Archivo de junio, 2013

Trabajo doméstico: un convenio contra la indecencia

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

Muchas protagonistas de esta historia no han oído hablar del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) «sobre el trabajo decente,  pero sufren en sus carnes el hecho de que, dos años después de ser propuesto (16 de junio de 2011), el Estado español no lo haya ratificado. Rosemary, Eugenia, Verónica o Guadalupe son como pequeños granos de arena en el inmenso desierto del empleo doméstico mundial, del que forman parte más de 53 millones de personas, sin contar niñas y niños. No se nos puede pasar por alto un dato significativo: el 83% de los trabajadores domésticos son mujeres.

Animación de Marcosur y Oxfam

El horario de la empleada doméstica. Animación del proyecto ‘Mujeres migrantes, mujeres con derechos’ de Marcosur y Oxfam

Si les pidiéramos a nuestras protagonistas que nos hicieran un resumen de sus condiciones de vida, podrían narrarnos algo así: «En la actualidad, las trabajadoras domésticas con frecuencia reciben salarios muy bajos, tienen jornadas de trabajo muy largas, no tienen garantizado un día de descanso semanal y, algunas veces, están expuestas a abusos físicos, mentales y sexuales, o a restricciones de la libertad de movimiento. La explotación de las trabajadoras domésticas puede ser, en parte, atribuida a los déficits en la legislación nacional del trabajo y del empleo, y con frecuencia refleja discriminación en relación al sexo, raza, casta». A decir verdad, esta descripción tan precisa, aunque bien podrían haberla hecho ellas mismas, procede de la OIT.

Una cosa, claro, es leer formulaciones impecables en artículos impresos o virtuales, otra cosa es escuchar los relatos que hacen las propias protagonistas, y algo absolutamente distinto debe de ser vivir un día tras otro, un año tras otro, la cruda verdad que las estadísticas reflejan con frialdad. Al adentrarnos en la realidad española, salta a la vista que gran parte de las trabajadoras domésticas se ven obligadas a soportar una dificultad añadida a la precariedad  ya señalada: el factor de la inmigración. Es precisamente en este cruce de variables donde las historias concretas de las mujeres que conocemos y acompañamos desde Pueblos Unidos apuntan con el dedo a situaciones estructurales de flagrante injusticia y vulneración constante de derechos humanos, hábilmente invisibilizadas tras los muros de los domicilios particulares y bajo el amparo legal.

Rosemary, boliviana, lleva 8 años trabajando en España y, sin embargo, continúa en situación irregular. El lector suspicaz podría sospechar que “algo habrá hecho”… pero no, esta mujer no tiene antecedentes penales. Surgen muchas preguntas. Por ejemplo: ¿por qué Rosemary “no tiene papeles” si de hecho trabajó tanto tiempo? ¿quiénes se beneficiaron de tenerla trabajando ‘en negro’ sin cotizar a la Seguridad Social?, ¿y cuál es la responsabilidad del Estado cuando permite que estas situaciones se hayan producido hasta la saciedad en los últimos años?

Hoy domingo 16 de junio se cumple el segundo aniversario del Convenio 189 de la OIT, que trata de garantizar la protección de los derechos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores domésticos. El Gobierno de España ha propuesto la no ratificación, alegando incompatibilidades de la ley española con los artículos 2, 7, 13 y 14 del Convenio. Mientras tanto, ajenas a convenciones europeas y debates parlamentarios, millones de mujeres continúan sufriendo condiciones laborales injustas de las que otros sacan buen partido. Esta es una ‘indecencia’ de la que en los próximos días seguiremos hablando.

 

Margarita Saldaña trabaja en el Centro Pueblos Unidos, de Madrid.

Más de la mitad dedicará durante los próximos días un espacio destacado a conocer las situaciones de las personas que dependen del trabajo doméstico para vivir.

Por la boca muere el pez

Laura HurtadoPor Laura Hurtado

El concejal del Bloque Nacionalista Galego (BNG) en Cambados, Xaquín Charlín, ha tenido que dimitir porque llamó “chochito de oro” a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, (en referencia a un gasto de 40.000 euros en servicios de ginecología de su Ministerio). Ante el desafortunado apelativo, tanto la dirección de su partido como el resto de fuerzas políticas solicitaron su dimisión, y Chaquín ha dejado la política, aunque afirma que él no es “machista o sexista, sino todo lo contrario”.

