Este miércoles se produjo por fin el terremoto televisivo de las noches deportivas que se veía venir desde hace tiempo: la expulsión del equipo de Josep Pedrerol de Punto Pelota. Desde hace meses era un secreto a voces. La prueba tuitera es la cuenta paralela @ElChiringuitoTV (una alternativa que crearon a la oficial del programa), que no era más que el sitio natural al que trasladarse una vez se produjera el inevitable desenlace y que, lo mejor de todo, ¡le ‘robó’ ayer todos sus followers! Fue justo después de que Julio Ariza, presidente del Grupo Intereconomía, diera la orden de que no se dejara pasar el equipo de Pedrerol a los estudios, el programa no lo harían ellos.
PUNTO PELOTA
He de reconocer que tengo sensaciones encontradas con (el antiguo) Punto Pelota. Su modelo de televisión es discutible, predomina la gresca sobre el análisis y tiene varios de los periodistas deportivos a los que más repulsa tengo. Pero me divierte. Llegar tarde de trabajar y ponerme a ver el programa llegó a convertirse en un ritual, una especie de droga dura necesaria, sabía que no me hacía bien pero no podía evitar consumirla compulsivamente.
Desde el momento en que se conoció la noticia del cambio en el programa, allá por las 6 de la tarde, la expectación fue máxima. La designación de Carlos García Hirschfeld como sustituto de Pedrerol fue inmediata y desde ese momento se preparó un programa contrarreloj.
¿El resultado? Catastrófico, nefasto. El nuevo Punto Pelota, de idéntico decorado y formato, pareció más un simulacro de funeral que un programa nocturno de entretenimiento (¿alguna vez fue exclusivamente deportivo?). Sin ritmo, con contertulios con una dilatada trayectoria pero que no aportaban nada, el resultado fue peor aún de lo temido. Sí, tuvieron poco tiempo para prepararlo. Sí, hay que dar un poco más de margen para ver si puede mejorar. Pero espero poco o nada de ello. Se ha tratado de huir de la polémica en muchas ocasiones gratuita y del periodismo de bandera de la etapa anterior para ofrecer una cara amable, pero el resultado fue aburrir al espectador, dormirlo, convertir el programa en una tortura.
Una cosa es cierta, no puedo decir realmente que me aburrí, aunque no fue gracias al programa. Estar atento a Twitter me provocó más de una carcajada con la mordacidad de los espectadores del programa, que criticaron sin piedad al programa y a Carlos García Hirschfeld. El nuevo presentador se ha defendido a través de su blog personal, recordando que él es un profesional y que no podía rechazar una oferta así ante las numerosas acusaciones de esquirol. Es curioso que se acuse de eso a un periodista y no se haga lo mismo cuando un entrenador sustituye a otro destituido, por cierto, pero ese es otro tema.
A Pedrerol se lo han puesto muy fácil. Cuando se vaya a otra cadena con su equipo, que lo hará, la batalla la tiene ganada. La audiencia del programa en esta nueva etapa fue de 127.000 espectadores y un 1,7% de share. Irá a menos.