadamente»

El titular menos religioso es el de El Mundo:

–El tratamiento sesgado y desproporcionado que la mayoría de los medios de comunicación dispensan últimamente al papel presuntamente relevante del hombre en el calentamiento global de la Tierra aumenta cada día más mis dudas sinceras sobre los fundamentos científicos de esta hipótesis.

Dejo dicho, de antemano, que no me paga la Exxon, ni George Bush, ni Mariano Rajoy antes de su rectificación y propósito de enmienda.

Simplemente, tengo mi casa pagada y mis hijos criados y trato de escribir en mi blog lo que me apetece, como si fuera libre. Soy consciente de los riesgos que ello implica, por ir tan a contracorriente como el primo de Rajoy que ahora se ha quedado solo ante el peligro. Muy pocos colegas, que piensan como él, se atreven a apoyarle en público.

En realidad, el miedo razonable a disentir, mal disimulado por científicos muy respetables, también me ha movido a expresar públicamente mi creciente escepticismo sobre las tesis de la corriente dominante y ha despertado mis ganas de provocar debate.

Pero lo que me más me ha preocupado en los últimos meses ha sido el carácter moral, profundamente religioso hasta límites fanáticos, que impregna la campaña de propaganda de los “apóstoles” del nuevo cambio climático. Algo me huele a podrido en todo este negocio político/mediático y trataré de precisarlo, si el trabajo y mi tiempo libre lo permiten.

En los años 70 íbamos hacia el frío y ahora vamos hacia el calor

Hoy día, hablar del “cambio climático” equivale a hacerlo del “calentamiento global”. Naturalmente, -y esto es precisamente lo que yo discuto- Al Gore y sus discípulos (no todos los científicos) dan por hecho que tal calentamiento es causado o agravado por la acción del hombre.

Lo aclaro porque no era así a mediados de los años 70. Buscaré y pegaré aquí las portadas de Time y de Newsweek de 1975 y 1976, que mencioné más arriba, (y la posición de la ONU de entonces) alertando sobre la gravedad del “cambio climático”, igualmente provocado o agravado entonces por el hombre. Aquellas terroríficas portadas, ya convenientemente olvidadas por los medios de comunicación, nos amenazaban (¡Ay!) con un gravísimo “enfriamiento global”.

Y no hace tanto tiempo de esto. Sin ir más lejos, en 1976-77, viviendo en Cambrigde (Mass), sobreviví a uno de los inviernos más largos y fríos de mi vida. El campus de la Universidad de Harvard parecía Siberia y en Bufalo (NY) las casas estaban tan cubiertas de nieve que la gente salía de ellas por las chimeneas.

Sin caer en ningún extremismo, yo mismo he profesado durante años en el emergente movimiento ecologista y sigo convencido de que podemos cambiar el rumbo despilfarrador y avaricioso de nuestra especie, sin prestar atención alguna al CO2.

Separo y reciclo mi basura, limpio mi entorno, ahorro agua y electricidad, recojo papeles y plásticos del suelo. O sea, amo la Naturaleza y no me gusta cagar en mi nido.

Todas estas actitudes, beneficiosas para el Medio Ambiente, no tienen nada que ver con el calentamiento global del planeta ni con el dichoso -y seguramente maravilloso-CO2, ahora en el papel del malo de la película.

Lo digo porque, el día fatídico en que el pobre Rajoy metió frívolamente a su primo (el físico) en este lío descomunal, más de un oyente de la Ser tomó al líder del PP por un guarro enemigo del Medio Ambiente que va tirando plásticos por la calle, fuera de las papeleras. No sabe Rajoy donde se metió.

Por las reacciones suscitadas, y por su rápida y acobardada rectificación, deduzco que no sabía muy bien en qué jardín se metía. Casi se lo comen.

¿Cómo iba a desaprovechar el partido socialista la oportunidad que le brindaba en solitario el propio Rajoy para ser despellejado hasta el día de las elecciones? Eso sería pedir demasiado en vísperas electorales.

No queda tiempo para cambiar el rumbo a la corriente principal que, hoy por hoy, domina a los creadores de opinión y a la opinión pública. A río revuelto, ganancia de pescadores. Por eso, le han dado tanta leña a Rajoy el “hereje”.