Soraya Sáenz de Santamaría

Soraya Sáenz de Santamaría, Vicepresidenta del Gobierno. (EFE)

Es una excelente noticia que las personas a las que hemos elegido democráticamente vean reprobable el lenguaje sexista. Aunque no sé si esto es algo compartido por la sociedad en general. Tengo mis dudas. No es la primera vez que alguien me llama exagerada cuando me indigno ante declaraciones como las del señor Charlín. O las del coordinador andaluz de IU, Diego Valderas, que llamó “la de las tetas gordas” a la delegada de Educación de la Junta en Cádiz, Blanca Alcántara.

Pero no hace falta buscar comentarios tan fuera de tono. También hubo quien me pidió que me calmara (literalmente) cuando el presidente de Ecuador, Rafael Correa, llamó Anita a la periodista Ana Pastor durante una entrevista. En este caso, la gente me decía: “pero mujer, no te enfades, ha sido cariñoso”. ¿Se imaginan qué pasaría si un político llamara “Iñakito” a Iñaki Gabilondo antes de responderle a una pregunta complicada? ¿Tanto cuesta ver que eso solo les pasa a las mujeres?

Yo siempre intento hablar y escribir de forma no sexista. Y lo hago porque me parece justo que se nombre a las mujeres cuando son parte de lo que decimos. Mi hija de 5 años, que todavía no es ninguna experta en nada, me lo demostró un día que solo pregunté por los niños de su clase. “¿Y las niñas, qué?«, me dijo. Empecé usando un lenguaje inclusivo por militancia, pero ahora cuando un político habla de “los españoles” no me siento interpelada. Y alucino cuando oigo en la tele que “hay 1.200 millones de pobres en el planeta”, cuando el 70% son mujeres.

De todas formas, casi cada día alguien me dice que decir «niños y niñas», por ejemplo,  es una tontería, una moda políticamente correcta. Hay personas que incluso se burlan, porque les parece banal, anecdótico, un esfuerzo inútil.  También hay quien da un paso más allá y asegura que es incorrecto (aunque en sus correos electrónicos esas mismas personas cometan faltas de ortografía). Al principio me enfadaba. Ahora he aprendido a contar hasta diez, respirar hondo y explicar de forma didáctica que tras muchos años de educación machista es normal que pensemos que “niños” incluye niños y niñas, pero que esto se puede cambiar. En realidad es muy fácil.

Sí, señores y señoras, existen otras formas de hablar y hacerlo no cuesta nada. De hecho hay miles de manuales en la red, aunque a la RAE no le gusten. Os animo a explorarlas y a contribuir así a elaborar mensajes más precisos y justos que hacen visible, ni más ni menos, que al 50% de la población.

 

 

Laura Hurtado es periodista en Intermón Oxfam. Reportera freelance durante muchos años, sigue comprometida con las personas más vulnerables desde una ONG.

Jane Goodall: directa al corazón

Por María Luisa Toribio María Luisa Toribio

Necesitamos sentirnos parte de la vida en el Planeta. Es la respuesta que apuntaba en mi anterior entrada en este blog a una pregunta cada vez más acuciante: ¿cómo lograr que la sociedad perciba el medio ambiente como algo propio? Estoy convencida de que esa percepción no vendrá solo de los datos y los argumentos. Lo vi claro una tarde mientras escuchaba, en el Jardín Botánico de Madrid, a Jane Goodall, mujer pionera que con poco más de 20 años se adentró en la selva, a orillas del lago Tanganica, para estudiar los chimpancés.

