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Reflexiones de una librera
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4 personajes muy mentirosos de novela que nunca rectifican

Trato de atrincherarme en la ficción pura, pero la librería es permeable a la actualidad. Y como la realidad termina por colarse de extranjis en reginaexlibrislandia he decidido salir del bibliostracismo y abrirme al mundo real y noticiable.

Grandes personajes mentirosos de novela

Grandes personajes mentirosos de novela

Así que cuando hace un rato dos de mis reginaexlibrislandianos asiduos debatían con otro de mis libreros sobre mentiras, medias verdades, CVs maquillados, incapacidad para renunciar al cargo ni rectificar, corrupción, tráfico de influencias, falsedad documental, mala praxis y adherencia al poder a toda costa la que suscribe ha entrado como un miura para, al menos, reconducir la discusión al terreno de la literatura.

Claro, queridos, todo «está escrito», así que basta con dar un repaso a, por ejemplo, los cuatro grandes mentirosos de novela que se aferran a ‘lo suyo’ a toda costa.

Para ellos no hay rectificación ni redención posible. ¿Os suena?

Os reproduzco la charla a cuatro bandas en reginaexlibrislandia:

Regina: ¡Meh! Aquí nadie ha innovado, Dickens silueteaba perfiles así de retorcidos, con mucha inventiva, poca vergüenza y menos escrúpulos

Cliente 1: ¿Perdona?

Regina: Que la literatura está sembrada de personajes turbios movidos por la codicia y que, aferrados al poder, mienten y se reinventan según el contexto para salir airosos

Cliente 2: ¿Hablas de, por ejemplo, la picaresca?

Regina: ¡Qué va! Al menos el pícaro es un superviviente simpático. Hablo de un mentiroso compulsivo con aires de grandeza y de otro, más peligroso, con un perfil más soberbio, avaricioso y calculador.

Librero: ¡Pues no me encajan ahí grandes mentirosos de la literatura como Cyrano de Bergerac, Anna Karenina, Raskolnikov o incluso Pinocho!

Cliente 2: ¡y Edmundo Dantés!

Regina: No, a ver, esos mienten por circunstancias: Cyrano porque es demasiado feo para su entorno; Anna Karenina por amor (adúltero, pero amor); Raskolnikov para ocultar un asesinato y Pinocho porque es un crío. Y, bueno, Edmundo Dantés se reinventa en El Conde de Montecristo para recuperar lo que era suyo…

Cliente 1: Entonces, ¿a qué personajes mentirosos te refieres?

Regina: Pues pienso en cuatro personajes: Uriath Heep, la Marquesa de Merteuil, Jay Gatsby y El Barón Münchhausen. Por ese orden: el peor y más dañino es, sin duda, el repulsivo Uriah Heep seguido de Merteuil. Luego tanto Gatsby como Münchhausen son turbios, mentirosos y tampoco rectifican ni se redimen, sí, pero de alguna manera son menos ‘socialmente nocivos’…

Y aquí es donde desplegué sobre el escritorio la biblioartillería con ejemplares de los títulos en los que habitan mis cuatro grandes mentirosos de novela, para irlos viendo uno a uno: David Copperfield, Las Amistades Peligrosas, El Gran Gastby y Las sorprendentes aventuras del barón Münchhausen. ¿Listos?

1 Uriah Heep. David Copperfield. Charles Dickens. Alba Clásicos.

  • El personaje: Uriah Heep, el antihéroe más sinvergüenza, soberbio, escurridizo, mentiroso, ambicioso, ladino, corrupto y maquiavélico de la literatura. Desde su avaricia y su cinismo hasta su complejo de superioridad, Heep da escalofríos porque encarna la soberbia y la ambición llevadas al extremo. Es el más complejo y controvertido, producto de una sociedad clasista donde los poderosos pueden hacer cualquier cosa. El sibilino Uriah Heep se presenta con una pátina de falsa humildad y cargado de hipocresía, y sabe cómo materializar sus objetivos. Uno espera que se redima, pero es fiel a su perfidia hasta el final. El turbio encanto de su repelente figura inspiró a una banda de rock, los Uriah Heep, así como algunos temas (‘Witzard’, ‘Easy Living’).
Uriath Heep / David Copperfield