En medio de tanta confusión, me gustaría separar prudentemente el trigo de la paja. No estoy cuestionado si hay calentamiento o enfriamiento global en el planeta. Pueden estar ocurriendo las dos cosas a a distintos ritmos y plazos. Hay teorías para ambos gustos: para unos científicos, estamos aún en fase de enfriamiento en el ciclo largo y para otros, igualmente respetables, estamos en fase de calentamiento en el ciclo corto. (Tengo los gráficos que lo muestran, pero debo escanearlos). Ambas teorías pueden ser compatibles pues, como en todo, la tendencia, a largo y a corto plazo, es lo que importa.

Sólo me refiero aquí a las dudas, más que razonables a mi juicio, de que sean las soberbias hormiguitas humanas las causantes del cambio climático, ya sea hacia el frío o hacia el calor. Estoy cada día más convencido de que, en este asunto, no somos nadie. (¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos) Y trataré de razonarlo, desde el análisis de la cobertura mediática del fenómeno, que es uno de los objetivos fundacionales de este blog.

En primer lugar, no gusta que los diarios simplifiquen la información presuntamente científica utilizando frívolamente (como hizo Público) el sujeto “Los científicos…”

Este fue su titular a toda página junto a una foto de Rajoy:

Los científicos le ponen verde

¿Quiénes son “los científicos”?

¿Acaso hay consenso científico universal sobre este asunto? Lo del consenso científico es sencillamente falso. Ahí están el primo de Rajoy y varios otros miles de sabios respetables. Además, las leyes científicas no son democráticas. No se votan por mayoría. Hasta ahora, todos los científicos del mundo juntos son incapaces de derogar, por ejemplo, la Ley de la Gravedad, establecida en minoría por Newton y aún vigente.

¿Acaso hubo consenso mundial a favor de las teorías de Galileo? Los demás científicos -la corriente dominante- casi le queman por decir que la Tierra se mvíalarededor del Sol. La mayoría de entonces no tenía razón en aquellos asuntos astronómicos.

Tampoco me gustó el titular de El País:

Al Gore, contra los negacionistas

Me parece de muy mal gusto, incluso inmoral, recurrir al terrible Holocausto de los judíos en la Alemania de Hitler, ese gran amigo de Franco, para chupar rueda emocional a favor del cambio climático. Eso es un golpe bajo.

Tampoco es bueno el sumario correspondiente en la misma portada de El País:

Rajoy se une a una corriente ya en retirada, la que niega las evidencias del cambio climático

¿Quien le ha dicho a El País que esa corriente mal llamada “negacionista” está ya en retirada? Yo veo todo lo contrario. Y ya me lo dirán dentro de unos años, cuando vuelva el frío de mínimo solar.

Además ¿por qué se atreve El País a calificar de “evidencias del cambio climático” lo que no son más que hipótesis muy discutidas en privado, y cada día más en público, por científicos muy respetables, aunque comprensiblemente miedosos?

Ese mismo día de infierno para Rajoy, El Mundo era mucho más retorcido con este titular:

Con Gore llegó la tormenta

Y con este otro titular que desautorizaba directamente a Rajoy , días antes de su rectificación:

El PP confirma que la lucha contra el cambio climático será clave en su programa

Tengo recortados otros titulares de la semana pasada que serán joyas para el recuerdo:

Público:

Los 220 discípulos de Al Gore

“Si Groenlandia se deshiela, el agua inundará Sevilla”

El Mundo:

El fracaso de los escépticos

La evidencia avalada por 2.500 científicos de la ONU demuestra que el cambio climático es real

Al Gore compara el cambio climático con Hitler y alerta de su efecto en Doñana

Al Gore reincide en su comparación entre el Holocausto y el calentamiento global

El calentamiento global puede aumentar el riesgo de “tsunamis”

El País:

La ciencia aún tiene enemigos

Al Gore sacude a los escépticos

Los desastres son ya inevitables

La concentración de CO2 en el aire sube más rápido de lo esperado

Al Gore: “Siento que tengo una misión”

“Les llevo un mensaje en el que creo apasionadamente”

Y,por fin:

Rajoy rectifica: “No me expresé bien y he metido en un lío a mi primo”

(Continuará… en cuanto escanee los gráficos contradictorios y burdamente manipulados por el mismísimo IPCC de la ONU)

Anti-Gore (IV): Rajoy (y su primo) van al infierno

Hace mucho que no escribo nada sobre (contra) Al Gore, ese falso profeta del apocalipsis climático producido, según él, por la acción del hombre sobre (contra) la Tierra.