Jane Goodall con un chimpancé (Archivo)

Jane Goodall con un chimpancé (Archivo)

Aquella tarde, mientras ella contaba su trayectoria vital, que la llevó con el paso de los años a dejar su vida en plena Naturaleza para emprender un incansable periplo por todo el mundo para defenderla, las lágrimas comenzaron a resbalar lentamente por mi rostro. Sus palabras me habían tocado en lo más profundo porque Jane Goodall habla desde el corazón. Tiene claro que ése es el camino y desde el Instituto que lleva su nombre ha puesto en marcha campañas y programas destinados a que los jóvenes crezcan sintiéndose parte de la vida y artífices de lo que ocurre en este Planeta que compartimos porque “cada uno de nosotros marca una diferencia, cada día”.

Movilízate por la selva es una campaña emblemática del Instituto Jane Goodall. Muestra a la perfección ese estrecho vínculo que nos une con todo lo vivo. El coltán es un mineral imprescindible para nuestra vida moderna, está en los móviles, en los ordenadores, en las consolas… Y está también en el centro de los conflictos armados que producen millones de víctimas y refugiados en la República Democrática del Congo. La minería del coltán, además de mover colosales intereses económicos que avivan la violencia en el país, explota mano de obra infantil o semiesclavizada y destruye la selva.

Movilízate por la selva nos enseña a percibir la relación entre ese teléfono móvil que se ha convertido en compañero inseparable y un país que parecía lejano y de pronto deja de serlo. Pero sobre todo busca que nos impliquemos. Ofrece la posibilidad de recoger los teléfonos usados para su reciclaje, evitando así convertir en basura valiosos recursos naturales que pueden volver a utilizarse reduciendo las necesidades de extracción. Además, se obtienen recursos económicos con los que se financian proyectos ambientales y sociales en la República Democrática del Congo.

Roots&Shoots (Raíces y Brotes) es otro programa educativo del Instituto Jane Goodall que cuenta con más de 17.000 grupos en 130 países. Jóvenes de todas las edades llevan a cabo proyectos que fomentan el respeto y la empatía por todos los seres vivos, promueven el entendimiento entre las culturas y les enseñan a implicarse en lo que ocurre en el mundo.

Un aprendizaje imprescindible porque, como dice Jane Goodall: “si somos la especie más inteligente del Planeta, ¿cómo es que lo estamos destruyendo?”. Pues eso, que además de inteligencia necesitamos sentirnos parte de la vida y ser conscientes de que todo cuanto pasa por nuestras manos procede de la Naturaleza.

 

 

María Luisa ToribioBióloga y activista, con una mirada global al mundo que me lleva a implicarme en causas  como el medio ambiente, la pobreza, los derechos humanos, las poblaciones indígenas… Convencida de que las múltiples crisis que vivimos tienen raíces comunes y de que toca impulsar cambios profundos. 

Avanzadoras

Sole GiménezPor Sole Giménez

Avanzar: Adelantar, progresar o mejorar en la acción, condición o estado.
Avanzadora: Mujer que se adelanta, progresa o mejora en la acción, condición o estado.
Esta última definición se ha tenido que inventar para la ocasión, porque la palabra Avanzadora no existe para la Real Academia de la Lengua, aunque seguro que os resulta evidente el término para definir el sentido y la vida de muchas mujeres a las que habéis conocido. Porque avanzadoras existen desde el principio de los tiempos.

http://www.intermonoxfam.org/es/que-hacemos/proyectos/avanzadoras

Senaida Cosagua y Aminata Wone, dos de las protagonistas Avanzadoras

Hablamos de mujeres que han sido y son ejemplo de fuerza, coraje y empuje, mujeres llenas de osadía y atrevimiento, que no se conforman con vivir en la estrechez impuesta por los demás y rompen barreras, de tal manera que van abriendo camino para que otros se cuelen por esas grietas que amplían horizontes. Han traído y siguen trayendo consigo avances para otras mujeres y para toda la sociedad que se vuelve más tolerante, justa y equilibrada, más honesta con la realidad obvia de un mundo con dos sexos. La sociedad entera sale ganando cuando todas las voces participan en el coro y no sólo la mitad y esa participación empezó siendo un empeño, la mayoría de las veces una necesidad de unas pocas mujeres avanzadoras.

Desde la más humilde hasta la más laureada son mujeres dispuestas a ser dueñas de su destino, que conocen lo que significa ser invisibles, que han sufrido el desprecio por su sexo pero que han decidido avanzar, porque las avanzadoras van en contra de la pasividad y el inmovilismo, entienden que su dignidad va unida a su compromiso con la libertad y ser libre en este mundo siempre significa rebelarse, cambiar, traer algo nuevo, avanzar.

