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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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7 realidades y 3 tendencias

Esta mañana se ha presentado en el Espacio Fundación Telefónica el 15º Informe La Sociedad de la Información en España (el correspondiente a 2014).

La presentación, en un Espacio abarrotado, ha corrido a cargo de Emilio Gilolmo, Vicepresidente de la Fundación, con introducción de César Alierta, Presidente de Telefónica y cierre del Ministro José Manuel Soria.

Como viene siendo habitual, el presentador se ha centrado el los grandes apartados que se resumen en el título de este post: siete realidades y tres tendencias.

Las utilizaré para este breve resumen.

Vamos con las realidades.

1. Comienza la consolidación de los mercados telco en Europa.

En España Vodafone compró Ono y Orange compró Jazztel. No son movimientos aislados, sino dentro de la corriente general europea.

2. El éxito de la fibra óptica inicia la sustitución de tecnologías de menor capacidad.

El consumo de contenidos en el hogar está impulsando la penetración de la fibra óptica hasta el hogar, que supera ya el 10% de los hogares.

3. La experiencia de consumo de vídeo continúa enriqueciéndose.

Se produce cada vez más desde un alto número de dispositivos diferentes.

4. La regulación experimenta ante los desafíos que generan las nuevas tecnologías.

La realidad de la digitalización va más rápido que la legislación que la regula. Resulta complicado conseguir unas reglas de juego (sobre competencia y tributación) que sean neutrles para todos.

5. Los departamentos IT se transforman para impulsar la evolución tecnológica de las empresas.

Deben tratar de convertirse en facilitadores de la adopción de tecnologías que modernizan y mejoran la economía de las empresas.

6. La administración española impulsa el desarrollo de la economía digital.

Se han promulgado un buen número de leyes que afectan a este tema.

7. Se produce un auge de las comunicaciones cifradas.

Los casos Snowden y NSA han aumentado la conciencia sobre la vulnerabilidad de nuestras comunicaciones. Esto ha hecho que el porcentaje de tráfico cifrado haya pasado del 10 al 50 en un año.

Y las tendencias.

1. El vehículo se convierte en un nuevo espacio inteligente.

La mayor parte de las marcas de automóvil ya han introducido tecnología inteligente en sus vehículos, en algunos casos incluso en modelos de gama baja.

2. El M2M empuja sus límites.

La comunicación entre máquinas, una parte clave del Internet de las cosas (IoT) va adquiriendo cada vez más relevancia.

3. El comercio local se empieza a beneficiar de las TIC.

Si hasta ahora las veían como una amenaza, los comercios de barrio han empezado a utilizar estas tecnologías como nueva arma de venta.

Podríamos decir que en 2014 no hay grandes revoluciones pero sí una fuerte evolución, con crecimientos importantes en muchos aspectos clave de la Sociedad de la Información

Internet es una conversación

Casi no nos hemos dado cuenta pero han pasado ya dieciséis años desde que se publicó el Manifiesto Cluetrain. De aquellas 95 conclusiones la que se hizo más famosa, la que todos los que nos dedicamos a esto hemos repetido más de una vez era: los mercados son conversaciones.

Unas conversaciones que no se producen sólo acerca de las empresas sino también dentro de las propias empresas y que tienden a converger entre sí.

Los cuatro autores del manifiesto (Fredrick Levine, Christopher Locke, Doc Searls y David Weinberger) fueron capaces de anticipar muchos de los desarrollos que acabarían apareciendo en Internet y sus consecuencias.

El mercado en red sabe más que las empresas de sus propios productos.

Ahora, cuando el paso de los años ha ido confirmando las tesis de los autores del manifiesto, dos de sus autores (Weinberger y Seals) vuelven a presentarnos sus reflexiones: más allá del indiscutible conflicto que representan los hackers, el mayor peligro somos nosotros mismos. Somos los dueños de la red, por encima de los grandes grupos de medios, las redes sociales, los buscadores u otros gigantes tecnológicos.

Ya no los mercados, Internet es ahora la conversación y no un contenido ni un medio.

A Internet ha llegado todo y también el odio que está presente en el mundo.

El marketing no se libra de las críticas: una conversación no es un negocio y la saturación de anuncios ensucia a la verdadera Internet. Cuando se habla de publicidad nativa se está intentando engañar; no es muy diferente de los tradicionales publirreportajes.

