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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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La publicidad en Internet debe ir con la verdad por delante

Cuando, hace algo más de veinte años, llegó Internet al mercado publicitario nos dijeron: en Internet se puede medir todo. Yo lo llamo el pecado original de Internet.

Efectivamente, en Internet se mide más (y, casi siempre, mejor) de lo que hayamos medido nunca cualquier medio.

Eso produce una mayor cantidad de indicadores y más información, publicitaria y de negocio, de la que disponemos en cualquier otro medio.

También eso ha hecho que a todo lo digital se le pida mucho más de lo que se le haya pedido en cualquier otro momento a ningún sistema de comunicación.

Pero, como advirtió el pensador francés Paul Virilio, cada invento llega con su accidente, su cara inversa: a la vez que el automóvil se inventaron los accidentes de circulación, la política viene en el mismo paquete que la corrupción e Internet llegó con la piratería y el mal uso de los robots.

Los robots son necesarios para muchas cosas, una buena medición entre otras, pero también se pueden usar para estafar. En un medio en el que muchas veces lo que se compra son impresiones es muy fácil hacer que un robot genere un número importante de impresiones (que nadie ve y, por tanto, no se deberían pagar). También es fácil identificar cuántas impresiones no son humanas sino que se han servido a un robot.

Otro tema espinoso es el de la visibilidad: hay impresiones que no han aparecido en la pantalla del internauta, porque tardan en descargarse, porque están muy abajo en el scroll, porque se descargan una segunda vez en una página por la que el navegante ya ha pasdo y a la que no volverá…o por cualquier otra causa. Durante un tiempo este problema era difícil de identificar, ahora ya es posible.

Un reciente estudio americano llegaba a la conclusión de que los anuncios que no aparecen en pantalla ¡no generan recuerdo! ¡Qué sorpresa! Nunca lo habría imaginado.

El anunciante sólo debería pagar por las impresiones vistas por personas. Eso supondrá sin duda un aumento en el precio unitario de la impresión, pero pagará por impresiones reales. Tambiéen se paga más por el litro de detergente concentrado.

Ya sé que alguno me dirá: nunca supimos si las personas que se identificaban ante el audímetro se habían ido al baño; o ¿cómo sabemos si el lector ha mirado las páginas de publicidad o se las ha saltado?

Pero eso no podíamos saberlo.

En Internet, donde se puede medir todo, tenemos la oportunidad de ir con la verdad por delante.

 

(*) Este post es una adaptación de un artículo publicado en la revista IPMark este mes de junio.

La nueva publicidad: con menos engaños ganaremos confianza

La digitalización supuso una revolución en muchos campos; también en el de la publicidad.

La mayoría de los cambios que ha introducido son buenos, pero en el paquete venían también algunos elementos negativos. Como nos advertía el pensador francés Paul Virilio

El progreso y la catástrofe son el anverso y el reverso de la misma medalla…Inventar el tren es inventar el descarrilamiento, inventar el avión es inventar el accidente…

Marc Pritchard, Director Mundial de Construcción de Marca de Procter&Gamble, el mayor anunciante del mundo, pronunció una conferencia que recoge como artículo la revista Anuncios. Los medios digitales no sólo ocupan cada vez más tiempo de las personas; también se han situado en un lugar central en sus vidas.

Todo anunciante avanzado ve esto y hace lo que ha hecho siempre: adaptar su comunicación a esos cambios que la tecnología provoca en las personas.

El potencial de creación de valor para el negocio es significativo —con una oferta infinita, precisión en el alcance de públicos objetivos, compra automática, venta y distribución, comunicación generada por el usuario, producción a bajo coste, amplificación de la publicidad no pagada (earned media)— todo dirigido a un mejor retorno de la inversión. Es a la vez más eficiente y eficaz que cualquier otro medio con el que hayamos trabajado antes. Estamos solo empezando a dominar este increíble nuevo lienzo creativo, y de la maquina mediática que hay detrás de él.
Los medios digitales, y en especial su comercialzación son muy jóvenes (menos de veinte años) y están en constante evolución. Nunca alcanzaremos a la tecnología, que siempre irá por delante, planteando nuevas propuestas.
Por el camino nos han ofrecido cientos de nuevas métricas, que amplían las que teníamos para otros medios; pero debemos centrarnos en las que influyen en los resultados reales de negocio.
Pero lo peor es que en la nueva frontera tenemos, como siempre ha ocurrido, trampas: piratas como los que abordaban  a las naves españolas que volvían de América cargadas de tesoros, o forajidos, como los que atacaban las caravanas en el Oeste.
En Internet tenemos los fraudes con robots, los visionados falsos, el exceso de publicidad, el mal uso de los datos conseguidos y unos cuantos más.
Pero las marcas trabajan para sus consumidores; le aportan valor generando confianza y seguridad. En palabras de Marc Pritchard:
Cuando hacemos esto bien, los consumidores nos premian con su confianza, su compra y su lealtad y todos prosperamos. Cuando no lo hacemos, nadie gana.
Hay que afrontar los problemas con transparencia para generar esa confianza. Sabemos que hay anunciantes que están pagando por anuncios servidos a robots, pero la misma tecnología de la que se aprovechan los piratas sirve para detectarlos: descontemos las impresiones falsas servidas a robots.
Sabemos que un cierto número de impresiones servidas nunca llegan a parecer en la pantalla del internauta, bien porque el servidor de publicidad es lento (cada vez menos) o bien porque están en una posición, casi siempre muy abajo, a la que no llega en su navegación. Tenemos criterios (muy laxos en mi opinión, pero aceptados por el mercado) para medir la visibilidad y las fuentes del mercado ya nos ofrecen el dato. ¿Por qué no se generaliza su uso?
Cada vez hay más personas, especialmente entre los jóvenes, que utilizan bloqueadores de la publicidad (jóvenes que no saben que la publicidad es quién paga los contenidos que consumen). Pero una parte de esos anuncios habrán sido servidos; si contamos las impresiones en el servidor, volveremos a estar cobrando por algo que nadie ha visto.
Todos los problemas son detectables; tenemos la tecnología para solucionarlos y no deberíamos resguardarnos tras la juventud del medio para no hacer las cosas bien.
Si somos capaces de eliminar los engaños ganaremos la confianza del consumidor…y las agencias la de sus clientes los anunciantes.
Como también dice Marc Pritchard:
Si no podemos confiar en que nuestro colaborador va a difundir nuestros anuncios de modo y en un soporte en el que sean vistos por seres humanos, y en que sea totalmente transparente acerca de sus incentivos financieros, debemos elegir un colaborador diferente.

De las Mamachicho a Sálvame. 25 años de cultura en Tele 5.

El pasado 3 de abril Tele 5 celebró sus bodas de plata.

Tras más de treinta años de, sólo, televisiones públicas, en el año 89 el Gobierno socialista adjudicó, tras el correspondiente concurso, tres licencias de televisión privada. A lo largo de 1990 empezaron a emitir: Antena 3 en enero, Tele 5 en abril y Canal + en septiembre. Por fin íbamos a poder ver algo diferente; diferente no quiere decir mejor, pero ¿qué es mejor? Cada uno tiene su criterio.

Si atendemos a los gustos de la mayoría, a los datos de audiencia que nos proporcionan los audímetros, Tele 5 es la mejor…no por mayoría absoluta, pero sí la que gobernaría con este divertido criterio, ahora tan de moda, de la lista más votada. Tele 5 es líder de lo que va del mes de mayo, como lo fue en abril, en marzo…y en muchísimos otros meses.

Es curioso como una cadena de origen italiano, dirigida a lo largo de gran parte de su historia por equipos directivos casi exclusivamente italianos, ha sabido entender los gustos de esa minoría mayoritaria de españoles que le da el  liderazgo en audiencia y, lo que es mucho más importante, en inversiones publicitarias.

(Las mamachicho. Foto: Tele 5)

Yo no era muy optimista sobre lo que nos podría aportar la televisión privada. Recuerdo que en una charla que dí en Sevilla un par de años antes de su lanzamiento hablé del escaso número de obras maestras que se produce cada año y pronostiqué el triunfo de la mediocridad; no habría producto de calidad para rellenar tantas horas adicionales. Está claro que no acerté.

