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¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara?

Por Lluís Montoliu* (CSIC)

Nadie las espera, casi nadie las conoce, pero la mayoría de enfermedades raras llegan sin avisar a las familias que, de la noche a la mañana, se encuentran con el nombre de una patología de la que generalmente nunca antes habían oído hablar, pero que a partir de ese momento pasará a ser el centro de sus vidas. Y entonces empiezan las preguntas, los temores, las angustias, la búsqueda de culpables, en un intento de explicar lo aparentemente inexplicable.

¿Por qué me ha tocado a mí y no a otra persona? ¿Es culpa mía o de mi pareja? ¿O de los dos? ¿Somos los únicos padres que tenemos un hijo con esta enfermedad rara? ¿Hay otras familias como nosotros? ¿Hay alguien que esté investigando esta enfermedad rara? ¿Existe algún tratamiento? Si tuviéramos otro hijo, ¿también podría tener esta misma enfermedad?

Esta es la dura situación a la que se enfrentan muchas familias en las que uno o varios de sus miembros es diagnosticado con alguna de las más de seis mil enfermedades raras que hoy conocemos. Todas extraordinariamente diversas, tanto en la parte del cuerpo u órgano que afectan como en la gravedad de la patología. Las hay que son mortales o terriblemente dolorosas o complejas de gestionar, pero también las hay que alteran mínimamente la calidad de vida. Lo único que comparten todas las enfermedades raras es su baja prevalencia en la población, un valor arbitrario: todas aquellas que aparecen con una frecuencia de menos de una de cada dos mil personas nacidas.

Lluis Montoliu junto a paciente con albinismo

Lluis Montoliu, autor de este post, junto a una paciente con albinismo. / Ana Yturralde

Cuestión de genes

La gran mayoría de las enfermedades raras son de origen genético. Las llamamos congénitas, dado que aparecen desde el nacimiento. Y es precisamente en la genética donde hay que buscar la causa de las mismas.

Todos somos mutantes. Todas las personas portamos multitud de mutaciones distribuidas por todo nuestro genoma. Ahora bien, no todos manifestamos o tenemos una enfermedad. Hay que recordar que tenemos unos veinte mil genes y que, de cada gen, generalmente tenemos dos copias: la que heredamos del padre y la que heredamos de la madre. Mientras al menos una de las dos copias génicas funcione correctamente en principio no tiene por qué pasar nada. Pero si se da la circunstancia de que una persona recibe de sus padres las dos copias del gen anómalas, la función que debería hacer ese gen, la proteína codificada, dejará de hacerse y entonces podrá aparecer la enfermedad.

Hay muchas excepciones a esta situación descrita, de mutaciones recesivas, que es la más frecuente. Por ejemplo, hay algunas enfermedades que ya se manifiestan con solo heredar una de las dos copias anómalas: son las que conocemos como de herencia dominante.

Cuando una pareja espera su hijo con la mayor de las alegrías y esperanzas y, al poco de nacer, o bien ellos o los médicos se percatan de que algo va mal, empieza un periplo que puede tardar desde unas pocas semanas a años hasta encontrar la causa de aquellos síntomas. Obtener un diagnóstico genético concluyente es más complejo de lo que parece, pues lo que siempre hacemos los genetistas es comparar el genoma de la persona estudiada con genomas de referencia. Y, claro, según qué genoma de referencia usemos podemos tener resultados distintos. Además, no es cierto que solo tengamos unas pocas diferencias entre cada uno de nosotros. La realidad es que entre una persona y otra hay entre tres y seis millones de cambios de letras. Y no es fácil descubrir cuál de esos cambios es el causante de la enfermedad.

Tampoco sabemos a ciencia cierta las causas genéticas que explican las enfermedades raras. Frecuentemente hay personas diagnosticadas clínicamente a las cuales no les encontramos mutación alguna. O, al revés, personas que portan mutaciones que deberían causarles enfermedad y, sin embargo, están sanas. Esto nos sugiere que todavía no sabemos todo lo que necesitamos de nuestro genoma y de las complejas interacciones que se establecen entre todos nuestros genes. Y esto hay que explicarlo a las familias.

