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La justicia llega tarde para Sam Wagstaff, novio y educador de Mapplethorpe

Polaroids de Robetr Mapplethorpe, 1972-1973. Izquierda: Wagstaff. Derecha: autorretrato de Mapplethorpe. Gift of The Robert Mapplethorpe Foundation to the J. Paul Getty Trust and the Los Angeles County Museum of Art

Polaroids de Robetr Mapplethorpe, 1972-1973. Izquierda: Sam Wagstaff. Derecha: Autorretrato de Mapplethorpe © The Robert Mapplethorpe Foundation to the J. Paul Getty Trust and the Los Angeles County Museum of Art

Entre las dos Polaroid transcurrieron solo unos meses. El hombre en ropa interior de la izquierda, Sam Wagstaff, tenía más o menos 50 años y era tan millonario como lo había sido en la cuna —el dinero llegaba por ambas líneas consanguíneas: el padre, superabogado y la madre, judía polaca, ilustradora de confianza de Harper’s Baazar—.

El chico encuerado de la derecha, Robert Mapplethorpe, de 25, pretendía convertirse en fotógrafo, en artista, comerse el mundo, ser un nuevo Elvis

Se conocieron en una fiesta licenciosa en uno de esos lofts de Nueva York donde entrabas por una cualquiera de estas dos condiciones: ser bello o ser un poco menos bello pero tener mucho cash.

Se acostaron juntos la misma noche y fueron amantes durante quince años. Ambos murieron de sida con una diferencia que fue caritativa para el sentimiento de pérdida de Robert: Wagstaff en 1987 y Mapplethorpe en 1989.

Los dos decesos ocurrieron en invierno, pero la nieve solo parece haber caído sobre la memoria de Wagstaff.
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El ‘escritor más peligroso de los EE UU’ publica una novela con gifs animados

Dennis Cooper

Dennis Cooper

Dicen de Dennis Cooper (Pasadena, 1953) que se trata del «escritor más peligroso de los EE UU«.

La verdad es que lo dijeron hace ya bastante, en concreto en 2000, cuando el naciente siglo de la realidad líquida y los vaivenes emocionales entendidos como forma inteligente de comportamiento buscaban cronistas. Cooper era entonces un escritor que hablaba de chaperos, sadismo y otras confesiones sucias o podridas sobre la violencia, el cuerpo, la represión, la muerte, la degradación, la ternura… Es difícil encontrar temas nuevos.

Una de las opiniones de Cooper, la al parecer tan inmencionable como incorrectísima de considerar al matrimonio homosexual un «fracaso social», ha puesto al escritor en situación de verdadero riesgo, ya que algunos gay intolerantes anuncian que un día de estos matarán al autor, que, por cierto, es gay, como puede comprobarse en algunas de sus novelas más vivenciales, sobre todo Cacheo, la crónica de un joven fascinado con el asesinato, y la muy explícita Chaperos,  sobre el encuentro entre un joven escort y un cliente con el que desarrolla una metaficción marcada por la pornografía, las mentiras, las medias verdades y la mitomanía.

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‘Diferente de los otros’ (1919), la primera película progay de la historia

Fotograma de la pareja de amantes de 'Anders als die Arden'

Fotograma de la pareja de amantes de ‘Anders als die Andern’

Los amantes de la película lo tienen todo en contra: la incomprensión social, la desaprobación familiar y, sobre todo, la salvaje directriz del artículo 175 del Código Penal alemán:

Hay que basarse en que la opinión pública alemana considera la relación sexual entre hombre y hombre como un error, que es capaz de arruinar el carácter y destruir el sentido de la moral. Si este error se extiende, lleva a la degeneración del pueblo y a la decadencia de sus fuerzas.

Sobre esta situación gira Anders als die Andern (en español Diferente de los otros), la primera película en favor de los derechos de los homosexuales, producida en 1919 aprovechando que la censura había sido abolida el año anterior en la efímera República de Weimar, el periodo histórico convulso de la historia alemana que se inició en 1918, tras el final de la I Guerra Mundial, y terminó con la llegada de Hitler al poder.

La película, de cuyo argumento no revelaré detalles para mantener incólume la posible curiosidad del lector, fue inicialmente un largometraje pero no se conserva íntegra. Aunque hay muchas referencias bibliográficas y en hemerotecas, se consideró perdida hasta 1970, cuando fue localizada casi de chiripa una copia en Ucrania. Restaurada y completada con fotos fijas gracias al programa de recuperación de películas clásicas perdidas de la prestigiosa Universidad de California Los Ángeles (UCLA) —organizaron en 2012 un Kickstarter para buscar financiación—, hoy es posible ver este tempranísimo alegato progay casi completo.

