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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¡Viva el calor, muera el frío!

¿Es responsable el hombre del frío que hoy padecemos? ¿Y del calor, tan benéfico para la prosperidad? Los enemigos del calentamiento global ya no saben qué inventar para extender la creencia de que el ser humano –esa hormiguita en el universo- es el responsable principal del cambio climático. ¡Qué soberbia!

La diosa Cibeles adornada con carámbanos. ¡Qué frío!

El frío que estamos pasando estos días me ha llevado a repasar el estado de la ya vieja polémica científica (a veces, seudocientífica, casi religiosa) sobre el papel dominante o irrelevante del hombre (frente a los factores solares, espaciales, orbitales, cosmológicos, físicos, meteorológicos, astronómicos, etc.) en el calentamiento global.

Claro que ahora –con el frío que hace – ya no lo llaman “calentamiento global” sino “cambio climático” y atribuyen estas olas de frío a “los extremos climáticos” producidos precisamente -¿lo adivinan?- por el “calentamiento global”.
¿Por qué se empeñan tanto en combatir el calentamiento minúsculo del planeta (que nadie niega) si, en épocas anteriores, el calor -mucho mayor- ha ido siempre asociado a la prosperidad y al bienestar?

¿Será por dinero?

Lo caliente es bueno, lo frío es malo.

En el frío siglo XIV la brujas eran quemadas acusadas, entre otras cosas, de causar el mal tiempo. O sea, el frío.

Un nuevo estudio europeo de anillos de árboles, publicado por P. Gosselin, el pasado 14 de enero, confirma que las épocas mas calientes conducen a la prosperidad y las frías a la muerte y a la miseria.

Los extremos climáticos, según este estudio, eran mayores en el pasado.

A medida que se van quedando sin argumentos científicos –tras el escándalo del “Climagate”, las deserciones, etc.- los enemigos del calentamiento se agarran ahora al actual deshielo del Ártico como a un clavo ardiendo.

Sobre esto, he encontrado otra joya de la hemeroteca. Se trata del alarmismo generado en 1922 por el diario The Washington Post al publicar una noticia de AP sobre la desaparición del hielo en el Ártico.

La desaparición del hielo ártico en 1922 fue más grave que ahora. El artículo, desde luego, no tiene desperdicio.

Según el Washington Post del 2 de noviembre de 1922:

«El  océano ártico se está calentando, los icebergs se hacen más escasos y  en algunos lugares las focas encuentran con que el agua está demasiado  caliente, según un informe del Departamento de Comercio de Consulafft, en  Bergen, Noruega.

Los informes de pescadores, cazadores de focas y exploradores todos señalan un cambio radical en las condiciones  climáticos y temperaturas sin precedentes, jamás conocidos en la zona  ártica. Las expediciones de exploración informan de que no se ha encontrado  casi nada de hielo en zonas tan al norte como 81 grados y 29 minutos.

Los  sondeos a una profundidad de 3.100 metros muestran que la corriente del Golfo aún está muy caliente. Grandes masas de hielo han sido sustituidas  por restos acumulados de tierra y piedras [de glaciales derretidos], según este informe, mientras en muchos puntos glaciales muy  conocidos han desaparecido por completo.

Nevó ayer en Abla (Almería) cerca de Nacimiento, el pueblo de mi madre.

Muy  pocas focas y ningunos peces blancos se encuentran en el Ärtico del  este, mientras grandes bancos de anchoas y “smelts” (un pescado azul  pequeño) que nunca han llegado tan al norte, se encuentran en los  viejos campos de pesca de las focas.  Dentro de unos años se predice que,  debido a la desaparición del hielo el nivel del mar subirá, haciendo  inhabitable la mayoría de las ciudades costeras.»

Esto se publicó el 2 de noviembre de 1922, a partir de una noticia redactada por la agencia Associated Press.  Esta fue la última vez que  tuvimos una alarma del calentamiento global.  Desde entonces, hemos  tenido una alarma de enfriamiento global, que tambien se desvaneció de los  periódicos, y ahora hemos vuelto de nuevo a la alarma del calentamiento global.  Y no  es que la hipérbole haya cambiado mucho en 88 años…

Hoy  en día, cada acontecimientoo natural notable, cada fluctuación del termómetro, cada inundación o sequía se atribuye al calentamiento  global. Un invierno seco y suave –es el cambio clímatico.  Un invierno nevado y gélido – es el cambio climático.  Calentamientos o enfriamientos históricos, sequías o lluvias,  de todo ello podemos echarle la culpa con confianza al cambio climático.”

(Recogido de The Resilient Earth).

¡Vivir -o leer- para ver! La hipérbole mediática o científica (a veces, seudocientífica, casi religiosa) se repite de manera tan cíclica como los cambios climáticos. No se cómo puedo creerme lo que dicen los periódicos si -como decía mi suegro- los hace gente como yo.


Mirando los gráficos de períodos largos -las temperaturas en los últimos 10.000 años- vemos las distintas épocas de calentamiento todas ellas, por supuesto, con pequeños altibajos.

Si las comparamos con la época actual, observamos que la tendencia general es a la baja.

Hace 2.500 años hacía mucho frío y abundaban las catástrofes. Durante el Imperio Romano hizo calor y hubo prosperidad.

¿Alguien ha visto estatuas de romanos con abrigos y bufandas? Las que yo he visto en Roma o en Mérida van con faldilla corta y sandalias. Hacia el siglo IV volvió el frío. Los bárbaros del norte huyeron espantados hacia al sur de Europa en busca de comida y de …calor.

Cayó Roma y se inició un período altomedieval frío, oscuro y lleno de miseria que se prolongó hasta el siglo IX. Con el nuevo milenio se equivocaron los catastrófistas de milenarismo.

En el siglo X cambió de nuevo el ciclo climático y volvió el magnífico calentamiento global. Los vikingos se extendieron por Groenlandia o Greenland (que significa precisamente Tierra Verde), los británicos tuvieron viñas y ¡vino!, floreció el Camino de Santiago y Europa se llenó de bellísimasa iglesias romáticas y, ya en el siglo XII y XIII, de espectaculares catedrales góticas. A ese periodo se refieren los sabios del clima y los historiadores como el «óptimo medieval». Llaman «óptimo», naturalmente, al calentamiento global.

El frío glacial volvió a Europa, desde 1300 hasta 1850, aproximadamente, acompañado de miseria, hambre, peste, caza de brujas, etc.. Este largo y triste periodo se conoce como «pequeña edad galcial«. Hay multitud de pinturas de paisajes europeos del norte que lo atestiguan.  Y los británicos se quedaron, otra vez, sin viñas y sin vino propio.

¿Qué gran experto en marketing -además del hábil predicador Al Gore– ha conseguido convencer a media humanidad -incluso a la ONU- de que el calentamiento global es malo para el ser humano y que debemos combatirlo? Para mí que ese tipo ha superado, en marketing, al mismísimo San Pablo.

Lawrence Solomon

En mi búsqueda de argumentos contra el frío, encontré una joya divertida (o triste, según se mire) en un diario conservador canadiense. Se trata de un artículo sarcástico de Lawrence Solomon, del 30 de diciembre de 2010, titulado así:

75 científicos del clima piensan que los humanos contibuyen al calentamiento global

Intentaré resumir el artículo.

Los resultados dudosos de una encuesta sobre el «consenso científico» burdamente manipulada, y publicada como creíble por grandes diarios como The New York Times y The Washingotn Post, muestran que el 97% de los científicos están de acuerdo en que los humanos hemos causado el calentamiento global.

¿Y el frío? Dicen que se debe a los cambios extremos consecuencia también del calentamiento global: más frío en invierno y más calor en verano.

¿Cómo han obtenido este consenso abrumador de la comunidad científica con un procentaje del 97 %?

Dos jóvenes entusiastas de Illinois sin credenciales hicieron una encuesta de dos minutos on line, nada científica a 10.257 científicos. Decidieron que los méritos no eran un factor importante y optaron por preguntar a empleados públicos y de universidades, no de empresas privadas.

Excluyeron de su lista a quienes eran propensos a dar importancia al Sol, al espacio, a los cosmólogos, físicos, meteorólogos y astrónomos. Dejaron fuera de la encuesta a la Geología, Oceanografía, Paleontología y Geoquímica. Tampoco tuvieron en cuenta el grado académico de los encuestados: preguntaron a 1.000 sin doctorado y a otros muchos sin master especializado.

La mayoría no contestó a la encuesta. Respondieron 3.146, o sea, el 30,7%. Estas fueron las dos preguntas, a minuto cada una.

1.- ¿Piensa que, desde 1.800, las temperaturas medias has subido, han caido o se mantienes iguales?

2.- ¿Piensa que la actividad humana es un factor importante en el cambio de las temperaturas globales medias?

Practicamente todos -hasta los más escèpticos del calentamiento- piensan que, desde mediados del siglo XIX, la Tierra se está calentado un poco -es un hecho medido y bastante irrelevante, si lo comparamos con series largas de ciclos climáticos. También están de acuerdo en que la actividad humana ha podido tener alguna influencia menor e irrelevante en los altibajos  de las temperaturaas locales o regionales por la desforestación, la agricultura, etc. pero cada vez más científicos niegan que el ser humano juegue un papel importante en el cambio climático.

Pues bien, el 82% de los encuestados respondieron que sí a la 2ª pregunta. Uno de cada 5 no le echa la culpa a los humanos. A los autores de la encuesta les pareció poco y buscaron subgrupos distintos. Eligieron solo a los expertos climáticos que había entre los 3.000 que habían respondido y eliminaron a los demás. Así llegaron a la cifra mágica de 75 de 77 (de cualificaciones desconocidas) apoyaron la ortodoxia.

Si dividimos 75 por 77 nos sale la cifra mágica del 97% a favor de la ortodoxia (¡el consenso!) que se publicó, sin rubor, en la prensa seria de pago. Y se quedaron tan panchos en el New Yok Times y el el Washington Post. Así se escribe la historia. Aceptamos como buenos los datos (manipulados o no) que encajan en nuestro esquema ideológico o religioso y rechamos los que no convienen (sean ciertos o falsos) a nuestros intereres.

——-

PS.1

Para quien quiera profundizar en el debate, ahí va este enlace:

http://www.climatedebatedaily.com/

Se trata de una página web que publica diariamente una larga lista de todo lo que sale en Internet (prensa, revistas, blogs, etc.) en los dos lados del debate climático.  A la izquierda, bajo el título de “Llamadas a la acción”, están los artículos del consenso.  A la derecha, bajo el título de “Voces disidentes”, está la lista de articulos que disienten.  Todos vienen con una linea descriptiva del tema y un link al artículo.

P.S. 2:

Sobre el Cabo de Gata

He visto con retraso algunos comentarios al post de anteayer, refridos al Cabo de Gata, a los que me veo obligado a replicar. Ahí va mi respuesta:

Para Rosa, Antoñico, Pelayo, etc.:
Me gusta polemizar, pero no suelo hacerlo con comentaristas de alquiler. Sin embargo, esta vez, lo hago solo para corregir un error de bulto.
Mi post sobre el libro de Antonio Orejudo “Almería, Crónica personal” ha recibido varios comentarios en los que sus autores coinciden con las mismas palabras -espontáneamente o por encargo de alguien- en que disfruto de “la poltrona del Cabo de Gata”, “un cargo tranquilo y bien remunerado”, mientras hay “más de 4 millones de parados”, etc.
No se si lo hacen por mala fe –“mala gente que va apestando la tierra”, diría Machado- o, simplemente, porque “piensa el ladrón que todos son de su condición”.
Me explico:
El “cargo” de presidente de la Junta Rectora del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar –que recibí como una carga, aunque con entusiasmo y por amor a mi tierra- es todo lo contrario a una “poltrona tranquila y bien retribuida”. Ni es poltrona ni es tranquila ni está bien ni mal retribuida.
Esa carga no me proporciona ni un duro. Todo lo contrario. No me importa, ya que tengo la casa pagada y mis tres hijos criados. Si se refieren a dinero, ese cargo me cuesta dinero, pero me da muchas satisfacciones no materiales.
De mi bolsillo pago los viajes a Almería en avión desde Madrid, la gasolina desde Cuevas, las cañas en El Quinto Toro con los colegas de la Junta Rectora y hasta el sombrero de paja que llevo habitualmente con el nombre del Parque Natural en la cinta y que compré en nuestra tienda de Rodalquilar por 3 euros.
O sea, el cargo/carga no está remunerado para nada. Solo percibo la felicidad que me produce poder ser útil a mi tierra después de haber pasado tantos años fuera de ella.
Presumo que estos comentaristas coincidentes con lo de la “poltrona” no lo entenderán pero así es. Es más, la Junta Rectora que presido es un órganos asesor y no tiene ni un duro de Presupuesto. Por tanto, lo hago gratis, por amor al arte y a la belleza del Parque Natural, porque me apetece y porque me siento en deuda con mi tierra desde que partí como emigrante en los años 60.
De niños, en la Calle Juan del Olmo, solíamos decir: “El que lo huele, debajo lo tiene”.
Y en cuanto a los 4 millones de parados, bien que lo siento. Pero he dedicado muchos años de mi vida (vease mi CV en “de qué va y quien soy”) a crear cientos de empleos muchos de los cuales aún siguen dando trabajo y bienestar a muchos colegas. Y estoy orgulloso de mi lucha personal contra el paro y de crear -como Dios, desde la nada- empresas, diarios, semanarios, programas de televisión, etc, -algunos desgraciadamente sin éxito.
También estoy muy orgulloso de mis clases de Economía Aplicada en la Universidad de Almería a las que nunca falté (aunque tuviera que volar desde muy lejos) y donde los alumnos -el tribunal más exigente que pueda imaginarse- me situaron entre los diez mejores profesores de la UAL. Ese es mi mejor título.
Tampoco fue una poltrona tranquila ni bien retribuida mi plaza de profesor titular de la UAL, a la que, por cierto, ya he renunciado por razones personales qeu no vienen al caso.

