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Un molesto olor corporal [Anécdota]

Un molesto olor corporal [Anécdota]Jules Barbey d’Aurevilly, periodista y novelista francés, autor de Las diabólicas, se encontraba en cierta ocasión cerca de un tipo que desprendía un molesto y desagradable olor corporal, por lo que decidió ponerse a criticarlo públicamente.

El individuo, molesto, entró en cólera y desafió a un duelo a Barbey d’Aurevilly. Sin inmutarse, el escritor le respondió:

«Señor, no acepto el duelo. Si usted me mata no dejará de oler mal por ello y si soy yo el que lo mata a usted, olerá peor»

 

 

 

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Una cuestión de narices en ‘Los diez mandamientos’ [Anécdota]

Una cuestión de narices [Anécdota]

Durante mucho tiempo se comentó que Charlton Heston había conseguido superar el casting para protagonizar la película ‘Los diez mandamientos’ gracias a su buen conocimiento de la historia del Antiguo Egipto y tras dejar impresionado a Cecil B. DeMille durante la audición.

Pero tal y como reconoció años después el propio productor, en el momento en el que se había convocado el casting él ya tenía claro que el papel de Moisés iba a ser para Heston, con quien ya había trabajado cuatro años antes en el film ‘El mayor espectáculo del mundo’.

El motivo de tal decisión fue la semejanza facial que Heston tenía con la escultura de Moisés realizada por Miguel Ángel Buonarroti. Pero una de las cosas que más le llamó la atención al productor fue la nariz rota del actor (se la fracturó jugando al fútbol americano durante sus años de estudiante universitario) la cual mostraba un parecido asombroso a la tallada por el artista renacentista en el año 1509.

 

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Un hombre con mal genio y buen ingenio [Anécdota]

Un hombre con mal genio y buen ingenio [Anécdota]Thomas Beecham es uno de esos personajes que ha proporcionado a la historia un buen puñado de curiosas anécdotas.

Eso se debe a su mordaz lengua viperina, ya que el célebre director de orquesta británico era famoso por el mal genio que gastaba y las envenenadas frases que soltaba a todo el mundo, no dejando títere con cabeza.

En cierta ocasión, tras finalizar el ensayo para un concierto, quedó sumamente decepcionado y sobre todo enfadado con el trabajo que había hecho la sección de contrabajos de la orquesta sinfónica que dirigía.

Sin pensárselo dos veces Beecham les soltó a los músicos:

«La última vez que oí un ruido semejante, fue cuando mi esposa decidió cambiar los muebles de sitio»

 

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Un disgusto que duró quince años [Anécdota]

Un disgusto que duró quince años [Anécdota]La superproducción ‘Lo que el viento se llevó’ contó con un multitudinario casting que duró dos años (1936-1937), costó cien mil dólares y al que se presentaron para interpretar el papel protagonista femenino más de 1.400 candidatas, entre las que se encontraban las actrices y jóvenes promesas más importantes de la época.

Las audiciones del casting tenían lugar en los estudios de la productora Selznick International Pictures, donde el propio David O. Selznick se encargaba de supervisar las pruebas y daba el visto bueno a aquellas que debían pasar a una segunda ronda o se deshacía con total indiferencia de las actrices que no veía cualificadas para ningún papel en la película.

A modo de deferencia, a aquellas actrices que ya comenzaban a tener cierto nombre en Hollywood las recibía y realizaba la audición en el despacho que tenía David O. Selznick en los estudios.

Lucille Ball fue una de esas jóvenes actrices que comenzaba a hacerse un hueco en el mundo del cine y que decidió presentarse al casting. Por aquel entonces tenía 25 años y una prometedora carrera como actriz, algo que no supo advertir ni valorar en su momento el productor.

El día que estaba citada para el casting cayó una tormenta sobre la ciudad de Los Ángeles, algo que provocó que Lucille llegase empapada a la prueba y mientras esperaba en el despacho de Selznick a que éste llegase se arrodilló frente a la chimenea que había con el fin de secarse.

Y fue en esa postura, y sin darse cuenta de que lo estaba haciendo de ese modo, como Lucille Ball leyó el pequeño texto escogido para hacer el casting, algo que no le favoreció en su actuación y que hizo que el productor la rechazase de inmediato para cualquiera de los papeles femeninos de la película.

Esa falta de sensibilidad por parte de Selznick molestó sobremanera a la joven actriz, marchándose con un importante berrinche de allí.