Y como éramos pocos, en este apasionate y endiablado debate científico/religioso, parió la abuela. Es decir, salió Mariano Rajoy a echar más leña al fuego, con la venia de su primo el físico. Y ¡vive dios! que calentó el calentamiento global a temperaturas desconocidas en España.

Algunos comentaristas, que conocen mis opiniones y mis enormes dudas sobre el evangelio acientífico de Gore (véase, por ejemplo, el post Anti- Gore. III) me han pedido de diga algo sobre Gore y Rajoy, que no me esconda y que comente y compare los diarios sobre este asunto.

Hasta hoy sábado (con el Presupuesto 2008 de 20 minutos ya aprobado por el Consejo de Administración) no he podido ocuparme de los diarios de pago. Los tengo amontonados en la cocina de mi casa.

Al regresar hace un rato del cine sabatino obligatorio, me he enfrentado de golpe con las portadas del pasado miércoles, 24 de octubre, y he cortado y pegado aquí inmediatamente los titulares de Público, El Mundo y El País, en este orden.

Me disponía a comentarlos (porque tienen mucha miga) pero son las diez en punto y va a empezar «La Fiesta del Chivo» en el Plus. Voy a ver si la peli es mejor o peor que la gran novela de Vargas Llosa.

Continuaré mañana dando leña al nuevo beato Al Gore y a sus acólitos, apóstoles, serafines y querubines. Cada día que pasa se parece más a un nuevo líder religioso, que se llena de fe y se vacía de razón. El tiempo lo dirá.

(Continuará…)

Anti-Gore III: Falso consenso. Los científicos disienten

He visto lo que hoy publica la prensa española y mundial sobre la lucha contra el CO2 y contra «las fatales consecuencias del cambio climático» y me he echado a temblar.

Cientos de científicos no creen ni en las causas ni en las consecuencias del calentamiento global defendidas por el mal llamado «consenso científico». Hay otras causas (radiaciones solares, radiaciones cósmicas, explosiones galácticas… y muy distintas del CO2) y otras consecuencias, no sólo no alarmistas sino incluso beneficiosas para el ser humano. Las iré exponiendo en sucesivos posts, con sus enlaces, datos y gráficos correspondientes, así como el análisis de los mitos y articulos de fe que chocan con la razón científica.

A mi juicio, esto ya está pasando de castaño oscuro. Creo que los científicos disidentes afectados por este falso consenso deberían perder el miedo -bastante comprensible- a disentir públicamente y empezar a hablar con más claridad.

El consenso científico del que nos habla Al Gore sobre el papel relevante del hombre en el calentamiento global no existe. Es totalmente falso. Al Gore miente y él lo sabe.

¿Dónde están los límites de la cordura científica y de la manipulación política, mediática o pseudocientífica?

¿Hasta dónde vamos a llegar antes de decir, sin miedo a la hoguera, ¡basta ya! de engaños interesados y de moralinas perversas, que desvían la atención del ser humano de los problemas reales y verdaderamente urgentes como el SIDA, el hambre, la malaria, la desigualdad, la injusticia, la contaminación auténtica que daña la salud, la belleza del planeta, el despilfarro de recursos naturales, etc.?

Y no sólo me preocupa hoy lo que dice la prensa, y que presenta como «sabiduría convencional«, dando por resueltas cuestiones que están a años luz de nuestro conocimiento científico actual. Me empieza a preocupar mucho más que la llamada «corriente principal» (amparada en el dudoso burladero de un polémico informe de funcionarios la ONU) engañe a jóvenes de buena fe, con el pretexto falso de que los científicos están de acuerdo con esa presunta posición «oficial».

Entre esos jóvenes están mis propios hijos. Desde el debate que siguíó a la boda en Cabo de Gata de un colega, profesor de la Universidad de Almería, tengo a mi familia dividida con este cada día más turbio asunto del papel del hombre en el calentamiento de la Tierra. Los padres estamos en un lado, y los hijos, en el otro.