Cinematográficamente no tiene demasiado valor —sólo resulta excepcional el actor principal, el gran Conrad Veidt, que al año siguiente se convertiría en la primera superestrella del cine alemán por su papel en la joya expresionista El gabinete del Dr. Caligari—, sobre todo porque Diferente de los otros sólo fue planteada como un pronunciamiento en contra de las leyes que castigaban a los homosexuales a penas que podían llegar a la castración bajo la cínica justificación de que las relaciones entre personas del mismo sexo resultaban peligrosas para la salud pública.

Magnus Hirschfeld (con bigotes) y algunos de sus amigos gay

Magnus Hirschfeld (segundo por la derecha) y algunos de sus amigos

Realizada por un equipo casi al completo homosexual, coescribieron el guión Richard Oswald —también director— y Magnus Hirschfeld, el médico y sexólogo que había desarrollado la teoría del tercer sexo y que actuaba como paladín de los derechos gay desde el Institut für Sexualwissenschaft de Berlín (Instituto para el estudio de la sexualidad).

Sin pelos en la lengua y muy bien relacionado intelectualmente, este precursor de la moderna idea del transexualismo y la libertad de género, montó una plataforma de opinión para demandar la anulación del artículo 175. Se adhirieron escritores, científicos e intelectuales de primer orden, entre ellos Albert Einstein, Hermann Hesse, Thomas Mann, Heinrich Mann, Rainer Maria Rilke, Max Brod y Stefan Zweig.

El estreno de la película derivó en un escándalo mayúsculo en la opinión pública alemana y, pese a las voces a favor de la tolerancia sexual, una rígida normativa devolvió la censura al país en 1920. Diferente de los otros tuvo una trayectoria comercial corta: un año después de su estreno fue retirada de los circuitos de exhibición y prohibida, aunque, en una magnánima y reveladora decisión legislativa, se permitía que fuera mostrada a «médicos e investigadores».

Póster original de la película

Póster original de la película

El inicio de la era nazi del terror y la persecución de los diferentes culminó con la quema de todas las copias que existían en Alemania. La mayor parte de los implicados en la producción tuvieron que huir del país antes de ser detenidos y condenados a muerte. Los escuadrones hitlerianos destruyeron el Instituto para el estudio de la sexualidad y todos los libros de la enorme biblioteca del centro —una de las más importantes de Europa sobre el tema—. Osvald y Hirschfeld, ambos de orígenes judíos, escaparon y murieron en el exilio.

Los nazis no podían aplicar los criterios de persecución racial contra Veidt, alemán de pura cepa e ídolo de multitudes —le llamaban «el demonio de la pantalla» y era el actor mejor pagado de su tiempo—, pero iniciaron una campaña de desprestigio en su contra. El ministro nazi de Propaganda Goebbles aprovechó que el actor había interpretado a un personaje judío en una película inglesa para declarar: «Conrad Veidt ha sido recompensado por esta traición a su patria, con el elogio del pueblo judío. Por ello ya no es humanamente digno de que ni tan sólo un dedo se mueva en Alemania para alabarle«.

Conrad Veidt en 'Casablanca'

Conrad Veidt en ‘Casablanca’

Enterado de que la Gestapo planeaba asesinarle, Veidt escapó en 1933 y se estableció primero en Londres y luego en Hollywood. Participó en películas inolvidables y tuvo el impulso genial de aceptar el papel de un militar nazi curiosamente tolerante en Casablanca.

El artículo 175 del Código Penal alemán fue ampliado por los nazis. Ahora era delito cuando «de forma objetiva se daña el sentido del pundonor público y de forma subjetiva había intención lujuriosa de despertar la sensualidad de uno de los dos hombres o de un tercero». Ni siquiera era necesario tocamiento alguno para ser condenado: la «subjetiva intención lujuriosa» bastaba.

La Reichzentrale zur Bekämpfung von Abtreibung und Homosexualität (en español, Central del Imperio para la lucha contra el aborto y la homosexualidad) fue creada en 1936 y gestionada por las SS. Se calcula que ficharon y condenaron a unos 100.000 homosexuales.

El final del nazismo y el regreso a la democracia no trajeron novedades rápidas para los gay alemanes. Aunque la tolerancia fue mayor y en ocasiones las autoridades hacían la vista gorda, la infamante criminalización de la sexualidad libre no fue retirada del Código Penal hasta 1994, tres cuartos de siglo después de Diferente de los otros.

Ánxel Grove

75 piezas de una coreografía bárbara

Federico García Lorca (1898-1936)

Federico García Lorca (1898-1936)

Este miércoles se cumplen 75 años del fusilamiento ilegal, es decir, del asesinato, de Federico García Lorca.

Lo mataron, como en una coreografía, junto a una hilera de olivos. El tiempo, pese a sus muchos laberintos, no ha conseguido acallar el eco de los disparos desnudos.

