Archivo de octubre, 2019

Ansu Fati, su edad real y su debut con la selección española sub-21

Es verdad que tiene cara de niño, pero su poderío en el campo ha hecho pensar a muchos que tiene más edad de la que él mismo, su familia y el Barça afirman. «El eterno joven de 16 años», le llaman algunos desconfiados. Y es que Ansu Fati parece que lleva teniendo esa edad desde hace bastante tiempo. Según afirmaba El Desmarque hace tan solo unas semanas, «en 2012, Ansu Fati tenía 11 años», tal y como él mismo publicaba en Twitter. «Por lo que ahora mismo debería de tener 18 años o por lo menos 17 contando que todavía no los hubiese cumplido», prosiguen en dicho medio.

Incluso, existen fotografías en las que el jugador azulgrana aparece junto a Takefusa Kubo cuando ambos compartían equipo. Algo que hizo aumentar los rumores porque en las divisiones menores existe una marcada agrupación de los jugadores por su año de nacimiento. Kubo tiene 18 años.

Ansu Fati, en su primer entrenamiento con la selección española sub-21. (EFE)

Ansu Fati, en su primer entrenamiento con la selección española sub-21. (EFE)

Sin embargo, tanto en Wikipedia como en el historial del Barça pone que tiene 16 años y que hará 17 el 31 de octubre, en tan solo dos semanas. No obstante, Fati está viviendo sus mejores momentos como futbolista profesional. Tanto es así que hace unos días obtuvo la nacionalidad española (nació en Guinea-Bisáu) y ya ha sido convocado con la selección sub-21 para jugar el partido de este martes ante Montenegro.

Entonces, ¿Por qué sub-21 y no sub-17? Los técnicos de la Federación consideran que Ansu Fati, pese a tener 16 años, va adelantado a su edad, con lo que la selección Sub-17 (que jugará próximamente el Mundial de Brasil) se le queda corta. De acuerdo está Ernesto Valverde, que ya le hizo debutar con el primer equipo del Barça en el partido contra el Betis de la segunda jornada de Liga.

Este martes, además, se ha conocido que el jovencísimo futbolista culé ha entrado en la lista de los 20 finalistas para el Golden Boy, un premio que se entrega el diario deportivo italiano Tuttosport al mejor futbolista del fútbol europeo menor de 21 años. Puede ser un día redondo para Ansu Fati… más si marca su primer gol como internacional español.

 

Por qué Sergio Ramos no debe ir a los Juegos Olímpicos

Ramos, en un partido de la reciente clasificación para la Eurocopa (EFE).

Este sábado, tras batir el récord de internacionalidades con España, Sergio Ramos despejó todas las dudas: quiere estar con la selección olímpica de fútbol en la próxima cita de Tokio 2020. El jugador andaluz quiere completar su palmarés y su carrera participando en el evento deportivo más importante. Pero, en mi opinión, la RFEF no lo debería permitir.

Como el lector sabrá, el torneo olímpico de fútbol lo disputan las selecciones sub-23. Esta es una herencia de la filosofía amateur del olimpismo, que evidentemente no tiene reflejo en la realidad, porque la totalidad de los futbolistas que disputan el torneo olímpico son ya profesionales. Desde hace algunos ciclos, a cada selección se les permite incluir en su equipo olímpico a tres jugadores de más de 23 años. Ese es el mecanismo que permitiría a Ramos, que tiene 33 años, estar en Tokio 2020.

Pero la RFEF nunca se ha acogido a esa norma, en mi opinión con muy buen criterio (Alemania hace lo mismo; otras, como Brasil o Argentina, no). Un torneo olímpico es una fantástica oportunidad para que los jugadores sub-23 participen en un evento de grandes características, sirve de impulso para su carrera y es beneficioso para el futuro inmediato del equipo nacional absoluto, que está en constante renovación.

Una hipotética entrada de Ramos en el equipo olímpico cerraría las puertas de un joven defensa de vivir esta experiencia. Ramos sólo quiere alimentar su desmesurado ego y ser protagonista, en una actitud que choca radicalmente con el espíritu olímpico. Debería preguntarse Ramos qué le hubiera parecido a él, hace 10 años, si un pretencioso veterano quisiera quitarle el puesto.

Es necesario que la RFEF ataje ya este capricho de un jugador que siempre quiere ser la novia en la boda y el muerto en el entierro.

PD: Apuntaba este sábado noche, muy certeramente, el compañero Fran Guillén que chirriaba un poco que Ramos expresara su deseo de ser olímpico la misma noche que forzó una amarilla para borrarse del próximo partido. Muy olímpico, sí.