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¿Sirve un ventilador para enfriar el aire?

¿Sirve un ventilador para enfriar el aire?

Muchas son las personas que, cuando llegan los días de calor, encienden un ventilador en una habitación vacía (por ejemplo en el dormitorio antes de ir a acostarse) con la intención de que se enfríe y baje algún grado la temperatura de la estancia. Pero en realidad lo que hace el ventilador no es enfriar aquel lugar sino mover el aire del interior.

Un ventilador es efectivo si estamos nosotros dentro y, sobre todo, si esa corriente de aire que mueve nos toca ya que ese es el modo de que podamos sentirnos más frescos. Si el aire del ventilador no nos da de poco sirve para quitarnos el calor.

Cuando hace calor y estamos en una estancia nuestro sudor hace que el aire que nos rodea sea húmedo. Si ponemos un ventilador enfocando hacia nosotros lo que hace es reemplazar esa humedad por otro aire seco, evaporándose nuestro sudor y haciendo que tengamos la sensación de estar más fresquitos; pero en realidad la temperatura de aquel lugar no ha descendido ni un grado. Es nuestra sensación térmica la que varía gracias a ese aire sin humedad que nos da.

Si pusiéramos el ventilador enfocado hacia otro punto al que estamos nosotros y no nos alcanzase el aire nos podríamos dar cuenta que, con la ayuda de un termómetro, pasado un buen rato la temperatura de aquel lugar seguiría siendo la misma que antes de haber encendido el aparato.

 

 

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Fuente de la imagen: fuzzybunn (morguefile)

¿Por qué llamamos ‘verano’ al verano?

¿Por qué llamamos ‘verano’ al verano?

Puntual al calendario, otro 21 de junio más vuelve a llegar el verano, una estación muy deseada por unos y a la que otros detestan porque no soportan o les gusta el calor. Llamamos verano a la estación más calurosa del año, pero en realidad no debería ser del todo correcto llamarla de este modo ya que debería ser conocida con el término de estío.

Antiguamente el año estaba dividido en cinco estaciones y no en cuatro como tenemos actualmente. Al igual que ahora, la época  del año en la que las temperaturas comenzaban a descender correspondía al otoño, llegando después el invierno, en el que el tiempo era totalmente gélido.

Coincidiendo con el inicio del año (recordad que antiguamente marzo era el primer mes del calendario) llegaba el periodo en el que comenzaba el buen tiempo, conocido igual que ahora como ‘primavera’ (un término compuesto por las palabras latinas ‘prima’ -primera- y ‘ver’ –periodo de calor suave o entrada del buen tiempo). Le seguía el ‘verano’, en el que las temperaturas eran algo más cálidas, pero no sofocantes. Podríamos decir que este periodo abarcaba parte del mes de mayo y prácticamente todo el mes de junio.

El término ‘verano’ proviene del latín ‘ver’ cuyo significado (como ya he indicado al describir la palabra primavera) significa periodo de calor suave, por lo que nuestros antepasados no denominaban ‘verano’ al periodo más caluroso del año, sino que el término utilizado para esos días de calor sofocante era ‘estío’ (julio, agosto y primeros días de septiembre) y de ahí proviene términos como ‘época estival’, ‘tiempo estival’...

Por tanto, a lo que nosotros conocemos como ‘verano’ deberíamos llamarlo ‘estío’.

Muchos son los expertos que apuntan a que las estaciones del año hubiesen tenido que quedar como primavera, estío, otoño e invierno, pero la generalización del término verano se impuso a la de estío, quizás por ser mucho más fácil a la hora de pronunciar. Sin embargo en muchos lugares y lenguas se conservó (en catalán al verano se le llama ‘estiu’, en francés ‘été’ o en italiano ‘estate’… por poner unos pocos ejemplos).

Hay mucha literatura que hace referencia al estío como la estación más calurosa del año e incluso en la obra “Don Quijote de la Mancha”, en el capítulo 53 de la segunda parte titulado «Del fatigado fin y remate que tuvo el gobierno de Sancho Panza» nos encontramos con el siguiente pasaje:

‘‘Pensar que en esta vida las cosas della han de durar siempre en un estado es pensar en lo escusado; antes parece que ella anda todo en redondo, digo, a la redonda: la primavera sigue al verano, el verano al estío, el estío al otoño, y el otoño al invierno, y el invierno a la primavera, y así torna a andarse el tiempo con esta rueda continua; sola la vida humana corre a su fin ligera más que el tiempo, sin esperar renovarse si no es en la otra, que no tiene términos que la limiten’’

 
 

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Fuentes de consulta:  Para todos la 2 (Rtve) / Muy Interesante / etimologias.dechile / educa.jcyl
Fuente de la imagen:  Micah Camara (Flickr)