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¿Cuándo debería introducir los sólidos a mi bebé?

Desde hace años se sabe que la leche, sea esta materna o artificial, cubre de forma adecuada las necesidades de un niño sano hasta los seis meses de vida. Sin embargo, a partir de esa edad, la leche no es suficiente, por lo que resulta necesario que el bebé empiece a comer otros alimentos que cubran sus requerimientos nutricionales, dando paso a lo que conocemos como alimentación complementaria. De forma práctica, esto quiere decir que llega un momento en la vida de todo niño en el que se tiene que enfrentar a nuevas texturas ya que, salvo la leche, la gran mayoría de los alimentos que comemos los humanos son sólidos o semisólidos. La forma tradicional de comenzar con la alimentación complementaria desde hace cientos de años ha sido con purés o triturados en los que se mezclaba todo junto, ya fueran diversas frutas o verdura con carne o pescado. Y así, con purés y papillas, podían pasar meses hasta que a alguno de sus familiares se le ocurría que quizá había llegado el momento de ofrecerle algún alimento algo menos pasado por la minipimer y con una textura más sólida. Con un poco de suerte, el niño lo aceptaba de buena gana y antes de los dos años de edad habían conseguido que comiera «comida de mayores». Pero si la suerte no hacía acto de presencia, era (y es) muy frecuente ver como algunos niños no comían otra cosa mas que una simple crema de verduras preparada en casa en la que no podía haber ni una sola hebra de una triste judía verde. Tampoco era de extrañar que a estos niños les costara Dios y ayuda tragar cualquier otro alimento que no tuviera la textura de un puré. Esta alteración en la que se tiene «miedo» a probar nuevos alimentos se conoce como neofobia. Desde hace unos veinticinco años, existe otra forma de ofrecer la comida al niño ha ganado presencia y adeptos en todas partes del mundo. Se llama Baby Led Weanig (BLW) y seguro que ya la conocéis (nosotros publicamos un post sobre ella hace ya tiempo, link). Este método propone ofrecer a los niños desde los inicios de la alimentación complementaria, alimentos que sean capaces de masticar y tragar en forma de trozos enteros, respetando siempre su sensación hambre y saciedad y siendo ellos los encargados de agarrar los alimentos y llevárselos a la boca. El BLW parece que adelanta a los niños a lo que la forma tradicional consigue llegar un poco más tarde: que los niños coman como adultos. Creo profundamente que la forma de dar de comer a niño debe ser elegida por los padres de tal forma que se sientan cómodos a la hora de preparar los alimentos y ofrecérselos a sus hijos. Tan válido puede ser el BLW como la forma tradicional si ambos, al final, nos llevan al mismo sitio. Pero no perdamos el Norte, que este post trata de cuándo es necesario empezar con los sólidos en los niños. En el caso del BLW está claro que es desde el principio, pero ¿y en el método tradicional? ¿Cuándo deben los padres empezar a ofrecer sólidos o semisólidos a los niños?

El niño mayor que sólo quería purés y papillas

Decía hace unos párrafos que con mala suerte es probable que un niño que estaba siendo alimentado de forma tradicional rechazara los alimentos nuevos que no habían sido preparados en forma de puré o papilla. Sería un niño que come sin problemas una crema de calabaza pero que a la hora de ofrecerle una calabaza cocida la escupe o se la saca de la boca. También aquel que toma con gusto un papilla con naranja, manzana y plátano pero que no hay quien le convenza para que ingiera esos manjares sin triturar y por separado. Y no me estoy refiriendo a un niño menor de un año. Ese niño con rechazo a las texturas es muy probable que tuviera más de doce meses, incluso dos, tres o cuatro años. Podríamos pensar que tampoco pasa nada. Que si al final toma los mismos alimentos en forma de puré o papillas y que, de forma milagrosa, tolera cuatro o cinco alimentos con otro tipo de texturas, dará igual, ya que la ingesta de calorías y nutrientes no tiene por qué ser muy diferente a la de un niño que ya come de todo. Por desgracia, esto no es así. Está demostrado que los niños que toman durante mucho tiempo toda su alimentación en forma de purés desarrollan de forma más frecuente aversión tanto por alimentos nuevos (neofobia) como por texturas nuevas, además de estar más predispuestos a desarrollar obesidad en la vida adulta. Como os podéis imaginar, a la larga, estos aspectos tendrían una gran influencia en el tipo de alimentación que estos niños realizarían de mayores así como en su salud y calidad de vida.

Entonces, ¿cuándo le introduzco los sólidos a mi hijo?

Llegados a este punto, parece importante que, independientemente del método empleado para alimentar a un niño, los sólidos y semisólidos deban introducirse pronto para que éste no desarrolle una aversión a las texturas y nuevos alimentos. Pero no penséis mal porque no se trata de pasar de un día para otro del cuenco de puré a una menestra de verduras o de una papilla de frutas a una macedonia. Aquí lo importante es que el niño reciba esas nuevas texturas antes de que llegue a un punto de no retorno. En su último documento sobre alimentación complementaria, la Asociación Española de Pediatría recomienda aumentar de forma progresiva la consistencia de los alimentos, comenzando con texturas grumosas y semisólidas, no más tarde de los ocho o nueve meses de edad. Además, hay que tener en cuenta que a partir de los doce meses, no debería haber ningún inconveniente para que los niños comieran los mismos alimentos del resto de la familia, evitando siempre aquellos con alto riesgo de atragantamiento como los frutos secos enteros.

¿Y cómo lo hago? ¿Por dónde empiezo?

Un buen comienzo es triturar menos el puré de verduras o la papilla de frutas. Es muy probable que las primeras veces el niño lo rechace, así que no perdáis la esperanza e insistid a lo largo de varios días. En cuanto a las verduras, también se pueden cocer durante más tiempo del normal para que queden muy blanditas y sea el niño el que las deshaga en la boca con poco esfuerzo. En cuando a las frutas, cuando están muy maduras son muy fáciles de chafar con un tenedor para luego ofrecérselas a vuestros hijos sin que hayáis tenido que triturarlas. Algo parecido pasa con las legumbres, que cuando están bien cocidas se pueden aplastar si no queréis ofrecérlas enteras. Con el paso del tiempo, el niño irá cogiendo práctica y le será más sencillo comer cualquier tipo de alimento y textura. Es comprensible que tengáis miedo a que el niño se atragante, pero recordad que los episodios de atragantamiento no son más frecuentes en los niños pequeños que toman sólidos de aquellos que toman triturados.

Alimentos prohibidos por riesgo de atragantamiento

Lo que sí que tenéis que tener muy en cuenta es que hay una serie de alimentos que no podéis ofrecer a vuestros hijos pequeños ya que corren el riesgo de atragantarse al no poder masticarlos. De forma general serán todos aquellos que penséis que el niño no puede aplastar con las encías o con la lengua contra el paladar. De forma práctica, si veis que sois incapaces de machacar un alimento con vuestros propios dedos, no se los deis a vuestros hijos. Hay muchos ejemplo a evitar, tantos que seguramente cualquier lista se olvidaría de alguno. Sirva esta como ejemplo de qué es lo que no debéis ofrecer a vuestros hijos:
  • Frutos secos enteros.
  • Manzana o zanahoria cruda.
  • Uvas, tomates cherry, aceitunas, cerezas o cualquier alimento redondo y pequeño sin cortar en cuartos.
  • Carmelos duros, gominolas o chicles.
  • Palomitas de maíz.
  • Salchichas.
La Asociación Española de Pediatría recomienda esperar hasta los tres años para que los niños puedan empezar con este tipo de alimentos, sin embargo, algunos pediatras prefieren esperar hasta los cinco o seis años para ello. De lo que no cabe duda es que, mientras sean pequeños, cuando vuestros hijos los coman deben estar supervisados.
En resumen, la introducción temprana de sólidos y semisólidos en la alimentación de un niño es necesaria para evitar conductas en las que los triturados se convierten en el único alimento que éste es capaz de comer. Además, con ello estamos potenciando un tipo de alimentación más variada y saludable como factor protector contra la obesidad en la etapa adulta. La introducción de estas texturas más grumosas puede hacerse de forma progresiva, nunca más tarde de los ocho o nueve meses, evitando los alimentos con alto riesgo de atragantamiento. El objetivo debería ser que el niño comiera la misma comida que un adulto a partir de los doce meses de edad.

Bibliografía

  • Recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría sobre la Alimentación Complementaria 2018 (Link).
  • Learning to eat: birth to age 2 y (Link).
  • The Feeding Infants and Toddlers Study 2008: opportunities to assess parental, cultural, and environmental influences on dietary behaviors and obesity prevention among young children (Link).
  • The timing and duration of a sensitive period in human flavor learning: a randomized trial (Link).

Dónde medir la fiebre de un niño

Termómetro

Fuente: Dos Pediatras en Casa

La fiebre es uno de los motivos de consulta más frecuentes en Pediatría, de hecho, la inmensa mayoría de los niños que acuden a Urgencias la presenta. En este blog ya hemos hablado en multitud de ocasiones sobre ella reforzando la idea de que la fiebre no es nada más -ni nada menos- que uno de los posibles síntomas asociado a una infección, como puede ser la diarrea y los vómitos en una gastroenteritis o los mocos en un catarro. También hemos hablado de su manejo o de cuál es el mejor termómetro para un niño, sin embargo, nos quedaba por rellenar el hueco de explicaros cuál es el mejor sitio para medir la fiebre, así que vamos con ello.

Temperatura central vs. Temperatura periférica

La temperatura que nos importa a los médicos es la temperatura corporal central, es decir, la temperatura del interior del cuerpo en donde se encuentran los órganos vitales. Ésta varía entre los 36,4-37,2ºC y es algo más elevada que la temperatura periférica. Sin embargo, debido a que los métodos para medir la temperatura central son muy invasivos, la temperatura que utilizamos habitualmente en nuestra práctica clínica es la temperatura periférica y es la que tenemos en cuenta a la hora de decidir si un niño tiene fiebre o no. La temperatura periférica es un reflejo de la temperatura central, ya que se ha comprobado en muchos estudios que la temperatura medida en diferentes partes del cuerpo como la axila, la boca, el recto, el oído o la frente… se correlaciona muy bien con la temperatura central. Sin embargo, no es lo mismo medir la temperatura periférica en cada una de estos sitios, por lo que debemos conocer las particularidades de cada uno de ellos.

