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Trabajar la paciencia de los niños

Reloj de arena

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

¿Cuántas veces os habéis visto diciendo a vuestros hijos ‘espera’ y no han aguantado ni cinco segundos y ya estaban pidiendo algo otra vez?

La verdad es que los niños gestionan el tiempo de una forma diferente a los adultos, ya que es un concepto abstracto que debemos aprender y entender a medida que nos hacemos mayores. Si a esto sumamos que su capacidad de autocontrol no se termina de desarrollar hasta bien entrada la adolescencia, lo más probable es que sigan insistiendo sin parar hasta que de una forma u otra consigan lo que se han propuesto. Sin embargo, darles herramientas con las que puedan aprender a gestionar el tiempo, y con ello trabajar la paciencia, es una tarea que los padres deberías potenciar y facilitar en nuestros hijos.

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¿Influyen mis emociones al bebé durante el embarazo?

No es raro escuchar en boca de mucha gente frases como «habla con tu bebé, aunque esté dentro de la tripa de escucha» o «tu estado emocional durante el embarazo puede influir en el desarrollo de tu hijo». pero, ¿cuánto de cierto hay en ellas?.

Estas afirmaciones podrían tener sentido ya que el feto se trata de un ser vivo en formación con la capacidad de sentir y percibir ciertos estímulos incluso semanas antes del nacimiento. No en vano, los recién nacidos prematuros sienten dolor cuando se les extrae una analítica o se tranquilizan al hacer canguro con sus padres aunque hubieran nacido varios meses antes de lo que les tocaba. Esto pone de manifiesto que los fetos perciben de alguna forma los estímulos que reciben dentro del vientre de sus madres.

Pero no solo son sensibles a estímulos como un sonido fuerte o un golpecito en la tripa. Todo lo que les rodea dentro de útero materno es capaz de dar lugar a un cambio en el futuro ser. En esta línea podemos leer en la web de la Asociación Española de Psicología Perinatal que «todo lo que ocurre en el embarazo, parto y postparto influye en la vida de las personas», debido a la adaptabilidad que presenta el cerebro a los cambios en el entorno que les rodea, incluso desde antes del nacimiento.

Desde hace ya muchos años existe un gran interés en estudiar el desarrollo humano invirtiéndose en él grandes esfuerzos científicos. Con ello, se busca fomentar una buena salud, además de prevenir la enfermedad, tanto en el ámbito de la medicina como en el de la psicología. En este último, ha sido hace pocos años cuando los estudios han ampliado su foco de observación y análisis a cómo la predisposición genética de cada uno se ve afectados por factores ambientales antes del nacimiento. En este contexto surge la llamada psicología gestacional y perinatal, aquella que se interesa por todos los aspectos psicoafectivos relacionados con la concepción, el embarazo, el parto, el postparto y la crianza temprana.

A nosotros, tanto como padres como pediatras que estamos frecuentemente en contacto con futuras madres, este tema siempre nos ha resultado muy interesante. Pero como sabéis, no nos gusta escribir o publicar en este blog temas en los que no somos especialistas y carecemos de las herramientas para poder hacer una búsqueda de información en condiciones. Por fortuna, la hermana de Elena, Cristina Blanco Iglesias, es psicóloga y se ofreció a preparar un texto para conocer cuánto de cierto hay en eso de «mi bebé me siente desde antes de nacer» y cómo pueden influir las emociones en la relación de una madre embarazada con su futuro niño. Esperamos que os guste.


El embarazo, punto de partida en la relación madre-hijo

El embarazo es el punto de partida de un proceso de adaptación psicológica y emocional en el que las personas comienzan la construcción de una nueva identidad, como futuras madres o futuros padres. Son 9 meses en los que imaginan, reflexionan, se proyectan diciendo y haciendo, cambian actitudes… Y con una naturalidad que, a veces, queda inadvertida, también experimentan cambios en sus emociones. Sienten alegría, miedo, ilusión, preocupación, amor, desconcierto -entre otras muchas cosas- de una forma nueva y en relación con un futuro ser que, sin conocerlo, ya forma parte de sus vidas.

La idea de que la mente y el cuerpo están conectados -y que el equilibrio entre ambas partes es fundamental- ha de estar especialmente presente durante todo el embarazo. Si la madre se siente bien, es decir, si su estado físico y mental es bueno, sus relaciones son positivas y su entorno resulta favorable, es fácil deducir que el feto se verá favorecido por ello.