Acaso no haya otro escritor en castellano que sume una escenografía tan bárbara: poeta, gay, vanidoso, genial, señorito andaluz, teatrero, celebrity, víctima mortal del franquismo, desaparecido (no han logrado determinar dónde están sus huesos)…

Acaso ese mobiliario desmesurado no ayude a juzgar al autor y la persona sin que la sangre contamine la conversación. En España dices Lorca y te caen guantazos desde cada rincón.

Una nota del propio escritor puede ayudar a rebajar la pólvora del debate patrio en torno a su figura. En 1918, cuando la I Guerra Mundial sembraba de cadáveres en nombre de santísimas identidades e ideologías nacionales los labradíos europeos,  el entonces joven Lorca anotó que el patriotismo es «uno de los mayores crímenes de la humanidad». Creo que tenía razón.

Sin más intención que recordar al ciudadano prematura e injustamente asesinado hace tres cuartos de siglo, va un Cotilleando a… Federico García Lorca. Son 75 piezas. Como diría el escritor, 75 «cruces superpuestas».

1. Con la luna. Nace en la medianoche del 5 de junio de 1898. Le bautizan pomposamente: Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca.

2. Padre cacique. Federico García Rodríguez es un latifundista. De buen corazón (contrata peonadas con más brazos de los necesarios para paliar la pobreza de los jornaleros), pero cacique al fin: el hombre más rico de Fuente Vaqueros. Había cimentado la fortuna con un braguetazo en su primer matrimonio, al desposar a la hija de un ricachón. La muchacha, con la que no tuvo hijos, murió joven y testó a favor del viudo.

3. Madre maestra. Vicenta Lorca, maestra. Criada sin padre, acogida por la caridad familiar. Enfermiza y beata. Federico García Rodríguez la elige (así son las cosas en Andalucía a principios del XX) como segunda esposa porque le gusta su forma de hablar.

4. Bebé cadáver. Cuando Federico tiene dos años nace su hermano Luis. El niño muere a los 20 meses de una neumonía. Federico no olvidó nunca al hermanito-fantasma. En las pesadillas imagina el pequeño cadáver en descomposición.

El niño Federico, seis años

El niño Federico, seis años

5. Andares. Nace con una pierna algo más corta que otra. Sus andares siempre llamaron la atención y hay quien sostiene que su porte orgulloso está relacionado con un intento de disimular la cojera.

6. Mal alumno. Es un pésimo estudiante, pero un gran charlatán y un perfecto monaguillo ayudando en misa. En casa se disfraza de cura y oficia ceremoniosos rituales.

7. Asquerosa. Cuando el niño tiene ocho años la familia se muda  a dos kilómetros de Fuente Vaqueros, a Asquerosa (rebautizada como Valderrubio en 1943). A Federico no le gusta nada el nombre del pueblo. La familia vive en la mejor de las casas de la villa, con servidumbre y lujo.

8. Poco libro, mucho cuento. No hay demasiado que leer en la vivienda familiar. Víctor Hugo y Cervantes empezaban y terminaban la biblioteca. La ausencia de literatura la suple la abundancia de charloteo: 8 tías y tíos y casi 40 primos se dejan caer en las reuniones.

9. Graná. En 1909 la familia entera se marcha a una casa alquilada en Granada para acompañar a Federico, que se matricula en bachillerato en el Instituto General y Técnico. Repite cuatro veces el examen de ingreso antes de aprobarlo.

La familia, en torno a 1912. Abajo, Vicenta y Don Federico. Arriba, desde la izquierda, Federico y sus hermanos Concha y Paco.

La familia, en torno a 1912. Abajo, Vicenta y Don Federico. Arriba, desde la izquierda, Federico y sus hermanos Concha y Paco.

10. Federica. En la Academia Alemán -donde acude para reforzar su rendimiento escolar- le llaman Federica por sus modales afeminados.

11. Oscar y Rubén. En 1914, a los 16 años, acaba el bachillerato. Descubre a Oscar Wilde, que le fascina, y a Rubén Darío, que le fascina aún más. Jura emular su cultivo caprichoso del hedonismo: «Aplícate tu propio bálsamo. Proclama por doquier tu enfermedad. Eso te restablecerá».

12. Pianísimo. Su padre le regala un piano (primero uno vertical y luego otro de media cola). Federico escribe una nota dedicada al instrumento: «Te quiero más que a nada en el mundo». Aprende rápido con ayuda de un profesor. Compone cancioncillas, reune toques populares y da algún recital donde interpreta a Beethoven.

