Rodrigo Costoya: «La hipótesis del origen gallego de Colón no está demostrada, pero su superioridad de argumentos es apabullante»

Rodrigo Costoya

Libros prohibidos, héroes que protegen el conocimiento frente al fanatismo, aventuras ocultas en los pliegues de la historia oficial, un Colón gallego… Los ingredientes del éxito del escritor y profesor de Educación Física Rodrigo Costoya (gallego nacido en la cántabra Torrelavega en 1977) son variados. En 2020 se alzó con el premio de novela Histórica Ciudad de Úbeda con El custodio de los libros (Ediciones Pàmies) y en apenas medio año se ha convertido, según la organización del Certamen que concede el galardón, la novela más exitosa de sus nueve ediciones, con tres ediciones en la calle.

Una historia -la de un pequeño emeritorio gallego que alberga una colección de libros prohibidos y el mundo de campesinos, monjes y nobles a su alrededor que sirve para contar una historia diferente de la Galicia y la Castilla de la época-  y un éxito que ha provocado que Ediciones Pàmies haya anunciado en estos días que en septiembre saldrá a la venta Portosanto, novela que el autor solo había publicado en gallego y que se centra en novelar la vida de un posible Cristóbal Colón de origen gallego.

Pero no adelantemos y centrémonos en su novela actual. En El custodio de los libros da una versión bastante alejada, no en los grandes hechos pero sí en las intimidades e interioridades, de la historia de Castilla en aquel capital final de siglo XV… ¿Es apuesta literaria o convicción histórica?

Un poco de ambas. Es lo bueno de escribir novela. El marco histórico permite recrear interpretaciones de historiadores que han ido más allá de la versión oficial. Creo que es una de las aportaciones más interesantes con que la narrativa de ficción puede enriquecer la visión que tiene de la Historia una gran parte de la sociedad.

Así pues, ¿está seguro de que Colón era gallego?

Lo único seguro es que nada es seguro. La figura de Colón, y aquí están de acuerdo todos los historiadores, es un misterio por decisión del propio protagonista. Él mismo trató de ocultar sus verdaderos orígenes. De ahí la controversia. Sin embargo, es curioso ver cómo se acepta la teoría genovesa cuando no hay evidencias históricas que la avalen. Respecto a la hipótesis pontevedresa, eso sí, hay multitud de indicios que señalan en la misma dirección. Claro que no está demostrada científicamente (ninguna lo está), pero su superioridad de argumentos es apabullante respecto a cualquier otra. No olvidemos que grandes historiadores, a lo largo de los últimos ciento treinta años, la han investigado a fondo. Y que intelectuales como Valle Inclán, Emilia Pardo Bazán o Castelao estaban convencidos de su verosimilitud.

¿La historia de España cambia mucho si se mira desde el punto de vista de Galicia?

La historia de cualquier realidad cambia en cuanto se modifica la perspectiva. Hoy mismo, por ejemplo, el conflicto en Gaza: un judío ortodoxo lo verá de una forma radicalmente distinta a un militante de Hamas. Si alguien escribe una novela al respecto dentro de quinientos años podrá recrear un punto de vista, el contrario, los dos simultáneamente o uno inventado que los recree. Respecto a la historia de España, sí me parece muy interesante que la sociedad española actual conozca la Historia de cada una de las naciones que se unieron para dar como resultado el estado de nuestros días. Es pura riqueza, al igual que todos sus idiomas, folclores, gastronomías, etnografías…

¿Cuándo descubrió su interés por buscar otras miradas a la Historia?

Si te gusta la Historia de verdad, es difícil que te conformes con una sola versión. Me encantaría que un numantino me contase cómo vivió él la caída de su ciudad, o que un habitante de Tenochtitlan me hablase de su experiencia ante la llegada de Hernán Cortés. Normalmente conocemos la versión de los vencedores, y aquella que alguien tuvo interés en contar. Todas las demás miradas se han perdido por el camino, y yo soy un gran admirador de los historiadores que investigan precisamente esas otras Historias que no conocemos. Supongo que desde siempre.

En esta novela hay una defensa a ultranza de los libros, ¿los libros salvarán al mundo? Y si es así, ¿por qué nunca lo han logrado?

Un libro en sí no es nada más que un envoltorio. Un objeto que sirve para guardar, compartir y difundir ideas. Si cada conocimiento se quedara dentro de una persona, o solo se compartiera dentro de una generación, seguiríamos en la Edad de Piedra. En ese sentido, los libros han hecho del ser humano lo que es. Son lo que nos han traído progreso, cultura y evolución. Los que han hecho que dejemos de matarnos por la comida o por aparearnos. Las ideas de las mentes más preclaras han ido calando en las sociedades con el paso del tiempo. Por lo tanto, creo que los libros sí han salvado el mundo muchas veces. Que lo salvan cada día, de hecho. Y hoy ya tenemos más medios para conservar y difundir el conocimiento. Vivimos en la Era de Internet, una nueva revolución cultural comparable a la invención de la imprenta. Pero en la época que recreamos eran lo único que podía salvarnos. Y lo hicieron. A costa de mucha sangre, pero sí. Vaya si lo hicieron. Son pura luz. Otra cosa es que en el ser humano también exista la oscuridad. De ahí el nombre de esta trilogía, De luz y tinieblas.

¿Por qué centrar esta novela en el emeritorio de la Misarela?

La idea original de la novela parte de un tratado de Historia que ubica a Fray Alonso del Espinar como guardián del monasterio de San Antonio de la Puebla. Él fue el primer hombre en llevar una biblioteca al continente americano. Y unos años antes, los monjes de la Misarela se trasladaron a la orilla del mar para fundar San Antonio. Entre eso, y que es un lugar totalmente mágico, nos decidimos. La Misarela sería nuestro símbolo. El eje argumental, pero también estético, de nuestra historia.

¿Cuándo y por qué decidió Rodrigo Costoya dedicarse a la ficción?

Siempre quise probar a escribir. Hacía pequeñas cosas que no leía casi nadie, pero quien las conocía me animaba. Con todas las dudas del mundo, decidí lanzarme en uno de esos puntos de inflexión que tiene a veces la vida. Había acabado mi segundo mandato como director de instituto, y necesitaba quitarme esa incertidumbre de encima. Fue un “ahora o nunca”. Y parece que lleva camino de convertirse en “ahora y siempre”, por suerte.

Tras el éxito de esta novela va a relanzar, por primera vez en castellano, este otoño su novela Portosanto, ¿qué nos puede adelantar sobre ella? En esta novela, Colón ya no es un secundario, sino gran protagonista absoluto…

Tal y como indicábamos antes, la teoría pontevedresa de Colón ha ido recabando docenas de indicios históricos a lo largo de los últimos ciento treinta años. Es una apuesta arriesgada, porque la gente está cansada de que intenten hacernos comulgar con ruedas de molino. Que si judío, que si catalán, que si mallorquín, que si genovés… Esta novela, simplemente, recrea los principales hechos históricos de esa época de un modo bastante aséptico. Si al final todo encaja o no, es algo que tendrá que juzgar cada quien. ¿Qué me dicen mis lectores? Que aporta un ritmo trepidante, unos personajes a los que acabas conociendo íntimamente, una versión diferente de la Historia y la resolución de uno de los mayores misterios de la Humanidad. Ah, y que no puedes dejar de leer. Todo eso es Portosanto.

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