Saludos

JAMS

24 Enero 2011 | 14:19


El frío calienta el debate climático
Cumbre mundial de escépticos en Nueva York

No puedo cortar y pegar la página que El País dedica hoy al «calentamiento global» porque se me agotó el saldo y, pese a que lo he ampliado, no consigo acceder a los PFDs de El Pais. Mañana les preguntaré a ver qué pasa.

Mientras, copio y pego la página 29 de El Mundo (gratis) y el texto de la información de elpais.com de hoy que también es gratis.

El Mundo sigue aún en su línea tradicional -la antigua corriente principal- del calentamiento global causado por el hombre.

En cambio, El País, en su página 38 muestra un cambio de tendencia muy relevante, similar al que ocurre, desde este crudísimo invierno, en la cobertura que la prensa occidental de prestigio está dando a lo que ya empiezan a llamar timidamente «debate climático«. Aunque les pone verdes (observen el sesgo del lenguaje), al menos habla de la existencia de «científicos escépticos» sobre el papel del hombre en el presunto calentamiento global. Habla de la Cumbre de Nueva York a la que Aznar no va a asistir, como habían anunciado,acompañando a Vaclav Klaus, actual presidente de Unión Europea.

Hasta hace poco, recordarán que sólo se hablaba del «consenso mundial» y de la «unanimidad de la comunidad científica mundial» (¿?) sobre el papel central del hombre en el calentamiento global. Sólo se citaba, como rara excepción, a unos cuantos «locos«, «apóstatas» o «vendidos a las petroleras» que ponían en duda esta hipótesis (no realidad), por otra parte, jamás demostrada científicamente sino llena de lagunas y puntos oscuros. Bueno, y al pobre físico primo de Rajoy que parecía estar alineado con José María Aznar. La verdad es que, aunque comparta muchas de las dudas que plantea Aznar sobre este asunto, estoy muy lejos de su posición política general. Tanto me sorprendió su cambio de actitud que incluí aquí un post titulado:

«¿Qué me pasa doctor? ¡Coincido con Aznar!»

Me recuerda, al revés, la declaración de Harold Ambler -un escéptico del papel del hombre en el calentamiento global- que votó a Barak Obama. Dijo algo así:

«Voté a Obama, sí, y volvería a votarle mil veces, aunque yo no esté de acuerdo con él en este asunto del calentamiento global».

He observado nítidamente este cambio de tendencia durante mi reciente estancia en Boston (con un frío record nunca visto desde los años setenta).

¿Por qué se publican ahora datos y/o enfoques que antes permanecían ocultos?

El diario liberal The Boston Globe ha publicado artículos de escépticos y el New York Times (del mismo dueño) ya habla abiertamente del «debate climático».

Ya es algo. Presten atención a este (por fin) «debate» ya que promete ser muy sabroso, no sólo desde el punto de vista científico (desde luego, yo no lo soy) sino, sobretodo, desde su nueva cobertura mediática, que es el objeto de este blog.

¿Qué es lo que provoca un punto de inflexión en la cobertura informativa (a favor o en contra) de un fenómeno o de un grupo?

El Pais, a cuatro columnas:

Título:

Cumbre mundial de negacionistas

73 personalidades que minimizan el cambio climático exponen sus ideas en Nueva York

Aznar, estrella de la reunión, excusa su asistencia a última hora

LUIS GÓMEZ – Madrid – 08/03/2009

Se ha terminado acuñando el término «negacionista» a quien discute la gravedad del cambio climático. Porque detractores de la teoría del calentamiento global los hay y difunden sus argumentos en distintos foros, sobre todo en Internet. Esta corriente, llamémosla crítica, celebra este fin de semana en Nueva York una cumbre en la que participan toda suerte de políticos, analistas y también científicos.

La participación del ex presidente causó incomodidad en un sector del PP

Su conclusión es que el desarrollo económico mejora la contaminación

El cartel anunciador del evento, organizado por el Instituto Heartland, muestra los rostros de los 26 más prestigiosos de un total de 73 conferenciantes. Diríase que son, de alguna manera, los líderes del negacionismo, término que les molesta (prefieren el calificativo de escépticos). Hasta hace escasamente unos días, la figura más relevante era José María Aznar. Pero se ha caído del cartel en el último momento.

El Gobierno de Bush apoyó activamente a los escépticos

El Instituto Heartland estaba muy orgulloso de contar con Aznar. Tanto, que figuraba como actor principal en el cartel, por delante incluso de Václav Klaus, presidente de la República Checa y presidente de turno de la UE. Para tener Aznar la condición de ex presidente, su valoración era muy alta, lo cual hace suponer que se esperaba mucho de él. Sin embargo, Aznar no aparece ya en el cartel. Ha sido una retirada de última hora que no explican ni la organización ni el entorno del ex presidente. «Los problemas de agenda» no parecen excusa suficiente para una participación largamente publicitada. Otras instancias aluden a la incomodidad que le producía al PP su presencia en este acto.

Aznar ha sido uno de los últimos políticos en incorporarse a esta corriente, cuyos orígenes datan de 2000. Nacida en EE UU, promovida por fundaciones, institutos y think tanks de ideología neoconservadora, no parecía haber tenido suerte en su intento de sembrar raíces en Europa. Ciertamente, los principales partidos conservadores europeos, buena parte de ellos en el poder, no sólo no discuten la necesidad de promover políticas medioambientales sino que en algunos casos se han mostrado especialmente activos en esta materia.

Salvo algún caso aislado, como el de Václav Klaus, dirigentes de primera línea (Sarkozy o Merkel entre los más destacados) están lejos de discutir el cambio climático. Ni siquiera el siempre sorprendente Berlusconi ha criticado abiertamente el Protocolo de Kioto. Para remate, la llegada de Obama ha significado un evidente cambio de política en la capital de los escépticos.

Critican que el ecologismo sea considerado como una nueva religión

Esté o no Aznar, la cumbre es un hecho. El argumento de quienes discuten el cambio climático critica el rigor científico con el que están elaboradas algunas predicciones «catastrofistas» tamizado por un barniz ideológico: los negacionistas critican la existencia de una idea dominante (el ecologismo) que debe ser obedecida como si fuera una religión, de tal forma que quien la discuta es enviado al averno. Comparan a los críticos con los librepensadores y al resto como absolutistas o fascistas. Ése es su juego.

Y como ejemplo, algunas de las frases estelares de Aznar: «Muchos campeones de la idea del apocalipsis climático nada tienen que ver con la ciencia. Es algo más, es como una nueva religión que condena a la hoguera pública a todo aquel que critique las previsiones y las alarmas». O cuando señaló que cierto ecologismo «restringe la libertad individual en nombre de una noble causa… como hicieron los comunistas». Comparar el ecologismo con lo peor del comunismo fue un flaco favor al PP, máxime cuando la esposa de Aznar, Ana Botella, es concejal de Medio Ambiente en Madrid.

El final del mandato de Bush no ha sido una buena noticia para los escépticos, puesto que fue su Gobierno el que más cooperó en la difusión de estas teorías críticas. A falta de apoyo oficial, sus militantes se han ido integrando en torno a numerosas instituciones privadas. Una de ellas es el Instituto Heartland, criticado por financiarse con fondos procedentes de las compañías petroleras, con la misma ausencia de pruebas con que los escépticos acusan a Al Gore de estar financiado por intereses privados y de haberse montado un enorme negocio alrededor de su campaña ambiental.

El cruce de acusaciones tuvo su momento crítico en 2005, cuando el diario británico The Guardian publicó que algunas fundaciones ofrecían 10.000 dólares a todo aquel que se mostrara crítico y fuera capaz de escribir un artículo manteniendo su posición. En su defensa, los escépticos argumentan que aquel científico que critique el cambio climático es represaliado con la pérdida de subvenciones públicas.

Entre los líderes de los negacionistas está el danés Bjorn Lomborg, director del Instituto Medioambiental de Dinamarca, autor de El ecologista escéptico. Sostiene que la mano del hombre no sólo no ha empeorado el clima, sino que lo ha mejorado. Pone como ejemplo el aire que se respira en Londres, si se comparan las cifras actuales de contaminación con las de hace 400 años. La conclusión es que el desarrollo económico mejora el planeta. Por tanto, hay que defender la libre economía de mercado.

Igual tesis sostuvo en España hace tres años el abogado conservador nortamericano Christopher Horner: «Con la base de un modelo falso, no es momento de poner a nadie en riesgo de perder el empleo». Horner visitó FAES (que preside Aznar) y asistió a la inauguración del Instituto Juan de Mariana, las dos instituciones que acogen a los negacionistas españoles.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en el que participan 3.500 científicos y cuyos informes son avalados por los Gobiernos de Naciones Unidas, considera que con más de un 90% de probabilidades se puede decir que el cambio climático es responsabilidad del hombre por la quema de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo.

FIN

He repasado varias webs a favor y en contra de las distintas hipótesis sobre el «debate climático» y me propongo copiar y pegar aquí los enlaces y algunos comentarios.

Pero eso será en los próximos días. Ya es hora de cenar y he preparado unos filetes de caballa en escabeche que están para chuparse los dedos.

«El calentamiento no existe», dice el amigo de Aznar

El titular de El Mundo de hoy a la entrevista que le hace a Vaclav Klaus, el amigo checo de Aznar, tiene reminiscencias religiosas.

Bastaría con que cambiaramos la palabra «calentamiento» por «Dios» para comprender muchos aspectos acientificos del debate mundial sobre el CO2 y el papel relevante o ridiculo del hombre en el presunto calentamiento del planeta Tierra:

«Dios no existe, es solo una teoria discutible»

El presidente checo y proximo presidente de la Union Europea, Vaclav Klaus, ha sido una de las malas compañias que han llevado a Aznar por el camino polemico, aunque razonable, del primo de Rajoy. De hecho la Fundacion FAES, que preside Aznar, ha publicado el libro de Klaus.

¿Habrá divorcio Botella-Aznar por culpa del CO2?

No lo quiera dios, pero la disidencia matrimonial acerca del papel del hombre (relevante o ridículo) en el aumento o disminución del CO2 podría dar al traste con el matrimonio Aznar-Botella.. Las declaraciones públicas sobre este espinoso asunto enfrentan claramente las posiciones del ex presidente del Gobierno, José María Aznar, con las de su aún esposa, Ana Botella, consejera de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid.

El diaro El País ha puesto desinteresadamente de manifiesto estas diferencias matrimoniales en su página 31 de hoy (primer y último párrafos). Afortunadamente, mi mujer y yo hemos crecido juntos en el escepticismo ante los dogmas religiosos del calentamiento global. Fuimos creyentes por un tiempo (y de buena fe) y nos delcaramos apóstatas casi al mismo tiempo. (Ella antes, pues domina el inglés y la documentación científica mejor que yo). Pero ¿qué será ahora de Ana Botella, luchando sola en su casa contra el aumento del CO2 sin que su escéptico marido, José María Aznar, le eche una mano en tan descomunal batalla?.

Esto tiene muy mala pinta y puede acabar como el rosario de la aurora.

Por otra parte, esta disidencia medioambiental Botella-Aznar o Aznar-Rajoy, que sitúa al primero, presidente de de honor del PP , muy lejos del segundo, presidente ejecutivo del PP, pero muy cerca, en cambio, de su primo, el catedrático de Física, puede puede traer cola en el seno del Partido Popular y en su propio ideario.

No nos viene mal una cierta disidencia refrescante dentro del PP acerca de estos asuntos estratosféricos. Les envidio. Ojalá hubiera una mínima disidencia también dentro del PSOE acerca del papel (relevante o ridículo) del ser humano en el aumento o disminución del CO2. Ya me gustaría. Pero eso, en varios años, no lo verán nuestros ojos. Como diría José Martí:

«Conozco al monstruo, porque viví en sus entrañas».

La izquierda (PSOE, IU, ERC, etc.) es muy obediente y está unida, por las razones equivocadas (como en el caso de Aznar), contra el pobre CO2.