13. París jamás. Llega a pedir a su padre que le financie para ir a París a estudiar piano. El hacendado se niega.

Café Alameda, Granada

Café Alameda, Granada

14. Vida de chanza. Se matricula en Filosofía y Letras, luego en Derecho, luego en ambas a la vez… No da pie con bola. Sólo le ilusionan las reuniones del café Alameda con sus amigos del grupo del Rinconcillo. Van de sobrados y viven para la chanza, aunque discuten sobre lo divino y lo humano.

15. Padre quemado. «No sé qué va a pasar con este muchacho», se queja en público el padre de Federico.

16. Señorito. Federico se ve camino de emohecer como un remilgado y consentido señorito andaluz con, según escribe, una «vida de broma y jaleo».

17. Un cuarentón melancólico. Por casualidad conoce a la persona que dará sentido a su vida, el profesor Martín Domínguez Berrueta, cuarentón melancólico y vanidoso que sintoniza con Federico y le hace entender la poesía y su sentido último de expresión completa.

18. Unamuno, Machado. Con el profesor y algunos de sus alumnos, el joven Lorca viaja por España. En Salamanca conoce a Miguel de Unamuno. En Baeza, a Antonio Machado, que le embelesa con  su compromiso vital y extremo con la poesía. Federico decide que quiere ser poeta. Pasa las noches en vela escribiendo.

María Luisa Natera

María Luisa Natera

19. Primer amor. En un balneario de Lanjarón, en las estribaciones de las Alpujarras, Lorca, que acompaña a su madre, conoce a una muchacha de la que se enamora, María Luisa Natera. Ella tiene 15 años y él, 18 y la sexualidad adormecida o reprimida. Se gustan porque ambos tocan el piano. Galantean mientras interpretan a cuatro manos piezas de Chopin. Lorca le dedica algunos poemas que ella guardará toda la vida como un tesoro. No hubo más. La relación blanca -rechazada por la familia conservadora y beata de María Luisa- fue revelada en 2009 por el historiador lorquista Ian Gibson en el libro Lorca y el mundo gay.

20. Debut fatal. A los 19 años publica su primer libro Impresiones y paisajes, basado en la experiencia de sus viajes por España. La edición la paga el padre. Lorca dedica la obra, que contiene numerosas erratas y faltas sintácticas, a su antiguo profesor de música. Domínguez Berrueta, despechado, le expulsa de su casa y de su vida. Nunca volverán a hablar.

21. Al desván. El escritor se avergüenza pronto de la pobreza literaria de la obra y rescata de las librerías todos los ejemplares que puede. Los almacena en el desván.

22. Paralizado por el miedo. A principios de 1919 los sindicatos convocan una huelga general contra la monarquía y en favor de los derechos de los trabajadores. Los universitarios de Granada se suman. Frente a la casa de los Lorca la Guardia de Asalto mata de un balazo a un estudiante. Federico dice apoyar las demandas de los huelguistas, pero siente una neurosis paralizante ante la violencia y se queda encerrado en casa durante dos semanas. Ni siquiera se atrave a salir al balcón.

23. Madrid. Su padre, a regañadientes y gracias a la intervención final de Vicenta («no sé si será bueno como escritor, pero es lo único que quiere hacer»), le llena la cartera de billetes para que se vaya a Madrid en la primavera de 1919. Lleva vestuario de estreno: zapatos de charol, trajes oscuros, corbatas…

24. Juan Ramón. Se presenta ante el arisco Juan Ramón Jiménez, al que causa buena impresión. «Me leyó algunas composiciones muy bellas. Quizá un poco largas, pero la concisión vendrá sola», escribe el patriarca.

25. Deslumbrado. Le encanta Madrid («nada me aturde, ni siquiera todo este alboroto»), pero sigue viviendo de la sopa boba e incumpliendo los pocos encargos de trabajo que le hacen, por ejemplo un libreto teatral.  «No tengo apuro en llegar«, escribe a su familia.

Internos de la 'Resi' ante el edificio. Lorca, en el centro, como siempre

Internos de la 'Resi' ante el edificio. Lorca, en el centro, como siempre

26. Sin pegar clavo. Desde 1920 se hospeda en la Residencia de Estudiantes, donde no es necesario pegar clavo, las mucamas atienden a los internos y las obligaciones se limitan a bajar bien vestido a la cena. Lorca vive Madrid como un poseso: se exhibe en las fiestas y tertulias, se pavonea en las conferencias, se deja querer para amenizar las reuniones con interpretaciones de piano…

27. En el armario. El poeta Emilio Prados le tira los tejos con sinceridad y le propone que vivan juntos. Lorca, que tiene miedo a salir del armario, se aparta de su lado.

28. Abucheado. El 22 de marzo de 1920 se estrena en el Eslava la tantas veces retrasada obra de teatro de Federico. Su padre corre con los gastos de producción añadidos por los incumplimientos del hijo. El maleficio de la mariposa -que antes se había titulado La estrella del prado– es un incontestable fiasco, con abucheos, interrupciones y criticas demoledoras que aconsejan al autor haber previsto el fracaso no escribiendo la obra.

29. «He nacido poeta». Lorca queda tocado. Se cree una estrella y es un fracasado. Su padre le ordena que regrese a Granada, pero Federico le envía una carta desesperada: «He nacido poeta y artista, así como otros nacen rengos, o ciegos o apuestos». El padre, influido por su esposa, accede a otra moratoria y sigue financiando la experiencia madrileña.

30. «Niñez seca». Tras la edición de un poemario en 1921 (Libro de poemas), una obra de lirismo inocente que pasa sin pena ni gloria, regresa a Granada. A los 23 años se siente viejo («la vida me echa sus cadenas» y «¡qué lastima de mi niñez seca!», escribe), se resigna a la ciudad de provincias que odia por su ambiente «mediocre» y quiere acabar Derecho, carrera de la que ha ido aprobando asignaturas sueltas.

Casa familiar de los García Lorca en la Huerta de San Vicente, Granada

Casa familiar de los García Lorca en la Huerta de San Vicente, Granada

31. Un diletante y un workaholic. Intima con el músico, Manuel de Falla, que reside en Granada desde 1920. Les separan la edad (23 y 45 años) y la dedicación (Lorca es un diletante y Falla un workaholic), pero les une el amor por el cante de los gitanos.

32. El festival. Junto con un grupo de amigos, Falla y Lorca lidian con los poderes públicos y fácticos locales hasta terminar por organizar un festival de flamenco en la ciudad. Las actuaciones del Concurso de Cante Jondo de Granada se celebran, en el Patio de los Aljibes de la Alhambra,  en junio de 1922. El éxito es inmenso y tiene repercusión en diarios extranjeros. Los premios (mil pesetas y diploma) se los reparten Manuel Ortega Caracol, que tenía 13 años, y El Tenazas de Morón.

33. Cambio. Aunque Lorca no organiza por sí sólo el concurso -como se encarga de proclamar a los cuatro vientos entonces y en los años sucesivos-, la oportunidad le sirve para cambiar de registro poético de manera drástica, inclinándose hacia la llamada de la tierra, la vindicación del andalucismo como estado de ánimo y la sensibilidad arrebatada pero adusta de la música de los gitanos.

34. Catársis. En una especie de revelación y en estado de catársis escribe el Poema del cante jondo, que lee en público por primera vez poco antes del festival, en el Hotel Alhambra, en un acto al que asiste el todo Granada. La obra no sería publicada en libro hasta 1931.

35. Letrado García Lorca. En febrero de 1923, nueve años después de matricularse, obtiene el título de Derecho. No por sus méritos, pero sí por su encanto. De Derecho Político le examina oralmente su amigo Fernando de los Ríos. «¿Qué es el Estado?», le pregunta. «Una araña», responde Federico.

Con Dalí en el verano loco en Cadaqués, 1927

Con Dalí en el verano loco en Cadaqués, 1927

36. Amor loco. Lorca regresa a Madrid. En la Residencia de Estudiantes, donde vuelve a alojarse, conoce al excéntrico Salvador Dalí, que tiene 19 años. Se prendan uno del otro. Dalí recordaría el primer encuentro con el verbo excesivo que tanto le gustaba: «El fenómeno poético en su integridad, a secas, súbitamente se me apareció en carne y sangre».

37. ¿Sin sexo? Son inseparables, estrafalarios, histriones, pomposos y complementarios (Lorca, locuaz y elegante al modo torerista; Dalí, tímido y excesivo a la manera del astracán mediterráneo). Hay muchas cartas de apasionado erotismo que contradicen la versión oficial de un romance casto, pero ninguna prueba o testimonio de que hubiese  sexo. Según el pintor, Lorca se le insinúa en 1926, pero, aunque halagado, rechaza los acercamientos. Pasan un dionisiaco verano juntos en Cadaqués.

38. Pintoresquismos. Cuando Lorca publica Romancero gitano (1928), Dalí le critica en una carta: «Tú eres un genio y lo que se lleva ahora es la poesía surrealista. Así que no pierdas tu talento con pintoresquismos».

39. «Gitano bronceado». En otro momento dice: «Te amo por lo que el libro revela que eres, que es bastante distinto de la idea que los pútridos filisteos se han hecho de ti, que es la de un gitano bronceado de pelo negro, corazón de niño, etc, etc…».

40. «Yo soy el perro andaluz». Lorca se toma a mal la película Un perro andaluz, co dirigida en 1929 por Dalí y otro alumno de la Resi, Luis Buñuel, al entender que el título es una referencia grosera hacia él («Buñuel hizo una película de mierda que se llama Un perro andaluz y yo soy el perro andaluz»).