Hace un par de semanas, reaccioné impulsivamente a una carta de Coca Cola y a un discurso de George Bush. Ambos tomaban la dirección de Gore: «Juntos podemos luchar contra el cambio climático». Esa rara conjunción de intereses me hizo sospechar y escribí este post. ¿Estamos calentado la Tierra: no te lo creas ni borracho»

Recibí como regalo de un amable lector el DVD de Al Gore y, nada más verlo, escribí, el 3 de julio, este otro post: «Anti-Gore II: ¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos»».

El colmo de los colmos ha sido recibir ahora en mi blog (4-7-07) un comentario de mi hijo mayor Erik (licenciado en Económicas y en Literatura y guionista de TV en Hollywood) en el que muestra públicamente su posición pro-Gore y se identifica personalmente con su pagina web.

Mi hijo Erik me dice lo siguiente:

«Tampoco soy científico, pero sí he estudiado economía ambiental.

Aparentemente dudas de que el ser humano sea capaz de alterar su entorno de tal manera que afecte el clima. Niegas la evidencia. Por ejemplo: la deforestación reduce la lluvia y desertiza. Esto es A + B = C.

Digo yo, que cuando uno va al médico ha de fiarse de la preparación de un profesional y asumir un diagnóstico. Siempre se puede pedir una segunda opinión. Sería ridículo que una persona que no ha estudiado medicina intente contradecir a un doctor en diagnóstico y remedio.

Igualmente, si la comunidad científica está de acuerdo en sus conclusiones, ¿no resulta pretencioso descartar este criterio?

Me recuerda al amigo que iba al doctor a decirle lo que él creía tener.

lo dijo Erik Martínez Westley · 4 Julio 2007 | 12:08 AM»

Ante tamaña provocación filial, no tengo más remedio que cotestar a Erik y a los demás seguidores de Al Gore, con la ayuda inestimable -eso sí- de la ex periodista Ana Westley, la madre de Erik, que sabe mucho más que yo de todo esto.

El comentario Anti-Gore (II) ha merecido tantas críticas en este blog (además de la mi hijo) que me he sentido obligado a informarme un poco mejor acerca de lo que, con cierta osadía, dije, por intuición y casi de oídas, en el capitulo I (“¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho?).

Para ello, he recurrido a dos fuentes maravillosas: mi mujer y Google (en este orden). Debo reconocer que tanto mi mujer como yo éramos creyentes convencidos -y mal informados- del papel fundamental del hombre en el cambio climático. Éramos pro-Gore, antes de ver su laureado DVD. Pero aún no somos conversos disidentes sino, más bien, escépticos caminando cautelosamente hacia la arriesgada disidencia.

Lo que más me intriga y subyuga, a la vez, es cómo hemos podido llegar hasta aquí, creyendo que hay consenso entre la comunidad científica acerca de la influencia del hombre en el calentamiento global del planeta. Como digo, yo mismo llegué a creerlo. Era fácil y cómodo seguir a la corriente principal y eso me creaba pocos o ningún problema.

Sin embargo, después de hurgar un poco en las heridas del debate mundial, compruebo que tal consenso científico no existe. Todo lo contrario. Es una pura mentira, eso sí, muy bien construida y con el viento de los grandes intereses corporativos a su favor.

Me he sentido engañado por personas que yo tenía por respetables, ente ellos, por el propio Al Gore, a quien conocí personalmente hace años y de quien solía decir que era “uno de los nuestros”, si es que esto significa algo hoy día.

Un miembro del Jurado del Premio Príncipe de Asturias me ha declarado, naturalmente en privado, que Al Gore merecía el premio a la Comunicación o al Marketing pero, en ningún caso, el de la Cooperación Internacional que le habían concedido. ¿Por qué?

Mejor informado sobre los términos del debate, he vuelto a ver el DVD Una verdad incómoda/Una advertencia mundial”, que le ha merecido al ex vicepresidente Gore un Oscar, así como numerosos premios y aplausos de jóvenes comprometidos con su causa por todo el mundo. Ayer mismo, le oí hablar en la cadena SER, con Angels Barceló, sobre el cambio climático y el terrorismo, ambos relacionados por él con los intereses del petróleo. Me he quedado de piedra. Si, lo que se dice de piedra. Y me he dicho ¡Basta ya!

