Entradas etiquetadas como ‘bebé’

¿Cómo se prepara un biberón?, ¿es necesario esterilizarlo todo?

Ya hemos escrito en este blog que la lactancia materna exclusiva es lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud para alimentar a un niño sano hasta los 6 meses. Sin embargo, ya sea por motivos médicos o simplemente por una decisión personal, hay madres y padres que no dan el pecho a sus hijos o que abandonan en algún momento esta práctica y se pasan a las formulas artificiales, en general administradas con biberón, hasta que el niño está preparado para beber leche de vaca.

Estas madres (o padres) no son ni mejores ni peores que las que dan el pecho. Toda persona que decide traer un hijo a este mundo es maravillosa por haber tomado una decisión tan valiente. Si es vuestra primera vez, ya veréis cómo cambia la perspectiva de la vida y diréis  «¡¡Ostrás!!, no me imaginaba que esto fuera a ser así». Así que no permitáis que nadie os afee esta experiencia por dar de comer a vuestro hijo de una forma u otra. Ante todo, siempre respeto.

Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda, que aquí a lo que hemos venido hoy es a hablar de cómo se preparan los biberones y si es necesaria toda esa parafernalia que habéis leído en otros sitios o que os ha contado una amiga.

Ya os anticipo que, con un poco de sentido común y organización, es mucho más sencillo de lo que parece.

¿Qué leches artificiales existen para un bebé sano?

Básicamente hay dos: las Fórmulas de Inicio (o tipo 1) y las Fórmulas de Continuación (o tipo 2).

Las primeras, las de inicio, son aptas para dar a los bebés desde el nacimiento hasta los 6 meses de edad, mientras que las segundas están diseñadas para los bebes desde 6 meses hasta el año de vida.

Y os preguntaréis, ¿y a partir de los 12 meses?…. Pues lo que recomienda la Sociedad Pediátrica Europea de Digestivo, Gastroenterología y Nutrición es la leche entera de vaca. Vamos, que no hace falta comprar ninguna leche especial a partir de esa edad, cosa que ya os contamos en otro post. Por este motivo, solo habrá que preparar biberones con leche en polvo hasta los 12 meses de edad.

Por otro lado, habréis visto en el mercado muchas otras leches con nombres especiales: que si anticólicos, que si antiestreñimiento, que si antirreflujo, semihidrolizadas… La mayoría de ellas no han demostrado eficacia para apaciguar las patologías que mencionan en su nombre y, en cualquier caso, deberían ser indicadas siempre por un pediatra.

Antes de empezar, ¿debo esterilizarlo todo?, ¿y entre toma y toma?

No existe ninguna recomendación oficial por parte de la Academia Española de Pediatría al respecto de que sea necesario esterilizar los biberones antes o después de una toma. Se que esto va a cortocicuitar los esquemas mentales que muchos teníais, sobretodo teniendo en cuenta que esa recomendación te la habrá dado una amiga o tu propia madre. Pues, sintiéndolo mucho, no es necesario.

Sin embargo, lo que está recomendado es limpiar muy bien el biberón después de su uso, tanto el recipiente como la tetina. Emplea agua y jabón de fregar, asegurándote que no quedan restos de leche, luego acláralo bien y déjalo secar al aire. De vez en cuando, también puedes meter los biberones en le lavaplatos, siempre y cuando el fabricante no diga lo contrario. Allí se lavarán con agua muy caliente que, al fin y al cabo, es algo parecido a esterilizar.

¿Necesitas una explicación de porqué no es necesaria la esterilización?, pues muy sencillo. Las bacterias que pueden contaminar un biberón lo harán si hay leche en él. Por tanto, si lo limpias bien, no habrá «caldo de cultivo» y no se contaminarán. Piensa en este ejemplo: antes de beber de un vaso de agua, ¿lo esterilizas?, seguro que no. Por mucho que este ahí en un estante de la cocina, si esta limpio y seco, no se contamina por bacterias del ambiente, ¿no?. Pues con los biberones, si están limpios, pasa lo mismo.

Si eres muy aprensiva de la limpieza y sientes la necesidad de esterilizarlo todo después de cada toma, puedes hacerlo, no estarás haciendo nada perjudicial para tu bebé. Como mucho estarás perdiendo el tiempo…

Lo que sí que debes hacer antes de empezar a preparar el biberón de tu hijo es lavarte bien las manos con agua y jabón, al igual que haría una madre que va a dar el pecho a su hijo o se quiere extraer con un sacaleches.

¿Cómo se prepara un biberón de leche artificial?

Ya tenemos el tipo de la leche en polvo y el recipiente, el biberón. Ahora toca hablar de cómo preparar el bibe para dar de comer al retoño.

Todas las leches, independiente de la marca o de si son de inicio o de continuación, se preparan igual.

La proporción de agua y cacitos es siempre la misma. Se debe poner 30 ml de agua (1 onza) por cada cacito raso de polvo. Y como no se pueden preparar medios cacitos, lo biberones siempre se prepararán «de 30 en 30». De esta forma tendremos biberones de 30ml, 60ml, 90ml, 120ml o 150ml… y así hasta el infinito y ¡¡más allá!!.

¿Qué agua debo utilizar?

Seguro que habrás oído que el agua de los bebés debe ser mineral… pues es una verdad a medias, no siempre es necesario.

Si en donde vives el agua del grifo es apta para consumo humano podéis usarla. Si por el contrario no es potable o sois vosotros mismos los que usáis agua mineral porque «la del grifo no sabe bien» o, como se dice a veces, «tiene mucha cal y sales», solo en estos casos, debéis usar agua mineral para preparar un biberón.

Un ejemplo buenísimo es el agua de Madrid que, como todo el mundo sabe, es una autentica maravilla y se puede usar directamente del grifo al biberón.

En el caso de que decidáis utilizar agua envasada, elegid las que tengan bajo contenido en sales (a veces en el envase pone «de mineralización débil»).

Las diferentes marcas que fabrican leche recomiendan hervir el agua antes de usarla. Esto se debe a que no pueden garantizar que en el proceso de fabricación quede alguna bacteria que contamine le leche. La forma de prevenir esto sería hirviendo el agua para que, con ese agua caliente, se murieran las posibles bacterias que hubiera en los polvos. Si siguiéramos esta recomendación, deberíamos hervir tanto el agua del grifo como la embotellada y hasta que dejáramos de dar leche artificial a nuestro hijo (hacia los 12 meses, ¿verdad?). Sin embargo, la OMS, en su documento de cómo preparar un biberón, nos dice que en caso de no disponer de agua hirviendo no sería imprescindible y que siempre podríamos utilizar agua del grifo (si está es apta para consumo humano) o embotellada y administrar el biberón nada más prepararlo. Aquí te dejo también el link a la web de familias de la Asociación Española de Pediatría en la que tampoco figura que sea imprescindible hervir el agua.

Recuerda que si finalmente hierves el agua, debes esperar a que se enfríe para que tu bebé no se queme al tomarla. Este proceso puede llevarte de 15 minutos a media hora, así que organízate con tiempo.

¿Cómo caliento el agua?

Para poder diluir bien los polvos de leche, debéis calentar primero el agua.

Se puede hacer de varias formas. Por ejemplo, podéis calentar el agua en un cazo al fuego, pero vigilad que no se caliente mucho. Otra forma es en el microondas, el cual es muy útil porque tras unas cuantas veces de haberlo probado sabes los segundos exactos que necesitas para calentar tu biberón (ojo las primeras veces: el agua se calienta muy rápido!!)

Siempre debéis probar la temperatura del agua antes de dar el biberón al crío, por ejemplo en el dorso de la mano, para comprobar que no está muy caliente, y siempre es mejor un poco tibia que muy caliente.

También podéis utilizar un calientabiberones. Son unos cacharros que ocupan mucho espacio y que sirven para meter el biberón con agua y que te lo lleven a la temperatura elegida. Nosotros no hemos tenido nunca uno y dudamos que realmente se le saque partido a la inversión si es que ya tenéis un microondas en casa. Además, solo sirven para calentar el agua, no debéis dejar nunca un biberón preparado con leche en un calientabiberones.

¡¡Añade el polvo y agita!!

Una vez que tengas el agua caliente en el biberón, añade los cacitos correspondientes al volumen que has preparado. Recuerda que los cacitos deben ser rasos, es decir, ni medios cacitos, ni colmados. Es muy importante que tengas en cuenta esta recomendación ya que, si preparas la leche en otra proporción, puede ser perjudicial para tu bebé.

Una vez los cacitos estén junto al agua caliente en el biberón, pon la tetina y ciérralo con la tapa. Si no haces esto, cuando lo agites, saldrá todo volando y lo pondrás todo perdido…. Agita bien el biberón para que la mezcla sea homogénea y no quede con grumosvoila!! Listo para tomar!!

Un truco: comprueba la temperatura del agua del biberón ANTES de echar los polvos. Esto te permitirá corregir la temperatura y no tener que estar esperando a que se enfríe la mezcla. Pero ojo, lo que no vale es tirar un poco de leche preparada y añadir más agua para que se temple, ya que estarías cambiando la proporción de agua-cacitos.

¿Qué cantidad de biberón le doy al niño?, ¿tengo que sacarle los gases?

La cantidad de leche que debes dar a tu hijo es aquella que le proporcione la energía suficiente para que crezca y se desarrolle adecuadamente.

Y dirás, «pero eso, ¿cuánto es?». Pues algo parecido le pasa a las mamás que dan el pecho, que realmente no saben lo que comen sus hijos y se tiene que fiar de que la ganancia de peso y el desarrollo sea adecuada.

Los pediatras, según el peso del niño, sabemos qué cantidad de volumen de leche debe tomar un niño. Sin embargo, son cantidades orientativas porque cada niño es un mundo.

Como norma general, puedes preparar una cantidad y cuando veas que se termina todos los biberones de esa medida, pases a la siguiente.

Por otro lado, los biberones, como el pecho, se deben dar a demanda. Lo que si es verdad es que los niños que toman biberón suelen coger un horario algo más fácil que los niños de pecho, pero esto no significa que tu hijo quiera hacer alguna toma antes de tiempo de lo que os tiene tiene acostumbrados, quiera dejarse un poco de lo que preparasteis o incluso comer más en una toma. Al final lo que importa es que a lo largo del día haya tomado una cantidad adecuada. Así que recuerda, el biberón también es a demanda.

