Qué levante la mano el que de pequeño no ha tenido alguna que otra herida provocada por caídas o golpes en el parque. De hecho, si no me falla la memoria, en mi clase de colegio siempre había alguien que aparecía con una tirita por algún tipo de corte o con media pierna pintada con la ya desaparecida mercromina.
Las heridas, con mayor o menor gravedad, son algo muy habitual en la infancia, tanto en niños pequeños, los cuales, debido a su desarrollo psicomotor, es habitual que se caigan y se golpeen, pero también en niños más mayores en ese afán innato que tiene por explorar el mundo que les rodea.
En el post de hoy os contamos todo lo que tenéis que saber para curar de manera adecuada las heridas de vuestros hijos y qué productos debéis usar.
¿Cómo cicatriza una herida?
La piel es la barrera que aísla el organismo del exterior y que nos protege de posibles agresiones. Como cualquier tejido del cuerpo humano, se puede lastimar con un traumatismo. Por fortuna, nuestro organismo esta diseñado para reparar esos daños que se han podido producir en la piel a través de lo que se conoce como cicatrización.
Este proceso consta de varias fases. En un primer momento, ya que al producirse una herida se lastiman los vasos sanguíneos que circulan por la piel, se produce un proceso que está encaminado a controlar la hemorragia.
Tras ello, y con el paso de los días, la piel pone en marcha los mecanismo que le permiten crear piel nueva y cerrar la herida que se ha producido. Dependiendo de la profundidad de la herida será más o menos probable que se produzca una cicatriz definitiva.
A nadie se le escapa que si se ha roto la piel, está no estará tan bien protegida frente a las agresiones externas, lo que a la postre se puede traducir en una sobreinfeción bacteriana.
Nuestra labor como padres y madres debe ir encaminada a favorecer el control de la hemorragia y prevenir la infección de la herida.
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¿Qué debeos hacer en los primeros momentos?
La mayoría de las heridas de un niño van a ser raspones que se producen por abrasión tras una caída. Estas serán de mayor o menor tamaño en función de de la violencia de la caída y, en general, solo afectan a las capas superficiales de la piel. Por el contrario, golpes contra objetos o superficies duros (el suelo, la pared, un juguete…) pueden dar lugar a heridas contusas de forma lineal que en ocasiones pueden ser más profundas.
Tan pronto como podemos debemos lavarla la herida con agua y jabón y luego aclararla a chorro con agua del grifo o suero fisiológico. Esta simple acción nos permitirá limpiar la zona y eliminar pequeños cuerpos extraños que hayan podido quedar en la piel. De esta forma, habremos realizado una primera limpieza de la herida que hará memos probable que luego se infecte.
En el caso de que la herida sea muy sucia, los típicos raspones producidos contra el suelo del parque o el asfalto al caerse de la bici, podemos aplicar un antiséptico como la clorhexidina acuosa.
Los más probable es que las heridas poco profundas dejen de sangrar solas al cabo de unos pocos minutos. Si no es así, podemos aplicar una gasa o un paño limpio y hacer compresión en la zona, haciendo comprobaciones hasta que observemos que el sangrado ya no existe. En este punto, la compresión es muy importante, ya que es de lo que más ayuda a que se detenga el sangrado. En el caso de que la gasa o el paño se empape de sangre, lo que debemos hacer es poner otro encima y seguir comprimiendo sin retirar el primero que pusimos.
En el caso de que la hemorragia sea profusa y no ceda al cabo de pocos minutos debemos acudir al médico.
Cuidados posteriores: productos que podemos utilizar
La mayoría de las heridas que puede tener un niño cicatrizarán sin mayores consecuencias al cabo de una semana o diez días.
Mientras llegue este momento, lo más recomendable es realizar una limpieza con agua y jabón dos veces al día. Tras ello, podemos cubrir la herida con un pósito o una tirita con el propósito de que el niño no se la toque o que esta no se ensucie mientras acude al colegio o la escuela.
Nuestro cuerpo está diseñado para mantener a raya a las bacterias que quieren infectar las heridas de nuestros hijos, por lo que no es necesario emplear ningún antiséptico en el caso de que veamos que la herida tiene buen aspecto más allá del lavado con agua y jabón que mencionábamos antes.