Para ellas y junto con ellas lleva trabajando Intermón Oxfam muchos años, en decenas de países, con cientos de casos que han ayudado a transformar la vida de miles de personas. Su objetivo ha sido que ese viento de cambio que tantos beneficios aporta tanto para esas grandes mujeres como para sus comunidades siga generando un cambio evidente y positivo hacia la igualdad en esas sociedades tan injustas y duras para la mujer. Lo que hacen personas como Aminata Wone en Mauritania, Senaida Cosagua en Guatemala, Darem Yelesh en Etiopía, o Eva Pineda en Nicaragua es impulsar la vida de sus familias, comunidades y países por encima de todas las barreras.

La diferencia es que ahora cualquier persona que lo desee puede apoyar el trabajo incansable y tantas veces desconocido de estos cientos / miles de mujeres que en sus distintas comunidades, y la mayoría de las veces en muy difíciles circunstancias, vienen haciendo en pro del progreso de sus familias, de su entorno, de su pueblo, ciudad, estado, país… Ahora estos avances están en peligro por la falta de recursos que trae consigo la aplastante crisis (a veces me pregunto si para algunos no será ésta la oportunidad para perderlos)

Con Avanzadoras podemos seguir apoyando de forma continuada a estas heroínas de nuestro tiempo, más allá de crisis y dificultades, para no dejar de impulsar el necesario y vital cambio de equilibrios en el derecho a la libertad de oportunidades, de elección, acción y pensamiento. Un cambio que trae de la mano una nueva sociedad más justa y equitativa para más del 50% de la población y que es un cambio imprescindible y urgente para construir un nuevo mundo.

 

Sole Giménez es Embajadora del proyecto Avanzadoras de Intermón Oxfam.

 

Una mujer en la calle

Gema Castilla

Por Gema Castilla

María disfruta con la música, siempre está con sus cascos puestos y tarareando. La veo cada día por una conocida plaza madrileña. Tiene la voz grave, profunda, pero es en sus ojos donde podrías perderte. Se puede leer en su mirada su ajada vida. María vive en la calle, es una mujer sin hogar.

Según los datos del INE, en la Encuesta de Personas Sin Hogar del año 2012, cerca de 23.000 personas no tienen hogar en España, pero esta cifra sólo corresponde a aquellos que acudían a los centros (albergues y otros servicios públicos). A quienes están en situación de calle no se les cuenta, que es una forma de decir que se les tiene poco en cuenta.

Tacones lejanos. Imagen de @gemacastilla

Tacones lejanos. Imagen de @gemacastilla

Entre esas personas cada vez hay un mayor porcentaje de españoles, y de mujeres. El número de mujeres se ha incrementado en un 19%, pasando de las 3.790 que se plasmaban en 2005 a un total de 4.513 en 2012. Eso supone el 19,7% de las personas sin hogar, cuando hace siete años representaban el 17,3%. Ese porcentaje duele con más rabia aún si a las cifras le ponemos caras. En total, en España por cada 100.000 habitantes hay 71,3 personas sin hogar. Y son muchas ‘Marías’ repartidas por todos los rincones de nuestra geografía.

Las personas sin hogar son incomprendidas y rechazadas, pero yo os invitaría a ampliar vuestra mirada hacia ellas. A abrir los ojos de la aceptación y entender que María está en la calle como resultado de una sucesión de hechos traumáticos en un periodo corto de tiempo. Es lo que llaman sucesos vitales estresantes: la muerte de un ser querido, la separación matrimonial, un desahucio, una encarcelación, la pérdida de empleo… que pueden sumarse a la falta de apoyo familiar y afectivo. Quizá cerca de nosotros tenemos a alguien que también ha sufrido o sufre la combinación de varios de estos sucesos, la mayoría de ellos de forma casual o involuntaria. Podemos pensar en cómo afectan a su vida. Es como asomarse al abismo.

