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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Invertir para crecer

Hace un par de semanas estuve unos días en Paris. Teníamos una celebración familiar y fuimos los cinco a hacer turismo.

Las colas para subir a la Torre Eiffel me impresionaron. Mientras esperaba me pudse filosófico y me dio por pensar en los resultados, también económicos, que 125 años después de su inauguración sigue aportando a París un monumento que inicialmente iba a ser provisional, sólo un símbolo da la potencia de la ingeniería y la industria francesa en la Exposición Universal de 1889.

Ahora, que sólo vemos el corto plazo y estamos en manos de finacieros cortos de vista sería imposible realizar una inversión así. La Europa de los recortes y los ajustes va para atrás mientras damos nuestra producción a países con la mano de obra más barata, entre ellos China, que sí es capaz de realizar potentes inversiones. Europa retrocede (pero ahorra mucho) mientras China invierte y crece.

Justo al día siguiente de mis reflexiones vi en Le Monde un artículo en el que se exponía la idea de solicitar una Exposición Universal en París para el año 2025, que debe servir como dinamizador de las inversiones y, añado yo, como detonante para cambiar una dinámica que nos está llevando a la ruina.

No se trata de gastar por gastar. No se trata de dejar una deuda que tendrán que pagar nuestros descendientes durante las próximas tres generaciones, se trata de invertir en bienes (incluso en símbolos) que produzcan beneficios para nosotros y para nuestros descendientes.

Invirtamos en el futuro.

Si no lo hacemos conseguiremos que Europa siga perdiendo posiciones frente a otras sociedades mucho más dinámicas.

El secreto está en crecer

Las soluciones que se están poniendo hasta ahora a la crisis van todas en una misma dirección: recorte de gastos. Está claro que no están siendo muy eficaces.

El problema que nos atenaza, a nosotros y a casi toda Europa es el porcentaje que la deuda representa sobre el total de la economía; parece muy difícil bajar ese porcentaje…y haciendo que el tamaño de la economía decrezca aún nos lo ponemos más difícil.

Es una cuestión de matemática elemental: si debemos 10 y el tamaño de la econmía es 100, nuestra deuda será del 10%; si nuestra economía se reduce a la mitad y pasa a representar 50, sin que la deuda se modifique ya deberemos el 20%. Además, si la economía se reduce aumentará el paro y con él los subsidios y la deuda aumentará aún más. Probablemente llegue al 30%. Y si debemos mucho los mercados querrán cobranos más por el dinero que nos prestan. Habremos entrado en una espiral de la que es difícil salir.

Ese ha sido el problema de Grecia y, a poco que nos empeñemos, puede acabar siendo el nuestro.

En cambio, si conseguimos que nuestra economía, nuestro PIB, crezca, automáticamente se reducirá el porcentaje que representa la deuda. Si nuestra economía de tamaño 100 del ejemplo anterior pasa a tener tamaño 200, nuestra deuda de 10 será ya sólo del 5%. Como además se reducirá el paro y tendremos que pagar a menos personas y además aumentarán las aportaciones por impuestos…la deuda bajará también en términos absolutos y puede que ya sólo sea del 3%.

A lo mejor la publicidad y otras medidas de estímulo al crecimiento tiene un papel en todo esto.

Ya sé que las cosas no deben de ser tan sencillas; si no, se le habrían ocurrido a alguien más listo y con más responsabilidades. Pero ¿a que el cuento aritmético era bonito?

Brecht

Primero dijeron que reducirían su publicidad, pero yo no dije nada, porque había demasiada publicidad.

Luego quitaron de golpe toda su publicidad, pero yo no dije nada porque ¿a quién no le gusta una cadena de televisión sin publicidad?

Luego dijeron que la fórmula de financiación propuesta no era legal, pero yo no dije nada: ya encontrarían otra fórmula.

Luego dijeron que iban a reducir en 200 millones la aportación de los presupuestos del Estado, pero yo no dije nada porque había capítulos en los que se podían recortar gastos.

Luego dijeron que era una televisión demasiado cara para estar perdiendo audiencia, pero yo no dije nada porque una televisión pública no hace falta que sea líder de audiencia.

Ahora puedo elegir entre ver Gran Hermano, La Noria, Sálvame o quitar la tele.

Creo que voy a quitar la tele.

