Alergia a la leche, ¿en qué consiste esta enfermedad?

Leche

Fuente: Pixabay.

La información sobre la alergia a la leche en niños, o más bien a las proteínas de la leche de vaca, es uno de los temas más demandados tanto por los lectores de nuestro blog como por los pacientes que se ven aquejados por esta enfermedad y que atendemos en nuestras consultas. Esta enfermedad afecta al 2,5% de los niños menores de 2 años, frecuencia que como veis no es nada desdeñable. Así que tras casi cuatro años de vida de esta bitácora, nos hemos liado la manta a la cabeza y por fin hemos escrito el post que tanto tiempo llevaba escrito en nuestra cabeza. Con él intentaremos dar respuestas a muchas de las dudas que nos planteáis y esperemos que la información que encontréis aquí os resulte realmente útil.

¿En qué consiste la alergia a la leche?

Cuando un niño tiene alergia a la leche de vaca, a lo que realmente nos referimos es a que tiene alergia a parte proteica de la leche, de ahí que a esta enfermedad se la denomine desde el punto de vista médico como ‘alergia a las proteína de la leche de vaca’. Este tipo de alergia es la alergia alimentaria más frecuente por debajo de los 2 años de edad, y la tercera, por detrás del huevo y el pescado, si tenemos en cuenta todas las edades. Como ocurre en todo los tipos de alergia, se cree que hay una base genética que la condiciona, además alguno de los padres o de los hermanos suelen ser también alérgicos.

La alergia a la leche ocurre como consecuencia de un activación anómala del sistema inmunológico, la cual provoca la aparición de cualquier tipo de sintomatología, ya sea generalizada o solo del aparato digestivo, tras la ingesta de leche de vaca. Dependiendo de qué tipo de mecanismo inmunológico desencadene esta reacción, la sintomatología varía enormemente, así como el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico.

¿Qué tipos de alergia a las proteínas de la leche de vaca existen?

Básicamente existen dos mecanismos por los que un niño puede tener alergia a las proteínas de leche de vaca: ‘mediadas por IgE’ o ‘no mediadas por IgE’. Vamos a verlas por separado porque entre ellas poco tienen que ver.

El primer tipo produce siempre una reacción inmediata tras la ingesta de leche como consecuencia de una activación anómala del sistema inmune, a través de la producción anómala de un tipo específico de inmunoglobulinas, en este caso de tipo E (IgE), contra las proteínas de la leche con las que el niño ha entrado en contacto. El ejemplo típico de esta situación es el de un bebé de 4 o 5 meses de edad que tras varios meses de lactancia materna exclusiva ingiere su primer biberón y al que escasos segundos o minutos después le brotan por la piel un montón de ronchones por todo el cuerpo. Como decíamos, a este tipo de alergia a la leche de vaca se la conoce con el nombre de alergia a las proteínas de leche de vaca mediada por IgE, o por sus siglas APLV IgE mediada. En general la sintomatología aparece de forma inmediata tras el contacto con la leche, aunque se considera que es posible que este tipo de reacción aparezca incluso hasta 2 horas después de la ingesta. El espectro de síntomas que pueden aparecer son desde reacciones leves, como es el ejemplo que os acabamos de exponer en el que aparece una simple urticaria, hasta reacciones muy graves, como es el caso de un cuadro de anafilaxia (dificultad respiratoria, bajada de tensión,…), que por su gravedad requiere asistencia inmediata hospitalaria.

Existen más de 40 tipos de proteínas de leche de vaca contra las que un niño puede crear anticuerpos, aunque las más frecuentemente involucradas son la α-lactoglobulinas, la β-lactoglobulinas y las caseínas. Para conocer contra qué proteína concreta el niño tiene alergia podríamos hacer dos tipos de pruebas: un análisis de sangre para detectar si el niño tiene anticuerpos contra alguna proteína de leche de vaca o una prueba cutánea en la que se expone al paciente por separado a los diferentes tipos de proteínas de la leche y se espera a ver si en la piel aparece reacción (esta última prueba se conoce como Prick Test). La rentabilidad diagnóstica de ambas pruebas es muy similar, por lo que para el diagnóstico de la APLV IgE mediada se podría utilizar tanto una como la otra.

El segundo tipo de alergia es el que no está mediado anticuerpos IgE, motivo por el que se la conoce como alergia a las proteínas de leche de vaca no mediada por IgE (APLV no IgE mediada). En este caso, aunque se sabe que el mecanismo es igualmente de origen inmunológico, este no es fácilmente medible y la única forma de diagnosticar este tipo de alergia es a través de la clínica, es decir observando que los síntomas desaparecen tras la retirada completa de la leche, pero que vuelven a reaparecer tras la reintrocducción de la misma (proceso al que llamamos provocación).

