Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Ha muerto Pilo, nuestro gato más anciano

Un día triste. De niño, apedreábamos a los gatos callejeros de Almería y hoy, casi jubilado, echo unas lágrimas al dar sepultura a nuestro gato más anciano. Así ha cambiado España y así hemos cambiado nosotros. Para bien.

Pilo, en sus buenos tiempos, posando junto a un amarilis rojo.

Pilo, en sus buenos tiempos, posando junto a un amarilis rojo.

Más de uno dirá –y no le faltará razón- que la muerte de un gato no es nada si lo comparamos, por ejemplo, con la muerte de cientos de personas presuntamente gaseadas por el tirano de Siria. He visto en el telediario las imágenes terribles –y lejanas- de esos cadáveres envueltos en sábanas y me han impresionado.

Durante años, he trabajado en cientos de telediarios y he recibido imágenes bélicas terroríficas, que no dudábamos en censurar por su crudeza. Esas noticias gráficas, fruto de la crueldad humana, siempre me impresionaron, sí, y me perturbaron. Pero no me han hecho llorar como cuando, hace un rato, eché unas palas de tierra sobre el cadáver de nuestro gato.

¿Debo sentirme culpable por afectarme y entristecerme más la muerte de un gato, tan próximo, que la muerte diaria y trágica de tantos seres humanos, tan lejanos?

Quizás sólo pueda compartir mi duelo con quienes hayan cuidado y mimado durante años a sus mascotas –gatos, perros, etc.- y hayan sufrido su pérdida. Son paradojas y/o contradicciones del ser humano.

Con apenas dos años y sin identificación alguna, en el verano de 1996, Pilo se coló en nuestro jardín cuando fue abandonado en la calle o en el campo. No encontramos a su dueño.

Pilo, antes de enfermar.

Pilo, antes de enfermar.

Acabábamos de regresar de Nueva York, tras mi despido improcedente como corresponsal de TVE en EE.UU.

No hubo forma de echar al joven siamés de nuestro lado. Los niños nos obligaron a recogerlo, vacunarlo y cuidarlo. Su historia es también parte de la vida de nuestros tres hijos. Pilo era un animal singular. Mi hija Andy decía que nuestro nuevo gato era «una persona, no humana». Pacífico, cariñoso y muy sociable. Se comportaba más como perro que como gato. Todo lo contrario que su jefa, la ya vieja Gatis, una gata callejera tricolor que. algunos años después, recogimos en Almería.  Gatis es muy mandona y gruñona, incluso arisca.

El siamés, en cambio, era como un osito de peluche que parecía darnos permanentemente las gracias por haberle dado cobijo. Padecía el síndrome de inmunodeficiencia (el sida de los gatos) y, por su avanzada edad, tenía el riñón destrozado.

Este verano, apenas podía comer, beber y caminar. Se refugió y acurrucó en la chimenea, casi inmóvil, hasta que hoy, aconsejados por Lidia, su veterinaria, decidimos aplicarle la eutanasia y darle sepultura en un rincón umbrío del jardín donde le gustaba esconderse últimamente.

Como digo, hoy es un día triste para toda la familia.

No dejo de pensar en el gato que acabo de enterrar. Ya se que no es noticia. Y que, para muchos, la imagen de Pilo les resultará más lejana e indiferente que la de los muertos de Siria. Por supuesto. Lo entiendo.

Pilo junto a Truso (diminutivo de Intruso), otro gato callejero recién  adoptado.

Pilo junto a Truso (diminutivo de Intruso), otro gato callejero recién adoptado.

Ya se que solo era un gato. Sí. De acuerdo. «Una persona, no humana».

Quizás va a ser verdad eso de que quieres a quien cuidas mucho más que a quien te cuida. Incluso podría ser cierto que, cuando muere algún ser querido (humano o no), lo que muere también es una parte de nosotros mismos, un anticipo de nuestra propia muerte y que, lo queramos o no, se aproxima inexorablemente. Quien sabe.

Ahora ya no se si hoy lloré por la muerte de mi gato o lo hice por mi. Con la desaparición del viejo y querido Pilo se ha ido también un trozo de mi mismo y de toda mi familia.

Lástima.

 

 

 

Pilo quedó inmortalizado por Ana Westley en este óleo que cuelga en una pared de nuestra casa. Buena imagen para el recuerdo.

Pilo junto a un varios ejemplares del diario 20 minutos. Óleo de Ana Westley, la cuidadora principal de Pilo.

Pilo junto a un varios ejemplares del diario 20 minutos. Óleo de Ana Westley, la cuidadora principal de Pilo.

 

El PSOE se esconde. ¿Acochinado en tablas?

La derecha hace leña del juez caído («A moro muerto, gran lanzada») y homenajea a Fraga. El PSOE se esconde frente al Supremo y asiste al homenaje a Fraga en el Congreso.

Diputados de izquierdas (no del PSOE) se ausentan durante el homenaje a Fraga en el Congreso

¿A donde quieren ir a parar los socialistas, hundidos en el pozo más hondo de su reciente historia? ¿Si les queda tan poco por perder, por qué se quedaron en el hemiciclo, por ejemplo, durante el homenaje al ex ministro de Franco, que firmó penas de muerte sin juicio justo, mientras el resto de la izquierda se ausentó?

De Manuel Fraga recuerdo dos anécdotas personales poco edificantes. 1) Era ministro de propaganda del Dictador cuando nos molieron a palos en un homenaje a don Antonio Machado. 2) Era ministro de Gobernación de Arias Navarro cuando fui secuestrado y torturado con armas reglamentarias de la Dictadura. 

Ya se que está feo hablar mal de los fallecidos. Por eso, no dije nada del talante totalitario y de los modos fascistoides del fundador del PP en el día de las alabanzas. Lo que me sorpendió esta semana fue la actitud cobardica del PSOE: los únicos de la izquierda que asistieron (Guerra no aplaudió, ¡faltaría más!) al homenaje que el PP dió a Fraga en el Congreso de los Diputados.

En cambio, muchos socialistas y otras gentes de izquierdas han echado de menos a los líderes del PSOE en la manifestación improvisada esta mañana ante y contra el Tribunal Supremo o en la de la semana pasada por el caso de los crímenes del franquismo.

Ya tienen muy poco más que perder. Se han quedado en nada. Por eso mismo, no entiendo que los socialistas estén «acochinados en tablas» y no den la cara en asuntos que afectan a los principios del Estado de Derecho y a su propia identidad histórica.

Apenas aparecieron líderes representativos del PSOE (salvo Zerolo, que yo sepa) en la manifestación improvisada ayer ante y contra el Tribunal Supremo por la sentencia extravagante e insólita dictada contra el juez Baltasar Garzón.