41. Buñuel, celoso. Algunos biógrafos opinan que Buñuel, celoso, malmetió para que Dalí y Lorca se distanciasen. Se volverían a encontrar fugazmente en 1935 y todas las rencillas quedaron olvidadas.

El taimado Aladrén, a la izquierda, y Federico

El taimado Aladrén, a la izquierda, y Federico

42. Novio manipulador. En 1927 se lió con Emilio Aladrén, artista bisexual de llamativa y exótica belleza, ocho años más joven que Lorca. El novio es un vago, gusta de la manipulación y tiene mala calaña. En 1928 Aladrén se enamoró de una representante inglesa de una firma de cosméticos y dejó al escritor, que cayó en una profunda depresión («ahora me doy cuenta de qué es eso del fuego del amor del que hablan los poetas eróticos»). En esa época Lorca habla abiertamente por primera vez de su homosexualidad. «Tu no sabes lo que es sufrir por la belleza masculina», le dice a un amigo.

43. Escultor franquista. El noviete bisexual de Lorca se dedicaría a esculpir bustos de los prebostes del régimen franquista. Murió prematuramente en 1944.

44. Ego en alza. Federico se convierte en la figura central de la joven literatura española, que comienza a ser considerada por la crítica como una generación (Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre, Gerardo Diego, Pedro Salinas…). Dice bastante de la capacidad de Lorca para venderse y de su charmant personal que sea designado como líder cuando tiene tan poca obra publicada. El sostiene que no le interesa editar, porque los poemas mueren al estar impresos.

45. Estado mental. Algunos críticos de la época acuñan con sorna la expresión «el estado mental García Lorca» para referirse al ego creciente del escritor.

En su cuarto en Granada, bajo un cuadro que le regaló Dalí, 1925

En su cuarto en Granada, bajo un cuadro que le regaló Dalí, 1925

46. Ladrón de opiniones. Su agenda sigue siendo la de un ministro. Conquista a la alta burguesía con su conversación chispeante y sus ostentosos ademanes al recitar. Algunos de sus cercanos ven con desagrado como se hace con el control de las situaciones y no se queda tranquilo hasta ser el rey de cada fiesta. En sus disdertaciones inventa y miente. Alguien le pilla disertando con tono elevado sobre el Ulysses de Joyce -que no ha leído- con una argumentación copiada al pie de la letra de una opinión escuchada el día antes de otra persona.

47. Odiado Alberti. Su pique con Rafael Alberti, poeta en alza y también andaluz, adquiere tono de sainete: cada vez que alguien menciona a Alberti en presencia de Lorca, éste dice que le duele la garganta y se ausenta.

48. Misticismo. Tras la ruptura con el arribista Aladrén, al poeta se le vienen encima todas las dudas y recurre al misticismo. Reza a diario y va a misa («soy un católico estético»), se interesa por las cosmogonías hinduistas, regresa a sus adorados griegos… Está tan fuera de sí que, ajeno a su desprecio por la política, firma una carta abierta -escrita por Ortega y Gasset- para pedir la formación de un partido liberal que combata la dictadura de Primo de Rivera.

49. Penitente. El jueves santo de 1929 marcha anónimamente -encapuchado, descalzo, cargando una pesada cruz de madera- en la procesión de la granadina Confraternidad de Santa María de la Alhambra. Dos meses más tarde se asocia como cofrade.

Un andaluz en Nueva York, 1930

Un andaluz en Nueva York, 1930

50. Harlem. Intenta escapar de las dudas y la tristeza con un viaje a Nueva York (con paradas previas breves en París y Londres) en junio de 1929. La ciudad le deja, como escribe a sus padres, «knock-out«, una de las poquísimas expresiones en inglés que era capaz de manejar. Aprende a pedir «bacon and eggs» (tocino y huevos) y casi no come otra cosa. Se matricula en un curso de la Universidad de Columbia, cose el primer botón de su vida en una camisa, se deja sorprender por un mundo nuevo, chocante y fascinante al tiempo, da grandes caminatas, canta y toca el piano en fiestas del círculo docente de españoles, se enamora de los clubes de jazz de Harlem y de la desvergüenza de los negros. Escribe Oda al Rey de Harlem, un poema en el que rompe con su estilo anterior.

51. Sexo surrealista. Visita Nueva Inglaterra y se enamora (al parecer de manera sólo platónica) de un estudiante de 20 años que le sirve de cicerone. Escribe el guión de un cortometraje que nunca será filmado, Viaje a la luna, donde explica, con imágenes surrealistas, sus desvelos por el sexo.

