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Anti-Gore (V): Rajoy se rajó

El sábado me quedé con ganas de replicar a algunos comentaristas del blog. Sin embargo , la peli «La fiesta del chivo» que vi en la tele me quitó las ganas. La novela es, desde luego, mucho mejor pero, para quienes no lean, resulta bastante pedagógica. El «generalísimo» Trujillo me trajo demasiados malos recuerdos de nuestro «generalísmo» Franco, maestro e inspirador de otros dictadores militares.

El domingo vi la prensa de pago y seguía erre que erre con el mensaje, cada día más religioso, de Al Gore y sus «discípulos«. ¡Pobre Rajoy y pobre primo de Rajoy!

Así lo tituló Público en portada

Al Gore evangeliza a 220 discípulos en Sevilla´

Esto ya me recuerda a una nueva secta religiosa que se extiende como la pólvora y que puede desaparecer de la misma manera, en cuanto nos llegue el frío del próximo mínimo solar dentro unos pocos años.

Para entonces, Newsweek y Time se habrán disculpado ya por sus actuales portadas, a mi juicio erróneas, demasiado prematuras, sobre el peligro inminete del «calentamiento global».

No sería la primera vez. Ya se han disculpado por sus portadas de 1975 y 1976, que nos alertaban con el mismo catastrofismo sobre el consenso científico acerca del peligro inminente del «enfriamiento goblal«. Dicen que entonces estaban todos los científicos equivocados pero que ahora no lo están. Veremos lo que dicen cuando vuelva el frío del ciclo corto del mínimo solar.

Más que el debate científico -en el que no puedo participar por falta de conocimientos- me interesa mucho el debate mediático. Por eso, creo que a Gore no deberían haberle dado el Nobel de la Paz ni el Príncipe de Asturias de Cooperación sino, en ambos casos, el primer premio de Marketing o Comunicación. Creo que le gana a San Pablo.

Al Gore es, desde luego, un gran predicador. Se ve que lo ha mamado en su tierra de Tennessee, cuna de tantos evangelistas fanáticos «nacidos de nuevo» («born again«). Claro que de científico tiene tanto como yo, que es muy poco.

(La rectificación de Rajoy , casi escondida a una columna al fondo de la página, es, naturalmente, de El Mundo. El País es mucho más generoso con el espacio que dedica a Rajoy, especialmente cuando éste rectifica algún error o presunto error. Ahí lo vemos, rectificando por arriba y a cuatro columnas con un hermoso titular)

Un comentario muy comedido de mi admirado colega Hernan Zin , en el post del viernes, me ha hecho reaccionar para retomar el hilo del debate mediático. También este mensaje de otro lector del blog que he recibido en mi correo de contacto y que dice así:

«Sobre Al Gore querría comentarle que, aunque el mensajero no sea el más idóneo ni el más coherente y su tono sea apocalíptico (como dicen Jiménez Losantos, desde la COPE, y los locutores de Libertad Digital), creo que lo importante es el mensaje y el mensaje es compartido por la mayoría de la comunidad científica.

Actualmente, se da una situación parecida a cuando hace unas décadas empezaron a aparecer los primeros estudios que relacionaban el tabaco con el cáncer de pulmón. Desde las compañías tabaqueras se movilizó a científicos, periodistas (viendo su trayectoria personal y profesional, estoy convencido que este no es su caso) y políticos para transmitir a la opinión pública que esos informes eran catastrofistas y que no había unanimidad en la comunidad científica al especto. El tiempo dejó a cada uno en su lugar.

Por eso, aunque el mensajero sea criticable (que lo es), el mensaje es para tenerlo muy en cuenta.» J.G.

(Fin del mensaje)

–No puedo copiar y pegar el PDF de la página 6 de Público (sólo consigo la portada) y es una pena porque lleva una foto de Gore que parece un santo en los altares y que lleva este gran titular:

Los 220 discípulos de Al Gore

El País le dedica otra página con el título:

«Siento que tengo una misión»

y este sumario:

«Les llevo un mensaje en el que creo apasionadamente»

El titular menos religioso es el de El Mundo:

–El tratamiento sesgado y desproporcionado que la mayoría de los medios de comunicación dispensan últimamente al papel presuntamente relevante del hombre en el calentamiento global de la Tierra aumenta cada día más mis dudas sinceras sobre los fundamentos científicos de esta hipótesis.

Dejo dicho, de antemano, que no me paga la Exxon, ni George Bush, ni Mariano Rajoy antes de su rectificación y propósito de enmienda.

Simplemente, tengo mi casa pagada y mis hijos criados y trato de escribir en mi blog lo que me apetece, como si fuera libre. Soy consciente de los riesgos que ello implica, por ir tan a contracorriente como el primo de Rajoy que ahora se ha quedado solo ante el peligro. Muy pocos colegas, que piensan como él, se atreven a apoyarle en público.

En realidad, el miedo razonable a disentir, mal disimulado por científicos muy respetables, también me ha movido a expresar públicamente mi creciente escepticismo sobre las tesis de la corriente dominante y ha despertado mis ganas de provocar debate.

Pero lo que me más me ha preocupado en los últimos meses ha sido el carácter moral, profundamente religioso hasta límites fanáticos, que impregna la campaña de propaganda de los “apóstoles” del nuevo cambio climático. Algo me huele a podrido en todo este negocio político/mediático y trataré de precisarlo, si el trabajo y mi tiempo libre lo permiten.

En los años 70 íbamos hacia el frío y ahora vamos hacia el calor

Hoy día, hablar del “cambio climático” equivale a hacerlo del “calentamiento global”. Naturalmente, -y esto es precisamente lo que yo discuto- Al Gore y sus discípulos (no todos los científicos) dan por hecho que tal calentamiento es causado o agravado por la acción del hombre.

Lo aclaro porque no era así a mediados de los años 70. Buscaré y pegaré aquí las portadas de Time y de Newsweek de 1975 y 1976, que mencioné más arriba, (y la posición de la ONU de entonces) alertando sobre la gravedad del “cambio climático”, igualmente provocado o agravado entonces por el hombre. Aquellas terroríficas portadas, ya convenientemente olvidadas por los medios de comunicación, nos amenazaban (¡Ay!) con un gravísimo “enfriamiento global”.

Y no hace tanto tiempo de esto. Sin ir más lejos, en 1976-77, viviendo en Cambrigde (Mass), sobreviví a uno de los inviernos más largos y fríos de mi vida. El campus de la Universidad de Harvard parecía Siberia y en Bufalo (NY) las casas estaban tan cubiertas de nieve que la gente salía de ellas por las chimeneas.

Sin caer en ningún extremismo, yo mismo he profesado durante años en el emergente movimiento ecologista y sigo convencido de que podemos cambiar el rumbo despilfarrador y avaricioso de nuestra especie, sin prestar atención alguna al CO2.

Separo y reciclo mi basura, limpio mi entorno, ahorro agua y electricidad, recojo papeles y plásticos del suelo. O sea, amo la Naturaleza y no me gusta cagar en mi nido.

Todas estas actitudes, beneficiosas para el Medio Ambiente, no tienen nada que ver con el calentamiento global del planeta ni con el dichoso -y seguramente maravilloso-CO2, ahora en el papel del malo de la película.

Lo digo porque, el día fatídico en que el pobre Rajoy metió frívolamente a su primo (el físico) en este lío descomunal, más de un oyente de la Ser tomó al líder del PP por un guarro enemigo del Medio Ambiente que va tirando plásticos por la calle, fuera de las papeleras. No sabe Rajoy donde se metió.

Por las reacciones suscitadas, y por su rápida y acobardada rectificación, deduzco que no sabía muy bien en qué jardín se metía. Casi se lo comen.

¿Cómo iba a desaprovechar el partido socialista la oportunidad que le brindaba en solitario el propio Rajoy para ser despellejado hasta el día de las elecciones? Eso sería pedir demasiado en vísperas electorales.

No queda tiempo para cambiar el rumbo a la corriente principal que, hoy por hoy, domina a los creadores de opinión y a la opinión pública. A río revuelto, ganancia de pescadores. Por eso, le han dado tanta leña a Rajoy el “hereje”.