Sitios en los que se puede medir la fiebre

Como decíamos, dependiendo de dónde midamos la fiebre tendremos que tener en cuenta unas cosas u otras. La temperatura rectal es la que se correlaciona mejor con la temperatura central y se considera normal valores entre 36,5 y 38ºC. Sin embargo, la medición en esta zona corporal puede entrañar riesgos por lo que no está recomendada de forma rutinaria. La boca, a nivel sublingual, es la otra zona del cuerpo que presenta una correlación excelente con la temperatura central aunque suele ser algo más baja que la rectal, con un rango de normalidad entre 35,5-37,5ºC. En este caso, es difícil medir la fiebre en dichas localización en niños pequeño ya que no suelen colaborar, además puede falsearse si están respirando rápido (muy habitual cuando un niño tiene fiebre o presenta dificultad respiratoria). La temperatura a nivel de la axila es fácil de tomar en casi cualquier niño. Sin embargo, la correlación con la temperatura central es peor que las dos anteriores debido a que la piel puede estar fría mientras que el interior de nuestro cuerpo está caliente o con fiebre. En España, es el método más empleado para medir la fiebre y es el que recomiendan la mayoría de las asociaciones de nuestro país. Se acepta como normal un rango entre 34,7-37,3ºC. Para la medición de la temperatura rectal, bucal o axilar se suelen emplear termómetros digitales o de galistán. El problema de ellos es que tardan uno o dos minutos en dar la medición, lo que hace que para los niños (o los padres que sujetan a los niños) sea relativamente incómodo. En los últimos años han aparecido nuevos sistemas de medida como la medición mediante infrarrojos. Este sistema de medición permite tomar la temperatura en otras partes del cuerpo como en el oído (temperatura de la membrana timpánica) o en la frente (temperatura de las arterias temporales). Son termómetros muy cómodos ya que dan la temperatura en pocos segundos sin que molestemos mucho al niño. La correlación entre la temperatura del oído es muy similar a la temperatura central. Sin embargo, los aparatos de medida de uso comercial que podemos tener en domicilio son poco precisos respecto a los que se utilizan en investigación, de hecho, los estudios en los que se comparan estos termómetros comerciales frente a los que miden la temperatura rectal han mostrado resultados contradictorios. El rango de normalidad aceptado es de 35,8-38ºC. En el caso de los termómetros de frente, la medición de la temperatura puede verse influenciada, por ejemplo, por el sudor, lo que se traduce en que su correlación con la temperatura rectal en los estudios realizados sea también contradictoria, en ocasiones más altas o más bajas que la de referencia. Por tanto, tampoco se recomiendan a la hora de tomar decisiones clínicas importantes. No se ha establecido un rango de medición, aunque muy probablemente sea similar al de la medición en oído.

Entonces, ¿dónde debería tomar la temperatura a mi hijo para saber si tiene fiebre?

Como has podido leer, existen varios sitios donde podemos medir la fiebre: el recto, la axila, la boca, la frente o el oído. Sin embargo, no existe un consenso claro entre las diferentes asociaciones de pediatría de dónde deberíamos medir la fiebre en los niños. En España, según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), los padres deberían medir la temperatura a sus hijos en la axila con un termómetro digital. En los hospitales o en los centros de salud, deberíamos utilizar la vía axilar como primer método de medida y, en el caso de que se necesite una medición más exacta, considerar la vía rectal en niños menores de 5 años o la bucal en los mayores de esa edad. Por el contrario, la Academia Americana de Pediatría (AAP) aconseja la medición rectal en domicilio de la temperatura en todos los menores de 5 años y la bucal a los mayores de esa edad. Tampoco es de la misma opinión el Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica (NICE) del Reino Unido, el cual cree que es aceptable la toma de la temperatura a nivel axilar en los menores de 4 meses, mientras que en los niños por encima de esa edad, además de la medición axilar, se podría emplear la del oído.
Quizá todo esto os parezca un lío. Que si varios tipos de termómetro, que si varios sitios donde se puede medir la temperatura, que si cada asociación dice una cosa… y, la verdad, no os falta razón. Creemos que lo más importante es ser prácticos y no complicarnos mucho la vida, que criar a nuestros hijos ya es de por sí muy complicado. En nuestra opinión, al igual que recomienda la AEPap, la axila debe ser el sitio de elección para que los padres midan la temperatura a sus hijos debido a la facilidad de este método y su seguridad. Y recordad, siempre va a ser mucho más importante cómo se encuentren vuestros hijos y su estado general para tomar la decisión de su darles o no un antitérmico que el grado de fiebre que marque el termómetro.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces: Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

Bibliografía:

  • Fever in infants and children: Pathophysiology and management. UpToDate (última revisión enero 2019).
  • «Fiebre: ¿cómo medir la temperatura?, ¿cuándo y cómo tratar la fiebre?» de la AEPap (link).
  • «Cómo tomarle la temperatura a un niño» de HelthyChildren.org, portal de información para padres de la AAP (link).
  • Fever in under 5s: assessment and initial management. Guía NICE (link).

Las primeras 48 horas de vida de un recién nacido

Hace tiempo publicamos una entrada sobre consejos antes del alta de un recién nacido en el que os contábamos aquellas cosas que creíamos que eran importantes que supierais durante las primeras semanas de vida tras el parto. Pero antes de que un bebé se vaya de alta del hospital con su madre, los pediatras y las enfermeras realizamos una serie de pruebas y exploraciones para garantizar que vuestro niño es un bebé sano. En ocasiones son actos médicos que ni pensáis que estamos haciendo y en otras son tan visibles como las pruebas del talón. Detrás de todo esos procesos están los protocolos de cada hospital pero, de forma general, se realizan los mismos procedimientos en (casi) todos los sitios independientemente donde se dé a luz desde el mismo momento del parto hasta el alta.

Este post te puede servir de guía para que conozcas de primera mano cuál es el motivo de todos los procedimientos que se realizan al recién nacido durante esas primeras 48 horas de vida. ¡¡Vamos con ello!!

Los primeros minutos de vida de un recién nacido

Tras el parto, ya sea por cesárea o por vía vaginal, el bebé debe adaptarse a una nueva forma de vivir ya que deja de estar rodeado del líquido amniótico de la madre y de utilizar la placenta para «respirar» a estar en un ambiente aéreo en el que los pulmones deben empezar a trabajar para poder oxigenar la sangre. La gran mayoría de las veces este periodo de adaptación lo realiza el recién nacido sin incidencias, aunque en un 10% de los casos requieren de alguna maniobra para que esa adaptación se realice adecuadamente, como puede ser aspirar secreciones de la boca o administrar oxigeno, lo que comúnmente se llama Reanimación Neonatal.

La mejor manera que existe para que un recién nacido realice una transición adecuada a la vida extrauterina es en «piel con piel» con la madre o, en su ausencia, con el padre. Se recomienda que el bebé permanezca en contacto con el vientre materno durante al menos una hora. Con este método se ha comprobado que los recién nacidos pierden menos calor y su transición a la vida es más adecuada.

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Otra de las cosas que se debe hacer tras un parto es «retrasar el pinzamiento» del cordón umbilical ya que con ello se consigue que los bebés aumenten sus reservas de hierro, fundamental para cuando inicien la alimentación complementaria y no sufran anemia.

Sin embargo, tanto el «piel con piel» como el «pinzamiento retrasado del cordón» deben interrumpirse si el recién nacido necesita algún tipo de ayuda (reanimación) para adaptarse a la vida extrauterina. Tras ello, y si el bebé se encuentra bien, debemos volver a ponerlo en «piel con piel» con la madre.

Durante esos primeros minutos de vida se realiza el Test de Apgar. No es un test que requiera unas pruebas específicas para ver cómo está el bebé ya que lo que se evalúa es la frecuencia cardiaca, la respiración, el color, el tono y los reflejos al minuto y a los cinco minutos de vida. Es un test que refleja cómo ha tolerado el bebé el parto y su adaptación al medio ambiente. También tiene interés porque puntuaciones bajas se han relacionado con daño cerebral durante la infancia.

Antes de abandonar el paritorio se cogen las huellas dactilares del recién nacido para poder identificarlo sin posibilidad de error, de tal forma que no exista duda de que ese bebé en concreto pertenece a su madre.

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La profilaxis hemorrágica y la pomada de los ojos

Al poco tiempo del parto, en general después del piel con piel, se llevan a cabo dos «tratamientos» que tiene como objetivo disminuir la frecuencia de dos enfermedades típicas de los recién nacidos.

Por un lado, se administra una dosis de vitamina K intramuscular al bebé, por lo que requiere de un pinchacito para ello. El objetivo de esta medida es disminuir la enfermedad hemorrágica del recién nacido. Esta enfermedad, muy rara desde que se administra la vitamina K, puede provocar sangrados en el bebé a nivel cerebral, con todas sus consecuencias. Los recién nacidos nacen con pocos factores de coagulación y esa inyección de vitamina K hace que suban, por lo que esos sangrados de los que hablamos se hacen infrecuentes.

La otra medida que se realiza de forma temprana tras el parto es la administración de una pomada antibiótica en los ojos. El objetivo de esta medida es disminuir la conjuntivitis neonatal. Los bebés al nacer, sobre todo por vía vaginal, entran en contacto con un montón de bacterias que están colonizando a la madre y que, en ocasiones, pueden dar lugar a una conjuntivitis. Gracias a esta pomada, la frecuencia de esta enfermedad es rara.

La primera toma

Una cosa que tienen que hacer los bebés tras el nacimiento es empezar a comer, aunque os parezca una obviedad.

Tanto si habéis optado por lactancia materna o por artificial, las tomas en el recién nacido deben ser a demanda. Esto quiere decir que debemos respetar la sensación de hambre del bebé y darle de comer cuando reclame.