Parece ser que el disgusto por lo sucedido le duró largo tiempo a Lucille Ball y quice años después, cuando ya era una de las actrices más famosas, conocidas y cotizadas de Hollywood decidió comprar los estudios de la Selznick International Pictures para reconvertirlos en su propia productora ‘Desilu Productions’ que había creado junto a su esposo, el cubano Desi Arnaz, para rodar la serie de televisión ‘I Love Lucy’.

Como podréis imaginar, Lucille Ball optó por quedarse para ella el despacho que había ocupado David O. Selznick y en el que realizó aquel casting que tan mal recuerdo le traía.

 

 

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Fuentes de consulta:Movie Anecdotes de Peter Hay
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La curiosa anécdota del accidentado debut teatral de Christopher Reeve

Un debut teatral algo accidentado [Anécdota]

En 1976, un par de años antes de ser mundialmente conocido gracias a su personaje de Superman, a Christopher Reeve le llegó la oportunidad de formar parte del elenco de actores de la obra de teatro ‘A Matter of Gravity’ del dramaturgo británico Enid Bagnold.

Fue decisiva la opinión de Katharine Hepburn, quien protagonizaba aquel montaje, para que Christopher (de 24 años de edad) pasase sin dificultad el casting, ya que a la veterana  actriz (que en aquellos momentos contaba con 69 años de edad) quedó prendada del encanto natural del joven actor.

Tras poco más de un mes de ensayos, el 3 de febrero de 1976 se estrenaba la obra en el neoyorquino Broadhurst Theatre.

En aquellos momentos Christopher Reeve compatibilizaba su trabajo en el teatro con un pequeño papel de villano que interpretaba en la telenovela ‘Love or Life’ (un culebrón que llevaba dos décadas en antena), por lo que sus jornadas de trabajo eran largas y agotadoras. Debido a ello, durante las semanas previas al estreno Christopher se mantenía a base de barritas de cereales y caramelo y un buen puñado de tazas de café, lo que le provocó estar malnutrido y llegar exhausto al día del debut teatral.

Tras levantarse el telón, cuando llegó el momento de salir al escenario se plantó frente a Katharine Hepburn, soltó la primera de sus frases y cayó desmayado al suelo. Ante el estupor de todos los presentes, la actriz se giró hacia el público y soltó:

«Este chico es un maldito idiota. No come suficiente carne roja»

Acto seguido Christopher fue retirado del escenario e hizo acto de presencia otro actor que lo sustituyó.  Días después, ya recuperado, Reeve se reincorporó de nuevo a la obra por petición de la propia Katharine, ya que veía en él un gran potencial y un prometedor futuro como actor.

Hay que recordar que Katharine Hepburn en aquellos momentos era la actriz que más nominaciones y premios Oscar había conseguido (a día de hoy, en número de nominaciones ha sido superada por Meryl Streep, pero en estatuillas sigue siendo la número uno).

Dos décadas después, en una entrevista que realizó James Lipton a Christopher Reeve en el programa ‘Inside the Actors Studio’, le preguntó sobre esta pequeña anécdota ocurrida el día de su estreno teatral y de cómo había sido debutar y actuar con una estrella como Katharine Hepburn.

La respuesta del actor fue la siguiente:

«La gente dice que actué con Katharine Hepburn, pero en realidad lo que hice fue actuar cerca de Katharine Hepburn»

 

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Portada Vuelve el listo que todo lo sabe

 

Curiosidad que forma parte del libro “Vuelve el listo que todo lo sabe” de Alfred López publicado por Editorial Léeme Libros.
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Fuente de consulta: Viva la Repartee: Clever Comebacks & Witty Retorts from History’s Great Wits & Wordsmiths de Mardy Grothe
Fuente de la imagen: capedwonder

Dos contra todos [Anécdota]

Dos contra todos [Anécdota] Uno de los primero éxitos que obtuvo George Bernard Shaw como dramaturgo fue con la obra El hombre y las armas (Arms and the Man) estrenada en el Royal Avenue Theatre de Londres el 21 de abril 1894.

Tras finalizar la primera función de esta comedia, en la que Bernard Shaw hacía una crítica de una manera magistral y humorística a la guerra, el autor fue aclamado por el público presente que rendía una entusiasta ovación.

El dramaturgo irlandés era poco dado a esas exhibiciones ante el público, pero la insistencia por parte del elenco lo convenció (muy a su pesar) para hacer acto de presencia en el escenario.