Muchas de estas personas sufren trastornos de salud mental, discapacidades, adicciones, problemas de salud con dolor crónico, complicaciones administrativas, falta de intimidad, miedo a las agresiones o robos de sus pocas posesiones… Y además el dormir en la calle suele agravar estos problemas, porque, ¿qué harías tú para poder soportar esa realidad?. Sus vidas están en un desequilibrio que se mantiene a lo largo del tiempo, y pasan los días, las semanas y los meses y veo como María lleva su vida a cuestas. Y le cuesta.

Cada noche el suelo es el colchón de miles de personas en toda España. Están a la intemperie. Por eso antes de que tus tacones vuelvan a alejarse al paso de una persona sin hogar, mírala, reconsidera su situación y reconoce en ella la dignidad inherente que tenemos todas las personas. Porque María podrías ser tú mañana.

 

 

Empresa inteligente busca mujeres directivas

Por María Solanas Cardín María Solanas

Creación colaborativa, innovación, liderazgos colectivos, diálogo, cooperación. Son algunos de los valores que requieren las nuevas organizaciones empresariales en la Sociedad Red. Y también algunas de las fortalezas que describen los perfiles directivos femeninos.

Según numerosos estudios, las empresas dirigidas por mujeres, y aquellas en las que hay una presencia de mujeres en los puestos de responsabilidad, obtienen mejores resultados económicos, en términos de rentabilidad y competitividad.

Homenaje de Eneko a la mujer trabajadora

Homenaje de Eneko a la mujer trabajadora

Y sin embargo, son muy pocas las mujeres que llegan a la dirección empresarial. En España, alrededor del 70% de las empresas españolas no tiene ninguna mujer en puestos directivos. De acuerdo con los últimos datos ofrecidos por el Instituto de la Mujer, la presencia de mujeres en los órganos de dirección de las empresas del Ibex35 es apenas de un 7,24%, y la cifra es similar en los consejos de administración, con un 7,17%. Muy lejos del objetivo establecido por la Ley de Igualdad del 2007 de llegar, en 2015, al 40% en las empresas de más de 250 trabajadores. La crisis ha agravado aún más la situación, provocando un desplome del número de mujeres directivas con respecto a 2008 (de un 20% al actual 10%). A esta brecha de presencia, hay que sumar la vergonzante brecha salarial, que en los puestos directivos puede rondar el 20%, y llegar al 30% en los puestos de máxima responsabilidad.

A pesar de que cantidad no es sinónimo de calidad, la total disponibilidad horaria y presencial -largamente impuesta como estilo directivo, y difícilmente compatible con una vida personal y/o familiar- ha sido extraordinariamente disuasoria. Asumir mayores responsabilidades suele poner a las mujeres ante una elección: renuncias en la vida personal y/o familiar; o mayor esfuerzo personal y profesional, sumando una desventaja más respecto a nuestros colegas masculinos, que generalmente no se encuentran ante esa tesitura. Menos presencia, menor salario, y, casi siempre, más esfuerzo.
Algunas medidas han contribuido a avanzar en la presencia de las mujeres en los puestos directivos. Las cuotas han mostrado su eficacia, y siguen siendo imprescindibles. Las redes (que con tanta eficacia gestionan los hombres) son otro mecanismo efectivo, que contribuye a crear vínculos, complicidades, y visibilidad. Este blog es un buen ejemplo, además de un fantástico altavoz de las narrativas de las mujeres. Pero, sin duda, la clave es la conciliación. No entendida como un asunto de mujeres, sino como aspiración de una sociedad consciente y avanzada. El gran salto se dará cuando hombres y mujeres quieran y reclamen compatibilizar su vida profesional y personal.

Las empresas más inteligentes y abiertas a la innovación practican la conciliación. Son conscientes de que necesitan nuestro talento cooperativo, nuestra habilidad transformadora, nuestra manera de resolver conflictos, nuestra capacidad de generar consensos, de gestionar con un enfoque alejado de la arrogancia, involucrando activamente a los equipos, e inspirando así la creatividad, el entusiasmo y el compromiso. Sin innovación las empresas no podrán sobrevivir, y mucho menos crecer. ¿Aprovecharán las empresas la oportunidad de contar con liderazgos femeninos? Apuesto a que las empresas inteligentes serán capaces de identificar el liderazgo inspirador de las mujeres. ¿Habrá llegado nuestro momento?