Y volverás a pensar, «vale, yo le voy dando, ¿pero será sufiente?». Pues la respuesta es la misma. Habrá que tener paciencia y confiar en que las cosas están yendo bien, con el paso de las semanas o meses iras viendo si tu hijo crece de manera adecuada. Y ya sabes, si tienes dudas, acude a tu pediatra.

En cuanto a la postura, para darle el biberón al niño, busca una posición cómoda tanto para ti como para él. Las primeras veces te resultará complicado. Respeta su ritmo y dale su tiempo, no hace falta embutirle el biberón en 3 minutos para quitarte la tarea de encima….

Y respecto a los gases… Hay niños muy glotones que tragan aire cuando hacen una toma de biberón. Si tu bebé es uno de ellos, para que se quede más cómodo después de comer puedes «sacarles los gases». Para ello puedes sentártelo en las rodillas y ponértele en el hombro y darle unos golpecitos en la espalda de forma suave. Si no consigues que los eche pero está tranquilo despues de comer, no hace falta que insistas.

¿Qué tetina elijo?

Aquí entra el sentido común.

La mejor tetina que puedes usar es aquella que tenga un flujo lo suficientemente rápido para que la toma no se prolongue hasta el infinito pero sin que el bebé se atragante. Será cuestión de ensayo-error e ir probando cuál es la tetina que encaja mejor con tu hijo.

Ten en cuenta que cuando tu hijo crezca, tendrás que cambiar las tetinas para que el flujo sea más rápido dependiendo de la demandada del niño.

Y si me voy de casa, ¿cómo lo hago?

Aquí si que hay que tener un poco de planificación y logística antes de salir de casa.

Las mamás que dan el pecho lo llevan puesto, pero los padres que deciden dar biberón deben preparar bien las cosas antes de salir de casa para que no falte algo llegado el momento de dar la toma al niño. En caso de olvido, tendréis una visita garantizada a una farmacia o supermercado para comprar algo, que por otro lado ya tenéis en casa.

Lo más adecuado es preparar los biberones justo antes de cada toma siguiendo las recomendaciones que te hemos dicho más arriba. También puedes preparar varios biberones para más de una toma, pero lo que guardes debe estar en nevera, lo que no supone una solución en caso de que os hayáis ido de casa.

Lo que no se puede hacer es preparar un biberón y llevártelo caliente en un termo o dejarlo en un calentador hasta la siguiente toma, ya que en estos casos si que se corre el riesgo de que se contamine la leche y tu hijo se intoxique.

Lo que sí puedes hacer en estos casos es llevarte el agua caliente (solo el agua) en un termo y preparar la mezcla en el momento. Existen unos recipientes pequeños con un embudo en el que puedes añadir los cacitos que sabes que luego vas a usar y de esta forma no hace falta que te lleves todo el bote de leche en el bolso o la mochila.

Si por lo que fuera no te has podido llevar el agua caliente, siempre puedes pedir que te la calienten en algún restaurante. Como ultima medida en caso de que todo lo anterior falle, puedes preparar un biberón con agua del tiempo, lo malo es que a veces quedan grumos y, a muchos bebés, no les gusta.


Esperamos que después de leer este texto te hayan quedado los conceptos claros de lo que necesitas para dar de comer a tu hijo con una fórmula artificial y con biberón. A modo de resumen, ten en cuentas estas cosas:

  1. Elige el tipo de leche.
  2. Añade el agua al biberón.
  3. Calienta el agua (mejor tibia que muy caliente).
  4. Añade los cacitos según la regla de “un cacito por cada 30 ml”.
  5. Agita bien.
  6. Al acabar, limpia bien el biberón con agua y jabón.

El copyright de cabecera de este post pertenece a Jérôme Deco bajo una licencia CC BY 2.0.

Prematuridad, ¿qué significa que un bebé nazca antes de tiempo?

En las últimas semanas hemos leído en la prensa muchos artículos sobre qué significa ser un bebé prematuro y, aunque la gran mayoría de ellos están bien planteados y los datos que utilizan son correctos, no dejan de estar escritos por un periodista que nunca ha trabajado en una Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales y, por tanto, no conocen de primera mano lo que es el día a día de cada uno de estos niños o el miedo que viven sus familiares durante el ingreso hospitalario.

La tasa de prematuridad en España ronda 7,5%, una de las más bajas de la zona europea y muy por debajo de la estadounidense que se sitúa en el 12,5%. Si tenemos en cuenta que en España hubo cerca de 400.000 partos en 2017, eso significa que nacieron en torno a 30.000 niños prematuros. Estás cifras deben poner en valor la magnitud del tema sobre el que escribimos hoy.

En este post hemos querido hacer un resumen de lo que significa la prematuridad y cuáles son las enfermedades más frecuentes que padecen estos niños de tal forma que sea accesible para alguien que no sea médico. Ya sea porque has llegado a este texto por curiosidad o porque has tenido un hijo prematuro, seguro que te resulta interesante.

¿Cuándo se puede decir que un bebé es prematuro?

Un embarazo dura de media 280 días o lo que es lo mismo, 40 semanas. Sin embargo, se considera que el embarazo es a término si el bebé nace entre la semana 37 y la 41+6 de gestación (+6 días significa que son 41 semanas y 6 días).

Por el contrario, los niños nacidos antes de la semana 37 se les considera pretérmino o prematuros y a aquellos que lo hacen por encima de la semana 42, postérmino.

Si nos centramos en los niños prematuros, consideramos prematuros extremos a aquellos nacido por debajo de la semana 27, muy prematuros entre la 28 y la 32 y moderadamente prematuros a aquellos que lo hicieron por encima de la semana 32. Se reserva el término prematuro tardío a los nacidos entre la semana 34 y 37 (ya que este grupo, aunque puede sufrir algunas complicaciones, son menos habituales las que pueden condicionar el resto de su vida). Estas distinciones son importantes porque la mortalidad del niño al nacer y las secuelas son mayores cuanto más prematuro sea un bebé.

Como ya te habrás dado cuenta, los médicos no nos referimos a estos niños como seismesinos, sietemesinos… términos muy empleados en la sociedad. Esto es debido a que el pronóstico de estos niños varía mucho de semana en semana por lo que hablar de mes en mes no tiene mucho sentido.

Pero no todo es la edad gestacional ya que no es lo mismo nacer de 34 semanas pesando 2.500 gr que 1.200 gr o de 26 semanas con 800 gr que con 450 gr. A este respecto, los niños nacidos con menos de 1.500 gramos de peso se les considera de muy bajo peso al nacer, otro de los condicionantes para una evolución menos favorable independientemente de la edad gestacional.

Teniendo en cuenta la edad con la que nace un prematuro y su peso, si no ocurren grandes complicaciones, podemos estimar cuánto tiempo requerirán de ingreso antes de poder irse a casa. Si tenemos en cuenta que el alta suele ocurrir cuando llegan a una edad corregida de 38 semanas, basta con hacer la cuenta. Por ejemplo, un prematuro de 28 semanas estará ingresado entre 2 y 3 meses, uno de 24 semanas entre 4 y 5 meses y uno de 34 semanas aproximadamente un mes.

¿Cuál es el límite inferior para decidir reanimar al bebé?

Otro dato importante es conocer a partir de qué semana de gestación los niños son «viables», es decir, que tengan probabilidad de sobrevivir con unas secuelas aceptables. En España, la gran mayoría de los autores coincide en que por encima de la semana 25 de gestación (en torno a los 6 meses de gestación) los niños prematuros deben ser reanimados debido a la alta tasa de supervivencia y la relativa baja probabilidad de secuelas. Sin embargo, entre la semana 23 y 24 existe una sombra gris en la que la mortalidad se dispara y, en caso de que los niños sobrevivan, lo harán con importantes secuelas. En estos casos, los mismos autores coinciden en que está justificado proponer a los padres una conducta no activa y decidir con ellos las medidas a llevar a cabo. Además, el peso siempre será un limitante de la actuación. En caso de un peso estimado inferior a 400 gramos la viabilidad del niño suele verse comprometida.

Os preguntareis porqué ese límite en las 23 semanas y/o los 400 gramos. Por desgracia, la medicina no ha evolucionado lo suficiente como para sacar adelante a esos niños con una calidad de vida adecuada, de ahí que se haya puesto ese límite en este momento.

¿Cuáles son las causas de prematuridad?

Conocer la causa de la prematuridad del bebé es importante porque dependiendo de ésta, el bebé puede necesitar una serie de medidas especiales.

En general se clasifican en tres grandes grupos. El primero de ellos es por «causa materna» y agruparía aquellas condiciones previas al embarazo que condicionan el parto prematuro. Algunos ejemplos son enfermedades crónicas en la madre, madres con edad mayor a 35 o inferiores a 17 años, exceso de ejercicio físico o estrés durante el embarazo. Un segundo grupo serían debidas a «causa fetal», como son las malformaciones congénitas o muchos síndromes. Y por último, las «derivadas del propio embarazo», que por cierto, son las más frecuentes. En este último grupo se encuentran enfermedades como la diabetes gestacional o la preclampsia, los embarazos múltiples o las infecciones del útero materno. Esta última condición, conocida como coriamnionitis, es responsable de la gran mayoría de los partos prematuros en los que no se encuentra otra causa clara.

¿A qué se enfrenta un bebé prematuro al nacer?

Los riesgos a los que se enfrenta un bebé al nacer prematuro son muchos, desde que fallezca hasta que tenga complicaciones que condicionen el resto de su vida. Esto se debe a que toda la maduración que tiene que hacer un recién nacido prematuro (ya sea por unos días o por muchos meses) lo va a hacer fuera de donde la naturaleza ha diseñado que tiene que ser, es decir, en el útero materno. Por ello intentamos realizar lo que se conoce como CDC, Cuidados Centrados en el Desarrollo, protegiéndoles del ruido y la luz, favoreciendo el contacto materno mediante el método canguro, etc.

Esa maduración que le falta al prematuro la debe hacer en unas condiciones que los médicos tratamos que sean lo más parecidas posibles al vientre materno, pero que por desgracia distan mucho de serlo. Esto provoca que ese desarrollo de órganos sea muy diferente a lo que ocurre dentro del útero materno. Toda esa alteración de la maduración puede afectar al cerebro, el corazón, los pulmones, los riñones, los ojos, el intestino… y condicionar muchos cuidados especiales a lo largo de su vida.