En medio de tanta confusión, me gustaría separar prudentemente el trigo de la paja. No estoy cuestionado si hay calentamiento o enfriamiento global en el planeta. Pueden estar ocurriendo las dos cosas a a distintos ritmos y plazos. Hay teorías para ambos gustos: para unos científicos, estamos aún en fase de enfriamiento en el ciclo largo y para otros, igualmente respetables, estamos en fase de calentamiento en el ciclo corto. (Tengo los gráficos que lo muestran, pero debo escanearlos). Ambas teorías pueden ser compatibles pues, como en todo, la tendencia, a largo y a corto plazo, es lo que importa.

Sólo me refiero aquí a las dudas, más que razonables a mi juicio, de que sean las soberbias hormiguitas humanas las causantes del cambio climático, ya sea hacia el frío o hacia el calor. Estoy cada día más convencido de que, en este asunto, no somos nadie. (¿Calentamos la Tierra? Ni borrachos) Y trataré de razonarlo, desde el análisis de la cobertura mediática del fenómeno, que es uno de los objetivos fundacionales de este blog.

En primer lugar, no gusta que los diarios simplifiquen la información presuntamente científica utilizando frívolamente (como hizo Público) el sujeto “Los científicos…”

Este fue su titular a toda página junto a una foto de Rajoy:

Los científicos le ponen verde

¿Quiénes son “los científicos”?

¿Acaso hay consenso científico universal sobre este asunto? Lo del consenso científico es sencillamente falso. Ahí están el primo de Rajoy y varios otros miles de sabios respetables. Además, las leyes científicas no son democráticas. No se votan por mayoría. Hasta ahora, todos los científicos del mundo juntos son incapaces de derogar, por ejemplo, la Ley de la Gravedad, establecida en minoría por Newton y aún vigente.

¿Acaso hubo consenso mundial a favor de las teorías de Galileo? Los demás científicos -la corriente dominante- casi le queman por decir que la Tierra se mvíalarededor del Sol. La mayoría de entonces no tenía razón en aquellos asuntos astronómicos.

Tampoco me gustó el titular de El País:

Al Gore, contra los negacionistas

Me parece de muy mal gusto, incluso inmoral, recurrir al terrible Holocausto de los judíos en la Alemania de Hitler, ese gran amigo de Franco, para chupar rueda emocional a favor del cambio climático. Eso es un golpe bajo.

Tampoco es bueno el sumario correspondiente en la misma portada de El País:

Rajoy se une a una corriente ya en retirada, la que niega las evidencias del cambio climático

¿Quien le ha dicho a El País que esa corriente mal llamada “negacionista” está ya en retirada? Yo veo todo lo contrario. Y ya me lo dirán dentro de unos años, cuando vuelva el frío de mínimo solar.

Además ¿por qué se atreve El País a calificar de “evidencias del cambio climático” lo que no son más que hipótesis muy discutidas en privado, y cada día más en público, por científicos muy respetables, aunque comprensiblemente miedosos?

Ese mismo día de infierno para Rajoy, El Mundo era mucho más retorcido con este titular:

Con Gore llegó la tormenta

Y con este otro titular que desautorizaba directamente a Rajoy , días antes de su rectificación:

El PP confirma que la lucha contra el cambio climático será clave en su programa

Tengo recortados otros titulares de la semana pasada que serán joyas para el recuerdo:

Público:

Los 220 discípulos de Al Gore

“Si Groenlandia se deshiela, el agua inundará Sevilla”

El Mundo:

El fracaso de los escépticos

La evidencia avalada por 2.500 científicos de la ONU demuestra que el cambio climático es real

Al Gore compara el cambio climático con Hitler y alerta de su efecto en Doñana

Al Gore reincide en su comparación entre el Holocausto y el calentamiento global

El calentamiento global puede aumentar el riesgo de “tsunamis”

El País:

La ciencia aún tiene enemigos

Al Gore sacude a los escépticos

Los desastres son ya inevitables

La concentración de CO2 en el aire sube más rápido de lo esperado

Al Gore: “Siento que tengo una misión”

“Les llevo un mensaje en el que creo apasionadamente”

Y,por fin:

Rajoy rectifica: “No me expresé bien y he metido en un lío a mi primo”

(Continuará… en cuanto escanee los gráficos contradictorios y burdamente manipulados por el mismísimo IPCC de la ONU)