Ni en el mejor de mis sueños podría haber imaginado a las mamachicho, el despliegue veraniego de ¡Ay, qué calor!, las Noches de tal y tal, del inefable Jesús Gil, la excelente publicidad del Cacao maravillao, un producto que no existía pero que, gracias al éxito de la campaña, estuvo a punto de existir y tantos y tantos hallazgos con los que nos sorprendió en sus primeros años.

Parecía que, empezando con un listón tan alto, el nivel cultural y de éxito sería difícil de superar, pero la vida nos da sorpresas.

Con el tiempo llegarían espectáculos como Gran Hermano o Supervivientes, con sus versiones para personas normales y otras para VIP como Belén Esteban o Kiko Rivera, verdaderos descubrimientos de la cadena. En esa tarea, la de descubrir y lanzar a sus propios líderes de opinión también ha sido maestra Tele 5.

Nos descubrió las posibilidades del late night con programas como Esta noche cruzamos el Mississippi o Crónicas marcianas, con los grandes Pepe Navarro y Javier Sardá.

Redefinió géneros como el talk show con programas como La Noria, Aquí hay tomate o Sálvame.

Tele 5 ha producido algunas de las series de más éxito de estos últimos años: Médico de familia, 7 vidas, Periodistas, Al salir de clase, Aquí no hay quien viva,… y ha participado en la producción de algunas de las películas más taquilleras como las recientes Lo imposible u Ocho apellidos vascos.

Ahora, gracias a la inestimable ayuda de los directivos de Televisión Española, es también líder en informativos.

Con el tiempo, y con las vicisitudes que nos traen la política y la economía, es la cabecera de un grupo que incluye también a Cuatro y a otras cadenas.

Su grupo es líder en captación de inversión publicitaria pese a que algunos se empeñen en decir que, además de los méritos que he mencionado, reúne la mayor parte de los entornos incómodos para las marcas. La práctica nos enseña que pocas marcas hacen remilgos a las audiencias grandes, aunque se consigan en entornos que algunos consideremos poco recomendables.

Pero con todos estos méritos creo que el mayor ha sido descubrir el verdadero valor de la cultura popular española y ayudar a definir los gustos mayoritarios.

¡Felicidades Tele 5!

Vídeo de felicitación: Tele 5, vía El Publicista.

La publicidad ha sido un factor clave en el desarrollo de España

La AEA (Asociación Española de Anunciantes) cumple este año sus primeros 50 y lo está celebrando por todo lo alto. El pasado jueves celebró su fiesta, que clausuró nada menos que un ministro, el de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria. En ese acto se presentaron un vídeo y dos libros.

El vídeo hace un recorrido no sólo por la historia de la propia asociación, sino también por la de la publicidad a lo largo de esos años. Uno de sus presidentes, José Casals, resume en una frase el papel de la AEA a lo largo de estos años: No se ha adaptado al cambio; lo ha liderado.

Uno de los libros es Nuevo Observatorio de la Publicidad: La Comunicación Comercial en cambio permanente, elaborado por un equipo de especialistas dirigido por el catedrático de la Universidad Complutense Juan Benavides. En él se analiza la comunicación comercial, un concepto más amplio que la publicidad pero que la engloba, desde diversos aspectos. Su aportación al PIB supera el 1%; genera más de 110.000 empleos directos (más de la mitad de ellos femeninos) y, sobre todo, contribuye de una forma clave al crecimiento de las empresas.

El otro libro, Una historia de la Publicidad y el Consumo en España, escrito por el periodista y profesor Fernando Montañés, con la colaboración de la también periodista Maite Sáez, hace un recorrido por la historia de España desde comienzos del siglo pasado desde el punto de vista del consumo.