La sintomatología de una APLV no mediada por IgE puede ser muy variada y de diferente intensidad, aunque en general ocasiona una enteropatía, es decir, alteraciones exclusivas del aparato digestivo, como pueden ser regurgitaciones/vómitos tras las tomas, irritabilidad tras la ingesta, distensión abdominal, escasa ganancia ponderal, deposiciones con mucho moco. Todos estos síntomas están presentes en otras enfermedades digestivas como el reflujo gastroesofágico, los cólicos del lactante, problemas en la ganancia de peso por otros motivos, episodios de diarrea o de estreñimiento…, por lo que en ocasiones es difícil llegar a un diagnóstico de APLV no IgE mediada, por lo que para los pediatras este tipo de alergia supone un auténtico reto.

Además de los síntomas que os acabaos de contar, también hay dos formas de presentación de la APLV no IgE mediada que resultan más sencillas de identificar. La primera de ellas se conoce con el nombre de proctocolitis alérgica, en la que el bebé típicamente realiza deposiciones con restos de sangre, y el segundo es conocido como FPIES (síndrome de enterocolitis inducida por proteínas), en la que el lactante presenta vómitos, a veces con otros síntomas de mayor gravedad como alteración de la tensión o del nivel de conciencia, en las horas siguientes a la ingesta de leche, y que en muchas ocasiones va a requerir también atención hospitalaria.

En el caso de APLV mediada por IgE es muy raro que el niño la desarrolle mientras su única fuente de leche sea la leche materna, mientras que en el caso de la APLV no mediadas por IgE es una situación que aparece con relativa frecuencia en niños que solo toman pecho.

¿Cuáles son las opciones de tratamiento de una APLV?

Independientemente del tipo de APLV, tras el diagnóstico de una alergia a las proteínas de leche de vaca, el tratamiento va a consistir en la retirada de las proteínas de la leche de la dieta del bebé. Por supuesto, antes de retirar la leche de vaca de la dieta del niño debe existir una prueba diagnóstica que confirme el diagnóstico, ya que las dietas de exclusión deben hacerse siempre tras un diagnóstico confirmado y bajo indicación y supervisión médica.

Aunque os parezca de Perogrullo, esto último de que la retirada de lácteos de origen vacuno debe estar siempre indicada por un pediatra es muy importante por dos motivos. Primero, por la pérdida nutricional que puede suponer la retirada de un alimento concreto, pero sobre todo porque si retiramos de nuestra dieta un alimento del que no somos alérgicos esto podría inducir una verdadera alergia que antes no existía, ya que la ingesta continuada de un alimento provoca el fenómeno que se conoce como ‘tolerancia’, el cual se perdería al retirar la leche de vaca de la dieta sin que estuviera realmente indicado, y que el día menos pensado, tras una ingesta de leche invertida o porque hayamos decido tomarla de nuevo nos produzca cualquiera de los síntomas que ya os hemos contado.

En el caso de alergia mediada por IgE en niños alimentados al pecho de forma exclusiva y que presentan síntomas solo cuando toman fórmula, se recomienda mantener la lactancia materna como única fuente de leche que tome el niño. En el caso de que la madre quiera dejar el pecho por el motivo que sea se deben usar fórmulas con hidrolizados extensos de proteínas de leche de vaca o de arroz (o fórmulas de soja en el caso de  niños mayores de 6 meses). En estos casos de APLV mediadas por IgE , si la madre ingiere leche de vaca o derivados y el niño no presenta síntomas con ello, no está recomendado que la madre elimine la leche de su dieta, ya que esto mismo es lo que puede producir poco a poco la ‘tolerancia’ de este tipo de leche en el niño. En el caso de los niños alimentados con lactancia artificial que desarrollan una APLV mediada por IgE debe sustituirse la fórmula normal por una fórmula con proteínas hidrolizadas.

El tratamiento de la alergia a proteínas de leche de vaca no mediada por IgE es un poco diferente. En estos casos, si el niño estaba tomando lactancia materna exclusiva y presentaba síntomas, la que debe hacer una dieta de exclusión de proteínas de leche de vaca, incluidas las trazas, es la madre, ya que con ello se suele obtener un control de la sintomatología. Al igual que pasaba con las alergias mediadas por IgE, en el caso de una lactancia mixta en la que el bebé tolera bien la alimentación con pecho, pero no la leche de fórmula, la recomendación es continuar con leche materna y en el caso de que esto no sea posible, utilizar hidrolizados.