Para seguir avanzando en nuestro conocimiento sobre las enfermedades raras y poder ofrecer respuestas a quienes las sufren y sus allegados, en el CSIC se llevan a cabo diversas investigaciones. En el Instituto de Investigaciones Biomédicas “Alberto Sols”, Isabel Varela Nieto estudia distintos tipos de sorderas en ratones y Víctor Ruiz, otra enfermedad rara: la osteogénesis imperfecta. El grupo de Paola Bovolenta, del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa”, analiza los genes cuyas mutaciones causan enfermedades raras de la visión. Y yo mismo, en el Centro Nacional de Biotecnología, llevo más de 25 años investigando sobre los diversos tipos de albinismo que conocemos. Todos estos grupos formamos parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER), del Instituto de Salud Carlos III.

 

* Lluís Montoliu es investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC y del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Raras (CIBERER) del ISCIII. Para intentar dar una respuesta a las familias que acaban de conocer la noticia, ha escrito el libro ¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara? (Next Door Publishers). En él recopila respuestas a decenas de preguntas que ha tenido ocasión de responder desde hace años conversando con muchas familias. Es también autor de otros títulos de divulgación, como Genes de colores, Editando genes: recorta, pega y colorea o El albinismo

¿Por qué no todo el mundo tiene la piel negra?

Por Lluis Montoliu (CSIC)*

Solamente hace falta sentarse unos minutos en un banco de una estación de metro concurrida de una gran ciudad y dedicarse a contemplar a las personas que pasan por allí para darse cuenta de la enorme diversidad que tenemos de colores de piel, pelo y ojos. ¿Cómo es posible que haya gente con la piel, cabellos y ojos tan claros y, a la vez, también existan otras personas con la piel, el pelo y los ojos muy oscuros, casi negros? ¿Por qué no todo el mundo tiene la piel clara? ¿Por qué no toda la gente tiene la piel oscura? Toda esta maravillosa diversidad de aspectos de los seres humanos es producto del funcionamiento de un grupo de genes que determinan nuestra pigmentación, los llamados genes de colores.

Una chica pelirroja en un ascensor suscita el interés de quienes están a su alrededor. / Ilustración de Jesús Romero

Pequeñas variaciones en algunos de ellos pueden causar grandes diferencias en nuestra apariencia externa, pero no debemos olvidar que en lo fundamental todos los seres humanos somos mucho más parecidos de lo que habitualmente algunas personas están dispuestas a asumir. Todos los seres humanos compartimos el 99,9% de nuestro genoma y las diferencias genéticas (0,1%) son fundamentalmente individuales. En otras palabras, por más que algunos se empeñen en seguir refiriéndose a este término, no existen las razas en la especie humana. Más allá de unas variaciones genéticas en algunos genes de colores que determinan el color de la piel, pelo y ojos, dos personas de origen africano pueden ser tan distintas entre sí como dos personas de origen europeo.

El color de piel de los primeros seres humanos

Nuestros antepasados homínidos tenían el cuerpo blanquecino, cubierto de pelo, como los chimpancés actuales. Posteriormente, cuando aquellas poblaciones ancestrales emigraron desde la selva a la sabana, tuvieron que adaptarse a temperaturas más elevadas y mayor radiación solar. Perdieron el pelo para así poder empezar a sudar y regular mejor la temperatura corporal, pero sin pelo tuvieron que desarrollar otro tipo de protección frente al sol. La aparición de mutaciones en algunos genes de colores que ennegrecían la piel fue providencial y así aquellos primeros seres humanos sin pelo con piel oscura pudieron sobrevivir bajo el sol. Esta adaptación les permitió proteger determinadas vitaminas necesarias para la vida y la reproducción que se degradan por el sol, como el ácido fólico, y reducir el riesgo de desarrollar cáncer de piel, que habría acabado con sus vidas.

