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Anti-Gore: ¿Calentamos la Tierrra? Ni borrachos (II)

El jueves pasado, recibí en mi despacho de 20 minutos, en el Palacio de la Prensa, un paquete de la FNAC que contenía el DVD de Al Gore Una verdad Incómoda/Una advertencia mundial”. Por esto, al ex vicepresidente de Estados Unidos le han dado ya varios premios, el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional entre ellos.

Al día siguiente, recibí este correo electrónico de Alejandro, un lector del blog: Para: Jose Antonio Martinez Soler Asunto: por cierto, ¿llegaste a recibir el documental «una verdad incómoda»?

…el documental sobre el cambio climático. ¿Llegó bien?

Un saludo Alejandro

Como es natural, aunque Alejandro me obligaba a hacer horas extras sobre el cambio climático, y ya que el DVD le había costado una pasta, le di las gracias con este otro correo:

“Si. Gracias, Lo recibí y lo estudiaré con mi chica, que sabe mucho de eso. Dime a donde te lo envío cuando lo vea. Saludos, Jose”.

Me respondió al instante: “Es un regalo. Para que lo veas las veces que quieras… Un saludo. Alejandro. (De nada)”.

Me prometió el DVD cuando leyó el post de la semana pasada titulado «¿Estamos calentando la Tierra? No te lo creas ni borracho».

Acabo de ver el DVD de Al Gore, con mi chica, y de discutirlo con mi hijo menor (que ya lo había visto y compartía su mensaje).

Me ha producido cierta perplejidad y he tomado algunas notas para poder hacer una crítica constructiva del montaje mediático, algo demagógico, que ha hecho.

Algunos asiduos de este blog pueden haber leído aquí algún comentario mío que me coloca claramente entre los escépticos sobre el papel del hombre en el calentamiento global.

Sinceramente, por lo que he leído y oído hasta ahora, yo no creo que el hombre tenga vela en este entierro o, si la tiene, es irrelevante por insignificante. Nadie me ha convencido aún de los contrario.

Como puede fácilmente deducirse –en cuanto abro la boca o escribo una línea- yo no soy científico. En todo caso, podría ser un simple divulgador. Mi vocación como profesor universitario (soy titular de Economía Aplicada) es más docente que investigadora. Pero como divulgador –y mis alumnos dicen que no soy malo, cuando me evalúan- me interesa mucho la forma y el fondo de este mensaje casi científico y casi religioso de Al Gore, sobretodo por el éxito que tiene entre los jóvenes.

¿Acaso no era Al Gore uno de los nuestros, enfrentado a George Bush, quien le robó en Florida la presidencia de EE UU?

¿Debo evitar, por ello, la crítica para no hacer el juego a la derecha?

Si de algo me arrepiento, a mi edad, es precisamente de no haber criticado a tiempo a los amigos, cuando pensé que se equivocaban en algo, por miedo a que mis argumentos fueran utilizados por sus enemigos y, peor aún, por miedo a que los que consideraba mis amigos, quizás erróneamente, me tomaran por traidor a la causa, cualquiera que ésta fuera.

Pero eso era antes de haber terminado de pagar mi casa y de criar a mis hijos. Ahora, como puede comprobarse en este mismo blog, escribo y digo lo que me da la gana, como si fuera realmente libre. Ahí está la gracia.

Por eso, voy a tratar de contar aquí, en mis ratos libres y en los capítulos que sean necesarios (el que avisa no es traidor), mi posición actual (naturalmente sometida a cambios) sobre el papel insignificante del hombre en el calentamiento global de la Tierra. ¡Casi na!

Me consta que voy contra corriente. Con ello, quede claro, no pretendo reírme de nadie ni ofender a nadie, sobretodo porque en ambas posiciones (antropocéntricos y anti-antropocéntricos) observo elementos científicos, pero también otros que son más propios de creencias religiosas y/o políticas, que implican una moral determinada y –¡cómo no!- una cierta pasión proselitista.

Haré dos declaraciones iniciales:

1.- El ser humano puede o no puede influir en el calentamiento global.

No obstante, en el caso de que se pudiera demostrar científicamente su influencia, estoy convencido de que sería tan irrelevante que no tendríamos por qué preocuparnos en absoluto.