Resumiéndolo mucho, y sabiendo que cada situación y niño es un mundo, la cosa quedaría así:

  • APLV mediada por IgE:
    • Si es lactancia artificial, pasar a hidrolizado.
    • Si es lactancia mixta, pasar a lactancia materna exclusiva (y si no se puede, utilizar hidrolizado).
  • APLV no mediada por IgE:
    • Si es lactancia artificial, pasar a hidrolizado.
    • Si es lactancia mixta y el bebé está bien cuando toma pecho, pasar a lactancia materna exclusiva (y si no se puede, utilizar hidrolizado).
    • Si es una lactancia materna exclusiva, retirar leche de vaca y derivados lácteos a la madre (incluidas trazas).

En este punto nos gusta recordar que si la madre está haciendo una dieta exenta en lácteos, dado que la lactancia supone un alto consumo de calcio, precisa de suplementos orales de calcio y vitamina D mientras dure la modificación de su dieta.

Hay algunos niños que a pesar de dietas estrictas e ingesta de hidrolizados no mejoran por lo que requerirán de unas fórmulas especiales llamadas elementales.

Tras el diagnóstico de alergia a las proteínas de leche de vaca, ¿existe la posibilidad de curación o mejoría?

Por fortuna, la mayoría de este tipo de alergias se resuelven con la edad, dependiendo del tipo y de la gravedad de presentación lo harán antes o después.

En el caso de las alergias no mediadas por IgE se suelen superar en torno a los 9-12 meses tras una prueba de provocación, es decir dar de beber leche y ver qué ocurre. Este tipo de provocación debe hacerse siempre bajo supervisión médica y, según los síntomas que presentaba el niño al diagnóstico, se realizará en casa o en el hospital. Por ejemplo, en caso de FPIES esta prueba siempre se va a realizar en el hospital, mientras que en el caso de enteropatías o proctocolitis se puede hacer en domicilio siguiendo las recomendaciones del pediatra o gastroenterólogo infantil. En el caso de ausencia de síntomas al finalizar el proceso y durante un tiempo considerable posterior, se considerará que la alergia está superada.

Si lo que tiene el niño una alergia mediada por IgE, el seguimiento debe hacerse siempre por parte del alergólogo infantil, el cual indicará una prueba de provocación, que será siempre en el hospital, en función de si se han dejado de detectar las IgEs en sangre o la prueba cutánea deja de ser positiva. La provocación en estos niños está dirigida a mejorar su calidad de vida, ya que la leche de vaca suele ser un alimento muy importante durante la infancia, ya que es la fuente principal (y fácil de tomar) de calcio, además de que se encuentra presente en gran cantidad de elaboraciones. En ocasiones, los niños pueden no superar del todo una alergia y quedarse a medias, es decir que solo toleren cierta cantidad de leche o solo las trazas; dicho de otra manera,  puedan comer un bizcocho cocinado con leche, pero no beberse un vaso de leche. A pesar de todo,  a los 6 años de edad, el  90% de los niños con este tipo de alergia han conseguido superarla.


En resumen, la alergia a proteínas de leche de vaca es una situación muy frecuente con la que los pediatras lidiamos de forma habitual en la consulta. Dependiendo del tipo de alergia, o mejor dicho, del mecanismo inmunológico que la provoca, los síntomas que presentan los niños son unos u otros y, sobre todo, el diagnóstico y el tratamiento puede variar enormemente, siendo el pilar del tratamiento la retirada de la leche de vaca de la dieta del niño, lo que en ocasiones requiere que este sea alimentado con un fórmula especial (hidrolizado) o que la madre se retire los lácteos. Por fortuna, la gran mayoría de estos niños consigue superar la alergia con el paso del tiempo.


Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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Bibliografía:

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Lu

    Muy completo el post, pero os ha faltado decir que esta enfermedad SIEMPRE SIEMPRE debe ser valorada y seguida por un ALERGOLOGO, que es el especialista en reacciones alérgicas de todo tipo.

    23 marzo 2021 | 7:04 am

  2. dospediatrasencasa

    Hola Lu!!
    Según los documentos que enlazamos (Consensos entre la SEICAP y la AEP), las APLV no IgE mediadas no hace falta remitirlas al alergólogo ya que el digestivo infantil (incluso el pediatra de atención primaria en el caso de las leves) están formados para ellos.
    Un saludo y gracias por tu opinión!!

    28 marzo 2021 | 10:40 pm

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