Esta semana hemos celebrado un buen Consejo de Administración de “20 minutos España S.A”, la empresa no va mal –gracias, por supuesto, a los lectores y al equipo humano de oro que tenemos- y el verano se acerca. Presumo que voy a tener algún tiempo libre para volver a estudiar en vacaciones. A mi me gusta estudiar; incluso investigar. Y este debate, por sus componentes mediáticos, me interesa. A muchos predicadores del “Apocalipsis climático” se les empieza a ver el plumero. Al Gore dice en su DVD:

“La ciencia ha hablado…”

Sólo le faltó decir:

“Palabra de Dios”

Más de un lector, como hace mi propio hijo, se preguntará, y no sin razón:

¿Quien eres tú para dudar de la palabra de Gore?

Antes no dudé del mensaje Gore y de la corriente principal porque no tuve acceso a los disidentes. Ni siquiera sabía que existían serios disidentes. Admití injustamente que serían lacayos o mamporreros de Bush o de la Exxon. Tal ha sido la eficacia del montaje mediático del mito del calentamiento global causado por el hombre que me lo tragué, como también hicieron otros muchos colegas de buena fe.

El mito/realidad del calentamiento global me está intrigando como algo más que una serpiente de verano. Por ello, invito y reto a los comentaristas y lectores habituales del blog a que aporten razones, creencias, fuentes, reflexiones, preguntas, incluso respuestas -si se atreven-, datos, fantasías, etc., sobre este debate apasionante para ver si, antes de los exámenes de septiembre, nos aclaramos entre todos acerca del mito o la realidad del papel, relevante o inexistente, del hombre en el calentamiento o enfriamiento global de la madre Tierra.

He observado un cierto acuerdo, bastante generalizado entre científicos de prestigio, en torno a dos fenómenos:

1.- Esta subiendo, aunque muy lentamente, la temperatura del planeta: Menos de 1 grado centígrado real en los últimos cien años

2.- Está subiendo, también, el CO2 (dióxido de carbono o anhídrido carbónico): entre un 20 y un 30 % en cien años. De esta cantidad, el 70% ocurrió antes de 1940, es decir, antes del boom industrial de la portguerra mundial.

La primera duda que surge –y para la que aún no he encontrado respuesta convincente- es si el calentamiento global aumenta el CO2 o es el aumento del CO2 lo que provoca el calentamiento de la Tierra. Volvemos al eterno dilema:

¿Qué va primero: el huevo o la gallina?

¿Qué pinta el hombre en todo esto?

El político Al Gore, en el papel de telepredicador, casi profeta del desastre planetario, dice en su documental que hace unos años encontró consenso sobre el calentamiento global en 928 artículos publicados en revistas científicas y ningún disidente y que, ahora, (636 frente a 50) sólo hay un pequeño grupo de científicos escépticos, en general ligados a intereses del petróleo.

Dice Al Gore:

“Ya sabemos todo lo que tenemos que saber… una cuestión moral…el tiempo del debate se acabó… ha llegado el momento de levantarnos…”

Ningún científico serio o aspirante a científico se atrevería a decir jamás semejantes barbaridades. Esto son cosas de políticos, predicadores o periodistas, pero no forman parte del lenguaje de la ciencia, siempre más precavido y menos tajante y con conclusiones somentidas a permanente verificación y/refutación. El proceso científico nunca puede estar cerrado.

¿Qué le ha pasado a nuestro Al Gore, desde que perdió o le robaron las elecciones a la Casa Blanca, para hacerse fundamentalista de una dudosa causa muy de moda pero en declive?

He buscado algunos artículos de ese “pequeño grupo” de valientes y arriesgados científicos disidentes (que ya son una legión de “herejes”, que no están vendidos a las petroleras, tal como les acusan los calumniadores habituales). Sus argumentos científicos me han parecido apabullantes. Intentaré desmenuzarlos, poco a poco, a partir de ahora, y sobretodo en vacaciones, con el mayor respeto por los creyentes pro-Gore que aún piensan como yo pensaba antes.

Mi primera conclusión es que no hay tal cosa como consenso entre los científicos. Ni siquiera entre los firmantes del Informe IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) de los funcionarios de la ONU hay consenso sobre el alarmismo climático, y mucho menos sobre el poder del hombre para cambiar el clima.

