Dispositivos de flotación: ¿cuál es el más seguro?

 

Fuente: Pixabay

En la última semana, la gran mayoría de piscinas de nuestro país han abiertos sus puertas para dar la bienvenida al buen tiempo y permitir que nuestros hijos se refresquen del calor.

Y como todos los años, los que tienen hijos pequeños, sobre todo aquellos que todavía no saben nadar, se hacen una pregunta: ¿cuál es el mejor sistema de flotación para que mi hijo se meta en el agua de forma segura? ¿Los maguitos, el flotador o los modernos chalecos salvavidas?

Esta no es una pregunta banal, ya que cada año fallecen en España entre 75 y 150 niños por ahogamiento, tanto en playas, piscinas, ríos y embalses, de los cuales la gran mayoría lo hace en instalaciones privadas, por lo que intentar ofrecer a nuestros hijos una actividad recreativa y lúdica que tanto les aporta, pero con seguridad, debería ser una de nuestras prioridades.

En el post de hoy repasamos y os damos nuestra opinión sobre cuál es el mejor sistema de flotación, para que, según vuestras necesidades podáis elegir un tipo u otro.

Unas nociones básicas sobre los ahogamientos en la infancia

El ser humano no nace sabiendo nadar. Parece una obviedad, pero merece la pena recordarlo. De hecho, los bebés llegan a este mundo sin saber hacer casi nada.

Sin embargo, el desarrollo psicomotor nos permite adquirir habilidades con el paso del tiempo casi sin que nos demos cuenta, como por ejemplo, caminar o hablar. De entre todas esas habilidades que un niño puede aprender, nadar es una de ellas, pero con la pega de que suele ser necesario que alguien te enseñe, ya que si soltamos a un niño pequeño en el agua, lo más probable es que se vaya al fondo de la piscina sin conseguir volver a la superficie.

Un paréntesis antes de seguir. Una cosa que si que saben hacer los recién nacidos debajo del agua es aguantar la respiración, lo que les permite estar bajo el agua sin coger aire nada más sumergirlos. Seguro que lo recordáis por la portada icónica del disco de Nirvana titulado Nevermind en la que aparece un niño pequeño flotando debajo del agua. Esto se llama reflejo de apnea y suele desaparecer hacia los 5 o 6 meses de edad, lo que hace que cuando aprendan a nadar tengan que aprender a realizar una apnea cuando se zambullen.

Pero mientras un niño no sepa nadar de forma autónoma, debemos tener en cuenta un par de cosas.

La primera de ellas es que cuando alguien está bajo el agua no podemos oírle gritar, lo que hace que se diga que los ahogamientos son muertes silenciosas, ya que por mucho que el niño pida ayuda, si no le estamos vigilando, no vamos a ser capaces des darnos cuenta de que algo le pasa.

Otro detalle importante es que basta con un par de palmos de agua, sí, como en una piscina de niños pequeños, para que un niño que no sepa ponerse en pie quede sumergido bajo esa capa de agua si se cae o se tropieza, ya que la altura de la cara de un niño de corta edad es muy poca. Esto cobra más importancia todavía si además el niño esta boca abajo y no sabe darse la vuelta.

Estos dos detalles nos deben poner en alerta para no perder nunca de vista a nuestros hijos pequeños mientras se bañan, incluso aunque lleven sistema de flotación como los que vamos a analizar en el siguiente apartado.

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Diferentes sistemas de flotación

Debido a lo importante que es ofrecer seguridad a nuestros hijos mientras están en el agua, se han desarrollado diferentes sistemas de flotación para hacer más seguro el baño mientras los niños aprenden a nadar. Los tres siguientes son los más habituales:

  • Flotador: se trata de un aro, normalmente inflable y que flota, en el que el niño se sitúa en el centro. El mayor problema que plantea es que si el niño se suelta y no sabe nadar, se escurrirá y se ira al fondo de la piscina; además, y esto lo he visto con mis propios ojos, en ocasiones el niño puede darse la vuelta y quedar con las piernas para arriba y la cabeza para abajo sin poder zafarse (os podéis imaginar las consecuencias). A día de hoy, los flotadores están muy denostados ya que existen otros sistemas de flotación más seguros.
  • Manguitos: en este caso, dos inflables (o los más modernos de corcho) que se sitúan en los brazos del niño dándole más flotabilidad. En nuestra opinión tienen dos problemas: el primero de ellos es que pueden resbalarse de los brazos del niño y que este se quede sin su apoyo para flotar (sobre todo al tirarse al agua desde el bordillo) y el segundo, que al no poder mover los brazos no les permiten un correcto desarrollo del aprendizaje de la natación. En resumen, no son 100% seguros, aunque nos pueden servir en niños de cierta a edad (a partir de los 2-3 años) para estar al lado de ellos en el agua sin tener que estar sujetándolos todo el rato.
  • Chaleco salvavidas: esta es la opción que más les gusta a los expertos en seguridad infantil y ahogamientos, sobre todo en niños de más corta edad (por debajo de los 2 años). Sin embargo, no son completamente infalibles. Es cierto que es muy difícil que el niño se desenganche de ellos (ya que suelen llevar una correa que sujeta el salvavidas por debajo de las piernas), pero en ocasiones, si el niño no tiene mucho control de su cuerpo, puede que que boca abajo aunque en la superficie del agua. Además, debido a que son bastante aparatosos, impiden el libre movimiento del niño por lo que no son nada útiles para que el niño aprenda a nadar.

Si os estáis planteando comprar un sistema de flotación para vuestros hijos, creo que el mensaje más importante que os podemos dar es que ninguno es infalible y que por muchas bondades que cuenten debéis estar ojo avizor mientras vuestros hijos estén en el agua, ya sea desde el bordillo de la piscina o en la orilla de la playa si ya tienen cierta autonomía o con ellos en brazos si son muy pequeños, por mucho sistema de flotación que lleven.

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Unos consejos finales antes de darnos un chapuzón

Sé que somos un poco tremendistas con esto del agua y los niños, pero todos los ahogamientos son prevenibles, de ahí la importancia de post como este.

Sin duda alguna, lo más fiable para prevenir un ahogamiento es enseñar al niño a nadar, así que no escatiméis recursos en clases de natación, a poder ser antes de la temporada de verano, aunque nunca es tarde si en vuestra región ya ha llegado el buen tiempo y las piscinas están abiertas.

Mientras llega ese momento en el que vuestros hijos naden perfectamente y sean lo suficientemente autónomos (y responsables) para poder cuidar de sí mismos mientras están en el agua, no queda otra que vigilarles constantemente. Para ello, dejaremos los móviles, libros, revistas y demás objetos que nos puedan distraer para cuando los niños no estén en el agua.

Y por último, os dejamos estos decálogos de seguridad infantil en playas y piscinas de la iniciativa #OjoPequeAlAgua que apoyamos firmemente.


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