Garzón en mi casa, poco después de la detención del dictador Pinochet

Comprendo que a ciertos socialistas no les resulte simpática la figura del juez Garzón, después de la investigación que hizo y rehizo de los crímenes del GAL en tiempos de gobiernos del PSOE. A mi tampoco me gustó que pidiera subvenciones a Botín con destino a la Universidad de Nueva York donde él estaba. Quienes le conocemos sabemos que el juez está lejos de ser perfecto. (Si quieres amigos o jueces perfectos te quedarás sin amigos y sin jueces).

Aunque yo apoyo a Garzón (viejo amigo), no se trata aquí de defender la personalidad de Garzón al completo sino de defender el Estado de Derecho y los principìos básicos de nuestro ordenamiento jurídico, a sea, de nuestra Democracia.

No estamos tanto por Garzón como contra el atropello del Estado de Derecho por parte del Tribunal Supremo. Y por eso echo de menos (y bien que lo lamento) a algunos líderes del PSOE en la mani de hoy.  Si siguen por ese camino tan huidizo, sin dar la cara cuando hace falta, por miedo a significarse, pronto podrán meterse todos los militantes socialistas en un taxi. Y por eso, también, me da tanto miedo el poder casi absoluto (merecido o no) que tiene hoy el PP (central, regional y local) sin apenas nadie enfrente para frenarle.

Me preocupa más la ausencia del PSOE en estas manifestaciones públicas que el jolgorio y la fiesta que la derecha y la extrema derecha están organizando con la caída del juez Garzón a quien los corruptos tanto temían. Basta con repasar los comentarios anónimos sobre este asunto en los blogs para comprobar lo crecidos que están los nostálgicos de Franco y algunos seguidores del PP. Y eso que este Gobierno de Rajoy/Saez de Santamaría se parece afortunadamente poco, por ahora, a aquel de Aznar/Cascos de tan triste y temible memoria.

Menos mal que aún nos queda el gran Forges intrepretanto nuestro miedo cotidiano («¡A ver si te van a oir en Las Salesas!», le dice Concha a Mariano, perdón a Vicente).

Y también nos queda -menos mal- Soledad Gallego-Díaz, con sus comentarios tan certeros en El País, para reconciliarnos con la buena prensa de toda la vida. Copio y pego a continuación su articulo de hoy:

Justicia a cualquier precio

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ (11 FEB 2012)

La justicia obtenida a cualquier precio termina no siendo justicia.

Eneko en 20 minutos

Lo afirma la sentencia del Tribunal Supremo que ha condenado al juez Baltasar Garzón a una pena de inhabilitación de 11 años y a su expulsión de la carrera judicial, y ciertamente muchos ciudadanos, en España y en Latinoamérica, pueden alimentar en estos momentos la misma convicción, aunque por motivos diferentes. Habrá que suponer que el Tribunal Supremo ha emitido su fallo sin que mediara animadversión personal ni enojo corporativo, pero lo cierto es que esta decisión ha acabado con uno de los pocos símbolos de la justicia en el que confiaba una parte notable de esos ciudadanos y que esa es una noticia pésima, con un precio muy alto.

No se trata de ignorar los graves hechos atribuidos a Garzón. Según la sentencia, el juez autorizó que se intervinieran las comunicaciones entre los imputados en una importante causa por corrupción y sus abogados, sin excepción alguna y sin mención expresa de su identidad, y lo hizo, afirma el Supremo, sin que existiera ni el menor indicio de que esos abogados estaban utilizando su condición de tales para la comisión de nuevos delitos. Su convicción de que los imputados continuaban ocultando su dinero, y su temor a ver cómo personajes poderosos y ricos conseguían escapar a la investigación, no es argumento suficiente para anular el secreto de las comunicaciones ni para deteriorar el derecho a la defensa.

Pero eso no es lo que se juzgaba realmente en el Supremo, sino si la decisión de Garzón podía ser explicada por una interpretación incorrecta de las normas del derecho. No, afirman los siete magistrados, no existe otra explicación que el empeño deliberado de actuar fuera de «los medios usualmente admitidos en derecho» ni otra razón que el anhelo del juez instructor de colocar el «proceso penal español al nivel de los sistemas totalitarios», un juicio de intenciones asombroso para tan alto tribunal.

Ahí, en la clara voluntad de apreciar prevaricación, es donde se abre un agujero por el que asoman muchas dudas: ¿esa misma decisión tomada por otro juez que no fuera Baltasar Garzón hubiera merecido valoración tan severa?, ¿qué sucede con los fiscales y con los otros jueces que compartieron su decisión?

Va a resultar muy difícil que los ciudadanos no asocien la condena de Garzón a su personalidad, a su historia y a su protagonismo internacional, insufrible para una parte importante de la corporación judicial, y que el descrédito que todo ello acarrea, dentro y fuera de España, no vaya a suponer un desgaste altísimo para la justicia española en su conjunto.

La expulsión de Garzón llega, además, en un momento de fuerte desánimo social. Los ciudadanos, aplastados por una crisis formidable, llevan meses conociendo casos de corrupción que no se traducen en delitos ni se sustancian en castigo alguno, personajes del mundo económico que reciben cantidades asombrosas por gestiones desastrosas, indultos llamativos para personas poderosas y dificultades sin cuento para acabar con el fraude fiscal, el desvío de fondos públicos y las trampas de todo tipo que no se podrían llevar a cabo sin ayuda de avispados asesores legales.

Todo ello, junto a noticias sobre algunos jueces corruptos que reciben castigos inexplicablemente ligeros por embolsarse dinero fácil. Nada de eso justifica, por supuesto, acabar con el derecho a la defensa (¿no debería revisarse el caso de los acusados de terrorismo?). Simplemente, resulta difícil aceptar que, entre tantas denuncias por prevaricación como se han presentado, solo haya habido un juez, Baltasar Garzón, que mereciera que le arranquen la toga. Queden tranquilos sus colegas del Supremo. Ya le han echado. Triunfó la justicia, a cualquier precio, deben pensar. Quede tranquilo Baltasar Garzón. Los ciudadanos no olvidaremos nunca la honda emoción que nos hizo sentir el 16 de octubre de 1998 cuando ordenó la detención del general Pinochet.

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Día de Accion de Gracias en 1998. Al fondo, Garzón entre el profesor Marichal y Ana Westley (la cocinera del pavo)

Eso mismo, Soledad. Sin caer en la resignación, siempre nos quedará la detención del genocida general Pinochet por orden de Garzón. ¡Ahí es nada!.

Por la cita de Pinochet, recuerdo hoy el pavo que nos comimos en mi casa el Día de Acción de Gracias en noviembre de 1998 con Baltasar Garzón y su esposa Rosario Molina, Juan Marichal y su esposa Solita Salinas, Joan y Angel Berenguer, Kathy y David White, Yolanda y Al Goodman y otros amigos y colegas. (Se entiende que la foto, por su mala calidad, la hice yo)

El dictador Pinochet llevaba apenas unas semanas detenido por orden del juez Garzón.

Es costumbre que uno de los comensales haga un brindis, a modo de oración laica, para conmemorar la comida fraternal de los peregrinos con los indios de Nueva Inglaterra.