Todos aplaudían y ovacionaban entusiasmadamente cuando  de entre el patio de butacas alguien abucheó con un ‘Buu, buu’. Bernard Shaw miró en dirección a la voz y con su serenidad habitual dijo:

«Estoy totalmente de acuerdo con usted, pero ¿qué podemos hacer nosotros dos contra toda una sala llena de personas que opinan lo contrario?»

 

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El promiscuo Chico Marx [Anécdota]

El promiscuo Chico Marx [Anécdota]Días atrás publicaba un post sobre el curioso origen del nombre artístico de Chico Marx y en el que os explicaba lo mucho que le habían gustado las chicas desde bien jovencito.

El de las mujeres (al igual que el juego) eran aficiones que jamás perdió y siempre que podía echaba alguna apuesta o cortejaba alguna dama, a pesar de estar casado (lo estuvo en dos ocasiones) y tener multitud de problemas por ello.

Betty Karp fue la primera de sus esposas y raro era el día en el que no se sentía celosa tras ver coquetear a su marido con alguna joven actriz o corista del espectáculo. A pesar de ello, permanecieron casados a lo largo de 23 años (1917-1940).

En cierta ocasión, una noche en la que la pareja acudió a un club a divertirse Betty sorprendió en la pista de baile a su marido besando a otra mujer. Tras la escena de celos y el rapapolvo correspondiente, el argumento de Chico para defenderse fue la sorprendente frase:

«Querida, no la besaba, estaba susurrándole en la boca»

 

 

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Fuente de la imagen: blifetoday

El buen sentido del humor del nuevo conde [Anécdota]

El buen sentido del humor del nuevo conde [Anécdota]El rey Alfonso XIII quiso agradecer la lealtad y amistad de Pedro Gerardo Maristany y Oliver, (diputado y senador, además de Presidente del Ateneo de Barcelona y hombre de ciencia), nombrándolo Conde de Lavern, un título creado exclusivamente para él.

Dicho nombramiento se hizo efectivo el 4 de enero de 1912 y el recién nombrado conde se lo tomó con buen humor y sin que se le subieran los humos a la cabeza, a pesar de que muchas de las personas de su círculo más cercano lo elogiaban por tan ilustre designación.

Como las visitas a su domicilio, de aquellos que iban a felicitarlo y a hacerle la pelota, comenzaron a hacerse algo pesadas, con gran acierto y sentido del humor indicó a su criada que a partir de aquel momento a todos aquellos que fueran a visitarlo por el título les contestase lo siguiente:

«El señor conde no está en casa. Ha salido a probarse la armadura»

Otra anécdota sobre el simpático personaje del conde de Lavern y su recién nombrado título es la que explica que días después de su nombramiento se encontró con un amigo (algunas fuentes indican que era el propio Alfonso XIII) y le preguntó a qué se debía la mala cara que tenía, a lo que Maristany contestó:

«No sé, debe ser por el cambio de sangre»

 

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Fuente de la imagen:  Web del Senado

Su mejor perfil [Anécdota]

Su mejor perfil [Anécdota] Recién estrenado el año 1944, durante la sesión fotográfica que se realizó con motivo de la promoción de la película ‘Lifeboat’ dirigida por Alfred Hitchcock, la actriz Mary Anderson esperaba que llegara su turno mientras estaba sentada junto al director.

En un momento dado se giró hacia él y le preguntó:

«¿Cuál es mi mejor perfil, Sr. Hitchcock?»

A lo que el director, con su habitual ironía, contestó:

«Querida, está sentada sobre él»

 

 

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Un hombre de pocas palabras [Anécdota]

Un hombre de pocas palabras [Anécdota] El trigésimo Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, fue un hombre que destacó por su severidad y seriedad a la hora de gobernar, pero nunca por ser un gran orador, ya que más bien era un hombre parco en palabras, diciendo única y exclusivamente aquello que era preciso, sin andarse con florituras.

Era tal su fama de taciturno y hombre de pocas palabras que incluso entre los más allegados a él se realizaban apuestas sobre cuántas palabras diría en un determinado discurso o el tiempo que aguantaría hablando con alguna persona.

En cierta ocasión, durante una recepción ofrecida en la Casa Blanca, una de las invitadas se acercó hasta Coolidge y le susurró:

«Tiene que hablar conmigo, señor presidente. Me he apostado que hoy conseguiría que dijese más de dos palabras seguidas y quiero ganar»

A lo que Calvin Coolidge respondió con un escueto:

«Usted pierde» (You lose)

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons