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Atacar a Vinícius por cualquier motivo: ahora toca por Rodrygo

Vinícius

Vinícius lamentándose tras errar una ocasión (EFE).

En plena exhibición de Rodrygo Goes ante el Galatasaray, en lo que debería haber sido un éxtasis de felicidad para el aficionado blanco, me llegaron varios madridistas a preguntarme… por Vinícius. Que si ahora que hacemos con él, que si con eso estaba acabado, que si ya no va a jugar nada. No deja de sorprenderme esa tendencia que tiene el seguidor blanco de buscar lo malo hasta en las mejores situaciones. En vez de disfrutar de la exhibición de una de las perlas se mira lo mal que le puede ir a la otra.

Pues sí, los datos son crueles en esa comparativa entre ambos. Me gusta ese que dice que Rodrygo ha necesitado siete partidos para marcar más goles (cinco) que los que ha hecho Vinícius en más de 40 (cuatro). Es realmente demoledor.

Pero a lo que íbamos es a esa tendencia a buscar lo malo en la afición merengue y el problema que tiene Vinícius no es la conclusión que se debe sacar de la eclosión de Rodrygo sino que parece que ha nacido una estrella y que ahora el Madrid ha encontrado la solución al problema que tenía en el ataque por la zona derecha.

Y para Vinícius puede que no sea malo del todo esta situación. El chico a veces da la sensación de que quiere meter el segundo gol antes que el primero, que desea con tanta fuerza agradar que elige mal, que encara cuando no debe, que busca el pase de manera precipitada. Claro, luego llega al área y pasa lo que pasa, que no acierta nunca. Así no se puede jugar al fútbol.

Quizás pueda tomarse Vini la explosión de Rodrygo como una forma de quitarse la presión de encima, su equipo ya no le necesita desesperadamente, ya no es imperioso que realice una jugada mágica en la que se va de todo el mundo.

Puede que, en definitiva, Vinícius tenga que relajarse y hacer lo mucho, muchísimo, que sabe hacer. Paciencia con él, no matemos a un jugador que solo tiene 19 años ni caigamos en ese falso dilema Rodrygo-Vini, porque ambos pueden coexistir perfectamente tanto ahora como en el futuro. Y los mejores ejemplos los tenemos en Achraf y Odegaard.

Los bochornosos pitos del Bernabéu a Vinícius, un chaval de 19 años

Vinícius llorando junto a Nacho

Vinícius llorando junto a Nacho (EFE).

Que la del Santiago Bernabéu es una afición exigente no es ningún secreto. Que algunos se pasan de frenada ya en demasiadas ocasiones es algo que quedó bastante claro ayer con esos silbidos a un chaval de 19 años que lo da todo cada vez que salta al campo.

Existe un sector del público que acude al estadio que parece llevar al extremo ese ‘yo pago, hago lo que me da la gana’. Una especie de ‘el cliente siempre tiene la razón’ mal entendido. Más que nada porque esa última frase es un absurdo.

Vinícius es un chaval de solo 19 años que cuando tenía 18 se echó a sus espaldas un equipo moribundo y que fue capaz de sacar una sonrisa a una afición al borde de la depresión y que iba de cabreo en cabreo ante una de las peores temporadas que se recuerdan.

El premio a esa valentía ha sido esos pitos que dan vergüenza ajena cuando las cosas no le han salido. Del brasileño se pueden decir muchas cosas pero nunca, nunca que se esconde. Ha sido objeto de mofa constante por las aficiones rivales y pese a ello él lo sigue intentando, nunca se rinde, siempre confía en sus posibilidades.

Es posible que Vinícius tenga hoy más cosas de Robinho (que ojo, no lo hizo tan mal como la gente ahora quiere vender) que de Neymar. Pero lo último que se merece es recibir pitadas de un sector del público que parece haberse acostumbrado en exceso al caviar y que no sabe distinguir entre la exigencia alta y el comportamiento rozando lo estúpido.

Verle llorar soltando toda la presión que ha tenido encima debería hacer reflexionar a más de uno.

