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La ecología del miedo: cómo el regreso del lobo revitalizó Yellowstone

Por Fernando ValladaresXiomara CanteraAdrián Escudero* y Mar Gulis (CSIC)

En los años 90 del siglo pasado, la reintroducción de un pequeño número de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone (Estados Unidos) provocó una transformación radical de los ecosistemas y el paisaje. En pocos años, el bosque recuperó terreno y los árboles volvieron a crecer en la orilla de los ríos.

¿Por qué la vuelta de lobo, que llevaba más de cien años extinto en este espacio natural, tuvo un efecto tan espectacular? La explicación reside en la denominada ‘ecología del miedo’.

Lobo en la nieve

Lobo en Yellowstone. / NPS-Jim Peaco

Como era de esperar, los lobos ayudaron a regular el tamaño de la población de las especies que cazaban: principalmente, dos tipos de ciervos. Sin embargo, lo determinante, y también sorprendente, fue que el lobo modificó los hábitos de alimentación de estos animales con su mera presencia, más que con sus ataques y capturas.

Presionados por el miedo al depredador, los herbívoros dejaron de moverse libremente por el territorio y de comer donde había más plantas o estas resultaban más apetecibles, y comenzaron a dejar de visitar los sitios más expuestos y abiertos. El riesgo de ser cazados allí era demasiado alto. Como consecuencia de este cambio de conducta, se abrieron oportunidades para que las especies de plantas y árboles más forestales pudieran desarrollarse mejor sin la presión de estas dos especies de ungulados.

Suelta de lobo

Suelta de un cachorro de lobo en Yellowstone en 1997. / NPS-Jim Peaco

Especialmente llamativo fue el caso de algunos árboles ligados a los cauces de los ríos, como los sauces, que prosperaron de forma impensable hasta entonces. Las semillas de estos árboles son capaces de desplazarse a grandes distancias transportadas por el viento, dado que son muy ligeras y están cubiertas de pelos que facilitan su viaje. Sin embargo, con el lobo extinto, buena parte de las riberas del parque nacional aparecían completamente peladas y deforestadas por la presión desmedida de los herbívoros.

Gracias a la presencia del depredador, los arboles encontraron una oportunidad para aumentar sus poblaciones. En muy poco tiempo, el patrón de hábitats y paisajes se modificó completamente. Ahora, las zonas boscosas, antiguas o reforestadas de forma natural, coexisten con zonas dominadas por gramíneas y otras especies de pastos donde los herbívoros prefieren pastar por considerarlas seguras. Incluso se ha comprobado que la estructura y la dinámica del suelo ha cambiado en muchos sitios, dando lugar a suelos más fértiles que almacenan mejor el carbono, algo fundamental frente al cambio climático.

Lobo aullando

NPS-Jim Peaco

Los paisajes del nuevo Yellowstone poco tienen que ver con los de hace solo 40 años y esto demuestra que los cambios son posibles. También, la importancia de la ecología del miedo: miedo al predador, quien con su simple presencia cambia comportamientos y desencadena procesos ecológicos en cascada.

 

Fernando Valladares es investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN, CSIC), Xiomara Cantera es la responsable de prensa del MNCN y Adrián Escudero es investigador de la Universidad Rey Juan Carlos. Los tres son autores de La salud planetaria, perteneciente a la colección ¿Qué sabemos de? (CSIC-Catarata).

‘Rewilding’: volver al Pleistoceno para recuperar ecosistemas

Por Fernando ValladaresXiomara Cantera y Adrián Escudero*

Hace unos 10.000 años, al final de la época del Pleistoceno, desaparecieron los grandes mamíferos. Hoy solo quedan huesos fosilizados y el eco de las pisadas de mamuts, gigantescos gliptodontes, leones, camellos, lobos enormes o tigres con dientes de sable que se estudian en yacimientos paleontológicos repartidos por todo el planeta. Volver a recuperar esos ecosistemas anteriores a la proliferación transformadora del Homo sapiens es el objetivo de lo que se conoce como rewilding, concepto que se podría traducir al castellano como resilvestración o renaturalización.

Recreación de la fauna de la Edad de Hielo en Altamira. / Mauricio Antón (MNCN, CSIC)

Recreación de la fauna de la Edad de Hielo en Altamira. / Mauricio Antón (MNCN, CSIC)

Se trata de una concepción de la conservación a gran escala, destinada a devolver los ecosistemas actuales a un supuesto estado previo a la intervención humana. Esto se lograría proporcionando conectividad entre las diversas zonas que conforman una región y protegiendo o reintroduciendo grandes depredadores y especies clave para aumentar la biodiversidad.