Pero como ya hemos apuntado más arriba, no es lo mismo nacer con 35 semanas (los cuales no suelen requerir ingreso hospitalario ni presentar grandes complicaciones a corto o largo plazo) que con 25 (en los que un ingreso en una unidad de cuidados intensivos neonatales está garantizado), ya que cuanto más prematuro sea un niño más probabilidad de complicaciones tendrá.

Además, a toda esa «alteración» de maduración que se produce al nacer de forma prematura hay que añadir una serie de riesgo derivados de la propia atención médica como son las infecciones nosocomiales (las que se producen por el propio acto médico), el daño producido por el oxígeno que, aún siendo necesario, les administramos, recibir nutrición parenteral, accesos venosos… que en muchos casos son una gran parte del problema de los partos prematuros.

¿Y cuántos bebés prematuros sobreviven?

La tasa de superveniencia global de un prematuro es muy alta debido a que la mayoría de los niños que nacen prematuros lo hacen por encima de la semana 28 de gestación. Sin embargo, estas cifras varían enormemente por debajo de esta edad gestacional. La mortalidad global de la prematuridad alcanza el 19%. Esto se debe a que la mitad de los niños nacidos antes de la semana 25 fallecen en su evolución. Sin embargo, la mortalidad mejora sustancialmente a partir de la semana 28, la cuál desciende por debajo del 10%, hasta hacerse inferior al 1% por encima de la semana 32.

Diapositiva2

Diapositiva1

En estas gráficas se puede observar la mortalidad de los niños prematuros según su edad gestacional (Fuente: Informe de mortalidad y causa de muerte por edad gestacional, comisión de mortalidad y grupos de GEN Año 2010)

¿Qué porcentaje de bebés prematuros sobrevive con discapacidad?

Además de la supervivencia, la otra gran preocupación de los padres cuando tienen un niño prematuro es el grado de discapacidad que tendrá en un futuro, ya que esto es lo que va a condicionar cómo será su vida una vez que sea dado de alta del hospital.

De entre todas las enfermedades a las que se enfrentan estos bebés, la discapacidad neurológica es la más importante, la gran mayoría de las veces manifestada como parálisis cerebral, la cual provoca un déficit motor y, en muchos casos, asociado a un déficit intelectual, ya que es el mayor condicionante para el grado de dependencia que desarrollarán a medida que crezcan.

Al igual que pasaba con la mortalidad, a menor edad gestacional, más probabilidades de padecer una discapacidad neurológica. Como ya explicamos en un punto anterior, esto se debe a que la maduración final del cerebro del bebé prematuro ocurrirá en una condiciones que nos son las óptimas para ello junto con otros eventos propios de la prematuridad, como son el sangrando intracraneal y los infartos cerebrales. En general, las lesiones que condicionan esa discapacidad son muy frecuentes cuando un niño nace por debajo de la semana 28 de gestación. De manera global, la parálisis cerebral tiene una incidencia de 2-3 por cada 1.000 recién nacidos vivos y se dispara a 40-100 por cada 1.000 recién nacidos pretérminos extremos o muy bajo peso. De hecho, se presenta en 82 de cada 1.000 prematuros nacidos por debajo de la semana 28 y en 43 de aquellos que lo hacen entre la semana 28 y 31. Por debajo de esta edad gestacional, menos de 27 semanas, se dispara a más de 100 por cada 1.000 nacidos y más de 200 por cada 1.000 en los que nacen por debajo de la semana con 24. Además, si nos fijamos en el peso, 50 de de cada 1.000 niños nacidos con menos de 1.000gr de peso la acabarán desarrollando.

Uno de los grandes retos al que nos enfrentamos los neonatólogos con estos niños y que los padres a menudo demandan es predecir el grado de daño neurológico que va a presentar ese niño en el futuro. Sin embargo, a veces es difícil dar una respuesta concreta ya que el desarrollo cerebral continúa hasta bien entrada la infancia y, por tanto, saber lo que va a ocurrir en 1 o 2 años se convierte en algo difícil. Como bien sabéis, un bebe recién nacido ni se sienta solo, ni camina, ni habla, ni come con un tenedor… es decir, su desarrollo neurológico no está completado al nacer. En algunos niños prematuros sabremos que su desarrollo neurológico no va a ser completo ya que desde el principio hemos observado alguna lesión que puede predecir que presentará daño neurológico futuro sin poder predecir cuánto, pero en otros, deberemos dejar pasar del tiempo e ir viendo como realizan el desarrollo neurológico para poder afirmar con certeza el grado de afectación que van a presentar en caso de que finalmente ocurra. En este punto, el neurólogo infantil es de suma importancia ya que irá observando el desarrollo del niño para que, en cuanto detecte una ligera alteración, derivar al paciente a rehabilitación y atención temprana. La atención temprana además será recomendable en general para todos los niños por debajo de las 32 semanas de edad gestacional al nacer.

Otras enfermedades asociadas a la prematuridad

Además de la discapacidad neurológica, cuando un bebé nace antes de tiempo se enfrenta a una serie de enfermedades que pueden ocurrir tanto en su evolución en el hospital como una vez que es dado de alta. Al igual que pasaba con la mortalidad y la discapacidad neurológica, será más frecuente que aparezcan cuanto más prematuro sea el niño.

  • Sistema respiratorio: el pulmón termina su maduración tarde dentro del útero materno, en torno a la semana 36. Este hecho provoca que la gran mayoría de los niños prematuros nazcan con cierto grado de «enfermedad respiratoria». Muchos de ellos precisan de asistencia respiratoria con ventilación mecánica invasiva. A pesar de los esfuerzo médicos, algunos acaban desarrollando lo que se conoce como displasia broncopulmonar, enfermedad respiratoria que padecen algunos niños prematuros dependientes de oxígeno durante los primeros meses y/o años de vida y que condiciona hiperreactividad bronquial importante en los primeros años de vida.
  • Sistema circulatorio: tras el nacimiento de un bebé, el sistema circulatorio debe adaptarse a un ambiente nuevo: el niño pasa de estar en el líquido amniótico, donde su «pulmón» era la placenta, a respirar por sí mismo. Para ello, el corazón debe adaptarse cerrando una serie de conductos cercanos al corazón que permitían que la sangre se oxigenara sin pasar por los pulmones. En algunos niños prematuros esto no ocurre dando lugar a lo que se conoce como ductus arterioso persistente. En ocasiones puede tratarse con medicación pero en otras debe ser cerrado mediante cirugía.
  • Sistema digestivo/nutricional: los recién nacidos pretérmino no desarrollan la succión-deglución hasta la semana 34-35 de edad gestacional y precisan muchas veces ser alimentados por una sonda que llega hasta el estómago, y a menor edad gestacional mayor número inicial de días de alimentación parenteral. Además, todos los niños prematuros están en riesgo de desnutrición ya que requieren mayor numero de calorías que un recién nacido a término para mantener una adecuada velocidad de crecimiento. Para ello es fundamental un abordaje nutricional que permita un desarrollo corporal adecuado que conllevará un mejor neurodesarrollo. Muchos niños deben recibir nutrición parenteral hasta que se realice la transición a alimentación oral por sonda nasogástrica con leche materna fortificada o con fórmulas especialmente preparadas para los recién nacidos y posteriormente por boca. El empleo de leche materna previene la enterocolitis necrotizante, enfermedad del tubo digestivo típica de los recién nacidos pretérminos que ensombrece el pronóstico y en muchas ocasiones requiere cirugía.
  • Sistema hematológico: debido al nacimiento prematuro, estos bebés disponen de pocas reservas de hierro y junto a las múltiples extracciones sanguíneas que requieren estos niños, condiciona anemia y, en muchas ocasiones, necesitan  transfusiones sanguíneas. Los protocolos actuales intentan paliar esta anemia administrando hierro oral a todos los niños prematuros hasta al menos la diversificación alimentaria (6 meses de vida de edad corregida).
  • Retinopatía: nacer antes de tiempo puede condicionar que la vasculatura retiniana se forme de manera inadecuada provocando un desprendimiento de retina y finalmente algún grado de ceguera en el niño prematuro. Los protocolos actuales contemplan revisiones frecuentes de estos niños y el tratamiento con láser antes de que la enfermedad evolucione a un estado irreversible.

Por último, pero no menos importante, debido a que un niño prematuro requerirá de su manejo en una unidad neonatal en donde se realizarán manipulaciones para extracciones sanguíneas, ventilación mecánica o el mero hecho de estar ingresados en el hospital, condiciona un mayor riesgo de que estos niños sufran alguna infección de origen hospitalario. Además, su sistema inmune estará menos desarrollado que el de un niño nacido a término, por lo que el pronóstico de estas infecciones habrá que tomárselo siempre con cautela.

Y cuando me dan de alta, ¿qué?

Cuando un niño prematuro se va de alta del hospital es porque los cuidados que estaba recibiendo ya no son necesarios o, al menos, pueden continuarse en domicilio a cargo de sus padres.

Como ya hemos dicho, el alta suele ocurrir en torno a la semana 38 de edad gestacional corregida y/o con más de 2.000gr de peso.

El camino que debe recorrer el niño prematuro durante el resto de su infancia es largo. Con suerte, no habrá sufrido ninguna complicación y bastará con hacer un seguimiento desde consulta para comprobar que el crecimiento y el desarrollo neurológico es el adecuado. Por el contrario, en niños muy prematuros, requerirán de cuidados habituales por parte de sus padres así como visitas frecuentes a diversos especialistas infantiles.

Sin embargo, cada bebé prematuro es un mundo. Así que, no anticipemos sobre qué va a necesitar éste o aquél y esperemos que vayan ocurriendo las cosas para, en ese momento, decidir hacer una intervención.


En resumen, aquellos niños que nacen antes de tiempo deben completar la maduración que han dejado de hacer en el útero materno. Realizar esa maduración en un lugar distinto condiciona una serie de alteraciones que, en mucho casos, se traducen en enfermedades. Dependiendo del grado de prematuridad con el que nazca cada niño, estas enfermedades podrán ocurrir más frecuentemente o incluso, en aquellos niños que nacen por encima de la semana 34, en muchas ocasiones no llegan a presentarse. El cuidado de estos niños requerirá un esfuerzo inmenso tanto por parte de los médicos pediatras como de sus padres, intentando que la calidad de vida futura se acerque lo máximo posible a la de un niño sin ninguna enfermedad.

El copyright de la imagen de cabecera del post pertenece a Unicef Ethiopia bajo una licencia CC BY-NC-ND 2.0.

¿Estará sordo mi bebé?, la prueba de los oídos del recién nacido

En este blog ya os hemos hablado de las pruebas del talón, uno de los procedimientos que se realizan en los recién nacido cuando nacen para descartar una serie de enfermedades. La que nos ocupa hoy y a la que vamos a dedicar este post es al cribado auditivo neonatal, prueba diseñada para detectar a aquellos bebés que no oyen.

Según datos de la Asociación Española de Pediatría, 5 de cada 1.000 recién nacidos vivos presenta algún grado de sordera, estando el 80% de los casos presente al nacimiento.

Un niño que no oye es incapaz de aprender a hablar, por ello, la detección precoz de esos niños es fundamental para poder llevar a cabo las pruebas diagnósticas y el tratamiento adecuado que permita que en un futuro desarrollen una adecuada comunicación oral adecuada.

Para dar respuesta a esta necesidad, desde hace ya muchos años, se realiza una prueba mientras los niños están ingresados en el hospital para detectar aquellos que no oyen y derivarles al otorrinolaringólogo.

¿En qué consiste la prueba?

Como ya hemos dicho, lo habitual es que el cribado auditivo se realice durante esas 48-72 horas en las que bebé y mamá están ingresados en el hospital. Si por cualquier motivo no se pudiera hacer durante el ingreso, debería realizarse al menos antes del mes de vida del crío.

En la actualidad, la gran mayoría de las maternidades utilizan como prueba de cribado los potenciales auditivos evocados del tronco cerebral automatizados (PAETC-a). Esta prueba evalúa que el sonido que emiten unos «auriculares» que se colocan al recién nacido es registrada por el tronco cerebral, y por tanto se da por hecho que cualquier sonido que pudiera escuchar el recién nacido es registrado por el cerebro.

Esta prueba tiene una gran fiabilidad y se considera que no hay «falsos positivos», es decir, que si vuestro hijo supera la prueba, podéis estar tranquilos porque vuestro hijo oye.

Los PAETC-a es una prueba sencilla, que no causa dolor ni ningún otro efecto en el recién nacido. Para realizarla, el personal encargado colocará unos «auriculares» al recién nacido en las orejas y una serie de cables y pegatinas (en el hombro, la espalda y la frente) para registrar esa actividad que os mencionábamos.

En estas imágenes de arriba podéis observar como es la maquina que se utiliza para hacer la prueba. Tanto las pegatinas como los «auriculares» son desechables y no se reutilizan para otros niños.

Interpretación de resultados

Esta prueba solo nos informa de si el sonido que emiten los «auriculares» llega al cerebro. Por eso, el resultado de la prueba es «PASA» o «NO PASA». Con alguna de las máquinas empleadas puede que el resultado se exponga como «OK» o «DERIVAR». En este caso, OK sería que pasa la prueba y DERIVAR que no la pasa.

¿Pero qué significan realmente estos resultados? Cuando una prueba PASA (o sale OK) significa que el niño oye, y por tanto no hay que hacer más pruebas debido a la gran fiabilidad de la prueba.

Pero lo que realmente preocupa a los padres es cuando la prueba NO PASA o sale a derivar. Esto significa que la maquina no ha conseguido detectar en el cerebro el sonido que emiten los «auriculares». Pero ojo, esto no quiere decir que el niño sea sordo. Hay muchas circunstancias en las que el resultado de la prueba puede salir alterado pero por otras circunstancias distintas a que el niño no oiga, por ejemplo, cuando todavía queda algo de líquido amniótico en el oído o simplemente porque haya mucho ruido ambiental que no permite hacer la prueba correctamente.

En estos casos la prueba se suele repetir al día siguiente antes de que el bebé se vaya de alta y en el caso de que persista alterada se le remite a consulta para repetirla.

Segunda fase del cribado auditivo

A aquellos niños en los que la prueba ha salido alterada se les remite a la consulta del otorrino. El tiempo para hacerlo no debe superar los tres meses de vida. Con esto queremos decir que no hace falta ir corriendo a la semana siguiente del alta a repetir la prueba.

La gran mayoría de esos niños que tiene la prueba alterada al nacer, cuando se repite al mes o dos meses de vida suele ser normal. Con esto finaliza en ellos el cribado auditivo porque se considera que oyen con normalidad y en ellos no hay que hacer más pruebas.

En el caso de que la prueba vuelva a fallar entrarían en una tercera fase para confirmar el diagnóstico con otro tipo de pruebas más específicas y poder hacer una clasificación del tipo de sordera, que al fin y al cabo es lo que va a permitir poner un tratamiento u otro.

Niños con factores de riesgo

Existe un pequeño grupo de niños que, a pesar de haber tenido una prueba de cribado auditivo normal, se recomienda que se les repita el cribado antes de los tres meses de vida por existir una serie de factores de riesgo de que desarrollen lo que se llama «hipoacusia tardía». Estos factores de riesgo son

  • Antecedentes de hipoxia perinatal.
  • Antecedentes familiares de sordera neurosensorial o de causa no filiada.
  • Síndromes asociados a hipoacusia.
  • Infecciones del grupo TORCH durante el embarazo.

En este link podeis encontrar el documento informativo para padres que entrega la Comunidad de Madrid sobre el Cribado Auditivo cuando nace un niño.

Y en este otro link podéis acceder a la página de la CODEPEH, de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas.

El copyright de las fotos empleadas en este post pertenece a Dos Pediatras en Casa y no se permite su reproducción.

¿Influyen mis emociones al bebé durante el embarazo?

No es raro escuchar en boca de mucha gente frases como «habla con tu bebé, aunque esté dentro de la tripa de escucha» o «tu estado emocional durante el embarazo puede influir en el desarrollo de tu hijo». pero, ¿cuánto de cierto hay en ellas?.

Estas afirmaciones podrían tener sentido ya que el feto se trata de un ser vivo en formación con la capacidad de sentir y percibir ciertos estímulos incluso semanas antes del nacimiento. No en vano, los recién nacidos prematuros sienten dolor cuando se les extrae una analítica o se tranquilizan al hacer canguro con sus padres aunque hubieran nacido varios meses antes de lo que les tocaba. Esto pone de manifiesto que los fetos perciben de alguna forma los estímulos que reciben dentro del vientre de sus madres.

Pero no solo son sensibles a estímulos como un sonido fuerte o un golpecito en la tripa. Todo lo que les rodea dentro de útero materno es capaz de dar lugar a un cambio en el futuro ser. En esta línea podemos leer en la web de la Asociación Española de Psicología Perinatal que «todo lo que ocurre en el embarazo, parto y postparto influye en la vida de las personas», debido a la adaptabilidad que presenta el cerebro a los cambios en el entorno que les rodea, incluso desde antes del nacimiento.

Desde hace ya muchos años existe un gran interés en estudiar el desarrollo humano invirtiéndose en él grandes esfuerzos científicos. Con ello, se busca fomentar una buena salud, además de prevenir la enfermedad, tanto en el ámbito de la medicina como en el de la psicología. En este último, ha sido hace pocos años cuando los estudios han ampliado su foco de observación y análisis a cómo la predisposición genética de cada uno se ve afectados por factores ambientales antes del nacimiento. En este contexto surge la llamada psicología gestacional y perinatal, aquella que se interesa por todos los aspectos psicoafectivos relacionados con la concepción, el embarazo, el parto, el postparto y la crianza temprana.

A nosotros, tanto como padres como pediatras que estamos frecuentemente en contacto con futuras madres, este tema siempre nos ha resultado muy interesante. Pero como sabéis, no nos gusta escribir o publicar en este blog temas en los que no somos especialistas y carecemos de las herramientas para poder hacer una búsqueda de información en condiciones. Por fortuna, la hermana de Elena, Cristina Blanco Iglesias, es psicóloga y se ofreció a preparar un texto para conocer cuánto de cierto hay en eso de «mi bebé me siente desde antes de nacer» y cómo pueden influir las emociones en la relación de una madre embarazada con su futuro niño. Esperamos que os guste.


El embarazo, punto de partida en la relación madre-hijo

El embarazo es el punto de partida de un proceso de adaptación psicológica y emocional en el que las personas comienzan la construcción de una nueva identidad, como futuras madres o futuros padres. Son 9 meses en los que imaginan, reflexionan, se proyectan diciendo y haciendo, cambian actitudes… Y con una naturalidad que, a veces, queda inadvertida, también experimentan cambios en sus emociones. Sienten alegría, miedo, ilusión, preocupación, amor, desconcierto -entre otras muchas cosas- de una forma nueva y en relación con un futuro ser que, sin conocerlo, ya forma parte de sus vidas.

La idea de que la mente y el cuerpo están conectados -y que el equilibrio entre ambas partes es fundamental- ha de estar especialmente presente durante todo el embarazo. Si la madre se siente bien, es decir, si su estado físico y mental es bueno, sus relaciones son positivas y su entorno resulta favorable, es fácil deducir que el feto se verá favorecido por ello.

Por ello, se recomienda que durante el embarazo se preste una atención especial a cuestiones tan importantes como la alimentación, la actividad física y el descanso. Asimismo, cada vez es más frecuente que estas recomendaciones vayan acompañadas de un cuidado del estado emocional de las futuras mamás, y de un control de su nivel de activación, de tal manera que se reduzcan al máximo las situaciones estresantes.

El estrés materno influye en el feto

Cuando las personas nos vemos ante situaciones que sentimos que nos sobrepasan -a nivel físico, emocional, o ambas- nuestro cuerpo libera entre otras una sustancia llamada cortisol. Esta sustancia es conocida como la hormona del estrés y su función es llevar al cuerpo a un estado de activación que nos ayude a enfrentarnos a esas situaciones estresantes. Sin embargo, es sabido que unos niveles en sangre demasiado altos de esta hormona, o durante periodos prolongados, puede llegar a ser nociva para el organismo que lo produce.