Esa primera toma a la que nos referimos suele realizarse entre la primera hora de vida y la tercera, y desde ahí habrá que ir viendo cada cuánto quiere comer el bebé. Las primeras tomas, en el caso de que hayáis optado por lactancia materna, serán de calostro y en unos días os subirá la leche. Lo más habitual es que un niño de esta edad realice de 8 a 12 tomas al día.

¿Cuándo pesan y miden al recien nacido?

Una de las cosas que más interesan a los padres tras el nacimiento de un bebé es cuánto ha pesado y medido el crío. Es un dato importante para los pediatras ya que debemos conocer si un niño tiene el tamaño adecuado para las semanas de gestación en las que ocurrió el parto.

Como sabréis, los bebés pierden peso durante los primeros días de vida. Sin embargo, no es necesario conocer este dato nada más nacer y se suele esperar a que el bebé tenga unas pocas horas de vida, en general al ingresar en planta.

La longitud del bebé suele tomarse a la mañana siguiente de nacer ya que los bebés no crecen tan rápido como para que esta medida varíe en unas horas. Lo mismo pasa con el perímetro cefálico, otra de las medidas  que se toman tras el nacimiento.

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La primera micción y la primera deposición

El igual que nada más nacer los bebés deben empezar a respirar como un primer paso de adaptación a la vida extrauterina, tanto el niños como el intestino debe ponerse en marcha.

Por norma general, el 70% de los recién nacidos hacen si primer pis en el primer día de vida, porcentaje que asciende casi hasta el 100% en el segundo día de vida. En el caso de que la situación se prolongue, el pediatra deberá valorar si se trata de algún trastorno. A medida que se instaure la alimentación, los bebés irán orinando cada vez más hasta que se establezca una diuresis estable que se traduce en que mojan unos 6-8 pañales al día.

En ocasiones, esos primeras diuresis de los recién nacidos se acompañan de uratos amorfos, una especie de arenilla naranja que tiñe el pañal y da la sensación de que el recién nacido ha hecho pis con sangre. Esto es habitual y no constituye ninguna enfermedad.

En cuanto a la primera deposición, ésta se conoce como meconio y una vez que la has visto no se te olvida. Es muy oscura y pegajosa, casi como petróleo. El igual que la primera micción, suele realizarse en las primeras 24 horas. Posteriormente el bebé realiza alguna deposición similar para en 24-48 horas cambiar el aspecto de las deposiciones hasta convertirse en heces de aspecto grumoso y amarillento-marrón. El hábito intestinal de un recién nacido es muy variable dependiendo de muchas cosas, entre ellas, de la alimentación que reciben.

El primer baño

Los bebés nacen con una fina capa de grasa que se llama caseum que les permite mantener la piel hidratada y no perder calor durante las primeras horas de vida. Pero además, tras el nacimiento, el bebé se impregna de sangre y secreciones de la madre. No podemos considerar que el bebé esté «sucio» pero lo normal es que lo bañemos para retirar tanto las secreciones de la madre como esa grasilla.

Lo habitual es esperar a las 18-24 horas de vida que es cuando el bebé suele haber conseguido una temperatura estable y ya no necesita ese caseum al que nos referíamos.

Tras ello, podéis ponerle la ropa que queráis, pero si nos permitís un consejo, con un body y unas calzas suele ser suficiente, y si se abrochan por delante con corchetes mejor que mejor.

Los siguientes baños dependerán de la preferencia de los padres y de si el bebé está sucio no, os lo explicamos aquí.

Las revisiones del pediatra

Una de las acciones más importantes que realizamos los pediatras mientras están los niños en el hospital es asegurar que la historia del embarazo y el parto es normal y que la exploración del recién nacido no revela ningún dato patológico, es decir, comprobar que todo está en orden.

La primera exploración del bebé se suele realizar al día siguiente de nacer y es una exploración completa, en la que desvestimos al niño por completo y lo miramos de arriba abajo. En general, salvo que se haya detectado algo patológico, los bebés se vuelven a explorar el día que se van a casa.

En el caso de que el pediatra haya detectado alguna anomalía en la historia o en la exploración, se empezarán a dar los primeros pasos para realizar un diagnóstico y poner un tratamiento en caso necesario.

El peso día a día y la ictericia

Una de las cosas que se debe hacer durante las primeras 48 horas de vida del bebé es vigilar que no pierda mucho peso antes del alta. Se considera normal una pérdida de peso máxima del 10% respecto al nacimiento. En general, los bebés que no han superado el 7% a las 48 horas de vida, no suelen superar ese 10% al que nos referimos. Medir el peso a diario durante esas primeras 48 horas es importante para poder indicar a los padres si su hijo necesita algún control de peso en los siguientes días o puede esperar a la primera revisión del pediatra.

Algo parecido pasa con la ictericia, esa coloración amarillenta de la piel que suelen tener los recién nacidos por aumento de la bilirubina. Es normal hasta un límite y por eso el pediatra debe evaluar la coloración del bebé antes del alta por si fuera necesario medir la bilirubina en sangre y comprobar si está más alta de lo habitual y precisa tratamiento (fototerapia).

La prueba de los oídos y la prueba del talón

Estos dos test de screening tienen como objetivo detectar enfermedades que pueden ser graves pero que si se diagnostican a tiempo, el tratamiento hace que la evolución de la enfermedad sea más benigna.

En el caso de los oídos, la prueba que se realiza se llama potenciales evocados y sirve para comprobar si el bebé oye, o mejor dicho, si el cerebro del niño es capaz de detectar sonidos. Si el bebé pasa la prueba, podremos decir con bastante seguridad que no es un niño sordo. En general esta prueba se realiza entre las 24 y 48 horas de vida.

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La prueba del talón sirve para descartar una serie de enfermedades raras en las que si se establece un tratamiento precoz, la evolución de las mismas es mucho más benigna. Esta prueba se realiza a las 48 horas de vida y el resultado lo reciben los padres por correo.

El cribado de cardiopatías

La gran mayoría de los embarazos de nuestro entorno están controlados por ginecólogos expertos que son capaces de diagnosticar una amplia gama de malformaciones en el feto. Una de las cosa que se mira con más esmero es el corazón, debido a las implicaciones que puede tener tras el nacimiento. Y aunque la mayoría de esas malformaciones se pueden detectar antes del parto, algunas se escapan o son muy difíciles de observar en una ecografía ginecológica.

Desde hace ya unos años, la Sociedad Española de Neonatología recomienda realizar el cribado de cardiopatía a todos los recién nacidos. Esta es una prueba muy sencilla que consiste en medir el oxigeno mediante pulsioximetria en los brazos y en las piernas del bebé, ya que hay algunas cardiopatías que provocan una diferencia de medidas entre ambas medidas. Si esta prueba no se pasa de forma adecuada se requiere la evaluación por un cardiólogo infantil.

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Y creo que no se nos escapa nada. Como habréis podido comprobar, los pediatras y el personal del hospital «poco» hacemos más allá de observar que todo está bien y que vuestro bebé está sano. Como solemos decir a los padres que se van de alta, los que realmente han hecho algo han sido ellos y solo han necesitado un poco de consejo por nuestra parte. Así que no tengáis miedo a la hora del alta porque seguro que lo vais a hacer genial!!

Si conoces a alguien que vaya a dar a luz próximamente, no dudes en compartir con ella este post para que pueda tomarse con calma esas primeras horas de vida del recién nacido.

Consejos antes del alta de un recién nacido

Tras el nacimiento de un bebé y su estancia durante unos días en el hospital con la madre, llega el momento de que ambos se vayan a casa. Si una cosa he aprendido como madre y pediatra es la gran cantidad de dudas y preguntas que surgen en ese momento antes de abandonar el hospital. Es verdad que los padres primerizos suelen tener más dudas que los que ya han tenido otros hijos, pero siempre hay alguna preguntita que les ronda por la cabeza antes del alta.

En este post he intentado agrupar las respuestas a todas esas preguntas que, aunque parezcan dudas banales, los padres las suelen vivir como algo importante, y no es para menos. Espero que este texto te sirva para que el aterrizaje en vuestro domicilio con vuestro recién nacido sea calmado y podáis afrontar esa nueva etapa de la vida desde la seguridad de saber que lo estáis haciendo bien.

Planificar las siguientes visitas al pediatra

Un recién nacido sano suele irse de alta del hospital a la vez que su madre, por norma general a las 48 o 72 horas de vida. El alta suele coincidir con el alta de la madre por parte del servicio de Ginecología.

Por norma general, las siguientes visitas al pediatra, en caso de que vuestro hijo sea un niño sano, son siempre las mismas.

La primera visita suele realizarse con la enfermera del Centro de Salud en torno a la semana de vida. Esta primera visita sirve para asegurar que todo está en orden, pesar al recién nacido y comprobar que ha empezado a coger peso así como valorar el color de la piel para comprobar si el bebé se ha puesto ictérico (coloración amarilla por un aumento de la bilirubina). Además, en esta primera visita con la enfermera, se resuelven dudas sobre la alimentación del recién nacido que hayan podido surgir o cualquier otro aspecto. En el caso de que esté todo en orden, la enfermera os emplazará para la siguiente visita, ya con el pediatra. En el caso de que se detecte alguna alteración, la enfermera suele avisar al pediatra para que valore en ese momento al niño.

La primera visita con el pediatra, que será la segunda visita al Centro de Salud en el caso de un niño sano, se realiza hacia los 15 días de vida. En esta primera visita con el pediatra se realiza una exploración completa del bebé para evaluar si hay alguna alteración o si todo está en orden. Además, se da información a los padres sobre qué cosas deben hacer a continuación, como cuándo empezar con la vitamina D (como ya os explicamos en este otro post (link) debe mantenerse durante el primer año de vida) o las vacunas que recibirá el niño próximamente. También se programarán las siguientes visitas del «niño sano», como las llamamos nosotros.

Es totalmente recomendable que en estas dos visitas hagáis todas las preguntas que creáis oportunas para que no os vayáis con dudas a casa.

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La alimentación del recién nacido

Esta es una de las partes fundamentales del alta del hospital. Los pediatras debemos ofrecer la información necesaria para que seáis capaces de alimentar en casa a vuestros hijos de forma adecuada.