Y el fútbol femenino entra en otra dimensíon gracias al Real Madrid

Gol de Alexia Putellas al CD Tacón

Gol de Alexia Putellas al CD Tacón (EFE).

Para el que tenga dudas sobre que el fútbol femenino ha entrado en otra dimensión (aquella polémica portada del diario Marca…), le insto a que repase las redes sociales. Gente que no había visto en su vida ni un minuto de fútbol femenino y que, probablemente, tampoco vieron ayer el partido entre el Barça y el CD Tacón (o Real Madrid), hablando sobre él. Por supuesto, para mofarse, faltaría más, dado que está el club blanco de por medio.

Las redes, que ya se sabe que en el caso de Twitter saca lo peor de mucha gente, se llenaron de cuentas riéndose -sí, riéndose­­- del CD Tacón, culpable de dos cosas: una, ser un equipo recién ascendido que fue goleado por el subcampeón de Europa; la otra, haber sido comprado/absorbido/fusionado por el Real Madrid. Y ahí ya no hay piedad.

Podemos encontrarnos tuits crueles de periódicos como Mundo Deportivo o Sport, y sorna en periodistas a cuento, sobre todo, de una portada del diario Marca en el que se decía que la llegada del Real Madrid pone al fútbol femenino en otra dimensión.

Pues sí, efectivamente, entra en otra dimensión, y es la mediática. Un 9-1 que de normal hubiera pasado desapercibido ha estado todo el fin de semana en boca de todos y eso, guste o no, es bueno para el fútbol femenino. Su crecimiento estará ligado a que se hable de ellas, de sus partidos, de sus goles y también de sus polémicas. Bienvenido sea la llegada del Real Madrid, por muchas goleadas que caigan en este año y en los venideros.

PD: Y como prueba, les dejo las cuentas de medios de comunicación y otras con miles de seguidores que, por una vez, les han hecho caso al fútbol femenino.

Aquel centro en Anfield, aquella charla con Luis Aragonés… Descansa en paz, José Antonio

Noviembre de 2004, el día de la famosa anécdota entre Reyes y Luis Aragonés (Archivo).

Este sábado era un día de fiesta en lo futbolístico. España y Madrid acogen el partido más importante del año, la final de la Champions, esta vez con el inconfundible sabor del fútbol inglés, representado en las aficiones de Tottenham y Liverpool. Pero de repente, una noticia nos ha helado a todos: José Antonio Reyes ha muerto.

Como atlético, de manera inevitable mis recuerdos del extremo utrerano se centran en dos: el maravilloso centro que salió de su bota izquierda para que Forlán marcara un gol en Anfield Road que metía al Atleti de Quique Sánchez Flores en la final de la UEFA, la primera europea en muchos años. El otro, la famosa anécdota con Luis.

Ocurrió en noviembre de 2004, en una concentración de la selección española. Luis Aragonés, seleccionador nacional, cogió por banda a Reyes y, ajeno como era el de Hortaleza a la corrección política que ya hace 15 años imperaba, quiso motivar al jugador instándole a que le dijera «al negro» (Thierry Henry, delantero francés que jugaba con Reyes en el Arsenal) que era mejor que él. A Luis le cayeron palos de todos los colores por aquella escena.

Hoy, 15 años después, estoy seguro de que Luis estará echándole otra bronca al bueno de Reyes, preguntándole qué cojones hace ahí, tan pronto.

Descanse en paz.

Tanto jaleo por un calentón de Sergio Ramos con Florentino Pérez

Sergio Ramos, en rueda de prensa. (EFE)

Una semana sin parar de hablar sobre el futuro de Sergio Ramos… y todo por un calentón de Sergio Ramos con Florentino Pérez. Ni más, ni menos.

«Quién no se ha peleado con su padre»; «el tema económico no lo hemos tocado ni un minuto. Es un tema de confianza»; «la relación no estaba como debía de estar, pero lo hemos solucionado». Fueron algunas de las frases que soltó en la rueda de prensa del capitán del Real Madrid y que dejan claro que todo el quilombo, como el mismo dice, que se ha montado, se ha debido única y exclusivamente a una discusión entre ambos, o a un enfado de Ramos con el presidente.