Vivette Glover es una reputada psicobióloga perinatal, una de las más importantes investigadoras contemporáneas en este campo. Tras diversos estudios científicos, afirma de manera sólida que “el modo en que un feto se desarrolla en el útero afecta al futuro niño durante toda la vida».  Uno de los pilares sobre los que se sustenta esta afirmación son sus investigaciones sobre los niveles de cortisol maternos, producidos en respuesta al estado emocional y físico de la madre durante el embarazo. En sus estudios ha llegado a asociar los niveles de cortisol presentes en la placenta con alteraciones en la capacidad de aprendizaje durante la infancia junto a otras dificultades y trastornos psicoafectivos (link), extendiendo también la asociación a la relación de apego entre la madre y su bebé (link). Esta experta tiene frases tan contundentes como que «se ha visto que cuanto más alto es el nivel de cortisol en el líquido amniótico que rodea al bebé, más bajo es el coeficiente intelectual del futuro niño. Es una prueba de que los niveles altos de cortisol afectan al cerebro en formación y, por ende, a la capacidad de aprendizaje».

Un campo todavía por explorar

Hoy por hoy, se siguen llevando a cabo investigaciones que puedan determinar de qué manera y en qué medida esto ocurre.

Un ejemplo de ello es el estudio de la relación de pareja y el impacto que tiene ésta para el feto durante el periodo gestacional (link). En este sentido se ha demostrado que el apoyo paterno durante el embarazo –o falta de él- influye directamente en el bienestar físico y mental de la madre, y por tanto en el del futuro bebé.

En este sentido se están desarrollando multitud de estudios que buscan asociar una situación concreta que ocurre durante el embarazo con posibles alteraciones en el futuro bebé. Ejemplos de ello serían la forma y el estrés en la que el parto se produce (link) o los efectos del estrés derivado de la dedicación laboral de las mujeres profesionales embarazadas (link, link, link). La Dra. Glover apunta a la necesidad de continuar investigando para permitir elevar conclusiones suficientemente contrastadas, de manera que sean tenidas en cuenta a la hora de diseñar e implementar procedimientos y protocolos de atención integral a las mujeres y sus bebés durante el embarazo.

¿Y qué podemos hacer nosotras que estamos embarazadas?

Seguro que habéis escuchado en varias ocasiones que ponerle música al feto es bueno; hay estudios que así lo apuntan (link). ¿Pero habéis pensado alguna vez que besar y abrazar la barriga de la madre también puede serlo?

En este sentido, la Vivette Glover ha llegado a afirmar que «hoy en día existen muchas pruebas, muchas investigaciones que demuestran que el modo en que el bebé se desarrolla en el útero afecta al niño durante toda la vida. Y la manera en que el bebé se desarrolla en éste depende del estado de la madre, de su alimentación y de sus emociones» y que » la ansiedad sufrida durante el embarazo duplica el riesgo de que el niño padezca ansiedad o trastornos de conducta durante la infancia».

Somos muchos los profesionales de la psicología que pensamos que el estrés puede llegar a tener un efecto negativo sobre el desarrollo neurológico del feto. Si por el contrario, le exponemos a estados relajados y a emociones positivas muy probablemente podremos evitarlo. Es una más de esas pequeñas acciones que madres y padres podéis llevar a cabo antes del nacimiento de vuestras hijos, que además de generar bienestar, contribuirá a construir los cimientos de una relación positiva entre vosotros.

«Hablad y acariciad a vuestros hijos con amor y tranquilidad, incluso antes del nacimiento»

Si os ha interesado este tema, os recomendamos ver la entrevista llevada a cabo por Eduardo Punset a Vivette Glover, en el programa REDES (2012).


Tambien podeis consutlar los siguientes recuersos:

Sospechosos habituales: exantema súbito

El exantema súbito es una enfermedad infecciosa causada por un virus, típica de niños por debajo de los 2 años que acuden a guardería. Es otro de esos sospechosos habituales que los pediatras tenemos muy en cuenta cuando un niño de esta edad presenta fiebre y manchas en la piel.

¿Quién causa el exantema súbito?

Esta enfermedad está causada por el virus del herpes tipo 6 (aunque también se ha identificado en algunos casos al tipo 7). También es conocida como roseola o sexta enfermedad.

La gran mayoría de los niños que se contagian tiene menos de dos años (90%) por lo que es típica de niños que acuden a guardería. A diferencia de otras enfermedades, no tiene preferencia por ninguna época del año.

¿Cómo se contagia?

El virus del herpes tipo 6 se contagia por contacto directo con las secreciones respiratorias y digestivas de aquellos niños que padecen la enfermedad y también con aquéllos que ya están asintomáticos debido a que es un virus que puede seguir excretándose durante un tiempo tras haber superado la enfermedad.

¿Qué síntomas produce?

El exantema súbito en una enfermedad con un cuadro clínico muy característico.

En un primer momento, el niño presenta un cuadro de fiebre de aparición brusca que persiste durante varios días, entre 3 y 6 días. La fiebre puede ser de alto grado (39-40ºC), pero pese a la fiebre, el niño durante este periodo se encuentra bien sin una gran afectación del estado general.

Tras a desaparición de la fiebre y de manera súbita, aparecen manchas en la piel de color rojo/rosado de predominio en tórax y abdomen, que desparecen cuando las aprietas. Estas manchas son de pequeño tamaño, en general unos pocos milímetros, y no suelen causar picor. Este exantema remite al cabo de unos pocos días.

640px-Sestamalattia

Lesiones típicas del exantema súbito en un niño pequeño.

Las complicaciones son muy poco frecuente, en ocasiones puede dar lugar a convulsiones.

¿Cómo se diagnostica?

Como la gran mayoría de las enfermedades víricas que cursa con manchas en la piel, el diagnóstico es clínico sin que se requiera ninguna pruebas especial.

¿Cuál es el tratamiento?

No existe un tratamiento específico por lo que lo más adecuado es administrar un antitérmico si el niño tiene fiebre y está incomodo.

¿Puede mi hijo acudir a guardería?

El exantema súbito no es una enfermedad de exclusión escolar. Si ha desaparecido la fiebre y el niño se encuentra bien es el momento de mandarlo de vuelta al cole.

¿Se puede prevenir?

No existe una vacuna contra esta enfermedad y controlar la propagación es difícil. Extremar las medidas de higiene es el método más adecuado.

Consejos sobre Lactancia Materna: el calostro

Tras es el nacimiento de un hijo, las madres que han decidido dar el pecho experimentan unos cambios hormonales que permiten que se establezca la lactancia materna. Para ello, debe desaparecer la progesterona de la sangre (hormona que producía la placenta durante el embarazo), permitiendo entonces que la prolactina (la hormona de la lactancia) de la orden a la glándula mamaria para que produzca leche.

Ese momento se conoce como subida de la leche (o bajada, según el lugar del mundo donde nos leáis) y ocurre de media entre las 48-72 horas tras un parto vaginal. En caso de una cesárea puede ocurrir un poco más tarde.

Durante esos 2-3 primeros días en los que la producción de leche se pone en marcha, el bebé se alimenta de calostro, una sustancia que por sus características especiales merece que le dediquemos un post entero dentro de nuestra sección Consejos sobre Lactancia Materna.

¿Qué es el calostro?

El calostro es la primera «leche» que produce el pecho hasta que acontece la subida. Es una sustancia espesa y amarillenta. Durante estos primeros días, en espera de que la madre comience con la producción de leche madura, el bebé se alimentará de esta sustancia.

Características especiales

Esta leche especial se diferencia de la leche madura, no solo en que el calostro se produce en pequeñas cantidades, sino también en su composición.

Posee una gran cantidad de proteínas, vitaminas e inmunoglobulinas respecto a la leche que posteriormente producirá la mamá, a pesar de su pequeño volumen.

Las inmunoglobulinas son un tipo de moléculas que nos defienden contra las infecciones y juegan un papel muy importante en la inmunidad de los recién nacidos dada la poca madurez que presentan durante los primeros meses de vida. Debido a esta característica, el calostro se conoce como «la primera vacuna».

Otro de los papeles importantes del calostro es el efecto laxante que posee. Gracias a él, el intestino del recién nacido se pone en marcha después de llevar «parado» varios meses dentro del útero materno permitiendo la expulsión de las primeras deposiciones del niño (meconio).

¿Pero será suficiente?

Como ya hemos dicho, la madre produce poca cantidad de calostro. Sin embargo, es el volumen adecuado para amamantar a un recién nacido durante los primeros días de vida.

Recordad que el estómago de un recién nacido es del tamaño de una canica y con el paso de los días se va haciendo más grande. El pequeño volumen del calostro se adapta perfectamente a ese pequeño estómago que tiene vuestro hijo en el momento de nacer.

Para que no se produzca una perdida de peso excesiva hasta que a la madre le suba la leche, es importante que las tomas sean frecuentes, al menos 10-12 al día.

¿Puedo guardar el calostro para más adelante?

Si tienes un hijo sano, lo que debes hacer es amamantarle desde el nacimiento. No tiene sentido guardar calostro para más adelante.

Sin embargo, los recién nacidos que requieren ingreso al nacer por alguna enfermedad no suelen comer durante las primeras horas/días de vida. En este caso podrías extraerte el calostro y guardarlo en una jeringa para más adelante.

Recuerda que el calostro puede conservarse a temperatura ambiente (27-32ºC) unas 12 horas, en nevera 6 días, en congelador pequeño 2 semanas, en cogelador Combi 6 meses y en congelador indutrial (-20ºC) hasta 12 meses.


En resumen, el calostro es la leche que ha diseñado la naturaleza para los primeros días de vida y permite que el recién nacido realice una adaptación a la vida extrauterina de manera adecuada.

El copyright de la imagen de cabecera de este post pertenece a danielpeinado.photo bajo una licencia CC BY 2.0.

Once cosas que (quizá) no sabías de la fiebre

Termómetro

Fuente: Pixabay

La fiebre es un síntoma frecuente cuando un niño tiene una infección. A pesar de que la fiebre no causa ningún daño, los padres con niños pequeños suelen preocuparse acudiendo en muchas ocasiones a los primeros atisbos de aumento de temperatura. De hecho, representa el 70-80% de los motivos de consulta en los Servicios de Urgencia de Pediatría.

Esperamos que con este post aprendas algo sobre este síntoma tan frecuente. Es de vital importancia que los padres conozcan qué es la fiebre y cómo manejarla para poder afrontar con seguridad el cuidado de sus hijos mientras están enfermos.

  1. La fiebre es la elevación de la temperatura corporal por encima de 38ºC. Si se mantiene entre 37-38ºC se llama febrícula.
  2. La fiebre es igual para todos. Da igual que tu hijo sea de «temperatura baja», la fiebre sigue siendo a partir de 38ºC.
  3. La fiebre es parte de la respuesta que se produce durante una infección cuando las células del cuerpo que nos defienden contra ellas producen unas moléculas que dan la orden al cuerpo humano de elevar la temperatura. Esas infecciones pueden estar provocadas por virus (lo más frecuente) o por bacterias.
  4. Que la fiebre sea muy alta no orienta hacia la gravedad de la infección ni la necesidad de iniciar un tratamiento antibiótico. Los virus también pueden cursar con «fiebre alta», por ejemplo la gripe suele acompañarse de fiebre de 40ºC durante varios días. De forma similar, hay infecciones muy graves causadas por bacterias que solo producen 38ºC de fiebre.
  5. Es muy frecuente, sobre todo en niños menores de 3 años, que la fiebre no se acompañe de otros síntomas durante los primeros días de la infección. Es a lo que los pediatras denominamos «fiebre sin foco» y en ocasiones os decimos frases como «todavía no se le ve nada». Por eso, si el niño se encuentra bien y no tiene síntomas de gravedad, es mejor esperar un par de días antes de ir al médico.
  6. La fiebre no causa daño ni es peligrosa, aunque provoca malestar y disconfort. El objetivo al tratarla es mejorar el estado general del niño y que se encuentre mejor. Un pequeño porcentaje de niños (3-5%) pueden presentar convulsiones con la fiebre, éstas son de carácter benigno.
  7. El grado de respuesta de la fiebre a un antitérmico tampoco da pistas sobre si la causa de la infección es un virus o una bacteria.
  8. No se aconseja alternar paracetamol con ibuprofeno si un niño tiene fiebre.
  9. Si tu hijo tiene fiebre es conveniente que le quites algo de ropa, le administres un antitérmico y está incómodo y que le ofrezcas frecuentemente líquidos para que no se deshidrate.
  10. En caso de que tu hijo tenga fiebre y sea menor de 3 meses debes acudir al hospital. También aquellos con malestar general, dificultad respiratoria o manchas en la piel.
  11.  Es prudente que los niños con fiebre no acudan al colegio/guardería y se queden en casa hasta que hayan mejorado.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces:

Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:


Para terminar te dejamos con uno de nuestros #Pediconsejos para que sepas comó actuar cuando tu hijo tenga fiebre.

sI TU HIJO TIENE FIEBRE

La prueba del talón

Tras el nacimiento de un recién nacido, durante el ingreso en el hospital, se llevan a cabo una serie de pruebas que tratan de detectar enfermedades que podrían condicionar la salud del niño tanto a corto como a largo plazo. De esta forma se continúa con el trabajo que realizaron los ginecólogos durante el embarazo en busca de posibles alteraciones en el futuro bebé.

Sin embargo, ciertas alteraciones no son detectables dentro de la tripa de las futuras mamás y requieren del estudio en el niño una vez que ha nacido. Por ejemplo, un pediatra debe explorar a todo recién nacido tras las primeras horas de vida para confirmar que la adaptación a la vida extrauterina ha sido adecuada y no presenta ninguna alteración física destacable. Dentro de estas medidas preventivas, también se administra vitamina K para prevenir la enfermedad hemorrágica del recién nacido y una pomada ocular con antibiótico para prevenir la conjuntivitis neonatal.

Entre esas acciones que buscan la detección precoz de enfermedades, dos de ellas tiene especial importancia y se conocen como pruebas de screening. Por un lado, el cribado auditivo neonatal, que permitirá saber si el recién nacido presenta algún tipo de sordera, y por otro, el cribado neonatal para enfermedades endrocrino-metabólicas, que comúnmente se conocen como Prueba del talón. En este post hablaremos de esta última.

¿Qué tipo de enfermedades busca esta prueba?

La prueba del talón es una prueba de screening, es decir, trata de encontrar en un grupo de niños aparentemente sanos, algunos que podrían tener una enfermedad en concreto. Esta prueba no busca todas las enfermedades conocidas, solo unas cuántas (bastantes) pero que deben cumplir una serie de requisitos:

  • Debe ser una enfermedad que si no se detecta a tiempo puede causar la muerte o graves lesiones físicas y/o mentales de la que se conoce la evolución esperada sin tratamiento. Debe existir un periodo de latencia entre el nacimiento y el desarrollo de síntomas.
  • El diagnóstico precoz de la enfermedad debe ser coste/efectivo, es decir, que sea más rentable la prueba de cribado y las intervenciones derivadas que esperar a que el paciente tenga síntomas.
  • La prueba de cribado debe ser simple, segura, valida, fiable y eficiente. Además, debe ser aceptada por la población diana.
  • Debe existir un tratamiento curativo, al menos parcialmente, asequible y fácil de aplicar que realmente merezca la pena aplicar antes de que el niño presente síntomas.
  • La enfermedad debe ser relativamente frecuente (al menos 1 entre cada 15.000 recién nacidos) y la prueba debe aplicarse al mayor número de recién nacidos posible, idealmente a todos para que el programa sea realmente eficaz.

En resumen, son enfermedades que al nacer el niño no se pueden diagnosticar hasta pasado un tiempo (a veces días, otras veces años…) pero que con una intervención y/o tratamiento precoz antes de que produzcan síntomas se puede cambiar de forma muy importante el pronóstico de dicha enfermedad.

¿Qué enfermedades concretas detecta?

Desde el inicio de este programa de cribado, el numero de enfermedades que detecta la prueba ha ido creciendo. Desde el año 2013, en todas las comunidades autónomas se debe realizar el diagnóstico de al menos siete:

  • Hipotiroidismo congénito
  • Fenilcetonuria
  • Fibrosis quística
  • Deficiencia de acil coenzima A deshidrogenada de cadena media (MCADD)
  • Deficiencia de 3-hidroxi acil-CoA deshidrogenasa de cadena larga (LCHADD)
  • Acidemia glutárica tipo I (GA-I)
  • Anemia falciforme.

Sin embargo, dependiendo de la comunidad autónoma donde vivas, puede que en tu hijo se realice el cribado de más enfermedades, por ejemplo en Madrid se detectan diecinueve.

Estas fotos de arriba corresponden a los cartones de recogida de muestras de la Comunidad de Madrid.

¿En qué consiste la prueba?

Si coloquialmente se la llama «prueba del talón» por algo será, ¿no?.

Esta prueba utiliza una pequeña muestra de sangre extraída tras una incisión con una lanceta en el talón para detectar la presencia en sangre de un marcador de las enfermedades antes mencionadas en un laboratorio especializado.

Para ello, se depositan en un papel absorbente unas pocas gotas de sangre que se remitirá al laboratorio antes mencionado. El talón no debe apoyar en el cartón y la gota de sangre debe caer sobre el mismo. La toma de la muestra se realiza a las 48 horas de vida del recién nacido. Recordad que es muy importante que rellenéis bien los datos en el cartón para luego poder recibir los resultados.

En esta secuencia de imágenes podéis ver cómo es el procedimiento completo.

img_1808img_1809img_1810img_1811img_1812img_1813img_1814

Es importante que la prueba se intente realizar mientras el niño está enganchado al pecho de la madre ya que le sirve como analgesia y no suele quejarse en exceso. En caso de niños que no reciban lactancia materna, se les puede ofrecer la succión no nutritiva de un chupete.

Para aquellos que estéis preocupados por la pruebas, tenéis que saber que se realiza a millones de niños en todo el mundo a diario sin que presente grandes complicaciones.

En las siguientes fotos puede verse el aspecto del cartón con la sangre una vez impregnada.

img_1816img_1815

¿Cómo reciben los padres los resultados?

Como hemos dicho, los laboratorios especializados realizan el estudio de las muestras enviadas. En le caso de que el resultado sea normal, se envía a los padres por correo ordinario el resultado de los análisis.

En el caso de que se detecte alguna alteración, en la gran mayoría de los casos no significa que el niño tenga la enfermedad en concreto, sino que se necesitan más pruebas para establecer el diagnóstico definitivo. En estos casos, el laboratorio contactará por vía telefónica con los padres para indicarles a dónde acudir para la extracción de una nueva muestra y poder establecer  un diagnóstico definitivo e iniciar un tratamiento precoz. Puede ocurrir que finalmente no se confirme la enfermedad, denominándose entonces como un «falso positivo».

En el caso de que la muestra fuera insuficiente para su análisis o los resultados iniciales fueran dudosos, también se informaría a los padres para una nueva extracción.

Supuestamente no existen «falsos negativos» con este tipo de pruebas, por lo que si recibes la carta y pone que tu hijo no presenta la enfermedad puedes quedarte muy tranquila porque es casi imposible que la prueba falle.

img_2063

Ejemplo de pruebas metabólicas normales en la Comunidad de Madrid

Un poquito de historia

Y para acabar, un poco de historia sobre esta prueba y su recorrido con el paso de los años..

El cribado neonatal de las enfermedades endrocrino-metabólicas no es algo nuevo. En nuestro país, en el año 1967, el Doctor en Farmacia Don Federico Mayor Zaragoza inició en Granada lo que en el año 1978 cuajaría en el llamado «Plan Nacional de Prevención de la Subnormalidad Infantil«. Entre las medidas que se proponían figuraba el establecimiento de una red técnica que permitiera la detección precoz de alteraciones metabólicas en el recién nacido. Las primeras enfermedades que se estudiaron fueron la fenilcetonuria y el hipotiroidismo congénito, las cuáles causan retraso mental en los niños, de ahí el nombre que se decidió  para el plan nacional que, a todas luces, hoy en día sería inadmisible.