Por ello, se recomienda que durante el embarazo se preste una atención especial a cuestiones tan importantes como la alimentación, la actividad física y el descanso. Asimismo, cada vez es más frecuente que estas recomendaciones vayan acompañadas de un cuidado del estado emocional de las futuras mamás, y de un control de su nivel de activación, de tal manera que se reduzcan al máximo las situaciones estresantes.

El estrés materno influye en el feto

Cuando las personas nos vemos ante situaciones que sentimos que nos sobrepasan -a nivel físico, emocional, o ambas- nuestro cuerpo libera entre otras una sustancia llamada cortisol. Esta sustancia es conocida como la hormona del estrés y su función es llevar al cuerpo a un estado de activación que nos ayude a enfrentarnos a esas situaciones estresantes. Sin embargo, es sabido que unos niveles en sangre demasiado altos de esta hormona, o durante periodos prolongados, puede llegar a ser nociva para el organismo que lo produce.

Vivette Glover es una reputada psicobióloga perinatal, una de las más importantes investigadoras contemporáneas en este campo. Tras diversos estudios científicos, afirma de manera sólida que “el modo en que un feto se desarrolla en el útero afecta al futuro niño durante toda la vida».  Uno de los pilares sobre los que se sustenta esta afirmación son sus investigaciones sobre los niveles de cortisol maternos, producidos en respuesta al estado emocional y físico de la madre durante el embarazo. En sus estudios ha llegado a asociar los niveles de cortisol presentes en la placenta con alteraciones en la capacidad de aprendizaje durante la infancia junto a otras dificultades y trastornos psicoafectivos (link), extendiendo también la asociación a la relación de apego entre la madre y su bebé (link). Esta experta tiene frases tan contundentes como que «se ha visto que cuanto más alto es el nivel de cortisol en el líquido amniótico que rodea al bebé, más bajo es el coeficiente intelectual del futuro niño. Es una prueba de que los niveles altos de cortisol afectan al cerebro en formación y, por ende, a la capacidad de aprendizaje».

Un campo todavía por explorar

Hoy por hoy, se siguen llevando a cabo investigaciones que puedan determinar de qué manera y en qué medida esto ocurre.

Un ejemplo de ello es el estudio de la relación de pareja y el impacto que tiene ésta para el feto durante el periodo gestacional (link). En este sentido se ha demostrado que el apoyo paterno durante el embarazo –o falta de él- influye directamente en el bienestar físico y mental de la madre, y por tanto en el del futuro bebé.

En este sentido se están desarrollando multitud de estudios que buscan asociar una situación concreta que ocurre durante el embarazo con posibles alteraciones en el futuro bebé. Ejemplos de ello serían la forma y el estrés en la que el parto se produce (link) o los efectos del estrés derivado de la dedicación laboral de las mujeres profesionales embarazadas (link, link, link). La Dra. Glover apunta a la necesidad de continuar investigando para permitir elevar conclusiones suficientemente contrastadas, de manera que sean tenidas en cuenta a la hora de diseñar e implementar procedimientos y protocolos de atención integral a las mujeres y sus bebés durante el embarazo.

¿Y qué podemos hacer nosotras que estamos embarazadas?

Seguro que habéis escuchado en varias ocasiones que ponerle música al feto es bueno; hay estudios que así lo apuntan (link). ¿Pero habéis pensado alguna vez que besar y abrazar la barriga de la madre también puede serlo?

En este sentido, la Vivette Glover ha llegado a afirmar que «hoy en día existen muchas pruebas, muchas investigaciones que demuestran que el modo en que el bebé se desarrolla en el útero afecta al niño durante toda la vida. Y la manera en que el bebé se desarrolla en éste depende del estado de la madre, de su alimentación y de sus emociones» y que » la ansiedad sufrida durante el embarazo duplica el riesgo de que el niño padezca ansiedad o trastornos de conducta durante la infancia».

Somos muchos los profesionales de la psicología que pensamos que el estrés puede llegar a tener un efecto negativo sobre el desarrollo neurológico del feto. Si por el contrario, le exponemos a estados relajados y a emociones positivas muy probablemente podremos evitarlo. Es una más de esas pequeñas acciones que madres y padres podéis llevar a cabo antes del nacimiento de vuestras hijos, que además de generar bienestar, contribuirá a construir los cimientos de una relación positiva entre vosotros.

«Hablad y acariciad a vuestros hijos con amor y tranquilidad, incluso antes del nacimiento»

Si os ha interesado este tema, os recomendamos ver la entrevista llevada a cabo por Eduardo Punset a Vivette Glover, en el programa REDES (2012).


Tambien podeis consutlar los siguientes recuersos: