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¿Pueden acatarrarse los niños por andar descalzos?

Una de las grandes creencias acerca de los niños augura que si caminan descalzos cuando hace frío es muy probable que acaben acatarrados. Quien más quien menos, en alguna ocasión hemos escuchado a algún familiar reprender a nuestros hijos con frases como “cálzate que te vas a coger una pulmonía” o “esos mocos que te cuelgan de la nariz se deben a no haberte puesto las zapatillas de estar por casa mientras jugabas en tu cuarto”.

Desde hace tiempo sabemos que los catarros son infecciones respiratorias provocadas por virus que cursan con mucosidad nasal, tos, dolor de garganta y, en muchas ocasiones, fiebre y malestar general. Pero, ¿cuánto de cierto hay en que estas infecciones puedan estar provocadas por caminar descalzos? ¿Son capaces los virus de introducirse en el cuerpo de nuestros hijos a través de sus pies desnudos?

En este post encontrarás respuesta a todas tus dudas, además de convertirte en esa madre o padre informado que pone un poco de cordura en los grupos de Whatsapp del colegio…

¿Qué es un catarro?

Empecemos por el principio. Como hemos dicho, un catarro es una enfermedad infecciosa provocada por virus (el más frecuente de todos, el rinovirus, pero hay muchos más…) el cual se transmite por vía respiratoria cuando un niño enfermo tose, estornuda o habla y lanza al aire unas gotitas microscópicas de saliva y secreciones respiratorias que finalmente son respiradas por un niño sano, o también por contacto directo con las secreciones (p. ej. saliva o mocos) entre enfermo y sano. Tras unos días (u horas) de periodo de incubación, el niño que estaba bien empezará con los mismos síntomas que su compañero enfermo.

Estos síntomas de catarro pueden durar varias semanas, normalmente unos diez o quince días para la mucosidad nasal. Si tenemos en cuenta que durante los meses escolares lo niños se pillan unos diez o doce virus de este tipo, lo más probable que estén con las velas colgando de la nariz desde finales de septiembre hasta que lleguen las vacaciones de verano.

Como veis, esto coincide con los meses fríos del año, ya que este tipo de infecciones se producen sobre todo durante el otoño y el invierno, porque ¿quién se acuerda de los mocos y los catarros durante el verano? Casi nadie, ¿verdad? Simple y llanamente porque durante esos meses, los virus que provocan catarros están agazapados a la espera de tiempo mejores…

¿Nos podemos acatarrar por el frío?

A nadie se le escapa que cuando hace frío y salimos a la calle, al rato de estar expuesto a las inclemencias meteorológicas, es habitual que empecemos a moquear y tengamos que sorber los mocos de la nariz o sonarnos en un pañuelo. ¿Sabéis por qué ocurre esto? Resulta que el cuerpo humano es muy listo y para que la mucosa respiratoria no sufra al inhalar aire frío se pone a segregar moco, el cual actúa como lubricante y calefacción tanto para la nariz como para los bronquios y los pulmones. Lo habitual es que al entrar de nuevo al cobijo de nuestras casas en las que el ambiente está más caldeado, al poco tiempo ni nos acordemos de lo que nos ha pasado. Esta secuencia de hechos ocurre exactamente igual en adultos que en niños.

El problema surge cuando un niño empieza a moquear un día de frío mientras juega en el parque y a pesar de haber vuelto a casa estos no desaparecen. En tal caso, lo que habrá ocurrido es que esos mocos serán producto de un catarro que estaba incubando el pequeñajo y habrá coincidido en el tiempo el inicio de la infección con el haber estado jugando en la calle.

Es cierto que hay estudios que han demostrado que en ambientes fríos es más probable acatarrarse por un virus, pero lo que es una verdad como un templo es que si no hay virus de por medio es imposible que se desarrolle un catarro. En resumen, sin virus no hay paraíso, o en este caso, sin virus no hay infierno, porque anda que no son molestos los mocos de los niños.

¿Y qué pasa con los pies?

Llegados a este punto toca hablar de los pies y de la leyenda que dice que andar descalzo es comprar lotería para que los niños se acatarren. No hay abuela (ni abuelo, que os veo venir) que no sepa que esto procede de un conocimiento ancestral que hemos heredado de generaciones anteriores como un dogma que sí o sí tiene que ser verdad.

Sin embargo, con lo de andar descalzo pasa lo mismo que con el frío de la calle y los catarros. Hay estudios que han demostrado que al enfriarse los pies se produce una vasocostricción refleja de la mucosa nasal lo que podría llevar a que el niño moquee un poco, incluso que sea más fácil que se contagie de un virus con el que se cruce por el camino. Pero he aquí el quid de la cuestión otra vez: sin virus no hay catarro por muy fríos que estén los pies. Vamos, que es más probable que se nos cayeran los dedos de nuestras extremidades inferiores o nos muriéramos de frío si a una mente perversa se le ocurriera dejarnos en medio del Polo Norte sin calzado, sin nadie a nuestro alrededor que nos puda contagiar que que nos acatarremos en dichas condiciones.

