Alimentación infantil: Mitos y Leyendas

Fuente: Pexels

La alimentación infantil es uno de los aspectos del cuidado de un hijo que más comederos de cabeza genera a los que somos padres. Y aunque las recomendaciones sobre qué deben comer los niños son claras y sencillas, como deja claro el documento más reciente sobre este tema de la Asociación Española de Pediatría, a día de hoy todavía son muchos los mitos y leyendas que abundan en el imaginario colectivo y que hacen que tengamos creencias equivocadas sobre qué es lo mejor para nuestros hijos.

En el post de hoy retomamos una de nuestras secciones más apreciadas por nuestros lectores, Mitos y Leyendas, para que conozcáis de primera mano si esas creencias son verdaderas o falsas.

«Tu leche no alimenta»: FALSO

Como bien sabréis, se recomienda que los niños tomen lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de vida y, de ahí en adelante, hasta que el bebé y la madre quieran junto al resto de alimentos. De hecho, durante los primeros 12 meses de vida se dice que la leche debe ser el alimento principal del bebé.

Sin embargo, muchas madres que dan el pecho se han podido encontrar con situaciones en las que alguien les ha dicho que su leche no es suficiente o que el niño ya es mayor para que siga tomando el pecho. Bien, vayamos por partes.

En ocasiones nos encontramos con niños pequeños, en general de pocos meses de vida, que no engordan lo suficiente. En la inmensa mayoría de los casos esto se debe a un aporte insuficiente de calorías desde la leche materna, pero no porque esta contenga pocas calorías, sino porque la producción puede ser insuficiente. Ante esta situación habrá que revisar el enganche y preguntar por el número de tomas, además de intentar aumentar la producción, pero no podemos decir que la leche no alimente, solo quizá que el niño no está recibiendo cantidad adecuada.

En el caso de los niños mayores, aquellos que hacen una lactancia prolongada, la leche materna sigue siendo igual de válida que cualquier aporte lácteo de origen no materno. De hecho, la leche materna se adapta a las necesidades del niño y su demanda desde que nace hasta que se produce el destete. De nuevo, decir que la leche materna no alimenta es un error, ya que dentro de una alimentación variada y saludable y siempre que no desplace a otras fuentes de nutrientes, la leche materna es un alimento muy completo.

«Dale un biberón antes de dormir para que aguante toda la noche»: FALSO

El sueño durante la infancia no es un reloj que podamos apagar cuando un niño se acuesta y darle a un botón cuando llega un nuevo día. El sueño en la infancia, como todo lo que tiene que ver con el desarrollo neurológico debe madurar con el paso del tiempo.

El sueño se organiza en ciclos de sueño sucesivos a lo largo de la noche y cuando acaba uno y empieza otro es habitual que los niños más pequeños se despierten buscando aquello que les hace conciliar el sueño. En ocasiones será el chupete, en otras la teta de mamá, algunos querrán que les cojan y otros pedirán que les mezan. Ninguna de estas estrategias son buenas o malas, simplemente son rutinas con las que el niño ha aprendido a dormir y es normal que las reclame cuando se despierta en medio de la noche.

Pero esos despertares, sobre todo por encima de los 6 meses de vida, no tienen que ver con que el niño tenga hambre, ya que, como hemos dicho, son parte de su desarrollo neurológico. Es cierto que puede ser que pidan de comer de madrugada, pero darles un biberón más grande al inicio de la noche, incluso cargadadito de cereales, no va a hacer que se produzcan más despertares nocturnos.

De hecho, esos biberones «extra» que muchos padres dan a sus hijos sin que los pidan, pueden suponer un exceso de calorías que el niño no necesite, lo que en un futuro puede producir un ganancia de peso excesiva y no deseada.

«Dale cereales desde los 4 meses «: FALSO (a medias)

Hasta hace no tantos años se recomendaba iniciar la alimentación completaría a los 4 meses de edad, en general, empezando con los cereales. Sin embargo, a día de hoy sabemos que la leche (ya sea materna o artificial) cubre las necesidades nutricionales de un niño sano hasta los 6 meses de vida, de ahí que se recomiende que el inicio de la alimentación complementaria comience en torno a esta edad.

Es cierto que, a partir de los 4 meses, el cuerpo del bebé puede tolerar de forma adecuada alimentos diferentes a la leche y, en este sentido, en casos muy seleccionados y bajo recomendación médica, se puede adelantar el inicio de la alimentación complementaria. Sin embargo, extender esta recomendación a todos los niños sanos es un error, ya que mientras crezcan, engorden y se desarrollen de forma adecuada, lo adecuado es esperar hasta los 6 meses de vida.

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«El huevo y el pescado no antes de los 12 meses»: FALSO

Existe un aserie de alimentos que es más frecuente que produzcan alergias, como el huevo, el pescado, pero también algunas frutas como el melocotón, las fresas o los frutos secos.

Hace unas décadas, en un intento de evitar que se produjeran alergias, se recomendaba que estos alimentos con mayor potencial alergénico se retrasaran unos meses desde el inicio de la alimentación complementaria.

Sin embargo, las alergias se producen sobre una base genética, es decir, no es alérgico el quiere, sino el que puede. Además, un contacto precoz en un niño potencialmente alérgico puede inducir tolerancia mas que desarrollarla.

En este sentido, a partir de los 6 meses de vida no debería existir una restricción para este tipo de alimentos, pudiéndose tomar huevo, pescado, frutas tropicales, frutos secos (adaptados a la edad del niño, por ejemplo, triturados)… desde el inicio de la alimentación complementaria.

«La leche de vaca produce mocos»: FALSO

De entre todos los mitos que tratamos en este post, quizá este sea el más arraigado y en el que más personas creen.

Este mito se asienta en una publicación del Dr Spock en un libro de los años 40 del siglo pasado donde afirmaba que la leche era la causa de que los niños tuvieran tanto moco. Es cierto que ahora sabemos que la leche contiene una proteína (la la beta-casomorfina-7) que induce la expresión de un gen (el MUC5AC) que induce la secreción de moco, pero no en las vías respiratorias, sino a nivel del colon.

Por otro lado, la saliva contiene una mucina que tiende a agregarse cuando entra en contacto con la leche, lo que hace que esta sea más espesa. Esto puede producir una sensación en la boca al tomar leche de viscosidad, pero muy lejos de que sea la causa de que un niño tenga mocos.

Porque lo que está claro es que si un niño tienen mocos es porque se ha contagiado de un virus y por mucha leche que deje de tomar, los mocos seguirán estando ahí mientras se contagie de este tipo de microorganismos.

«No le des trozos que no tiene dientes»: FALSO

Muchos padres creen que sus hijos no pueden comer trozos hasta que no les salen los dientes y que, en el caso de ofrecerle un alimento no triturado, mientras esperan la salida de esos primeros dientes, pueden atragantarse.

La realidad es que las encías de un niño pequeño y los músculos que conforman la mordida tienen la fuerza suficiente para aplastar y masticar alimentos en trozos, siempre y cuando estos sean lo suficientemente blandos (como la mayoría de las verduras cocidas o la fruta madura).

De hecho, independientemente de que practiquen Baby Led Weaning, se recomienda que la introducción de los sólidos se realice de forma temprana en la alimentación complementaria, generalmente hacia los 9 o 10 meses y no más tarde de los 15, independientemente de que tengan dientes o no.

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«El zumo es saludable»: FALSO

Todavía recuerdo cuando mi abuela me exprimía unas naranjas y me daba un zumo para merendar. Decía que estaba lleno de vitaminas y nutrientes y a la pobre señora no le faltaba razón.

El problema es que parte de esos nutrientes son azúcares libres y un exceso de ellos en la alimentación puede provocar sobrepeso y obesidad.