También las aplicaciones están pervitiendo el sentido inicial de Internet; frente a la libertad de la Internet abierta, las aplicaciones representan el control por parte de unos pocos.

La privacidad y el manejo que los gobiernos y las corporaciones hacen de los datos que ingenuamente depositamos en la red, es otro de los problemas que exponen como peligros de y para Internet.

Como hace 16 años los autores del Manifiesto Cluetrain, nos dan nuevos y lúcidos motivos para la reflexión.

Gestores del corto plazo (0)

No han pasado mucho más de diez años desde que nos hablaron del fin de la historia y de los ciclos, algo así como que el crecimiento sería ya continuo, cuando nos hemos visto sumidos en la crisis más profunda en casi cien años.

¿Qué ha pasado para que todo cambie de una manera tan radical?

En una sociedad que ya tendía hacia el corto plazo (el directivo sólo piensa en su bonus de este año; lo que le pase a su empresa a medio plazo no le importa porque muy probablemente dentro de dos años trabaje para la competencia) la globalización y la digitalización han hecho posible acortar aún más ese plazo. Las decisiones se toman ahora pensando en la evolución de la cotización de Bolsa hoy mismo y sabiendo que esa cotización puede verse influida por lo que ahora mismo esté decidiendo alguien en Tokio, en Sidney o en San Francisco.

La Bolsa, además, penaliza la contratación de personas y premia la reducción del equipo humano, sin ningún tipo de matices. Expulsar capital humano, sea del tipo que sea, incluso cuando se trata del talento que hace progresar a la empresa, tiene una prima en la cotización bursátil. Todo esto ha traído una generación de directivos que no piensan en el futuro, mucho más allá del mes, justo en el momento en el que las transformaciones que se están produciendo, debidas precisamente a las mismas causas, exigirían una mirada mucho más estratégica y a largo plazo. ¿Qué debería ser mi empresa dentro de diez años en el nuevo panorama que nos abre un mundo interconectado, digitalizado, globalizado?

Tenemos un buen ejemplo en nuestro pequeño mundo de publicidad y medios de comunicación en España en los últimos años. Sólo hay que remontarse dos años, hasta 2007, para encontrarse a las dos empresas más rentables entre todas las cotizadas en Bolsa en Europa. Por supuesto, esos beneficios se repartieron entre los accionistas. ¿El futuro? ¿Eso qué es? ¿Alguien conoce el significado de la palabra invertir?

Dos años después, en plena crisis económica, la rentabilidad ha bajado mucho, aunque sigue siendo positiva, no como en otros sectores. Hay que poner en marcha el lobby, presionar al Gobierno y conseguir que suprima la publicidad de la televisión pública. Sorprendentemente, la cosa funciona. Sería la ocasión de reducir el tamaño de los bloques y vender a los anunciantes mayor eficacia y a los espectadores respeto (ya llegará el momento de volver a venderlo todo cuando vuelva a haber dinero), pero ¿para qué? Sigamos vendiendo bloques largos a cualquier precio, aunque ingresemos menos. El accionista estará contento, sobre todo si volvemos a repartir todos los beneficios en forma de dividendos. Invertir ¿para qué?

Cuando llegue el momento, ya sin televisión pública, subiremos los precios, con la misma saturación, con menor eficacia, pero a los anunciantes no les quedará más remedio que venir a nosotros. Tenemos la sartén por el mango y, si hace falta, volveremos a presionar a papá Gobierno, que está débil y seguro que se deja.

No están los tiempos para bromas. Haría falta conseguir nuevos consensos en medición, como los que hace más de cuarenta años dieron origen a un EGM aún vigente, o los que hace veinte hicieron posible una audimetría de televisión que hasta ahora nos ha servido para regular un mercado complejo.

Pero ahora hay una nueva televisión, cada vez es mayor la parte de televisión mal medida por la audimetría y tenemos Internet, con múltiples medidas pero ninguna consensuada, ninguna que se adapte a las necesidades de los anunciantes. Necesitaríamos líderes del mercado con amplitud de miras, capaces de pensar en las necesidades comunes y en mirar hacia los próximos ¿diez? ¿quince? años. Capaces de poner en marcha la medición consensuada de Internet y de la nueva televisión que el mercado necesita. Pero yo no los veo por ninguna parte. Todo lo contrario, si algún técnico se atreve a pedir que se tomen decisiones en la dirección adecuada, seguro que veremos a su jefe llamando a la Reina de Corazones: ¡que le corten la cabeza!

