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¿Cuál es el origen del término ‘añorar’?

¿Cuál es el origen del término ‘añorar’?

El término ‘añorar’ proviene del catalán enyorar, que tiene el mismo significado: recordar con tristeza la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido. Esta palabra se formó a partir del latín ĭgnorāre, en el sentido de ‘no saber dónde está alguien’ o ‘no tener noticias de un ausente’.

La añoranza, como sustantivo derivado de añorar, se refiere al sentimiento de extrañar o recordar con nostalgia a alguien o algo ausente, y tiene un equivalente en catalán, enyorança, aunque se desconoce cuál de los dos formas catalanas (enyorar  o enyorança) es el que fue tomado antes por el castellano.

 

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¿De dónde proviene llamar ‘retro’ a la moda de evocar cosas del pasado?

Evocar cosas del pasado está de moda. Las nuevas generaciones están recuperando toda una serie de cosas que eran de uso común varias décadas atrás, haciéndolas revivir de nuevo. Una corriente que ha sido bautizada con el término ‘retro’ y que engloba infinidad de cosas: peinados, estilos musicales, piezas de ropa, complementos, artilugios y aparatos…

¿De dónde proviene llamar ‘retro’ a la moda de evocar cosas del pasado?

El término retro etimológicamente proviene del latín, escrito del mismo modo y cuyo significado era ‘hacia atrás’, este es también el motivo por el que la ‘marcha atrás’ de los automóviles sea identificada con una R (de retro). Conocida también es la locución latina ‘Vade retro Satana’ cuya traducción literal es ‘Hacia atrás, Satanás’).

Cabe destacar que es frecuente encontrar el término retro- acompañando a otra palabra, por ejemplo: retrovisor (espejo para ver lo que ocurre detrás nuestro), retrógrado (persona con pensamientos de tiempos pasados), retroceder (volver hacia atrás)…

Pero para hacer la rememoración hacia las cosas del pasado no se tomó directamente el mencionado término desde el latín, sino del vocablo inglés con misma grafía y que éste al mismo tiempo había hecho una abreviatura de la palabra francesa ‘rétrospectif’ (retrospectivo).

De ese modo se le llamaba a las exposiciones que se encargaban de reunir y exponer piezas ya pasadas de moda u obsoletas (retrospectiva), con el fin de mostrar cómo eran los gustos y tendencias de generaciones pasadas.

 

 

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¿Sabías que en la antigüedad creían que la capacidad de pensar no se encontraba en el cerebro sino en el corazón?

El cerebro es posiblemente la estructura más compleja de nuestro organismo y del que todavía no se conoce totalmente todas sus funciones y capacidades. Sabemos que es el encargado de transmitir una serie de mensajes al resto de nuestros órganos (a través de múltiples y diversos estímulos)  y que es el responsable de hacernos razonar, pensar y recordar.

¿Sabías que en la antigüedad crecían que la capacidad de pensar no se encontraba en el cerebro sino en el corazón?

Y es precisamente a partir de esta última función (tirando del hilo de su etimología) de lo que quiero hablar hoy en este post.

Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón [Eduardo Galeano]Tal y como decía Eduardo Galeano en su famosa y multicompartida cita: ‘Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón’. No le faltaba razón al célebre escritor uruguayo, debido a que ese es el origen exacto de dicho término, pero debo hace una puntualización sobre el mismo.

En la antigüedad (en las civilizaciones como la Antigua Roma y Grecia) se tenía el convencimiento de que el órgano encargado de hacernos pensar, sentir y recordar estaba situado en el pecho, o sea, era el corazón y no el cerebro.

Por tal motivo existen tantos vocablos que hacen referencia al corazón, entre ellos ‘recordar’. Pero el sentido original del mismo para referirse al acto de evocar algo ya sucedido no lo implicaban como un sentimiento sino como algo que provenía de la mente (situada, según los antiguos, en el pecho). Así pues, ese ‘volver a pasar por el corazón’ que alude la etimología del término recordar/recuerdo a lo que hacía alusión original y realmente era a ‘volver a pasar por la mente’, la cual se encontraba en el corazón.

Otras palabras como ‘acordar’, ‘desacuerdo’, ‘concordia’, ‘discordia’, ‘cordialidad’ o ‘concordato’ provienen de la misma raíz ‘cordis’ (corazón).

 

 

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