En el caso de las madres que opten por la lactancia materna debemos recalcar que ésta es «a demanda» y cómo con el paso de los días la madre irá produciendo cada vez más leche para cubrir las necesidades del bebé. Te recomiendo que entres en nuestra sección Consejos sobre Lactancia Materna (link) en donde tenemos varias entradas que te pueden ayudar en caso de haber optado por esta forma de alimentación para tu hijo.

En el caso de que la decisión haya sido por la lactancia artificial, los pediatras debemos resolver las dudas sobre cómo se prepara un biberón y qué cantidad debéis ofrecer según la edad y peso de vuestros hijos. Si éste ha sido el caso, puedes leer más en esta otra entrada de nuestro blog (link).

Como os decía, la alimentación de un recién nacido es fundamental por lo que es muy importante que preguntéis al pediatra antes del alta todas las dudas que tengáis.

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El cuidado del cordón umbilical

Este punto suele ser uno de los que más ansiedad genera a los padres. Dudan si lo harán bien o si serán capaces de limpiar el cordón hasta su caída de forma adecuada.

Recordad que las recomendaciones actuales son la limpieza diaria del cordón con agua y jabón y mantenerlo seco y al aire el resto del día. Si os interesa saber más podéis consultar esta entrada del blog (link). Os dejo aquí abajo un video explicativo para que no os queden dudas.

El aseo del recién nacido

Ésta es otra de las grandes dudas de los padres antes del alta. En general, el primer baño de un recién nacido se realiza a las 24 horas de vida. Posteriormente, la frecuencia del baño dependerá de las preferencias de los padres y de cómo de sucio se encuentre el bebé cada día.

Podéis optar por un baño diario o hacerlo cada más días. No hay ningún inconveniente en ninguno de los dos casos. Tampoco pasa nada por que el cordón umbilical se sumerja, de hecho, como hemos dicho, hay que lavarlo con agua y jabón. Eso sí, después del baño hay que secarlo bien para que no esté húmedo.

Respecto al aseo de un recién nacido, no necesitan cremas especiales, incluso no es necesario ponérselas todos los días. Dependerá de la piel de cada niño y de sus propias necesidades. Si optas por ponerle crema a tu bebé, elige siempre aquellas que no contengan irritantes.

Por últimos, es recomendable que esperéis unas semanas antes de cortar las uñas por primera vez ya que si lo hacéis muy pronto corréis el peligro de recortar algo de piel  además de la uña. La consecuencia de esto sería una herida, con el consecuente riesgo de que se infecte.

Si queres saber más sobre el aseo de un recién nacido, consulta este link.

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Elige ropa cómoda para el bebé

Hasta que no tienes que cuidar a un niño 24 horas al día/7 días a la semana, no te das cuanta de lo engorroso que puede ser tener que vestir y desvestir a un recién nacido. Son niños que no colaboran en ese proceso y, vete tu a saber por qué, son capaces de sacar la pierna que ya habías metido en unas mallas mientras metes la contraria o revolverse cual cocodrilo cuando lo capturan.

Ten en cuenta que, durante los primeros meses de vida de un niño, se le cambian unos 5-6 pañales al día por lo que la ropa que han de llevar debe ser lo más cómoda posible, tanto para ellos como para que te sea más fácil cambiarlos.

Vale. Si quieres ponerle esa primera puesta para salir del hospital o hacer unas fotos bonitas no hay problema, pero en casa procura que estén con ropa cómoda que te sea fácil de poner o quitar. En general estas prendas suelen ser un body y unas calzas. Ah!! y mucho mejor con corchetes y que se abrochen delante.

También, en referencia a la ropa, los niños crecen muy rápido durante los primeros meses de vida por lo que es mejor comprar un talla que le quede algo grande (y por tanto le dure unos meses) que justo la que en ese mismo momento le queda perfecta y no le durará mas de unos días o, a lo sumo, unas semanas.

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Paseos por la calle

Un niño recién nacido puede salir a la calle. No hace falta tenerlo en cuarentena en casa hasta que se haga mayor. Eso sí, elige las horas centrales del día si es invierno o a primera o última hora en caso del verano. La ropa que debéis poner al niño para estos paseos debe ser la adecuada a la estación en la que os encontréis, más abrigado en invierno y menos en verano.

Recordad que al recién nacido no le debe dar el sol directo, aunque sí es adecuado que reciba algo de luminosidad.

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Recuerda, los niños menores de un año deben dormir BOCA ARRIBA

Ésta medida es un factor protector para la muerte súbita del lactante. Se recomienda que los niños mantengan esta postura hasta el año de vida. Y al decir boca arriba me refiero a boca arriba, por lo que no vale tampoco ponerlos de medio lado. Además, se recomienda que los niños menores de un año duerman en la misma habitación que sus padres con el mismo objetivo.

Recordad también que la cuna debe estar libre de objetos y el colchón ser firme. Podéis leer más sobre la muerte súbita del lactante en esta entrada (link).

Aprende a descansar

Con la llegada de un nuevo bebé, las rutinas de la casa cambian. Da igual que seas primeriza o que éste sea tu segundo o tercer hijo, la verdad es que un recién nacido exige un esfuerzo físico y mental que, en la gran mayoría de los casos, no nos imaginamos.

Por eso digo que hay que aprender a descansar. Intenta aprovechar los ratos del día en los que el bebé se está echando una siesta para dormir un rato y, en la medida de lo posible, delega parte del cuidado del niño en tu pareja o en un familiar cercano.

Recuerdo con nuestro primer hijo cómo después de darle el pecho, el padre del niño se iba a pasear con él a la calle y volvían pasadas un par de horas… El bebé ni se había inmutado con el traqueteo del carro y yo había podido descansar y cargar un poco las pilas. Es importante que busques esos momentos para ti, para que no caigas en un círculo vicioso en el que parezca que solo estás para atender al bebé y que acaba agotando a cualquiera. La p/maternidad es una cosa de dos: del bebé y de quién lo cuida, y ambos deben estar descansados para poder disfrutar de esta experiencia.

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Visitas al bebé

Esto hay que tenerlo muy claro: los únicos beneficiados de una vista al bebé son las personas que vienen a visitarlo. El bebé no necesita visitas.

Dicho esto, no quiere decir que al bebé no se le pueda ir a visitar, sino que las visitas deben estar planificadas y contar con el visto bueno de los padres. Como ya te he dicho, cuidar a un bebé exige tiempo y dedicación, y si tienes que decir a alguien «mejor ven en otro momento»,  no te cortes. Es mejor eso que tener que recibir a una visita que no te apetece nada.

Si quieres saber más sobre el tema puedes leer esta entrada de nuestro blog (link).


Espero que este post te haya ayudado a perder el miedo de la llegada del recién nacido a casa. La incertidumbre de qué pasará la hemos vivido todos los que somos padres pero con el tiempo se va diluyendo. Como último consejo, no os vayáis del hospital con dudas, preguntad todo aquello que no tengáis claro y que queréis que os expliquen, que los pediatras estamos justo para ello.

Trece cosas que (quizá) no sabías de la bronquiolitis

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Fuente: Pixabay

La bronquiolitis es el caballo de batalla de los pediatras en los meses fríos del año. Millones de niños en todo el mundo la padecen, lo que en muchos casos acaba saturando desde las consultas de Atención Primaria hasta las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos de los hospitales de tercer nivel.

A lo largo de este post encontrarás mucha información útil sobre la bronquiolitis que te puede ayudar a entender qué le pasa a tu hijo.

  1. Se define bronquiolitis al primer episodio de sibilancias («pitos») en un menor de dos años en el contexto de una infección viral. En ocasiones, los siguientes episodios en los que aparecen sibilancias se denominan de la misma forma o simplemente como bronquitis o broncoespasmo.
  2. La causa de la bronquiolitis es siempre un virus, en concreto, más del 80% de los casos se debe al Virus Respiratorio Sincitial (VRS). La epidemia de este virus coincide con los meses fríos del año, en nuestro país entre octubre y febrero. El VRS no siempre da lugar a bronquiolitis, en ocasiones se queda solo en un catarro (sobre todo en adultos).
  3. La bronquiolitis afecta a uno de cada tres niños menores de dos años. De todos ellos, un 5% requiere ingreso hospitalario para su tratamiento, lo que la convierte en el motivo de ingreso más frecuente en pediatría.
  4. El cuadro clínico de la bronquiolitis es siempre muy parecido. Comienza con un cuadro catarral en el que predominan los mocos durante 2-3 días. Posteriormente aparecen la tos junto con las sibilancias en la auscultación y dificultad respiratoria. Durante los primeros días puede haber fiebre. Suele mejorar al cabo de una semana aunque la tos puede persistir más allá de 20-30 días.
  5. Existen una serie de factores de riesgo para que la bronquiolitis sea más grave como son el sexo masculino, ser menor de un mes de vida, la prematuridad, padecer enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas, las inmunodeficiencias, las enfermedades neurológicas… En estos casos, la bronquiolitis suele requerir ingreso.
  6. No existe un tratamiento que «cure» la bronquiolitis. En ocasiones los broncodilatadores (salbutamol) pueden ayudar, aunque la respuesta en niños pequeños es escasa y la mayoría de las guías clínicas no los aconseja. Los corticoides no han demostrado ser útiles en esta patología.
  7. Los antibióticos, al tratarse de una infección viral, no tienen ningún papel en las bronquiolitis. En ocasiones se emplean cuando se sospecha una sobreinfección bacteriana pero nunca deben utilizarse de forma rutinaria.
  8. Los lavados nasales son una parte fundamental del tratamiento de la bronquiolitis. Los niños pequeños no saben respirar por la boca por lo que despejar la nariz de moco es muy importante para que el cuadro clínico no empeore.
  9.  La posición semiincorporada mejora la dificultadad respiratoria en la bronquiolitis por lo que es adecuado que incorpores a tu hijo mientras duerme.
  10. Para que el niño no se fatigue durante las tomas suele ser útil ofrecerle de comer más veces pero menos cantidad. Cuando la dificultad respiratoria que presenta el bebé durante una bronquiolitis le impide comer es necesario el ingreso para poder iniciar una sueroterapia intravenosa o alimentarlo por sonda nasogástrica.
  11. En ocasiones, la afectación respiratoria es lo suficientemente grave como para que los niños requieran oxígeno o incluso algún tipo de asistencia respiratoria. En estos casos el ingreso hospitalario está garantizado.
  12. En el caso de que tu hijo presente mal estado general, no quiera comer o le cueste respirar debes acudir al hospital para que sea valorado por un pediatra.
  13. La infección por VRS suele cursar en adultos en forma de catarro por lo que si estás enfermo en esta época del año es mejor que no vayas de visita a ver a recién nacidos (que son los que más riego tienen de padecer una bronquiolitis grave en caso de contagiarse).