Algunos firmantes del documento de la ONU han pedido que retiren su firma (incluso mediante pleito) y otros científicos disidentes de la corriente principal están perdiendo empleos y fondos y ganando calumnias y difamaciones, como si fueran lacayos de George Bush o de las petroleras. John Christy y Richard Lindzen, firmantes del Informe de la ONU, son claros disidentes y sus nombres no ha sido aún borrados de la lista del «consenso».

La caza de brujas está en marcha y las técnicas de la Santa Inquisición ofrecen a la corriente principal del calentamiento global buenos manuales contra herejes y “traidores”.

Por tanto, quien diga hoy que hay consenso en la comunidad científica mundial, simplemente, miente.

¿Qué diría el profesor Roger Revelle, el maestro que inspiró a Al Gore en Harvard, si levantara la cabeza y oyera hoy las homilías alarmistas de su polémico y aprovechado discípulo? Roger Revelle nunca creyó en el alarmismo del cambio climático y siempre pidió mucha precaución contra acciones precipitadas.

Por lo que he leído hasta hoy, el doctor Revelle, renegaría de Al Gore como de un falso profeta. Revelle pensó que la subida del CO2 traería más beneficios que pérdidas y advirtió del peligro de tomar medidas precipitadas contra el C02, que perjudicarían sobretodo al Tercer Mundo.

En los años noventa, Al Gore acusó a su maestro Revelle de sufrir los efectos de la senilidad y a otros profesores de Harvard de haberlo engañado, por lo que ya tuvo un pleito por difamación. El asesor principal de Gore, como cabeza de turco, tuvo que pedir disculpas públicas por tal difamación.

Las emociones y las creencias fundamentalistas están sustituyendo, desgraciadamente, a la razón y frenando la investigación científica. Y, lo que es peor, los más fanáticos están pidiendo actitudes morales y acciones que pueden ser contraproducentes para el progreso y el bienestar del ser humano sobre la Tierra.

Algunas de esas acciones “morales” pueden ser malas, muy malas, desde luego, para sacar al Tercer Mundo del subdesarrollo y luchar contra el hambre y la pobreza. Son buenas, eso sí, para dar un equivocado baño de virtud a las clases medias, sobretodo a las medias altas, y a algunos intelectuales del Primer Mundo, poco respetuosos con las tradiciones científicas y que tienen muchas otras razones, ajenas al CO2, para sentirse culpables.

¡Qué lástima!

Voy a dar una primera entrega de los científicos, líderes en su campo, entrevistados por el Financial Post, de Canadá, que lo están pasando muy mal por decir lo que piensan en contra de la corriente principal.

Esquema de tabajo:

No hay consenso sobre las causas del calentamiento global:

.

1.- El aumento del CO2 puede ser bueno, malo o indiferente.

¿Es producido por el hombre o es un reflejo del clima de la Edad Media que nos llega con 800 años de retraso?

¿Que fiabilidad tienen las mediciones del CO2 en el pasado?

¿Está manipulado el gráfico de Gore que muestra la evolución de la temperatura como un palo de hockey, muy plano y que de pronto sube de forma alarmante?

2.- Hay otras muchas causas del calentamiento global (radiación solar, campo magnético del Sol, radiaciones cósmicas, ciclos climáticos moderados por variaciones orbitales, variaciones de ejes, tambaleos, explosiones de estrellas lejanas, etc.)

Tampoco hay consenso sobre las consecuencias del calentamiento global:

Para unos pueden ser apocalípticas y para otros, por el contrario, pueden ser muy beneficiosas para el ser humano.

Hay muchos mitos falsos:

1.- Los glaciales se derriten

2.- Los mares inundarán las zonas bajas de los continentes

3.- Aumentarán los huracanes

4.- Aparecerán graves enfermedades como la peste…

5.- Grandes hambrunas

6.- Se extinguirán muchas especies de plantas y animales

7.- Entraremos en una nueva Edad Glacial

Me quedo, para empezar, con estos siete jinetes del Apocalipsis y los iré analizando uno a uno, con datos y citas científicas, siempre que el trabajo, el tiempo y mis jefes lo permitan.

Coletilla para cada capítulo, mientras no se demuestre lo contrario:

El consenso científico sobre las causas humanas y las consecuencias terribles del calentamiento global no existe. Es falso.