52. Testigo del crack. Está en Nueva York el martes negro del 29 de octubre y va a Wall Street para ver a «hombres gritando como animales y mujeres llorando» por el crack bursatil que originó la Gran Depresión. Impresionado, empieza a escribir los poemas del que sería su mejor libro, Poeta en Nueva York. En marzo de 1930 toma un tren hacia Miami y de allí un barco con destino a La Habana.

53. Ídolo. Lo que iba a ser una visita de unos días se convierte en una estancia de tres semanas. La Habana ama a Lorca y viceversa. Es tratado como un ídolo en varias lecturas en teatros abarrotados, se pavonea por el Malecón, va a una cacería de cocodrilos y, como había amenazado al llegar, se dedica a parodiarse a sí mismo.

En La Habana, entre hombres

En La Habana, entre hombres

54. Locaza. Da rienda suelta a la homosexualidad y la disfruta sin temores por primera vez, como una locaza: se baña desnudo, se acuesta con varios chicos jóvenes y guapos, se deja querer… Empieza a escribir su obra de teatro más audaz, El público, el único de sus textos que aborda con franqueza las inclinaciones del autor y reinvindica el deber de «quitarse la máscara».

55.  Fuera lunares. En La Habana también padece un ataque de angustia histérica: está convencido de que tiene cáncer de piel. Se somete a una operación para quitarse varios lunares.

56. El nuevo Lorca. Regresa a España en octubre de 1930. Está cambiado. Sus amigos, entre ellos el poeta Luis Cernuda, tambien gay, le encuentran cínico, sensual, franco, con más aplomo y menos miedos. El nuevo estilo de Lorca coincide con la proclamación de la Segunda República Española y el final de la monarquía.

57. Teatro en las plazas. En 1932, el Ministerio de Instrucción Pública, del que se ocupa Fernando de los Ríos, otorga fondos públicos a Lorca para que dirija la compañía de teatro La Barraca. «Sacaremos las obras de las bibliotecas, se las sacaremos a los académicos, y las devolveremos al sol y al aire fresco de las plazas del pueblo», declara el flamante director artístico. Hasta el comienzo de la Guerra Civil la compañía, integrada por dos decenas de universitarios, presenta 13 adaptaciones de clásicos españoles en 74 ciudades y pueblos.

Con Rafael Rodríguez Rapún, uno de sus grandes amores

Con Rafael Rodríguez Rapún, uno de sus grandes amores

58. Penúltimo amor. Durante las giras de La Barraca Lorca mantuvo romances fugaces con algunos de los actores, pero se enamoró perdidamente sólo de uno, Rafael Rodríguez Rapún, madrileño nacido en 1912, socialista y atlético. Fue una pasión correspondida.

59. Un año exacto. A Rafael lo matarían los nacionales en la guerra el 18 de julio de 1937, exactamente un año después de la muerte de Federico.

59. Gloria y sangre. Entre 1933 y 1935 Lorca alcanza el estrellato como autor teatral. Es la época de sus dramas más celebrados, Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934), del apoyo de la actriz republicana Margarita Xirgú, que le considera el mejor escritor español, de la triunfal visita a Buenos Aires….

60. El toro Granadino. En agosto de 1934 muere, tras ser corneado por el toro Granadino, Ignacio Sánchez Mejías, el torero-escritor al que toda la generación del 27 veneraba. Lorca escribe: «La muerte de Ignacio es como mi propia muerte, un aprendizaje para mi propia muerte». Le dedica al torero el sobrecogedor lamento Llanto por Ignacio Sánchez Mejías: Porque te has muerto para siempre, / como todos los muertos de la Tierra, / como todos los muertos que se olvidan / en un montón de perros apagados.

61. Blasfemo. En los tiempos convulsos previos a la Guerra Civil el escritor participa en la fundación de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, que consideraba la revolución bolchevique y su desarrollo como «el acontecimiento económico y social más formidable del mundo moderno». Aunque siempre se había mantenido en los márgenes de la política, el cargo de Lorca como director de La Barraca y su militancia en el teatro marcial, didáctico y uniformado con monos de faena -también llamados mamelucos– le gana las antipatías y la crítica atroz de los medios conservadores. Algunos diarios hablan de intelectuales «de sexo desviado» que «corrompen a la juventud española». Tras el estreno de Yerma, en diciembre de 1934, acusan al autor de «inmoral», «irreverente», «blasfemo».

Con el grupo La Barraca, todos con el uniforme de mamelucos azules, en 1933. Lorca es el segundo por la izquierda

Con el grupo La Barraca, todos con el uniforme de mamelucos azules, en 1933. Lorca es el segundo por la izquierda

62. Amigo de José Antonio. Pocos saben entonces que Lorca es amigo personal del líder falalangista José Antonio Primo de Rivera, aunque ambos tratan de mantener la relación en la penumbra. Un día José Antonio le pasa a Federico un mensaje escrito en una servilleta de un restaurante: «Federico, ¿no crees que con tu mameluco azul y nuestras camisas azules podríamos forjar una España mejor?».