Uriath Heep / David Copperfield

  • La novela: Con fuertes matices autobiográficos David Copperfield narra las aventuras y desventuras de un muchacho desde su infancia hasta la edad adulta, en la Inglaterra rural y el Londres del s. XIX. Una vez se adentra uno por sus páginas, es muy difícil sustraerse al hechizo de una fórmula literaria magistral que lleva las dosis justas de melodrama y de comicidad, de ironía y de realismo, de crueldad y de ternura, a través de una gloriosa galería de personajes entre los que destacan, aparte del propio David Copperfield, su tierna y vehemente tía Betsey, el excéntrico señor Micawber, siempre sin blanca y siempre al filo del abismo, la enamoradiza e inocente pero tozuda y hogareña Agnes Wickfield y el escurridizo, corrupto y maquiavélico Uriah Heep.

2 Marquesa de Merteuil. Las Amistades Peligrosas. Choderlos de Laclos. Mondadori.

  • El personaje: Pocos personajes de ficción cautivan y repelen como la Marquesa de Merteuil, protagonista de una novelita epistolar que es un manual avanzado de supervivencia social. La pérfida y joven viuda de rostro hierático y mirada de acero que se hace a sí misma en un entorno hostil, y logra ser la emperatriz del libertinaje a puerta cerrada mientras en sociedad resplandece parapetada en su halo de decoro extremo. Con sus venenosas cartas reta al Marqués de Valmont, ex-amante y compañero de correrías, a ver quién de los dos es capaz de masacrar –por diversión y por venganza- la felicidad y la virtud ajena de un tercero. Así es como empieza su juego y estalla una guerra. Y la Merteuil tiene clara su estrategia: Vencer o Morir. ¿Os suena?
Marquesa de Merteuil / Amistades Peligrosas

Marquesa de Merteuil / Amistades Peligrosas

  • La novela: Las Amistades Peligrosas es un novelón de esos que te arden en las manos y que encierra un curso acelerado de supervivencia social. Si, porque más allá de que la adaptación al celuloide de 1988 fuera sublime y con un reparto de escándalo, la novelita epistolar es una auténtica maravilla que radiografía el alma de dos seres tan maquiavélicos como seductores de la alta nobleza de una ya decadente Francia dieciochesca. Las cartas, impregnadas de sus pasiones -altas, pero sobre todo bajas– revelan al lector el pulso entre la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, dispuestos a todo por masacrar al rival y salir airosos en un entorno en el que cada beso sabe a un veneno, en cada gesto late una traición y donde la inocencia se paga con la vida.

 

3 Jay Gatsby. El Gran Gastby, de F. Scott Fitzgerald. Alfaguara.

  • El personaje: Jay Gatsby, un multimillonario estrafalario y elegante afincado en una mansión en Long Island, miente sobre sus orígenes y sus intereses amorosos, y también sobre su enorme fortuna, cuya procedencia nadie tiene clara. Desde su infancia rural como Jimmy Gatz, aún sin contactos, dinero ni educación, tenía un plan: iba a esquivar su destino y ser alguien importante. Quería el sueño americano y lo logra, aunque  amasó ganancias ilícitas. Todo en él es una mascarada, pero lo que le confiere ese aura de héroe trágico es que lo que le mueve es su amor por Daisy, más que la codicia. Para su entorno Gatsby es un tipo tan fascinante como repulsivo: todos se matan por ir a sus fiestas, pero saben que hay algo en él que no encaja. Quizá por eso al final, a pesar de que Jay Gastby es una gran mentira, resulta ser la única persona real en un entorno de cínicos y elitistas.
Jay Gastby / El Gran Gastby

Jay Gastby / El Gran Gastby

  • La novela: En el verano de 1922 un inocente Nick Carraway se topa con Jay Gatsby, héroe de la IGM y cuya fortuna es tan inmensa como dudosa, y su pasado tan enigmático como magnético, que se ha rehecho a sí mismo para cautivar al amor de su vida, Daisy, ahora casada con el todopoderoso e íntegro Tom Buchanan. Su historia es la de una caída en la que, tras el estallido de la burbuja de frivolidad que envolvió su ascenso, solo queda un profundo desarraigo. Una novela inmensa sobre las ilusiones perdidas con la que Fitzgerald, con su don bicéfalo para la narrativa lírica y la caracterización punzante, retrata a una generación consagrada al derroche que se bebe los dorados años veinte en juergas interminables hasta que llega el fin de la fiesta en el crac del 29. Una novela que maravilla y sobrecoge con intensidad creciente.

4 El Barón Münchhausen. Las sorprendentes aventuras del barón Münchhausen. Gottfried A. Bürger. Alianza

  • El personaje:  El barón Münchhausen, el gran mentiroso de la literatura, está inspirado en oficial de caballería famoso por las disparatadas historias que inventaba. Aunque él sabe que está mintiendo, sus motivaciones para inventar son inconscientes y lo que anhela es acaparar la atención, el reconocimiento y la simpatía de los demás. Entre las hazañas extraordinarias y extravagantes de las que afirma ser protagonista destacan la de cabalgar en balas de cañón, bailar en el estómago de una ballena, viajar a la Luna, o matar a un oso y cubrirse con su piel para pasar desapercibido entre otros osos. Un mentiroso patológico sin maldad y ambición, sí, pero sin intención ni de rectificar ni de despojarse esos galones ficticios que él mismo se coloca.  
El Barón Münchhausen

El Barón Münchhausen

  • La novela: Aunque atribuidas a Rudolf Erich Raspe, quien tradujo al inglés una versión que fue plagando de adiciones e interpolaciones de dudosa calidad literaria, se considera que fue Gottfried August Bürger quien supo darle a la obra ese algo indefinible que lo convirtió en obra clásica y popular. El barón más embustero que imaginarse pueda narra aquí sus famosas aventuras y desventuras: desde el hilarante episodio en el que se lo traga un enorme pez, hasta su increíble viaje a la Luna en busca de un hacha de plata perdida. Una historia a medio camino entre lo grotesco y lo fantástico con un esperpéntico y desvergonzado protagonista que provoca una y otra vez las risas del lector.

Aquí dejo a mis cuatro grandes mentirosos de novela para la reflexión… Mis contertulios reginaexlibrislandianos se llevaron ejemplares de David Copperfield, y mi librero se decidió a leer Las Amistades peligrosas, así que, al menos por ahora, me anoto el bibliotanto frente a la «realidad noticiable».

Si os pica la curiosidad yo que vosotros leería o le daría un repaso a David Copperfield para analizar a su colosalmente retorcido y deleznable Uriah Heep. Os sorprenderá hasta qué punto os suena su conducta…

Y para remate os dejo un videoclip de uno de los temas de la banda de rock de los 70  que tomó su nombre del personaje, así como inspiración para sus letras. Se trata de ‘Wizard’, echadle un vistazo a la letra (va con subtítulos en castellano)

  • Y vosotros, queridos, ¿conocíais a alguno de estos grandes mentirosos de novela? ¿Sugerís algún otro?
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¡Lee a Hemingway por San Fermín!

Que Ernest Hemingway fue heraldo universal de los Sanfermines no hay quien lo discuta. El buen hombre vino, corrió encierros, apuró tintorros y volvió hasta nueve veces en meses de julio entre 1923 y 1959.

Lo que quizá no imaginara el escritor norteamericano que arrastró a la piel de toro a la mismísma Ava Gardner y a Orson Wells entre otros, es que 50 años después de su último paso por Pamplona y 48 de su muerte hay quien se decide a leerle precisamente ahora porque estamos en plena fiesta grande de Pamplona.

Y ese alguien es ni más ni menos que un reginaexlibrislandiano asiduo que se materializó ayer en mis confines con su inesperada petición:

– Cliente: Hola, Regina, ¿cómo estás?- Regina: ¡Hombre, X! ¿Qué tal?

– C.: Pues bien, aunque acalorado. Mira, una cosa…

– R.: Sí, dime

– C.: ¿Tienes algún ejemplar de Fiesta, de Hemingway?

– R.: Si, uno editado en Debolsillo.

– C.: ¡Perfecto! Dámelo, que me lo voy a empezar ahora.

– R.: ¡Anda! ¿Y eso? ¿No estabas metido de lleno en Proust?

– C.: Sí, pero con esto de los sanfermines me acaba de entrar un apretón de los míos y quiero leérmelo ya, antes de que canten el ‘Pobre de mi», que está al caer… ¿Sabes? Tras Por quien doblan las campanas y sus Cuentos lo fui dejando y, mira, que me dio hoy por él.

– R.: Mmm, la verdad es que es el momento idóneo. Me pregunto cómo se lo hubiera tomado el bueno de Ernest

– C.: ¡Pues empujándolo con un buen vino! ¡Ja, ja, ja! Además, así me da la alternativa para acercarme a la tal Generación Perdida, ¿no?

– R.: Sí, entrarás a ella por la puerta grande, ni más ni menos que de la mano literaria de la la seductora Brett Ashley y del desventurado Jake Barnes, los protagonistas de Fiesta.

– C.: ¿Qué sabes?

– R.: Pues mira, fueron un grupo de escritores norteamericanos y británicos que de una forma u otra participaron en la I Guerra Mundial. A su término, se expatriaron y terminaron en París, y entre borracheras, resacas y desencanto escribieron sobre su época y circunstancias, ya sabes, entre los años 20 y el Crack bursátil del 29.

– C.: Eran Hemingway, Faulkner y, ¿quién más?

– R.: Mmm, Hemingway, Faulkner, Steinbeck, F.S. Fitzgerald, Doss Passos y Ezra Pound, si no me patina el pelucón.

– C.: Pero Fiesta, ¿es representativo o qué?

– R.: Bueno, digamos que lo que hizo Hemingway fue retratar ese modo de vida de jóvenes anglosajones bohemios en el París de entreguerras, con el añadido de que deciden irse de excursión a Pamplona en plenos Sanfermines… Así que leerás sobre las sombras de esa Generación Perdida al tiempo que te sumerges en los encierros de los años 20, y todo con un estilo innovador, casi periodístico. Es, cómo te diría, una sucesión de escenas desconcertantemente nítidas. A mi me parece fabuloso. Aunque, eso sí, más sobre el mundo del toro y Pamplona aparecen sin duda en Muerte en la tarde.

– C.: ¡Ish, Regina, dame Fiesta que ahora sí que tengo que leérmelo YA! Luego igual sigo con Muerte en la tarde, ya veremos…

 

Y se fue con su ejemplar de Fiesta, de Ernest Hemingway dejándome con una mano en el cierre regino y el pelucón cargado de imágenes de un libro que nunca dejará de impactarme.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis Fiesta,de Ernest Hemingway? ¿Os gustó? ¿Cómo llegásteis a él? ¿Conocéis a algún extranjero que antes de venirse a los Sanfermines se leyera Fiesta?

De librera a ‘flapper’ para irme de fiesta con F. Scott Fitzgerald y Budd Schulberg

He llegado a la conclusión de que si me he hecho librera ha sido no sólo por vocación, sino también por higiene mental.

Los años de ingesta indiscriminada de historias han hecho -y hacen, y harán- de mí un ser desdoblado en cientos de personajes que coexisten apretujados bajo mi piel.