Mientras tanto seguimos viendo como el mercado publicitario reduce su tamaño cada año: ¡un 11%! ¡un 21%! Se multiplica por 5 o por 6 la caída de la economía. Y se vuelve a las cifras de 1999.

Vemos cómo van cerrando unos medios detrás de otros, cómo desfilan multitud de personas hacia el exterior de sus agencias.

Pero quienes tomaron las decisiones que han llevado a este caos cobrarán sus bonus este año.

¡Y todos tan contentos!

Este artículo se publicó en I&M (Investigación y Marketing) la revista de AEDEMO a comienzos de 2010 y aunque en gran parte mantiene su vigencia lo he actualizado en el publicado ayer en este mismo espacio.

Gestores del corto plazo (1)

Hace ya quince años nos hablaron del fin de la historia y de los ciclos. Extinguido ya el enemigo del capitalismo y con la llegada acelerada de nuevas tecnologías, el crecimiento sería continuo; ya no habría de qué preocuparse. Sin embargo no habían pasado ni ocho años desde aquella optimista profecía cuando el mundo se vio sumido en una de las crisis económicas más profundas y prolongadas que se recuerdan. Precisamente por los abusos de ese capitalismo triunfante que iba a terminar con los ciclos.

Siete años después, con millones de parados más, con las centenarias cajas de ahorros desaparecidas y tras cientos de miles de deshaucios aún nos preguntamos qué pasó para que todo cambiara tan radicalmente.

En una sociedad dominada por el corto plazo (el directivo sólo piensa en su bonus de este año; lo que le pasara a su empresa a medio plazo no le importaba porque muy probablemente dentro de dos años trabajaría para la competencia) la globalización y la digitalización han acortado aún más ese plazo. Ahora las decisiones se toman pensando en la evolución de la cotización de la Bolsa hoy mismo y sabiendo que esa cotización se verá influida por lo que ahora mismo esté decidiendo alguien en Tokyo, Sidney o San Francisco (y cada vez más en Shanghai o Hong Kong).

La Bolsa, además, penaliza la contratación de personas y premia la reducción del equipo humano, sin ningún tipo de matices. Expulsar capital humano, sea del tipo que sea, incluso cuando se trata del talento que hace progresar la empresa, tiene una prima en la cotización bursátil.

Todo esto ha traído una generación de directivos que no piensan en el futuro, mucho más allá de fin de mes, justo en el momento en que las transformaciones que se están produciendo, debidas precisamente a las mismas causas, exigirían una mirada mucho más estratégica y a largo plazo. ¿Cómo debería ser mi empresa dentro de diez años en el nuevo panorama que nos abre un mundo interconectado, digitalizado, globalizado?

El pequeño mundo de la publicidad y los medios de comunicación en España ha sido un buen ejemplo de todo esto en los últimos años. En 2007 las dos empresas cotizadas en Bolsa más rentables de Europa eran nuestras dos televisiones privadas. Los beneficios que obtenían se repartían religiosamente entre los accionistas. ¿Invertir?¿El futuro?¿Eso qué es?

Pero no pasa nada. Cuando, ya en plena crisis, bajó la rentabilidad (aunque siguió siendo positiva) bastó presionar al Gobierno de turno para conseguir que se suprimiera la publicidad en la televisión pública. Con esa inyección de varios cientos de millones de euros la rentabilidad se recuperó. ¿Hacer mejor programación?¿Cambiar la política comercial? ¿Para qué? Ya nos aprovecharemos cuando vuelvan las vacas gordas.

Por supuesto, el Gobierno que sustituyó al que tomó tan discutible medida no la revocó en ningún momento.

Ahora que el mercado publicitario parece empezar a reaccionar es el momento de subir los precios y ordeñar más a la vaca. Los anunciantes siguen necesitando la televisión y no les queda otra alternativa que pasar por el aro.

Claro que los anunciantes no son conscientes de la fuerza que podrían tener; y si lo son no son capaces de explotarla. El corto plazo nos exige comprar barato ¿qué es eso de comprar mejor?¿Pagar por una mayor calidad? ¡Ni pensar! Yo quiero calidad, pero que no me suban el precio.