En aquella ocasión, tomó la palabra mi maestro y amigo Juan Marichal, catedrático de la Universidad de Harvard, y nos emocionó a todos con un parlamento improvisado pro derechos humanos y contra los genocidas que comenten impunemente crímenes contra la humanidad; un bellísimo brindis que lamento mucho no haber grabado entonces.

Juan Marichal entre Garzón y yo

«Crimenes contra la humanidad en Argentina, en Chile, etc. que quedaban impunes… hasta ahora», dijo Marichal. A partir de la detención del dictador Pinochet, los genocidas sabrán que sus crímenes ya no quedarán impunes.

Y el maestro levantó su copa para invitarnos a todos a dar las gracias al juez Garzón, allí presente, quien se quedó emocionado y sin palabras.

Pase lo que pase, siempre nos quedará ese recuerdo de la detención de un criminal como el general Pinochet por orden de Garzón.

Recuerdo también las críticas que algunos colegas de la prensa extranjera le hicieron al juez español, más o menos en estos términos:

«Persigues a los dictadores de América Latina, por sus crímenes contra la humanidad, pero en España nadie se atreve a investigar y perseguir crímenes semejantes cometidos durante la Dictadura del general Franco. Los españoles veis la paja en el ojo ajeno y no la viga que tenéis en el vuestro. A eso se le puede llamar hipocresía o miedo». 

«Todo se andará», creo recordar que fue el resumen de la respuesta del juez Garzón.

Lo prometió y lo cumplió. Y ahí le tenemos ahora crucificado por perseguir también los crímenes del franquismo y la corrupción de políticos del PP.

Por muchos defectos que la derecha airee, exagere o invente de Baltasar Garzón (y los tiene), los demócratas estamos en deuda con este gran juez. Espero que el miedo no se extienda ahora entre los buenos jueces que siguen en activo ni entre los estudiantes de Derecho.

 

¡FELIZ (y próspero) AÑO NUEVO!

Tenemos, al menos, el consuelo de que el 2011 no podrá ser peor, o menos próspero, que el 2010. O que el 2009. Eso, según los indicadores económicos básicos, es casi imposible. Por eso, estamos seguros de que, esta vez, se cumplirán nuestros deseos de felicidad y mayor prosperidad para los lectores del blog y de 20minutos.es.

¡¡¡ FELIZ (y próspero) 2011 !!!

Pescando en el Puerto de Alesund, Noruega

Con este óleo adjunto de Ana Westley, inspirado en nuestro último viaje por Alesund (cerca del Polo Norte ¡y de Papá Noel!), os deseamos lo mejor (felicidad, paz y sosiego; o sea: salud, dinero y amor) para el nuevo año 2011.
¡¡¡Felices fiestas y feliz año!!!.
Un abrazo
Ana y Jose
(y, de paso, Erik, Andrea y David)

Ha muerto Gerry Westley, la abuela de mis hijos

En primer lugar, muchas gracias a todos los amigos que han enviado su mensaje de pésame a Ana -que sigue en el área de Boston, atareada con asuntos funerarios- y al resto de la familia. Es difícil responder ahora mismo, individualmente, a cada uno. Gracias.

Pese a ser una persona extraordinaria, con una inteligencia brillante, superada tan sólo por su bondad, mi suegra, Geraldine (Gerry) Westley, apenas ha salido en los papeles.

Hoy ha muerto en su residencia de Riverwoods, Exeter, N.H., a los 89 años, y mañana se publicará una pequeña esquela y un breve obituario en el diario local.

Cuando se enteró de que Barak Obama había ganado las elecciones presidenciales norteamericanas, la abuela Westley rompió a llorar.

Como este blog tiene una pestaña de asuntos y recuerdos personales (y pido perdón a quien no le interese), me atrevo a dejar aqui constancia de que mi suegra -¡y mira que suena mal este título!- ha dejado una huella de exquisita humanidad, imponente e imborrable, en toda nuestra familia y en todos cuantos la conocieron. Fue profesora de Literatura, anticuaria, especializada en utensilios de hierro, pintora, rebelde y pionera del feminismo más auténtico. Esto último lo transmitió muy bien a su hija, Ana, y a su nieta, Andrea. (¡Si lo sabré yo!)

Es una pena que no haya publicado sus escritos, o incluso sus cartas familiares, dando cuenta de la historia cotidiana reciente de Estados Unidos desde la Gran Depresión hasta nuestros días. Su prosa era brillante, cargada de humor y de fina ironía, no exenta de ternura. Vamos a hurgar en sus archivos para recuperar algunas de sus joyas literarias domésticas.

Se han salvado, eso sí, sus acuarelas y óleos.

Hace tres semanas, su hija le organizó la última exposición de pintura de su vida. Acabo de recibir los recortes de prensa y compruebo que Grandma Westley salió en los papeles y ¡en primera página!. El titular de primera del periódico de Exeter , N.H. (la ciudad de la Phillips Academy, vivero para la Universidad de Harvard y otras «Ivy League«), es muy revelador:

Reina por un día

Mientras la abuela Westley se recuperaba de una trombosis y fractura de cadera, su hija, G. Ana Westley, dejó en este óleo un vivísimo recuerdo de nuestra última visita a su residencia. Madre e hija, cada una en su mundo…

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Este es un detalle de la foto (disculpen la pésima calidad) que acabo de hacer al cuadro de Ana que tenemos en casa.

Gerry Westley era muy norteamerica y también muy noruega, nieta de immigrantes de la zona de Bergen . Los abuelos de su marido, Alph Westley, tembién fueron inmigrantes noruegos, pero procedentes de la zona de Stavanger. Todos ellos se instalaron en Dakota del Norte hasta que la postguerra mundial les distribuyó por todo el país. Los pueblos de Dakota aún conservan multitud de bares y clubes con el nombre de «Sons of Norway» donde conservan las tradiciones escandinavas (comida, música, artesanía, etc.).

Ahí va una anécdota para la pequeña historia de 20 minutos, en la que mi suegra creyó haber jugado un papel de protagonista.

Me gustaría registrarla y recordarla aquí, en este blog de 20minutos.es, pues tiene relación con la superviviencia y el éxito de nuestra empresa (Multiprensa y Más, S.L.) cuya primera sede social escriturada fue el sótano de mi casa.

El diario sueco Metro (hoy desaparecido) aterrizó en Madrid y Barcelona en 2001 y trató de pisarnos los talones, mediante grandes tiradas fianciadas por su casa matriz con sede en Estocolmo. Naturalmente, nos asustamos.

Ante tamaña amenaza, nuestros socios cofundadores (siete valientes Cajas de Ahorro, entre otros) debían decidir entre cerrar nuestra compañía, pionera de la prensa gratuita diaria en España, ampliar significativamente su capital, para poder financiar grandes tiradas como las de los suecos y mantener nuenstro liderazgo o bien venderla a un poderoso grupo editor extranjero o nacional.