Una parte de la comunidad científica sostiene que deberíamos traer de vuelta algunos de esos “fantasmas” como parte de un controvertido movimiento para “resilvestrar” partes de Europa y América del Norte, ya sea reintroduciendo especies existentes, reviviendo otras extintas o intentando reconstruir ecosistemas enteros. Esta tendencia, no exenta de polémica, sostiene que una restauración así recuperaría procesos y beneficios ecológicos vitales pero perdidos.

De Siberia a los Cárpatos

En la década de 1980, el ecologista holandés Frans Vera encabezó la idea de introducir razas primitivas de ganado y caballos en la Oostvaardersplassen, una reserva natural de 6.000 hectáreas al este de Ámsterdam. Hoy los animales sobreviven gracias al manejo humano, ya que no existen depredadores que regulen las poblaciones de herbívoros y el incremento de especímenes hace que no dispongan de suficiente alimento.

Del mismo modo, el científico ruso Sergey Simov emprendió una búsqueda personal para reintroducir el buey almizclero, el bisonte, los caballos de Yakutia y otros grandes herbívoros, así como los tigres, en una zona de 14.000 hectáreas en el oeste de Siberia, que bautizó como Parque del Pleistoceno y que se conoce también como la pradera del mamut. Aunque tal vez la mejor prueba del beneficio ecológico de la renaturalización proceda de las islas del océano Índico, donde la reintroducción de tortugas gigantes ha aumentado la germinación de plantas en peligro de extinción, como el raro árbol de ébano de Mauricio.

Sin embargo, parte de la comunidad científica plantea la preocupación de que los animales reintroducidos puedan actuar como especies invasoras dañinas. Reintroducir especies que eran autóctonas es algo bueno, pero devolver especies equivalentes o proxies para llenar un supuesto nicho ecológico vacío es terreno abonado para generar problemas. Los efectos se pueden propagar en cascada por todo el ecosistema y la red alimentaria afectando a todo, desde las plantas e insectos hasta los pequeños roedores, y podrían llevar a otras especies en peligro de extinción a números más bajos.

La idea de recuperar ecosistemas del Pleistoceno suena tremendamente atractiva y puede recibir un gran impulso si las nuevas herramientas genéticas hacen posible la reingeniería (o “desextinción”) de los mamuts lanudos y otras especies perdidas que seducen a la sociedad. Sin embargo, más allá de las dificultades técnicas y éticas que plantea la propuesta de renaturalizar, lo que podemos afirmar es que no existe conocimiento científico concluyente sobre sus implicaciones reales y a largo plazo para la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas receptores.

Paisaje mixto con la vega de un río, zonas arboladas y áreas de cultivo en la zona del Nordeste de Segovia. / Carlos Antón

Paisaje mixto con la vega de un río, zonas arboladas y áreas de cultivo en la zona del Nordeste de Segovia. / Carlos Antón

Una apuesta por los paisajes culturales

Los ecosistemas de hoy son fruto de la interacción humana desde hace miles de años. Nuestra presencia ha generado los actuales paisajes culturales, donde las especies que los habitan han evolucionado y a los que se han adaptado, es decir, no existen bosques que mantengan las estructuras anteriores a la aparición del ser humano.

En cuanto a conservación se refiere, cada vez tenemos más claro que la crisis de biodiversidad resulta principalmente de la sobrexplotación y la transformación de esos paisajes culturales, y no tanto de la entrada reciente del ser humano en ecosistemas originales o prístinos. Por lo tanto, no se puede abordar la restauración de ecosistemas obviando que debemos convivir con el resto de especies. En primer lugar, porque ecosistemas prístinos hace mucho tiempo que apenas hay y, en segundo lugar, porque los paisajes culturales son ya tan antiguos que numerosas formas de vida han surgido y se mantienen en el seno de esos sistemas en los que el ser humano juega ya un papel ancestral.

Describir el uso humano de la naturaleza como una perturbación reciente y negativa de un mundo natural libre de seres humanos es simplemente incorrecto, ya que ignora el largo pasado de intervención humana que cuenta con más de 12.000 años de historia. Una intervención que ha generado altos niveles de biodiversidad y que ha favorecido procesos propios de estabilización de esa biodiversidad.

La restauración de los ecosistemas con los que convivimos hoy debe ser una prioridad para frenar la pérdida de biodiversidad y paliar los efectos del cambio climático. En esta labor, los referentes para conservar y recuperar la naturaleza deben ser los paisajes históricos de los que el ser humano forma parte, abandonando la explotación desmedida y la relación tóxica que tenemos con la naturaleza. Estamos de acuerdo en que la visión centrada en el ser humano que plantea nuestro marco cultural es parte de los problemas a los que nos enfrentamos, pero también que una visión excluyente en la que el ser humano como entidad biológica no está en los ecosistemas es también una reducción que nos lleva casi al absurdo.

