Las siestas son para el verano

Siesta

Fuente: Pixabay

Uno de las cosas que más quebraderos de cabeza da a los padres de hoy en día durante las primeras etapas de la infancia es intentar comprender cómo funciona el sueño de sus hijos. Sobre este tema ya hemos escrito varias veces, por ejemplo sobre la higiene del sueño, la melatonina o sobre el colecho.

Pero ahora que aprieta el calor estival y los horarios de los niños se alteran respecto a las rutinas del invierno,  queremos adentrarnos en el mundo de las siestas y la importancia que tienen para los más pequeños de la casa, sobre todo cuando los días se alargan como ocurre en verano.

¿Qué es una siesta?

Si echamos un vistazo a la definición de siesta que figura en el diccionario de la Real Academia Española nos encontraremos que se refiere al ‘sueño que se realiza después de comer’. Suponemos que los académicos se refieren a la siesta de forma genérica y aplicado sobre todo a las personas adultas, porque los que nos dedicamos a la salud infantil nos referimos a las siestas como esos periodos de sueño que tienen lugar fuera de la noche, sean después de comer o no.

Como todos sabemos, las siestas son necesarias para reponer fuerzas durante el día y su duración, así como su frecuencia, varía mucho con la edad del niño, por lo que deben estar presentes durante los primeros años de vida. Además, las siestas son muy importantes para respetar las ventanas de sueño de los más pequeños, concepto que veremos con detenimiento más adelante. De lo que no hay duda es que las siestas son un momento de relax para los padres, ya que mientras éstos duermen podemos aprovechar para hacer otras cosas o simplemente descansar.

El sueño en los niños

Los niños duermen diferente a los adultos. La estructura del sueño de un recién nacido debe madurar durante los primeros años de vida hasta que, por fin, se asemeja al sueño de los adultos. Digo por fin, porque durante ese tiempo nos visitarán con frecuencia los despertares nocturnos o nos dará la sensación de que nuestro hijo duerme poco. Sin embargo, debemos entender que al igual que un niño no camina nada más nacer y que necesita de un tiempo hasta completar el desarrollo psicomotor, con el sueño pasa tres cuartos de los mismo. Por ejemplo, cuando un niño nace no es capaz de diferenciar el día de la noche o sus ciclos de sueños serán mucho más cortos a los de los adultos. Pero por fin, hacia los 5 años de edad, la mayoría de los niños empiezan a ser angelitos y dormir como un adulto, dando por fin a sus padres el descanso que se merecen después de tantas noche en vela.

Una de las cosas que podemos apreciar a medida que se produce el crecimiento y desarrollo neurológico del bebé es que el número de horas de sueño a lo largo de las 24 horas del día decrece. Lo habitual es que un niño recién nacido duerma unas 18-20 horas al día y al llegar a los 3 años esas horas se hayan reducido hasta las 10-12 horas. Como os podéis imaginar, todas esas horas no las duermen de corrido, sino que las distribuyen a lo largo del día, distribuidas entre múltiples siestas diurnas y el periodo nocturno de sueño. Hacia los 3 años muchos niños dejan de dormir la siesta, mientras que otros la mantienen hasta los 5 años, edad a la que es extremadamente raro que necesiten echarse un sueñecito diurno de forma habitual.

Antes de centrarnos en las siestas, me gustaría hacer un inciso para recordaros que durante los primeros años de vida es normal que que los niños se despierten varias veces por la noche, en general hasta los 3 años.  Estos despertares se producen porque entre ciclo y ciclo del sueño que ocurren a lo largo de la noche, el niño no consigue conciliar el sueño solo y reclama las rutinas con las que ha aprendido a dormirse. Con el tiempo irá adquiriendo rutinas para dormirse solo y esos despertares los sabrá gestionar de forma autónoma sin llegar a despertarse del todo o reclamar la presencia de un adulto.

¿Qué son las ventanas de sueño y cuál es la importancia que tienen en el sueño de los niños?

Las ventanas de sueño son los periodos de tiempo que pasa despierto el bebé entre siesta y siesta, es decir la cantidad de horas de vigilia que se realizan antes de iniciar un nuevo periodo de descanso.

En el caso de los bebés recién nacidos estas ventanas son de 1 a 3 horas, tanto durante el día como la noche, periodo que suele coincidir con las necesidades de alimentación, por lo que durante las primeras semanas de vida es normal que los bebés se despierten para comer y tras ello se vuelvan a dormir. Con el paso de los meses, esos periodos de vigilia entre siesta y siesta se van alargando, lo que a la postre se traduce en un que el niño pasa más horas de tiempo despierto durante el día y el número de siestas disminuye.

