En mi taxi, y supongo que en cualquier taxi, el miedo al tacto se produce curiosamente en el momento más pornográfico del trayecto: al pagar por el servicio prestado. Es entonces cuando el cliente demuestra su predisposición al tacto ante un perfecto desconocido. La secuencia es la siguiente: el hombre o la mujer sube a mi taxi, me indica un destino, charla conmigo o permanece en silencio, y al llegar y mirar lo que marca el taxímetro saca el billete o las monedas, yo estiro la mano y me las tiende. Es en ese preciso momento, en su forma de entregarme el dinero, cuando se produce una suerte de lenguaje no verbal que sin embargo dice mucho más que mil palabras. Quiero decir que algunos usuarios, por ejemplo, al tenderme el dinero procuran no tocarme la palma de la mano y me lanzan las monedas a la mínima distancia posible pero sin tocarme, o si me tocan es sin querer y de súbito apartan la mano, como con miedo al más mínimo contacto. Pero otros, sin embargo, parece que buscan tocar mi palma con sus yemas; depositan las monedas presionando los dedos y los arrastran después, como tratando de de leer en braille las líneas de mi mano. Pero más curioso aún es el gesto de algunas mujeres de largas uñas, que me tocan con la punta de las uñas y sin querer me cosquillean la palma de la mano, aunque las yemas de sus dedos no lleguen nunca a tocarme, como si las uñas sirvieran de parapeto que las protege del tacto. Qué invento más extraño el de las uñas, ¿verdad?
Seguro, en fin, que cada forma de tender las monedas significa algo. Supongo que buscar o evitar el tacto demuestra un nivel de introspección imposible de camuflar. Si no te has fijado haz la prueba. Dile a alguien que te tienda algo, una moneda o cualquier otro objeto pequeño, y observa cómo lo hace. Observa si te toca la mano o evita tocarte. Observa si al hacerlo mira lo que hace o si por el contrario te mira a los ojos. O a los labios. O al suelo. Todo eso es importante. Cualquier detalle es importante.
Algunos, durante el trayecto, hablan mucho pero luego evitan tocarte la mano cuando te pagan. Esos fingen ser extrovertidos. Etc.
02 julio 2013 | 00:03
Cierto! Muy interesante ese detalle. Pero también los hay que no prestan atención a como lo hacen y están a lo que tienen que estar, a hacerlo y punto!
02 julio 2013 | 00:50
No se puede «hacerlo y punto». Siempre lo haces de algún modo. O tocas o no tocas, no hay manera de hacerlo de ninguna de las dos maneras…
Es como la grafología. Todos escribimos de una manera, y delata nuestra personalidad. En realidad todo lo que hacemos nos va delatando. Y no sólo la personalidad.
Una época que trabajé de cara al público, en una panadería, también me fijé en esto y más que en la personalidad me fijaba en otras cosas. Imaginaba los trabajos de la gente. Había gente con manos muy ásperas y rudas. Entonces pensaba que trabajaban en trabajos «duros», que usaban sus manos para ganarse el pan que yo les vendía… Otros tenían las manos muy muy blanditas. Realmente me di cuenta de que hay una gama gigante de «dureza» de palmas de mano. Hay desde la palma pétrea hasta la palma mullidita como un moflete. Con todo el gradiente intermedio.
Yo creo que me vendrían dos clientes, uno del tipo manos duras y otro del tipo manos blandas muy seguidos y a partir de ahí empecé a fijarme en eso.
02 julio 2013 | 02:38
Estamos llegando a la deshumanización, ya no hablamos, solo wasapeamos o tuiteamos, tenemos ciberamigos, hemos conseguido filtrar de nuestra mirada las imagenes molestas como la de los mendigos que se nos acercan por la calle y todo ello sin necesidad de utilizar las google glass. El taxista, la cajera del super, el panadero… son ya personas sin cara, no las reconocemos si las vemos fuera de su contexto, mucho menos las tocamos a la hora de intercambiar monedas, eso sería contacto humano. Los parados ya no son personas, son meros números, estadisticas, al igual que los deshauciados, ya nos hemos olvidado que detrás de todas esas cifras hay seres humanos
http://www.lunaenpapel.blogspot.com
02 julio 2013 | 04:51
Yo me subo en un taxi y veo tu careto y me tiro en marcha.