 

* Fernando Valladares es investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN, CSIC), Xiomara Cantera es la responsable de prensa del MNCN y Adrián Escudero es investigador de la Universidad Rey Juan Carlos. Los tres son autores de La salud planetaria, perteneciente a la colección ¿Qué sabemos de? (CSIC-Catarata).

Cinco propuestas del CSIC para celebrar el Día del Libro

Por Mar Gulis (CSIC)

Como cada año, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se suma a la celebración del Día del Libro con múltiples actividades en torno a la lectura y la divulgación científica. Aquí tienes algunas de las propuestas para todos los públicos y en diferentes formatos que llevaremos a cabo en los próximos días: antes, durante y después del sábado 23 de abril.

Exposición ‘La ciencia a tu alcance’ en el campus del CSIC. / Irene Cuesta (CSIC)

1. No, no pienses en un conejo blanco

El escritor y crítico literario Patricio Pron es el autor de este breve ensayo sobre la literatura en tiempos de aceleración y fake news que, a partir del viernes 22 de abril, podrás descargar de forma gratuita en la web Libros CSIC. ¿Por qué leemos? ¿Por qué escribimos? El texto aborda viejas preguntas desde el punto de vista de nuestro presente, caracterizado por la abundancia de información. Con motivo de este lanzamiento, que forma parte de la serie 23 de abril, el autor ofrecerá una conferencia virtual el día 22 a las 17:00 desde la Librería Científica del CSIC.

2. Los investigadores e investigadoras del CSIC te recomiendan lecturas

“Y tú, ¿qué lees?” Esta es la pregunta que hemos hecho ante una cámara a diez especialistas del CSIC para que recomienden un libro que, según su criterio, nadie se debería perder. Sus respuestas han sido de lo más variadas: Luis Enjuanes y Manuel Reyes Mate han elegido libros históricos, Mercedes García-Arenal unos diarios, Jara Pérez una novela, Ana Rodríguez un cómic, Fernando Valladares un ensayo, Lluis Montoliu y Carlos Briones textos en los que no falta la poesía, Ester Lázaro un libro de divulgación y Maricruz García Gutiérrez una obra de teatro. Si quieres saber de qué libros se trata, sigue las redes sociales de CSIC Divulga y Editorial CSIC, desde las que compartiremos estas recomendaciones a lo largo de las próximas semanas. El primero será el de Luis Enjuanes y se emitirá el mismo 23 de abril.

3. Descubre la historia de Editorial CSIC en una exposición al aire libre

La ciencia a tu alcance es el título de la muestra que recorre los más de 80 años de trayectoria del sello editorial del CSIC y que podrás visitar de forma gratuita hasta el 31 de mayo en el campus central del organismo en Madrid (c/ Serrano, 117). De forma muy visual, la exposición aborda también el compromiso de la editorial por hacer la ciencia más accesible a través de los más de 100 nuevos libros y las 40 revistas en acceso abierto que publica cada año. Entre ellos, no solo hay contenidos dirigidos al público especializado, sino también a un público general, como los libros de las colecciones ¿Qué sabemos de? y Divulgación. El horario de visitas es de 10 a 18 horas de lunes a viernes.

4. Aprende a escribir relatos científicos

¿Te gustan la ciencia y la escritura pero no sabes cómo empezar tu texto? Inspiraciencia, el certamen de relatos de inspiración científica del CSIC, te invita a una masterclass y un taller online en los que podrás explorar el pensamiento científico a través de la creación literaria, conocer los elementos esenciales de un texto literario y descubrir tu voz narrativa personal. Todo ello de forma gratuita y de la mano de la escritora y profesora de escritura creativa Rocío de Juan y el investigador en inteligencia artificial Pedro Meseguer.

5. Navega por los archivos de Nebrija, el autor de la primera gramática española

Coincidiendo con el V centenario de la muerte de Antonio Nebrija (1444-1522), el primer humanista hispánico, la Biblioteca Tomás Navarro Tomás te invita a sumergirte en una exposición virtual sobre su obra y la influencia de su legado en las colecciones bibliográficas y documentales del CSIC. Interesado por diferentes disciplinas, Nebrija redactó estudios y tratados de Historia, Pedagogía, Matemáticas o Derecho, aunque destaca por títulos como su Diccionario latino-español y su Gramática de la lengua castellana (1492). La muestra reúne ediciones destacadas de sus obras y bibliografía especializada sobre su figura.

Estas son solo algunas de las propuestas del CSIC para el Día del Libro 2022. Si quieres conocerlas todas, consulta nuestra agenda. ¡Feliz 23 de abril!