Entre los candidatos finalistas del «road show» figuraban nuestros competidores suecos de Metro Internacional , los italianos del Grupo Rizzoli (los dueños de El Mundo de Pedro Jota) y los noruegos del Grupo Schibsted (editores desde 1830), a quienes afortunadamente vendimos finalmente nuestra compañía.

Hoy, el grupo Schibsted, (a través de 20 minutos España S.A). es el dueño del 80% de Multiprensa y Más, S.L. editora del diario líder de la prensa española 20 minutos, de la tercera web de información general de España, www.20minutos.es , de la revista mensual Calle 20 y de la red social www.nettby.es.

Cuando Ana Westley, administradora única fundadora de Multiprensa y Más S.L comunicó a su madre, Gerry Westley, nuestra intención de vender la mayoría de control de la compañía a un socio extranjero (sueco, italiano, noruego, etc.), ya ningún grupo de comunicación español había hecho una oferta creíble, obtuvo una respuesta contundente, como sólo la podría expresar una anciana emigrante noruega que sufrió la II Guerra Mundial:

«Dont even think to sell your company to the Swedish!»

(«¡Ni se te ocurra vender tu compañía a los suecos!»)

Cuando su hija le preguntó el porqué de su reacción tan airada, replicó con igual contundencia:

«Porque los suecos dejaron pasar a los nazis de Hitler hasta Noruega»

.

Finalmente, vendimos la companía a los noruegos, naturalmente por otras razones profesionales y económicas (en ese orden) que nada tenían que ver con la invasión nazi de Noruega a través de Suecia.

El presidente de 20 minutos España S.A, Sverre Munck, es de Bergen, la ciudad de donde partieron los abuelos de mi suegra hacia Dakota del Norte. Ella estaba encantada con sus raíces noruegas y ha muerto hoy convencida quizás de que, con su intervención antinazi (y antisueca) , había cambiado el rumbo de la historia de 20 minutos.

Nunca quisimos defraudarla diciéndole que nuestro editor, el grupo noruego Schisbsted, es también el dueño del primer diario de Estocolmo (Aftonbladet)y de la primera web de Suecia (www.aftonbladet.se).

Seguramente, se habría partido de la risa.

Echaremos mucho de menos a Gerry Westley.

No encuentro palabras para celebrar la excelencia -y la superioridad moral y artística- de mi suegra.

Descanse en paz.

«¡El sueño americano vive!» Y mi suegra rompió a llorar…

El 4 de noviembre, después de votar, Geraldine (Benson)Westley, la abuela americana de mis hijos (89 años) se rompió la cadera y la llevaron al hospital de Exeter (NH) donde fue operada urgentemente y con éxito.

El viernes pasado salió de la UVI y reconoció al instante el rostro de su hija, Ana Westley Benson, recién llegada al hospital procedente de Madrid.

-«¿Qué ha pasado?»

, preguntó la abuela.

-«Te has roto la cadera y ha ganado Barack Obama»,

le respondió mi esposa, en ese orden.

Grandma se olvidó de la cadera y le replicó:

-«¿Qué me dices? ¿Obama es presidente de los Estados Unidos? ¡No me lo puedo creer!»

-«Sí, mamá. Obama ha sido elegido presidente de los Estados Unidos»,

le dijo su hija mientras le mostraba la portada del diario The Boston Globe con la foto del presidente electo.

(Esta es una foto de Grandma, de hace unos años, con sus adornos de Dakota de Norte, de origen noruego).

Con la garganta aún molesta por los tubos del quirófano, la voz un poco ronca y con lágrimas brotándole ya de los ojos, contestó a su hija:

«Entonces, el sueño americano no ha muerto. ¡El sueño americano está vivo!».

Y, llena de emoción, la abuela yanqui de mis hijos rompió a llorar.

Esta señora de mirar tan dulce -que es mi suegra- tiene mucho coraje cuando se trata de defender principios éticos. Uno de los más arraigados en ella es el de luchar contra la injusticia y, por tanto, contra el racismo.

Conozco muy bien su historia y en la familia estamos muy orgullosos de ella y del abuelo, Alph Westley, que falleció poco antes de caer el Muro de Berlín y sin haber visto -¡qué lástima!- a Obama en la Casa Blanca. De ambos, recuerdo hoy algunas anécdotas que explican esas lágrimas tan emocionantes.

Hacia 1957 (escribo de memoria), mi suegro, Alph Westley, oficial de la Fuerza Aérea norteamericana, fue destinado como profesor de Telecomunicaciones a la Escuela Militar de Montgomery, la capital del estado sureño de Alabama donde hizo amistad con uno de los pocos oficiales negros de su Escuela.

Tan sólo tres años antes (1954), el Tribunal Supremo había declarado inconstitucional la segregación racial enlas escuelas.

Hacía dos años que una vecina de Montgomery, la heroica Rosa Parks, se había negado a ceder su asiento a un blanco en un autobús de su ciudad. Fue arrestada por ello. Mi familia política recuerda el rescoldo -aún muy vivo cuando se instalaron allí- que había dejado la gran protesta, liderada con éxito por el reverendo Martin Luther King, que se dio a conocer entonces gracias al boicot contra los autobuses de Montgomery durante un año.

En ese ambiente, pasó mi mujer tres años de educación pública y de hegemonía racistas. No me extrañó que, siendo aún adolescente, Ana participara personalmente en la Gran Marcha de Washington (1963), en la que el ya famoso luchador por los Derechos Civiles, Martin Luther King, pronunció su discurso histórico y promonitorio «Tengo un sueño».

Al año siguiente ganó el Premio Nobel. (Lo dejo escrito aquí para que mis hijos no lo olviden).

De 1957 a 1961, mi mujer estudiaba en una escuela pública de Montgomery, en cuyo coro cantaba (aún canta de maravilla). Por las tardes, Ana iba en autobús hasta la Escuela de Empresariales, donde su madre era profesora de Lengua y Taquigrafía.

Por las ventanas de esa Escuela, en un lugar céntrico, todos los alumnos y profesores pudieron seguir, con el estómago encogido por el miedo y la rabia, las protestas de los racistas y los antiracistas de Alabama que habitualmente acababan con violentas cargas policiales y enfrentamientos callejeros sagrientos.

(Por esas fechas, dos niñas fueron asesinadas por los segregacionistas del Ku Kux Klan, en el interior de una iglesia de Birmingham (al norte de Montgomery), a la que pegaron fuego con los fieles dentro.)

El día de 1957 en que mi esposa debutó en una obra de teatro infantil, en el salón de actos de su Escuela, fue muy especial para sus padres y sus hermanos pequeños. Quien lo probó, lo sabe. Cualquier padre que haya visto actuar a sus hijos en el Colegio lo habrá hecho con emoción contenida.

A mitad de la obra -que trataba, naturalmente, de la Guerra Civil nortamericana- los niños de Montgomery interpretaron en el escenario el asesinato del presidente Abraham Lincoln , que abolió la esclavitud en 1863.