¡Ay de aquél izquierdista que se atreva a disentir en público de la línea oficial!

¿Quién será el primero, dentro del PSOE, que se atreva a decir que el emperador va desnudo?

Afortunadamente, este blog lo leen pocos creyentes anti-CO2. Pero si se diera el caso de que fuera leído, quizás por casualidad, por inquisidores como Fernando Moraleda, (lean lo que dicen, más arriba, en la columna de El País) estaría perdido.

Mis amigos del PSOE -que son muchos- podrían retirarme el saludo en público, para no ver su carrera comprometida por su proximidad a un apóstata del dogma del sagrado calentamiento global provocado -¡que más quisieramos!- por el pobrecito ser humano.

Como he visto casi unanimidad en los grandes titulares de la prensa de pago sobre la crisis -y no hay nada más aburrido que la unanimidad- me ensañaré un poco más con los fieles devotos que luchan, de buena fe y a brazo partido, contra el aumento del CO2.

Voy a pedir a mi chica -que es una sabia del Club de Roma– que me aparte algunos enlaces de los científicos izquierdistas del mundo que ya han mostrado públicamente su disidencia (en inglés, claro) con la línea oficial del profeta Al Gore y sus discípulos.

Si puedo probar que muchos sabios progresistas extranjeros me han precedido en esta pequeña disidencia sobre el papel del CO2, quizás podría conservar el saludo de mis amigos eco-fundamentalistas de izquierdas, sin que tuvieran que arriesgar su pellejo (y el mío) en la hoguera.

Hay herejes de izquierdas. ¡Vaya si los hay! Y van en aumento.

Comprendo que, en materia de fe, es muy difícil cambiar de opinión únicamente porque los tozudos hechos, probados o puestos científicamente en duda- contradigan al dogma. Eso es otro cantar y solo el tiempo (como en el tiento: «dale tiempo al tiempo…») lo cura todo.

Ya se que es dificil reconocer que se mantiene una postura firme cuando los hechos empiezan demostrar que es errónea. En esos casos, lo mejor es cambiar de postura, hacerse el sueco o dejar pasar el tiempo y olvidarse del asunto hasta que la mayoría haya abjurado del viejo dogma.

Ahora mismo, van aumentando las voces heroicas que se atreven a contradecir en público al falso profeta Al Gore .

Recomiendo a estos dos disidentes izquierdistas: uno del diario The Guardian (inglés) .

El otro de The Nation (EE.UU.).

Ambos son emblemáticos de la izquierda progresista. Tengo otros dos famosos de la izquierda mas radical de Canadá. Ambos son profesores universitarios. El de Truth or Dare es profesor de Física (como el primo de Mariano Rajoy) y el segundo, profesor de Historia de la Ciencia. Básicamente disienten científícamente de todo el dogma, punto por punto, y creen que es un entretenimiento para las clases medias para sentirse bien y una distracción muy cara e inútil de los verdaderos problemas del mundo, de las causas tradicionales de la izquierda de siempre: la injusticia social, el hambre, el Tercer Mundo, etc. Estos dos últimos son muy radicales, para mi gusto, y utilizan el lenguaje tradicional de la izquierda. David Noble escribe sobre Regresión en la Izquierda.

Tambien escribe sarcásticamente sobre el CO2

Mientras tanto, muchos siguen con el paso cambiado, fieles al viejo catecismo. Y algunos científicos temen cambiar publicamente de opinión para no perjudicar la financiación de sus proyectos o por simple miedo al vértigo que produce disentir de la que aún consideran corriente principal.

Me atrevo a decir, con todo el respeto, que la ola de frío que nos invade en el planeta puede ser una señal del cielo para poner a prueba la vieja fe en el calentamiento global falsamente provocado por el presunto aumento del CO2 que emite el ser humano.

La ola de frío actual sobre la Tierra sería providencial para dejar en ridículo a los enemigos del falso apocalíptico calentamiento global. Pero, aunque se calentara un poco más la Tierra (cosa que no está ocurriendo) ¿qué tendría de malo? El calor siempre ha sido más benéfico para el ser humano qeu el frío. Ahí está la historia de la Humanidad para probarlo.

¿Ha visto alguien una estatua de patricio, cónsul, centurión o césar romano con botas, abrigos y mantas?

Van casi desnudos (y no sólo por seguir el canon griego de la belleza) sino porque vestían con fadillas cortas, sandalias y apenas una sábanas para estar frescos y vencer el calor de aquellos gloriosos siglso de calentamiento global y progeso. Luego vinieron los bárbaros del Norte, huyendo precisamente de las hambrunas provocadas por el enfriamiento global.

Los inquisidores del PSOE , como Moraleda, deberían pensarselo dos veces antes de acometer contra los gigantes del enfriamiento global que se nos viene enc¡ma por todo el planeta sin que el pobre ser humano tenga poco o nada que ver con ello. (En 1975 y 1976, tanto Newsweek como Time publicaron portadas tremendistas alertando del daño que iba a producir el «enfriamiento global de la Tierra y el presidente Carter creó una Comisión para estudiarlo … ¡y prevenirlo!)

Otra posición intermedia, entre los fanáticos de uno y otro extremo, es no hacer nada hasta que científicamente se haya podido demostrar algo palpable. En caso de duda, creo que es mejor seguir investigando sin maltratar innecesariamente a la madre Naturaleza.

Recuerdo ahora que si todos los países del mundo cumplieran al 100%los compromisos del Protocolo de Kioto para rebajar el CO2 en la atmósfera, la temperatura de la Tierra bajaría un 0,1ºC en cien años.

(Encontré el documento sobre el Protocolo de Kioto. Copio y pego).

Según el Protocolo de Kioto, la implementación total del protocolo por parte de todas las naciones participantes reducirían las temperaturas en el año 2100 meramente en un 0,14ºC. Eso es sin mencionar los miles de millones de euros y las privaciones que costarían a los contribuyentes el tener que cumplir con este protocolo.

Ya sabemos que los grandes países (EE.UU., China, India) y los paises pobres con derecho al desarollo incumplen todo lo acordado en Kioto. Se ha hecho poquísmo esfuerzo para cumplirlo.

No obstante, en un solo año, sin hacer prácticamente nada, la temperatura media mundial ha bajado -0,6ºC. Es decir, casi tanto como había subido en los últimos cien años. Con estos datos, ¿para qué sirve el Protocolo de Kioto ahora?

¿Donde está el papel del hombre-hormiga en estos cambios planetarios tan dramáticos?

Ana Botella ¡ríndete y acércate a José María Aznar!

Tu marido puede estar en lo cierto, contra los fanáticos anticalentamiento global, aunque sea por las razones equivocadas.

Ya sabemos que Aznar se opone a lo que él llama el «totalitarismo ecologista» porque es ultraliberal y no quiere órdenes ni planificaciones de nadie. Faltaría más.

¿ Lo recuerdan?

¿Quién es el Gobierno de turno capaz de decirle a Aznar si tiene o no que beber vino, hasta emborracharse, para poder conducir un coche?

Si no hace caso a las recomendaciones del Gobierno ni de la Dirección General de Tráfico , ¿quiénes son los «ecologistas totalitarios» para decirle a Aznar cuanto CO2 puede expulsar a la atmósfera cuando juega al padel?

Por cierto, esto del CO2 no tiene nada que ver con los agentes contaminantes de la atmósfera ni con la basura ni con el reciclaje ni con la desforestación ni con el urbanicicio del paisaje ni con el amor a las especies vivas o a la Naturaleza. En todo eso, yo soy un perfecto ecologista convencido y hago mis deberes como un buen ciudadano preocupado por el Medio Ambiente. Lo de la lucha contra el CO2 es una coña marinera, convertida en dogma de fe, sin suficiente base científica, con gran éxito mediático (que es por lo que me interesa y transtorna), que está dando lugar a la compra-venta de «indulgencias» entres los países ricos y pobres y sirve de maldita excusa para distraer recursos escasos de los retos más graves que tiene planteada la HUmanidad: el hambre, las enfermedades curables, la educación , la vivienda, etc. etc.

Me apena enormemente el desperdicio de sentimientos nobles y solidarios que se están desviando inutilmente de los retos básicos del ser humano hacia esta gilipollez del CO2 que escapa tanto a la voluntad como a las posibilidades reales de influencia y a la soberbia religiosa (fanática) del hombre.

Me consta que muchas personas nobles han creido el mensaje anti-CO2, de buena fe, como yo mismo desde hace tiempo. Pero me suele pasar -y perdón por la inmodestia- como a lord Keynes que decía:

«Cuando cambian los hechos, yo cambio mi opinión. ¿Qué haces tú?»

Esto suele ocurrir cuando hay una mente abierta, un respeto cartesiano por la duda misma y una cierta curiosidad científica por describir o explicar la realidad a través del uso de la razón.

Es imposible, en cambio, cuando hablamos de fe y de creencias donde la razón pinta muy poco.

¿Qué importa que cambien los hechos si las creencias están basadas en dogmas de fe inmutables y no en experiencias científicas verificables?

Cada uno puede creer lo que quiera. Faltaría más

Huyendo del falso calentamiento global, mañana me voy por unos días a pasar frío a Estocolmo. Por si acaso, me haré un poco el sueco.

Hasta la vuelta.

21/09/08 Estoy en Estocolmo y veo que algunos comentaristas me piden -con razón- que identifique las fuentes de los datos sobre cambios de temperaturas en la Tierra.

Ahí van:

La fuente para la bajada de temperatura es :

World Temperatures according to the Hadley Center for Climate Prediction y mide de enero,2007 a enero, 2008 – de invierno a invierno. http://www.dailytech.com/Temperature+Monitors+Report+Widescale+Global+Cooling/article10866.htm de la web científica http://www.dailytech.com.

Además, las cuatro agencias mas importantes de seguimiento de temperaturas medias del planeta ((Hadley, NASA’s GISS, UAH, RSS) dan cifras semejantes que varían de -0,65 – 0,75), valores equivalentes a todo el calentamiento registrado durante los últimos 100 años. Y todo en un año. De las cuatro fuentes (oficiales, universitarias, centros de investigación meteorológicos) es el cambio de temperatura mas rápido jamás registrado en un sentido u otro (hacia arriba o hacia abajo). Es espectacular y apenas ha aparecido en la prensa.

Aqui tenemos los gráficos de las cuatro fuentes http://wattsupwiththat.wordpress.com/2008/02/19/january-2008-4-sources-say-globally-cooler-in-the-past-12-months/

(El científico que compiló estas fuentes (segundo artículo adjunto) comenta que no se puede hablar de «el borrado completo» del calentamiento de los últimos 100 años, pero si dice que «es una anomalía de gran magnitud y coincide con otra evidencia anecdótica. Es curioso, es extraordinario, es grande, es inesperado, pero no ‘borra’ nada.» Entiendo que no se puede comparar la media de un año con la media de cien, digo yo, ni de «borrados» o «eliminación» del calentamiento pero si decir que es «equivalente» a la subida a lo largo de 10 años. Alterará la media de los últimos 10 años -desde 1998, año Niño, aun mas a la baja. Desde luego, si hubiera sido al revés – un calentamiento- estaríamos escuchando el fin del mundo por parte de los alarmistas.

De haber sido así, estaría en todas las portadas del mundo. Como la realidad contradice las teorías de los alarmistas del calentamiento global por CO2, éstos tratan de ocultar la realidad, descubierta por algunos científicos, en lugar de aceptar los nuevos datos y revisar sus teorías.

¿Qué me pasa, doctor? ¡Coincido con Aznar!

No se qué pensar. Esta mañana he recibido algunos correos y SMS de amigos que, más o menos, venían a reirse de mi por mis viejos comentarios en este blog acerca de la escasa influencia del hombre en el cambio climático. El 15 de junio, sin ir más lejos, me sorprendía yo del frío que estábamos pasando y los calentadores globales hacían oídos sordos a la realidad. Al leer la noticia sobre Aznar y el cambio climático, que copio y pego de El País de hoy, me han escrito lo siguiente:

«Ja, Ja, Ja, piensas como Aznar sobre el cambio climático»

Ante tamaña provocación -y pese a que tengo un poco abandonado este blog por culpa de la crisis, o sea, por la caída de ingresos y la consiguiente reducción de gastos- me he lanzado a leer El País en español y en inglés.

Estoy sorprendido. Nunca pensé que llegaría a coincidir con José María Aznar en nada que tuviera relación con el sentido común. Sin embargo, celebro que el peor presidente de la historia de España (sobretodo, en mi opinion, porque me despidieron de TVE bajo su mandato) haya decidido publicar y presentar el libro del presidente checo, Vaclav Klaus, sobre el cambio climático.

En este asunto, Aznar se pone al lado del primo de Rajoy y discrepa de su viejo amigo y compañero de invasiones, George W. Bush, que hace tiempo se pasó -no sabemos por qué- al campo de los profetas del calentamiento global provocado por el hombre.

Estoy tan confundido que, en este asunto, ya no se ni siquiera quienes somos los nuestros.

