Trabajo doméstico: un convenio contra la indecencia

Por Margarita Saldaña MargaritaSaldaña

Muchas protagonistas de esta historia no han oído hablar del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) «sobre el trabajo decente,  pero sufren en sus carnes el hecho de que, dos años después de ser propuesto (16 de junio de 2011), el Estado español no lo haya ratificado. Rosemary, Eugenia, Verónica o Guadalupe son como pequeños granos de arena en el inmenso desierto del empleo doméstico mundial, del que forman parte más de 53 millones de personas, sin contar niñas y niños. No se nos puede pasar por alto un dato significativo: el 83% de los trabajadores domésticos son mujeres.

Animación de Marcosur y Oxfam

El horario de la empleada doméstica. Animación del proyecto ‘Mujeres migrantes, mujeres con derechos’ de Marcosur y Oxfam

Si les pidiéramos a nuestras protagonistas que nos hicieran un resumen de sus condiciones de vida, podrían narrarnos algo así: «En la actualidad, las trabajadoras domésticas con frecuencia reciben salarios muy bajos, tienen jornadas de trabajo muy largas, no tienen garantizado un día de descanso semanal y, algunas veces, están expuestas a abusos físicos, mentales y sexuales, o a restricciones de la libertad de movimiento. La explotación de las trabajadoras domésticas puede ser, en parte, atribuida a los déficits en la legislación nacional del trabajo y del empleo, y con frecuencia refleja discriminación en relación al sexo, raza, casta». A decir verdad, esta descripción tan precisa, aunque bien podrían haberla hecho ellas mismas, procede de la OIT.

Una cosa, claro, es leer formulaciones impecables en artículos impresos o virtuales, otra cosa es escuchar los relatos que hacen las propias protagonistas, y algo absolutamente distinto debe de ser vivir un día tras otro, un año tras otro, la cruda verdad que las estadísticas reflejan con frialdad. Al adentrarnos en la realidad española, salta a la vista que gran parte de las trabajadoras domésticas se ven obligadas a soportar una dificultad añadida a la precariedad  ya señalada: el factor de la inmigración. Es precisamente en este cruce de variables donde las historias concretas de las mujeres que conocemos y acompañamos desde Pueblos Unidos apuntan con el dedo a situaciones estructurales de flagrante injusticia y vulneración constante de derechos humanos, hábilmente invisibilizadas tras los muros de los domicilios particulares y bajo el amparo legal.

Rosemary, boliviana, lleva 8 años trabajando en España y, sin embargo, continúa en situación irregular. El lector suspicaz podría sospechar que “algo habrá hecho”… pero no, esta mujer no tiene antecedentes penales. Surgen muchas preguntas. Por ejemplo: ¿por qué Rosemary “no tiene papeles” si de hecho trabajó tanto tiempo? ¿quiénes se beneficiaron de tenerla trabajando ‘en negro’ sin cotizar a la Seguridad Social?, ¿y cuál es la responsabilidad del Estado cuando permite que estas situaciones se hayan producido hasta la saciedad en los últimos años?

Hoy domingo 16 de junio se cumple el segundo aniversario del Convenio 189 de la OIT, que trata de garantizar la protección de los derechos fundamentales de las trabajadoras y los trabajadores domésticos. El Gobierno de España ha propuesto la no ratificación, alegando incompatibilidades de la ley española con los artículos 2, 7, 13 y 14 del Convenio. Mientras tanto, ajenas a convenciones europeas y debates parlamentarios, millones de mujeres continúan sufriendo condiciones laborales injustas de las que otros sacan buen partido. Esta es una ‘indecencia’ de la que en los próximos días seguiremos hablando.

 

Margarita Saldaña trabaja en el Centro Pueblos Unidos, de Madrid.

Más de la mitad dedicará durante los próximos días un espacio destacado a conocer las situaciones de las personas que dependen del trabajo doméstico para vivir.