 

María Solanas es experta en public affairs y relaciones internacionales. Entusiasta del diálogo hasta la extenuación, y convencida del poder transformador de la política. Privilegiada en los afectos,  feliz madre de una hija feliz.

Iguales e intransferibles: los permisos por nacimiento o adopción

Por Isabel Izquierdo y Ángeles Briñón 

Isabel IzquierdoIsabel: La maternidad ha sido un concepto controvertido durante mi desarrollo. Aprendí a cuidar utilizando muñecos e interpretando sus necesidades con imaginación; y digo aprender, porque no nací sabiendo cuidar. Con el tiempo he podido ver que ser madre o padre implica estar inserto en un complejo entramado de contextos (empresa, Estado y familia) que pueden o no facilitar el proceso.

Me aterra la idea de poder ser discriminada laboralmente no sólo porque sea mujer y algún día puede que intente ser madre, sino porque el ordenamiento jurídico del Estado Español configura una estructura legislativa perversa que da lugar a que las empresas consideren que soy mano de obra de alto riesgo por implicar la posibilidad de ser madre con un permiso de dieciséis semanas, mientras que si fuera padre serían dos.

El día que decida ser madre, quiero contar con la posibilidad de que la persona con la que inicio ese proyecto común también pueda realizar la transición al cuidado conmigo en las mismas condiciones y poder crear familia desde la corresponsabilidad.

Ángeles BriñónÁngeles: Fui madre en una época en que la obligación de cuidar recaía, salvo escasas excepciones, en las mujeres. No importaba si trabajábamos fuera de casa o no: cuidar de la familia era cosa nuestra. Fuimos muchas las que dejamos nuestro trabajo «por un tiempo» para dedicarnos a cuidar de nuestras criaturas, o que trabajamos fuera y dentro de casa desarrollando una doble jornada laboral. Los hombres que cuidaban eran una excepción que se ponía de ejemplo. ¿Qué sucede ahora? La esperanza de vida ha aumentado considerablemente y las mujeres que cuidamos de nuestras criaturas seguimos cuidando, ahora a nuestras madres y padres.

Al igual que a Isabel me horroriza pensar que las jóvenes hoy se encuentren en la misma encrucijada: ser mujer sigue siendo un hándicap para desarrollar una carrera profesional: están sobradamente preparadas, pero las empresas siguen penalizándolas por el mero hecho de que un día puedan ser madres.

Pertenecemos a dos generaciones distintas, pero tanto Ángeles como Isabel pensamos que la incorporación de la mujer al mercado laboral ha producido cambios importantes en la organización y gestión de las familias. Las dos creemos que, a pesar de la aparente igualdad de oportunidades, la transición a la maternidad y paternidad no es equivalente porque los permisos no son iguales.

La Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles por Nacimiento o Adopción, PPiiNA, a la que ambas pertenecemos, ha elaborado una Proposición de Ley de Reforma de los Permisos. Esta proposición permite el abordaje de esta diferenciación sistemática entre padres y madres reivindicando los permisos iguales, intransferibles y pagados al 100%. Registrada hace un año en el Congreso, y aprobada por unanimidad, sigue sin ser debatida.

Junto al resto de compañeras y compañeros de la PPiiNA, las dos participamos el pasado 1 de junio en un flashmob en la Puerta del Sol para reivindicar una maternidad /paternidad corresponsable. El acto coincidió con la celebración, por primera vez, del «Día Internacional de las Madres y Los Padres«, aprobado el pasado octubre por la ONU. Pero el contexto actual en España no facilita que éste día sea una celebración, sino un día de reivindicación por los derechos iguales de padres y madres.

 

Ángeles Briñón es socióloga. Experta en igualdad y conciliación. Como emprendedora crea Brizas Audigen, S.L., empresa que elabora materiales e imparte cursos sobre igualdad de oportunidades adaptados a las necesidades de cada entidad. Asesora a empresas en la elaboración de Planes de Igualdad.
Isabel Izquierdo es Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente cursa el Master en metodología de las ciencias del comportamiento y de la salud (UAM) y el Master en Salud Sexual y Sexología Clínica (UNED). Ha colaborado como investigadora en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y en la Universidad Autónoma de Madrid.