La oferta de China existía, nadie lo duda, pero la intención del camero jamás ha sido abandonar el Real Madrid. No está en el punto de irse a una liga en la que estaría semiretirado, por mucho que haya subido el nivel en la Superliga china y por mucho dinero que cobrara.

Lo de Ramos ha sido inoportuno tras una temporada en la que han decepcionado a su equipo enormemente, en la que han hecho el ridículo en el campo, en la que han hecho que a los madridistas les dieran ganas de no ver ni un minuto más a su equipo.

Sergio, nadie olvida el cabezazo de Lisboa, ni los dos de Múnich, ni tantas y tantas cosas que has hecho por la camiseta blanca. Pero no, no era el momento de ser el protagonista, de órdagos absurdos en tu relación de poder con Florentino. Ahora, por favor, toca un discreto segundo plano hasta que con la nueva temporada hagas que el madridismo olvida la vergüenza sufrida en la anterior.

Por qué un Real Madrid femenino sería una pésima noticia

Florentino Pérez, el pasado mes de enero (EFE).

El auge del fútbol femenino en España es imparable. Este año parece que ha sido el definitivo para el despegue de este deporte, en el que nuestro país está teniendo un papel protagonista. La última demostración fue en la final de la Copa de la Reina de este sábado, todo un éxito de asistencia y audiencia.

Debido a este auge, son muchas las voces que apuntan a que el club más laureado y poderoso del fútbol español (y quizá mundial), el Real Madrid, debería apuntarse también al fútbol femenino y crear su propia sección. Florentino Pérez no ha estado muy por la labor últimamente, pero cada vez la presión es mayor. Pero en mi opinión, sería una pésima noticia.

El fútbol femenino en España está todavía sin viciar. Está libre del corrosivo ‘barçamadridismo’ que todo lo envenena en la versión masculina y que tanto daño hace. Actualmente, el ambiente es sano, vemos a equipos como la Real Sociedad capaz de alzar un torneo de la importancia de la Copa de la Reina. Vemos alternancia, vemos igualdad. La presencia de un Real Madrid femenino lo estropearía todo.

No me quiero ni imaginar a ciertos medios y a ciertos periodistas, que ostentan la bufanda blanca al cuello, ante la tesitura de un Real Madrid femenino. La ‘chiringuitización’ del fútbol femenino es lo último que necesita este deporte, que está siguiendo los pasos adecuados para que en España crezca cada vez más. Que está en el buen camino. Y que no tiene techo. Dejémoslo crecer en libertad.

Guardiola no cree que el Real Madrid que le metió un 5-0 sea uno de los mejores equipos contra los que ha jugado

Pep Guardiola

Pep Guardiola (EFE).

Guardiola y sus extrañas varas de medir cuentan desde su última rueda de prensa con un nuevo capítulo: el de los grandes equipos a los que se ha enfrentado. Para Pep, los dos mejores equipos a los que se ha medido han sido el Barça de Messi, Suárez y Neymar y el actual Liverpool.

Sorprende un poco, o más bien bastante, esta afirmación cuando el técnico catalán se comió un contundente 5-0 en contra en la eliminatoria de semifinales de la Champions de 2014 contra el Real Madrid de Ancelotti, con un 0-4 en Múnich incluido, la peor derrota de la historia de los bávaros como locales en la máxima competición continental.

Es curioso, cuando menos, como Pep ha tratado siempre de menospreciar todo lo logrado por el Real Madrid. Hace poco soltó que no era uno de los grandes dominadores del fútbol europeo pese a sus cuatro Champions en cinco años, y que por delante estaban el Barça, la Juventus y el Bayern por ganar con más frecuencia sus respectivas -y menos competidas- competiciones domésticas.