Posteriormente, cuando los seres humanos emigraron desde África hacia el norte de Europa, llegaron a tierras con mucha menor radiación solar en las que el exceso de pigmentación era un problema, pues no les permitía aprovechar los pocos rayos de sol que tenían al día para poder sintetizar la cantidad mínima necesaria de vitamina D que producimos en nuestra piel por acción de la radiación ultravioleta del sol. De nuevo, la aparición de una mutación en otro gen que palidecía la piel fue providencial y permitió a esos humanos adaptarse a las duras y oscuras condiciones.

El origen de las personas pelirrojas

Esa mutación alteró la composición de la melanina que fabricábamos, tanto que algunas personas pasaron de acumular una mezcla de pigmentos formados por una melanina oscura, que llamamos eumelanina, y otra más clara, naranja-rojiza, que llamamos feomelanina, cuya mezcla es responsable de la gran diversidad de colores de piel que tenemos, a fabricar solamente feomelanina. Habían surgido las personas pelirrojas, cuya piel blanca les permitió adaptarse mejor a aquellas latitudes, además de proporcionarles esos fascinantes colores de pelo y ojos que el resto envidiamos. Y así es como, alterando la función de unos pocos genes de colores, podemos pasar de pieles blancas a más oscuras para luego regresar a pieles nuevamente pálidas.

En Europa es donde se concentra una mayor diversidad de patrones de pigmentación de las personas, y donde coexisten personas rubias, castañas, morenas, pelirrojas y negras formando casi un continuo de aspectos y colores. Erróneamente, tendemos a pensar que África es un continente mucho más uniforme. Sin embargo, existe igualmente una enorme variabilidad genética en personas de origen africano, que difícilmente puedan agruparse como una sola población. Por ejemplo, en cuanto a la pigmentación hay grandes diferencias entre las pieles más oscuras de personas nacidas en la región de Etiopía, Somalia y Sudán y las tonalidades mucho más claras de personas de los extremos del continente, el Magreb y Sudáfrica. Esto nos dice que no hay ‘un’ color de piel oscura, negra, sino muchos. De la misma manera que no hay un color de piel clara, blanca, sino muchos.

Misma cantidad de melanina, distinta capacidad de transportarla

Intuitivamente pensaríamos que una persona de piel negra debería tener más células pigmentarias, más melanocitos en la piel, que una persona de piel blanca. Y no es así. Esta es la típica pregunta de programa de televisión de cultura general que fallaría casi todo el mundo. La realidad es que dos personas, una de piel negra y otra de piel blanca, tienen aproximadamente el mismo número de melanocitos.

¿Cómo puede ser que la primera tenga la piel mucho más oscura que la segunda? La diferencia no está en el número de células pigmentarias, sino en la capacidad que tienen estas de trasladar el pigmento que fabrican, la melanina, a los queratinocitos de nuestra piel. Estas células son las que nos dan nuestra pigmentación, no los melanocitos, que se encuentran situados en capas más profundas de la piel, en el límite entre la epidermis y la dermis. Simplemente alterando la función de otros genes de colores, responsables del transporte de melanina entre melanocitos y queratinocitos, somos capaces de oscurecer significativamente el color de nuestra piel.

Estructura simplificada de las células de la piel, con los melanocitos en la base de la epidermis transfiriendo sus melanosomas repletos de melanina a los queratinocitos. / Ilustración de Jesús Romero

De todo ello se deduce lo absurdo e inútil que es intentar buscar diferencias entre dos personas simplemente porque presenten colores distintos de piel. Con muy pocas diferencias en algunos de los genes de colores somos capaces de cambiar el aspecto externo de una persona, pero en lo fundamental todas las personas, tengamos la piel blanca o negra, somos semejantes. Nunca estuvo justificado ningún tipo de racismo, tampoco desde la genética. Aceptemos y gocemos con la enorme variedad de aspectos que podemos tener los seres humanos sin que por ello haya personas que sean discriminadas o sufran rechazo, persecución o ataques por motivo del color de su piel.

 

* Lluis Montoliu es genetista e investigador del CSIC en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB). Este y otros temas relacionados con la genética de la pigmentación forman parte de su nuevo libro de divulgación Genes de colores, con ilustraciones de Jesús Romero y publicado por NextDoor Publishers.