Veo que el poema que siempre había pensado que pertenecía a Bertol Brecht en realidad es de Martin Niemeller, pero he preferido mantener el título porque creo que mi error está bastante extendido y puede servir como referencia.

Primero vinieron por los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí, pero para entonces ya no quedaba nadie que dijera nada.

 

Otro mazazo para RTVE

Estos son malos tiempos para todo lo público y muy malos para RTVE.

Hace ya más de dos años que el Gobierno anterior retiró la publicidad de la televisión pública estatal. Eso era malo para el mercado publicitario, cada vez más concentrado en muy pocas manos y por eso se denunció desde este blog. Para el espectador no era ni bueno ni malo; hasta podía ser muy bueno si se encontraba una fórmula de financiación que permitiera a TVE mantener los niveles de calidad conseguidos. Pero para RTVE era muy peligroso: la fórmula de financiación propuesta era compleja y tenía serios peligros de no ser aceptada por Europa. Todavía estamos ahí.

RTVE se ha mantenido estos dos años como líder de audiencia en el caso de la televisión y como líder de calidad percibida tanto en la radio como en televisión como en internet.

Pero el año se cerró con un nuevo mazazo. Ahora ya con el nuevo Gobierno. En el Consejo de Ministros del día 30 se anunció un recorte de 200 millones de euros en su financiación por parte del Estado. Eso pone a RTVE en una difícil situación. Muy posiblemente tendrá que renunciar a la emisión de alguno de los grandes eventos, como los Juegos Olímpicos, que tenía previstos. Hay quién piensa que con el recorte la viabilidad de la cadena es imposible. Podría estar abocada a su desaparición.

La vuelta de la publicidad a la cadena podría ser una solución parcial. Tanto la AEA, asociación de anunciantes, como la AUC, asociación de usuarios de la comunicación, lo apuntaron inmediatamente, de manera muy oportuna. Sería una vuelta en condiciones diferentes a la situación de 2009: sólo bloques cortos, de tres o cuatro minutos, sin interrumpir nunca programas.

En una empresa que desde el pasado verano tiene un vacío de autoridad, al no haberse cubierto el puesto de Presidente, los miembros del Consejo de Administración están divididos. Mientras el actual presidente rotatorio cree que la vuelta de la publicidad es posible, la reunión del Consejo del pasado día 4 parece negar esa posibilidad.

Para el mercado publicitario, la vuelta parcial de la publicidad a TVE sería una buena noticia, incluso si tuviera que pagar más por esa nueva publicidad en bloques más cortos y, por tanto, más eficaces. Esa medida serviría para romper el duopolio de hecho que ha llevado en muchos casos a abusos por parte de las cadenas dominantes. Por supuesto que al Gobierno que decidiera dar marcha atrás en la supresión de la publicidad en TVE se le echaría encima la UTECA, el lobby de las cadenas privadas. Pero la decisión podría tener el apoyo del público si se le explica bien que así se ayuda a reducir el déficit público, algo que nos han vendido que es una de las principales prioridades.

Otra posibilidad que no podemos descartar con los datos actuales es la desaparición de TVE o su reducción a una situación marginal como la que ocupa la PBS, la televisión pública en Estados Unidos. Una televisión más independiente del Gobierno, como la actual, interesa a los poderes mucho menos que una altamente manipulable, como era TVE hace unos años y como siguen siendo la mayor parte de los canales autonómicos. Una televisión más imparcial interesa menos a los políticos en el poder.

Para Periodistas 21 el cambio de modelo es imprescindible. Debería crearse una especie de YouTube de los público, en la estuviera disponible toda la información sobre contenidos sociales, culturales y científicos. Supondría la desaparición de todas las cadenas públicas tal como las conocemos ahora.

Yo creo que, conociendo la deriva que han llevado a lo largo de esta crisis las cadenas privadas principales, en las que el deterioro de los contenidos  (cada vez más baratos y más repetitivos) no cesa, no podemos permitirnos el lujo de dejar caer a TVE, justo cuando ha conseguido ser una cadena de referencia.

Pero nos encontramos ante un problema de difícil solución. La financiación de la cadena va a ser prácticamente imposible si no se cambia la ley actual. También va a resultar muy difícil su gobernabilidad.

En estas condiciones ¿quién va a querer ser Presidente de una empresa así?