Se utiliza el término ‘clandestino’ para hacer referencia a aquello que se realiza de modo oculto, secretamente, a escondidas y, por norma, fuera de la ley. También se denomina así a algunos individuos que están en un lugar de forma ilegal. Algunos ejemplos del uso del vocablo son: ‘imprenta clandestina’, ‘restaurante clandestino’, ‘casino clandestino’, ‘venta clandestina’, ‘médico clandestino’… Con el tiempo también se ha convertido en sinónimo de anónimo.
En la antigüedad se tenía el convencimiento que aquellas cosas ilegales que se hacían secretamente y fuera de la ley eran realizadas por la noche, a oscuras, fuera de la vista de los demás y de ahí su etimología, debido a que el vocablo ‘clandestino’ proviene del latín ‘clandestīnus’ y está formado de tres partes: ‘clam’ (secreto, escondido, furtivo), ‘dies’ (dia) e ‘intus’ (interior) significando originalmente ‘el que se esconde durante el día’ o ‘el que permanece escondido durante el día’.
También encontramos la existencia de la locución ‘matrimonio clandestino’, el cual fue utilizado para denominar de ese modo a aquellas parejas que se habían unido por algún tipo de rito que no era el tradicional (religioso o jurídico), sin sacerdotes, jueces y testigos e incluso para señalar las bodas entre personas de diferentes confesiones religiosas.
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¿Cuál es el origen etimológico del término ‘prohibir’?
Como bien sabréis, prohibir es el acto de impedir que algo se pueda hacer o decir. Como otros tantísimos términos nos llega directamente del latín a través de la palabra prohibēre y ésta a su vez de ‘pro-habere’, formado por el prefijo ‘pro’ (‘lejos’/‘alejado’) y el verbo ‘habere’ (tener), por lo que se utilizaba para señalar aquello que estaba o debía mantenerse alejado y lo que tenía estar a cierta distancia de las personas (lo malo e ilegal, el enemigo, los malos hábitos…).
Por tanto, desde su origen, una prohibición no dejaba de ser un intento de impedir y mantener alejado todo aquello que no era bueno o conveniente.
Ya en su forma como ‘impedir’ podemos encontrar que Julio César utilizó el término prohibēre en su obra ‘Commentarii de bello Gallico’ (Comentarios sobre la guerra de las Galias) publicado entre los años 50 y 40 a.C.:
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