Saludo y doy la bienvenida a José María Aznar al bando de los escépticos sobre el papel del ser humano a la hora de influir en el clima del planeta.

Ya he criticado bastante en este blog al profeta Al Gore

Voy a releer lo que escribí aquí mismo el verano y otoño pasados:

1.- Anti-Gore V: Rajoy se rajó

2.- Anti-Gore IV: Rajoy y su primo van al infierno

3.- Anti-Gore III: Falso consenso. Los científicos disienten.

4.- Anti-Gore II: ¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos

5.- Anti-Gore- I: ¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho

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Algunos de estos capítulos, creo recordar, los escribí mucho antes de que hablara el catedrático de Física primo de Rajoy.

Por lo que he leído hoy en El País, creo que Aznar tiene razón pero «por las razones equivocadas» (“for the wrong reassons») Pienso que Aznar sólo ha podido llegar a estas conclusiones desde que aprendió inglés. Y diré más: aunque suene a risa, cuando la izquierda española sepa algo más de inglés, y lea lo que se publica en esa lengua, estoy seguro de que cambiará de opinión sobre el papel del hombre en el calentamiento global. Reconozco, por tanto, que estamos pésimamente informados en español sobre lo que se está debatiendo en el mundo científico acerca de este polémico (y casi religioso) asunto.

¿El mundo se enfira? ¿donde está mi anorak de plumas?

En inglés, desde el primer momento del debate sobre el calentamiento global (ahora, con el frío que viene, le llaman finamente «cambio climatico«) ha habido numerosos disidentes, aunque bastante silenciados por la prensa. Unos están dentro del campo de la industria petrolera/energético/minera, defendiendo los intereses de sus empresas, y otros cientificos simplemente no están convencidos con los datos disponibles.

Los científicos independientes escépticos fueron rápidamente difamados, como pertenecientes a la banda de negadores. Incluso les llamaron «negacionistas» recordando a los que niegan el Holocausto de de Hitler contra los judíos. También les apuntaron, sin pudor, al bando de los lobbies de la industria energética o de los “think tanks” relacionados con el partido republicano de Bush. Fueron equiparados, como digo, a los que niegan las matanzas de los nazis. Disentir significaba el beso de la muerte, a la hora de conseguir fondos para investigar el tema en las universidades y fundaciones.

Pero, a pesar de la postura “políticamente correcta”, unos científicos díscolos siguieron levantando dudas y algunos pidieron que se quitaron sus nombres del IPCC de la ONU (sin éxito). Hubo caza de brujas y puestos de trabajo perdidos.

Una búsqueda de libros en Google o en Amazon en inglés bajo las palabras “Global Warming” o “Climate Change” nos da una larga lista de libros a favor y en contra de la teória PC (políticamente correcta) de científicos y de columnistas (periodistas).

Klaus fue entrevistado en el Financial Times hace 2 años y causó un gran debate en los foros abiertos del periódico. Numerosos fenómenos o descubrimientos fueron “under reported”, es decir, infravalorados u ocultados por la prensa de información general, ecologísta o progresista. Sin embargo, en la prensa de derechas o económica ha habido más debate y más información: Wall Street Journal, Financial Times, Economist, etc.)

Con la llegada del frío parece que se ha abierto la veda de atreverse a levantar dudas razonables sobre el evangelio del calentamiento global. Sobretodo, tras un año record de enfriamiento global de -0.6ºC, reconocido por la NASA, aunque escasamente divulgado. Este enfriamiento es casi el equivalente al calentamiento de +0,7º C producido en los últimos 100 años, según el Informe de IPCC de la ONU.

O sea, se ha enfriado la Tierra en un año casi tanto como se había calentado en todo un siglo.

Si hubiera ocurrido al revés, es decir, si el mundo se hubiera calentado +0,6ºC en vez de enfriarse, todos los periódicos estarían ahora pronosticando el fin del mundo en un Apocalipsis al vapor.

Esta web «dailygalaxy.com» está asociada a la respetada Reuters aunque los blogueros científicos llevan tiempo tratando este tema. Las publicaciones científicas prestigiosas ya lo han publicado.

Pero este enfriamiento prácticamente ha pasado desapercibido en la prensa mayoritaria mundial. Ni siquiera es noticia y los acólitos del calentamiento global atribuyen este enfriamiento a “anomalías y excepciones” y advierten que los políticos no deben relajarse en la lucha contra el calentamiento por esta pequeñez.

Incluso en un artículo de esta web, cita a un cientifico que todavía se agarra a la teoría de las “anomalías.”

«Si crees que un enfriamiento global de 0,6ºC es una anomalía, pues ya puedes creer cualquier cosa si tienes fe», dijo otro.

El dato tiene a los científicos volviendo a sus modelos, intentando explicar el fenómeno. Incluso en las publicaciones científicas, como Science y Nature (antes totalmente a favor del supuesto consenso – consenso que nunca existió) las cifras del consenso de 99% de la peli de ciencia ficción de Al Gore eran simplemente falsas.

Lo más “ignorado” por la prensa es el debate entre astrofísicos y su preocupación por el nuevo ciclo solar en el que estamos entrando y que puede traer un enfriamiento muy duro de varias décadas. Incluso, según algunos alarmistas, podría precipitar una “mini edad glacial” de cientos de años.

Es un ciclo solar de casi cero manchas solares que tiene muy preocupados a los astrofísicos y que no ha ocurrido desde hace cientos de años. La manchas solares son tormentas magnéticas gigantes en nuestro Sol (se ven como manchas oscuras sobre la superficie del sol porque son zonas más frías) que aparecen en ciclos de una media de 22 años, aunque pueden durar mucho menos o mucho mas. (Esto me lo ha contado mi chica, Ana Westley, que está muy al día)

Mañana buscaré los enlaces científicos.

Los ciclos de muchas manchas están asociados a ciclos de temperaturas más benignas – calentamiento- y los ciclos con pocas manchas al revés – enfriamiento. El último ciclo solar mínimo, conocido como el Mínimo Maunder, ocurrió en medio del período conocido como “La Pequeña Edad de Hielo” (1350-1850 más o menos).

Las razones de esta asociación del clima con los ciclos solares no están del todo comprendidas por los científicos –ni hay acuerdo entre ellos- aunque se cree que las tormentas magnéticas de los ciclos de muchas manchas nos protegen de la radiación cósmica del espacio, de alguna forma, quizás precipitando una mayor cobertura de nubes (que reflejan el Sol, devolviendo parte de su calor al espacio), en especial sobre los océanos. Tampoco se sabe si este ciclo que viene tendrá las consecuencias tan terribles como las que tuvo el último mínimo solar, o si las manchas empezarán a volver en los próximos años. El ciclo ha coincidido con el año en que la temperatura global ha dado un notable bajón (que la prensa ignora).

Ignorada también por la prensa fue la denuncia de un canadiense que descubrió hace un año un error en las estadísticas de la NASA sobre las temperaturas mundiales. El error prácticamente elimina el calentamiento global desde 1900. NASA, reconoció el error, lo que le honra,y publicó las correcciones QUE NO FUERON RECOGIDAS EN LA PRENSA.

Con la tabla corregida, 1998 pierde su puesto como el día más caliente del siglo para pasar a ser el número dos. El número uno ocurrió en los años 30. El resto de las temperaturas record están aleatoriamente distribuidas a lo largo del siglo, impidiendo ninguna conclusión clara. Unos insisten que que hay un ligero calentamiento. Pero sí se puede ver el enfriamiento global desde 1998 (año de El Niño) de casi un grado.

Las estaciones de mediciones de las temperaturas de todo el mundo durante todo el siglo pueden no ser muy fiables, especialmente las del Tercer Mundo, y sobre los océanos. De hecho, tras el colapso de la Unión Sovietica se perdieron numerosas estaciones de medir temperaturas (muchas en Siberia). Tambien muchos puntos de mediciones (aeropuertos, por ejemplo) han sido engullidos por ciudades, que son islas de calor que no reflejan las temperaturas reales de la zona y de las capas altas del atmósfera, donde se acumulan supuestamente los gases de invernadero.

Hay un artíuclo interesante de un ex contable de emisiones de carbono de Australia, del equipo oficial para vigilar el cumplimiento del protocolo de Kioto. Llevan años midiendo las capas altas de nuestra atmósfera, buscando “el sitio caliente” de la acumulación de gases de invernadero. No lo han encontrado. Antes se le consideraba un “alarmista” que creía en el calentamiento global porque la evidencia de entonces, aunque no concluyente, parecía lo suficientemente justificada para tomar acciones. Ahora dice que han salido muchas otras explicaciones y teorías y ya no cree en la doctrina de que las emisiones de C02 estén detrás del calentamiento. Hay otras causas. Sin pruebas convincentes –no modelos de ordenadores, que meten los variables que quieren para producir el resultado deseado-, piensa que la limitación de emisiones de carbono causa demasiado daño económico, sin una eficacia comprobada. Se ha convertido en un apóstata.

En los últimos días años, las emisiones de C02 producidas por los humanos han aumentado exponencialmente a pesar del protocolo de Kioto. (China, India, EE.UU.). Sin embargo, la temperatura mundial ha bajado casi un grado.

Otro descubrimiento de la NASA , que no salió en la prensa, fue el descubrimiento hace 5 o 6 años de un “Pacific C02 vent”, una “chimenea” de escape de C02 que lleva el exceso de C02 a la estratosfera. Los océanos producen el 98% del C02 del mundo; el hombre solo produce una fracción pequeñisima dividida entre todos los seres vivientes de la Tierra, los volcanos, etc. Cuando el océano se calienta por encima de una temperatura determinada, el C02 que produce se sale literalmente de la Tierra por esa misterioso “chimenea.”

Pero las teorías o debates científicos raramente llegan a la prensa. Ahora no les queda más remedio que reconocer el drástico enfriamiento mundial ya confirmado. Hasta los comunistas de Newsweek, revista “progre” que ha denunciado ferozmente a los “negacionistas” del cambio climático, ya reconoce que las pruebas de las emisiones de C02 causantes del calentamiento ya no son tan convincentes. (Tengo muchos artículos, cuyos enlaces buscaré mañana)

El enfriamiento ha desconcertado. Les ha pillado con el pie cambiado

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Evans (el apóstata australiano) cita una frase de Lord Keynes:

“Cuando cambian los hechos, cambio mi opinión. ¿Vd. qué hace?”

Primero, hay que tener en cuenta que el record geológico de la Tierra es un registro de cambios climáticos. Los ciclos de calentamiento y enfriamiento en nuestro propio Holoceno (los últimos 11.000-12.000 años desde la última glaciación) son meramente variaciones normales dentro de un equilibrio. Los políticos, sacerdotes y acólitos de la lucha contra el calentamiento global han manipulado esta información para atacar otro tema ecologista, fundamentalmente no relacionado, como es nuestro consumo desenfrenado de recursos energéticos no renovables y nuestra dependencia del petróleo. Esa es otra cuestión.

Se confunde la batalla contra el cambio climático –como si pudiéramos pararlo por dejar de pecar- con otras banderas ecologistas: deforestación, desertificación de terrenos agrícolas por el mal uso de recursos de agua, contaminación, polución, reciclaje, hambre en el Tercer Mundo, hambrunas, etc.

Algunos dirigentes ecologistas incluso han regañado a científicos de prestigio por dar a conocer algunos datos no convenientes porque siembra dudas y desmotiva a la gente en la lucha ecologista en general.

Hya muchos ejemplos de asunto infradivulgados (“under reported”):

Mientras que ha disminuido una parte del hielo del Artico (el año pasado casi se recuperó lo perdido), el hielo crece en la Antártida. Crece el el 97% del continente antártico, pero ha disminuido en la peninsula mas al norte que se acerca a Chile y Argentina. Los pingüinos de la Antartida han anidado 2 semanas antes de tiempo el año pasado, indicando el mayor enfriamento.

No hay mas huracanes y tormentas que la media durante el siglo pasado. Esto lo ha dicho el IPCC de la ONU bajo presión de los meteorólogos firmantes. Es falsa la idea, muy extendida y repetida en la prensa, de que el calentamiento global trae mas huracanes. Lo dice el IPCC. Es más, en epocas frias si que hay mas tormentas y huracanes porque los trópicos no cambian de temperatura. Las tormentas se forman cuando el aire caliente choca con el aire frío de las zonas templadas y del norte. Cuanto mayor es el diferencial, mas violenta es la tormenta. Es física de bachillerato.

El calentamiento global no produce la desertificación. Cuando hay calentamiento, hay mayor humedad y mas precipitación. La deforestación sí produce la desertificación y puede producir cambios locales al cambiar la precipitación.

Las pérdidas de cosechas cítricas (en California) debido a la escarcha y al hielo prematuro aparecen en las páginas de economía. Si se pierde una cosecha por el calor o la sequía, se atribuye al cambio climático y se da en grande y en primera página.