8 comentarios

  1. Dice ser Carla

    Es un colectivo olvidado por todos.

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    14 junio 2013 | 08:41

  2. Dice ser Alex

    Hola Margarita! Gracias por tu entrada sobre un tema tan important y tan poco visible. Pero me gustaría tb que reconozcamos que también hay mujeres que prefieren cobrar en negro, por ejemplo para que su marido no pierda la prestación, o porque cotizar no les aporta nada: ni paro ni pensión (porque piensan volver a su país)
    Yo me he encontrado varias veces en la situación de convencer a mi empleada de hogar de lo importante de hacerlo legal…. Eso significa q hay muchas cosas que cambiar.

    14 junio 2013 | 08:53

  3. Dice ser TOLDO

    No creo que sea tan así como dices.
    Creo que la mayoría trabajan por horas, en varias casas, cobrando entre 8 y 12 euros la hora (más de lo que cobro yo en una oficina), como ayuda en casas donde la mujer trabaja y necesita un extra para las tareas domésticas. Y lo de abusos físicos y mentales, no se, habrá casos, pero conozco el sector de empleada doméstica y trabajan en el número de casas que quieren trabajar.

    Además desde el año pasado es obligatorio estar dado de alta, aunque seas discontinua, y me consta que muchas se han dado de alta y entre empleador y empleada pagan sus seguros sociales.

    El colectivo al que tú te refieres no abunda tanto y se da más bien en personas internas (¿quién se puede permitir hoy en día una interna?).

    Me parece que has visto demasiado «Criadas y señoras», y eso, afortunadamente, ya pasó.

    14 junio 2013 | 09:27

  4. Dice ser nube44

    No contribuyamos a la explotación de inmigrantes: contratemos solamente a empleadas del hogar españolas.

    14 junio 2013 | 10:53

  5. Dice ser yo mismo

    Mi vieja es «empleada doméstica» y no tiene contrato porque no quiere, se lo ofrecieron, pero el seguro costaba casi 200€ al mes y ella prefiró pasar de cobrar 900 a casi 1100 en lugar de estar asegurada. Si se supiera cuánta gente está cobrando en negro voluntariamente, ya veríamos como este «problema» no es tan grave.

    PD1: Mi madre es española, lleva más de 10 años trabajando y por lo menos 4 desde que le ofrecieron el contrato.

    PD2: Lo de que la mayoría de trabajadores domésticos son mujeres es el típico dato chorra que justifica el feminismo absurdo de este blog. Venga, sacad la estadística de quién barre y friega más en casa…

    14 junio 2013 | 12:11

  6. Era difícil confiar en que todo iba a salir bien cuando había que limpiar a fondo el horno. Nos poníamos guantes y mascarilla para no respirar el olor tóxico del producto desengrasante y viscoso azul. Así empezábamos el día, limpiando una mezcla de grasa, fragmentos de mozzarela y gruyère carbonizados, junto a algún que otro trozo apenas identificable. Poníamos un cd sobre el que habíamos escrito canciones ñoñas con rotulador permanente rojo, estribillos que nos hacían conjurar los fantasmas de la tristeza que en cualquier momento podían aparecer allí, entre productos de limpieza, estropajos y agua sucia. Había que esforzarse por mantener a distancia los fantasmas. No sé cómo lo conseguíamos. Mientras raspábamos restos de queso carbonizado, sonaba un animado “It’s got to be perfect”. No era fácil convencerse de que algo iba a salir bien –menos aún que iba a ser perfecto– limpiando el horno, pero el ritmo alegre nos hacía canturrear que sí, que todo iba a ir bien, y pensábamos en la vida que no teníamos y en la que teníamos: la preocupación constante de no llegar a fin de mes. La primera frase de la canción siguiente repetía en inglés en mi lugar, en mi lugar… y la cantábamos también, inventándonos el significado que queríamos, porque aquel horno se parecía bien poco a un lugar, era, si acaso, un saliente rocoso cualquiera al que agarrarse en plena caída libre. Cada día estábamos más convencidas de que debíamos soltarnos. Todas acabamos haciéndolo.

