Mestizaje, diversidad y tensión: el Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda radiografía el género en español en su décima edición

FOTO: CERTAMEN INTERNACIONAL DE NOVELA HISTÓRICA DE ÚBEDA

El Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda está celebrando su especial décima edición. Este fin de semana tuvo lugar en la ciudad ubetense su fin de semana grande donde se pudo volver a comprobar el especial ambiente de esta cita llamada, si no lo es ya, a ser el evento referente del género en español. Además, las novedades de este año, como la presencia de autores de los dos países latinoamericanos invitados, Chile y Uruguay, y el gran número de autores presentes lograron ofrecer al público un buen ejemplo del mestizo panorama del género en nuestro idioma.

Entre los muchos escritores presentes, entre la cordialidad y la charla amigable, entre el ambiente familiar y lúdico que logran crear el equipo del certamen con Pablo Lozano, Sebastián Lozano, Pedro Pablo Uceda y tantos otros, se pudo percibir la variedad temática y estilística y la profundidad de la novela histórica en español. La mezcla de autores que siempre han tratado y escrito este género (clásicos ya como Jesús Maeso o Jorge Molist), con otros que llegan de otros rincones de la literatura (como José Ángel Mañas o Espido Freire) o desde la carrera de historia (como José Soto Chica); los escritores que realizan género clásico con los que mezclan y rompen los moldes que lo caracterizan; los de ambos lados del Atlántico; los que empiezan (como Álvaro Lozano o David Gómez), junto a los que ya tienen carreras consolidadas (como Luis Zueco), los que tratan temas patrios con los que tienen mirada más internacional… Toda una pléyade de estilos y miradas.

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Pero también se podían sentir las tensiones y las luchas culturales que sacuden -aquí juntos y revueltos en buena armonía, eso sí- el ejercicio de mirar al pasado a través de la ficción: tensiones generacionales de autores veteranos con nuevos; de autores fidelísimos con la historia oficial con los que juegan más con ella; los que priorizan historia, los que priorizan literatura; la apuesta por la mirada femenina; las distintas miradas hacia el pasado de nuestro país, las distintas formas editoriales de apostar y desarrollar la novela histórica…

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Así, entre esas calles del casco histórico que exudan historia ya de por sí, pasearon escritores, recreadores y editores. En sus presentaciones y sus corrillos se cruzaban noticias, rumores y debates de calado. Compartían experiencias y consejos. Así, nos enterábamos, por ejemplo, de que el escritor cántabro, afincado en Galicia, Rodrigo Costoya, lanzaría en la primera parte de 2022 la tercera novela de su trilogía ambientada en el siglo XV, tras publicar Portosanto y El custodio de los libros, ganadora del premio del Certamen el año pasado, con Pàmies, en el grupo Planeta, en concreto en el sello Espasa.

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Pero también se dejaban caer ideas de calados. Como cuando el profesor de la Universidad de Granda José Soto Chica, historiador, ensayista y aquí novelista, hablaba del «poder transformador que tiene la novela histórica» sobre el pasado y cómo estas ficciones cambian nuestra mirada sobre él. O como cuando José Ángel Mañas clamaba contra esta tendencia anti-espóiler que se vive en muchas presentaciones de novelas donde los autores evitan comentar casi su novela y solo hablan de la historia que hay tras ellas. La tildó de «tontería». «Nos estamos equivocando», aseguró.

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Mención especial merecen la presencia de cuatro plumas llegadas de la otra orilla del Atlántico, los uruguayos Valentín Trujillo y Marcia Collazo y los chilenos Patricia Cerda y Carlos Tromben, que llegaron al Certamen este año de la mano del Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID). Los cuatro autores desplegaron cariño y cercanía y lograron establecer un puente, esperemos que permanente, entre las dos miradas latinas al género. Disertaron sobre los problemas del género y la literatura en sus respectivos países y los problemas que, allí también, tiene mirar al pasado, sobre los olvidos y las identidades. Resultó interesante y fue ilustrativo ver las conexiones y las diferencias entre la novela histórica escrita a uno y otro lado del océano. Pareció claro que, al menos en estos cuatro casos, hay una mirada más literaria y con más gusto por jugar con el lenguaje que en la media del género en España.

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Además, estuvieron presentes una cantidad récord de autores, como, además de los ya mencionados estaban José Zoilo,  Juan Pedro Cosano, Álvaro Lozano, Lola Montalvo Olga Romay, Emma Lira, Jesús Maeso, Fernando García Pañeda Emilio Lara y otros que pasaron a presentar, firmar o acompañar. Repasaron desde el antiguo Egipto hasta Annual, desde los orígenes de Colón hasta las intimidades de las reinas bizantinas.

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Además, Elena Bargues recogió su flamante premio Ciudad de Úbeda por El encargo del maestro Goya y Carlos Alonso, editor de Pàmies, recogió en representación de Gisbert Haefs el premio Ivanhoe. El escritor alemán mandó un cariñoso mensaje a los presentes disculpándose por estar en reposo tras sufrir un accidente doméstico. Hablando de editores, resulta sano y enriquecedor (además de útil para ellos, intuyo)  la presencia de editores en citas como esta: en esta ocasión, además de Alonso, acudieron Penélope Acero, de Edhasa, y Claudia Casanova, de Ático, que aprovecharon también para compartir experiencias.

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Otra de las novedades de esta edición fue la presencia de una pequeña feria del libro con libreros y editoriales. Mucha novela histórica, ensayo de Historia y cómic y un lugar para que los autores presentes firmaran sus obras, que según la organización y algunos de los editores presentes funcionó bien y el público respondió con compras.

Durante un momento de los actos más institucionales, organizadores e instituciones dejaron translucir que para el próximo año, para la XI edición, habrá novedades. «Algo termina aquí y algo empieza», se escuchó en la entrega oficial del premio Ciudad de Úbeda. Habrá, pues, que estar pendientes a los próximos anuncios. Esperemos que el Certamen siga su tendencia ascendente, pero no pierda ese especial ambiente familiar, lúdico y literario que han logrado durante estos diez años.

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En las representaciones, donde participábamos juntos, literatos, prensa, blogueros, editores y recreadores reíamos e interpretábamos en serio el papel, ya fuera como soldados británicos, pistoleros del salvaje oeste, sudaneses, policías ingleses o sufragistas. Los desayunos, comidas y cenas también se convertían en foros de debate, auténticas tejedoras de relaciones y corrillos de rumorología. Elementos que continuaba parte de los presentes en el ya celebrado -y con nombre muy apropiado- pub La Beltraneja en horario nocturno. Una foto fija, de la familia líquida y móvil, o al menos una parte representativa de ella, de la novela histórica que continúa revelándose durante esta semana con más recreaciones y autores como Lorenzo Silva, Fernando J. Muñez, Mar Cantero, Marta Robles y Jesús Bastante.

Larga vida al Certamen y al género que lo parió.

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