Los osos polares del este de Canadá están en fase de superpoblación – lejos de estar en peligro. Los grupos indígenas están presionando al Gobierno para levantar la veda, puesto que ya amenazan sus aldeas. El gobierno de Canadá había limitado las cuotas de caza de focas (su principal comida) y la población se redobló al recuperar su presa, como suelen hacer los predadores carnívoros. Los osos polares pueden nadar hasta 100 kilómetros sin problemas. Han sobrevivido épocas anteriores de calentamientos globales (El óptimo medieval de 850-1350, en épocas romanas, etc.).

La prensa solo informa de la situación de la población de osos polares de Alaska que han disminuido ya que el hielo ártico sí ha disminuido allí, aunque ahora se cree que es debido a un ciclo de vientos y corrientes –de 30 años de duración- conocido como el Ciclo de Oscilación del Océano Norte del Pacífico.

El hielo del Artico norte está volviendo. La prensa informa que está desapareciendo. Aunque todavía queda una zona de gran deshielo en la zona pacífica (norte de Alaska), está volviendo por el resto. He visto mapas de satellite de NASA que empiezan en el año 1979. Se pueden comparar fechas desde entonces. Por ejemplo, el el 5 de julio de 1980 y 5 de julio de 2008 se ven casi iguales en volumen, aunque se nota todavía la falta de cobertura de hielo en la zona Pacífico Norte.

En febrero del año pasado, un equipo de la televisión estatal CBC (Canadian Broadcasting Company) inició un reportaje sobre la desaparición del hielo ártico. No pudieron hacerlo porque había demasiado hielo y no pudieron llegar.

No se mencionan en la prensa otras causas del encogimiento del hielo ártico de la zona al norte de Alaska. Han salido varios artículos en publicaciones científicas atribuyéndolo a la acumulación de hollín (procedente de la contaminación de China e India) que derrite el hielo en vez de reflejar el sol. Otros lo atribuyen a ciclos de vientos, corrientes marinas del Pacífico, La Niña, etc.

Las imágenes del hielo artíco por satélite solo existen desde 1979. No sabemos cómo era en épocas anteriores puesto que no hay fuentes fiables. Se sabe, sin embargo, que los vikingos noruegos navegaban los mares del norte desde el siglo IX, descubriendo y colonizando Islandia y Groenlandia. Llegaron hasta Canadá.

Las colonias vikingas desaparecieron con el cambio climático cuando los fiordos de Groenlandia, muy aislados del continente europeo, se helaron.

Los glaciares de Nueva Zelanda están creciendo. En Escandinavia, crecen algunos glaciares y siguen derritiéndose otros…

Bueno, ya es hora de cenar. Seguiré mañana.

Esto de Aznar contra Bush me ha provocado un post demasiado largo. Mañana lo documentaré mejor. (Les diré un secreto: no me ha convencido Aznar sino mi mujer, que es casi una experta en todo esto)

Continuará…

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Anti-Gore (V): Rajoy se rajó

El sábado me quedé con ganas de replicar a algunos comentaristas del blog. Sin embargo , la peli «La fiesta del chivo» que vi en la tele me quitó las ganas. La novela es, desde luego, mucho mejor pero, para quienes no lean, resulta bastante pedagógica. El «generalísimo» Trujillo me trajo demasiados malos recuerdos de nuestro «generalísmo» Franco, maestro e inspirador de otros dictadores militares.

El domingo vi la prensa de pago y seguía erre que erre con el mensaje, cada día más religioso, de Al Gore y sus «discípulos«. ¡Pobre Rajoy y pobre primo de Rajoy!

Así lo tituló Público en portada

Al Gore evangeliza a 220 discípulos en Sevilla´

Esto ya me recuerda a una nueva secta religiosa que se extiende como la pólvora y que puede desaparecer de la misma manera, en cuanto nos llegue el frío del próximo mínimo solar dentro unos pocos años.

Para entonces, Newsweek y Time se habrán disculpado ya por sus actuales portadas, a mi juicio erróneas, demasiado prematuras, sobre el peligro inminete del «calentamiento global».

No sería la primera vez. Ya se han disculpado por sus portadas de 1975 y 1976, que nos alertaban con el mismo catastrofismo sobre el consenso científico acerca del peligro inminente del «enfriamiento goblal«. Dicen que entonces estaban todos los científicos equivocados pero que ahora no lo están. Veremos lo que dicen cuando vuelva el frío del ciclo corto del mínimo solar.

Más que el debate científico -en el que no puedo participar por falta de conocimientos- me interesa mucho el debate mediático. Por eso, creo que a Gore no deberían haberle dado el Nobel de la Paz ni el Príncipe de Asturias de Cooperación sino, en ambos casos, el primer premio de Marketing o Comunicación. Creo que le gana a San Pablo.

Al Gore es, desde luego, un gran predicador. Se ve que lo ha mamado en su tierra de Tennessee, cuna de tantos evangelistas fanáticos «nacidos de nuevo» («born again«). Claro que de científico tiene tanto como yo, que es muy poco.

(La rectificación de Rajoy , casi escondida a una columna al fondo de la página, es, naturalmente, de El Mundo. El País es mucho más generoso con el espacio que dedica a Rajoy, especialmente cuando éste rectifica algún error o presunto error. Ahí lo vemos, rectificando por arriba y a cuatro columnas con un hermoso titular)

Un comentario muy comedido de mi admirado colega Hernan Zin , en el post del viernes, me ha hecho reaccionar para retomar el hilo del debate mediático. También este mensaje de otro lector del blog que he recibido en mi correo de contacto y que dice así:

«Sobre Al Gore querría comentarle que, aunque el mensajero no sea el más idóneo ni el más coherente y su tono sea apocalíptico (como dicen Jiménez Losantos, desde la COPE, y los locutores de Libertad Digital), creo que lo importante es el mensaje y el mensaje es compartido por la mayoría de la comunidad científica.

Actualmente, se da una situación parecida a cuando hace unas décadas empezaron a aparecer los primeros estudios que relacionaban el tabaco con el cáncer de pulmón. Desde las compañías tabaqueras se movilizó a científicos, periodistas (viendo su trayectoria personal y profesional, estoy convencido que este no es su caso) y políticos para transmitir a la opinión pública que esos informes eran catastrofistas y que no había unanimidad en la comunidad científica al especto. El tiempo dejó a cada uno en su lugar.

Por eso, aunque el mensajero sea criticable (que lo es), el mensaje es para tenerlo muy en cuenta.» J.G.

(Fin del mensaje)

–No puedo copiar y pegar el PDF de la página 6 de Público (sólo consigo la portada) y es una pena porque lleva una foto de Gore que parece un santo en los altares y que lleva este gran titular:

Los 220 discípulos de Al Gore

El País le dedica otra página con el título:

«Siento que tengo una misión»

y este sumario:

«Les llevo un mensaje en el que creo apasionadamente»

El titular menos religioso es el de El Mundo:

–El tratamiento sesgado y desproporcionado que la mayoría de los medios de comunicación dispensan últimamente al papel presuntamente relevante del hombre en el calentamiento global de la Tierra aumenta cada día más mis dudas sinceras sobre los fundamentos científicos de esta hipótesis.

Dejo dicho, de antemano, que no me paga la Exxon, ni George Bush, ni Mariano Rajoy antes de su rectificación y propósito de enmienda.

Simplemente, tengo mi casa pagada y mis hijos criados y trato de escribir en mi blog lo que me apetece, como si fuera libre. Soy consciente de los riesgos que ello implica, por ir tan a contracorriente como el primo de Rajoy que ahora se ha quedado solo ante el peligro. Muy pocos colegas, que piensan como él, se atreven a apoyarle en público.

En realidad, el miedo razonable a disentir, mal disimulado por científicos muy respetables, también me ha movido a expresar públicamente mi creciente escepticismo sobre las tesis de la corriente dominante y ha despertado mis ganas de provocar debate.

Pero lo que me más me ha preocupado en los últimos meses ha sido el carácter moral, profundamente religioso hasta límites fanáticos, que impregna la campaña de propaganda de los “apóstoles” del nuevo cambio climático. Algo me huele a podrido en todo este negocio político/mediático y trataré de precisarlo, si el trabajo y mi tiempo libre lo permiten.

En los años 70 íbamos hacia el frío y ahora vamos hacia el calor

Hoy día, hablar del “cambio climático” equivale a hacerlo del “calentamiento global”. Naturalmente, -y esto es precisamente lo que yo discuto- Al Gore y sus discípulos (no todos los científicos) dan por hecho que tal calentamiento es causado o agravado por la acción del hombre.

Lo aclaro porque no era así a mediados de los años 70. Buscaré y pegaré aquí las portadas de Time y de Newsweek de 1975 y 1976, que mencioné más arriba, (y la posición de la ONU de entonces) alertando sobre la gravedad del “cambio climático”, igualmente provocado o agravado entonces por el hombre. Aquellas terroríficas portadas, ya convenientemente olvidadas por los medios de comunicación, nos amenazaban (¡Ay!) con un gravísimo “enfriamiento global”.

Y no hace tanto tiempo de esto. Sin ir más lejos, en 1976-77, viviendo en Cambrigde (Mass), sobreviví a uno de los inviernos más largos y fríos de mi vida. El campus de la Universidad de Harvard parecía Siberia y en Bufalo (NY) las casas estaban tan cubiertas de nieve que la gente salía de ellas por las chimeneas.

Sin caer en ningún extremismo, yo mismo he profesado durante años en el emergente movimiento ecologista y sigo convencido de que podemos cambiar el rumbo despilfarrador y avaricioso de nuestra especie, sin prestar atención alguna al CO2.

Separo y reciclo mi basura, limpio mi entorno, ahorro agua y electricidad, recojo papeles y plásticos del suelo. O sea, amo la Naturaleza y no me gusta cagar en mi nido.

Todas estas actitudes, beneficiosas para el Medio Ambiente, no tienen nada que ver con el calentamiento global del planeta ni con el dichoso -y seguramente maravilloso-CO2, ahora en el papel del malo de la película.

Lo digo porque, el día fatídico en que el pobre Rajoy metió frívolamente a su primo (el físico) en este lío descomunal, más de un oyente de la Ser tomó al líder del PP por un guarro enemigo del Medio Ambiente que va tirando plásticos por la calle, fuera de las papeleras. No sabe Rajoy donde se metió.

Por las reacciones suscitadas, y por su rápida y acobardada rectificación, deduzco que no sabía muy bien en qué jardín se metía. Casi se lo comen.

¿Cómo iba a desaprovechar el partido socialista la oportunidad que le brindaba en solitario el propio Rajoy para ser despellejado hasta el día de las elecciones? Eso sería pedir demasiado en vísperas electorales.

No queda tiempo para cambiar el rumbo a la corriente principal que, hoy por hoy, domina a los creadores de opinión y a la opinión pública. A río revuelto, ganancia de pescadores. Por eso, le han dado tanta leña a Rajoy el “hereje”.

En medio de tanta confusión, me gustaría separar prudentemente el trigo de la paja. No estoy cuestionado si hay calentamiento o enfriamiento global en el planeta. Pueden estar ocurriendo las dos cosas a a distintos ritmos y plazos. Hay teorías para ambos gustos: para unos científicos, estamos aún en fase de enfriamiento en el ciclo largo y para otros, igualmente respetables, estamos en fase de calentamiento en el ciclo corto. (Tengo los gráficos que lo muestran, pero debo escanearlos). Ambas teorías pueden ser compatibles pues, como en todo, la tendencia, a largo y a corto plazo, es lo que importa.

Sólo me refiero aquí a las dudas, más que razonables a mi juicio, de que sean las soberbias hormiguitas humanas las causantes del cambio climático, ya sea hacia el frío o hacia el calor. Estoy cada día más convencido de que, en este asunto, no somos nadie. (¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos) Y trataré de razonarlo, desde el análisis de la cobertura mediática del fenómeno, que es uno de los objetivos fundacionales de este blog.

En primer lugar, no gusta que los diarios simplifiquen la información presuntamente científica utilizando frívolamente (como hizo Público) el sujeto “Los científicos…”

Este fue su titular a toda página junto a una foto de Rajoy:

Los científicos le ponen verde

¿Quiénes son “los científicos”?

¿Acaso hay consenso científico universal sobre este asunto? Lo del consenso científico es sencillamente falso. Ahí están el primo de Rajoy y varios otros miles de sabios respetables. Además, las leyes científicas no son democráticas. No se votan por mayoría. Hasta ahora, todos los científicos del mundo juntos son incapaces de derogar, por ejemplo, la Ley de la Gravedad, establecida en minoría por Newton y aún vigente.

¿Acaso hubo consenso mundial a favor de las teorías de Galileo? Los demás científicos -la corriente dominante- casi le queman por decir que la Tierra se mvíalarededor del Sol. La mayoría de entonces no tenía razón en aquellos asuntos astronómicos.

Tampoco me gustó el titular de El País:

Al Gore, contra los negacionistas

Me parece de muy mal gusto, incluso inmoral, recurrir al terrible Holocausto de los judíos en la Alemania de Hitler, ese gran amigo de Franco, para chupar rueda emocional a favor del cambio climático. Eso es un golpe bajo.