Cinco propuestas del CSIC para celebrar el Día del Libro

Por Mar Gulis (CSIC)

Como cada año, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se suma a la celebración del Día del Libro con múltiples actividades en torno a la lectura y la divulgación científica. Aquí tienes algunas de las propuestas para todos los públicos y en diferentes formatos que llevaremos a cabo en los próximos días: antes, durante y después del sábado 23 de abril.

Exposición ‘La ciencia a tu alcance’ en el campus del CSIC. / Irene Cuesta (CSIC)

1. No, no pienses en un conejo blanco

El escritor y crítico literario Patricio Pron es el autor de este breve ensayo sobre la literatura en tiempos de aceleración y fake news que, a partir del viernes 22 de abril, podrás descargar de forma gratuita en la web Libros CSIC. ¿Por qué leemos? ¿Por qué escribimos? El texto aborda viejas preguntas desde el punto de vista de nuestro presente, caracterizado por la abundancia de información. Con motivo de este lanzamiento, que forma parte de la serie 23 de abril, el autor ofrecerá una conferencia virtual el día 22 a las 17:00 desde la Librería Científica del CSIC.

2. Los investigadores e investigadoras del CSIC te recomiendan lecturas

“Y tú, ¿qué lees?” Esta es la pregunta que hemos hecho ante una cámara a diez especialistas del CSIC para que recomienden un libro que, según su criterio, nadie se debería perder. Sus respuestas han sido de lo más variadas: Luis Enjuanes y Manuel Reyes Mate han elegido libros históricos, Mercedes García-Arenal unos diarios, Jara Pérez una novela, Ana Rodríguez un cómic, Fernando Valladares un ensayo, Lluis Montoliu y Carlos Briones textos en los que no falta la poesía, Ester Lázaro un libro de divulgación y Maricruz García Gutiérrez una obra de teatro. Si quieres saber de qué libros se trata, sigue las redes sociales de CSIC Divulga y Editorial CSIC, desde las que compartiremos estas recomendaciones a lo largo de las próximas semanas. El primero será el de Luis Enjuanes y se emitirá el mismo 23 de abril.

3. Descubre la historia de Editorial CSIC en una exposición al aire libre

La ciencia a tu alcance es el título de la muestra que recorre los más de 80 años de trayectoria del sello editorial del CSIC y que podrás visitar de forma gratuita hasta el 31 de mayo en el campus central del organismo en Madrid (c/ Serrano, 117). De forma muy visual, la exposición aborda también el compromiso de la editorial por hacer la ciencia más accesible a través de los más de 100 nuevos libros y las 40 revistas en acceso abierto que publica cada año. Entre ellos, no solo hay contenidos dirigidos al público especializado, sino también a un público general, como los libros de las colecciones ¿Qué sabemos de? y Divulgación. El horario de visitas es de 10 a 18 horas de lunes a viernes.

4. Aprende a escribir relatos científicos

¿Te gustan la ciencia y la escritura pero no sabes cómo empezar tu texto? Inspiraciencia, el certamen de relatos de inspiración científica del CSIC, te invita a una masterclass y un taller online en los que podrás explorar el pensamiento científico a través de la creación literaria, conocer los elementos esenciales de un texto literario y descubrir tu voz narrativa personal. Todo ello de forma gratuita y de la mano de la escritora y profesora de escritura creativa Rocío de Juan y el investigador en inteligencia artificial Pedro Meseguer.

5. Navega por los archivos de Nebrija, el autor de la primera gramática española

Coincidiendo con el V centenario de la muerte de Antonio Nebrija (1444-1522), el primer humanista hispánico, la Biblioteca Tomás Navarro Tomás te invita a sumergirte en una exposición virtual sobre su obra y la influencia de su legado en las colecciones bibliográficas y documentales del CSIC. Interesado por diferentes disciplinas, Nebrija redactó estudios y tratados de Historia, Pedagogía, Matemáticas o Derecho, aunque destaca por títulos como su Diccionario latino-español y su Gramática de la lengua castellana (1492). La muestra reúne ediciones destacadas de sus obras y bibliografía especializada sobre su figura.