En el caso de que queramos usar un antiséptico, es preferible utilizar clorhexidina acuosa frente a la famosa povidona yodada, sobre todo porque esta última podría retrasar el proceso de cicatrización, además de que no debemos usarla en menores de uno o dos años por riesgo de intoxicación por yodo. Pro otro lado, el empleo de alcohol o agua oxigenada como antisépticos no es recomendable ya que retrasa la cicatrización y su poder contra las infecciones es escaso.
Con el paso de los días veremos que la herida de nuestro hijo se cubrirá con una costra que cada vez estará más seca. Cuando lo creamos oportuno, habitualmente a los dos o tres días, podemos obviar los lavados diarios con agua y jabón de la zona, ya que una vez que la costra esté cubriendo la herida, va a ser poco probable que se infecte.
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Cuándo debería ir al médico
Pocos son los motivos por los que un niño debe acudir a Urgencias o a su pediatra en caso de haberse producido una herida, ya que con unos cuidados básicos de primeros auxilios los padres sois capaces de controlar la situación.
Sin embargo, si que hay varias situaciones en las que es oportuno acudir al médico:
- La herida no deja de sangrar: si tras unos minutos comprimiendo la herida de vuestro hijo esta sigue sangrando, debemos solicitar atención médica.
- La herida es muy sucia (pero mucho, mucho): si la herida de nuestro hijo se ha producido en el campo o el parque y tras un primer lavado con agua y jabón a chorro no somos capaces de arrastrar la gran mayoría de cuerpos extraños que ésta pudiera contener (piedrecitas, palitos…) es muy recomendable acudir a la consulta de enfermería para que haga una limpieza más exhaustiva.
- La herida es muy profunda o muy abierta: cuando se afectan las capas mas profundas de la piel, las heridas suelen requierir de algún tipo de intervención para aproximas los bordes con el objetivo de que la cicatriz resultante sea lo más estética posible. En estos casos suelen emplearse grapas, pegamento quirúrgico o puntos de sutura dependiendo de la localización y el tipo de herida. En general, cuando una herida tiene una profundidad mayor de 0,5 cm o sus bordes están muy separados suele requiere sutura.
- Sobreinfección: si a pesar de todo la herida de nuestro hijo se acaba infectando, nos daremos cuenta porque la costra no se acaba de secar y permanece húmeda, además de que puede salir algo de contenido líquido de la misma de coloración amarillenta. Otro signo de infección probable de la herida es que la piel sana circundante de la misma se empiece a poner roja. En estos casos debemos acudir al pediatra para que valore si es necesario añadir algún tipo de antibiótico tópico u oral al tratamiento. Recordaros en este momento que es muy poco probable que una herida se infecte en las primeras 24 o 48 horas tras un traumatismo, por lo que los signos que os hemos mencionado en caso de infección empezarán a aparecer tras este periodo.
Dos consejos finales
En muchas ocasiones el motivo de consulta al médico en el caso de una herida de un niño es para comprobar si es necesario ponerle la vacuna antitetánica. Sin embargo, debido a que los niños suelen llevar al día el calendario vacunal, tener que administrar esta vacuna por una herida es excepcional. Estaría indicada en casos seleccionados de heridas con alto riesgo de tétanos (fracturas abiertas, tejido muy desvitalizado o que haya retenido un cuerpo extraño de gran tamaño) o en personas inmunodeprimidas. Si os quedan dudas consultar con el pediatra.
Y por último, ya sea la herida más o menos grande y que la cicatriz que esta deje vaya a ser defectiva o no, una vez que se ha caído la costra debemos aplicar protección solar en la zona durante al menos seis meses si nuestro hijo va a estar expuesto al sol. Esto hará que la cicatriz con se hiperpigmente y que su coloración sea similar a la de la piel sana.
Como veis, el cuidado de una herida simple de un niño es bastantes sencillo, en la mayoría de los casos va a ser suficiente con vigilar que deje de sangrar y con lavarla un par de veces al día con agua y jabón para prevenir que se infecte mientras se produce el proceso de cicatrización.
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