Además, si caminar descalzo fuera causa de catarro, ¿no deberíamos estar enfermos todo el rato en verano que es cuando más tiempo llevamos los pies al aire? Por experiencia sabéis que no es así, pero, además, la ciencia nos dice que en esta época del año no circula tanto virus que infecte las vías respiratorias por lo que la probabilidad de que nos acatarremos en época estival es muy escasa, caminemos o no descalzos.


Así que apliquemos el sentido común. Si un niño camina por casa descalzo, está cómodo y no se queja de que tenga frío, pues no pasa nada, al menos desde el punto de vista de los catarros, que otra cosa bien distinta es que pise el avión ese que tiene un punta para arriba y que siempre deja tirado por su habitación. Si por el contrario, sois de los que no tenéis suelo radiante y además es de mármol cual témpano de hielo, pues mira, unos calcetines gorditos y unas zapatillas de estar por casa de cuadraditos vintage (ahora sí, de las que le gustan a las abuelas) le van a venir de maravilla para que no pase frío en sus pequeños muñoncitos.

Algo parecido pasará si estáis fuera de casa: si hace frío, calzad a vuestros hijos, y si hace calor, pues que vayan descalzos si quieren, porque, hagáis lo que hagáis, los mocos y los catarros llegaran a vuestros hijos cuando se contagien de un virus, independientemente de que lleven o no los pies cubiertos.

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Bibliografía:

  • Cold temperature and low humidity are associated with increased occurrence of respiratory tract infections (Link).
  • Acute cooling of the body surface and the common cold (Link).
  • Temperature-dependent innate defense against the common cold virus limits viral replication at warm temperature in mouse airway cells (Link).
  • Acute cooling of the feet and the onset of common cold symptoms (Link).

Mi hijo tiene el moco verde, ¿no necesitará antibiótico?

– Gonzalo, tu sobrina tiene el moco verde…

– Y…. ¿qué me quieres decir con eso?

– Pues que ya vale, ¿no? Quiero decir que tiene pinta de infectado y ya va siendo hora de darle un antibiótico.

– Ay!! Hermanita, ¡¡Qué paciencia hay que tener!!

Una de las preguntas más frecuentes en las consultas de pediatría versa sobre el color de los mocos de los niños. Los p/madres asumen que cuando a uno de sus hijos le cambia el color de los mocos es signo de «mala evolución» y, en la mayoría de los casos, esto se traduce en la creencia de que es necesario iniciar un antibiótico.

En este blog ya publicamos una entrada sobre los mitos y leyendas de los catarros y los mocos pero, debido a lo recurrente del tema, hemos querido escribir un post sobre qué son los mocos y cómo valoramos los pediatras este síntoma para que entendáis que el color nos da muy poca información de la causa de la infección que tiene el niño.

El moco, la primera defensa de las vías respiratorias

El moco es una sustancia espesa y pegajosa que segregan las «mucosas» del cuerpo. Estos tejidos del cuerpo son aquellos que están en contacto con el ambiente, como por ejemplo, la nariz y el resto de vías respiratorias. Estás mucosas tienden a secarse por estar en contacto con el aire por lo que una de las principales funciones del moco es mantenerlas hidratadas y lubricadas para que permanezcan sanas.

Pero además, el moco nos protege atrapando polvo y otras impurezas que flotan en el aire y, sobretodo, impiden que microorganismos como los virus y las bacterias entren en contacto con nuestro cuerpo y nos contagiemos de algunas infecciones. Es decir, actúan como un muro. Este sistema de defensa supone la primera línea de batalla contra los microorganismos que intentan infectar nuestro cuerpo. Pero además, el moco contiene leucocitos, las células del cuerpo que nos defienden contra las infecciones, lo que aumenta su poder como elemento barrera.

Por tanto, en circunstancias normales, todos producimos moco sin que signifique que hayamos enfermado. Pero cuando algunas sustancias entran en contacto con nuestras vías respiratorias nos ponemos a producir más moco del habitual para defendernos. No siempre tiene que ser contra microorganismos, los alérgicos saben de sobra que cuando llega la época del polen moquear es algo habitual…

¿Y qué pasa cuando nos cogemos un catarro?

Los catarros son las infecciones de las vías respiratorias superiores (nariz y garganta) y están provocadas por virus.

Para defendernos de este tipo de microorganismos el cuerpo, entre otras cosas, produce moco. Como ya os hemos explicado éste servirá de primera línea de defensa, por un lado atrapando al virus que lo provoca, y por otro, transportando a las células que finalmente eliminaran al virus de nuestro cuerpo.

