El Blog sobre la Comunidad Latinoamericana en España

Archivo de septiembre, 2008

Para comprender lo que está pasando en Bolivia…

Según el último informe de la banca central de Bolivia, el dinero que envían los bolivianos a su país supera a toda la inversión pública de Bolivia. Y esa cifra va en aumento. A pesar de la crisis, los inmigrantes bolivianos enviaron a Bolivia remesas por un valor de 452 millones de dólares en el primer semestre del año, un 6% más que el año anterior. Una gran parte de esas remesas provienen de España. Bolivia es la colectividad inmigrante que más ha crecido en los últimos años.

Su país se encuentra en estos momentos en pleno conflicto. Todos los inmigrantes sabemos lo doloroso que es ver que existe una situación violenta y caótica cerca de nuestras familias y amigos, cuando nosotros estamos a tantos kilómetros de distancia.

Por eso, especialmente para ellos, y para todos los que se interesen por lo que está sucediendo en Bolivia, hemos decidido subir a este blog un documental que nos ha enviado una lectora, inmigrante y bloguera, que vive en Madrid desde 2002.

Aquí lo dejamos con este interesante video. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones.

Crisis, precariedad laboral e inmigración

Acabo de leer un artículo que considero fabuloso. Lo publicó la Plataforma 2015 y más, una red de organizaciones que trabaja por el cumplimiento de los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas.

El artículo lo firmaban Paloma López y Ventura Montalban, y hablaban sobre la crisis, la precariedad laboral y los inmigrantes.

Aquí resumiré algunos de los párrafos clave (he cortado lo que he podido), aunque dejo abierto el link para quien quiera leer el artículo completo. Es muy recomendable.

“Con el inicio de la desaceleración económica se instala en Europa y por tanto también en España la pregunta sobre que va a suceder con el colectivo de trabajadores inmigrantes(…)En el caso concreto de España la adopción de las medidas que se pretenden impulsar para el retorno de los inmigrantes a sus países de origen, no siendo regresivas, son poco realistas en su previsión y/o cuantificación (…).

Para explicar esta hipótesis hay que decir que de las 5.418.000 personas nacidas fuera de España, casi un millón tienen nacionalidad española y casi 3.000.000 tienen permiso de residencia (incluidos los comunitarios), el resto más de un millón de personas tienen una situación de irregularidad administrativa.

El crecimiento del PIB real 2001-2007 ha sido del 3,4 % y se crearon, en este mismo periodo 4.3 millones de nuevos empleos netos, la población potencialmente activa autóctona solo creció en 600.000 personas y tampoco creció espectacularmente la tasa de empleo, lo cual implica que ante las necesidades del mercado y de nuestro modelo de producción más de dos millones de empleos han sido cubiertos por inmigrantes.

Según estos datos si queremos seguir creciendo al 1,2 % necesitamos los inmigrantes que tenemos y si queremos crecer al 3 % necesitaremos más personas que trabajen en España.Por tanto, la primera conclusión a la que podríamos llegar es que crecimiento y retorno parecen incompatibles. (…) Esta medida (el incentivo para el retorno) no soluciona el principal problema que padecen los inmigrantes que es la realización de actividades laborales en la economía sumergida y que supone por ejemplo en la Comunidad de Madrid el 1,3 % del PIB regional.

La irregularidad no es un problema exclusivo de la política de inmigración, sino que es también un problema de la política laboral. La combinación de ambas conlleva sobretodo, explotación laboral, pero existe un porcentaje de personas que tienen una situación de regularidad administrativa trabajando sin ser dados de alta en la Seguridad Social.

Estos trabajadores y trabajadoras no pueden acogerse al programa de retorno previsto, bien por la situación de irregularidad o bien por la ausencia de prestaciones, ya que no han sido generadas en su vida laboral en España. Hay que recordar, además que las empleadas de hogar no tienen derecho a las prestaciones por desempleo.

Por tanto, desde nuestro punto de vista las políticas a llevar a cabo en materia de inmigración, con independencia de la situación económica de España, serían a largo plazo las encaminadas a terminar con la economía sumergida y desarrollar medidas para reabsorber el empleo sumergido, esta medida serviría para concretar con claridad las necesidades del mercado y casar la oferta con la demanda.

A medio plazo seria importante establecer el derecho a voto, en las elecciones locales y autonómicas (sin dejar de lado las europeas), así los nuevos ciudadanos también gozarían «del poder del voto» y obligarían a acordar y llevar a cabo políticas de integración (…)

A corto plazo hay que desarrollar políticas que terminen con las discriminaciones que afectan a todos los colectivos vulnerables, incluidos los trabajadores y trabajadoras inmigrantes. España esta por debajo de la media en la aplicación de la legislación que prohíbe el racismo y la discriminación laboral de este colectivo.

Pero, más allá de los aspectos legislativos, la realidad es que se produce una fuerte discriminación laboral por razón de origen en el mercado laboral, en los salarios, en los tiempos de trabajo, en la modalidad de contratación, en las condiciones de salud laboral, etc. Y esta situación está llevando a propiciar discursos negativos en términos de pérdida, pérdida en general de las condiciones laborales del resto de los trabajadores autóctonos y pérdida en el acceso a los servicios públicos (sanidad, educación, vivienda protegida). Las diferentes investigaciones demuestran que esto no es cierto. Los trabajadores y trabajadoras inmigrantes no inciden negativamente, no rebajan las condiciones del resto de los trabajadores, acceden a un mercado precarizado, de manera similar ocurre con las mujeres y los jóvenes y de lo que se trata es de evitar un mercado con una segregación ocupacional por origen. De igual manera con relación al gasto público y por poner solo un ejemplo los inmigrantes tienen un gasto per-cápita anual en sanidad de 503 euros frente a los 1.049 de la población autóctona (UAM).

Desde la izquierda política y social no se puede perder un enfoque de progreso y dejar pasar la oportunidad de liderar un cambio en el proceso de la «gestión de la igualdad en la diversidad», de solidaridad con el conjunto de la ciudadanía y su ampliación de derechos y de oportunidades, sea cual sea su lugar de origen, género, discapacidad, orientación sexual, etc., cerrando, por cierto, el paso al populismo y la demagogia.

Y aquí es donde el sindicalismo ha de jugar un papel determinante enfocando sus actuaciones en diferentes ámbitos y de manera transversal. Hablar de inmigración es hablar de empleo, de política sindical, de mujeres, de jóvenes, de política social, de cooperación para el desarrollo, de participación.

(…)Potenciar la participación de los hombres y mujeres inmigrantes en el interno del sindicato, fomentar su visibilidad en las estructuras y órganos de dirección y también en la intervención de inmigrantes en los equipos de extensión sindical. En resumen, extender y ampliar la actuación protectora del sindicato ante los colectivos más vulnerables en una sociedad que avanza hacia la multiculturalidad.

Los ecuatorianos votan a la distancia

Ecuador está haciendo borrón y cuenta nueva, y este domingo quiere renacer con una nueva Constitución. Este domingo 28 de septiembre, más de 9 millones de ecuatorianos aprobarán o no la nueva Carta Magna, que impulsa el gobierno de Rafael Correa.

En España se han registrado para votar más de 90 mil personas. Lo harán en Madrid, Barcelona, Valencia y Murcia. No es la primera vez que los inmigrantes ecuatorianos participan a la distancia en un proceso electoral. Han ido a las urnas en tres ocasiones, para elegir presidente del Ecuador (primera y segunda vuelta) y luego para escoger a los asambleístas que se encargaron de hacer la nueva Constitución, que ahora se somete al referéndum popular.

Los ecuatorianos votan sin tener mucho conocimiento del texto de la Constitución, después de todo son 444 artículos. Igualmente irán a las urnas, sobre todo, por temor de ser multados y para evitar los problemas cuando regresen al país. Y es que en Ecuador el voto es obligatorio y por eso el nivel de ausentismo es bajísimo.

Apoyo el voto del ecuatoriano y de cualquier otro ciudadano que viva fuera de su país. Así, de alguna manera, los inmigrantes atraen la atención de los políticos de turno. Pero necesitamos más información, no podemos dar un voto a tontas y ciegas. Por este nuevo referéndum, han venido desde Ecuador algunos políticos a dar charlas, pero esas citas han sido entre semana y de sobra se sabe que los inmigrantes no pueden dejar de cumplir sus rutinas laborales para asistir a esos eventos.

En fin, ojala vayamos aprendiendo de los errores y se dé más información a los inmigrantes que ejercen el derecho al voto a la distancia. De momento, este domingo, muchos votarán por lo que les dicen sus familiares vía telefónica, y ahora no hay mucho que decir. Es un sí o un no. Y todo indica que ganará el sí.

