Cada cierto tiempo aparece un niño por la consulta a realizar la revisión del recién nacido y durante la exploración no somos capaces de palpar uno o los dos testículos en su sitio, es decir, en la bolsa escrotal. Como es normal, esto genera muchas preguntas, sobre todo acerca de si ese testículo que no sabemos dónde está acabará apareciendo o si afectará en el futuro a la fertilidad del niño.
Esto del testículo que no se palpa en su sitio es lo que se conoce como criptorquidia, palabra que proviene del griego y que hace referencia a ‘testículo escondido’. Hoy dedicamos este post a explicaros en qué consiste y a resolver las dudas más frecuentes.
¿Por qué se produce la criptorquidia?
El desarrollo de los testículos comienza pronto en la etapa fetal, primero a nivel abdominal, en donde se empiezan a formar, y más tarde, de forma progresiva, descienden a través del canal inguinal hasta el escroto, la cuál es su posición definitiva. En el caso de que a un recién nacido no se le palpe uno de los testículos en dicha bolsa escrotal hablaríamos de criptorquidia.
En al mayoría de las ocasiones no se puede establecer la causa de por qué se ha producido, aunque se postulan diferentes teorías en las que estarían implicados defectos genéticos, hormonales y mecánicos que, en un determinado momento del desarrollo testicular alteren su descenso normal al escroto quedando en una posición alta (en el abdomen) o intermedia (en el canal inguinal). A diferencia de otras patologías urológicas de la infancia, la criptorquidia no suele asociarse a otras malformaciones.
La criptorquidia es una malformación muy frecuente en los recién nacidos afectando al 1% de los nacidos a término y hasta el 70% de los niños prematuros con un peso menor de 1500 gramos al nacer. Es más frecuente que afecte solo al testículo derecho (60%), aunque en ocasiones están afectados los dos testículos (10%). Por otro lado, también es frecuente que el padre del niño lo hubiera sufrido durante su infancia.
El problema de un testículo que no ha descendido hasta el escroto es que no ha completado de forma normal su desarrollo, lo que en un futuro podría tener consecuencias.
¿Qué diferencia hay con un ‘testículo en ascensor’?
Una cosa que hay que diferenciar bien cuando no palpas un testículo en el escroto a un niño pequeño es si se trata de una criptorquidia ‘verdadera’, es decir, que el testículo no esté ubicado en el escroto y no se pueda descender fácilmente a su sitio con una simple maniobra manual, o de lo que se conoce como testículo retráctil o en ascensor.
Los testículos retráctiles, a diferencia de las criptorquidias, son testículos que sí que completaron su descenso hasta el escroto en la etapa prenatal, pero que en ocasiones no se palpan en la bolsa escrotal y se encuentran localizados a nivel inguinal, es decir, son testículos que a veces están abajo y suben para arriba, de ahí que se les llame ‘en ascensor’. Además, este tipo de testículos se pueden hacer descender con facilidad al escroto al hacer una tracción suave de ellos, a diferencia de lo que ocurre con los criptorquídicos, en los que resulta casi imposible descenderlos manualmente al escroto y que se queden en esa posición.
Es importante hacer la distinción entre estas dos situaciones ya que la criptorquidia es una verdadera alteración a la que seguramente habrá que poner solución en algún momento, mientras que los testículos retráctiles no se consideran una enfermedad, sino una variante de la normalidad.
¿Y es probable que ese testículo acabe descendiendo?
Durante los primeros meses de vida algunos testículos que no se palpan en la bolsa escrotal acaban descendiendo de forma espontánea al escroto, sobre todo en el caso de los niños prematuros. Por ello es muy importante realizar una exploración cada pocos meses para comprobar si finalmente ese testículo ha descendido o sigue sin ser palpable.
En general, los testículos que no han descendido de manera espontánea a los 6 meses de vida, es muy poco probable que lo acaben haciendo por sí solos. Por ello, en el caso de que los testículos no sean palpables en escroto a esa edad es el momento de remitir a estos niños al cirujano para que plantee la necesidad de tratamiento.
¿Es necesario hacer algún tipo de prueba para realizar el diagnóstico?
En la mayoría de los casos, sobre todo cuando la criptorquidia es unilateral y el testículo se palpa a nivel inguinal, no es necesario para el diagnóstico ninguna prueba complementaria, ya que con un simple exploración física es suficiente.
En ocasiones se solicita una ecografía para terminar de localizar el testículo que falta para comprobar si se encuentra a nivel abdominal o simplemente es que no se ha formado. El problema de la ecografía es que en ocasiones falla y no detecta un testículo que sí que existe. Por eso, ante la ausencia de un testículo en la exploración física y que no aparece en una ecografía abdominal, cuando se plantea el tratamiento de la criptorquidia se suele realizar una laparoscopia exploradora, que consiste en introducir una cámara muy pequeña dentro de la cavidad abdominal del niño para ver si el testículo existe realmente o no.
En el caso de la criptorquidia bilateral, sí que se suele solicitar siempre esta prueba para comprobar que todo el aparato urológico/genital del niño no presenta otras alteraciones.
¿Y qué pinta el cirujano en todo esto?
Hemos dicho hace unos párrafos que si hacia los 6 meses de vida no se ha producido el descenso espontáneo del testículo a la bolsa escrotal es cuando los pediatras derivamos a estos niños al cirujano infantil, ya que los cirujanos son quiénes realizan el tratamiento de la criptorquidia.
Se trata de una cirugía que en la mayoría de los casos es muy sencilla y que lleva por nombre orquidopexia, y que, a groso modo, consiste en descender el testículo al escroto y coserlo en esa ubicación para que no se vuelva a subir para arriba. En general se considera que debe realizarse en torno al año de vida y siempre antes de los 18 meses.
Antiguamente se realizaban tratamientos hormonales en un intento de provocar el descenso sin cirugía del testículo que actualmente están en desuso, siendo la cirugía el tratamiento de elección para estos niños.
¿Y por qué hay que operar a estos niños?
Las principales consecuencias para un testículo que no se encuentra a nivel escrotal durante la vida de un varón son principalmente dos.
Por un lado, al no estar localizado allí donde la naturaleza ha establecido que debe estar, puede tener consecuencias a nivel de fertilidad, ya que se sabe que no sería capaz de producir espermatozoides como debería. En principio esto no debería tener mayores consecuencias ya que el otro testículo sería capaz de realizar esta función sin que realmente se produjera una infertilidad. Aun así, este motivo es más que suficiente para que se realice la mencionada cirugía del apartado anterior para preservar la función reproductiva de ese testículo.
Pero quizá, lo que es más importante es que un testículo que no se encuentra localizado en bolsa escrotal tiene entre 5 y 10 veces más probabilidades de desarrollar cáncer en un futuro, de ahí la verdadera importancia de llevar los testículos a su sitio en el caso de que realmente estemos ante una criptorquidia. A pesar de la cirugía correctora, se debe realizar un seguimiento de estos pacientes durante toda la vida.
Por último, en el caso de que el testículo se encuentre localizado en el abdomen en una posición muy alta y que el descenso mediante una orquidopexia no se pudiera realizar, para evitar que ese testículo malignice en el futuro, se suele realizar la extirpación definitiva del mismo. A pesar de lo agresiva que resulta esta opción, la fertilidad del niño no suele verse afectada, ya que cuenta con un segundo testículo que sería el que garantizaría la función reproductora cuando se hiciera mayor.
En resumen, la criptorquidia es una enfermedad muy frecuente que afecta a 1 de cada 100 recién nacidos. En el caso de que alguno de los testículos no sea palpable a los 6 meses de vida debe remitirse al cirujano para que plantee el tratamiento a realizar con el fin de evitar complicaciones en el futuro (infertilidad y degeneración maligna).
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Bibliografía:
- ‘EUA Guiudelines on pediatric urology’ de la European Society for Paediatric Urology (año 2019)
-
‘El pediatra ante los procesos más frecuentes de Urología pediátrica‘ del 14º Curso de Actualización en Pediatría de la AEPap
Por lo que lei y tengo entendido hay grandes posibilidades de que sea algo hereditario o en casos aislados sucede ?
11 abril 2021 | 12:47 am
Hola Hipoacusia,
Como bien dices, es frecuente que al padre del niño le hubiera pasado lo mismo en la infancia, por lo que es muy probable que haya asociado un factor genético.
Un saludo
15 abril 2021 | 10:44 am