Los zumos no son saludables porque ningún alimento que contenga azucares añadidos o libres lo es. Otra cosa bien distinta es que de vez en cuando nos podamos tomar un zumo refrescante, pero no deberían formar parte de la alimentación habitual de un niño (ni de un adulto).

Si queréis dar vitaminas y nutrientes a vuestros hijos, muchísimo mejor que lo hagáis dándoles la fruta entera que en forma de zumo.

«La fruta engorda»: FALSO

Y siguiendo con la fruta, mucha gente cree que tomar mucha fruta o en determinados momentos del día hace que ganemos peso.

Lo que engorda es un exceso de alimentos procesados o con azucares libres/añadidos. La fruta es un alimento muy saludable que se ha relacionado con múltiples beneficios para la salud siempre y cuando la tomemos en su formato original.

En este sentido, podéis dejar a vuestros hijos tomar toda la fruta que quieran, evitando solo el exceso por gula, pero no porque el niño tenga más hambre o con el miedo de que vaya a engordar.

«Si no se termina todo lo del plato es que está comiendo poco»: FALSO

Hay niños que comen más y niños que comen menos y esa sensación de hambre está muy bien regulada en la infancia por la sensación de saciedad.

Es un error pensar que los niños deben dejar el plato limpio como una patena comiéndose hasta el último trozo que les hayamos puesto. Debemos respetar la sensación de hambre y saciedad ajustando las raciones que les servimos para que no tomen ni más ni menos cantidad de la que quieren.

Como os podéis imaginar, obligar a un niño a comer hasta el último bocado cuando no tiene hambre puede provocar una mala  relación con la comida, además de un exceso de calorías que no necesita.

«Por darle productos poco saludables (procesados/con azúcar) ocasionalmente no pasa nada»: VERDADERO

Hemos dicho hace unos párrafos que los alimentos procesados o cargados de azúcar son poco saludables debido a su poco valor nutricional. Sin embargo, uno de los aspectos más importantes en la alimentación infantil es que los niños establezcan una buena relación con la comida.

¿Es malo tomarse un helado todos los días? Desde luego que sí, pero ¿es malo ir con el abuelo a tomarse un helado de pascuas a ramos? Desde luego que no, de hecho, nos parece hasta muy saludable en muchos aspectos

El problema al que nos enfrentamos los padres es que a nuestros hijos se les ofrece este tipo de comidas casi a diario (cumpleaños semana sí, semana también, las visitas de los tíos los domingos, la merienda que les trae la abuela, una cena en familia para ver una peli, …) y ahí es donde debemos establecer los límites de lo que pueden comer ocasionalmente para que no se convierta en una constante.

«El desayuno es la comida más importante del día»: FALSO

En los últimos años ha habido varios estudios en los que se ha encontrado una relación entre aquellos niños que no desayunan y algunas enfermedades, como el sobrepeso y la obesidad. Sin embargo, decir que el desayuno es la comida más importante del día es ir un poco lejos.

Porque la alimentación es algo global, no una sola comida. E igual de importante es desayunar que comer, merendar y cenar, siempre que lo que tomemos sea saludable. Porque si nuestros hijos desayunan, pero lo que toman son bollos, galletas, leche con chocolate, zumos… pues estaríamos en las mismas.

Quizá esos niños que no desayunan en casa porque se levantan pronto y no tienen hambre o, simplemente, porque no les apetece tomar algo nada más sacar un pie de la cama, son niños que luego en el colegio toman algo a media mañana para compensar, pero de poco valor nutricional en vez de una fruta.

Por tanto, hay que cuidar la alimentación de los más pequeños de la casa, pero centrándonos en lo que comen a lo largo de todo el día, no solo en el desayuno.

«Las croquetas de la abuela son las mejores»: VERDADERO

Creo que este mito no necesita mucha explicación.

En septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

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