Hablemos en ‘spanglish’

Las vivencias de los inmigrantes son las mismas allí donde quiera que vayan y antes de volver a escribir en este blog sobre la comunidad latinoamericana en España, quería contarles una faceta de la colonia latinoamericana que descubrí en New York. Puedo citar el nombre de una sola avenida de esa ciudad para empezar: la Roosevelt, una arteria del condado de Queens, que cede sus esquinas a México, Ecuador, Colombia, Perú… Y por supuesto permite que el español, la lengua castellana, conviva con el inglés en una perfecta armonía llamada ‘spanglish’.

Cuando uno camina por esa calle puede pasar de la taquería El Chespirito a la Casa de Colombia, o al restaurante Julio Jaramillo, que para quién no lo sepa es el cantante de pasillo más internacional que ha tenido Ecuador. Son los negocios de la añoranza y su secreto es reproducir al máximo cada uno de los países de origen de la inmigración.

La Roosevelt nunca duerme y los inmigrantes que la recorren parece que tampoco lo hacen. Cada dos por tres las estaciones de metro, de ese metro fantástico que funciona las 24 horas, arrojan a la gente que retorna de sus turnos nocturnos de trabajo en Manhattan y Brooklyn.

Los negocios de la añoranza que están apostados en las aceras de la calle, en forma de carritos de venta de comida y de un sinnúmero de artículos, como libros, santos y vírgenes, los reciben a cualquier hora. Contrario a lo que uno podría pensar, son puntos de venta totalmente reglados por las autoridades de la ciudad, que permite a los inmigrantes tener un trabajo, además de aliviar el desarraigo de sus compatriotas.

A la par de esta actividad comercial, la Roosevelt tiene otro distintivo que lo iguala con cualquier calle donde vivan inmigrantes y son las agencias de envío de dinero y los servicios jurídicos, aunque estos últimos poco pueden hacer en Estados Unidos, porque el inmigrante allí sólo puede tener papeles si se casa, y siempre y cuando haya entrado con algún tipo de visado. Por eso los letreros de los abogados son muy explícitos en anunciar que ayudan con los trámites de divorcio.

Y después de describirles un poco la Roosevelt Avenue, no les parece que la inmigración tiene las mismas facetas en cualquier parte del mundo. Es así ‘always’, y lo escribo así para emplear mi recientemente aprendido spanglish.

La inmigración de los europeos

Los problemas de la inmigración son los mismos en cualquier lugar del mundo y en cualquier época. Hace poco tuve la oportunidad de estar en Nueva York, que fue uno de los puntos principales de entrada de millones de inmigrantes europeos, y encontré el registro de esa inmigración de antaño, y les digo que no hay ni una sola diferencia con la situación actual que se vive en los países que son destino de la inmigración como España.

Esa inmigración de antaño llegaba a tropel hasta Ellis Island, una isla pequeña ubicada junto a Manhattan. Desembarcaban primogénitos de familias griegas, madres italianas con sus hijos pequeños, familias judías enteras. Con su ropa en baúles y cestas de mimbre. Algunos hasta cambiaban sus apellidos para asegurar la entrada a América, tal y como se ve en la sala de registro que aparece en la fotografía.

En la isla pasaban una serie de exámenes antes de ser admitidos y luego permanecían en la isla durante un tiempo, vivían una especie de cuarentena, mientras se adaptaban a las costumbres americanas. Les enseñaban cosas tan básicas como, por ejemplo, pelar y comer una banana.

Todo eso se cuenta en el museo de la inmigración que hoy se levanta en Ellis Island, que recibió a doce millones de inmigrantes entre 1892 y 1954. Pero lo paradójico de esto, como digo al principio, es que esas historias de antaño no han dejado de ocurrir. La misma ciudad de Nueva York sigue siendo un muestrario de la llegada de inmigrantes y junto a esta ciudad se puede citar a Madrid, Milán, Londres y muchas más.

Y las puertas de acceso o fronteras se siguen cerrando como hace más de cien años. En España, a inicios de verano se estrenó con bombos y platillos una nueva sala para «acoger» a los inmigrantes. Y fue presentada ante los medios de comunicación como un hotel cinco estrellas. Se decía que tiene 78 camas para los viajeros rechazados en frontera y hasta 10 cunas para los niños que lleguen y no puedan entrar a España. Televisión, teléfonos, sala de juegos y un servicio de restaurante que tiene en cuenta las restricciones alimenticias que marcan algunas religiones.