No nos podemos resistir a enseñarte un vídeo de un niño con dificultad respiratoria debido a una bronquiolitis. Es muy importante que los padres aprendan a apreciarla ya que es uno de los motivos que justifican una visita a Urgencias.

PD: la bronquiolitis es una enfermedad que nos «gusta» a diferencia de muchos pediatras que la consideran muy aburrida porque no tenemos muchas armas con las que luchar contra ella y porque nos carga de trabajo durante el invierno. Todavía queda mucho que investigar en esta patología. Nosotros pusimos nuestro granito de arena en el estudio de esta patología con la tesis de Gonzalo que fue presentada en Junio de 2017.

El copyright de la foto de cabecera de este post pertenenece a furiousmadgeorge bajo una licencia CC BY 2.0.

Dermatitis del pañal

Una de las grandes preocupaciones de las madres y padres de niños pequeños es el cuidado de la zona del pañal. Por experiencia personal o porque al hijo de alguna amiga o familiar le ha pasado, saben que en menos que canta un gallo el culito de un bebé se puede poner más rojo que la bandera de Japón.

En este post encontrarás información sobre qué es la dermatitis del pañal, cómo evitarla y cómo tratarla.

¿Qué es la dermatitis del pañal?

El nombre de «dermatitis del pañal» hace referencia a las diferentes lesiones que pueden aparecer en la piel como consecuencia de una dermatitis irritativa potenciada por el contacto de la heces y la orina con la piel bajo el pañal. Ésta da lugar a que la piel se inflame adquiriendo un color rojizo.

La dermatitis del pañal es habitual en bebés entre los 3 y los 15 meses, aunque también puede aparecer en niños más mayores que no son continentes (incluso adultos).

¿Cómo se produce?

La dermatitis del pañal se produce por el contacto de la piel con sustancias irritantes como la orina y las heces durante un tiempo prolongado.

Debido a que los pañales generan un ambiente cerrado, la orina suele macerar la piel. Este es el primer paso para que se produzca la dermatitis del pañal. Sobre esa piel macerada, las heces rompen las capas más superficiales de la piel y, junto a la orina, el pH de la misma se eleva, lo que acaba produciendo la inflamación a la que nos hemos referido.

A esta inflación hay que añadir el contacto con los componentes plásticos del pañal así como con los perfumes y productos químicos de los productos de limpieza para bebés, los cuales no favorecen la regeneración de la piel.

¿Cómo son las lesiones?

Las lesiones típicas de esta dermatitis consisten en zonas rojizas en las partes que están más expuestas al contacto con el pañal, por lo que es menos frecuente en las partes más profundas de los pliegues. En ocasiones el eritema que se produce es tan pronunciado que aparecen erosiones y heridas en la piel.

El niño suele estar incomodo, sobre todo cuando se orina o realiza deposición así como cuando le cambiamos el pañal y tocamos el área afectada.

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Lesiones avanzadas de dermatitis del pañal

¿Cuál es el tratamiento?

Si tenemos claro por qué se producen las lesiones de la dermatitis del pañal podremos poner una serie de mecanismos en marcha para tratarla.

En el caso de que las lesiones no sean muy severas, suele ser suficiente con realizar cambios frecuentes de pañal intentando que la orina y las heces estén el menor tiempo posible en contacto con la piel. Otra medida eficaz es dejar a los niños «con el culo al aire» ya que si no hay pañal, la piel se suele regenerar mucho antes. Esta última medida es difícil de realizar durante periodos prolongados, pero siempre puedes tener al niño en el cambiador unos minutos tras cada cambio de pañal.

Además de estas medidas, suele estar indicado utilizar una crema que se conoce como barrera o «pasta al agua». Estas cremas son muy espesas teniendo en muchos casos un aspecto más de ungüento o de plasta. Son ideales para crear una barrera entre la piel y el pañal, evitando que se siga irritando por el contacto con éste y con las heces u orina. Esta barrera, al aislar la piel de los irritantes, permitirá su regeneración. Debes utilizarla en cada cambio del pañal si tu hijo tiene una dermatitis del pañal como si pintaras toda la zona, así que no escatimes en crema. Las mejores cremas barrera son las que contienen Zinc, ya que este compuesto ayuda a que la piel se regenere y baje la inflamación.

En el caso de lesiones severas suele aplicarse una crema de corticoides, ya que éstos actúan como antiinflamatorios. En estos casos debes pedir consejo primero a tu pediatra.

Dependiendo de la intensidad de las lesiones, las dermatitis del pañal, suelen estar resueltas en 1 o 2 semanas.

En algunas ocasiones, las heridas o las erosiones de la dermatitis del pañal se sobreinfectan por bacterias que todos tenemos en la piel. En estos casos, además de las medidas antes indicadas utilizaremos una crema o pomada con antibiótico.

¿Y es lo mismo la candidiasis del pañal?

Muchos padres asocian la dermatitis del pañal con la candidiasis del pañal y no les falta parte de razón.

La candidiasis del pañal consiste en una sobreinfeción por el hongo Cándida albicans de las lesiones de la dermatitis del pañal. Es muy frecuente, tanto que en muchas ocasiones el diagnóstico se realiza de forma simultánea a la dermatitis del pañal.

Las lesiones de la piel son muy similares aunque suelen aparecer unas manchitas satélites a las zonas rojizas principales que las delatan.

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Lesiones típicas redondeadas satélites de candidiasis del pañal.

A diferencia de lo que piensa mucha gente, la Candidiasis del pañal no se produce por falta de higiene, al contrario, se debe a los hongos que viven en nuestra piel de manera habitual que aprovechan las lesiones de la dermatitis del pañal para provocar la sobreinfección. El tratamiento de la candidiasis del pañal consiste en añadir una crema antifúngica al tratamiento anteriormente señalado. Suelen resolverse en unos 10 días.

¿Cómo puedo prevenir la dermatitis del pañal?

Si has estado atento, te será muy fácil poner en marcha las medidas adecuadas para prevenir la dermatitis del pañal:

  • Mira frecuentemente el pañal de tu hijo para detectar cuando se ha hecho pis o caca. Cámbiale cuando lo veas sucio.
  • En recién nacidos la piel es más sensible por lo que debes cambiar el pañal más frecuentemente. Lo mismo ocurre en los niños con diarrea.
  • Emplea productos de higiene para bebé que no contengan perfumes ni sustancias irritantes. En ocasiones es mejor la limpieza con agua y jabón que con una toallita.
  • Cuando limpies hazlo siempre con suavidad, evitando frotar mucho la piel.

¿Son mejores los pañales de tela a los de plástico?

Muchos padres nos preguntan sobre si los pañales de tela son mejores que los pañales de plástico. Ambas opciones son igual de buenas para proteger a vuestros hijos de la dermatitis del pañal, de hecho no existe ningún estudio de calidad que haya demostrado la superioridad de uno frente a otro en este aspecto.

Otra cosa bien distinta son las preferencias personales de cada familia en cuanto al impacto económico de unos y otros, la producción de plásticos, consumo de agua y electricidad, limpieza de los pañales de tela… Si quieres saber más sobre este tema te recomiendo que leas esta entrada del blog Marujismo de Diana Oliver, la cual evalúa desde un aspecto no médico y desde su experiencia personal las ventajas e inconvenientes de los pañales de tela.


En el caso de que tengas interés por otras enfermedades frecuentes de la piel de los niños puedes consultar esta entrada de nuestro blog.

El copyright de las imágenes de esta entrada pertenecen a DermNet NZ bajo una licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 (New Zealand).

El piel con piel: los primeros minutos de vida de un bebé

Todas las madres y padres que se están preparando para recibir a un bebé habrán oído en más de una ocasión «una vez que nace el bebé se colocará en piel con piel con la madre…».  Esto no es solo poesía (a mí me parece que suena muy bien) sino que es la mejor «medicina» que podemos dar al recién nacido en su proceso de transición a la vida.

El «piel con piel» -traducido del inglés «skin to skin»- está avalado como el mejor método para asegurar una buena adaptación a la vida extrauterina. Además, ésta no es la única ventaja, ya que ha demostrado beneficios tanto para la mamá como para un inicio adecuado de la lactancia materna.

En este post encontrarás información sobre qué es el piel con piel, en qué consiste y qué beneficios presenta. Esperamos que con ello ningún padre/madre llegue al momento del nacimiento de su hijo sin conocer las maravillas de esta práctica.

¿Qué es el «piel con piel»? 

El piel con piel consiste en colocar al recién nacido sobre el abdomen y pecho de su madre inmediatamente después del nacimiento y mantenerlo en esa posición al menos en los primeros 50 minutos tras el nacimiento, aunque si todo va bien podría alargarse hasta 2 horas.  Esto significa que no debemos separar al bebé de su madre para realizar ninguno de los cuidados de rutina habituales tras el nacimiento, tales como el secado, la identificación, la colocación del gorrito para que no pierda calor, la administración de vitamina K o la pomada antibiótica ocular… De igual forma, la sección del cordón umbilical debe realizarse sobre la madre.

¿Qué beneficios tiene?

Tras el nacimiento, los recién nacidos deben empezar a utilizar los pulmones para poder enviar oxigeno a los tejidos del organismo (recuerda que dentro del útero materno estaban llenos de líquido y era la placenta la encargada de oxigenar la sangre del feto).