Partiendo de una sociedad que superaba por poco el nivel de subsistencia, en la que más del 50% de los presupuestos familiares se dedicaba a alimentación, puede seguirse la introducción de los electrodomésticos, o los detergentes, el surgimiento del mercado del automóvil (desde unos inicios en que SEAT, el único fabricante nacional, alardeaba de poder producir 10 vehículos al día, hasta el auge de la pasada década en la que numerosas marcas competían por su porción de un mercado de más de millón y medio de vehículos), la liberalización de la energía o las telecomunicaciones y el lanzamiento y triunfo de la telefonía móvil (el primer ladrillo, de poco más de un kilo de peso se vendía por un precio superior a las cien mil pesetas de hace algo más de veinte años).

La llegada de las marcas y las agencias multinacionales o los éxitos de la publicidad española en los ochenta, los cambios en la vida y en las costumbres, el nuevo papel de la mujer desde su puesto inicial en el hogar, la llegada del SIDA y de la sexualidad segura, los cambios en los tipos de familia…todos los cambios sociales se han visto reflejados, y en muchos casos impulsados, por la publicidad

Nuestra sociedad, la sociedad de consumo en la que vivimos, se lo debe todo a la publicidad, que da a conocer los nuevos hábitos y productos y les ayuda a difundirse en el mercado.

La Radio On Line es el futuro ¿También el presente?

No sé si la Radio On Line camina imparable, como dice el gran experto Gorka Zumeta (al que ya seguía y conocí personalmente en el evento de AERO), ni si está de moda, como también dice él mismo en un tuit.

Lo que sí parece claro es que está de rigurosa actualidad. La semana pasada participé en una mesa redonda que siguió a la Asamblea de AERO (Asociación Española de Radio On Line), la organización que preside la dinámica Elisa Escobedo, a quien agradezco su invitación.


(El autor del blog durante su intervención. Fotografía: Gorka Zumeta)

La semana que viene, el día 22, la IAB organiza una Jornada de Radio On Line.
Todavía más: una semana después, el 29, el Colegio de Ingenieros organiza la jornada La encrucijada tecnológica de la Radio.

Tres eventos sobre el tema en menos de tres semanas seguro que quieren decir algo.

Siempre fui un apasionado de la Radio. En mi casa tardó en entrar la televisión y las veladas tenían por centro el aparato de radio (Cabalgata fin de semana, Matilde, Perico y Periquín, El Gran Musical o Ustedes son formidables forman parte de mis recuerdos de infancia y adolescencia). Siempre estudié con la radio como fondo.

Disfruté mucho cuando, años después, acabé convirtiéndome en el especialista en audiencia de Radio de RTVE y representé a la Radio en la Comisión Técnica de AIMC o dirigí dos estudios de audiencia de Radio en la Comunidad de Madrid en los que conseguimos que participaran todas las emisoras existentes entonces, desde las grandes cadenas a las pequeñas nuevas emisoras de pueblo o de barrio. Años después, ya en Zenith, hicimosun estudio Menfis, de eficacia publicitaria, para la SER y GDM.

Mi intervención en la mesa redonda del día 9 se refería a las previsiones de inversión en Radio On Line. Hace unos meses me pidieron que incluyera en mis estudios Vigía y Zenthinela preguntas referidas a ese tema. Estos estudios se basan en opiniones, pero en opiniones cualificadas, de expertos en el mercado publicitario. Y suelen llenar huecos: cuando no hay ninguna información sobre un tema es bueno tener un dato, aunque esté basado en opiniones. Eso han pensado en su momento (2002) los Diarios Gratuitos; o en 2008 los Móviles, los Blogs o las Redes Sociales; o en 2009 los Medios para Inmigrantes; o en 2010 el Vídeo On Line; o en 2011 la Publicidad Exterior Dinámica (Digital signage); o en 2012 las Apps o ahora la compra programática o la propia Radio On Line. Para algunas de esas especialidades sigue sin existir un dato de otra fuente.

Los anunciantes del panel Zenthinela estimaban en febrero que la inversión en Audio On Line representa el 6,5% de toda la inversión en publicidad on line; los directivos de medios del panel Vigía situaban en marzo esa estimación en el 5,3%.