Estas son solo algunas de las propuestas del CSIC para el Día del Libro 2022. Si quieres conocerlas todas, consulta nuestra agenda. ¡Feliz 23 de abril!

¿Qué es el albinismo? La falta de pigmentación no es la respuesta correcta

Por Lluís Montoliu, CSIC *

Vamos caminando por la calle y nos cruzamos con una chica joven, con el pelo y la piel muy blanca y que lleva gafas oscuras. Probablemente pensaremos que se trata de una persona albina que necesita las gafas para no deslumbrarse con el sol y debe cuidar su piel con cremas protectoras. La mayoría realizaríamos inconscientemente este rápido análisis y seguiríamos caminando, sin imaginar que esa persona albina en realidad padece una discapacidad visual severa tan relevante como para ser considerada ceguera legal; es decir, la que supone una agudeza visual inferior al 10% de la visión normal.

Niña europea con albinismo oculocutáneo / Ana Yturralde

En el albinismo, la falta de pigmentación, que es lo que todos percibimos, no es lo más relevante. Lo realmente discapacitante es el déficit visual asociado a esta condición genética, que no enfermedad, aunque se investigue y se trate como una de las más de 7.000 enfermedades raras. El albinismo está presente en 1 de cada 17.000 personas, lo que quiere decir que en nuestro país hay alrededor de 3.000 personas albinas. Se trata de un desorden congénito causado por mutaciones en alguno de los 20 genes (de los más de 20.000 que tenemos en el genoma humano) que hoy en día conocemos como asociados a esta condición genética.

Los 20 tipos de albinismo tienen como rasgo común una visión muy reducida, con variaciones según el tipo de albinismo y según cada persona. Ahora bien, no todas las personas con albinismo presentan esa evidente falta o ausencia de pigmentación. Durante muchos años se creyó que la falta de melanina (el pigmento que tenemos en nuestra piel, ojos y pelo) era la causa del albinismo. Hoy sabemos que la pérdida de pigmentación es una consecuencia del albinismo que solo aparece en algunos tipos, pero no en todos.

Albinismo y discapacidades visuales

Las personas con albinismo tienen diversas alteraciones visuales que son las causantes de su visión deficitaria. En primer lugar, su retina carece de fóvea. La fóvea es una diminuta región central de la retina en la que se acumulan la gran mayoría de nuestros fotorreceptores bastones; estos nos permiten percibir con nitidez formas y colores para definir objetos y personas cuando los miramos de frente. Las personas con albinismo solamente disponen en su zona central de una visión similar a la visión periférica, la que habitualmente usamos para “mirar con el rabillo del ojo”. Esta es una visión muy pobre, con poca definición, que nos permite responder frente a objetos que se mueven (nos apartamos instintivamente si percibimos que algo va a caer sobre nosotros o a nuestro lado), pero no nos sirve para apreciar los detalles. Podríamos imaginar que la retina de una persona con albinismo es como un sensor de una cámara fotográfica que tiene muchos menos píxeles, y por ello menor sensibilidad y resolución.

Las mutaciones genéticas que causan albinismo son recesivas. Esto quiere decir que una persona para ser albina debe heredar dos copias anómalas de sus padres, una del padre y otra de la madre. Suponiendo que sus padres sean portadores, esto es, que porten una copia intacta y otra anómala del gen, en cada embarazo tendrán una probabilidad del 25% de que el hijo o hija nazca con albinismo. La excepción es el albinismo ocular, denominado OA1 por sus siglas en inglés, cuyo gen afectado está en el cromosoma sexual X. Los varones, al tener solamente un cromosoma X (los varones son XY y las mujeres son XX), manifiestan directamente el albinismo si heredan una sola copia anómala.

Mediante modelos animales de los diversos tipos de albinismo se han podido investigar muchos aspectos de esta condición genética. Los resultados obtenidos en ratones han permitido descubrir que la administración de varios fármacos podría mejorar la visión de las personas con albinismo. Los ensayos clínicos en seres humanos determinarán pronto el alcance de estas investigaciones y, en su caso, su eventual traslado a la clínica.