Sin ser exactos, porque cada niño es distinto y tiene sus particularidades, hemos elaborado esta tabla orientativa con las ventanas de sueño según las diferentes edades para que os hagáis una idea de cuántas siestas es habitual que duerma un niño y cada cuánto tiempo:

Si os interesa conocer cómo es el sueño de vuestros hijos, os animamos a realizar una agenda de sueño. Con ella podréis aprender cuáles son sus ventanas de sueño, cuánto duran sus siestas, cada cuánto se suele despertar por la noche… Gracias a estas agenda de sueño os será muy fácil organizar el día a día para adaptar sus actividades a esas siestas que tanto necesitan.

Os dejamos un ejemplo de cómo quedaría una agenda de sueño a lo largo de 24 horas durante una semana completa:

Para rellenarla debéis apuntar las horas a las que se acuesta y se levanta en cada periodo de sueño: ↑ se levanta, ↓se acuesta, rellenar el cuadro de las horas que duerme, los cuadrados en blanco serán las ventanas de sueño (tiempo que está despierto). Además es conveniente apuntar los despertares nocturnos.

 ¿Las siestas interfieren en el descanso nocturno de los niños?

Como todo en la vida, es imposible dar una respuesta categórica a esta pregunta ya que hay mucho de falso en eso que se dice por ahí de que si el niño duerme mucho la siesta luego no dormirá por la noche, pero también hay algo de verdadero.

  • Por qué es falso: Si las ventanas de sueño son de menos de 12 horas, lo cual es normal en menores de 3 años de edad, esto significa que ese niño necesita dormir la siesta y por tanto debemos favorecer ese descanso diurno para un adecuado crecimiento y desarrollo. En estos niños no es que las siestas sean recomendables, es que son una necesidad fisiológica. En principio, esas siestas no deberían influir en el descanso nocturno.
  • Por qué es verdadero: en el caso de que las siestas se realicen muy cerca de la hora habitual de inicio de descanso nocturno, por ejemplo más allá de las 17-18 pm, es normal que el niño se acabe acostando a las 11-12 pm ya que la ventana de sueño se habrá desplazado hasta esa hora. Si al niño le toca al día siguiente ir al cole y madrugar y el día anterior durmió una siesta muy larga, es probable que por la noche solo duerma 8-10 horas cuando en realidad solía dormir 12 o 13 horas, lo que podría influir en cómo se encuentre de cansado al día siguiente..

¿Entonces qué ocurre en vacaciones cuando frecuentemente cambiamos los horarios?

Después de toda la parrafada que os hemos soltado, esperamos que lleguéis a la misma conclusión que nosotros: por sus características especiales, los niños tienen unas necesidades específicas de sueño muy diferentes a las de los adultos, sobre todo cuanto más pequeño sea el niño. Teniendo esto en cuenta, si nos salimos de sus rutinas, cosa que suele ocurrir durante los meses de vacaciones, es normal que se altere su ritmo de sueño normal, lo que en muchos casos se traduce en que se duerman a deshoras o hagan siestas en momentos del día que antes no lo hacían.

Es importante que seamos conscientes de que en verano las rutinas de los niños suelen alterarse a gusto del adulto: un viaje, una excursión, que si me quedo más de lo debido en la playa o que los días son mucho más largos que durante el invierno. A pesar de ello, debemos intentar ajustarnos a las necesidades de nuestros hijos, ya que esto nos hará el día a día más fácil y los peques podrán disfrutar de la compañía y los nuevos sitios más descansados y felices.  No pasa nada porque un día duerman menos de la cuenta, pero si empiezan a dormir menos de lo habitual durante varios días seguidos es normal que les afecte. Si notáis que vuestros hijos lloran con facilidad, están irritables o más nerviosos o les cuesta despertar por la mañana, plantearos cómo está siendo el sueño, porque quizás ahí tenéis la respuesta a ese cambio de actitud.

Y una última recomendación para los que se acercan ya a los 5 años. Con esta edad es normal que ya no duerman la siesta de forma sistemática durante los meses de invierno mientras están en el colegio. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre durante el periodo escolar, es habitual que se acuesten más tarde. Para muchos esto no tendrá ninguna trascendencia, mientras que para otros les afectará y los encontraréis con cambios de humor frecuentes o muy irritables. En estos casos, es muy recomendable que favorezcáis que duerman una siesta después de comer para que añadan alguna hora más de sueño al total de día, seguro que les viene estupendamente y les permite disfrutar de las emociones del verano mucho más descansados.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Arrogante

    LAS SIESTAS SON PARA REPOSAR LA COMIDA Y HACER LA DIGESTIÓN.

    19 julio 2021 | 11:39 pm

  2. dospediatrasencasa

    Gracias por tu comentario arrogante.

    20 julio 2021 | 9:38 am

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