La derrota en la final de la Confederaciones ante Brasil no es una derrota cualquiera. Perder de la forma que se hizo y ante la mirada de todo el mundo duele y mucho. Caer en Maracaná ante el equipo local es algo que entra dentro de la lógica, pero lo preocupante fue la forma. España no tuvo absolutamente ninguna opción.
Hace tiempo que a la selección se le vienen detectando ciertos vicios y, sobre todo, varios de los jugadores ya no son aquellos que dominaron con puño de hierro el fútbol mundial.
El baño que nos dio Brasil no fue casual ni producto de la mala suerte, y sobre ello debe reflexionar Del Bosque. Xavi, el motor del equipo y del estilo, ya tiene 33 años, un físico limitado y no maneja los partidos a su antojo como hace unos años. Su indiscutibilidad y el hecho de que juegue todos los minutos debe ser cuestionado. Es el momento de que sea un hombre de momentos, no de campeonatos.
Tengo una admiración profunda por la manera en que Del Bosque ha gestionado este grupo desde que cogió el equipo con el legado de la Eurocopa que le dejó Luis Aragonés, pero tengo que reconocer que hay decisiones que no me han gustado demasiado en esta Confederaciones. Se han priorizado las jerarquías en el grupo antes que los estados de forma y han jugado los nombres por encima de los que de verdad lo merecían.
Ver a Villa entrar el campo como solución desesperada fue descorazonador, como si la añoranza del jugador que tantas glorias pasadas nos dio en su momento pudiera ser una solución actualmente. Mientras, jugadores que han acabado como bestias la temporada como Javi Martínez veían el desenlace desde el banquillo y sin apenas minutos en el torneo.
Dejando a un margen el manido tema de la portería, intrascendente al final en el campeonato, la selección deja muchas cuestiones por resolver. El lateral derecho es un problema, en el izquierdo Jordi Alba ha aportado tanto en ataque como lagunas ha dejado en defensa, Busquets ha estado demasiado solo en el centro del campo en los dos partidos decisivos, no ha habido chispa en casi ninguno de los mediapuntas, el ‘9’ sigue siendo un problema y, por encima de todos ellos, el estado físico de muchos de los jugadores. A muchos se les hace largo ya el mes de junio.
No hace falta una revolución radical en la selección, es evidente, pero urge hacer ciertos cambios, una renovación que dé aire fresco al equipo. Recambios hay, y muchos, tanto en el banquillo como en las triunfales nuevas generaciones (Thiago, Isco, Illarramendi, De Gea…). Solo tienes que atreverte, Vicente, la gloria nos espera dentro de un año en Brasil.