    Según el relato oficial, la crisis comenzó con la caída de Lehmann Brothers, en 2008. No sé cuál es el nombre oficial de lo que sucedía antes de la crisis. Años antes, me refiero. Si era diversión, bienestar, normalidad o qué exactamente. Los empleos precarios a los que teníamos acceso no son mencionados en la narración oficial, ni los sueldos escasos, ni lo caro que era vivir, ir al cine, comer variado. Que todo vuelva a ser como antes, nos hacen desear ahora, mientras escriben el cuento del antes y el después, siempre traicionando el tiempo.

    La narrativa oficial sólo trata de encajar sus piezas, esas piezas que son nuestras vidas. Su funcionamiento me recuerda a aquellas canciones que utilizábamos para conjurar la amenaza de nuestros fantasmas en la cocina. Los estribillos repiten hoy paciencia, sacrificio, espera, fe. Todo pasará, la tristeza, la crisis, todo se va a solucionar. Nuestra amenaza en la cocina era empezar a llorar o gritar, porque allí los vasos eran de plástico, las bandejas metálicas. No había nada de cristal. Sin nada que romper, sólo podíamos hacer ruido, sencillamente sollozar. El relato político de la crisis nos ancla ahora en la estructura de la espera, nos hace confundir las isobaras del parte meteorológico con los pronósticos de alza o descenso del IPC. Acabamos canturreando que todo cambie, en lugar de cambiémoslo todo. ¿Hasta cuándo seguir esperando? ¿Cuáles son los fantasmas que conjuramos ahora?¿Nos decidiremos definitivamente a romper el poder hipnótico de las narraciones oficiales?

    Cuando acabábamos de limpiar el horno, aún quedaba el suelo. Había que tener cuidado de no resbalar. Nos sacábamos los guantes, la mascarilla y aún después había que cambiar el calzado, limpiar bien las suelas de los zapatos. El horno quedaba así listo para volver a ponerse en marcha.
    Hoy no es el horno, es este cuerpo el que se pone en marcha y se quema, va quemándose lentamente. Este tiempo es mío, me digo arrancando unas pocas horas al día, raspando los restos, agarrando estas palabras. Ésta es mi narración.

    Por Anfigorey
    13/Mayo/2013

    14 junio 2013 | 12:38

  7. Dice ser Amparo

    Margarita,
    Gracias por tu artículo.
    Es muy importante sensibilizar a la población sobre este sector laboral que aún no ha alcanzado los mismos derechos laborales que el resto de la clase trabajadora.
    Existen diversas asociaciones en todo del Estado Español en el que las trabajadoras pueden organizarse, y también existe la posibilidad de afiliarse en los Sindicatos para defender sus derechos laborales y conseguir que se apliquen y respeten.
    Desde CCOO-PV organizamos talleres formativos sobre Derechos Laborales y la forma de cómo hacerlos cumplir. El próximo domingo 16 de junio tenemos un acto de celebración del Día Internacional nuestro. Por si deseas conocernos, nuestra página de facebook es la siguiente: http://www.facebook.com/TrabajadoraDelHogar

    14 junio 2013 | 17:10

  8. Dice ser Lola

    De todo hay en la viña del señor, empleadoras que abusan y empleadas que no quieren que las aseguren porque cobrarían menos.
    Tengo un caso bien cercano, una cuñada estuvo trabajando como interna muchísimos años, la señora de la casa le propuso asegurarla pero cobraría un poco menos, unas 6000 pesetas, el caso es que ella prefirió seguir cobrando «en negro», el resultado es que ahora no cobra jubilación sino que tiene una pensión no contributiva.

    16 junio 2013 | 12:18

Los comentarios están cerrados.