Tampoco es bueno el sumario correspondiente en la misma portada de El País:

Rajoy se une a una corriente ya en retirada, la que niega las evidencias del cambio climático

¿Quien le ha dicho a El País que esa corriente mal llamada “negacionista” está ya en retirada? Yo veo todo lo contrario. Y ya me lo dirán dentro de unos años, cuando vuelva el frío de mínimo solar.

Además ¿por qué se atreve El País a calificar de “evidencias del cambio climático” lo que no son más que hipótesis muy discutidas en privado, y cada día más en público, por científicos muy respetables, aunque comprensiblemente miedosos?

Ese mismo día de infierno para Rajoy, El Mundo era mucho más retorcido con este titular:

Con Gore llegó la tormenta

Y con este otro titular que desautorizaba directamente a Rajoy , días antes de su rectificación:

El PP confirma que la lucha contra el cambio climático será clave en su programa

Tengo recortados otros titulares de la semana pasada que serán joyas para el recuerdo:

Público:

Los 220 discípulos de Al Gore

“Si Groenlandia se deshiela, el agua inundará Sevilla”

El Mundo:

El fracaso de los escépticos

La evidencia avalada por 2.500 científicos de la ONU demuestra que el cambio climático es real

Al Gore compara el cambio climático con Hitler y alerta de su efecto en Doñana

Al Gore reincide en su comparación entre el Holocausto y el calentamiento global

El calentamiento global puede aumentar el riesgo de “tsunamis”

El País:

La ciencia aún tiene enemigos

Al Gore sacude a los escépticos

Los desastres son ya inevitables

La concentración de CO2 en el aire sube más rápido de lo esperado

Al Gore: “Siento que tengo una misión”

“Les llevo un mensaje en el que creo apasionadamente”

Y,por fin:

Rajoy rectifica: “No me expresé bien y he metido en un lío a mi primo”

(Continuará… en cuanto escanee los gráficos contradictorios y burdamente manipulados por el mismísimo IPCC de la ONU)

Bush contra el calentamiento global. Lagarto, lagarto.

Regreso al progreso

FERNANDO SAVATER en El País 04/08/2007

Incluso antes de que Leo Strauss cuestionase el término, el progreso había criado mala fama. Sonaba a ingenuidad ilustrada apoyada en un automatismo optimista, que inyectaba en el decurso histórico las funciones salvíficas anteriormente reservadas a la Providencia divina. A trancas y barrancas, todo debe avanzar hacia lo mejor: es una rueda de molino difícil de tragar, sobre todo para quienes han padecido los avatares del siglo XX. Sin duda el conocimiento científico y sus aplicaciones tecnológicas mejoran gradualmente, pero tanto en sus logros beneficiosos para la industria y la comodidad humanas como en sus potencialidades destructivas. Los derechos humanos han sido proclamados internacionalmente sobre los holocaustos de dos atroces totalitarismos, pero siguen careciendo de recursos internacionales de garantía y son más retóricamente predicados que eficazmente defendidos en gran parte del mundo. La noción de «modernidad», que para algunos equivale a progreso, envuelve en demasiadas ocasiones el simple despliegue arrollador de las conveniencias de un capitalismo que maximiza beneficios pero se desentiende de las efectivas mejoras sociales para la mayoría. Oímos vocear lo que como beneficio de algunos se consigue pero se silencia o minimiza lo que pierden tantos en riqueza de convivencia o de protección ante los abusos plutocráticos. Etcétera… para qué seguir.

Sin embargo, purgado de automatismos y dotado de voluntad política, el término progreso tiene pertinencia como ideal. El progreso no es un destino en el que se cree, sino un objetivo ilustrado al que se aspira y hacia el que se lucha por avanzar, en la incertidumbre de la realidad histórica. Será progreso cuanto favorezca un modelo de organización social en el que mayor número de personas alcancen más efectivas cuotas de libertad: es decir, son progresistas quienes combaten los mecanismos esclavizadores de la miseria, la ignorancia y la supresión autoritaria de procedimientos democráticos. Hablando el lenguaje que hoy resulta más próximo e inteligible, la sociedad progresa cuando amplía y consolida las capacidades de la ciudadanía. Ser progresista es no resignarse ni conformarse con las desigualdades de libertad que hoy existen, sino tratar de superarlas y abolirlas. Y es reaccionario cuanto perpetua o reinventa privilegios sociales, descarta los procedimientos democráticos en nombre de mayor justicia o mayor libertad de comercio, propala mitologías colectivas como si fuesen verdades científicas, etcétera…

En la interpretación política actual creo que el eje progresista-reaccionario tiene mayor capacidad movilizadora que la tradicional división entre izquierda y derecha. No se trata de que ya no existan izquierdas o derechas, como se dice a veces. Esta división sigue siendo operativa, siempre que no se absolutice, es decir, que no se pretenda la hemiplejia social de abolir la mitad complementaria. En el reparto de la intencionalidad política es necesaria la visión que prima los espacios y servicios públicos, la redistribución y la protección social tanto como la que estimula la iniciativa individual junto a los derechos adquiridos de propiedad. De la pugna leal entre ambos polos surge la vitalidad comunitaria. Pero ni los unos ni los otros tienen la exclusiva de las virtudes sociales: ni los unos monopolizan la justicia ni los otros monopolizan la libertad. Y desde luego tanto desde la izquierda como desde la derecha pueden venir propuestas progresistas o esclerotizarse cautelas o imposiciones reaccionarias. Por eso resulta quizá este último índice el más inspirador para quien no se aviene sencillamente a la militancia ciega en las formaciones políticas tradicionales.

Respecto a la noción de progreso existe un acrisolado prejuicio que lo liga a la política de izquierdas (simétrico al que llama «modernización» a cuanto aligera de trabas de protección social para facilitar la extensión del capitalismo internacional). Pero cuando se hace inasumible la vinculación entre progreso e izquierda, como en los totalita

rismos comunistas, se decreta que allí no se trata de una izquierda «verdadera». Sin embargo, Stalin era de izquierdas, qué otra cosa podía ser, aunque también profunda y radicalmente reaccionario. Y los gerifaltes del comunismo español que disfrutaban de la hospitalidad de Ceaucescu o Kim Il Sung se portaban como correctos miembros de la izquierda aunque también como cómplices de los gobiernos más reaccionarios de la época. Aún no hace mucho, en nuestro Parlamento, se presentó una moción para solicitar a la dictadura cubana que liberase a sus presos políticos: sólo tres partidos de derechas -PP, PNV y CIU- adoptaron la actitud progresista de apoyarla, mientras que los grupos de izquierda se unían para rechazarla con reaccionario entusiasmo. Etcétera…

Uno de los más notables enigmas de la actual política española al constituir los consistorios de ayuntamientos o comunidades autónomas es el empeño en llamar «gobierno de progreso» a cualquier combinación que incluya a nacionalistas y partidos de izquierda, con tal de que excluya al PP. Es difícil imaginar por qué regla de tres semejantes contubernios pragmáticos -sin duda muy convenientes para los intereses particulares de quienes los protagonizan- representan un «progreso» para todos los demás. No soy de los que ven el futuro de un radiante color de rosa, pero aceptar que el país «progresa» hacia Javier Madrazo o Joan Tardà me parece francamente un pesimismo excesivo. Y ¿por qué diablos va a ser «progresista» que los socialistas formen gobierno en Navarra con NaBai, ese indudable frente nacionalista, con el que poco deberían tener que ver? A no ser que estén intentando retomar alguna de las cochinadas que tenían medio apalabradas el pasado noviembre con Batasuna y el PNV. Por cierto, ya vamos sabiendo cuál era el lema más despótico que ilustrado de las falsamente negadas negociaciones del aún más falsamente llamado proceso de paz: «todo para ETA pero sin ETA». Pues bien, de progreso nada. La tradición nacionalista, separatista y disgregadora, es uno de los dos chancros reaccionarios que infectan el desarrollo democrático español desde el siglo XIX (el otro es el tradicionalismo clerical, que también sigue tristemente vigente como demuestra la polémica en torno a la Educación para la Ciudadanía). Nada hay de progresista en romper la igualdad legal o fiscal del Estado de Derecho ni en fórmulas de inmersión lingüística educativa y social que no sólo atropellan la lengua materna de los castellano hablantes sino que también amenazan la necesaria existencia de una lengua política común (véase Appiah, La ética de la identidad, ed. Katz), indispensable para el funcionamiento de una comunidad democrática plural. Este último abuso (negado con desfachatez por los cuentistas de turno, ya saben ustedes) es tan avasallador y dañino que sólo el desinterés de la mayoría de la población por cuestiones educativas y culturales explica que no haya una sublevación cívica masiva contra tales prácticas.

La izquierda devalúa la noción de progreso cuando la esgrime legitimadoramente en casos tan inverosímiles. Lo cual no deja de volverse a veces contra ella: Madrid ha pasado a ser -en su Ayuntamiento y su Comunidad- de «rompeolas de todas las Españas» a rompepelotas de todas las izquierdas, entre otras sutiles razones que los analistas estudian, porque en esta capital se han refugiado muchos de los damnificados por «gobiernos de progreso» periféricos que no están dispuestos a colaborar con su voto en la repetición de nada ni remotamente parecido. En el futuro inmediato, con una situación económica de bonanza decreciente y gran parte de la población acosada por la voracidad del Euribor como Baskerville lo fue por el célebre sabueso infernal, no serán los que llamen progreso a dificultar aún más las cosas segmentando estatutaria e insolidariamente los mercados o estableciendo barreras lingüísticas quienes van a conquistar la simpatía de los votantes… Y si no, al tiempo.

Algunos creemos que un enfoque progresista de la política sigue teniendo hoy sentido: es decir, que no compartimos la pataleta de quienes por indignación con los reaccionarios de izquierda se hacen reaccionarios de derechas o viceversa. Más bien se trata de buscar planteamientos de progreso que escapen al mero maniqueísmo partidista: quizá hoy se esté intentando también algo parecido en el nuevo Gobierno francés y en otros espacios de la Unión Europea. Merece la pena intentarlo en España, no como mera cuestión de debate académico, sino en el terreno de la representación parlamentaria: en ello estamos.

-Fernando Savater es catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

Anti-Gore III: Falso consenso. Los científicos disienten

He visto lo que hoy publica la prensa española y mundial sobre la lucha contra el CO2 y contra «las fatales consecuencias del cambio climático» y me he echado a temblar.

Cientos de científicos no creen ni en las causas ni en las consecuencias del calentamiento global defendidas por el mal llamado «consenso científico». Hay otras causas (radiaciones solares, radiaciones cósmicas, explosiones galácticas… y muy distintas del CO2) y otras consecuencias, no sólo no alarmistas sino incluso beneficiosas para el ser humano. Las iré exponiendo en sucesivos posts, con sus enlaces, datos y gráficos correspondientes, así como el análisis de los mitos y articulos de fe que chocan con la razón científica.

A mi juicio, esto ya está pasando de castaño oscuro. Creo que los científicos disidentes afectados por este falso consenso deberían perder el miedo -bastante comprensible- a disentir públicamente y empezar a hablar con más claridad.

El consenso científico del que nos habla Al Gore sobre el papel relevante del hombre en el calentamiento global no existe. Es totalmente falso. Al Gore miente y él lo sabe.

¿Dónde están los límites de la cordura científica y de la manipulación política, mediática o pseudocientífica?

¿Hasta dónde vamos a llegar antes de decir, sin miedo a la hoguera, ¡basta ya! de engaños interesados y de moralinas perversas, que desvían la atención del ser humano de los problemas reales y verdaderamente urgentes como el SIDA, el hambre, la malaria, la desigualdad, la injusticia, la contaminación auténtica que daña la salud, la belleza del planeta, el despilfarro de recursos naturales, etc.?

Y no sólo me preocupa hoy lo que dice la prensa, y que presenta como «sabiduría convencional«, dando por resueltas cuestiones que están a años luz de nuestro conocimiento científico actual. Me empieza a preocupar mucho más que la llamada «corriente principal» (amparada en el dudoso burladero de un polémico informe de funcionarios la ONU) engañe a jóvenes de buena fe, con el pretexto falso de que los científicos están de acuerdo con esa presunta posición «oficial».

Entre esos jóvenes están mis propios hijos. Desde el debate que siguíó a la boda en Cabo de Gata de un colega, profesor de la Universidad de Almería, tengo a mi familia dividida con este cada día más turbio asunto del papel del hombre en el calentamiento de la Tierra. Los padres estamos en un lado, y los hijos, en el otro.

Hace un par de semanas, reaccioné impulsivamente a una carta de Coca Cola y a un discurso de George Bush. Ambos tomaban la dirección de Gore: «Juntos podemos luchar contra el cambio climático». Esa rara conjunción de intereses me hizo sospechar y escribí este post. ¿Estamos calentado la Tierra: no te lo creas ni borracho»

Recibí como regalo de un amable lector el DVD de Al Gore y, nada más verlo, escribí, el 3 de julio, este otro post: «Anti-Gore II: ¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos»».