Múltiples estudios han demostrado que la estabilización cardiorrespiratoria -en donde la placenta deja de usarse y los pulmones empiezan a funcionar- se realiza de forma más adecuada en aquellos casos en los que madres/recién nacido realizaron piel con piel de aquellos que no lo hicieron.

Además, esta practica consigue mejores tasas de lactancia materna así como mejoría del vínculo afectivo y disminución del tiempo de llanto tras el nacimiento.

Respecto a la madre, el piel con piel disminuye la frecuencia de ingurgitación mamaria por mal enganche del recién nacido así como un menor grado de ansiedad tras el parto. También ha demostrado menor tasa de hemorragia postparto precoz, al estar ésta relacionada con el inicio de la lactancia materna en estas primeras horas.

No existe ningún efecto adverso en la realización del piel con piel en los recién nacidos sanos siempre y cuando se realice bajo unos niveles de seguridad mínimos.

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La transición a la vida del recién nacido se realiza de forma más adecuada en el caso de los bebés que realizan piel con piel.

¿Quién puede realizarlo?

Todos los recién nacidos deben realizar el piel con piel salvo que exista una contraindicación médica que lo impida, como por ejemplo la necesidad de reanimación del bebé (lo que ocurre en un 10% de los partos y es mucho más frecuente en niños prematuros) o bien porque la madre necesite anestesia general en una cesárea urgente.

De aquí se puede deducir que el «piel con piel» debe formar parte de los protocolos habituales en todas las maternidades, ya que no existe una justificación para no realizarlo.

En el caso de que el niño haya sido separado de la madre por cualquier motivo, una vez solucionado el problema que motivó la interrupción de esta práctica, el bebé debe ser colocado en piel con piel tan pronto como sea posible. En el caso en el que la madre no pueda realizarlo, también está demostrado que el piel con piel posee beneficios si lo realiza el padre.

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En el caso de que la mamá no pueda hacer el piel con piel es le padre el que puede realizarlo. No hace falta depilarse. Vía Flickr.

¿Debo guardar alguna precaución?

En los últimos años, coincidiendo con la generalización de esta práctica, se han descrito algunos episodios de muerte súbita mientras los bebés realizaban el piel con piel. No se conocen las causas exactas, pero las diferentes asociaciones promueven una serie de recomendaciones a seguir para realizar un «piel con piel seguro»:

  1. Enseñar a los padres qué es el piel con piel antes del parto.
  2. Colocación del bebé: debe estar tapado solo sobre la espalda sin cubrir la cabeza, para que la nariz y la boca estén libres, con el cuello girado hacia un lado para que puedan respirar.
  3. Supervisión frecuente tanto de la madre como del bebé, corrigiendo la postura si es preciso y vigilando que la madre no se queda dormida (mayor riesgo en madres primerizas o tras partos largos y extenuantes).
  4. En el caso de que la madre quiera dormir, interrumpir el piel con piel.

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El bebé se debe colocar abdomen contra abdomen con la madre con la cabeza girada hacia un lado. Debe taparse con una manta o una toalla para que no pierda calor.

Y si mi hijo nace por cesárea, ¿podré realizar también el piel con piel?

Está demostrado que los beneficios del piel con piel, tanto para la madre como para el bebé, se conservan en los partos por cesárea. Poco a poco se está imponiendo esta práctica en los protocolos de esta cirugía en las diferentes maternidades. En los casos en los que no se pueda realizar por alguna impedimento materno, es el padre el que debe realizarlo.

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Si no existe contraindicación, en los partos por cesárea se debe realizar piel con piel.

En este documento (link) del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría podéis encontrar más información sobre aspectos prácticos del piel con piel.


Esta entrada ha sido realizada siguiendo las recomendaciones de la Sociedad Española de Neonatología (link) sobre la atención a los recién nacidos tras el parto y del piel con piel de la Academia Americana de Pediatría (link).

La foto de cabecera de este blog ha sido extraída del la Wikipedia, sus derechos de imagen están compartidos bajo una licencia CC BY-SA 2.0. La imagen en el cuerpo del post en el que parece un padre con su bebé pertenece a Remy Sharp y los derechos de imagen están compartidos bajo una licencia CC BY-SA 2.0.

Visitar a un recién nacido en el hospital

Como pediatras, observamos a diario a madres y padres que acaban de tener un hijo y se encuentran ingresados en el hospital. A menudo vemos como las habitaciones se llenan de familiares y amigos que, con toda su buena intención, vienen a ver cómo se encuentra la madre y a dar la bienvenida al recién nacido.

A pesar de que la llegada de un nuevo bebé a este mundo es siempre un motivo de alegría, debemos saber que antes de visitar a un recién nacido en el hospital hay que tomar una serie de precauciones para que nuestras visitas no resulten molestas ni para la madre ni para retoño, ya que ninguna visita, por muy necesaria que parezca, es imprescindible. Llegado el caso, posponer la visita para un momento distinto en ocasiones puede ser incluso lo más inteligente.

Pregunta SIEMPRE antes de acudir al hospital

Y cuando nos referimos a siempre, es siempre.

Puede que tu tengas la mejor de las intenciones acudiendo al hospital para dar un beso a la madre y un abrazo al padre, pero quizá no sea el momento adecuado. Tras el parto, la madre necesitar descansar, por un lado por el gran esfuerzo físico que significa traer una vida a este mundo y por otro debido a las pocas horas de sueño que suelen tener entre teta y teta o biberón y biberón.

Por ello, es imprescindible que preguntes antes de ir al hospital. Lo más probable es que no haya inconveniente pero merece la pena una llamada para poder organizar las visitas y que no coincidas con otros muchos familiares más en la habitación o mientras que la madre se asea o es visitada por la ginecóloga.

Si los nuevos padres te dicen que es mejor dejarlo para otro momento, no te lo tomes como algo personal. Estoy segura de que estarían encantados de recibirte pero si prefieren que no vayas es mejor no forzar las cosas y quedar como un inoportuno.

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Respeta la organización del hospital

Aunque tu no lo observes, el hospital es lugar de trabajo de mucha gente que vela por la salud de la madre y el nuevo bebé. La gran mayoría de las veces nuestro trabajo, al igual que el de las ginecólogas, enfermeras, auxiliares y demás personal del hospital, es invisible para respetar al máximo la privacidad de nuestros pacientes.

Sin embargo, hay una serie de cosas que debemos hacer a lo largo del día encaminadas a comprobar que todo sigue en orden. Por ello es muy importante que cuando alguno de nosotros entre en la habitación -ya sea para darle algo de medicación a la madre, ponerle el termómetro al bebé o simplemente para preguntar que tal han pasado la noche- respetes nuestro trabajo y no interrumpas lo que tenemos que hacer. Cuanto antes terminemos antes nos iremos de la habitación y podréis seguir disfrutando de la compañía mutua.

Además, en caso de que la ginecóloga o la pediatra vaya a explorar a la madre o al bebé, debéis abandonar la habitación por respeto a la intimidad de ambos. Esto que parece tan lógico cuando la ginecóloga tiene que revisar el canal del parto o la cicatriz de una cesárea debe también aplicarse a los recién nacidos ya que ellos también tienen intimidad, y siempre es mejor pecar de prudente que recibir una «sugerencia» a esperar en el pasillo por parte del personal sanitario.

Por otro lado, en el hospital hay muchas otras madres y bebés ingresados, además de otros pacientes con patologías muy variadas. Esto es importante porque puede que en la habitación de al lado de la que estás visitando haya alguien que lo está pasando mal o que necesite descansar, así que, en cualquier caso, intentad ser lo más discretos posibles y no arméis mucho ruido.

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No hace falta coger al bebé ni darle besos

Y dirás, ¿entonces para qué voy al hospital?

Pues simple y llanamente par felicitar a esos padres recién estrenados la llegada de su nuevo hijo. Sin embargo, no es obligatorio coger al bebé ni llenarlo de besos. De hecho, si no lo haces mejor que mejor.

Cierto es que todos somos muy cariñosos con los recién nacidos y se nos cae la baba cuando los miramos, pero esto no implica que debamos aplacar nuestras necesidades de achucharlos sí o sí. Piensa que un recién nacido poco necesita más allá de los brazos de sus padres, alimentarse, dormir y que lo aseen.

En cualquier caso, pregunta a la madre ante de hacerlo y, si no le parece mal, recuerda lavarte las manos siempre antes de hacerlo.

Si estás enfermo, deja la visita para otro momento

Y cuando me refiero a enfermo significa que incluso con un poco de moco o tos puede que acabes contagiando al bebé.

Como bien sabrás, un simple catarro puede ser algo muy grave en un recién nacido y seguro que no quieres ser tu la persona a la que luego dirijan las críticas por haber acudido al hospital estando enfermo.

Como decíamos al principio, ninguna visita es imprescindible para la madre o el niño, así que si crees que puedes contagiar al bebé es mejor que pospongas la visita hasta que te hayas recuperado.

Dentro de este saco de personas enfermas, hay que tener mucho ojo con los niños que acuden a ver al recién nacido. Todos sabemos que un niño pequeño suele estar cargadito de mocos por lo que su visita a un recién nacido -ya sea en casa o en el hospital- se puede volver de lo más inoportuna. Si tu hijo está enfermo, deja mejor la visita para otro momento, quizá en un paseo por el parque en el que el bebé irá en carro y tus hijos podrán correr a sus anchas, reduciendo mucho la probabilidad de contagio.

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Menos es más

En cualquier caso, es mejor una visita corta de cortesía que una visita larga e interminable. La madre no está para atenderte a ti, en todo caso está para recibir tu cariño. Muchas veces con una visita corta de 10-15 minutos es más que suficiente porque, como ya te dije antes, la madre también tiene que descansar y es muy probable que reciba varias visitas además de la tuya.

Otro tema importante en el que menos es más son los regalos que le puedas llevar a los nuevos padres. No hace falta agasajarles con un peluche gigante o con un tarta de pañales enorme que no les quepa en el coche. Te recomiendo que revises este post sobre qué regalos no deberías hacer nunca a un recién nacido que escribimos hace tiempo. En cualquier caso es mejor preguntar a los padres si necesitan algo, y en caso de que te digan que no necesitan nada, es preferible un detalle pequeño o algo de dinero para sufragar el precio de las vacunas que debe recibir el niño durante los primeros años de vida.