Menudo psicópata.
02 julio 2013 | 08:36
Muy buena reflexión. Yo sería de las que te tocan la palma de la mano.
http://areaestudiantis.com
02 julio 2013 | 08:44
No doy los cambios de la misma manera a la chica de la tienda de abajo, donde siempre compro lo que se me ha olvidado a última hora, que a la cajera del supermercado de los grandes almacenes que ni me suena de vista.
No me comporto igual con lo conocido, que con lo desconocido. Estoy más cómoda o más incómoda. Aún así tampoco soy de tocar mucho, quizá la otra persona no esté receptiva y no le resulte agradable.
Prefiero no pensar en ello y hacer como @Camarera, lo hago y punto.
02 julio 2013 | 08:54
Manos de gente trabajadora, manos de ladrones, manos para salvar vidas, manos de asesinas……manos de carencia, manos de opulencia……..
Las manos dicen como somos cada cual, solo hay que mirarlas, estudiarlas y sabras como somos.
Hay manos muy buenas y manos muy malas.
Las manos deberían utilizarse solo para amar, acariciar, y hacer el bien, sin robar y sin dañar.
02 julio 2013 | 10:07
En todas las profesiones hay que ser un poco psicoanalista con el cliente pues muchas veces depende de un pequeño detalle el que hace que se vaya sastifecho con el servicio o no.
toner
http://www.konver.com
02 julio 2013 | 10:55
«hacerlo y punto» no significa que no haya un «cómo», evidentemente lo hay. Pero hay personas que no se paran a pensar en el como. Es curioso que esto ocurra cuando hay interacción con otras personas. En casa cuando vamos a mear no pensamos «a ver como me siento en la taza», nos sentamos y punto!
02 julio 2013 | 10:55
«Muy buena reflexión»
La hostia. Nada más que añadir. Magnífica reflexión de naturaleza sabia. Muchos no estamos al alcance de ese tipo de especulaciones reflexivas, no se nos activa el genio así como así si no que tenemos que pensar fugazmente en estas anécdotas sin profundizar y dar paso a otras muchas sin recrearnos demasiado en el detalle ¿pa qué, no?
🙂
02 julio 2013 | 11:30
Todo tiene su significado claro que si, por ejemplo, si vas a un club por la noche lo más normal que haya mucho contacto y a la mínima ya te han agarrado el paquete: http://xurl.es/1kf3v
02 julio 2013 | 12:13
Normalmente no se piensan en como se hacen este tipo de cosas, cada uno tiene una forma y este es un punto por el cual se define el ser humano y la naturalidad de cada cual. No hay peor cosa que la gente que piensa en como hacer las cosas naturales, yo así noto si de alguien me gusta su naturalidad o no, las cosas forzadas se notan hasta en el mínimo detalle. Aunque hay que reconocer que no siempre nos gusta la naturalidad propiamente dicha, nos gusta sentirnos especiales, es decir, si alguien hace algo de forma diferente a lo que dicta su innata naturalidad (lo que haría y como lo haría normalmente con todo el mundo), es porque actúa de forma especial para «mandarnos un mensaje» y ese mensaje puede ser bueno o malo, para demostrarnos lo que siente hacia nuestra persona, pero normalmente lo peor que puedes recibir es indiferencia y ya es bastante…pienso yo.
PD: Que sorpresa mas agradable ver de nuevo comentar a Camarera…un pequeño Oasis dentro de el desierto, que a mi modo de ver, se esta convirtiendo este blog…
02 julio 2013 | 13:59
Gracias Arkangel, yo también me alegro de leerte. Aunque estoy segura de que para decirme eso no hace falta que desmerezcas al resto de comentaristas ;). Sé que no lo has hecho con esa intención.
02 julio 2013 | 18:53
Yo no diría que es «el momento más pornográfico del trayecto»; sí el más erótico.
El momento más pornográfico, me cuentan los taxistas, es cuando te dicen (ellas) que no tienen dinero y no saben cómo pagarte el trayecto, Simp.
02 julio 2013 | 20:44
El mundo de la proxémica…hace tiempo tuve varios trabajos como camarera y era un tema en el que me fijaba mucho…dice tantísimo de las personas..
03 julio 2013 | 12:30