5 consejos imprescindibles que todo pediatra debería dar

Fuente: Unsplash

La pediatría es una especialidad muy amplia. No en vano, los pediatras atendemos a la salud infantil desde los primeros momentos de vida de un recién nacido hasta bien entrada la adolescencia. Y de entre todas nuestras tareas, la promoción de la salud, a través de consejos y recomendaciones, es una de las más importantes.

Tras más de quince años como pediatras (y también, unos cuantos como padres) nos damos cuenta que en muchas ocasiones poner en práctica todo lo que recomendamos es una tarea titánica y, en muchas ocasiones, un ideal que resulta difícil de alcanzar. Muchos de esos consejos  están interiorizados a nivel social y (casi) no hace falta que el pediatra los recuerde en la consulta, como por ejemplo que la vacunación infantil es necesaria y que claramente mejora la salud de los más pequeños de la casa o que la lactancia materna tiene claros beneficios tanto para el bebé como para la madre.

Pero si  un día nos dijeran que solo podemos dar cinco consejos, nos quedaría un post como el que vais a leer, ya que pensamos que claramente mejoran la salud de los niños, aunque a veces las familias los pasan por alto o no los tienen en cuenta.

1. Nos os preocupéis en exceso por la fiebre

Durante la infancia de un niño la fiebre le visitará con más o menos frecuencia. En ocasiones acompañando a la tos y los mocos de un catarro, en otras a la diarrea y los vómitos de una gastroenteritis, y en muchas otras como un síntoma que no va acompañado de nada más y que tal cual ha venido, al cabo de unos días, se vuelve a ir.

Como sabéis, la fiebre es un síntoma de una infección y si recordáis la última vez que vosotros como adultos tuvisteis fiebre, seguro que los recuerdos que mantenéis son que ésta generaba malestar y no os apetecía otra cosa que estar tumbados en el sofá o metidos en la cama con las luces apagadas.

Porque la fiebre no es más que eso, una elevación de la temperatura corporal que aparece en el contexto de una infección y que hace que nos encontremos mal.

En los niños, más del 90% de las veces que tienen fiebre está provocada por una infección por un virus que, con un poco de paciencia , acabará desapareciendo por sí sola sin precisar siquiera que lo vea el pediatra. Durante esos días que un niño tiene fiebre es adecuado tratarla con paracetamol o ibuprofeno para mejorar el malestar.

Por eso decimos que no os debéis preocupar en exceso por la fiebre, porque en la inmensa mayoría de las ocasiones desaparecerá tal cual ha venido al cabo de unos días.

De hecho, lo que nos preocupa a los pediatras no es la fiebre en sí misma, si no otros signos de alarma que pueden aparecer en el contexto de una infección, como la dificultad respiratoria, las petequial (manchitas rojas de la piel que al pasar el dedo por encima no desaparecen), el decaimiento muy llamativo o la somnolencia o los vómitos persistentes.

2. Lavar los dientes con pasta con flúor

Muchas familias se quedan sorprendidas cuando vienen a consulta a hacer una revisión del niño sano y les dices que los dientes hay que lavarlos con pasta fluorada desde la salida del primer diente. Seguramente esto es debido a lo que se recomendaba antaño, ya que no se daba tanta importancia a los dientes de leche.

Sin embargo, a día de hoy sabemos que la caries la debemos prevenir desde la erupción de los primeros dientes y que la única forma de hacerlo, además de disminuyendo al máximo el aporte de azúcares libres o añadidos en la alimentación, es realizando un lavado dental con pasta con flúor.

De forma muy resumida, realizaremos el cepillado con pasta con 1.000 ppm de flúor por debajo de los 6 años y con 1.450 ppm de flúor a partir de esa edad dos veces al día.

Como os podéis imaginar, con los bebés y los niños mas pequeños será casi una pelea, incluso necesitando abrirles la boca con vuestros dedos para elevar el labio y así exponer el diente que queréis cepillar. Más adelante, la tarea se volverá más sencilla, pero recordad que hasta los 8 años (aproximadamente) no tienen una destreza manual suficiente para realizar un cepillado dental eficiente de manera autónoma, por lo que debéis supervisarles (tiempo, cantidad de pasta, calidad del cepillado..) incluso haciendo un repasito después de que lo hayan hecho por sí solos.

Os podemos asegurar que si laváis los dientes de vuestros hijos con pasta con flúor desde la salida del primero es muy poco probable que acaben teniendo caries y la salud bucodental de vuestros hijos lo agradecerá.

