Intoxicaciones en pediatría

Fuente: Pixabay

Hace unos días, la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) publicaba una guía on-line de acceso abierto y gratuito sobre el manejo de las intoxicaciones en pediatría. De esta forma, el Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la SEUP cristaliza en un recurso digital todo el trabajo que lleva haciendo más de 10 años, ya que son quién marca cuáles son los protocolos con los que los pediatras atendemos a este tipo de niños, además de trabajar para concienciar a la sociedad de que las intoxicaciones infantiles pueden ser potencialmente graves, pero prevenibles.

Sería absurdo que un blog como este, dedicado a la divulgación general dirigida a personas no sanitarias, hiciera un intento de explicar intoxicación por intoxicación hasta el más mínimo detalle de lo que se debe hacer ante un niño que ha tenido contacto con una sustancia tóxica; sin embargo, sí que resulta interesante repasar cuáles de ellas son las más frecuentes y daros unos consejos generales sobre prevención y sobre cómo actuar en esos primeros instantes en los que dudáis si debéis acudir corriendo a Urgencias.

¿Cómo de frecuentes son las consultas por la exposición a tóxicos?

Se calcula que en nuestro entorno una de cada 250-300 visitas a los servicios de urgencias de pediatría están motivadas por la exposición a una sustancia potencialmente tóxica, a las que habría que sumar aquellas que acuden a los centros de atención primaria.

Por fortuna, la mayoría de estas consultas no van a tener consecuencias, ya sea porque no sé ha alcanzado una dosis tóxica para el niño o porque los efectos derivados de esa exposición son leves. Sin embargo, se calcula que hasta el 20% de los niños atendidos por contacto con una sustancia tóxica requieren ingreso hospitalario, de los cuales, por su gravedad, un 1% lo hará en cuidados intensivos.

Desde el punto de vista epidemiológico se pueden diferenciar dos grandes grupos de niños que consultan por una intoxicación:

  • Niños menores de 5 años: en general son intoxicaciones que se han producido de forma no intencionada, ya sea por un error en la dosificación de un fármaco o por el afán aventurero propio de esta edad que les hace encontrar algún tipo de sustancia que les pude resultar tóxica (medicamentos, productos del hogar…)
  • Adolescentes: en estos casos el contacto con el tóxico suele ser intencional, ya sea con un fin recreativo, como por ejemplo el alcohol o las drogas ilegales, o con una intención suicida, en general a través de un psicofármaco.

Por fortuna, aunque hay más consultas en el grupo de los niños pequeños, el contacto suele ser con una sustancia tóxica conocida y es descubierta en poco tiempo, lo que hace que los padres consulten pronto con el pediatra (el 80% lo hace en las primeras dos horas) cuando los niños todavía están asintomáticos, lo que mejora el pronóstico de estas consultas.

Todo lo contrario ocurre en los adolescentes, ya que las consultas se suelen demorar en el tiempo a cuando los chavales presentan síntomas y, además, el tóxico no siempre es conocido o han mezclado sustancias, lo que hace que el manejo de estos pacientes sea más complejo.

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Todos estos datos nos deben hacer entender a los que somos padres que las intoxicaciones son una patología frecuente, pero sobre todo, que la mayoría de ellas son prevenibles, ya sea mediante instrucciones claras para que sepan sin genero de dudas qué dosis de tal o cual fármaco les toca dar a sus hijos, junto con unas mínimas medidas de seguridad que impidan a los más pequeños acceder a sitios a los que no deberían. Otro tema serían los adolescentes, ya que la prevención de estas intoxicaciones resulta mucho más difícil, ya que muchas de ellas se encuadran dentro de prácticas sociales propias de la edad o en el seno de problemas de salud mental.

Intoxicaciones más frecuentes

Sin duda alguna, los fármacos son el grupo de tóxicos que más frecuentemente están implicados en una intoxicación. En niños pequeños suelen ocurrir de forma involuntaria, ya sea por un error en la dosis que los padres creían que tenían que dar a su hijo, pero también cuando estos exploran el domicilio familiar y encuentran a su alcance las medicinas que hay en casa. De esto hay que sacar dos aprendizajes. En primer lugar, cuando acudamos al pediatra debemos preguntarle la dosis de lo que nos está pautando, y si nos lo deja por escrito mejor que mejor. Y en segundo lugar, debemos proteger a nuestros hijos no poniendo a su alcance sustancias que para ellos pueden ser dañinas.

De entre todo los fármacos, el paracetamol es el que con más frecuencia lo vemos implicado en una intoxicación. Por fortuna, los padres suelen consultar rápido en el servicio de urgencias cuando se dan cuenta que a sus hijos les han dado más dosis de la que les toca, lo que hace que se pueda actuar a tiempo para que no haya consecuencias. Pero tranquilos, que seguro que ya estáis pensado que en alguna ocasión le habéis podido dar un poco más de paracetamol de lo pautado, ya que para que este fármaco sea tóxico habría que dar al niño una dosis diez veces superior a la que le toca por peso, por ejemplo, que a un niño de 10 kilos se le administren 15 mL del típico paracetamol que tenéis por casa en vez de 1,5 mL. De hecho, es más frecuente ver este tipo de intoxicaciones en niños que han encontrado el bote por casa y le han dado un lingotazo como si de un cubalibre se tratara.