El colmo de los colmos ha sido recibir ahora en mi blog (4-7-07) un comentario de mi hijo mayor Erik (licenciado en Económicas y en Literatura y guionista de TV en Hollywood) en el que muestra públicamente su posición pro-Gore y se identifica personalmente con su pagina web.

Mi hijo Erik me dice lo siguiente:

«Tampoco soy científico, pero sí he estudiado economía ambiental.

Aparentemente dudas de que el ser humano sea capaz de alterar su entorno de tal manera que afecte el clima. Niegas la evidencia. Por ejemplo: la deforestación reduce la lluvia y desertiza. Esto es A + B = C.

Digo yo, que cuando uno va al médico ha de fiarse de la preparación de un profesional y asumir un diagnóstico. Siempre se puede pedir una segunda opinión. Sería ridículo que una persona que no ha estudiado medicina intente contradecir a un doctor en diagnóstico y remedio.

Igualmente, si la comunidad científica está de acuerdo en sus conclusiones, ¿no resulta pretencioso descartar este criterio?

Me recuerda al amigo que iba al doctor a decirle lo que él creía tener.

lo dijo Erik Martínez Westley · 4 Julio 2007 | 12:08 AM»

Ante tamaña provocación filial, no tengo más remedio que cotestar a Erik y a los demás seguidores de Al Gore, con la ayuda inestimable -eso sí- de la ex periodista Ana Westley, la madre de Erik, que sabe mucho más que yo de todo esto.

El comentario Anti-Gore (II) ha merecido tantas críticas en este blog (además de la mi hijo) que me he sentido obligado a informarme un poco mejor acerca de lo que, con cierta osadía, dije, por intuición y casi de oídas, en el capitulo I (“¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho?).

Para ello, he recurrido a dos fuentes maravillosas: mi mujer y Google (en este orden). Debo reconocer que tanto mi mujer como yo éramos creyentes convencidos -y mal informados- del papel fundamental del hombre en el cambio climático. Éramos pro-Gore, antes de ver su laureado DVD. Pero aún no somos conversos disidentes sino, más bien, escépticos caminando cautelosamente hacia la arriesgada disidencia.

Lo que más me intriga y subyuga, a la vez, es cómo hemos podido llegar hasta aquí, creyendo que hay consenso entre la comunidad científica acerca de la influencia del hombre en el calentamiento global del planeta. Como digo, yo mismo llegué a creerlo. Era fácil y cómodo seguir a la corriente principal y eso me creaba pocos o ningún problema.

Sin embargo, después de hurgar un poco en las heridas del debate mundial, compruebo que tal consenso científico no existe. Todo lo contrario. Es una pura mentira, eso sí, muy bien construida y con el viento de los grandes intereses corporativos a su favor.

Me he sentido engañado por personas que yo tenía por respetables, ente ellos, por el propio Al Gore, a quien conocí personalmente hace años y de quien solía decir que era “uno de los nuestros”, si es que esto significa algo hoy día.

Un miembro del Jurado del Premio Príncipe de Asturias me ha declarado, naturalmente en privado, que Al Gore merecía el premio a la Comunicación o al Marketing pero, en ningún caso, el de la Cooperación Internacional que le habían concedido. ¿Por qué?

Mejor informado sobre los términos del debate, he vuelto a ver el DVD Una verdad incómoda/Una advertencia mundial”, que le ha merecido al ex vicepresidente Gore un Oscar, así como numerosos premios y aplausos de jóvenes comprometidos con su causa por todo el mundo. Ayer mismo, le oí hablar en la cadena SER, con Angels Barceló, sobre el cambio climático y el terrorismo, ambos relacionados por él con los intereses del petróleo. Me he quedado de piedra. Si, lo que se dice de piedra. Y me he dicho ¡Basta ya!

Esta semana hemos celebrado un buen Consejo de Administración de “20 minutos España S.A”, la empresa no va mal –gracias, por supuesto, a los lectores y al equipo humano de oro que tenemos- y el verano se acerca. Presumo que voy a tener algún tiempo libre para volver a estudiar en vacaciones. A mi me gusta estudiar; incluso investigar. Y este debate, por sus componentes mediáticos, me interesa. A muchos predicadores del “Apocalipsis climático” se les empieza a ver el plumero. Al Gore dice en su DVD:

“La ciencia ha hablado…”

Sólo le faltó decir:

“Palabra de Dios”

Más de un lector, como hace mi propio hijo, se preguntará, y no sin razón:

¿Quien eres tú para dudar de la palabra de Gore?

Antes no dudé del mensaje Gore y de la corriente principal porque no tuve acceso a los disidentes. Ni siquiera sabía que existían serios disidentes. Admití injustamente que serían lacayos o mamporreros de Bush o de la Exxon. Tal ha sido la eficacia del montaje mediático del mito del calentamiento global causado por el hombre que me lo tragué, como también hicieron otros muchos colegas de buena fe.

El mito/realidad del calentamiento global me está intrigando como algo más que una serpiente de verano. Por ello, invito y reto a los comentaristas y lectores habituales del blog a que aporten razones, creencias, fuentes, reflexiones, preguntas, incluso respuestas -si se atreven-, datos, fantasías, etc., sobre este debate apasionante para ver si, antes de los exámenes de septiembre, nos aclaramos entre todos acerca del mito o la realidad del papel, relevante o inexistente, del hombre en el calentamiento o enfriamiento global de la madre Tierra.

He observado un cierto acuerdo, bastante generalizado entre científicos de prestigio, en torno a dos fenómenos:

1.- Esta subiendo, aunque muy lentamente, la temperatura del planeta: Menos de 1 grado centígrado real en los últimos cien años

2.- Está subiendo, también, el CO2 (dióxido de carbono o anhídrido carbónico): entre un 20 y un 30 % en cien años. De esta cantidad, el 70% ocurrió antes de 1940, es decir, antes del boom industrial de la portguerra mundial.

La primera duda que surge –y para la que aún no he encontrado respuesta convincente- es si el calentamiento global aumenta el CO2 o es el aumento del CO2 lo que provoca el calentamiento de la Tierra. Volvemos al eterno dilema:

¿Qué va primero: el huevo o la gallina?

¿Qué pinta el hombre en todo esto?

El político Al Gore, en el papel de telepredicador, casi profeta del desastre planetario, dice en su documental que hace unos años encontró consenso sobre el calentamiento global en 928 artículos publicados en revistas científicas y ningún disidente y que, ahora, (636 frente a 50) sólo hay un pequeño grupo de científicos escépticos, en general ligados a intereses del petróleo.

Dice Al Gore:

“Ya sabemos todo lo que tenemos que saber… una cuestión moral…el tiempo del debate se acabó… ha llegado el momento de levantarnos…”

Ningún científico serio o aspirante a científico se atrevería a decir jamás semejantes barbaridades. Esto son cosas de políticos, predicadores o periodistas, pero no forman parte del lenguaje de la ciencia, siempre más precavido y menos tajante y con conclusiones somentidas a permanente verificación y/refutación. El proceso científico nunca puede estar cerrado.

¿Qué le ha pasado a nuestro Al Gore, desde que perdió o le robaron las elecciones a la Casa Blanca, para hacerse fundamentalista de una dudosa causa muy de moda pero en declive?

He buscado algunos artículos de ese “pequeño grupo” de valientes y arriesgados científicos disidentes (que ya son una legión de “herejes”, que no están vendidos a las petroleras, tal como les acusan los calumniadores habituales). Sus argumentos científicos me han parecido apabullantes. Intentaré desmenuzarlos, poco a poco, a partir de ahora, y sobretodo en vacaciones, con el mayor respeto por los creyentes pro-Gore que aún piensan como yo pensaba antes.

Mi primera conclusión es que no hay tal cosa como consenso entre los científicos. Ni siquiera entre los firmantes del Informe IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) de los funcionarios de la ONU hay consenso sobre el alarmismo climático, y mucho menos sobre el poder del hombre para cambiar el clima.

Algunos firmantes del documento de la ONU han pedido que retiren su firma (incluso mediante pleito) y otros científicos disidentes de la corriente principal están perdiendo empleos y fondos y ganando calumnias y difamaciones, como si fueran lacayos de George Bush o de las petroleras. John Christy y Richard Lindzen, firmantes del Informe de la ONU, son claros disidentes y sus nombres no ha sido aún borrados de la lista del «consenso».

La caza de brujas está en marcha y las técnicas de la Santa Inquisición ofrecen a la corriente principal del calentamiento global buenos manuales contra herejes y “traidores”.

Por tanto, quien diga hoy que hay consenso en la comunidad científica mundial, simplemente, miente.

¿Qué diría el profesor Roger Revelle, el maestro que inspiró a Al Gore en Harvard, si levantara la cabeza y oyera hoy las homilías alarmistas de su polémico y aprovechado discípulo? Roger Revelle nunca creyó en el alarmismo del cambio climático y siempre pidió mucha precaución contra acciones precipitadas.

Por lo que he leído hasta hoy, el doctor Revelle, renegaría de Al Gore como de un falso profeta. Revelle pensó que la subida del CO2 traería más beneficios que pérdidas y advirtió del peligro de tomar medidas precipitadas contra el C02, que perjudicarían sobretodo al Tercer Mundo.

En los años noventa, Al Gore acusó a su maestro Revelle de sufrir los efectos de la senilidad y a otros profesores de Harvard de haberlo engañado, por lo que ya tuvo un pleito por difamación. El asesor principal de Gore, como cabeza de turco, tuvo que pedir disculpas públicas por tal difamación.

Las emociones y las creencias fundamentalistas están sustituyendo, desgraciadamente, a la razón y frenando la investigación científica. Y, lo que es peor, los más fanáticos están pidiendo actitudes morales y acciones que pueden ser contraproducentes para el progreso y el bienestar del ser humano sobre la Tierra.

Algunas de esas acciones “morales” pueden ser malas, muy malas, desde luego, para sacar al Tercer Mundo del subdesarrollo y luchar contra el hambre y la pobreza. Son buenas, eso sí, para dar un equivocado baño de virtud a las clases medias, sobretodo a las medias altas, y a algunos intelectuales del Primer Mundo, poco respetuosos con las tradiciones científicas y que tienen muchas otras razones, ajenas al CO2, para sentirse culpables.

¡Qué lástima!

Voy a dar una primera entrega de los científicos, líderes en su campo, entrevistados por el Financial Post, de Canadá, que lo están pasando muy mal por decir lo que piensan en contra de la corriente principal.

Esquema de tabajo:

No hay consenso sobre las causas del calentamiento global:

.

1.- El aumento del CO2 puede ser bueno, malo o indiferente.

¿Es producido por el hombre o es un reflejo del clima de la Edad Media que nos llega con 800 años de retraso?

¿Que fiabilidad tienen las mediciones del CO2 en el pasado?

¿Está manipulado el gráfico de Gore que muestra la evolución de la temperatura como un palo de hockey, muy plano y que de pronto sube de forma alarmante?

2.- Hay otras muchas causas del calentamiento global (radiación solar, campo magnético del Sol, radiaciones cósmicas, ciclos climáticos moderados por variaciones orbitales, variaciones de ejes, tambaleos, explosiones de estrellas lejanas, etc.)

Tampoco hay consenso sobre las consecuencias del calentamiento global:

Para unos pueden ser apocalípticas y para otros, por el contrario, pueden ser muy beneficiosas para el ser humano.

Hay muchos mitos falsos:

1.- Los glaciales se derriten

2.- Los mares inundarán las zonas bajas de los continentes

3.- Aumentarán los huracanes

4.- Aparecerán graves enfermedades como la peste…

5.- Grandes hambrunas

6.- Se extinguirán muchas especies de plantas y animales

7.- Entraremos en una nueva Edad Glacial

Me quedo, para empezar, con estos siete jinetes del Apocalipsis y los iré analizando uno a uno, con datos y citas científicas, siempre que el trabajo, el tiempo y mis jefes lo permitan.

Coletilla para cada capítulo, mientras no se demuestre lo contrario:

El consenso científico sobre las causas humanas y las consecuencias terribles del calentamiento global no existe. Es falso.

(Continuará con numerosas pruebas científicas aportadas por los disidentes, y que abundan ya en Internet…)

No me quiero perder a Nadal

Anti-Gore: ¿Calentamos la Tierrra? Ni borrachos (II)

El jueves pasado, recibí en mi despacho de 20 minutos, en el Palacio de la Prensa, un paquete de la FNAC que contenía el DVD de Al Gore Una verdad Incómoda/Una advertencia mundial”. Por esto, al ex vicepresidente de Estados Unidos le han dado ya varios premios, el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional entre ellos.

Al día siguiente, recibí este correo electrónico de Alejandro, un lector del blog: Para: Jose Antonio Martinez Soler Asunto: por cierto, ¿llegaste a recibir el documental «una verdad incómoda»?