Mucha  de la televisión que se ve ahora, sobre todo los jóvenes, pero no sólo los jóvenes, no se mide o se mide mal. Nos dejamos fuera muchas cosas a pesar de que ya disponemos de la tecnología para medirlo bien. Haría falta un nuevo consenso, quizá algún lider que se pusiera al frente. ¿Alguien lo ve?¿Alguien intuye quién podría ser? Yo no.

Es más: el corto plazo es tan corto en algunos casos que llevamos varios años en los que el Presidente elegido de la IAB (la asociación de la publicidad digital, que podría ser una de las que liderara el proceso) nunca llega a completar su mandato de un año; antes de ese plazo ya ha cambiado de empresa (o, en el peor de los casos, se ha ido a su casa).

Al menos en 2011 se llegó a un consenso para recomendar un medidor de Internet (o de digital, para ser más amplio) y se eligió a ComScore. Es difícil imaginar un acuerdo más débil, pero al menos hubo un acuerdo. Recientemente se ha prorrogado la recomendación, aumentando las exigencias a ComScore.

Necesitaríamos líderes del mercado con amplitud de miras, capaces de pensar en las necesidades comunes y de mirar a los próximos ¿diez?¿quince? años; capaces de hacer que se alcancen los necesarios consensos de mercado. Pero yo no los veo por ninguna parte.

Mientras tanto el mercado publicitario se ha visto reducido a la mitad y podría tardar más de veinte años en recuperar sus cifras de 2007.

Muchos medios han cerrado; casi todas las agencias han reducido su personal; los que siguen teniendo trabajo cobran menos que hace siete años.

Pero quienes tomaron las decisiones que produjeron este caos cobraron sus bonus o sus millonarias indemnizaciones.

¡Y todos tan contentos!

Este artículo es la actualización del que publiqué con el mismo título a comienzos de 2010, hace ya casi cinco años en Investigación y Marketing (I&M) la revista de AEDEMO. Creo que mantiene (incluso acentuada) toda su vigencia.

No más datos

En los últimos años a la investigación tradicional (de medios o de lo que sea) se ha unido el big data (macrodatos en castellano). Cada día se generan en Internet más datos que los que había producido toda la humanidad desde su origen hasta mediados del siglo XX.

Muchos de estos datos son absolutamente irrelevantes, o redundantes, pero de otros se puede extraer información, conocimiento útil para los negocios y para la vida.

Así que nos dicen que hay que dejar la investigación y dedicarse a los datos.

¡Craso error!

Por más datos que tengamos, incluso de los que son relevantes, no conseguiremos extraer conocimiento si no somos capaces de hacernos, de hacerles a los datos, las preguntas pertinentes y de tratar a esos datos con las herramientas adecuadas para convertirlos en conocimiento.

Por supuesto que hay empresas que han hecho del manejo de sus datos una extraordinaria fuente de negocio y algunas son ya las más prósperas del mundo, pero también hay otras muchas (seguramente muchas más) que no son capaces de extraer el menor conocimiento de las montañas de datos que manejan cada día.

Datos sí; por supuesto. Pero inteligencia para manejarlos y para extraer de ellos información útil.

La inteligencia que ha habido siempre en los departamentos de Investigación y en las empresas que se dedican a esa actividad.

Este artículo se publicó en papel en la revista IPMark correspondiente al mes de noviembre de 2014.

Cómo se miden las audiencias digitales y por qué hay que medirlas

La llegada de Internet nos trajo montañas de datos. Para cada sitio (y para cada página de cada sitio) sabemos cuantos dispositivos están conectados en cada momento y en cada periodo de tiempo determinado, el tiempo que pasa cada uno, de donde venía y hacia donde se fue. La analítica web, que desentraña todos estos datos, es un instrumento muy rico. En Internet todo se etiqueta (tag) y cada dispositivo va dejando su huella (cookie) en todos los sitios por los que pasa. Entonces ¿qué necesidad tenemos de realizar estudios de audiencia?

Quién puede analizar todos esos datos es el propietario del sitio (el medio de comunicación, pongamos por caso) que puede seleccionar qué datos enseña para su comecialización (pero no conocerá datos de sus competidores).

Pero el mercado publicitario necesita datos de personas (no de dispositivos) para todos los sitios en los que se pueda planificar publicidad (para poder comparar) y proporcionados por una fuente imparcial. Con esos datos los anunciantes y sus agentes calculamos a cuantas personas diferentes, de unas determinadas características, hemos llegado (cobertura) y cuantas veces (frecuencia).

Así que muy pronto, a finales de los años noventa, unos cinco años después del nacimiento de la Internet comercial, ya se pusieron en marcha paneles de usuarios, un método similar al utilizado para la medición de audiencia de Televisión.

Se selecciona una muestra representativa de la población y se instala en sus dispositivos un software (no hay que instalar, como en televisión, un aparato auxiliar) que registra todos los datos de los sitios por los que está navegando y los envía al instituto de investigación. Al no haber inversión en aparatos se pueden utilizar muestras más grandes a precios asequibles.

Así se obtienen datos referidos a personas (no sólo a dispositivos) de las que conocemos su perfil.

Pero mientras la mayor parte del consumo de le Televisión tradicional se hacía en el hogar, una parte importante del consumo de Internet se hace fuera. Pocas empresas dejan instalar en sus ordenadores el software de medición con el que se construiría el panel de trabajo. Eso ya era un problema. Ahora, cuando el consumo de Internet desde dispositivos móviles supera al que se hace desde los fijos, el problema se agudiza. En teoría bastaría con instalar el software de medición en todos los dispositivos que utilice un panelista, pero en la práctica surgen problemas.

Otro problema se debe a la tremenda fragmentación de Internet. En Televisión con los resultados de un número relativamente pequeño de cadenas tenemos cubierto un porcentaje muy elevado del consumo del medio; en Internet lo que suele llamarse larga cola empieza muy pronto. Para medir la mayor parte de los sitios con la suficiente precisión harían falta muestras tan grandes que no se pueden alcanzar.

Esto ha llevado en los últimos años a la utilización de lo que llamamos medición híbrida, una combinación de los datos muestrales obtenidos del panel con datos censales de dispositivos obtenidos para todos los sitios analizados. Para ello los sitios que se van a medir tienen que implementar las etiquetas del medidor (se necesita la colaboración de aquellos sitios que se van a medir, que podrían boicotear al medidor en un supuesto conflicto de intereses).

Tras la celebración de un concurso promovido por las asociaciones IAB y AIMC el medidor recomendado en el mercado español , el que establece la moneda, desde finales de 2011 es ComScore.

Técnicamente es posible establecer mediciones multidispositivo para un único panel de personas. El problema, no sólo en España (la revista AdAge recogía hace unas semanas este mismo problema en Estados Unidos), es que en estos momentos en que  la rentabilidad a corto plazo prima sobre la estrategia, nadie está dispuesto a invertir más para conseguir una medición mejor.

Este post es un resumen y actualización de los dos publicados recientemente en Bloggin Zenith: ¿Cómo se miden las audiencias digitales (I) y (II).

Hoy nace Tribo TV: un nuevo concepto de televisión

Hoy, 1 de octubre, se pone en marcha en Madrid Tribo TV.

Cuando ya parecía que estaba todo inventado en cuestión de televisión y todas las cadenas tradicionales se dedican a clonar los programas que triunfan en sus competidores (o los que triunfan en su propia cadena) Tribo TV viene con una propuesta innovadora y que, al menos sobre el papel (y el vídeo de las presentaciones) suena fresca y diferente.

El consumo de televisión sigue siendo muy importante; este año se quedará un poco por debajo del récord alcanzado en 2012 pero seguirá en cifras cercanas a las ¡cuatro horas! por persona y día. Para los únicos que  el descenso del consumo es algo mayor es para los jóvenes, que han traspasado parte de su consumo audiovisual a dispositivos diferentes del televisor del hogar (Kantar sólo reporta la audiencia de los televisores en el hogar principal).

Hace algunas semanas leíamos en una noticia que los jóvenes conocen más a los youtubers más populares que a los actores de Hollywood. Pues bien: la propuesta de este nuevo canal es llevar a la pantalla de televisión a los autores de los contenidos de vídeo que tienen mayor repercusión en Internet.

Estos blogueros realizarán contenidos específicos para la cadena. En general serán contenidos cortos, de unos 12 a 15 minutos, así que cuando llegue la publicidad (y como la idea es buena, yo creo que llegará) no será necesario que interrumpa los contenidos.

Entre otras cosas la nueva cadena ofrece una novedad: los informativos no tendrán una línea determinada marcada por su afinidad política. Serán elaborados por los propios ciudadanos próximos a las noticias que tengan más interés en los rankings cada vez más frecuentes en Internet.

Esta nueva idea se adapta mucho al concepto de economía colaborativa, que tanta repercusión tiene entre los públicos más afines a Internet.

Tribo TV se puede ver ya en Madrid en el canal 39 de la TDT y tiene previsto ampliar su cobertura rápidamente mediante acuerdos con poseedores de licencias poco rentables. También puede verse ya por cable (en Euskaltel), así como en Internet.

Bienvenidas sean las nuevas ideas. Yo espero que Tribo TV tenga éxito y vaya captando audiencia (y publicidad) a un ritmo suficiente que le permita mantenerse en un mercado tan complicado como el que aborda.

¿Cuánto te costaría Internet sin publicidad?

Queremos tener todos los contenidos de Internet gratis, sin publicidad y que las empresas que nos dan todo eso no trafiquen con nuestros datos. ¿Estamos en el País de Nunca Jamás, de Peter Pan?

Estos días se está comentando mucho el informe Adblocking goes mainstream (Bloquear la publicidad se hace mayoritario, en traducción aproximada) realizado por la empresa Page Fair, con la colaboración de Adobe. El pasado día 9 Enrique Dans, @edans, seguramente el bloguero más influyente de España, lo comentaba en su blog.

Según el estudio, que es la continuación de otro realizado hace un año, los navegadores provistos de software de bloqueo de la publicidad son ya 144 millones en todo el mundo, una cifra espectacular, pero no tanto como su evolución: en un año ha aumentado un 167%, es decir que casi se ha triplicado.

Dans señala que una gran parte de la publicidad presente actualmente en Internet es molesta, y apuesta por una autorregulación del sector. El problema es que los sistemas de bloqueo no distinguen entre publicidad molesta y publicidad grata, aceptable, por lo que toda se bloquea, sin dar oportunidad a las buenas prácticas. La solución propuesta por AdBlok Plus (que las marcas que lleguen a compromisos que eviten esa publicidad molesta sean incluidas en una lista blanca que pase el filtro) parece un tanto ingenua.

Otro gran influyente en temas de tecnología, Antonio Ortiz, @antonello, en su blog Error 500, se preocupa por el porvenir de los medios ante la situación que puede llegar a producirse. Mientras las personas que bloqueaban la publicidad eran un 1% no había por qué preocuparse; el problema se producirá cuando ese porcentaje llegue al 13 (ahora estamos ya en el 5).

¿Qué ocurrirá con los medios (que se financian con publicidad, no nos olvidemos) cuando los usuarios, en una gran proporción, la bloqueen? Antonio propone dos soluciones: la publicidad integrada en los contenidos (que ahora llaman nativa) y el pago directo a los medios. Pero aunque el estudio de PageFair habla de un 29% de usuarios dispuestos a pagar por contenidos @antonello no lo cree realista. Yo tampoco, al menos en España. Y la publicidad integrada corre el riesgo de situarse en la frontera de lo aceptable si no se identifica claramente como algo separado del contenido editorial del medio.

Hace unas semanas la empresa ebuzzing presentó un estudio sobre este tema en el Reino Unido. En el estudio, realizado por la empresa Censuwide, un 98% de l0s encuestados declaró que no estaba dispuesto a pagar por una Internet sin anuncios. En los casos en que existe una versión premium sin publicidad el 77% de la población nunca paga por ella. Ebuzzing calculó que, en el Reino Unido, cada usuario debería pagar 170€ al año para mantener una Internet con los mismos servicios que la actual.

Creo que las cifras no son extrapolables directamente a España, donde pagar por los medios ha sido siempre un fenómeno muy minorotario. Lo más probable es que el porcentaje de quienes no están dispuestos a pagar sea aún más alto.

Recordemos que cuando Whatsapp anunció que iba a cobrar 89 céntimos de euro al año casi se monta una revolución. En muy poco tiempo se nos había olvidado que antes de la llegada de esta herramienta para mandar mensajes SMS, pagábamos por cada mensaje una cantidad comparable a esa.

Una empresa como Spotify (la plataforma de streaming con mayor volumen de suscripción a nivel mundial) que ofrece música a gusto del consumidor a cambio de escuchar publicidad y tiene una versión premium a un precio muy asequible tiene, según cifras no oficiales, un 25% de usuarios premium a nivel mundial, pero un porcentaje mucho menor en España.

Si queremos seguir recibiendo de forma gratuita los contenidos que disfrutamos ahora en Internet tendremos que estar dispuestos a recibir a cambio publicidad. Otra cosa será que exijamos a los anunciantes y a los publicitarios que encuentren y utilicen fórmulas que sean lo menos molestas que se pueda.

En todo caso, siempre podemos recordar que si el producto que usas es gratis es porque tú eres el producto.

Digital es líquido

En 1999, más o menos por las fechas en las que nació El Publicista, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman empezó a publicar su serie de ensayos sobre las características líquidas de nuestra sociedad.
Creo que eso, la liquidez, es lo que mejor caracteriza estos años y el avance hacia unas agencias más digitales.
En aquel año en Zenith llevábamos ya varias temporadas haciendo campañas digitales. Teníamos la suerte de trabajar para Renault, que no sólo era por aquélla época el primer anunciante por inversión sino también uno de los más innovadores. Estaba abierto a todo lo nuevo y servía de estímulo para que sus agencias también lo estuviéramos.
Desde entonces todo ha sido fluir, llevados por la evolución de un mundo tan cambiante como el digital.
En un principio las campañas nacían integradas; desde la propia Zenith se planificaba y se compraba la parte digital, igual que para cualquier otro medio. Si no se habían creado compañías especializadas para un medio como la televisión (se pensó, a mi juicio con buen criterio) ¿por qué se iba a hacer para Internet?
Pero pronto, a finales de los noventa, se cambió de idea: Internet tenía unas exigencias de tecnología, de planificación y de negociación diferentes, así que se decidió crear una compañía, Zed Digital, pionera en su momento, con una gran profesional, Bea Fernández de Bordons (actual Vicepresidenta mundial de Performics en Chicago) al frente. La compañía se desarrolló rápidamente, ganando sus propios clientes además de dar el servicio digital a los de Zenith.
Y entonces llegó la crisis; o lo que entonces pensamos que era una crisis: estalló la burbuja digital en 2001.
Y Zed redujo su estructura.
Poco después Zenith pasó a formar parte del Grupo Publicis y Zed a dar servicio también a Optimedia.
Y volvieron los buenos tiempos. Y la parte digital del grupo creció y se multiplicó, siguiendo el mandato bíblico.
Y entonces llegó la crisis, la de verdad. Y mientras la inversión en otros medios caía y caía, la digital no dejaba de crecer a la vez que se diversificaba en nuevas disciplinas: Search (SEM y SEO), Mobile, Performance, Real Time Biding, Social Media, Vídeo on Demand, Smart TV,…
Y Zed creció, y se multiplicó, y se dividió para atender a las nuevas disciplinas que surgían.
Mientras tanto el grupo, que tenía vocación de ser el más digital de todos, compraba una tras otra diversas compañías digitales en todo el mundo, que venían a sumarse a las ya existentes. Y llegaron Digitas, y Denuo, y Performics, y Wysiwyg, y…
Pero las campañas digitales a veces tenían poco que ver con la estrategia del resto de los medios.
Y entonces alguien pensó que lo mejor era la integración.
Y la mayor parte de los equipos de Zed pasaron a integrarse en Zenith y en Optimedia; los planificadores digitales en los equipos de planificación, los negociadores en los equipos de operaciones y de compra. Y tuvimos campañas más integradas, pensadas desde el principio para el conjunto de los medios.
Pero eso perjudicaba la imagen de la compañía en su aspecto digital. El no tener una compañía digital al lado daba una imagen de ser menos digitales. Cumplir el deseo de integración que siempre habían manifestado los anunciantes acababa siendo perjudicial.
Y entonces vino lo Social. Y lo Social iba de crear contenidos y de analizar los contenidos sobre las marcas que creaban los consumidores. Y ahí había poco dinero, pero mucho trabajo. Y se planteó el dilema: como negocio no merece la pena, pero si no lo hacemos nosotros vendrá otro y se introducirá en nuestros clientes. Y eso puede ser un problema a medio plazo.
Y se crearon departamentos de análisis y de branded content y se contrató a especialistas en contenidos.
Y se empezó a hablar de big data. Habrá que disponer de grandes servidores en la nube y de analistas de primera línea y…
Y entonces apareció…
Mientras tanto Zenith es una agencia digital de primera línea, con todos sus equipos integrados, que da servicio digital a todos sus clientes, incluyendo el servicio digital completo para P&G, que en 2012 fue el primer anunciante digital según Infoadex.
Y grandes profesionales formados en Zed o en Zenith, o que han pasado por estas empresas durante su periodo de crecimiento profesional, pueblan una buena parte de las agencias españolas (y un buen número de extranjeras).
En un mundo tan líquido como el digital, en el que lo único seguro es que todo cambiará muy rápidamente, lo importante es ser capaces de gestionar el cambio y adaptarse a él.
Creo que lo hemos conseguido.