Por último, aunque nos hemos referido a la visita al hospital, la mayoría de estas reglas se pueden aplicar a las visitas que podáis hacer a un recién nacido durante las primeras semanas de vida cuando ya esté en su casa, así que ¡¡aplicaros el cuento!!

¿Por qué mi pediatra siempre dice que es un virus?

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Fuente: Pixabay

Una de las frases más repetidas cuando los padres salen de la consulta del pediatra y llaman a los abuelos para dar noticias de cómo están los peques es la siguiente: «Nada, lo mismo de siempre, que es un virus…». Da igual por lo que hayan acudido al médico: diarrea, mocos, fiebre, tos, dolor de garganta, manchitas en la piel…, el diagnóstico (casi) siempre es el mismo: un virus.

Muchos padres dudan de este diagnóstico tan poco preciso, sobre todo cuando malinterpretan que, por ejemplo, tener fiebre alta o el moco verde tiene que deberse a una infección provocada por un microorganismo que necesita antibiótico, es decir a una bacteria.

En el post de hoy queremos contaros por qué casi siempre que un niño tiene una infección es por un virus y por tanto, el tratamiento será analgésicos, antipiréticos y muchos cuidados de mamá y papá mientras dura el proceso.

Empecemos por el principio… ¿qué es una infección?

Un error frecuente que comenten los padres es asociar la palabra «infección» con la necesidad de un tratamiento antibiótico, pero nada más lejos de la realidad.

Las infecciones son aquellas enfermedades que están provocadas por un microorganismo, ya sea éste una bacteria, un virus, un parásito o un hongo. Las dos últimas son poco habituales en pediatría, así que nos quedamos con dos tipos de bichos a tener en cuenta: los virus y las bacterias.

¿Y cómo se tratan los virus y las bacterias?

Por fortuna, las infecciones por virus en individuos sanos (incluidos los niños) no precisan tratamiento para que se resuelvan. Es decir, con un poco de paciencia y un tratamiento sintomático, el sistema inmune hará su trabajo y acabará con ellas en unos días. Por el contrario, la mayoría de las infecciones causadas por bacterias requiere de un tratamiento antibiótico para que sean eliminadas, de tal forma que hasta que no se inicia ese tratamiento el paciente no empieza a mejorar.

Parece que está claro, ¿no?. Si es un virus, tratamiento sintomático. Si es una bacteria, tratamos con antibiótico.

Bueno, vale, ¿y cómo diferencia el pediatra los virus de las bacterias?

Los síntomas y signos de las infecciones por virus y por bacterias son, en muchas ocasiones, muy similares. Aquí es donde entra en juego la probabilidad. Si, si, como lo habéis oído: la probabilidad.

Los pediatras sabemos que la gran mayoría de las infecciones de los niños están provocadas por virus. Al decir la gran mayoría, nos referimos a que cerca del 99% de las infecciones están provocadas por virus. Esto significa que, si no hiciéramos nada acertaríamos casi siempre al decir que lo que le pasa a vuestro hijo se debe a un virus y se va a curar solo.

Si tienes curiosidad sobre la salud infantil, en nuestro libro encontrarás explicaciones sencillas y amenas a las enfermedades más importantes de la infancia. Puedes comprarlo aquí.

Sin embargo, ese 1% restante de infecciones, el que está provocado por bacterias, es lo suficientemente importante como para que vuestro pediatra, antes de deciros que lo que le pasa a vuestro hijo es por un virus, haga una buena historia clínica y una exploración física completa en busca de algún dato que le oriente definitivamente a que la infección está provocada por un virus o, por el contrario, todo se debe a una bacteria, lo que conllevaría un tratamiento antibiótico.

En algunas ocasiones encontraremos enfermedades provocadas por virus que tienen nombre propio, los sospechosos habituales a los que nos hemos referido con anterioridad en este blog. Sin embargo, cuando la infección se debe a un virus que no tiene nombre propio, el pediatra acabará diciendo a los padres que la infección que tiene su hijo «se debe a un virus», así a secas. Sin especificar. Un virus mondo y lirondo.

En esto de la probabilidad hay que hacer una salvedad, los niños más pequeños. En niños con fiebre menores de un mes, la probabilidad de una infección por una bacteria es muchisimo más alta, cercana al 20%. Este porcentaje asciende en los menores de una semana de vida hasta el 40%. Esto justifica que en caso de que un niño menor de 3 meses tenga fiebre sea remitido al hospital para realizar alguna prueba complementaria que arroje luz sobre esa probabilidad con la que trabajamos los pediatras.

¿Y por qué hay virus con nombre propio y otros son virus «a secas»?

El ser humano puede enfermar por muchos virus. Miles de virus podríamos decir. Algunos ejemplos son los enterovirus, el adenovirus, el metaneumovirus, el rotavirus, el virus respiratoria sincitial, el virus de la varicela, el virus del sarampión, el virus del herpes…. y así hasta rellenar una lista interminable.

Como decíamos más arriba, algunos de esos virus darán lugar a una enfermedad concreta reconocible por la historia clínica y la exploración. Por ejemplo, cuando un niño tiene fiebre y manchas en la piel vesiculosas en diferentes estadios hablamos de la varicela, la cual está provocada siempre por el virus de la varicela. Lo mismo ocurre con el herpes labial (sensación de quemazón en el labio con unas lesiones vesiculosas), en este caso, debidas solo al virus del herpes simple. En estos casos en los que la enfermedad es reconocible y tiene nombre propio, vuestro pediatra os dirá tiene tal enfermedad y se debe a este virus.

Sin embargo, la gran mayoría de los virus da lugar a enfermedades inespecíficas, es decir, enfermedades que pueden estar provocadas por muchos virus diferentes. Por ejemplo, fiebre, tos y mocos pueden estar causados por cientos de virus y vuestro pediatra, al hacer el diagnóstico, añadirá la mítica coletilla a la que nos referíamos al principio: «parece un catarro, será por un virus».

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En ocasiones la cosa cambia y al final, lo que al principio parecía un virus, acaba siendo una infección por una bacteria…

Muchos estaréis pensando que en alguna ocasión os han dicho que al principio la infección se debe a un virus pero con el paso de los días, el diagnóstico cambia y al final os dicen que no, que se debe a una bacteria y que hay que dar un antibiótico al niño.

Esto no significa que el pediatra que os vio al principio sea un mal profesional que no supo reconocer que vuestro hijo necesitaba antibiótico. Nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que las enfermedades de los niños no son fotos fijas con las que podemos acertar el 100% de lo que les pasa a vuestros hijos en la primera visita. Como me gusta decir, las enfermedades de los niños son películas y hay que verlas hasta el final para saber si la que empezaba como una película de indios y vaqueros acaba como tal o, por el contrario, se convierte en una película romántica.

Os pongo un ejemplo. Volvamos al niño con fiebre, tos y mocos. Asumamos que la exploración en el primer día de la fiebre es normal y en la historia no destaca nada especial. Lo probable es que se deba a un virus cualquiera que está provocando un simple catarro. Sin embargo, con el paso de los días, la fiebre persiste y al acudir de nuevo al pediatra, este escucha unos ruidos en el pecho y os acaba diagnosticando al niño de una neumonía, con la consecuente necesidad de iniciar un tratamiento antibiótico. Esto no significa que el diagnóstico inicial no fuera certero, significa que los síntomas iniciales de un catarro y una neumonía son iguales en la gran mayoría de los casos. Aplicando la «regla» de la probabilidad que os expliqué antes, lo prudente en la primera visita es diagnosticar al niño de un virus y seguir su evolución. En este caso, la película cambia y el paso de los días arroja nueva información que hacer cambiar el diagnóstico hacia el de nuemonía.

De todo esto se desprende una moraleja, a pesar de que lo másfrecuente cuando un niño tiene una infección es que esté provocada por un virus, debemos estar ojo avizor por si la cosa cambia y pasamos a ese pequeño porcentaje de infecciones que requieren antibiótico.


Para acabar, recuerda siempre los signos de alarma para acudir al médico incluso aunque te hayan dicho que la infección de tu hijo se debe a un virus: mal estado general, dificultad respiratoria, manchas en la piel, decaimiento, vómitos que impiden tomar líquidos…

Recuerdo que  en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

La sangre del cordón umbilical, ¿donación pública o banco privado?

Es frecuente que, cuando se acerca la fecha de parto, nuestros amigos que están esperando un bebé nos pregunten si deberían o no guardar la sangre del cordón umbilical en un banco privado. Es una pregunta que resulta difícil de contestar porque, aunque nosotros siempre hemos tenido muy claro que la donación pública es la mejor opción, en muchas ocasiones lo que buscan nuestros amigos es una justificación al margen del marketing de las empresas, para terminar de tomar una decisión que en ocasiones ya tienen pensada antes de llamarnos.

En este post encontrarás información sobre la sangre de cordón umbilical y cuáles son las ventajas de guardarla. Te expondremos la realidad actual sobre los bancos privados para su almacenamiento así como por qué resulta tan útil y necesaria la donación pública para que pueda ser utilizada por cualquier enfermo que necesite un trasplante de médula.

La sangre de cordón umbilical, fuente de células madre

Las células madre hematopoyéticas son aquellas células con el potencial de convertirse en cualquier célula sanguínea. En adultos se encuentran sobre todo en la médula ósea de los huesos y también, en escasa cantidad, en sangre periférica. Esto hace que, en caso de necesitar «recolectarlas», el proceso de extracción sea difícil.

Sin embargo, la sangre del cordón umbilical es muy rica en este tipo de células. Como sabéis, tras el nacimiento de un niño, se debe pinzar el cordón umbilical para separarlo de su madre. Toda la sangre que queda en la parte del cordón que ya no está unida al niño y la placenta se puede recolectar de manera muy sencilla sin que suponga un riesgo para el niño o la madre.

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La sangre del cordón umbilical es rica en células madre. Tras el pinzamiento pueden recogerse de forma sencilla. Fuente: Fundación Josep Carreras contra la Leucemia.