A mediados de los años ochenta participé en una Rencontre Internacional de Radio; expertos europeos de un buen número de países hablaban de la Radio como el medio del 10% porque ese era el porcentaje aproximado que se llevaban del total de las inversiones publicitarias en medios (en España nunca se ha separado mucho de esa cifra; en 2014 se situó en el 9,3%). Yo creo que a medio plazo ese 10% de la inversión digital puede ser un buen objetivo para la radio on line. Ví que desde la Asociación eran más optimistas; no me parece mal el optimismo como objetivo.

Recuerdo que hace ya casi veinte años, en el curso Nuevos medios, nueva publicidad, ¿nueva financiación? que organizó Zenith en la UIMP en Santander, Jaime Agulló, que entonces estaba en mi equipo, me dijo: la Radio Digital no funcionará mientras no nos demos cuenta de que todos llevamos un receptor (el móvil) en el bolsillo. Ahora ya es así.

También hay otras opiniones: el representante de una de las mayores cadenas de radio, uno de los líderes también en digital, me decía que esas cifras son muy exageradas. También me decía que los anunciantes pagan por la audiencia de la cadena y no están dispuestos a pagar más por lo digital (ni el medio a distinguir la audiencia digital, interpreto). Ese error, regalar la audiencia digital cuando la parte importante estaba en la oferta analógica, ya lo cometieron en su momento los diarios de papel. Luego es muy difícil, casi imposible, cobrar por lo que se ha regalado, incluso cuando lo digital es ya la parte del león.

No sé si la cifra real estará más cerca del 6% o del 4%; estoy seguro de que la inversión en Audio Digital va a crecer con fuerza en los próximos tiempos. También estoy seguro de que si los grandes regalan la audiencia digital se lo estarán poniendo muy difícil a las numerosas pequeñas emisoras digitales que están surgiendo. Unas emisoras con una multitud de especialidades diferentes, como puso de relieve Elisa Escobedo al final de la mesa redonda.

Y ya saben, si quieren saber mucho más sobre la radio digital (y sobre la radio en general) visiten el blog Gorka Zumeta-Comunicación.

Hartos de los españoles

Hace unas semanas se podía ver por todo Madrid, pero también en otras muchas ciudades españolas y de otros 17 países una campaña de publicidad exterior en la que un buen número de personas declaraban Estoy harto de los españoles. Muchos nos preguntábamos qué querían decir todas esas personas (un deportista inglés, un perfumista francés, un director de marketing ruso, un inventor británico y un desarrollador de juegos norteamericano) no demasiado conocidas, con su cara de malas pulgas y su frase.

¿Qué les habíamos hecho?¿Por qué estaban hartos de nosotros?

La campaña era ciertamente notoria. Creo que mucha gente que pocas veces se había fijado en esos soportes los vio y la comentó.

Suele pasar cuando se aprovechan bien las posibilidades de un medio tan proclive a generar notoriedad como es el Exterior.

Siempre recuerdo la campaña Objetos imposibles que hizo hace ya muchos años JCDecaux cuando acababa de desembarcar en España y quería dar a conocer de una manera práctica las posibilidades de sus soportes.

En el caso que nos ocupa ahora la campaña se desveló unas semanas después: las personas protagonistas de la primera fase estaban hartas de que siempre hubiera un español que lo hacía mejor que ellos en sus especialidad. El deportista envidiaba a Gisela Pulido, nueve veces campeona mundial de kitesurfing freestyle; el perfumista estaba harto de Alberto Morilla, elegido el mejor perfumista mundial en 2013; el director de marketing probablemente envidiaba a Rodrigo del Prado, director general adjunto de BQ, la marca española de móviles que se sitúa entre las primeras del mundo; el inventor a su colega José Luis López, Premio al mejor inventor europeo de 2013 y el desarrollador de juegos a Xavier Carrillo, premio FICOD de innovación.

Y es que no sólo en los deportes, donde algunos españoles (y últimamente sobre todo españolas) han triunfado en los últimos años, también en otras muchas especialidades hay figuras españolas que destacan a nivel mundial.

El objetivo de la campaña, promovida por la escuela de negocios ESIC y la empresa de publicidad exterior Clear Channel es contrarrestar las noticias negativas que nos abruman cada día y ayudar a descubrir a todos los talentos ocultos de un país en el que, aunque no siempre sepamos reconocerlo, abunda el talento. En la campaña han colaborado también la agencia JWT y la agencia de medios Arena, con el gran Alfonso González como planner.

Hechos de talento, sí; pero tanto como para estar hartos de nosotros…

5 minutos menos

Por segundo año consecutivo cae la audiencia de Televisión. La que mide Kantar Media, o sea la que se refiere al visionado en el momento de su emisión y en televisores situados en el hogar principal.

¿Tenemos que preocuparnos?¿Tienen que preocuparse los anunciantes? Sí y no. O sí, pero no especialmente por esto.

Aun con la bajada, el español medio vio 239 minutos de televisión al día. Se quedó sólo a un minuto de distancia de las ¡cuatro horas! pero a siete minutos de distancia del récord absoluto que se estableció en 2012.

Muchas veces he dicho que ver la televisión es la segunda actividad a la que el español medio dedica más tiempo, sólo superada por dormir, pero dejando muy lejos al trabajo remunerado fuera del hogar (si tenemos en cuenta que la población activa no llega al 60% y casi un 25% de esas personas están en el paro).

Así que no hay que procuparse porque ya no llegue a cuatro horas diarias el consumo de televisión.

Viendo el espléndido análisis que puntualmente me hizo llegar la semana pasada Barlovento Comunicación creo que las preocupaciones deben ser otras:

Un porcentaje todavía apreciable de esa audiencia casi no verá publicidad porque en TVE sólo se pueden hacer patrocinios culturales.

Una parte creciente de esa audiencia prestará poca atención a lo que ve, porque estará atendiendo a la vez a otras pantallas.

Aunque la fragmentación remitió en 2014, en parte debido al cierre de canales, sigue siendo complicado alcanzar grandes coberturas, sobre todo si eres un anunciante cuidadoso que no quiere ligar sus productos a determinado tipo de contenidos.

Algunos públicos son cada vez más difíciles de alcanzar porque ya no ven la televisión como se veía antes. Siguen consumiendo contenidos audiovisuales (incluso en mayor medida) pero ya no lo hacen en el televisor ni en el momento de la emisión.

Así que ¿deben preocuparse los anunciantes? ¿O quienes deben preocuparse son los dueños de las emisoras de televisión?

 

 

El año en que perdí la memoria

¿Ya recuerdas lo que te ha pasado?

No. No recuerdo nada.

¿Recuerdas lo que te pasó ayer?

No. La verdad es que no. Tengo como un hueco en la memoria y no recuerdo nada de ese rato.

Cada vez que entraba un médico o un enfermero eran las mismas preguntas y la misma sensación de impotencia. Por momentos pensaba que si no lo recordaba, nunca me dejarían salir del hospital.

Creo que fue al día siguiente cuando llegó la doctora Escribano y me dijo: no hagas ningún esfuerzo; no te vas a acordar nunca…y no hace ninguna falta.

Pasé ocho días en el hospital y cuatro o cinco más de baja. Luego volví al trabajo. Lo concentré en menos horas para poder hacer una vida más saludable.

Ahora como sin sal (salvo cuando lo hago fuera de casa), procuro andar un buen rato (en torno a hora y media todos los días), hago fotos de mis paseos, intento escribir, aunque no siempre lo consigo…

Mi vida ha cambiado.

Cuando perdí la memoria mi nieto tenía dos meses; ahora tiene algo más de un año; casi anda y no para de chapurrear, aunque aún no se le entiende casi nada. Paso con él mis mejores ratos.

Cuando perdí la memoria mi hija tenía trabajo; ahora es toda una experta en conciliación: ha publicado #mamiconcilia y #papiconcilia y ha lanzado la iniciativa #SalPuntual. Ha salido un montón de veces en televisión y en otros medios y espera que todo eso sea un primer paso en su nueva vida profesional.

Cuando perdí la memoria creo que aún no se había convocado el concurso de Telefónica, un concurso que ganamos, pero que luego nos quitaron y nos dejó con un palmo de narices. Volvimos a ver que hacer el mejor trabajo no es lo más importante cuando otros manejan los hilos de más arriba.

Cuando perdí la memoria quería hacer un homenaje a los panelistas de Vigía y Zenthinela, los dos estudios que diseñé y coordino y que iban a cumplir sus primeras cien previsiones. Aunque al principio parecía que iba a ser casi imposible, ese homenaje se hizo el 26 de noviembre, cuando las previsiones llegaban a 105 y fue todo un éxito.

Cuando perdí la memoria me llegaron cientos de mensajes por Whatsapp, que ya era la aplicación por la que todos nos comunicábamos. Aún no sabíamos que valía 14.000 millones de euros, los que pagó Facebook poco después.

Cuando perdí la memoria España ya era un pozo de corrupción; luego hemos conocido más casos. Entonces aún no habíamos oído hablar de Podemos (yo al menos). Ahora parece que es una alternativa de poder y una esperanza o un revulsivo que hará cambiar las cosas.

Cuando perdí la memoria el Rey se llamaba Juan Carlos y en el PSOE mandaba Rubalcaba. Ahora el Rey es Felipe y el PSOE lo dirige Pedro Sánchez del que yo, ¡seré inculto! no había oído hablar cuando aún no había perdido la memoria.

Cuando perdí la memoria la amenaza terrorista se llamaba Al Quaeda y parecía haberse debilitado. Creo que nadie había oído hablar del Estado Islámico (yo al menos no); los malos en Siria parecían ser los que apoyaban a Al Assad, ahora ya no se sabe si hay buenos…

El año en que perdí la memoria pasaron estas y muchas otras cosas, en el plano personal, en el empresarial, en el nacional, en el internacional… espero que en el año siguiente a mi pérdida de memoria vuelvan a ocurrir muchas cosas que merezcan un hueco en mi deteriorada memoria. Espero, sobre todo, que predominen las buenas.

Eso deseo. ¡Feliz 2015!

Gestores del corto plazo (0)

No han pasado mucho más de diez años desde que nos hablaron del fin de la historia y de los ciclos, algo así como que el crecimiento sería ya continuo, cuando nos hemos visto sumidos en la crisis más profunda en casi cien años.

¿Qué ha pasado para que todo cambie de una manera tan radical?

En una sociedad que ya tendía hacia el corto plazo (el directivo sólo piensa en su bonus de este año; lo que le pase a su empresa a medio plazo no le importa porque muy probablemente dentro de dos años trabaje para la competencia) la globalización y la digitalización han hecho posible acortar aún más ese plazo. Las decisiones se toman ahora pensando en la evolución de la cotización de Bolsa hoy mismo y sabiendo que esa cotización puede verse influida por lo que ahora mismo esté decidiendo alguien en Tokio, en Sidney o en San Francisco.

La Bolsa, además, penaliza la contratación de personas y premia la reducción del equipo humano, sin ningún tipo de matices. Expulsar capital humano, sea del tipo que sea, incluso cuando se trata del talento que hace progresar a la empresa, tiene una prima en la cotización bursátil. Todo esto ha traído una generación de directivos que no piensan en el futuro, mucho más allá del mes, justo en el momento en el que las transformaciones que se están produciendo, debidas precisamente a las mismas causas, exigirían una mirada mucho más estratégica y a largo plazo. ¿Qué debería ser mi empresa dentro de diez años en el nuevo panorama que nos abre un mundo interconectado, digitalizado, globalizado?

Tenemos un buen ejemplo en nuestro pequeño mundo de publicidad y medios de comunicación en España en los últimos años. Sólo hay que remontarse dos años, hasta 2007, para encontrarse a las dos empresas más rentables entre todas las cotizadas en Bolsa en Europa. Por supuesto, esos beneficios se repartieron entre los accionistas. ¿El futuro? ¿Eso qué es? ¿Alguien conoce el significado de la palabra invertir?

Dos años después, en plena crisis económica, la rentabilidad ha bajado mucho, aunque sigue siendo positiva, no como en otros sectores. Hay que poner en marcha el lobby, presionar al Gobierno y conseguir que suprima la publicidad de la televisión pública. Sorprendentemente, la cosa funciona. Sería la ocasión de reducir el tamaño de los bloques y vender a los anunciantes mayor eficacia y a los espectadores respeto (ya llegará el momento de volver a venderlo todo cuando vuelva a haber dinero), pero ¿para qué? Sigamos vendiendo bloques largos a cualquier precio, aunque ingresemos menos. El accionista estará contento, sobre todo si volvemos a repartir todos los beneficios en forma de dividendos. Invertir ¿para qué?