Padres y niños del público estallaron entonces en un gran aplauso y vitorearon (no precisamente por sus dotes interpretativas) al actor que encarnaba al asesino de Lincoln.

Mi suegra saltó de su silla, subió al escenario, tomó a su hija de la mano y la sacó a rastras del coro y de aquel salón infecto, lleno de racistas. Lo explícó diciendo:

«Mis hijos no pueden participar en actos tan vergonzosos»

A partir de ese momento, Geraldine pasó a formar parte de la lista -entonces muy pequeña en Alabama– de los «nigger lovers» («amantes de los negros«), tan despreciados y vejados por los racistas del Sur.

Naturalmente, el día en que los sureños celebraban anualmente el nacimiento de la Confederación y el comienzo de la Guerra Civil (que perdieron), la familia Westley no tenía nada que celebrar en su casa acosada de Montgomery. Ana y Grieg Westley eran niños y vivieron ilusionados los preparativos del Centenario de la Guerra Civil que estalló en 1861. Las niñas debían ir vestidas como princesitas de Versalles («las bellas del Sur») y los niños, naturalmente, con traje militar color gris de soldado confederado.

Mis suegros (ambos de Dakota del Norte) se negaron a confeccionar aquellos trajes y a que sus hijos celebraran la secesión del Sur cuya Confederación defendía la legalidad de la esclavitud de los negros. De hecho, los Westley vivieron en Alabama como si los del Norte hubieran sido los perdedores de aquella Guerra Civil que habían perdido los del Sur. La victoria del Norte permitió la derogación de la esclavitud en los Estados Unidos. Por eso, el abuelo de Michelle Obama, la primera dama electa de los Estados Unidos, pudo crecer como un hombre libre hijo de esclavos.

Mi suegro Alph (en la foto, con traje militar) no le iba a la zaga a su esposa en la lucha contra el racismo. Ana recuerda el día de 1957 en que su padre había invitado a cenar en casa al oficial negro amigo suyo. Mientras tomaban el aperitivo, los vecinos del barrio comenzaron a apedrear la casa y a romper los cristales. Los niños, asustados, tuvieron que esconderse lejos de las ventanas.

A partir de entonces, la vida de la familia Westley -los «nigger lovers«- fue un infierno en Montogomery, Alabama, hasta que mi suegro fue destinado a Boston, una ciudad maravillosa del Norte, donde no te apedreaban por ser «amante de los negros».

Cuando me tocó cubrir en Atlanta (Georgia), en 1988, la Convención del Partido Demócrata que eligió candidato presidencial al gobernador Dukakis, hijo de emigrantes griegos, me acerqué con mi gran amiga (compañera de pupitre en Harvard) Katherine Jonhson al monumento donde reposan los restos de Martin Luther King.

Emocionado y silencioso ante su tumba, recordé a la valerosa familia Westley en su paso por Alabama donde coincidieron con el líder pacifista de los Derechos Civiles asesinado a tiros, como el presidente Lincoln, por racistas del Sur.

¡Que te mejores de la cadera, mi querida y admirada suegra!

¡Qué pena de profesión periodística!

¿Es información u opinión lo que puede leeerse en este párrafo de la portada de El Mundo sobre Zapatero y el G-20?

Gracias a todos. Thank you everyone.No hay consuelo para mi herida

Imagina, uno de los comentaristas de este blog, ha resumido muy bien lo que siento en estos momentos, al cabo de una semana de la muerte, en trágico accidente, de mi única hermana, de mi cuñado y de mi sobrina. Dice Imagina:

¿Por qué no se para el mundo?

¿Por qué sigue todo como si no hubiera pasado nada?

Esta es una foto de mi hermana, de mi cuñado y de mi sobrina en la Navidad de 2006, que pasamos en nuestra casa. Así queremos recordarles.

Sus cenizas reposan ahora en un nicho del cementerio de Velefique, un pueblo precioso de la Sierra de los Filabres (Almería), donde ellos pasaban sus días de vacaciones y donde, en su momento, les hubiera gustado pasar juntos su jubilación.

Desde que se conoció la noticia, cientos de amigos, parientes, colegas y conocidos de los fallecidos y nuestros nos han enviado sus condolencias por la tragedia que asola a lo que queda de mi familia.

La mayoría compartía nuestro dolor diciendo «no hay palabras». Y es verdad. Yo, que vivo de las palabras, no encuentro ahora las adecuadas para expresaros lo que siento entre las lágrimas solitarias de la mañana y las de la noche antes de ir y al regresar del trabajo.

Y es que la vida sigue. Amanece y anochece como si en el puente de la Constitución no hubiera pasado nada, como si mi hermana del alma aún estuviera viva, tal como escribe Imagina en su último comentario.

Hoy sólo puedo decir gracias a todos por vuestro apoyo y solidaridad, en estos momentos de tan intenso dolor. Muchas gracias, de todo corazón.

Mensaje de Ana Westley, mi mujer, quien también perdió a un hermano menor hace unos años, dirigido a nuestros amigos y parientes de habla inlgesa.

English version

December 17, 2007

For those of you who haven’t yet heard, just a brief note to tell you that Jose‘s only sister, Mari Isabel, her husband Antonio Ramon, and their 13 year old daughter, Cristina, all died in a horrible car crash a week ago, Sunday, Dec. 9, in Almería.

We are still in shock trying to absorb the tragedy and want to thank all of you who have heard about the tragedy for your condolences and emotional support during this nightmare.

We know that your hearts ache with us and that we are in your thoughts. There are no words to express the loss of an entire family, our family, wiped out in an instant of horror.

We have just returned from Almería in south eastern Spain where we buried their ashes last Wednesday and then began the bureaucratic nightmare of going through their papers and bank accounts, finding lawyers to handle it all, canceling credit cards and cell phones, etc

It’s been devastating and we are still reeling, walking around like actors in a dream world, hoping to wake up from this nightmare, or hoping against all odds to somehow wake up before the accident and warn them. But, of course, there is no rewinding.

It even seems somehow strange that life goes on as usual, people get up and go to work, children go off to school, rush hour traffic is the same as every day, Christmas decorations go up, stores blare Christmas muzac and people go about their business as if nothing has happened.

In our parallel world of grief and bewilderment, friends, neighbors, colleagues, classmates of David and Andy, stop to give us a hug and cry with us, but of course, life goes on as it must.

The worst was last Saturday going through their house. It was as if they had just left for the 4 day holiday weekend and were due back any minute. I could imagine Mari Isabel walking through the door, bubbling with enthusiasm about their holiday, and immediately offering us drinks and snacks.

But then we felt like we were intruders on their privacy, rummaging through their things, looking for papers for the lawyers but finding old letters, mementos,, photos, awards… , projects for their jobs.