Sin embargo, el programa tardó en coger marcha por falta de presupuesto. En el año 1982 fueron transferidas las competencias para el desarrollo de dichas medidas a las comunidades autónomas y no fue hasta el año 1990 en que el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud convirtió dicho plan en el «Programa Integrado de Salud Materno-Infantil», como se puede leer en este documento del Ministerio de Sanidad. En dicho documento se establecían las actividades mínimas para la prevención de la minusvalía psíquica, término mucho más adaptado a nuestro tiempo. Entre ellas figura el «diagnóstico precoz de enfermedades hereditarias consistente en la detección, en los primeros días de vida, de alteraciones metabólicas, endocrinas u otras que lleven deterioro somático o psíquico del niño», lo que hoy en día se conoce como «Programas de Cribado Neonatal de Enfermedades Endocrino-Metabólicas», popularmente conocidas como «pruebas del talón» y que persiste como prueba básica en nuestros días,


En resumen, la prueba del talón es una prueba que detecta de manera precoz una serie de enfermedades graves que tratadas a tiempo presentan un mejor pronóstico. Es muy importante que accedáis a que sea realizada en vuestros hijos ya que puede marcar la diferencia entre tener un hijo con una enfermedad grave o un hijo con una enfermedad grave pero con buen pronóstico.

Otros enlaces de interés:

El colecho, ¿es seguro para mi bebé?

Hace poco publicamos en uno de nuestros Pediconsejos, una infografía sobre la muerte súbita del lactante (SMSL, os la hemos dejado al final del post). En ella, entre los factores de riesgo para dicho síndrome, figura el colecho. Much@s os habéis sorprendido y nos habéis preguntado que por qué ocurre esto y que si realmente es peligroso practicar colecho con vuestros hijos. Hemos decidido dedicar un post entero a la relación entre el colecho y la muerte súbita para despejar dudas y que podáis decidir si queréis practicarlo con toda la información a vuestra mano.

Pero vamos por partes…

¿Qué es el colecho?

Como su propio nombre indica, el colecho es compartir regularmente la cama con el bebé para dormir. Esta forma de descansar ha sido practicada desde hace muchíiiisimos años por la humanidad, tanto en culturas antiguas como en actuales. Con ello, el bebé pasa los primeros meses de su vida muy cerca de su madre lo que garantiza un buen apego y facilidad para la lactancia materna.

Últimamente está en boca de todos porque cada vez son más las familias de nuestro entorno que deciden practicarlo, ya no solo como una forma de descanso sino como una parte importante del modelo de crianza que han elegido para sus hijos.

Pero como bien sabéis, éste que leéis no es un blog sobre crianza, es un blog sobre pediatría así que no esperéis una defensa a ultranza sobre si el colecho es mejor para vuestro bebé ni una condena sobre lo malo que puede ser en cuanto a la crianza se refiere.  Eso se lo dejamos a los neuropsicólogos infantiles que saben mucho más sobre el tema: por ejemplo podéis buscar información en internet sobre el tema del colecho de Alvaro Bilbao, autor del blog y el libro El cerebro del niño explicado a los padres, o de Albert Soler, creador de las Píldoras de psicología (una en concreto sobre el colecho que es un buen resumen), ambos muy didácticos y con mensajes claros y directos.

Al final, la decisión de cómo criar a un niño debe ser tomada por sus p/madres después de sopesar qué es lo que creen que es mejor para ellos y elegir un modelo de educación. Por lo que respecta a este blog, solo comentaremos las implicaciones que puede tener en la salud de los niños.

15748049_7033cc23a5_o

Mamá y su bebé practicando colecho

¿Y qué es el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante?

Aunque se desconoce la causa, la definición más aceptada es aquella «muerte súbita de un niño de menos de un año de edad, que ocurre aparentemente durante el sueño y que permanece sin explicación después de la realización de una minuciosa investigación postmortem, que incluye la práctica de la autopsia, examen del lugar del fallecimiento y revisión de la historia clínica». Esta definición la podemos encontrar dentro del Libro Blanco de la Muerte Súbita Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y que podéis consultar en este Link.

Pese a que no se conoce la causa, se han conseguido identificar algunos factores de riesgo para que ocurra así como otros protectores para no padecerlo. Entre todos ellos, tanto la lactancia materna como poner a los niños a dormir boca arriba son de los más conocidos. De hecho, desde que a finales de los años 90 se hicieron campañas para que los niños durmieran boca arriba se ha conseguido disminuir drásticamente la incidencia, actualmente 0,5-1 casos por cada 1.000 recién nacidos vivos. En España esto significa unas 100 muertes al año.

También se sabe que cuando sucede una muerte súbita coinciden al menos 2 factores de riesgo en el 95% de los casos, lo que pone de manifiesto el origen multifactorial de este síndrome. Pero además, no se puede prever qué niños lo padecerán a pesar de que en ellos concurran muchos de los factores de riesgo y pocos de los protectores.

Otra dato importante sobre el SMSL es que la mayoría de esos factores protectores y de riesgo han sido extraídos de estudios de «poca calidad». Esto se debe a que, afortunadamente, existen pocos casos de SMSL lo que permite sacar de ellos conclusiones limitadas. Pero además, estos estudios son retrospectivos. En este tipo de estudios estadísticos lo que se hace es evaluar qué ha ocurrido después de que haya acontecido el suceso, y así intentar dar una explicación. Como hemos dicho este tipo de estudios no son los mejores para establecer relaciones pero el SMSL es una patología compleja que en muchos casos no permite hacerlo de otra forma.

dakota-corbin-272274-unsplash

Bebé durmiendo boca abajo, uno de los factores de riesgo más importantes para el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante

¿Y qué pasa entonces con el colecho y la muerte súbita?

El documento antes citado así como las recomendaciones de consenso del Comité de Lactancia Materna de AEP cuenta entre los factores de riesgo para la muerte súbita del lactante al colecho. Este Comité recomienda que los lactantes menores de seis meses duerman en «su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres» como forma más segura para dormir, lo que disminuiría el riesgo de muerte súbita en más del 50%. Esto es así porque en algunos estudios del tipo que os hemos contado se encontró esa relación (quizá el más conocido es éste de aquí, que afirma claramente que existe esa relación directa entre el SMSL y el colecho). Otro organismo importante que opina parecido es la Academia Americana de Pediatría. Os podéis imaginar que por tanto algunos pediatras se laven las manos y digan «no hagáis colecho, que es peligroso», pero las cosas no son tan fáciles como eso.

El problema (y el debate) se plantea cuando otros estudios afirman que el colecho aumenta las tasas de éxito de lactancia materna. También es conocido que la propia lactancia materna supone un factor protector contra el SMSL. Esto ha llevado a plantearse a otras asociaciones como la IHAN (Iniciativa para la Humanización del Nacimiento y la Lactancia, auspiciada por UNICEF) y la Liga de la Leche, que el colecho realizado en el contexto de lactancia materna quizá no aumentaría ese riesgo de muerte súbita e incluso se podría recomendar como medida que potencie la lactancia materna. En este otro artículo de la Asociación Española de Peditría de Atención Primaria podéis leer más sobre el tema.

No resulta difícil de entender que, si por un lado parece bueno pero por otro malo, en este mundo que vivimos tan polarizado en el que cuesta encontrar el punto medio, hayan salido a la palestra defensores extremos del colecho y sus beneficios y también detractores.

En nuestra opinión, son dos caras de la misma moneda. Nosotros preferimos hablar de «colecho seguro», ya que lo que sí que parece claro es que el colecho realizado bajo ciertas circunstancias concretas no tendría por qué suponer mayor riesgo para sufrir una muerte súbita. Por ejemplo, estas fotos de abajo son las típicas situaciones en las que el colecho debería de evitarse como veréis más adelante.

¿Qué es lo que tengo qué hacer entonces para que sea seguro hacer colecho con mi bebé?

Si consultamos lo que opinan el Comité de Lactancia de la AEP y la IHAN, como grandes defensores en nuestro país de la lactancia materna, a primera vista podrían parecer contradictorias.

Como hemos dicho, el Comité recomienda que los niños duerman en una cama diferente a sus padres, mientras que la IHAN resalta que no existe evidencia para decir que el colecho se relacione con el SMSL.  Lo más interesante es que ambas asociaciones resaltan que el colecho se debe realizar SOLO bajo ciertas circunstancias y siempre que al bebé se le alimente con lactancia materna y no con artificial, debiendo evitar ciertas situaciones concretas. Es decir, no todas las mamás estarán en posición de poder realizar colecho con todas las garantías.

En este sentido el Comité de Lactancia Materna recomienda que NO se realice colecho en estas circunstancias (y citamos textualmente):

  • Lactantes menores de tres meses de edad.
  • Prematuridad y bajo peso al nacimiento.
  • Padres que consuman tabaco, alcohol, drogas o fármacos sedantes.
  • Situaciones de cansancio, especialmente de cansancio extremo, como el postparto inmediato.
  • Colecho sobre superficies blandas, colchones de agua, sofá o sillones
  • Compartir la cama con otros familiares, con otros niños o con múltiples personas.

En cuanto a la IHAN, ellos recomiendan que el colecho NO lo realicen (y también citamos textualmente) «madres en las que la lactancia natural esté contraindicada por algún motivo (por problema materno o neonatal) o para las que, aun pudiendo amamantar, precisan tomar medicación que pudiera alterar la normalidad del sueño natural». Además recomiendan que se eviten ciertas prácticas en el caso de que «se decida dormir con el bebé porque pueden convertir el colecho en poco seguro» como:

  • Compartir el sueño con el lactante en superficies poco seguras: colchones blandos, sofás o sillones o con edredones o almohadas en la cama.
  • Ofrecer al recién nacido o lactante leche artificial.
  • Tomar medicación para dormir.
  • Fumar o tomar alcohol o drogas ilegales.
  • Compartir la cama con otras personas que no sean los padres biológicos (otros hijos o la pareja de la madre).

Como habéis podido leer no son posiciones tan enfrentadas como mucha gente os hará creer ya que ambas abogan porque el colecho se realice SOLO si existen las garantías suficientes de que sea una práctica segura.

family-2610205_1280

Colecho seguro (incluso con el rímel…)

Entonces, ¿Cuál debería ser mi decisión?