Cuando llegue el momento, ya sin televisión pública, subiremos los precios, con la misma saturación, con menor eficacia, pero a los anunciantes no les quedará más remedio que venir a nosotros. Tenemos la sartén por el mango y, si hace falta, volveremos a presionar a papá Gobierno, que está débil y seguro que se deja.

No están los tiempos para bromas. Haría falta conseguir nuevos consensos en medición, como los que hace más de cuarenta años dieron origen a un EGM aún vigente, o los que hace veinte hicieron posible una audimetría de televisión que hasta ahora nos ha servido para regular un mercado complejo.

Pero ahora hay una nueva televisión, cada vez es mayor la parte de televisión mal medida por la audimetría y tenemos Internet, con múltiples medidas pero ninguna consensuada, ninguna que se adapte a las necesidades de los anunciantes. Necesitaríamos líderes del mercado con amplitud de miras, capaces de pensar en las necesidades comunes y en mirar hacia los próximos ¿diez? ¿quince? años. Capaces de poner en marcha la medición consensuada de Internet y de la nueva televisión que el mercado necesita. Pero yo no los veo por ninguna parte. Todo lo contrario, si algún técnico se atreve a pedir que se tomen decisiones en la dirección adecuada, seguro que veremos a su jefe llamando a la Reina de Corazones: ¡que le corten la cabeza!

Mientras tanto seguimos viendo como el mercado publicitario reduce su tamaño cada año: ¡un 11%! ¡un 21%! Se multiplica por 5 o por 6 la caída de la economía. Y se vuelve a las cifras de 1999.

Vemos cómo van cerrando unos medios detrás de otros, cómo desfilan multitud de personas hacia el exterior de sus agencias.

Pero quienes tomaron las decisiones que han llevado a este caos cobrarán sus bonus este año.

¡Y todos tan contentos!

Este artículo se publicó en I&M (Investigación y Marketing) la revista de AEDEMO a comienzos de 2010 y aunque en gran parte mantiene su vigencia lo he actualizado en el publicado ayer en este mismo espacio.

Aparcahombres

Nunca me ha gustado ir de compras. Ni siquiera ahora que se pueden hacer por Internet.

Otra cosa es salir yo solo a comprar regalos; sobre todo si es sin presupuesto. Hace unos días era nuestro aniversario de boda y salí a media tarde casi sin ideas. Al volver traía mi buena media docena de regalos; todos tuvieron muy buena acogida. ¡Un éxito!

Pero lo de salir a comprar en pareja es otra cosa. No sé si es general pero creo que sí. Los ritmos son absolutamente diferentes. Una mujer puede pasarse horas de tienda en tienda, o incluso en una sola, antes de decidir qué va a comprar. Seguro que al final la decisión es acertada y hace la mejor compra. Pero el acompañante acaba…poniéndose pesado.

Los hombres somos diferentes; yo al menos. Las pocas veces que salgo a comprar sé lo que quiero, o eso creo, y decido rápido. Después no se me ocurre comparar para comprobar que acerté; si había una oferta mejor, me la perdí. Pero no perdí tiempo, ese bien tan escaso y tan preciado hoy día.

Por eso me parece una idea genial la que leí hace unos días; una idea de Ikea. En algunas ciudades de Alemania la empresa sueca ha creado los aparcahombres, espacios en los que las mujeres pueden dejar a sus maridos entretenidos mientras ellas realizan cómodamente su compra, sin nadie que les dé la lata.

En estos espacios los hombres pueden sacar a relucir el niño que llevan dentro; tienen una completa oferta de actividades: futbolín, bricolaje, videojuegos,…e incluso poker.

Así, todos contentos: la compradora compra sin nadie al lado que le dé la lata y el acompañante descansa y disfruta.

Una buena idea para estos días de fin de semana largo.