You can imagine how heartbreaking it was to find the Christmas presents hidden in a closet and dresser drawer, to see their stockings hung by the chimney, books they were reading with bookmarks in place left on a night table, evidently forgotten to take along over the holiday; leftovers in the frig, laundry separated into light and dark loads ready to be loaded…

The little girl’s room was the saddest. She had prepared hand made Christmas cards with her picture for her parents with Christmas glitter, bells.. Her teeny bop stuff lying around, the timetable of her classes, homework assignments to do and final exams marked with notes to herself to study for this or that test and the Christmas school holidays marked with exclamations.

They planned to visit us in Madrid for the Christmas holidays to meet Erik’s girlfriend, Jossara. Erik and Jossara are arriving Christmas Eve from Los Angeles.

The visit to retrieve what personal belongs survived the accident was worse: bloodied wedding rings and earrings; banged up purses with smashed glasses in a case and bent pens, even a cracked key ring; wallets with ID cards, cash, photos, credit cards, shopping lists, grocery receipts and Christmas lottery tickets that had somehow miraculously survived the crash intact, while the family did not. How can that be?

Their cell phones were missing, evidently smashed to pieces along with their portable computers, suitcases and baggage. So little left. Mercifully, José was spared the identification of the bodies.

We will never know the cause of the accident. A witness from behind said Antonio was driving at a moderate speed, below the speed limit and when the road curved, he drove straight, crossing the median, tumbling 12 times head over heels and then was hit head on by an oncoming truck on the opposite side of the highway.

The truck driver survived the crash with minor injuries. We saw from their own medical records in a drawer that Antonio Ramon was being treated for phlebitis so wonder if he had a stroke or some sort of loss of consciousness. The accident was at 2:10 p.m., just before Spanish lunch time, so we think it unlikely that he and Mari could have dozed off. They were about an hour’s drive from home.

He never drank while driving and there was no blood alcohol. Strangely, there were no brake marks, no corrective swerves. Some witnesses say a gust of wind swerved the car off track. Strangely, the accident was in their old car with the new one parked in the garage. We surmise the new car must have had some problem to explain not using it for a 4 day weekend. We will never know.

Antonio Ramón had just lost Miriam, his 34 year old daughter from a first marriage, to breast cancer last August and leaves behind another son, David, who lives in Barcelona. Antonio also leaves behind his grandson Pablo (Miram’s two year old son), and his son-in-law, Alberto (Pablo’s father and Miriam’s widowed husband). We are all united in tragedy. Jose has no more immediate family.

For those of you who can read Spanish, I’m attaching the press accounts of the local Almería newspaper, La Voz de Almería, along with the eulogies written by José, Andy, and Erik also published in La Voz.

For those of you who don’t speak Spanish you can at least see the picture of Mari Isabel’s family and scenes of the crash. Terrible.

Jose’s email: jamsoler@20minutos.es;

Thank you all for your love and support.

Ana

He releído, en estos días. la Elegía de Miguel Hernández a su amigo Ramón Sijé y he comprendido como nunca los sentimientos de este grandísimo poeta.

Copio y pego el poema para tenerlo a mano. Lo voy a necesitar.

Elegía

En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.

Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas

y órganos mi dolor sin instrumento

a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado,

que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida,

un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,

y sin calor de nadie y sin consuelo

voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,

temprano madrugó la madrugada,

temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,

no perdono a la vida desatenta,

no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta

de piedras, rayos y hachas estridentes

sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,

quiero apartar la tierra parte a parte

a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera;

por los altos andamios de las flores

pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas

de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,

y en tu sangre se irán a cada lado

disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata le requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández

Un compañero de mi cuñado Antonio Ramón en actividades culturales de Almería ha publicado este Perfil/Obituario en el nuevo diario «Almería Actualidad»:

A Antonio Gómez, in memoriam

Ignacio Ortega Campos

Yo no sé muchos detalles de su historia personal ni familiar porque lo que nos unía, en todo caso, era una visión compartida de humanidad y del afecto que todos necesitamos y merecemos. Conocí a Antonio Gómez, con su imborrable sonrisa, en cuantas iniciativas culturales y sociales diese de sí esta provincia, tanto como su oficio de vivir comprometido. Sé que él y su esposa, Isabel, compartían dos cosas que poca gente tiene: un amor intenso del uno por el otro y una visión ética y humanista del mundo que trasciende políticas y religiones, ya que es la esencia misma de nuestra condición humana, más allá de rótulos y ceremonias.

Es válido decir que, en este preciso instante, Antonio está muerto; pero también es cierto decir que Antonio está vivo en el recuerdo cariñoso del mundo almeriense de la cultura, en el aprecio profundo de todos sus amigos y de quienes, desde algo más lejos, admiramos su bondad, brillante sagacidad intelectual e inigualable buen humor, su calidez humana y su irrenunciable sentido del compromiso con las ideas de progreso en esta sociedad almeriense. Estas son las cosas que lo transformaron en una gran persona, en padre generoso de quien su hijo puede sentirse plenamente orgulloso.

No siempre la espiritualidad de la persona equipara su talla intelectual. Antonio era el paradigma de hombre trascendente quien, discreto, fino y sencillo resplandecía con su humanismo y nos obliga ahora a ser mejores personas de las que somos, a esforzarnos más para hacer de este mundo un paraíso ético y compasivo. Como hoy no me inclino a creer en la vida después de la muerte, me despido de Antonio, deseando que el recuerdo de su ausencia, tan sólo simplemente deslocalizada de un dónde, impregne los corazones de todos los almerienses con su inigualable sensibilidad.

Gracias, Ignacio.

Anti-Gore III: Falso consenso. Los científicos disienten

He visto lo que hoy publica la prensa española y mundial sobre la lucha contra el CO2 y contra «las fatales consecuencias del cambio climático» y me he echado a temblar.

Cientos de científicos no creen ni en las causas ni en las consecuencias del calentamiento global defendidas por el mal llamado «consenso científico». Hay otras causas (radiaciones solares, radiaciones cósmicas, explosiones galácticas… y muy distintas del CO2) y otras consecuencias, no sólo no alarmistas sino incluso beneficiosas para el ser humano. Las iré exponiendo en sucesivos posts, con sus enlaces, datos y gráficos correspondientes, así como el análisis de los mitos y articulos de fe que chocan con la razón científica.

A mi juicio, esto ya está pasando de castaño oscuro. Creo que los científicos disidentes afectados por este falso consenso deberían perder el miedo -bastante comprensible- a disentir públicamente y empezar a hablar con más claridad.

El consenso científico del que nos habla Al Gore sobre el papel relevante del hombre en el calentamiento global no existe. Es totalmente falso. Al Gore miente y él lo sabe.

¿Dónde están los límites de la cordura científica y de la manipulación política, mediática o pseudocientífica?

¿Hasta dónde vamos a llegar antes de decir, sin miedo a la hoguera, ¡basta ya! de engaños interesados y de moralinas perversas, que desvían la atención del ser humano de los problemas reales y verdaderamente urgentes como el SIDA, el hambre, la malaria, la desigualdad, la injusticia, la contaminación auténtica que daña la salud, la belleza del planeta, el despilfarro de recursos naturales, etc.?