Niño africano con albinismo oculocutáneo /Ana Yturralde

Perseguidos por su condición genética

En África, además de todo lo anterior, las personas con albinismo desgraciadamente pueden sufrir acoso, persecuciones, secuestros, mutilaciones y asesinatos. Creencias injustificables y brujerías presuponen la buena fortuna a los poseedores de partes del cuerpo de una persona con albinismo, ya sea una mano, un brazo, un pie, una nariz o una oreja, lo cual provoca continuos ataques y un mercado negro de fragmentos humanos que es necesario denunciar y combatir hasta conseguir erradicar estas barbaridades. Para ello, la ONU instituyó el 13 de junio de cada año como el  Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo.

En España desde 2006 la asociación ALBA ayuda a personas con albinismo y se encarga de aportar a las parejas con recién nacidos albinos la información básica para entender qué les sucede a sus hijos e hijas.

Lluis Montoliu (@LluisMontoliu) es investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC.

 

 

CRISPR: cómo las bacterias nos enseñan a editar los genes

Por Lluís Montoliu (CSIC)*

Frecuentemente pensamos en las bacterias como fuente de problemas. Efectivamente, son las causantes de enfermedades infecciosas tan graves como la tuberculosis, el cólera o la peste, pero también son las que nos proporcionan yogures y otros derivados lácteos. Además, las bacterias llevan miles de millones de años sobre la Tierra, muchísimos más que nosotros. Durante todo este tiempo han desarrollado un sistema de defensa muy eficaz que les permite zafarse de la infección por virus.

El sistema inmune de las bacterias fue descubierto por Francisco Juan Martínez Mojica, microbiólogo de la Universidad de Alicante, que lleva más de 25 años investigando sobre este tema. ¿Qué hace que este mecanismo de defensa sea tan especial? Pues, entre otras cosas, que se transmite genéticamente, de unas bacterias a sus hijas o descendientes. Por ejemplo, cuando nosotros nos vacunamos contra el virus del sarampión adquirimos unas defensas que evitan que desarrollemos esta enfermedad. Ahora bien, nuestros hijos no heredan esta defensa. Si queremos que ellos estén protegidos contra el sarampión, también tenemos que vacunarlos (algo sobre lo que nadie debería albergar hoy en día ninguna duda, por cierto). Las bacterias son más inteligentes que nosotros. Una vez aprenden a defenderse de un virus son capaces de transmitir esta defensa a sus hijas, y éstas a sus nietas, etc., perpetuando esta defensa. Este descubrimiento básico de Mojica, realizado en 2003, sirvió para que otros investigadores se dieran cuenta de que el mecanismo por el cual las bacterias se defienden de los virus también puede usarse, sorprendentemente, para editar los genes con una precisión nunca antes vista.

En 2012 varios científicos, entre ellos las investigadoras Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, describieron este sistema de edición basándose en los trabajos de Mojica. El sistema está formado por una proteína, denominada Cas, que actúa como una tijera molecular capaz de cortar el ADN de forma muy precisa dirigida por una guía, una pequeña molécula de ARN que le dice a la tijera Cas dónde tiene que cortar. Este sistema se denomina CRISPR (pronúnciese “crisper”), acrónimo en inglés que describe las características de estas secuencias genéticas que dirigen el corte de la tijera molecular. Éste fue el nombre, hoy en boca de investigadores de todo el mundo, acuñado también por Mojica en 2001.

El mecanismo por el cual las bacterias se defienden de los virus también puede usarse para editar los genes. / geneticliteracyproject.org

¿Qué podemos hacer con las herramientas CRISPR? Igual que cuando nos equivocamos al escribir un texto en el ordenador y podemos volver atrás y corregir, eliminar o sustituir la palabra o letras erróneas, con las herramientas CRISPR podemos editar los genes. Podemos añadir letras si faltan, eliminar letras si sobran, sustituirlas o corregirlas por otras. En definitiva, podemos modificar los genes a voluntad. Esto ha provocado una verdadera revolución en biología, biomedicina y biotecnología.

