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¿Sabías que no solemos utilizar correctamente la expresión ‘Quid pro quo’?

¿Sabías que solemos utilizar incorrectamente la expresión ‘Quid pro quo’?

Muchas son las ocasiones en las que para indicar que algo es recíproco se utiliza la antiquísima locución latina ‘Quid pro quo’, la cual viene a significar que se sustituye una cosa por otra y surgió del hecho de usarse de forma común el pronombre ‘quid’ en lugar de ‘quo’ (poner quid en lugar de quo).

Pero esta locución que literalmente quiere decir que sustituimos una cosa por otra, es frecuentemente utilizada por algunas personas cuando quieren referirse que hay una reciprocidad con otra (un intercambio de favores). Por ejemplo, yo te ayudo a ti pintando tu casa y tú me ayudarás a mí cocinándome.

Por tal motivo no es del todo correcto utilizar la expresión ‘Quid pro quo’ y en ese caso lo acertado sería la locución ‘Do ut des’ cuyo significado literal es ‘Doy para que des’ (o ‘Te doy para que me des’).

Cabe destacar que la forma ‘Quid pro quo’ se emplea especialmente en países de habla anglosajona, mientras que aquellos cuyas lenguas provienen del latín es más correcto utilizar el modo ‘Do ut des’. Pero la popularización de la primera locución está tan extendida que la propia RAE acabó admitiéndola en 2005 (como ha hecho con infinidad de vocablos de uso común que aunque no son correctos son utilizados por infinidad de personas, como puede ser los ejemplos: ‘haiga’, ‘pelandrusca’‘Conchinchina’)

 

ACTUALIZACIÓN: Varios son los lectores que, tanto a través de las redes sociales como comentarios en este post, me indican que daban por hecho que el uso de la expresión era correcta debido a que en la famosísima película de 1991 ‘El silencio de los corderos‘ el personaje de Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) se lo dice a Clarice Starling (Jodie Foster), tal y como podréis comprobarlo en la escena del vídeo bajo estas líneas.

 

 

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Fuentes de consulta y más info: confilegalabsolutaignoracia / wikipediadelcastellanolarazon
Fuente de la imagen: pixabay

Un buen puñado de términos y expresiones que utilizamos diariamente y provienen del latín

Del “Carpe Diem” al salario, pasando por el “ciao”. Más de dos mil años de latinajos

Es obvio que nuestro idioma proviene del latín  y que la influencia de éste en nuestra forma de hablar es poderosa (evidentemente, sin olvidarnos de la gran presencia y riqueza aportada por otras lenguas, pueblos y culturas anteriores y posteriores a la llegada de los romanos a la Península Ibérica en el siglo III a.C.).

Pero este post, lejos de ser un estudio sociológico sobre la lengua, su uso y desusos, está escrito con la intención de repasar un puñado de términos y expresiones que hemos heredado directamente del latín y cómo las hemos adaptado a nuestro lenguaje coloquial. Aprovecharé para hablar sobre su origen etimológico, quizás para muchas personas desconocido, y de unas cuantas curiosidades sobre las mismas.

La famosísima expresión ‘Carpe Diem’, tan utilizada de forma optimista para sacar el mejor provecho del día, es un claro ejemplo de la popularización y uso de frases directamente en latín. Su origen la encontramos en una de las Odas (I, 11) escritas por el poeta romano Horacio en el siglo I a.C. ‘Carpe diem, quam minimum credula postero’ y con ella nos anima a aprovechar el momento, agarrar el día y sacar el mejor provecho de él, sin tener que esperar al día de mañana, que muy posiblemente no nos traiga lo mismo.

Del “Carpe Diem” al salario, pasando por el “ciao”. Más de dos mil años de latinajosOtra de esas expresiones recibidas directamente de los antiguos romanos es el conocido ‘Veni, vidi, vici’ (Llegué, vi, vencí), pronunciada por Julio Cesar tras la batalla de Zela o el ‘Alea jacta est’ (La suerte está echada), también de César, tal y como dejó escrito el historiador Suetonio.

Pero estos tres claros ejemplos de expresiones también pueden aplicarse a términos que utilizamos de forma cotidiana y que hemos adaptado a nuestro propio lenguaje, como puede ser la palabra ‘ciao’que utilizan comúnmente los italianos para saludar y que muchos de nosotros hemos adoptado en la forma de ‘chao’.

Es curioso ver como este ‘ciao/chao’ se utiliza para decir un ‘hola’ o ‘adiós’ (en España sobre todo para despedirse), cuando en realidad su origen etimológico es muy diferente.  Tal y como lo conocemos actualmente proviene del latín medieval (en su uso como lengua litúrgica o de enseñanza), que la recibió del dialecto véneto y este a su vez del latín vulgar, como la gran parte de las lenguas romances. Originalmente se escribía ‘s’ciavo’ y su significado era directamente ‘esclavo’, siendo utilizado por éstos a modo de saludo ante su señor para indicarle ‘servidor de usted’ o ‘a su servicio’.

Los nombres y/o apellidos de personajes ilustres también han dado paso a términos de uso cotidiano, como es el caso de Cayo Cilnio Mecenas, consejero político de César Augusto, un noble romano poseedor de una gran riqueza conocido por ser un ferviente impulsor de jóvenes talentos dedicados a escribir poesía. Acogió en su villa de Tívoli, entre otros, a poetas tan insignes como Horacio y Virgilio, proporcionándoles todo aquello que necesitaron para prosperar en sus respectivas carreras como poetas. A partir de entonces, a aquellas personas que patrocinan desinteresadamente a quienes se dedican a alguna disciplina artística se les llama ‘mecenas’.

En el mundo de la pareja también podemos encontrarnos con unas cuantas curiosas etimologías, como la que se le da a la palabra esposo/a y que proviene del latín ‘sponsus’, utilizado para referirse a aquellos que asumían un compromiso. Cabe destacar que sponsus, a su vez, provenía del griego ‘spendo’, cuyo significado era ‘hacer un acuerdo’ o ‘firmar un contrato’, que era lo que hacían el marido y la mujer cuando se casaban. Lee el resto de la entrada »