Y no sólo me preocupa hoy lo que dice la prensa, y que presenta como «sabiduría convencional«, dando por resueltas cuestiones que están a años luz de nuestro conocimiento científico actual. Me empieza a preocupar mucho más que la llamada «corriente principal» (amparada en el dudoso burladero de un polémico informe de funcionarios la ONU) engañe a jóvenes de buena fe, con el pretexto falso de que los científicos están de acuerdo con esa presunta posición «oficial».

Entre esos jóvenes están mis propios hijos. Desde el debate que siguíó a la boda en Cabo de Gata de un colega, profesor de la Universidad de Almería, tengo a mi familia dividida con este cada día más turbio asunto del papel del hombre en el calentamiento de la Tierra. Los padres estamos en un lado, y los hijos, en el otro.

Hace un par de semanas, reaccioné impulsivamente a una carta de Coca Cola y a un discurso de George Bush. Ambos tomaban la dirección de Gore: «Juntos podemos luchar contra el cambio climático». Esa rara conjunción de intereses me hizo sospechar y escribí este post. ¿Estamos calentado la Tierra: no te lo creas ni borracho»

Recibí como regalo de un amable lector el DVD de Al Gore y, nada más verlo, escribí, el 3 de julio, este otro post: «Anti-Gore II: ¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos»».

El colmo de los colmos ha sido recibir ahora en mi blog (4-7-07) un comentario de mi hijo mayor Erik (licenciado en Económicas y en Literatura y guionista de TV en Hollywood) en el que muestra públicamente su posición pro-Gore y se identifica personalmente con su pagina web.

Mi hijo Erik me dice lo siguiente:

«Tampoco soy científico, pero sí he estudiado economía ambiental.

Aparentemente dudas de que el ser humano sea capaz de alterar su entorno de tal manera que afecte el clima. Niegas la evidencia. Por ejemplo: la deforestación reduce la lluvia y desertiza. Esto es A + B = C.

Digo yo, que cuando uno va al médico ha de fiarse de la preparación de un profesional y asumir un diagnóstico. Siempre se puede pedir una segunda opinión. Sería ridículo que una persona que no ha estudiado medicina intente contradecir a un doctor en diagnóstico y remedio.

Igualmente, si la comunidad científica está de acuerdo en sus conclusiones, ¿no resulta pretencioso descartar este criterio?

Me recuerda al amigo que iba al doctor a decirle lo que él creía tener.

lo dijo Erik Martínez Westley · 4 Julio 2007 | 12:08 AM»

Ante tamaña provocación filial, no tengo más remedio que cotestar a Erik y a los demás seguidores de Al Gore, con la ayuda inestimable -eso sí- de la ex periodista Ana Westley, la madre de Erik, que sabe mucho más que yo de todo esto.

El comentario Anti-Gore (II) ha merecido tantas críticas en este blog (además de la mi hijo) que me he sentido obligado a informarme un poco mejor acerca de lo que, con cierta osadía, dije, por intuición y casi de oídas, en el capitulo I (“¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho?).

Para ello, he recurrido a dos fuentes maravillosas: mi mujer y Google (en este orden). Debo reconocer que tanto mi mujer como yo éramos creyentes convencidos -y mal informados- del papel fundamental del hombre en el cambio climático. Éramos pro-Gore, antes de ver su laureado DVD. Pero aún no somos conversos disidentes sino, más bien, escépticos caminando cautelosamente hacia la arriesgada disidencia.

Lo que más me intriga y subyuga, a la vez, es cómo hemos podido llegar hasta aquí, creyendo que hay consenso entre la comunidad científica acerca de la influencia del hombre en el calentamiento global del planeta. Como digo, yo mismo llegué a creerlo. Era fácil y cómodo seguir a la corriente principal y eso me creaba pocos o ningún problema.

Sin embargo, después de hurgar un poco en las heridas del debate mundial, compruebo que tal consenso científico no existe. Todo lo contrario. Es una pura mentira, eso sí, muy bien construida y con el viento de los grandes intereses corporativos a su favor.

Me he sentido engañado por personas que yo tenía por respetables, ente ellos, por el propio Al Gore, a quien conocí personalmente hace años y de quien solía decir que era “uno de los nuestros”, si es que esto significa algo hoy día.

Un miembro del Jurado del Premio Príncipe de Asturias me ha declarado, naturalmente en privado, que Al Gore merecía el premio a la Comunicación o al Marketing pero, en ningún caso, el de la Cooperación Internacional que le habían concedido. ¿Por qué?

Mejor informado sobre los términos del debate, he vuelto a ver el DVD Una verdad incómoda/Una advertencia mundial”, que le ha merecido al ex vicepresidente Gore un Oscar, así como numerosos premios y aplausos de jóvenes comprometidos con su causa por todo el mundo. Ayer mismo, le oí hablar en la cadena SER, con Angels Barceló, sobre el cambio climático y el terrorismo, ambos relacionados por él con los intereses del petróleo. Me he quedado de piedra. Si, lo que se dice de piedra. Y me he dicho ¡Basta ya!

Esta semana hemos celebrado un buen Consejo de Administración de “20 minutos España S.A”, la empresa no va mal –gracias, por supuesto, a los lectores y al equipo humano de oro que tenemos- y el verano se acerca. Presumo que voy a tener algún tiempo libre para volver a estudiar en vacaciones. A mi me gusta estudiar; incluso investigar. Y este debate, por sus componentes mediáticos, me interesa. A muchos predicadores del “Apocalipsis climático” se les empieza a ver el plumero. Al Gore dice en su DVD:

“La ciencia ha hablado…”

Sólo le faltó decir:

“Palabra de Dios”

Más de un lector, como hace mi propio hijo, se preguntará, y no sin razón:

¿Quien eres tú para dudar de la palabra de Gore?

Antes no dudé del mensaje Gore y de la corriente principal porque no tuve acceso a los disidentes. Ni siquiera sabía que existían serios disidentes. Admití injustamente que serían lacayos o mamporreros de Bush o de la Exxon. Tal ha sido la eficacia del montaje mediático del mito del calentamiento global causado por el hombre que me lo tragué, como también hicieron otros muchos colegas de buena fe.

El mito/realidad del calentamiento global me está intrigando como algo más que una serpiente de verano. Por ello, invito y reto a los comentaristas y lectores habituales del blog a que aporten razones, creencias, fuentes, reflexiones, preguntas, incluso respuestas -si se atreven-, datos, fantasías, etc., sobre este debate apasionante para ver si, antes de los exámenes de septiembre, nos aclaramos entre todos acerca del mito o la realidad del papel, relevante o inexistente, del hombre en el calentamiento o enfriamiento global de la madre Tierra.