Durante un catarro, además de moco, podemos tener otros síntomas inespecíficos de cualquier infección viral como fiebre, dolor de cabeza y malestar general. En general estos síntomas desaparecen en 4-5 días mientras que los mocos pueden durar 2-3 semanas.

¡¡Pero es que mi hijo siempre está con mocos!!

Un niño pequeño que acude a guardería se contagia de unos 8-10 catarros al año, normalmente concentrados entre septiembre y mayo (meses fríos). Si tenemos en cuenta que cada catarro puede durar unos 20 días, esto significa que nuestros hijos pueden llegar a estar 200 días al año con mocos, lo que nos dará la impresión de que no dejan de tenerlos durante todo el invierno.

Pero recordad que los mocos no son malos, simplemente son molestos.

Muy bien señor pediatra, pero es que a mi hijo, cuando se pone malo, el moco le cambia a color verde

En eso tenéis razón, a medida que el catarro evoluciona el moco cambia de aspecto. Inicialmente es fluido y trasparente, luego blanquecino para cambiar posteriormente a espeso y amarillo y, al final, a verde. Ésta es la evolución natural de un catarro simplón provocado por un virus y que el moco cambie de color es normal, ya que refleja que nuestras defensas están haciendo su trabajo. Esos leucocitos que habíamos dicho que se encontraban en el moco producen unas sustancias llamadas «enzimas» que sirven para eliminar a los microorganismos que invaden la nariz. Estas enzimas oxidan el hierro, lo que da lugar al color verde que tanto os preocupa.

Por tanto, da igual cuál sea el bicho que esté produciendo el catarro ya que la aparición de moco verde no nos orienta sobre el microorganismo en cuestión. Por ello, el cambio de color en el moco no implica que haya que mandar un antibiótico. En otras circunstancias como son las alergias o ambientes cargados de polución es normal que el moco no cambie de color porque no hay microorganismo que combatir.

Y entonces, ¿qué puedo hacer para que mi hijo se encuentre mejor?

Cuando un niño tiene mocos se encuentra incómodo y le cuesta respirar. Hay que tener en cuenta que la nariz es la parte más estrecha de la vía aérea y si un moco tapa la mitad de la nariz significa que entrará la mitad del aire. Por esto es muy importante que limpiemos los mocos de nuestros hijos con frecuencia cuando les notemos taponados.

Para realizar esta limpieza nasal lo más adecuado es realizar lavados con suero fisiológico. Recordad que hay que poner al niño de lado y hacerlo con un poco de mala leche. El objetivo es que metáis el suero por un orificio con la suficiente fuerza como para que salga por el otro (tragándose lo mínimo indispensable) y solucione el atasco. Simple fontanería. Podéis realizar la maniobra tantas veces como veáis la nariz taponada de vuestro hijo, incluso una vez antes de cada toma en el caso de los niños más pequeños. Este video de YouTube explica la técnica estupendamente y pone un ejemplo con un niño chiquitín.

https://youtu.be/7iBW-yOzaP8

En otras muchas ocasiones nos comentáis que por mucho que laváis los mocos a vuestros hijos no sale nada. Esto se debe a que en ocasiones la mucosa de la nariz está inflamada pero no produce moco. Esta situación es muy bien conocida por las personas alérgicas pero también es frecuente en catarros. En estos casos, el lavado excesivo de la nariz puede provocar más inflamación así que no os empeñéis en sacar el moco que no existe. Con una adecuada hidratación será suficiente.

Además de mocos, un catarro produce fiebre y malestar general por lo que es conveniente administrar un analgésico/antipirético.

Y los jarabes, ¿sirven de algo?

Muchos padres no se creen que los pediatras no conozcamos ningún jarabe para lo mocos. Dudan de nosotros y piensan que nos guardamos bajo manga algún remedio milagroso solo para nuestros hijos. Por desgracia, esto no es verdad. Si realmente existiera un jarabe efectivo, lo indicaríamos encantados y así estaríamos todos más contentos.

Si los mucolíticos no funcionan, menos aún los antihistamínicos para tratar los mocos de un catarro. Es que además no tienen ninguna lógica científica, ¿por qué iba un jarabe para la alergia (antihistamínico) funcionar contra los mocos de un catarro que están provocados por un virus? La respuesta se contesta por sí sola…

Y antes de acabar y de que nos lo preguntéis: no, la leche tampoco produce mocos.


Para finalizar y a modo de resumen os dejamos esta infografía que hemos compartido en redes sociales y pertenece a nuestra sección de #Pedicosejos.

Mocos y Catarros-2.png

El copyright de la imagen de cabecera de este post pertenece a Whatchumean a través de una licencia CC BY-NC-ND 2.0.

Catarros y mocos: mitos y leyendas

Los catarros y los mocos. Los mocos y los catarros. Viejos conocidos de las consultas de pediatría y tan presentes en los niños pequeños que parece que hubieran nacido con ellos. La cultura popular ha creado muchos mitos y leyendas alrededor de este síntoma banal que no genera nada más que incomodidad a nuestros hijos.

En este post repasamos qué es un catarro y qué son los mocos desmontando sus mitos y leyendas.

1. Los catarros son consecuencia del frío. FALSO

Cierto es que los catarros suelen ocurrir principalmente en los meses fríos del año, sin embargo estos se producen por infecciones por virus. A los niños hay que abrigarles para que no pasen frío, pero no para que no se acatarren.

2. Mi hijo tiene muchos mocos, seguro que le va a salir un diente. FALSO

No hay ninguna base científica en esta afirmación. Ningún estudio de calidad ha conseguido demostrar que la salida de un diente produzca mucosidad nasal. Durante los primeros 2-3 años de vida de un niño salen un montón de dientes de leche por lo que es habitual que coincidan en el tiempo la salida de uno de ellos con un catarro que produzca moco.

3. Mi hijo no puede tener un catarro porque no tiene fiebre. FALSO

La fiebre es un síntoma más de infección. No es imprescindible tener fiebre para que un pediatra diagnostique a un niño de un catarro. Lo habitual es tener tos y mucosidad nasal, y en ocasiones algo de fiebre.

4. Mi hijo está muy enfermo, lleva con mocos varios meses. FALSO

La duración media de la mucosidad durante un catarro son unos 15-20 días. Si tenemos en cuenta que un niño de guardería se contagia de unos 10-12 al año (concentrados en el invierno) lo normal es que siempre esté con mocos.

5. A mi hijo le ha bajado el moco al pecho. FALSO

Las catarros no bajan la pecho, es decir, el moco no gotea por detrás de la garganta, accede a la traquea y llega al pulmón. Eso no ocurre así. Sin embargo, los virus que dan lugar a bronquitis y bronquiolitis empiezan siempre por un cuadro catarrral que con los días evoluciona. Durante estos días el virus que lo provoca va colonizando la vía aérea y al final llega al pulmón. Esa llegada del virus al pulmón es la que genera moco y no al revés.

6. Tengo que «sacarle» los mocos a mi hijo para que no le bajen al pecho. FALSO

Como ya hemos dicho, que se produzca una bronquitis depende de la capacidad de los virus de invadir la vía aérea inferior y no de lo frecuente que los padres limpien los mocos a sus hijos.

7. El moco de mi hijo se ha infectado porque ha cambiado de color a verde y/o amarillo. FALSO

Durante un catarro común el moco cambia y evoluciona de color. Al principio suele ser líquido y trasparente para en unos días hacerse espeso con un color amarillo o verde. Esto ocurre normalmente en cualquier catarro y no es un signo de que esté ocurriendo ninguna complicación.

8. Tengo que limpiar los mocos de mi hijo para que respire mejor. VERDADERO

La nariz  es la zona más estrecha de toda la vía aérea, además muchos niños no saben respirar por la boca. En caso de que los mocos taponen la mitad de la nariz entraría la mitad de aire al respirar. Por eso es muy importante limpiar la nariz de los niños.

9. La mejor forma de limpiar los mocos es con un «sacamocos». FALSO

Los lavados nasales son la forma más eficaz de limpiar la nariz. Para ello es necesario tener un poco de «mala leche» y hacerlo con fuerza, como si se limpiara una tubería. Los aspiradores de moco resultan poco eficaces ya que no llegan a la orofaringe (parte de atrás de la nariz, donde se junta con la garganta), además de ser poco higiénicos.

10. Para disminuir los catarros es bueno tomar vitaminas. FALSO

Una alimentación sana y normal aporta los nutrientes necesarios para que un niño se desarrolle y mantenga unos niveles de vitaminas adecuados. La toma «extra» de vitaminas no da lugar a que los niños se contagien menos.

11. Para que mi hijo tenga menos mocos le tengo que dar un mucolítico o un antihistaminico. FALSO

No existe ningún estudio científico de calidad que haya demostrado que tomando un jarabe de ningún tipo se tenga menos moco. Si existiera, los pediatras estaríamos encantados de mandarlo a nuestros pacientes. Hasta que alguien lo invente (y demuestre su eficacia) lo adecuado es la limpieza nasal y mantener bien hidratado al niño.

12. Voy a dejar de dar leche a mi hijo porque le produce mocos. FALSO

Este es quizá de los mitos más extendidos. La leche no produce mocos. Al igual que con los dientes, no existen estudios de calidad que hayan demostrado que esa afirmación sea correcta.


El copyright de a imagen de portada de este post pertenece a alterna bajo una licencia CC BY-NC-ND 2.0