El segundo grupo de fármacos más frecuentes en intoxicaciones pediátricas son los psicotrópicos, sobre todo las benzodiacepinas. En estos casos suelen ser ingestas medicamentosas no observadas por los padres (niños pequeños que se llevan pastillas a la boca o adolescentes que lo hacen con fin autolítico), por lo que suelen generar consultas con algo más de demora en el tiempo. Por el mecanismo de acción que tienen, suelen dar síntomas neurológicos, como una excesiva tendencia al sueño o agitación muy manifiesta. De nuevo, merece la pena guardar las medicinas fuera del alcance de nuestros hijos para que no se den estas situaciones.

adolecentes

En los adolecentes puede ser más difícil identificar una intoxicación, por lo que ante síntomas neurológicos de aparición aguda no dudéis en solicitar una valoración (Fuente: Pixabay)

El tercer grupo que completa el podio de tóxicos en pediatría son los anticatarrales y los antitusivos. Estos jarabes suelen estar compuestos por varios fármacos, muchos de ellos con efectos secundarios que pueden llegar a ser muy importantes, sobre todo por debajo de los cuatro años. La gran mayoría de estas medicinas no están autorizadas para usarse en lactantes (por su baja seguridad) y en el resto de edad carecen de evidencia científica como para que sean pautados de forma rutinaria por el pediatra. Por todo ello, y dado que no son inocuos, es preferible que no deis a vuestros hijos estos jarabes ni que los tengáis en casa.

A demás de los fármacos, el otro gran grupo de tóxicos al que hay que hacer especial mención es a los productos del hogar, ya que son la segunda causa de intoxicación en pediatría. En estos casos suelen ser niños menores de 3 años que descubren por casa este tipo de productos y les da por llevárselos a la boca. Por fortuna, los productos que podemos encontrar en un supermercado para la limpieza del hogar para la higiene corporal no tienen una alta toxicidad, por lo que el contacto con estas sustancias suele dar síntomas leves y sin secuelas. Lo que sí que preocupa a los pediatras son los productos de uso industrial, como los cáusticos y los disolventes, ya que su potencial tóxico sí que es muy alto.  Para prevenir estas intoxicaciones lo prudente es que estos productos no estén al alcance de los niños y nunca rellenar una botella de uso común con un producto de este tipo.

Sustancias que no son tóxicas

Después de quince años atendiendo niños os podéis imaginar la cantidad de consultas que hemos tenido en el que un niño se ha tomado alguna cosa que los padres pensaban que podía ser un tóxico. Sin embargo, y aunque parezca mentira, muchas de las sustancias que los padres creen que son peligrosas no son realmente tóxicas más allá de que al niño le duela un poco la tripa tras su ingesta. Os dejamos esta lista extraída de la tercera edición del manual de intoxicaciones de la SEUP para que antes de salir corriendo al médico comprobéis si realmente esa sustancia con la que ha tenido contacto vuestro hijo es tóxica.

¿Qué debo hacer (o no hacer) en caso de exposición a un tóxico?

En caso de que vuestro hijo haya tenido contacto con una sustancia que creéis que es tóxica, la atención que debe recibir depende de cómo se encuentre. También hay que tener en cuenta que aunque las prisas nunca son buenas compañeras, ante una intoxicación el tiempo es oro, por lo que, por decirlo de alguna manera, es preferible que acudáis al servicio de urgencias pronto a que que os quedéis con la duda de si debías de ir o no. Ya se verá cuando se valore al niño si todo se queda en un susto o realmente hay que hacer algo.

Por otro lado, si tenéis dudas de si la sustancia con lo que ha estado en contacto vuestro hijo es tóxico, podéis llamar al Servicio de Información Toxicológica para consultar si realmente es necesario que acudáis a un centro sanitario. El teléfono al que podéis llamar en España es el 91 562 04 20. Cómo no vais a estar buscando este post el día que realmente necesitéis llamar a toxicología, lo más adecuado es que lo busquéis directamente en Google o que lo apuntéis en un papel y lo dejéis colgado en la nevera.

Más allá de la información que os puedan dar por teléfono, en el caso de que vuestro hijo haya tenido contacto con un tóxico y se encuentra bien (asintomático o síntomas leves sin dificultad respiratoria y con la capacidad de tragar) esto es lo que debéis hacer antes de acudir a Urgencias:

  • Si el tóxico ha sido ingerido:
    • No provocar nunca el vómito ni administrar sustancias para que este se produzca.
    • Recabar toda la información posible de lo que ha tomado el niño: qué producto ha sido, hace cuánto tiempo, cantidad (si es necesario llevar el bote)…
  • Si el tóxico ha tenido contacto con la piel:
    • Retirar la ropa del niño.
    • Lavar la zona con agua del grifo durante 10-15 minutos.
    • Identificar el producto (llevar el bote a Urgencias).
  • Si el tóxico ha tenido contacto con los ojos:
    • Lavar con agua templada los ojos durante 10-15 minutos. Se puede hacer con la alcachofa de la ducha mientras el niño parpadea.
    • No insistir para que el niño abra los ojos, es preferible que parpadee de forma constante.
    • Identificar el producto (llevar el bote a Urgencias).
  • Si el tóxico ha sido inhalado:
    • Evitar que una segunda persona inhale dicho producto: abrir ventanas y puertas, salir al aire libre…
    • Identificar el producto (llevar el bote a Urgencias).

Si tras la exposición a un tóxico se da el caso de que vuestro hijo se encuentra inconsciente o muy tendente al sueño, respira con dificultad o no sea capaz de tragar, lo que debéis hacer es avisar a los servicios de emergencias llamando al 112.


Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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