El estar cada día sacándolos a la luz a petición de clientes a mi me airea el alma y a ellos los revitaliza, pues por unos instantes los rescato de un entorno tan oscuro y claustrofóbico como sólo puede llegar a serlo ésta, mi regia mismidad.

Y como hoy en parte las afortunadas fueron las flappers, os escribo ataviada con un collar de perlas de tres vueltas, jazz de fondo, mares de champagne y mi plumero reconvertido en tocado porque por unas horas quiero ser deliciosamente ligera de cascos, ancha de miras, fumar en boquilla y saciar esta sed enfermiza de espumoso semiseco mientras espero que mi inminente marido, el escritor de éxito y siempre divino Scottie venga a recogerme para quemar de una vez esta maldita noche. Si, queridos, hoy soy Zelda Fitzgerald.

¿Y quién tiene la culpa de mi mutación? Una clienta encantadora, naturalmente. Llegó a reginaexlibrislandia pidiendo ayuda:

Clienta: Buenas tardes… Verás, me da un poco de apuro porque resulta que quiero un libro pero no sé mucho de él. Salgo del cine y escuché a dos amigos hablar de él, pero sólo me quedé con algunas cosasRegina: A ver qué podemos hacer…

C.: Pues hablaban de una novela de un americano con un apellido europeo que estaba muy metido en el mundo de Hollywood. Por lo visto un guionista tenía que colaborar con un escritor muy famoso pero alcoholizado…

R.: Uy, ¡no me digas más! Creo que hablas de El Desencantado, de Budd Schulberg.

C.: Si, oye, sí, dijeron algo de «Desencantado»

R.: Es un libro absolutamente fascinante en el que un F. Scott Fitzgerald alcohólico y arruinado se ve obligado a trabajar a sueldo para Hollywood. Es un relato impecable del mundo del cine, los locos años veinte y la gran Depresión, en el que el genio y un joven coescriben un guión y enfrentan, sin saberlo, dos épocas irreconciliables.

C.: Si, algo dijeron de Fitzgerald, pero no pensaba que estuviera relacionado…

R.: Digamos que Schulberg habla de él sin citarlo, pero es que Fitzgerald encarna divinamente a toda una generación de plumas gloriosas que se sienten perdidos en la nueva década, y como necesitan dinero venden su talento a la industria del cine. Además era una época y un entorno que Schulberg conoció de primera mano, porque su padre era uno de los fundadores y magnates del cine. De hecho también se ha publicado en España De Cine, Memorias de un príncipe de Hollywood, donde ahonda en el tema…

C.: Pero, ¿Cuál me recomiendas de los dos?

R.: Yo empezaría por la novela, desde luego. Y si no has leído a Fitzgerald para que la experiencia de El Desencantado fuera incluso mejor te diría que te leyeras algo de él.

C.: ¿Es el de El Gran Gastby, ¿no? Vi la película con Robert Redford, pero no leí el libro.

R.: Pues ya que conoces la trama empieza por Hermosos y Malditos, una gloriosa novelita en la que dos recién casados (podrían ser perfectamente ellos, Scott y Zelda Fitzgerald) de la alta sociedad estadounidense viajan, bailan y se beben los dorados años veinte en juergas interminables hasta que llega el fin de la fiesta, el de su relación y el de una sociedad hedonista donde la belleza y la fortuna son siempre demasiado fugaces.

C.: Suena bien…

R.: Si te lees Hermosos y Malditos y después El Desencantado creo que no te arrepentirás… Aunque por supuesto cualquiera de las tres son soberbias por separado.

C.: No, no, me llevo las dos. ¡Estoy deseando ponerme con ellas!

Y se fue con sus dos libros y la promesa de volver para contarme qué le parecieron, dejándome con un pie fuera a la flapper que llevo dentro. Y aquí sigo, de fiesta y jugueteando con mi collar de perlas de tres vueltas. Y este Scottie sin aparecer…

Decidme, queridos, ¿alguno leyó El Desencantado? ¿A Fitzgerald, quizás? ¿Qué opináis?