Que no paguen las de siempre

Por  Belén de la Banda @bdelabanda

Hace apenas dos meses,  11 países de la Unión Europea, entre ellos España, aprobaron la Tasa a las Transacciones Financieras, también llamada Tasa Robin Hood. Es una buena idea: un pequeño impuesto a las operaciones financieras especulativas (las de riesgo, las que desestabilizan las economías para llenar los bolsillos a los especuladores), podría generar 5 mil millones de euros anuales en España para luchar contra la pobreza.

Tasa Robin Hood

Personalidades internacionales en un cartel en defensa de la Tasa Robin Hood

Pero según publica El Mundo, el ministro de Economía ha dado a entender que España se va a convertir en una fuerza bloqueadora en la Unión Europea, y si no se rebajan las aspiraciones de la tasa, amenaza con vetarla. No entiendo que el ministro de economía renuncie en estas circunstancias a conseguir de forma justa y legítima nuevos fondos para las necesidades más urgentes, y no entiendo que defienda los intereses de los especuladores como si todavía trabajara para Lehman Brothers.

La crisis financiera hay que controlarla donde se produce, y no cargar con ella a las familias. Las que pagamos una y otra vez, si recordamos  la subida del IVA a principios de este curso  que puso cuesta arriba los lápices y cuadernos de nuestros niños. Las subidas de impuestos a la ciudadanía y los recortes en dependencia, salud y educación van en perjuicio de la igualdad, porque cargan a las mujeres con más trabajo no remunerado, y dificultan su desarrollo laboral, como han advertido la OCDE y muchas organizaciones sociales. Por no hablar de las terribles consecuencias que puede tener el recorte en la atención a las víctimas de maltrato y en la prevención de la violencia machista.

La crisis la tienen que pagar quienes la han causado. Señor De Guindos, ya está bien de que siempre paguen las mismas.

 

 

 

Belén de la Banda trabaja en el equipo de comunicación de Intermón Oxfam

Mitad y mitad

Hoy me estreno con ilusión en este blog escrito por mujeres, para mujeres y para hombres, porque nosotras somos la mitad de la población, pero no queremos quedarnos a medias.
En este espacio estamos dando a conocer la realidad de las mujeres, sabiendo que no sólo es cosa nuestra, todxs debemos ser conscientes de esta situación ya que a todxs nos afecta el papel que ellas desempeñan.

'In lak'ech' de @LuZuloaga

‘In lak’ech’ de @LuZuloaga

Hay quienes critican la lucha feminista, hay quienes la creen innecesaria o la tachan de segmentaria. Claro que en una sociedad que es tan profundamente machista que ni nos damos cuenta, que tenemos que pelear por conseguir las mismas oportunidades por el hecho de ser mujeres…

Obviamente, hace falta una lucha feminista, liderada por mujeres que somos las primeras afectadas pero acompañadas por los hombres. Tenemos que estar juntxs en esto.


Es cierto que hay personas que acusan a los hombres ¿acaso son ellos los culpables del machismo? Me temo que no, es muy fácil encontrar mujeres alimentando la desigualdad, educando con estos roles. Una vez más, compartimos esa responsabilidad.
Eso sí, reconozco necesarios los espacios para mujeres: como este blog, como los círculos de mujeres o cualquier espacio de expresión y creación. Lugares donde reunirnos, donde apoyarnos, donde empoderarnos, porque nos han sido arrebatados.