He observado un cierto acuerdo, bastante generalizado entre científicos de prestigio, en torno a dos fenómenos:

1.- Esta subiendo, aunque muy lentamente, la temperatura del planeta: Menos de 1 grado centígrado real en los últimos cien años

2.- Está subiendo, también, el CO2 (dióxido de carbono o anhídrido carbónico): entre un 20 y un 30 % en cien años. De esta cantidad, el 70% ocurrió antes de 1940, es decir, antes del boom industrial de la portguerra mundial.

La primera duda que surge –y para la que aún no he encontrado respuesta convincente- es si el calentamiento global aumenta el CO2 o es el aumento del CO2 lo que provoca el calentamiento de la Tierra. Volvemos al eterno dilema:

¿Qué va primero: el huevo o la gallina?

¿Qué pinta el hombre en todo esto?

El político Al Gore, en el papel de telepredicador, casi profeta del desastre planetario, dice en su documental que hace unos años encontró consenso sobre el calentamiento global en 928 artículos publicados en revistas científicas y ningún disidente y que, ahora, (636 frente a 50) sólo hay un pequeño grupo de científicos escépticos, en general ligados a intereses del petróleo.

Dice Al Gore:

“Ya sabemos todo lo que tenemos que saber… una cuestión moral…el tiempo del debate se acabó… ha llegado el momento de levantarnos…”

Ningún científico serio o aspirante a científico se atrevería a decir jamás semejantes barbaridades. Esto son cosas de políticos, predicadores o periodistas, pero no forman parte del lenguaje de la ciencia, siempre más precavido y menos tajante y con conclusiones somentidas a permanente verificación y/refutación. El proceso científico nunca puede estar cerrado.

¿Qué le ha pasado a nuestro Al Gore, desde que perdió o le robaron las elecciones a la Casa Blanca, para hacerse fundamentalista de una dudosa causa muy de moda pero en declive?

He buscado algunos artículos de ese “pequeño grupo” de valientes y arriesgados científicos disidentes (que ya son una legión de “herejes”, que no están vendidos a las petroleras, tal como les acusan los calumniadores habituales). Sus argumentos científicos me han parecido apabullantes. Intentaré desmenuzarlos, poco a poco, a partir de ahora, y sobretodo en vacaciones, con el mayor respeto por los creyentes pro-Gore que aún piensan como yo pensaba antes.

Mi primera conclusión es que no hay tal cosa como consenso entre los científicos. Ni siquiera entre los firmantes del Informe IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) de los funcionarios de la ONU hay consenso sobre el alarmismo climático, y mucho menos sobre el poder del hombre para cambiar el clima.

Algunos firmantes del documento de la ONU han pedido que retiren su firma (incluso mediante pleito) y otros científicos disidentes de la corriente principal están perdiendo empleos y fondos y ganando calumnias y difamaciones, como si fueran lacayos de George Bush o de las petroleras. John Christy y Richard Lindzen, firmantes del Informe de la ONU, son claros disidentes y sus nombres no ha sido aún borrados de la lista del «consenso».

La caza de brujas está en marcha y las técnicas de la Santa Inquisición ofrecen a la corriente principal del calentamiento global buenos manuales contra herejes y “traidores”.

Por tanto, quien diga hoy que hay consenso en la comunidad científica mundial, simplemente, miente.

¿Qué diría el profesor Roger Revelle, el maestro que inspiró a Al Gore en Harvard, si levantara la cabeza y oyera hoy las homilías alarmistas de su polémico y aprovechado discípulo? Roger Revelle nunca creyó en el alarmismo del cambio climático y siempre pidió mucha precaución contra acciones precipitadas.

Por lo que he leído hasta hoy, el doctor Revelle, renegaría de Al Gore como de un falso profeta. Revelle pensó que la subida del CO2 traería más beneficios que pérdidas y advirtió del peligro de tomar medidas precipitadas contra el C02, que perjudicarían sobretodo al Tercer Mundo.

En los años noventa, Al Gore acusó a su maestro Revelle de sufrir los efectos de la senilidad y a otros profesores de Harvard de haberlo engañado, por lo que ya tuvo un pleito por difamación. El asesor principal de Gore, como cabeza de turco, tuvo que pedir disculpas públicas por tal difamación.

Las emociones y las creencias fundamentalistas están sustituyendo, desgraciadamente, a la razón y frenando la investigación científica. Y, lo que es peor, los más fanáticos están pidiendo actitudes morales y acciones que pueden ser contraproducentes para el progreso y el bienestar del ser humano sobre la Tierra.

Algunas de esas acciones “morales” pueden ser malas, muy malas, desde luego, para sacar al Tercer Mundo del subdesarrollo y luchar contra el hambre y la pobreza. Son buenas, eso sí, para dar un equivocado baño de virtud a las clases medias, sobretodo a las medias altas, y a algunos intelectuales del Primer Mundo, poco respetuosos con las tradiciones científicas y que tienen muchas otras razones, ajenas al CO2, para sentirse culpables.

¡Qué lástima!

Voy a dar una primera entrega de los científicos, líderes en su campo, entrevistados por el Financial Post, de Canadá, que lo están pasando muy mal por decir lo que piensan en contra de la corriente principal.

Esquema de tabajo:

No hay consenso sobre las causas del calentamiento global:

.

1.- El aumento del CO2 puede ser bueno, malo o indiferente.

¿Es producido por el hombre o es un reflejo del clima de la Edad Media que nos llega con 800 años de retraso?

¿Que fiabilidad tienen las mediciones del CO2 en el pasado?

¿Está manipulado el gráfico de Gore que muestra la evolución de la temperatura como un palo de hockey, muy plano y que de pronto sube de forma alarmante?

2.- Hay otras muchas causas del calentamiento global (radiación solar, campo magnético del Sol, radiaciones cósmicas, ciclos climáticos moderados por variaciones orbitales, variaciones de ejes, tambaleos, explosiones de estrellas lejanas, etc.)

Tampoco hay consenso sobre las consecuencias del calentamiento global:

Para unos pueden ser apocalípticas y para otros, por el contrario, pueden ser muy beneficiosas para el ser humano.

Hay muchos mitos falsos:

1.- Los glaciales se derriten

2.- Los mares inundarán las zonas bajas de los continentes

3.- Aumentarán los huracanes

4.- Aparecerán graves enfermedades como la peste…

5.- Grandes hambrunas

6.- Se extinguirán muchas especies de plantas y animales

7.- Entraremos en una nueva Edad Glacial

Me quedo, para empezar, con estos siete jinetes del Apocalipsis y los iré analizando uno a uno, con datos y citas científicas, siempre que el trabajo, el tiempo y mis jefes lo permitan.

Coletilla para cada capítulo, mientras no se demuestre lo contrario:

El consenso científico sobre las causas humanas y las consecuencias terribles del calentamiento global no existe. Es falso.

(Continuará con numerosas pruebas científicas aportadas por los disidentes, y que abundan ya en Internet…)

No me quiero perder a Nadal