Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

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Leer la mente

Circulo por el Carril Bus-Taxi a una velocidad obscenamente lenta mientras mi usuaria – cabello castaño, abrigo 3/4 gris, uñas postizas color carmín con las que se rasca compulsivamente la barbilla – me habla de su marido recién operado y de sus tres hijos, pero en cuanto pronuncia la palabra crisis desconecto y comienzo a pensar en otras cosas, en qué coño escribiré hoy, en las luces de Navidad, en pasarme por el taller de reparación de juguetes a ver cómo ha quedado mi pato de goma Made in Hong Kong después de mi ataque de ira de ayer, en los extraños ojos de la usuaria a través del espejo – uno azul y otro verde – que me miran pero sin mirarme mientras asiento a lo que dice. Y es que no para de hablar, de contarme intimidades; como si yo conociera de algo a su hermana Paqui…

– Como si usted conociera de algo a mi hermana Paqui, ¿verdad? – dice ella a la vez que mi último pensamiento, solapándolo, palabra por palabra, lo juro. Ya es casualidad.

– Ya es casualidad que mi Antonio fumase… – vuelve a decir y freno y me giro y la miro, extrañado.

– ¿Por qué me mira extrañado? – me pregunta.

Reanudo la marcha, atónito. Tal vez sea el estrés. Necesito una cerveza.

– ¿Le apetece tomar una cerveza en mi casa y así conoce a mi Antonio y a mi hijo el mayor? Acaba de quedarse en el paro y le tengo a la sopa boba, ¿sabe usted?

– No, gracias – digo, ahora sí, de viva voz.

– ¿De viva voz?

– Bájese del taxi, por favor – digo frenando en seco.

– Seco tiene usté el cerebro, joven. Ande, cóbreme.

– No, déjelo.

La mujer abre su puerta. Ahora trato de no pensar en nada.

– Por mucho que trate usted de no pensar en nada le será imposible, hijo. Todos tenemos siempre algo rondándonos la cabeza.

No puedo evitar pensar en sentirme desnudo. Joder. Esta mujer me hace sentir desnudo.

– ¡Y no diga tacos, coñe!

Antes de bajarse del taxi, la mujer asoma la cabeza por encima de mi hombro, baja su mirada a la entrepierna de mi pantalón y suelta:

– Si ya lo decía yo. Fimosis.

Fundido en rojo (mis mejillas).

FIN