Ahora, el menosprecio es más sibilino. Hace de menos tratando que no se note demasiado, pero lo hace. Y por ello, el equipo que le ganó en semifinales por 5-3 (ese Barça de la MSN en 2015) fue mejor que el que le metió 5-0 un año antes. Quizás en su cabeza sea algo real.

Los bochornosos pitos a Gareth Bale en el Bernabéu

Gareth Bale, en el Bernabéu

Gareth Bale, en el Bernabéu (EFE).

No acabo de entender muy bien lo que está pasando con Gareth Bale. El público del Bernabéu, implacable de nuevo, volvió a silbar al galés cada vez que cogió el balón en el encuentro ante el Athletic.

Lo curioso del caso es que esa sentencia que parece que ya se ha dictado solo afecta al británico. Es como si el gran culpable de la mala temporada del Real Madrid fuera él y solo él, como si el resto del equipo hubiera estado bien y este año para olvidar fuera todo por su evidente mala temporada.

Y es que lo de su desastrosa mala temporada no tiene discusión. Bale ha decepcionado, me ha decepcionado enormemente. Esperaba que fuera un líder sobre el campo, que cogiera el relevo goleador de Cristiano, y eso no ha ocurrido. Quizás por sus recurrentes lesiones, quizás porque ya el físico, su gran virtud, no le da para más, pero es la cruda realidad ahora mismo con el galés.

Bale debe de salir del Madrid este verano, en el nuevo proyecto no tiene que estar. De eso tampoco tengo dudas, y no tengo problema en reconocerlo.
Pero que alguien, por favor, me explique esa inquina con el hombre que hace apenas unos meses metió los dos goles decisivos de la victoria en la final de la Champions, uno de ellos una inolvidable chilena.

Su rendimiento quizás ha sido algo inferior de lo esperado, pero desde luego no ha sido Kaká. Su media de goles y asistencias ha sido más que buena (parecida, por ejemplo, a la de Raúl) y absolutamente siempre ha aparecido en los momentos importantes. No solo en esa final de Champions en Kiev, también fue decisivo en la de Lisboa de 2014, y en la de Milán en 2016. Dejó también un gol imborrable en una final de Copa ante el Barça. Y en 2016 marcó el tanto ante el City que dio el billete a la final continental.

Son muchos, muchísimos, los buenos momentos que ha dejado. ¿Qué pasa entonces? Si es su desidia, ¿por qué a Kroos no se le trata igual de mal? Si es que no habla casi español tras más de cuatro años, ¿por qué al madridismo le cae entonces tan bien David Beckham?

Igual es algo tan imperdonable como irse a jugar al golf en sus ratos libres, e incluso verlo por televisión. Debe de ser eso lo que hace a un amplio sector del madridismo odiarle y a muchos periodistas perseguirle sin tregua.

Zidane ya sabía que la debacle del Real Madrid iba a pasar… y Florentino prefirió no verlo

Florentino Pérez y Zidane

Florentino Pérez y Zidane el día de la dimisión del galo (EFE).

Lo más indignante de la peor semana de la historia reciente del Real Madrid no me parece lo ocurrido, sino que no se haya hecho algo para evitarlo. Que se haya mirado a otro lado. Había pistas sobre que una debacle así podía ocurrir, pero se prefirió ignorarlas.

La dimisión de Zidane fue un punto clave, pero no la causa. Lo que ha sucedido en el club blanco no ha sido por la marcha del galo, ni tampoco (o no todo) por la posterior de Cristiano, pero el bueno de Zizou lo supo ver a tiempo.

Cuando le preguntaban si prefería ganar Liga o Champions, sorprendía el francés con que era la Liga lo que quería, algo contrario a la tradición del club… y a su propio palmarés. Y es que Zidane pensaba en el día a día, en lo largas que se le hacían las semanas después de derrotas bochornosas por la falta de hambre y por el evidente desgaste de la plantilla.

