El presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula da Silva, llamará estos días al presidente de España, José Luís Rodríguez Zapatero, para felicitarlo por haber ganado las elecciones. Pero en su felicitación agregará un tema. Le hablará de los tratos vejatorios a sus ciudadanos por parte de la policía del aeropuerto de Barajas y de las repatriaciones indebidas.
Esta semana dos politólogos brasileños que pasaban por Madrid para terminar en Portugal, donde debían acudir por razones académicas, fueron detenidos y retenidos en el aeropuerto madrileño, maltratados por la policía y devueltos a su país.
“¿Porqué nos tratan como perros?”, le había dicho uno de los académicos al policía en Barajas. “Porque son como perros”, le había respondido el policía.
La noticia trascendió, a través de la universidad, a los medios brasileños y llegó al despacho del presidente Lula.
Gracias a esto saltó a la luz una realidad: estos eran sólo dos casos, pero había muchísimos más. Una licenciada en Física se quejó porque la retuvieron tres días en Barajas sin poder ni bañarse, y se supo que era una práctica cotidiana, no fortuita. España había deportado el año pasado a un promedio de 20 brasileños por día, según la embajada de Brasil.
Lula aplica ahora la misma táctica con España que había aplicado hace unos años cuando Estados Unidos rechazaba a los ciudadanos brasileños. El país sudamericano deportó recientemente a 13 turistas españoles, por no llevar dinero suficiente. ¿Es esto justo? Probablemente no, ni una cosa ni la otra (aunque no tiene comparación con las fronteras españolas).
Es la forma que tiene el presidente Lula de llamar la atención momentáneamente. Lo que les pasó a los brasileños les pasa también a otros ciudadanos del mundo que son retenidos por días en el aeropuerto de Barajas. Esto ya había sido denunciado por organizaciones de defensa de los derechos humanos en España, pero no trascendía. Actualmente se habla de esos y otros temas en las jornadas Antirracistas que está haciendo estos días la ONG SOS Racismo.
Sería bueno que otros presidentes latinoamericanos, africanos, asiáticos… sigan el ejemplo de Lula y se movilicen. No es justo tratar “como perro” a ningún ciudadano, de ningún país del mundo, sea quien sea, bajo ninguna circunstancia. Obviamente tampoco debería ser ese el trato si no vinieran por asuntos académicos sino porque existe la pobreza y buscan un futuro mejor.