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3. No deis de comer a vuestros hijos con una pantalla delante

Otro de los grandes caballos de batalla a los que se enfrentan los padres y madres es a dar de comer a sus hijos. Al principio, cuando los bebés solo toman leche, todo parece coser y cantar, pero cuando llega el momento de introducir otros alimentos, todo se complica.

Ya sea con triturados o con el enfoque Baby Led Weaning, a muchas familias les cuesta que sus hijos abran la boca para probar si quiera un solo bocado. Y en esa desesperación porque prueben algo, acaban recurriendo al móvil o a la tablet para distraerles y que abran la boca mientras les dan de comer.

La alimentación infantil no es solo un ejercicio de calorías que el niño necesita  para cubrir sus necesidades basales y crecer, es también la relación que establece con la comida desde bien pequeño.

A menudo vemos como padres y madres, a la vez que sacan la tartera o el potito para dar de comer a sus hijos, desenfundan el móvil y lo ponen en la mesa con los videos que más le gustan a su hijo. De esta forma consiguen que el niño coma sin mucho esfuerzo cuando antes era una labor insufrible.

Pero, si hacemos esto, ¿el niño es realmente consciente de que está comiendo? ¿Dónde dejamos su sensación de hambre y saciedad? En el fondo, dar de comer a niño con un dispositivo electrónico delante porque de otra manera no querría comer es parecido a obligarle a comer.

En nuestra opinión es preferible que un niño (sano) no coma, incluso que pierda algo de peso, a que lo haga con una pantalla delante. Sabemos que dicho así suena muy fuerte, pero durante los primeros meses de vida de un bebé se establecen las bases de muchas cosas, como la mencionada relación con la comida. Y si esas bases están asentadas en pilares sólidos, la salud de vuestros hijos lo agradecerá en el futuro.

4. Hacer ejercicio físico en familia

Está más que estudiado que los niños que hace deporte de manera regular durante la infancia es muy probable que mantengan esos hábitos cuando lleguen a la edad adulta.

Además, sabemos que la OMS recomienda que los niños realicen al menos una hora de ejercicio físico moderado al día, cuota que suele estar cubierta entre los ratos de patio que tienen en la escuela o el colegio, junto a las horas de educación física escolar y las actividades extraescolares. Creemos que todos estaremos de acuerdo en que hacer deporte es bueno para la salud, tanto para los niños, como para los adultos.

Sin embargo, no debemos olvidar que en nuestra sociedad la tasa de sobrepeso y obesidad ronda el 40% entre los 6 y los 9 años. Conociendo las cifras, no queda otra que pensar que quizá ese deporte que hacen en el colegio (unido, por supuesto, a una alimentación que no es del todo saludable) no es suficiente.

Por eso, creemos que es muy necesario que todas las familias hagan algo de actividad física en común de manera frecuente. Puede ser una excursión al campo, salir a dar una vuelta por el barrio en bicicleta, jugar un partido de futbol, salir a pasear al perro o ir caminando al colegio (o al menos una parte, si es que vais en coche porque os pilla a desmano). Algo que nos saque de la vida sedentaria a la que nos hemos acostumbrado y que ya hemos interiorizado como algo normal.

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5. Para merendar, ¡fruta!

Basta con acercarse a la salida de un colegio para comprobar que muchos niños meriendan alimentos procesado con una alta tasa de azúcares añadidos: galletas, bollos, barritas de cereales, zumos…

Estamos convencidos que si nos paráramos a pensar un poco, todos llegaríamos a la conclusión de que no es lo más adecuado. Pero, si todos pensamos igual, ¿por qué lo seguimos haciendo? Quizá por simple comodidad o por no luchar con nuestros hijos y asegurar que comen algo a medida tarde antes de que llegue la hora de la cena.

Si alguien nos preguntara que cuál es la merienda ideal para un niño, sin duda alguna diríamos que fruta. Y aunque a muchos os parezca que es poco práctico, sinceramente, no creo que cueste tanto meter en la mochila del niño unas mandarinas, un plátano o una manzana para que se lo tome al salir del colegio. De hecho, sobre todo si vuestros hijos cenan pronto, tampoco pasaría nada nada porque no merendaran, o al menos es preferible que no merienden a que lo hagan con productos ultraprocesados sin ningún valor nutricional.


Seguramente se han quedado en el tintero otros muchos consejos que nuestros compañeros pediatras consideran imprescindibles. Sin embargo, si ponéis en práctica estos cinco que os hemos dado, estamos seguros de que la salud futura de vuestros hijos lo agradecerá.

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