Galileo dijo que la Tierra no era el centro del Universo sino que giraba alrededor del Sol. Casi le queman por hereje. Tampoco nosotros provocamos cambios de temperatura en la Tierra. Lo hace el Sol, entre otros importantes protagonistas de esta historia.

Espero que nadie desee quemarme por decirlo tan claramente. A nadie le gusta reconocer que es un don nadie. Y en esto de calentar o enfriar la Tierra, el ser humano es efectivamente un don nadie. Y no pasa nada. Somos insignificantes hormiguitas en el Universo.

2.- Es maravilloso y estoy de acuerdo en pregonar y hacer todos los esfuerzos que nos piden Al Gore, los ecologistas del mundo entero, las ONG´s, la izquierda antisistema, los amantes de la Naturaleza, los ahorradores de energía, los enemigos de la contaminación atmosférica, etc., para mejorar la vida del hombre sobre la Tierra.

Personalmente hago lo que puedo. Pero todo esto lo hago, y hay que seguir haciéndolo, por razones completamente ajenas al calentamiento global de nuestro planeta, contra lo que estoy convencido de que no podemos hacer nada.

Si de verdad pudiéramos hacer algo por evitar o retrasar el actual calentamiento global, creo que no deberíamos hacerlo. Manos fuera.

No nos conviene frenar el fantástico calentamiento actual. Y mucho menos a los británicos, que sueñan con tener buen vino, como les ocurrió en otra época caliente durante el Imperio Romano, o a los canadienses, que se preparan para vender parcelas en su tundra ártica, o a los daneses, que pueden urbanizar Groenlandia y restaurar los poblados de los vikingos que vivieron allí en otra época caliente en la Edad Media

Por cierto, les recuerdo que Groenlandia o Greenland significa Tierra Verde y donde antes había pastos hoy sólo hay tundra.

¿No les dice algo este nombre de Tierra Verde tan cerca del Polo Norte?

¿Acaso eran especuladores inmobiliarios los vikingos que le pusieron este nombre, cuando habitaron esas tierras cultivables, más tarde cubiertas de hielo por el enfriamiento conocido como la Pequeña Edad Glacial (1350-1850)?

Tenemos que ahorrar energía porque los recursos son escasos y se acaban. Tenemos que reducir la contaminación atmosférica, porque es mala para la salud. El CO2 no es malo para la salud en las cantidades actuales. No nos afecta.

Los que son malos son los otros contaminantes industriales que hay en los humos. El CO2 es muy bueno para la agricultura y la vegetación puesto que actúa como fertilizante, como bien saben mis paisanos, los almerienses de los invernaderos.

Tenemos que cuidar el paisaje natural, las plantas, los animales que nos acompañan en este mundo, y no tirar la basura por doquier. Tenemos que repoblar los bosques y no cortar más árboles por nuestra salud y nuestro bienestar o, simplemente, por su belleza natural.

Nada de eso tiene relación significativa con el actual calentamiento global. Hay calentamiento en nuestro planeta, sí, (como lo hay en Marte) y muy pequeño, pero prácticamente no tiene relación con lo que hace o no hace el hombre sobre la Tierra.

Este es uno de los problemas que he observado en el mensaje casi profético y, a mi juicio, equivocado, que contiene el DVD que acabo de ver de Al Gore. Da por demostrado que el hombre es causante del calentamiento global y, lo que es peor, que tiene capacidad para corregirlo.

Lo que más me interesa de este fenómeno es la cobertura informativa que ha tenido y que tiene. Así podré explicarme cómo hemos podido llegar hasta aquí, con tantas dudas y contradicciones como aún encierra el gran dilema (antropocéntrico o anti-antropocéntrico) del calentamiento global.

Y, por supuesto, me gustaría saber qué gana cada cual en esta historia. Ya saben lo del Padrino:

“Sigue al dinero…”

Y a este asunto, en cuanto pueda, le voy a dedicar varios post. —

Todos los días se publica algo sobre el asunto. Generalmente a favor del papel culpable del hombre en el calentamiento global. El Mundo publica hoy esta página completa sobre la hija de Cousteau y el famoso cambio climático. Otras veces lo hace El País.

Intentaré analizar aquí lo que se publica y lo que no se publica sobre este tema tan candente y polémico. Si alguien me convence de lo contario, cambiaré de opinión.

Sólo los fósiles no evolucionan, o lo hacen tan lentamente… que no se les nota.

Ahora tengo visita y cervecita fresca.

Hasta luego.