Esto convierte a la sangre del cordón en un bien muy preciado ya que esas células madre forman parte del tratamiento de muchas enfermedades graves como algunas leucemias y linfomas. De hecho, a día de hoy, se ha empleado la sangre de cordón como parte del tratamiento de unas 70 enfermedades distintas. Además, existen líneas de investigación en los laboratorios más avanzados del mundo sobre qué otras enfermedades pueden beneficiarse de su uso.

La recogida de la sangre de cordón debe realizarse en el momento del parto (y solo en ese momento), por lo que la decisión de qué hacer con ella debe estar tomada antes de dar a luz.

Tras la recolección mediante un kit especial, la sangre del cordón se envía a un laboratorio donde se realiza un análisis de la cantidad de células madre y su calidad tras el cual se decide si son suficientes y merece la pena guardarlas o, por el contrario, son pocas y lo más adecuado es desecharlas. Todos los bancos de sangre de cordón, ya sean públicos o privados, debe cumplir con la legislación vigente, que en nuestro país en concreto corresponde con el Real Decreto-ley 9/2014.

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El análisis de la calidad y la cantidad de la sangre de cordón se realiza antes de su almacenamiento. Solo las muestras óptimas pasan a la fase de conservación, el resto se desechan.

¿Para qué sirven las células madre de sangre de cordón umbilical?

Las células madre, tanto las recogidas del cordón umbilical como las que se podrían obtener de un donante de médula ósea adulto, son el principal componente de lo que se conocen como «trasplante de médula». Si somos estrictos, deberíamos llamarlos trasplante de progenitores hemotopoyéticos, ya que la fuente de esas células madre no es siempre la médula ósea, como en el caso de la sangre del cordón umbilical.

Estos trasplantes forman parte del tratamiento de muchas enfermedades, la mayoría de ellas graves. Algunos ejemplos son los cánceres de la sangre (como las leucemias y los linfomas) o enfermedades genéticas como las talasemias y las anemias congéntias.

En todas ellas, y a grosso modo, lo que se pretende con estos trasplantes es sustituir las células «malas» del paciente que están dando lugar a la enfermedad por unas nuevas y sanas. Dicho en otras palabras, sería quitar el trigo enfermo de un campo para sustituirlo por unas nuevas semillas que, con el paso de los días, darán lugar a una cosecha nueva y sana. Pero ojo, para poder utilizar la sangre de cordón de algún bebé o las células madre de un adulto, tanto el donante como el receptor deben ser compatibles. Esto último hace que buscar un donante sea complejo, ya que en muchas ocasiones no existe un donante compatible para el enfermo en cuestión, sea un familiar o un donante anónimo.

Parece que la conclusión de todo lo anterior sale sola, ¿no?: debemos guardar la sangre de cordón de los recién nacidos por si en un futuro puede servir para un trasplante. La siguiente pregunta entonces sería: ¿son los bancos privados la mejor opción o debería optar por la donación pública?. Vayamos por partes.

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Banco de almacenaje de sangre de cordón umbilical. Fuente: Fundación Josep Carreras contra la Leucemia

Los bancos privados de sangre de cordón

Si volvemos al inicio de este texto, nos encontramos con una pareja que va a tener un hijo y que nos preguntaba que qué podían hacer con la sangre de cordón de su futuro bebé. La mayoría de estos padres han leído o alguien les ha comentado que existe la posibilidad de guardar de forma privada la sangre de su propio cordón umbilical. Muchos de ellos, tras consultar la página web de las empresas que ofrecen este servicio, suelen buscar una opinión profesional al margen del markenting o los intereses comerciales.

Los bancos privados ofrecen un servicio que consiste en el almacenaje y conservación de las células madre de sangre de cordón durante 20 o 30 años. El procedimiento es muy sencillo. A los futuros padres se les envía un kit con el material médico necesario para la recogida de la sangre y una caja para el envío de la misma. Tras el parto, el ginecólogo recoge la sangre en una bolsa, la cual se introduce en la caja de transporte. Sobra decir que este sistema está lo suficientemente probado para que la sangre no se estropee durante el envío.

Una vez que la sangre llega al banco privado, el laboratorio analiza la calidad y cantidad de las células madre y decide, como ya hemos explicado, si merece la pena guardarlas o por el contrario, no servirían para un futuro tratamiento.

Al ser una recogida privada, la muestra es propiedad de los padres y, cumplidos los 18 años, del niño del que procede la sangre. Esto garantiza que solo ellos pueden disponer de ella en caso de que se plantee la necesidad de un tratamiento en algún familiar compatible.

El precio de todo el proceso (envió del kit, análisis, conservación…) de estos bancos oscila entre los 1.300 y 1.500€.

La donación pública del cordón umbilical

Además de la opción privada, los futuros padres pueden optar por la donación pública de la sangre de cordón umbilical.

En estos casos, la recogida se realiza de la misma forma que la anterior. Debes avisar con anterioridad a tu ginecólogo para que lo sepa antes del momento del parto ya que hay que firmar unos papeles y cumplir una serie de requisitos (tener más de 18 años, que el embarazo sea normal y el parto trascurra sin incidencias).

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Ejemplo de consentimiento informado de donación publica de sangre de cordón.

El receptor de la sangre es un laboratorio y banco de gestión pública (por ejemplo, en Madrid es el Centro de Transfusión que depende de la Consejería de Sanidad). Estos realizan el análisis y, en caso de que las células madre sean suficientes, las almacenan pasando a formar parte del Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO), creado por la Fundación Josep Carreras en 1991. Hay que tener en cuenta que algo más de la mitad de las muestras recibidas en un banco de sangre de cordón (ya sea público o privado) se desechan debido a que no contienen las células suficientes para que puedan ser utilizadas o simplemente están contaminadas.

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Kit de recogida de sangre de cordón: consiste en un sistema con un aguja que se pincha en el cordón umbilical una vez que esté separado del niño. La sangre pasa directamente a una bolsa. Además hay un par de tubos y un bote para poder hacer los análisis de calidad de la muestra.

Este registro es el que se consulta cuando alguien, en cualquier parte del mundo, necesita un trasplante, siempre de forma anónima. En la actualidad se han realizado más de 8.500 trasplantes gracias a él (la mayoría de ellos procedentes de médula ósea pero también muchos de sangre de cordón).

La donación pública no tiene ningún coste para el donante y, llegado el momento, tampoco para el receptor del futuro trasplante. Puedes optar por ella tanto en un hospital público como en uno privado. En estos últimos, a pesar de realizarse en un hospital privado, el coste del proceso de recogida lo asumen las diferentes entidades públicas que se encargan de su gestión posterior. Puedes consultar la lista de hospitales y maternidades -tanto públicos como privados- en los que está disponible la donación pública de sangre de cordón en este link.

¿Banco privado o donación pública?

En la actualidad, tanto la Organización Nacional de Trasplantes como la Unión Europea dudan de la utilidad del almacenamiento privado de la sangre de cordón, ya que la probabilidad de que un paciente necesite un trasplante autólogo (es decir, utilizar su propia sangre para un trasplante) es extremadamente baja.

Esto se debe a que la gran mayoría de las enfermedades que requieren un trasplante (leucemias, enfermedades congénitas…) tienen una base genética, por lo que dichas alteraciones podrían estar ya presentes en la sangre de cordón. Esto descarta la sangre almacenada como posibilidad para el propio niño o para cualquier otro paciente. Para que te hagas una idea, en la actualidad solo se han realizado 9 trasplantes de sangre de cordón empleado la sangre del propio paciente frente a los más de 20.000 efectuados a nivel mundial con el método clásico (sangre de un donante para un receptor). De hecho, si un niño tiene una leucemia (independientemente de que tenga la sangre de su cordón guardada en un banco privado) tendrá que recurrir a la red pública de donantes en caso de necesitar un trasplante.

Unidad de sangre de cordón umbilical

Sangre de cordón umbilical preparada para su conservación. Fuente: Fundación Josep Carreras contra la Leucemia

Otro caso muy distinto es lo que se conoce como donación dirigida. Esta consiste en conservar la sangre de manera «privada» para ser utilizada en un familiar que ya está enfermo bajo una indicación médica. En estos casos, el almacenamiento se puede realizar en un banco público sin ningun coste.

También es justo decir que hay líneas de investigación en desarrollo que quizá en un futuro puedan encontrar alguna utilidad a la sangre de cordón para el propio paciente (trasplante autólogo). Pero de momento esto es medicina-ficción. Todos somos muy dueños de utilizar nuestro dinero en lo que creamos conveniente, pero también hay que saber que, por el momento, el almacenamiento privado es muy poco rentable desde el punto de vista médico.

Por todo lo anterior, la Organización Nacional de Trasplantes desaconseja el almacenamiento privado y contempla la donación publica como la única opción con verdadera utilidad médica. Nosotros somos de la misma opinión ya que, a día de hoy, donar el cordón es la única opción útil avalada por la ciencia.

De hecho vamos un poco más allá. Si todos donáramos la sangre de cordón de nuestros hijos estaríamos aumentado las posibilidades de encontrar un donante compatible a los enfermos que están «en búsqueda» en espera de un trasplante.  Ser donante es altruista y solidario, y además, no cuesta nada. No hay mejor manera de traer a un niño a este mundo que donando su sangre de cordón. Quién sabe si en el futuro seremos nosotros mismos o algún familiar cercano el que necesite un trasplante, si por algún motivo ese día llega, ojalá todos tengamos un donante compatible.


Con el post de hoy no hemos querido aleccionar a nadie pero sí creemos en un mundo en el que la gente hace las cosas de forma desinteresada sin que unos miles de euros marquen la diferencia. Nosotros con nuestros dos hijos optamos por la donación pública de cordón. Siempre podremos contarles cuando sean un poco más mayores que hay sangre suya por ahí guardada esperando para ayudar a otro niño.

Fuentes:

Las imágenes de este post identificadas con el crédito «Fundación Josep Carreras contra la Leucemia» están protegidas por derechos de propiedad intelectual y pertenecen a la Fundación Internacional Josep Carreras, la cual ha cedido dicho material gráfico bajo consentimiento expreso para esta publicación.