Señaló la eliminación copera ante el Leganés como su peor momento por ello, y ese día tuvo claro que el equipo no daba para más, que podía hacer un esfuerzo corto, un esprint como el que le llevó a ganar de nuevo la Liga de Campeones, pero que la plantilla exigía una renovación para la que él no se veía con fuerzas. O que simplemente prefería no hacer por el lazo afectivo de quienes tanto habían dado al Real Madrid.

Y mientras Zidane se iba y después lo hacía Cristiano a cambio de 100 millones, una cantidad con la que hoy en día no puedes fichar ni a Coutinhos o Dembélés, en las altas esferas blancas se pensó que todo iba bien, que el equipo era tricampeón de Europa, que si los goles no los metía CR, los haría Bale, y que Isco sería por fin indiscutible para ser el líder de ese nuevo proyecto.Y que Asensio tendría más minutos para explotar definitivamente.

El que más conocía al equipo dejó claro en rueda de prensa lo que le pasaba a este Real Madrid envejecido y cebado de éxito. Se vendió el Ferrari pensando que en breve se podría estropear y que bien estaba sacar una buena suma por él. Y a cambio, la nada. Del deportivo a coger el autobús, de golpe. Un entrenador con la vitrina vacía de títulos y escaso carisma, un par de fichajes de relleno, un proyecto de futura estrella… y de nuevo al ruedo.

A Florentino es justo reconocerle los éxitos logrados todos estos años, pero lo que está claro es que no ha sabido ver venir lo que iba a pasar pese a los numerosos indicios que había. Y también es evidente que ya no es aquel que revolucionó el mundo del fútbol en 2009 fichando a cracks sin medida, hasta él se ha acomodado. De Cristianos y Kakás a Odriozolas y Marianos. Lo que necesita ahora el Madrid es ese Florentino desbocado de hace diez años. Veremos si sigue con fuerzas para ello o a los blancos les espera una larga y dura travesía del desierto.

La tecnología deja a los árbitros sin coartada: del error a la prevaricación para compensar

Acción de Randolph

La acción de Randolph y Tomic (TWITTER MOVISTAR BASKET)

La llegada de la tecnología al deporte es algo que no tiene freno, que irá a más. La implementación del VAR al fútbol lo ha convertido el asunto en mediático, generando aún más polémicas que antes si cabe, pero lo que nadie se esperaba era que fuera una jugada en otro deporte, el baloncesto, la que hiciera que todo explotara. No hay nada que la rivalidad Madrid-Barça no consiga, eso está claro.

Hasta ahora, los árbitros tenían una excusa perfecta: la inmediatez, la rapidez de la jugada. Y tenían toda la razón, pues es absolutamente imposible acertar en cada acción, en cada jugada. Pensemos en nosotros mismos viendo una jugada en la televisión, son innumerables las veces en las que pensamos que ha pasado una cosa y, al verlo en la repetición, nos damos cuenta de que no ha sido así.

Pero ahora las reglas del juego han cambiado, la tecnología permite, en muchas ocasiones, ver la jugada de una manera más pausada, reposar la decisión, ver varias tomas, otros ángulos. Es decir, en teoría debería minimizar el error. Hay jugadas interpretables, grises, en deportes de contacto no siempre es blanco o negro. Pero luego hay otras que no, que son tan claras que el error solo se justifica desde motivos externos.

Y eso es lo grave de lo que pasó este domingo en la final de Copa de basket. La conciencia sucia de los colegiados, que se tragaron una falta anterior clarísima del madridista Randolph al azulgrana Singleton que hubiera sentenciado la final, hizo que en la jugada siguiente, cuando el propio Randolph fue a taponar un tiro de Tomic, se decidiera que fue tapón ilegal y se diera la canasta de la victoria al Barça. No fue tapón, fue rebote, las repeticiones lo dejaron claro y los árbitros prefirieron no verlo, era mejor así para ellos, pensaron. Se pasó del error garrafal a la prevaricación, es lo que sucede cuando el miedo es más fuerte que la profesionalidad. Al final, el Barça fue justo campeón, pero lo fue por la ley de la compensación en uno de los episodios más tristes del deporte español y que veremos qué consecuencias trae.