Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

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Born to be wild

«Dile a José Ángel que me espere, y busca también al de recursos humanos, ¿cómo se llama… ¿Víctor?, ¿Velasco? (…) Eso: Bruno. Pues que me esperen los dos en la sala de juntas. No, espera: mejor en la sala azul, en la otra planta. Prefiero que no se enteren los de gastos. Yo estoy llegando. Llego en cinco minutos. (…) ¿Que aún no tiene el balance de cuentas? ¿y a qué coño espera el hijoputa ese? Se lo pedí hace tres días, TRES DÍAS (…). Claro, pero como no lo tenga en mi mesa a las cinco, dime a ver qué coño les digo yo a los de arriba. (…) ¿Quieres que me coma yo el marrón por culpa del incompetente ese? (…) Me importa una mierda que sea el sobrino del jefe. Si no vale, pues a la puta ca… (…) Bueno, escucha, que lo haga el otro. (…) El becario, sí. Y así lo aprende para la próxima. (…) No, no. No te confundas. Yo aquí soy uno más. Si te pido las cosas ya sabes por lo que es. Sabes que si yo estoy jodido, tú estás jodido. ¿Te has enterado de lo de… ya sabes? (…) Eso es. Otros quince a la calle antes del verano. Así que o me ayudas en esto, o nos vemos los dos en la cola del paro. (…) Bien. Chao».

El usuario colgó el teléfono. Suspiró. Se ajustó la corbata. Luego me miró a través del espejo. Le miré yo a él. Cruzamos las miradas. Justo en ese instante comenzó a sonar por la radio «Born to be wild», de los Steppenwolf. Me gusta esa canción. Despegué la mano del volante y subí el volumen. El hombre siguió con los ojos la trayectoria de mi mano y ahí se quedó, con la mirada fija en el dial de la radio. Parecía gustarle también. Bajé la ventanilla. El viento lo despeinó.

Detuve mi taxi a las puertas de su oficina. Me giré hacia él.

-¿Qué te debo?- me preguntó peinándose con la mano.

-Ocho cincuenta. ¿Quiere el recibo?

-No. Esto no me lo paga la empresa. Salí tarde de una reunión, y ahora tengo otra, y no llegaba a tiempo… por cierto, ¿qué hora tienes?

-Ninguna. No llevo reloj.

Me pagó y salió del taxi con prisa. Guardé su dinero en el bolsillo y reanudé la marcha. Giré la próxima calle a la derecha. O a la izquierda. No lo recuerdo.

Recuerdo, eso sí, el color de su corbata. Era azul.

Te echo de menos

Ahora te echo de menos: Manda huevos. Después de tantos meses de placidez, del yo me lo guiso-yo me lo como, de haber conseguido ganarme el puesto como taxista single, despues de todo, echo de menos tu trocito de cama, tus pelos sueltos en el sumidero de la ducha, tus tangas con sabor a cielo, o tus cremas cercando el espacio vital de mi patito de goma Made in Hong Kong.

Y ahora, cada vez que me cruzo con un coche como el tuyo (que era mío antes) me dedico a seguirlo hasta comprobar que no eres tú (sino una gilipollas con tu mismo pelo pero sin tus párpados, ni tus dientes de nube, ni tus dedos de corchea, ni tus pestañas de toldo de quiosco). Nunca eres tú la de tu mismo coche gris-plata.

Y las luces de cada semáforo ahora son siempre tus pezones. Verde, ambar, rojo. Y los toxicómanos de la Cañada Real, mi mundo interior.

Y ahora las parejas usan el asiento trasero de mi taxi para besuquearse, porque hace sol, y cuando hace sol se reproducen las parejas y los besos. Y ahora me ha dado por lanzarles malos farios a través de mi espejo retrovisor, pero rebotan, y acaban incristados en mi sien.

En mi simpulsien.

Y ahora no hay edificios en la ciudad; todo son parques exclusivos para enamorados, con sus estanques, sus patos de verdad y su hierba que no se fuma. Todos son terrazas para parejas que beben en copas entrelazadas y piden raciones de labios a la gallega. Que se comen la boca y luego, cuando llegan a casa, continúan comiéndose (pero más abajo).

Y ahora yo tengo más cara de tonto que nunca. Y me afeito la cabeza para, al menos, ser un tonto calvo, o un calvo tonto. Pienso en ella mientras ella está con otro. Y ella piensa en mí aun estando con otro mientras yo estoy con nadie. Porque sé que ella, en estos momentos, está pensando en mí. Ella piensa en mí: En ningún momento ha dejado de hacerlo.

Y quien crea que ella ha dejado de pensar en mí, que ya no me quiere, me lo cargo. Le atropello con mi taxi. ¿Capicci?