(Continuará con numerosas pruebas científicas aportadas por los disidentes, y que abundan ya en Internet…)

No me quiero perder a Nadal

Anti-Gore: ¿Calentamos la Tierrra? Ni borrachos (II)

El jueves pasado, recibí en mi despacho de 20 minutos, en el Palacio de la Prensa, un paquete de la FNAC que contenía el DVD de Al Gore Una verdad Incómoda/Una advertencia mundial”. Por esto, al ex vicepresidente de Estados Unidos le han dado ya varios premios, el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional entre ellos.

Al día siguiente, recibí este correo electrónico de Alejandro, un lector del blog: Para: Jose Antonio Martinez Soler Asunto: por cierto, ¿llegaste a recibir el documental «una verdad incómoda»?

…el documental sobre el cambio climático. ¿Llegó bien?

Un saludo Alejandro

Como es natural, aunque Alejandro me obligaba a hacer horas extras sobre el cambio climático, y ya que el DVD le había costado una pasta, le di las gracias con este otro correo:

“Si. Gracias, Lo recibí y lo estudiaré con mi chica, que sabe mucho de eso. Dime a donde te lo envío cuando lo vea. Saludos, Jose”.

Me respondió al instante: “Es un regalo. Para que lo veas las veces que quieras… Un saludo. Alejandro. (De nada)”.

Me prometió el DVD cuando leyó el post de la semana pasada titulado «¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho».

Acabo de ver el DVD de Al Gore, con mi chica, y de discutirlo con mi hijo menor (que ya lo había visto y compartía su mensaje).

Me ha producido cierta perplejidad y he tomado algunas notas para poder hacer una crítica constructiva del montaje mediático, algo demagógico, que ha hecho.

Algunos asiduos de este blog pueden haber leído aquí algún comentario mío que me coloca claramente entre los escépticos sobre el papel del hombre en el calentamiento global.

Sinceramente, por lo que he leído y oído hasta ahora, yo no creo que el hombre tenga vela en este entierro o, si la tiene, es irrelevante por insignificante. Nadie me ha convencido aún de los contrario.

Como puede fácilmente deducirse –en cuanto abro la boca o escribo una línea- yo no soy científico. En todo caso, podría ser un simple divulgador. Mi vocación como profesor universitario (soy titular de Economía Aplicada) es más docente que investigadora. Pero como divulgador –y mis alumnos dicen que no soy malo, cuando me evalúan- me interesa mucho la forma y el fondo de este mensaje casi científico y casi religioso de Al Gore, sobretodo por el éxito que tiene entre los jóvenes.

¿Acaso no era Al Gore uno de los nuestros, enfrentado a George Bush, quien le robó en Florida la presidencia de EE UU?

¿Debo evitar, por ello, la crítica para no hacer el juego a la derecha?

Si de algo me arrepiento, a mi edad, es precisamente de no haber criticado a tiempo a los amigos, cuando pensé que se equivocaban en algo, por miedo a que mis argumentos fueran utilizados por sus enemigos y, peor aún, por miedo a que los que consideraba mis amigos, quizás erróneamente, me tomaran por traidor a la causa, cualquiera que ésta fuera.

Pero eso era antes de haber terminado de pagar mi casa y de criar a mis hijos. Ahora, como puede comprobarse en este mismo blog, escribo y digo lo que me da la gana, como si fuera realmente libre. Ahí está la gracia.

Por eso, voy a tratar de contar aquí, en mis ratos libres y en los capítulos que sean necesarios (el que avisa no es traidor), mi posición actual (naturalmente sometida a cambios) sobre el papel insignificante del hombre en el calentamiento global de la Tierra. ¡Casi na!

Me consta que voy contra corriente. Con ello, quede claro, no pretendo reírme de nadie ni ofender a nadie, sobretodo porque en ambas posiciones (antropocéntricos y anti-antropocéntricos) observo elementos científicos, pero también otros que son más propios de creencias religiosas y/o políticas, que implican una moral determinada y –¡cómo no!- una cierta pasión proselitista.

Haré dos declaraciones iniciales:

1.- El ser humano puede o no puede influir en el calentamiento global.

No obstante, en el caso de que se pudiera demostrar científicamente su influencia, estoy convencido de que sería tan irrelevante que no tendríamos por qué preocuparnos en absoluto.

Galileo dijo que la Tierra no era el centro del Universo sino que giraba alrededor del Sol. Casi le queman por hereje. Tampoco nosotros provocamos cambios de temperatura en la Tierra. Lo hace el Sol, entre otros importantes protagonistas de esta historia.