He trabajado con mujeres en diferentes entornos y, la realidad es que el comportamiento no es el mismo cuando se está rodeada de mujeres que cuando hay hombres presentes. Estos encuentros nos hacen sentirnos seguras y sustentadas, sin pretensión de ser más ni menos que nadie, sin intención de dividir, solo sembrar nuestra confianza y a partir de ahí poder caminar juntxs.
Al final lo importante es el sentimiento de unidad, y saber que lo que le haces a quien tienes enfrente te lo haces a ti mismo.
In lak’ech, yo soy otra tú

 

 

Lucía Zuloaga, amante de la sostenibilidad y la conciencia. Responsable de comunicación en UniversoVivo

Trabajo de mujer: picar piedra

Por Imma de Miguel @ImmAfrica

Estos días he tenido la suerte de recorrer algunos pueblos del norte de Benín, el país de África Occidental en el que vivo desde hace 9 años. Hacía mucho tiempo que no venía a esta zona, y he podido ver cómo en este tiempo las mujeres han desarrollado una actividad económica sorprendente: el triturado de rocas de granito para la construcción. En todas las casas se puede ver a las mujeres picando la piedra.

Una mujer tritura piedra de granito en una aldea de Benin (África Occidental). Imagen de Imma de Miguel

Una mujer tritura piedra de granito en una aldea de Benin (África Occidental). Imagen de Imma de Miguel

Después de hacer los trabajos domésticos (ir a buscar el agua y la leña, cocinar, limpiar, cuidar de los niños y los ancianos) y de trabajar en el campo (tanto en el terreno de su marido como en el suyo), las mujeres aprovechan sus horas “libres”, se sientan en un banquito con una barra de hierro en la mano y empiezan su enésima tarea.
Es una actividad remunerada. Pueden ganar 2000 francos locales (unos 3€) cada 2 o 3 días, lo que representa una parte muy importante de la economía familiar y permite a las mujeres ganar poder en casa gracias a este aporte económico. Pero al verlas, me pregunto por el impacto de esta actividad en su salud y en la de los niños que revolotean a su alrededor. Ya existen estudios sobre el impacto en los más pequeños (más al sur de Benín, son ellos los que realizan la actividad junto con sus madres).

Es francamente difícil saber cómo debemos intervenir en estos casos las personas que trabajamos como agentes de cambio para el desarrollo. ¿Será mejor no hacer nada? ¿Habría que informar sobre los problemas de salud asociados a esta actividad y divulgar medidas paliativas? O, yendo aún más lejos, ¿se tendría que sensibilizar a las mujeres para que se organicen, formen una cooperativa y pidan un crédito para comprar una máquina que haga este arduo trabajo? Todas las opciones están llenas de riesgos.
Si no hacemos nada, ignoramos el impacto a medio y largo plazo que tiene picar piedra para la salud de las mujeres, cosa que puede tener consecuencias desastrosas para ellas y sus familias, pero además no podremos evitar que llegue un actor económico más poderoso que ellas que, atraído por las perspectivas económicas de esta actividad, compre una máquina trituradora, y lo que las mujeres hacen en un mes, lo haga en un día, de manera que podrá vender más barato y concentrará en una sola familia la riqueza que hasta ahora se reparte equitativamente entre todas.

Si nos limitamos a informar de los riesgos para la salud que se derivan de esta tarea conseguiremos que sean conscientes de ello, pero no les ofreceremos alternativas para que puedan dejar de realizarla. Ellas necesitan el dinero, y en el oficio de sobrevivir día a día, no hay lugar para previsiones futuras.

Finalmente, si creemos que es mejor acompañarlas para que se organicen y se compren una máquina trituradora, ¿quién les dará crédito? En Benín, las mujeres no tienen derecho a la tenencia de tierras y sus pertenencias son escasas, insuficientes para constituir un aval, y si se apoyan en los hombres para obtenerlo, la actividad acabaría en sus manos y las mujeres quedarían excluidas del poder de decisión sobre la actividad y sobre los beneficios que genera.

La elección no es fácil. Lo único que está claro es que deben ser ellas las que elijan, aunque lo más probable es que su decisión esté marcada por una visión a corto plazo, por la necesidad de sobrevivir cada día y la falta de perspectiva, algo más que normal cuando en las 24 horas del día no te queda ni un minuto para ocuparte de ti misma.

 

 

Imma de Miguel trabaja para Intermón Oxfam desde hace 17 años en África del Oeste. Convencida de que el mundo es UNO, de que las diferencias son riqueza y de que la injusticia es insoportable, sueña y trabaja para construir un mundo mejor para tod@s.