63. El último amor. Su último confidente es el granadino Eduardo Rodríguez Valdivieso, catorce años más joven que Lorca, empleado de banca, triste y de escasos recursos. Se habían conocido en 1932 en un baile de disfraces al que Eduardo llegó vestido de Pierrot y Lorca de Dominó. El escritor ama al joven apasionademente, pero, al parecer, no es correspondido.

64. Abandono. A partir de 1935 los episodios de profunda tristeza que siempre padeció se hacen más frecuentes. Empieza a beber más de lo acostumbrado. Le gustan el whisky y el coñac. Enciende un cigarrillo con el siguiente. Engorda y pierde pelo. El gran dandy descuida su aspecto: lleva trajes arrugados. Tiene más dinero que nunca por el éxito de los montajes teatrales y habla de hacerse una casa en la costa mediterránea.

65. Frentista. En febrero de 1936 lee en una cena de intelectuales un manifiesto en apoyo del Frente Popular, que aparece publicado al día siguiente con trescientas firmas. Poco antes había sido citado a declarar por la denuncia de un teniente coronel contra su Romance de la Guardia Civil.

66. La Gran Revolución. En abril dice en una entrevista: «Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la Gran Revolución». Participa en los desfiles del 1 de mayo en Madrid, donde se exhiben carteles con las imágenes de Lenin y Stalin. Lleva una corbata roja y declina participar en los discursos.

Al piano

Al piano

67. 38 años. El 5 de julio -trece días antes del golpe de Estado militar contra la República- Lorca cumple 38 años. Le preguntan cómo se imagina de viejo. Responde que le gustaría envejecer en Cádiz, frente al mar, «con una barba blanca, apoyado en un bastón, enormemente popular y amado por la gente de Cádiz… un Walt Whitman español».

68. Aterrado. Cuando se  entera de la muerte a tiros del líder derechista José Calvo Sotelo, Lorca entra en pánico. Empaqueta como puede cuatro cosas, pide prestadas 200 pesetas y se mete en un tren a Granada el 13 de julio. «Se está avecinando una tormenta y me voy a casa. Allí estaré a salvo de los rayos».

69. Último santo. El mismo día de la asonada militar fascista, el 18 de julio, los García Lorca celebran San Federico, patrón de padre e hijo. Hay licores y dulces en la casa de la Huerta de San Vicente.

70. «Ñino precioso de mamá». El Heraldo de Madrid publica ese día una extraña caricatura del poeta en pantalones cortos con este texto: «García Lorca. ‘Niño precioso de mamá’. Es una delicia. Verán: sólo tiene siete años y medio. No ha tenido apendicitis y dicen que tiene el cerebro de un adulto… Con todo, Federico García no es maleducado, y ahora tiene más de treinta».

71. «Como perros». El día 19 el sanguinario Queipo de Llano radia un mensaje desde Sevilla. Anuncia que toda Andalucía está a punto de caer bajo la dominación de los sublevados. Advierte a «la chusma» que los resistentes serán tiroteados «como perros». El 20 de julio los nacionales toman Granada. Al día siguiente comienzan las ejecuciones.

"Hizo más daño con la pluma de lo que otros hicieron con el revolver”

"Hizo más daño con la pluma de lo que otros hicieron con el revolver”

72. «¡Maricón!». El 9 de agosto un escuadrón falangista entra en la casa de la Huerta. Golpean a Lorca y lo tiran escaleras abajo. «¡Maricón!», gritan. Cuando se marchan, Lorca pide ayuda al poeta Luis Rosales, falangista. Acuerdan que Federico se trasladase a vivir a casa de éste.

73. La pluma y el revolver. El 16 de agosto una patrulla detiene a Lorca. Cuando la mujer de Rosales pregunta el motivo, responden: «Sus obras». Luego ampliarían la acusación: «Hizo más daño con la pluma de lo que otros hicieron con el revolver». Le encierran en una habitación del Gobierno Civil. Permiten que le lleven comida, ropa y cigarrillos Camel, sus favoritos.

74. La madrugada. Lo fusilan, en un paraje cerca de Alfacar, junto a un maestro y dos toreros. El crimen se perpetra en torno a las 4:45 de la madrugada del 17 de agosto, hace 75 años.

75. Sin plegaria. Poco antes de la ejecución, cuando un guardia civil revela a los prisioneros lo que está a punto de suceder, Lorca intenta rezar, pero no es capaz de recordar ninguna plegaria:  «Mi madre me las enseñó todas y ahora las he olvidado. ¿Estaré condenado?». El guardia dice que no.

Ánxel Grove