…el documental sobre el cambio climático. ¿Llegó bien?

Un saludo Alejandro

Como es natural, aunque Alejandro me obligaba a hacer horas extras sobre el cambio climático, y ya que el DVD le había costado una pasta, le di las gracias con este otro correo:

“Si. Gracias, Lo recibí y lo estudiaré con mi chica, que sabe mucho de eso. Dime a donde te lo envío cuando lo vea. Saludos, Jose”.

Me respondió al instante: “Es un regalo. Para que lo veas las veces que quieras… Un saludo. Alejandro. (De nada)”.

Me prometió el DVD cuando leyó el post de la semana pasada titulado «¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho».

Acabo de ver el DVD de Al Gore, con mi chica, y de discutirlo con mi hijo menor (que ya lo había visto y compartía su mensaje).

Me ha producido cierta perplejidad y he tomado algunas notas para poder hacer una crítica constructiva del montaje mediático, algo demagógico, que ha hecho.

Algunos asiduos de este blog pueden haber leído aquí algún comentario mío que me coloca claramente entre los escépticos sobre el papel del hombre en el calentamiento global.

Sinceramente, por lo que he leído y oído hasta ahora, yo no creo que el hombre tenga vela en este entierro o, si la tiene, es irrelevante por insignificante. Nadie me ha convencido aún de los contrario.

Como puede fácilmente deducirse –en cuanto abro la boca o escribo una línea- yo no soy científico. En todo caso, podría ser un simple divulgador. Mi vocación como profesor universitario (soy titular de Economía Aplicada) es más docente que investigadora. Pero como divulgador –y mis alumnos dicen que no soy malo, cuando me evalúan- me interesa mucho la forma y el fondo de este mensaje casi científico y casi religioso de Al Gore, sobretodo por el éxito que tiene entre los jóvenes.

¿Acaso no era Al Gore uno de los nuestros, enfrentado a George Bush, quien le robó en Florida la presidencia de EE UU?

¿Debo evitar, por ello, la crítica para no hacer el juego a la derecha?

Si de algo me arrepiento, a mi edad, es precisamente de no haber criticado a tiempo a los amigos, cuando pensé que se equivocaban en algo, por miedo a que mis argumentos fueran utilizados por sus enemigos y, peor aún, por miedo a que los que consideraba mis amigos, quizás erróneamente, me tomaran por traidor a la causa, cualquiera que ésta fuera.

Pero eso era antes de haber terminado de pagar mi casa y de criar a mis hijos. Ahora, como puede comprobarse en este mismo blog, escribo y digo lo que me da la gana, como si fuera realmente libre. Ahí está la gracia.

Por eso, voy a tratar de contar aquí, en mis ratos libres y en los capítulos que sean necesarios (el que avisa no es traidor), mi posición actual (naturalmente sometida a cambios) sobre el papel insignificante del hombre en el calentamiento global de la Tierra. ¡Casi na!

Me consta que voy contra corriente. Con ello, quede claro, no pretendo reírme de nadie ni ofender a nadie, sobretodo porque en ambas posiciones (antropocéntricos y anti-antropocéntricos) observo elementos científicos, pero también otros que son más propios de creencias religiosas y/o políticas, que implican una moral determinada y –¡cómo no!- una cierta pasión proselitista.

Haré dos declaraciones iniciales:

1.- El ser humano puede o no puede influir en el calentamiento global.

No obstante, en el caso de que se pudiera demostrar científicamente su influencia, estoy convencido de que sería tan irrelevante que no tendríamos por qué preocuparnos en absoluto.

Galileo dijo que la Tierra no era el centro del Universo sino que giraba alrededor del Sol. Casi le queman por hereje. Tampoco nosotros provocamos cambios de temperatura en la Tierra. Lo hace el Sol, entre otros importantes protagonistas de esta historia.

Espero que nadie desee quemarme por decirlo tan claramente. A nadie le gusta reconocer que es un don nadie. Y en esto de calentar o enfriar la Tierra, el ser humano es efectivamente un don nadie. Y no pasa nada. Somos insignificantes hormiguitas en el Universo.

2.- Es maravilloso y estoy de acuerdo en pregonar y hacer todos los esfuerzos que nos piden Al Gore, los ecologistas del mundo entero, las ONG´s, la izquierda antisistema, los amantes de la Naturaleza, los ahorradores de energía, los enemigos de la contaminación atmosférica, etc., para mejorar la vida del hombre sobre la Tierra.

Personalmente hago lo que puedo. Pero todo esto lo hago, y hay que seguir haciéndolo, por razones completamente ajenas al calentamiento global de nuestro planeta, contra lo que estoy convencido de que no podemos hacer nada.

Si de verdad pudiéramos hacer algo por evitar o retrasar el actual calentamiento global, creo que no deberíamos hacerlo. Manos fuera.

No nos conviene frenar el fantástico calentamiento actual. Y mucho menos a los británicos, que sueñan con tener buen vino, como les ocurrió en otra época caliente durante el Imperio Romano, o a los canadienses, que se preparan para vender parcelas en su tundra ártica, o a los daneses, que pueden urbanizar Groenlandia y restaurar los poblados de los vikingos que vivieron allí en otra época caliente en la Edad Media

Por cierto, les recuerdo que Groenlandia o Greenland significa Tierra Verde y donde antes había pastos hoy sólo hay tundra.

¿No les dice algo este nombre de Tierra Verde tan cerca del Polo Norte?

¿Acaso eran especuladores inmobiliarios los vikingos que le pusieron este nombre, cuando habitaron esas tierras cultivables, más tarde cubiertas de hielo por el enfriamiento conocido como la Pequeña Edad Glacial (1350-1850)?

Tenemos que ahorrar energía porque los recursos son escasos y se acaban. Tenemos que reducir la contaminación atmosférica, porque es mala para la salud. El CO2 no es malo para la salud en las cantidades actuales. No nos afecta.

Los que son malos son los otros contaminantes industriales que hay en los humos. El CO2 es muy bueno para la agricultura y la vegetación puesto que actúa como fertilizante, como bien saben mis paisanos, los almerienses de los invernaderos.

Tenemos que cuidar el paisaje natural, las plantas, los animales que nos acompañan en este mundo, y no tirar la basura por doquier. Tenemos que repoblar los bosques y no cortar más árboles por nuestra salud y nuestro bienestar o, simplemente, por su belleza natural.

Nada de eso tiene relación significativa con el actual calentamiento global. Hay calentamiento en nuestro planeta, sí, (como lo hay en Marte) y muy pequeño, pero prácticamente no tiene relación con lo que hace o no hace el hombre sobre la Tierra.

Este es uno de los problemas que he observado en el mensaje casi profético y, a mi juicio, equivocado, que contiene el DVD que acabo de ver de Al Gore. Da por demostrado que el hombre es causante del calentamiento global y, lo que es peor, que tiene capacidad para corregirlo.

Lo que más me interesa de este fenómeno es la cobertura informativa que ha tenido y que tiene. Así podré explicarme cómo hemos podido llegar hasta aquí, con tantas dudas y contradicciones como aún encierra el gran dilema (antropocéntrico o anti-antropocéntrico) del calentamiento global.

Y, por supuesto, me gustaría saber qué gana cada cual en esta historia. Ya saben lo del Padrino:

“Sigue al dinero…”

Y a este asunto, en cuanto pueda, le voy a dedicar varios post. —

Todos los días se publica algo sobre el asunto. Generalmente a favor del papel culpable del hombre en el calentamiento global. El Mundo publica hoy esta página completa sobre la hija de Cousteau y el famoso cambio climático. Otras veces lo hace El País.

Intentaré analizar aquí lo que se publica y lo que no se publica sobre este tema tan candente y polémico. Si alguien me convence de lo contario, cambiaré de opinión.

Sólo los fósiles no evolucionan, o lo hacen tan lentamente… que no se les nota.

Ahora tengo visita y cervecita fresca.

Hasta luego.

¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho

Si no fuera porque el presidente Bush, el peor de la historia de los Estados Unidos, y la Coca-Cola, una de las empresas más grandes del mundo, se han unido ahora a la lucha contra el calentamiento global nunca me hubiera atrevido a escribir lo que sigue.

He leído y escuchado numerosos argumentos a favor y en contra de la responsabilidad del hombre en el calentamiento global. Hasta ahora, apenas había escrito una línea sobre ello.

Me he mantenido en silencio por prudencia. Otros lo atribuirían, y con razón, al puro miedo a disentir públicamente de la corriente principal. No en vano tengo esposa y tres hijos y, aunque tengo la casa pagada, dirijo una empresa con más de 300 empleados y soy responsable de su cuenta de resultados. Más de una vez he dicho que me muevo, como un péndulo, entre la pasión por la verdad y el instinto de supervivencia.

Soy consciente de que opinar, como si fuera libre, sobre el mérito o la culpa del hombre en el cambio climático, siquiera fuera incorporando pequeñas dudas al evangelio vigente en la materia, podría haber tenido un alto coste personal y profesional.

Más de uno me había tomado por loco o, lo que es peor, por traidor a su causa. He sido periodista durante varias décadas y –como diría José Martí

“conozco al monstruo porque viví en sus entrañas”.

Reconozco que el asunto es complejo y me declaro, desde ahora mismo, un absoluto inexperto en lo que llamamos Ciencias Naturales. No obstante, mantengo toneladas de curiosidad y algunos gramos de sentido común. Y además tengo este blog, que es mi taberna particular, en donde puedo decir lo que me de la gana, sin comprometer para nada la línea editorial del periódico 20 minutos que está en las buenísimas manos de Arsenio Escolar.

Dirán ustedes ¿a qué viene esta larga introducción si luego la montaña puede parir tan sólo un ratón insignificante? ¿Por qué este JAMS se pone tantas tiritas antes de recibir la herida? Manolo Saco me entenderá si le digo que voy a rozar asuntos que tienen que ver más con la fe que con la razón; más con el corazón y el estómago que con el cerebro. Y, por ello, me expongo a ser excomulgado por un sector de la bienintencionada izquierda ecologista que atribuye a “actividades humanas “–como ahora hace Coca-Cola“una parte significativa del calentamiento global”.

Menos mal que, como digo, George Bush y la Coca-Cola se han sumado a esta cruzada presuntamente izquierdista, lo que ya me permite disentir de ellos sin ser acusado, por lo menos, de pertenecer a la CIA o de servir a los intereses espurios de no se qué oscuras multinacionales.

Por si acaso, me pondré otra tirita preventiva.

Por solidaridad con los demás seres humanos, y no por luchar contra el calentamiento global actual, estoy claramente en contra:

-de la contaminación atmosférica, tan dañina para nuestra salud,

-de la basura no reciclada,

-del ruido que nos envenena la sangre,

-del despilfarro de agua escasa, de comida y de productos útiles e inútiles,

-de la enorme y creciente brecha entre pobres y ricos, entre enfermos y sanos,

-de la pobreza que mata a tantos niños con enfermedades curables y hace tan infelices a tantos seres humanos,

-de la injusticia,

-de la ignorancia… de la ignorancia… de la ignorancia… Etc., etc., etc.

Tras este amplio preámbulo defensivo, me armo de valor y voy, por fin, al grano.

Acabo de recibir en mi despacho una carta, algo simplona, firmada por Coca-Cola y WWF/ADENA que, entre otras cosas, dice lo siguiente:

—-

Estimado José Antonio:

La temperatura de la Tierra ha aumentado más de 0,6º C durante el último siglo. ¿Lo sabías?

No hay dudas, el Cambio Climático es un hecho científicamente demostrado y lo vemos por sus efectos. Hay pruebas de que parte significativa del calentamiento global es atribuible a actividades humanas y sus consecuencias son graves. Pero nosotros podemos frenarlo, ¡Seamos optimistas!

(…)

¡Juntos podemos frenar el Cambio Climático!

Firmado: Coca-Cola y WWF

Esta carta acompañaba a una alfombrilla para el ratón del ordenador con una foto muy enternecedora de dos pingüinos dándose el pico y el eslogan de su campaña:

¡JUNTOS PODEMOS FRENAR EL CAMBIO CLIMÁTICO!

Y estas direcciones de páginas web: www.antartida2041.es y www.conocecocacola.com

Pues bien, creo que gran parte del contenido de la carta es, sencillamente, mentira.

1.- Ni juntos ni separados podemos frenar el Cambio Climático.

2.- No hay pruebas científicas de que el calentamiento global pueda atribuirse a actividades humanas.

Entonces, ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí?

¿Cómo ha sido posible convencer a medio mundo de algo tan falso como que el hombre (¡la arrogante hormiguita humana!) puede alterar los ciclos que determinan el calentamiento o el enfriamiento de la Tierra?

Creo que vale la pena enriquecer nuestros conocimientos en esta materia, sin miedo a que nos lleven a la hoguera, como la hizo la Santa Inquisición con Giordano Bruno y casi hace con Galileo, por mucho menos de lo que vamos a discutir aquí en los próximos días.

(Continuará…)