Yo solamente digo que la inmigración ha sido una constante en la historia de los pueblos y es una pena que se siga tratando a los inmigrantes como hace más de cien años. Me resulta extraño visitar un museo que reseña un drama humano que todavía ocurre hoy en día, con otros rostros, en otros idiomas, y en muchos países que representan el mismo sueño americano que otrora arrastró a los europeos hasta el otro lado del Atlántico.

El voluntariado, una buena forma de entrar en un país

Me lo habían dicho hace tiempo: la mejor manera de conocer un país y a su gente, y una muy buena carta de presentación para futuros empleos, es hacer voluntariado. Para mí lo fue y lo es, parte de mis amigos de España y de los otros países por los que pasé, son amigos del voluntariado.

Yo sé bien que si se está 12 de las 24 horas trabajando es difícil, pero si de casualidad se ha venido a estudiar, si de casualidad se tiene un ratito libre al menos al mes, vale la pena. Hacer voluntariado es una manera de hace amigos nuevos, de conocer gente (que luego, además, pueden dar recomendaciones para posibles trabajos, sobre todo si hacemos voluntariado en algo relacionado con aquello a lo que nos queremos dedicar), de conocer las otras realidades, de ayudar y obviamente de subir el listón de quienes venimos de afuera.

Se puede hacer voluntariado de muchas maneras: en la asociación de vecinos del barrio donde vivimos, en el colegio donde están nuestros hijos, en una ONG (en la página www.hacesfalta.org se pueden encontrar muchas ofertas, incluso en algunas que ayudan en nuestros países de orígenes, si tenemos algo de nostalgia). Otra posibilidad es acercarnos a alguna de las organizaciones que forman la Plataforma de Voluntariado de España, donde nos pueden aconsejar sobre qué hacer y dónde. ¿Manos a la obra?

¿Qué derechos tengo si no tengo papeles?

Muchos no lo saben y las dudas son infinitas, pero quienes están en España en situación irregular tienen una serie de derechos y una serie de deberes que cumplir. Por supuesto tienen derecho a empadronarse y a recibir la atención sanitaria que se requiera. Los niños “sin papeles”, de seis a 16 años, no sólo pueden sino que deben obligatoriamente ir a la escuela… si aun no has llevado a tu niño tienes que ir corriendo a la escuela más cercana a averiguar qué debes hacer…

La Web migrar.org, desarrollada por la Fundación Chandra y en la que participa Cruz Roja, sacó una guía que responde a todas las preguntas que se tenga si se está en situación irregular.

Los «ticos» también están en España

Un nuevo país latinoamericano ha creado su asociación en España. Se trata de Costa Rica, un país cuya emigración parecía dirigirse sobre todo a Estados Unidos, pero que últimamente también puede verse por estas tierras. Los costarricenses se han organizado por fin y han lanzado la Asociación de Costarricenses en España (ACE). Inmediatamente han traído a artistas de Costa Rica, en concreto al grupo Malpaís, un grupo desconocido aquí pero muy recomendable, que mezcla la nueva canción, con el jazz, el rock y la música clásica, que actuó recientemente en un conocido garito del multicultural barrio madrileño de Lavapiés y en la Expo de Zaragoza.

A partir de ahora es más fácil que quien tenga pensado viajar a ese lugar y quiera consultar algo, pueda hacerlo fácilmente en la ACE ¡Lo festejamos! ¡Enhorabuena! Más países, más mundos por descubrir.

El valor del inmigrante

Siempre he pensado que el inmigrante es el mejor negocio para todos, menos para ellos mismos. Y lo comprobé el día que tuve que hacer esa famosa fila de 5 horas, la que haces en la Brigada de Extranjería de Aluche, en Madrid, para que te documenten. Solo mientras caminas desde el metro hasta las oficinas ya te han entregado varias hojas volantes. A mí me ofrecieron vuelos baratos, el famoso anuncio de “compra en España y los tuyos lo reciben en Ecuador y Perú”, contactos de abogados mágicos que lo resuelven todo y que hasta te dan un teléfono de emergencia (un número de móvil), y préstamos de hasta 30 mil euros en 24 horas.

Nos quieren vender algo a toda hora y el acoso es brutal. En la misma fila hay personas que te van tentando con préstamos y viajes. Te piden tus datos, te regalan bolígrafos, tarjetas telefónicas, calendarios… A algunas personas las convencen fácilmente, y yo creo que se aprovechan de que todos estamos con la cabeza en otra cosa, pensando en el trámite que vamos a hacer cuando por fin entremos a las oficinas de extranjería.

Todo esto ocurre fuera de la Brigada de Extranjería, mientras hacemos la larga fila. Nos ofrecen café, con y sin leche, empanadas, colas, Acuarius y agua. También hay una mujer que tiene el monopolio de los tabacos, chicles y caramelos. Y nos vemos en la necesidad de consumir para atenuar la espera.

La oferta es amplia e incluye también la venta de lugares en la fila. Se venden temprano, antes de que lleguen los trabajadores de la oficinas. Cuestan entre 30 y 40 euros y son los mismos inmigrantes los que negocian con esto. Ellos han pasado la noche a la intemperie para cuidar el puesto y por la mañana lo venden, recogen su colchoneta y se marchan. Otra vez les digo: ¿no les parece que somos el mejor negocio para muchos?

Alumnos inmigrantes: no somos todos lo mismo

He escuchado mucha gente que dice que no llevará a sus hijos al colegio público porque si se mezclan con inmigrantes les bajará el nivel. Esta conclusión es producto directo de una política errónea de integración por parte del Gobierno. El problema en España es que nunca habían tenido la cantidad de inmigrantes actuales y, a mi parecer, los políticos no han sabido manejarlo. Esto ha provocado que en vez de que las diferencias agreguen valor, se conviertan en segregación y crecimiento de la hostilidad entre unas y otras partes.

Es cierto que muchas personas con diferentes niveles pueden bajar el nivel de todos, pero para solucionar esto hay que aplicar políticas que no segreguen por origen.

Esta semana comenzaron en Vic (Cataluña) las clases específicas para inmigrantes. En la misma clase aparecieron niños con diferentes situaciones. Da lo mismo de dónde vengan y qué situación hayan pasado. Da lo mismo si hablan o no el idioma.

He vivido más de la mitad de mi vida en cinco países distintos y estudiado, primaria, secundaria y universidad, en los cinco: en algunos mi educación era mejor que la otra, incluso en algunas materias mejor y en otras peor. Recuerdo que a unos compañeros chinos se aprendían la gramática del inglés mucho más fácilmente que yo pero luego eran menos creativos para escribir. A mí, que venía de una escuela técnica, me iba mucho mejor en matemáticas y peor en historia (¡sobre todo en historia local!). No creo que esté bien definir a una persona por su nacionalidad, porque la nacionalidad no marca las grandes diferencias que existen incluso en los mismos países, dependiendo de las escuelas.

No es lo mismo un inmigrante que sabe un idioma que uno que no lo sabe, un inmigrante que estudió en su país en una buena escuela que uno que no lo hizo. Es injusto meter a todos los inmigrantes en el mismo saco. En vez de hacer aulas para inmigrantes, de forma tajante, las deficiencias deberían valorarse persona por persona y materia por materia. No me parecería mal, por ejemplo, la experiencia de algunos colegios de Zaragoza donde se toma un examen antes de entrar al colegio: si no se sabe el idioma evidentemente la persona necesita pasar un tiempo aprendiéndolo, incluso aunque pierda un año (al final le vendrá mejor, sabrá bien dos idiomas). Si no sabe nada de historia, debería aprenderla, y si sabe más de matemática igual el tiempo de sobra de una materia podría dedicárselo a otra más floja. No todos los inmigrantes somos iguales ni todos los países de donde venimos tenemos la misma educación.

El asunto es cómo solucionarlo y se puede, pero no están bien las medidas simples y tajantes cuando las variables son muchas y muy diversas.

¿Cómo han solucionado las diferencias los países con alta tasa de inmigración? ¿Cómo lo ha hecho, por ejemplo, la ciudad de Toronto, en Canadá, que tiene al 50% de su población inmigrante? ¿Cómo lo hace Israel, que tiene miles de inmigrantes de todo el mundo cada año (no me meto en temas de sionismo, simplemente en integración educativa de gente que viene de afuera)?

Si ellos pudieron hacerlo aquí también se puede. No estaría mal que algún canadiense o algún israelí relacionado con estos temas venga a España y le de sus ejemplos de buenas prácticas a los políticos españoles. El aprendizaje puede ser muy positivo para todos.