(*) Escribí este artículo para el número 300 de la revista El Publicista, que conmemora su 15º aniversario.

#mamiconcilia un fenómeno que no para de crecer

Hace poco más de un mes, el día uno de mayo, proponía aquí, como regalo para el Día de la Madre un e.book que mi hija Usúe había escrito con la colaboración de un buen número de directivas de empresas del sector del marketing y la comunicación.

El libro afronta una cuestión que está en el centro de la vida de muchas mujeres: la dificultad para conciliar la vida profesional con la familiar en especial, pero no sólo, cuando se tienen hijos pequeños.

Cuando Usúe se iba a reincorporar al trabajo tras su baja maternal, sus jefes le dijeron que había cambiado la estructura de la empresa y, entre otras opciones, le invitaron a salir. Tras el disgusto inicial decidió ponerse en marcha. Una breve investigación le ayudó a ver que el tema de la conciliación del trabajo fuera de casa y en el hogar, que ahora le había afectado muy directamente, podía tener una buena repercusión y empezó a trabajar en ello.

Desde entonces no ha parado. Todo un oxímoron: una parada que no para.

La repercusión que está teniendo su trabajo es impresionante. Hoy mismo el diario Expansión le dedica un extenso artículo.

Ocurrió desde el primer momento. Ya en la mañana del 30 de abril, el día del lanzamiento de #mamiconcilia, fue trending topic en Twitter en Madrid.

El Día de la Madre una cadena de televisión nacional, como La Sexta le dedicó un reportaje de más de un minuto en sus noticiarios de mediodía y de noche.

En aquellos primeros días la agencia Europa Press recogió la noticia, que fue reproducida por un buen número de diarios.

Telecinco lo recogió en su página web.

El portal de Internet AcensTV, del Grupo Telefónica, realizó una entrevista a Usúe, que fue la más vista de la semana en que se colgó.

La emisora de Radio , también de Internet, Onda Mujer del Grupo PR, también entrevistó a Usúe.

El lunes 2 de junio Usúe y otras cuatro participantes en el proyecto presentaron #mamiconcilia en el Centro de Innovación del BBVA. La presentación, a una sala llena de público interesado, se puede ver en YouTube; hasta ahora acumula 240 visualizaciones. El día de la presentación tuvo una altísima repercusión en Twitter, pero competía con la abdicación del Rey.

La repercusión en la blogosfera también ha sido muy elevada: no puedo ser exhaustivo pero sé que lo han recogido ya: Madresfera, Mamá a bordo, Mktfan, el blog de Best Relations, Madre primeriza, Im-perfectas, Diles, e.buzzing, nemocion y Bebés y más.

También han recogido reseñas la mayor parte de las publicaciones especializadas en publicidad y marketing: MarketingDirecto.com, Anuncios, El Publicista o el boletín Al día de AEDEMO.

Hasta el pasado domingo, cuando se cumplían 40 días desde el lanzamiento, el libro había sido descargado 1.731 veces; se habían generado 2.923 tuits (que totalizaban más de seis millones de impresiones en Twitter)  y 2.945 links; la web había recibido 5.143 visitas…

Usúe ha dado ya dos charlas sobre el tema, con gran éxito, y ha sido invitada a alguna más.

Y la historia continúa. Supongo que las cifras habrán crecido hoy, tras la publicación en Expansión.

Espero que este movimiento sirva para mejorar las posibilidades de conciliar vida laboral y familiar (y no sólo para las madres). Ahora las tecnologías hacen posible (para muchos trabajos) trabajar sin necesidad de estar presente en la oficina y hacerlo en los horarios que personalmente nos resulten más convenientes.

Y que para Usúe se abra una nueva etapa, en la que nuevos éxitos profesionales no le impidan disfrutar de su hijo y del resto de los placeres de la vida.