Lo que sí está claro es que la decisión última de si una familia quiere hacer colecho debe ser tomada por los padres. Tendrán que ser ellos los que decidan si quieren una forma más cercana de crianza o simplemente prefieren tenerlo en la cama cerca para no levantarse por las noches a coger al niño cuando haya que darle de comer o dormir. Ambas dos son igual de válidas como también lo es la decisión de los padres que prefieren no practicarlo.

Los pediatras somos los que tendremos que asesorar e informar sobre si en las circunstancias concretas de cada pareja supone una práctica segura o no, y nunca juzgarles independientemente de la decisión que tomen.

Por ejemplo, un pediatra nunca debería recomendar el colecho a una familia que alimenta a su hijo con lactancia artificial o que fuma. Tampoco a padres con hijos prematuros o con otras enfermedades. O a una madre que toma un antihistamínico (medicamento para la la alergia que puede provocar sueño). El colecho debería realizarse siempre en una cama firme, boca arriba y no en un sofá para dormir una «siestecita». Como veis estas son circunstancias que por sí mismas son factores de riesgo para el SMSL y por tanto no deberían combinarse con el colecho.


A modo resumen, esperamos que después de todo lo leído, hayáis entendido que de lo que se trata es de realizar colecho con garantías, en el que no confluyan factores de riesgo y existan el máximo de factores protectores para el SMSL. Bajo estas circunstancias estarías practicando un «colecho seguro».

En este link tenéis un documento de la Liga de Leche a modo de check list para comprobar si cumplirías con los requisitos para hacer un colecho seguro.

Por cierto, todas estas recomendaciones/advertencias están realizadas para niños menores de un año (y si me apuran de seis meses) ya que el SMSL se produce por debajo de esta edad y se supone que por encima del año no hay riesgo de que ocurra.


Os dejamos aquí el Pediconsejo del que os habíamos hablado y en un futuro haremos un post sobre el SMSL explicando bien qué es y cuáles son sus factores de riesgo.

muerte subita del lactante.jpg

El copyright de la imagen de cabecera de este post pertenece a Melanie Parejo McWey bajo una licencia CC BY-NC-ND 2.0. El copyright de las imagines del mosaico pertenece (por orden de arriba abajo y de izquierda a derecha): ex.libris (licencia CC BY-NC-ND 2.0), Ross Burton (licencia CC BY-NC-ND 2.0), Sean Donohue (licencia CC BY-NC-ND 2.0) y Matt (licencia CC BY-ND 2.0).

El chupete, ¿amigo o enemigo?

Una de las grandes preocupaciones de los p/madres de niños pequeños es no saber calmar el llanto de su hijo o que la hora de dormir se prolongue hasta el infinito… En estos casos, el chupete es un gran aliado ya que es capaz de disminuir el dolor de un niño que se ha dado un golpe así como ser una magnífica ayuda para que los niños concilien el sueño. Sin embargo, no todo son bondades ya que está demostrado que puede influir en el fracaso del inicio de la lactancia materna así como dar lugar a problemas en la dentición a largo plazo.

Debido a estas discrepancias sobre si su uso es bueno o malo, existe un debate abierto sobre si los beneficios del empleo del chupete supera a los riesgos. Este debate es terreno abonado para que tanto profesionales como p/madres duden si debe emplearse en bebés o no. Con este post intentaremos despejar dudas y explicaros cuáles son las recomendaciones actuales sobre el empleo del chupete.

El chupete en los primeros días de vida, un enemigo a evitar

La Organización Mundial de la Salud recomienda que durante los primeros 6 meses de vida de un niño reciban de manera exclusiva lactancia materna. Entre todos los factores que pueden influir de forma negativa en que una madre no consiga afianzar la lactancia materna y mantenerla se encuentra el uso del chupete.

Existen estudios en los que se ha relacionado el empleo precoz del chupete con un fracaso de la lactancia materna y también con el destete temprano. Tal es así que la Iniciativa para la Humanización y Asistencia al Nacimiento y la Lactancia (iHAN, asociación que promueve la lactancia materna a nivel mundial auspiciada por UNICEF) incluye en una de sus directrices «no dar a los niños alimentados al pecho biberones, tetinas o chupetes » en un intento de proteger y potenciar la lactancia materna.

A esto se añade la hipótesis de que el empleo precoz del chupete supone un marcador de dificultades para la lactancia o de una escasa motivación para dar el pecho. Serían madres que, al afrontar la lactancia sin ganas o con miedo por el dolor u otros aspectos, ofrecen el chupete a sus hijos desde el principio para no sentirse obligadas a dar el pecho frecuentemente en el caso que el niño pidiera mucho.

De esta forma no podemos decir que el empleo del chupete sea bueno desde el primer día ya que estaremos haciendo un flaco favor a una madre que desea amamantar a su bebé y necesita de nuestra ayuda y apoyo para conseguirlo.

El síndrome de confusión tetina-pezón

La forma en la que se succiona un pecho no es igual a la que se emplea para succionar un chupete. Por ello, una madre en la que la lactancia materna no esté bien establecida y el bebé esté todavía «aprendiendo» a engancharse, si le ofrecemos un chupete puede dar lugar a lo que se conoce como «Síndrome de confusión tetina-pezón» e influir negativamente en el establecimiento de la lactancia materna.

Por ello, debemos posponer la introducción del chupete hasta que hayamos comprobado que el bebé se engancha de forma adecuada y la madre tiene una producción de leche suficiente. A este respecto, la mayoría de las sociedades científicas recomiendan esperar hasta el mes de vida para empezar a usarlo, como por ejemplo la Academia Americana de Pediatría y la Asociación Española de Pediatría (AEP).

El chupete en inglés se llama «pacifier» (pacificador)

Pero no todo lo que concierne al chupete son pegas, hay también demostrados aspectos positivo en su utilización.

La succión no nutritiva (cuando succionamos pero no comemos) da lugar a la secreción de endorfinas, moléculas naturales que hacen que un niño se relaje. Esto sucede tanto en niños mayores que se han podido enrabietar por un golpe o antes de dormir y en aquellos que estén ingresados en un hospital (como los niños prematuros). Quizá por este efecto, la traducción de chupete al ingles es «pacificador».

Este efecto relajante es especialmente útil en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales donde se recomienda su empleo (siempre que no este la madre para ofrecer el pecho a su hijo) ante cualquier procedimiento doloroso (como son las extracción de un análisis de sangre o las pruebas del talón), como se puede leer en los protocolos sobre el dolor de la Sociedad Española de Neonatología.

El chupete como factor protector de la muerte súbita del lactante

No se conoce cuál es el mecanismo por el que el uso del chupete se encuentra entre los factores protectores frente al síndrome de muerte súbita del lactante, pero existe evidencia suficiente como recomendar su empleo tanto en la siesta como en la noche con ese objetivo. Si tenemos en cuenta que puede interferir con el inicio de la lactancia, lo recomendable seria empezar a ofrecerlo a partir del mes de vida, pero nunca forzando al niño a que lo coja.

Entre otros factores que disminuyen el riesgo de muerte súbita del lactante encontramos el dormir al bebé boca arriba y la lactancia materna, como ya expuso en 2013 la AEP en el libro blanco de esta patología.

El chupete modifica la mordida de los dientes, pero de forma reversible si se retira pronto

Otro de los motivos por los que el chupete está tan perseguido es debido a sus efectos negativos sobre la dentadura de los niños pequeños.

El empleo del chupete, debido a la succión continua que el niño genera sobre él, da lugar a lo que se conoce como mordida abierta, donde los dientes superiores se separan dando un aspecto de dientes de conejo. Para que esto ocurra se debería mantener una succión sobre el chupete de al menos 6 horas al día durante varios meses.

Sin embargo, estos cambios en la dentadura infantil son reversibles siempre y cuando se retire el chupete antes de los 3 años de edad debido a la capacidad de moldeamiento y regresión que tienen los dientes de los niños antes de esta edad como nos recuerda la Sociedad Española de Odontología Pediátrica.

En base a esto, esta sociedad recomienda la retirada del chupete antes de los 3 años de edad mientras que la AEP rebaja esa edad al año de vida. No existe por tanto un consenso médico para decir de forma estricta cuándo es el mejor momento para hacerlo, pero seguramente se encuentre en entre el año y los tres años de vida.

La decisión debe ser tomada por los padres

Lo que si está muy claro es que deben ser los p/madres los que tomen la decisión de si desean que su hijo utilice chupete y cuándo retirarlo. Los pediatras debemos dar la información respecto a los pros y los contras, como los que habéis leído en este post, y tras ello, debemos respetar la decisión que tomen los padres más allá de que nos parezca bien o mal.

También hay que tener en cuenta que existen niños que por mucho que les ofrezcamos el chupete nunca lo cogen y lo escupen. En estos casos lo podemos seguir intentando aunque no está asegurado que acaben empleándolo.

Ante todo, seguridad

Si finalmente habéis decidido utilizar el chupete debéis elegir tanto un chupete como un portachupetes que cumplan con un mínimo de normas de seguridad. Lo mejor que podemos hacer es comprarlo allí donde nos aseguren que cumplen las normas de normas mínimas de fabricación y calidad.

Debemos evitar los chupetes que se desmonten en varias partes para así impedir que el niño se atragante con alguna pieza desprendida. Además, la parte externa del chupete, contará con «agujeros de ventilación» para evitar la asfixia en el raro caso de que el niño se lo trague.

Respecto a los portachueptes no debemos utilizar los que sean muy largos o tipo bucle que permita que se enreden alrededor del cuello y el niño se estrangule. En la cama o la cuna es mejor retirar el portachupetes como medida preventiva.


Teniendo en cuenta los aspectos más importantes de lo que os hemos contado, podemos resumir el empleo del chupete en las siguientes recomendaciones, tal y como nos apunta el Comité de Lactancia Materna de la AEP :

  • Debemos evitar el empleo del chupete en los niños amamantados al pecho hasta el mes de vida.
  • En caso de procedimientos dolorosos (analíticas, pruebas del talón…) ofrecer un chupete (siempre y cuando no esté la madre con el niño para ofrecerle el pecho).
  • Se recomienda el uso del chupete en los niños alimentados con lactancia artificial para disminuir el síndrome de muerte súbita del lactante.
  • La retirada del chupete debe realizarse entorno al año de vida.

Queda pendiente otro post sobre cómo retirar el chupete, cosa que, los que ya lo hayáis intentado, puede resultar agotadora.