Espero que nadie desee quemarme por decirlo tan claramente. A nadie le gusta reconocer que es un don nadie. Y en esto de calentar o enfriar la Tierra, el ser humano es efectivamente un don nadie. Y no pasa nada. Somos insignificantes hormiguitas en el Universo.

2.- Es maravilloso y estoy de acuerdo en pregonar y hacer todos los esfuerzos que nos piden Al Gore, los ecologistas del mundo entero, las ONG´s, la izquierda antisistema, los amantes de la Naturaleza, los ahorradores de energía, los enemigos de la contaminación atmosférica, etc., para mejorar la vida del hombre sobre la Tierra.

Personalmente hago lo que puedo. Pero todo esto lo hago, y hay que seguir haciéndolo, por razones completamente ajenas al calentamiento global de nuestro planeta, contra lo que estoy convencido de que no podemos hacer nada.

Si de verdad pudiéramos hacer algo por evitar o retrasar el actual calentamiento global, creo que no deberíamos hacerlo. Manos fuera.

No nos conviene frenar el fantástico calentamiento actual. Y mucho menos a los británicos, que sueñan con tener buen vino, como les ocurrió en otra época caliente durante el Imperio Romano, o a los canadienses, que se preparan para vender parcelas en su tundra ártica, o a los daneses, que pueden urbanizar Groenlandia y restaurar los poblados de los vikingos que vivieron allí en otra época caliente en la Edad Media

Por cierto, les recuerdo que Groenlandia o Greenland significa Tierra Verde y donde antes había pastos hoy sólo hay tundra.

¿No les dice algo este nombre de Tierra Verde tan cerca del Polo Norte?

¿Acaso eran especuladores inmobiliarios los vikingos que le pusieron este nombre, cuando habitaron esas tierras cultivables, más tarde cubiertas de hielo por el enfriamiento conocido como la Pequeña Edad Glacial (1350-1850)?

Tenemos que ahorrar energía porque los recursos son escasos y se acaban. Tenemos que reducir la contaminación atmosférica, porque es mala para la salud. El CO2 no es malo para la salud en las cantidades actuales. No nos afecta.

Los que son malos son los otros contaminantes industriales que hay en los humos. El CO2 es muy bueno para la agricultura y la vegetación puesto que actúa como fertilizante, como bien saben mis paisanos, los almerienses de los invernaderos.

Tenemos que cuidar el paisaje natural, las plantas, los animales que nos acompañan en este mundo, y no tirar la basura por doquier. Tenemos que repoblar los bosques y no cortar más árboles por nuestra salud y nuestro bienestar o, simplemente, por su belleza natural.

Nada de eso tiene relación significativa con el actual calentamiento global. Hay calentamiento en nuestro planeta, sí, (como lo hay en Marte) y muy pequeño, pero prácticamente no tiene relación con lo que hace o no hace el hombre sobre la Tierra.

Este es uno de los problemas que he observado en el mensaje casi profético y, a mi juicio, equivocado, que contiene el DVD que acabo de ver de Al Gore. Da por demostrado que el hombre es causante del calentamiento global y, lo que es peor, que tiene capacidad para corregirlo.

Lo que más me interesa de este fenómeno es la cobertura informativa que ha tenido y que tiene. Así podré explicarme cómo hemos podido llegar hasta aquí, con tantas dudas y contradicciones como aún encierra el gran dilema (antropocéntrico o anti-antropocéntrico) del calentamiento global.

Y, por supuesto, me gustaría saber qué gana cada cual en esta historia. Ya saben lo del Padrino:

“Sigue al dinero…”

Y a este asunto, en cuanto pueda, le voy a dedicar varios post. —

Todos los días se publica algo sobre el asunto. Generalmente a favor del papel culpable del hombre en el calentamiento global. El Mundo publica hoy esta página completa sobre la hija de Cousteau y el famoso cambio climático. Otras veces lo hace El País.

Intentaré analizar aquí lo que se publica y lo que no se publica sobre este tema tan candente y polémico. Si alguien me convence de lo contario, cambiaré de opinión.

Sólo los fósiles no evolucionan, o lo hacen tan lentamente… que no se les nota.

Ahora tengo visita y cervecita fresca.

Hasta luego.