Ahora podemos desarrollar modelos celulares y animales más adecuados para el estudio de las enfermedades. Por ejemplo, tras diagnosticar a un paciente afectado por alguna de las miles de enfermedades raras de base genética que existen, y detectar el gen y la mutación causantes de esa enfermedad, podemos replicar exactamente esa misma mutación en ratones. A estos ratones que reproducen la misma alteración genética de un paciente los llamamos ‘ratones avatar’ para ilustrar la conexión existente entre ellos. Gracias a ellos podremos validar la seguridad y eficacia de nuevos tratamientos de una forma más efectiva, ya que son portadores del mismo error genético. Si somos capaces de introducir una mutación en ratones, también deberíamos poder usar las mismas herramientas CRISPR para revertir errores genéticos que afectan a los millones de personas con alguna enfermedad rara. No estamos todavía ahí, pero sí en el buen camino.

Ratones avatar modificados genéticamente con CRISPR. / Davide Seruggia

Los resultados preliminares de tratamientos genéticos basados en CRISPR probados en animales son muy esperanzadores, pero todavía no están listos para su aplicación efectiva en pacientes. ¿Por qué no podemos usar las herramientas CRISPR en el hospital? En primer lugar, la precisión que tienen las herramientas de edición genética CRISPR no es absoluta. En determinadas ocasiones pueden cortar en secuencias genéticas muy parecidas, causando alteraciones no deseadas en genes similares que no deberíamos modificar, y cuyos cambios pueden causar problemas mayores de los que queremos solucionar. Esta es una limitación que puede reducirse al mínimo si se diseñan cada vez mejores guías y se seleccionan tijeras moleculares con mayor precisión.

Pero lo más preocupante es la segunda de las limitaciones de las herramientas CRISPR. Toda la precisión que tienen para cortar el genoma en el gen y la secuencia correctas, no la tienen los mecanismos de reparación que entran en juego inmediatamente tras el corte, restaurando la continuidad del cromosoma. Estos sistemas de reparación, que tenemos en nuestras células, progresan de forma un tanto azarosa, añadiendo y quitando letras hasta conseguir enganchar los dos fragmentos del cromosoma cortado. Si bien es cierto que podemos inducir la reparación con secuencias genéticas molde que sirvan como patrón para la reparación, también sucede que no siempre las células usarán el molde y, por ello, al reparar el corte, generarán una nueva modificación genética no deseada. Tenemos que seguir investigando estos mecanismos de reparación, para poder controlarlos y hacerlos más precisos y seguros. Solamente entonces podremos recomendar, siempre con prudencia, el uso de las herramientas CRISPR en el tratamiento de enfermedades de base genética en personas.

Tras proponerlas como sistemas de edición genética en 2012, las herramientas CRISPR fueron usadas por vez primera en 2013. Hoy, apenas cuatro años más tarde, ya estamos pensando en maneras de optimizar su uso en terapias para enfermedades, para hacerlas más seguras y efectivas. Cuando estudiaba los microorganismos que habitan las salinas de Santa Pola, Mojica no podía imaginar el camino futuro que iban a tomar sus investigaciones de biología básica. Tratando de entender como esas bacterias se defendían de los virus que las acechaban, llegó hasta un hallazgo revolucionario. Ahí está la belleza y el poder de la ciencia. Un descubrimiento microbiológico, en apariencia menor, que pasa a ser la mayor revolución tecnológica en biología. Así pues, debemos de estar agradecidos a las bacterias, por mostrarnos nuevas formas de luchar contra las enfermedades. Y a Francisco Mojica, por haber descubierto este proceso de la naturaleza y habérnoslo contado, por haber descrito el sistema CRISPR que tantas aplicaciones biomédicas está produciendo.

Vídeo en el que la proteína Cas9 corta una molécula de ADN en tiempo real por microscopía de fuerza atómica. Imágenes de la Universidad de Tokio publicadas en este artículo.

 

* Lluís Montoliu es investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC.