Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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El PSOE se esconde. ¿Acochinado en tablas?

La derecha hace leña del juez caído («A moro muerto, gran lanzada») y homenajea a Fraga. El PSOE se esconde frente al Supremo y asiste al homenaje a Fraga en el Congreso.

Diputados de izquierdas (no del PSOE) se ausentan durante el homenaje a Fraga en el Congreso

¿A donde quieren ir a parar los socialistas, hundidos en el pozo más hondo de su reciente historia? ¿Si les queda tan poco por perder, por qué se quedaron en el hemiciclo, por ejemplo, durante el homenaje al ex ministro de Franco, que firmó penas de muerte sin juicio justo, mientras el resto de la izquierda se ausentó?

De Manuel Fraga recuerdo dos anécdotas personales poco edificantes. 1) Era ministro de propaganda del Dictador cuando nos molieron a palos en un homenaje a don Antonio Machado. 2) Era ministro de Gobernación de Arias Navarro cuando fui secuestrado y torturado con armas reglamentarias de la Dictadura. 

Ya se que está feo hablar mal de los fallecidos. Por eso, no dije nada del talante totalitario y de los modos fascistoides del fundador del PP en el día de las alabanzas. Lo que me sorpendió esta semana fue la actitud cobardica del PSOE: los únicos de la izquierda que asistieron (Guerra no aplaudió, ¡faltaría más!) al homenaje que el PP dió a Fraga en el Congreso de los Diputados.

En cambio, muchos socialistas y otras gentes de izquierdas han echado de menos a los líderes del PSOE en la manifestación improvisada esta mañana ante y contra el Tribunal Supremo o en la de la semana pasada por el caso de los crímenes del franquismo.

Ya tienen muy poco más que perder. Se han quedado en nada. Por eso mismo, no entiendo que los socialistas estén «acochinados en tablas» y no den la cara en asuntos que afectan a los principios del Estado de Derecho y a su propia identidad histórica.

Apenas aparecieron líderes representativos del PSOE (salvo Zerolo, que yo sepa) en la manifestación improvisada ayer ante y contra el Tribunal Supremo por la sentencia extravagante e insólita dictada contra el juez Baltasar Garzón.

Garzón en mi casa, poco después de la detención del dictador Pinochet

Comprendo que a ciertos socialistas no les resulte simpática la figura del juez Garzón, después de la investigación que hizo y rehizo de los crímenes del GAL en tiempos de gobiernos del PSOE. A mi tampoco me gustó que pidiera subvenciones a Botín con destino a la Universidad de Nueva York donde él estaba. Quienes le conocemos sabemos que el juez está lejos de ser perfecto. (Si quieres amigos o jueces perfectos te quedarás sin amigos y sin jueces).

Aunque yo apoyo a Garzón (viejo amigo), no se trata aquí de defender la personalidad de Garzón al completo sino de defender el Estado de Derecho y los principìos básicos de nuestro ordenamiento jurídico, a sea, de nuestra Democracia.

No estamos tanto por Garzón como contra el atropello del Estado de Derecho por parte del Tribunal Supremo. Y por eso echo de menos (y bien que lo lamento) a algunos líderes del PSOE en la mani de hoy.  Si siguen por ese camino tan huidizo, sin dar la cara cuando hace falta, por miedo a significarse, pronto podrán meterse todos los militantes socialistas en un taxi. Y por eso, también, me da tanto miedo el poder casi absoluto (merecido o no) que tiene hoy el PP (central, regional y local) sin apenas nadie enfrente para frenarle.

Me preocupa más la ausencia del PSOE en estas manifestaciones públicas que el jolgorio y la fiesta que la derecha y la extrema derecha están organizando con la caída del juez Garzón a quien los corruptos tanto temían. Basta con repasar los comentarios anónimos sobre este asunto en los blogs para comprobar lo crecidos que están los nostálgicos de Franco y algunos seguidores del PP. Y eso que este Gobierno de Rajoy/Saez de Santamaría se parece afortunadamente poco, por ahora, a aquel de Aznar/Cascos de tan triste y temible memoria.

Menos mal que aún nos queda el gran Forges intrepretanto nuestro miedo cotidiano («¡A ver si te van a oir en Las Salesas!», le dice Concha a Mariano, perdón a Vicente).

Y también nos queda -menos mal- Soledad Gallego-Díaz, con sus comentarios tan certeros en El País, para reconciliarnos con la buena prensa de toda la vida. Copio y pego a continuación su articulo de hoy:

Justicia a cualquier precio

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ (11 FEB 2012)

La justicia obtenida a cualquier precio termina no siendo justicia.

Eneko en 20 minutos

Lo afirma la sentencia del Tribunal Supremo que ha condenado al juez Baltasar Garzón a una pena de inhabilitación de 11 años y a su expulsión de la carrera judicial, y ciertamente muchos ciudadanos, en España y en Latinoamérica, pueden alimentar en estos momentos la misma convicción, aunque por motivos diferentes. Habrá que suponer que el Tribunal Supremo ha emitido su fallo sin que mediara animadversión personal ni enojo corporativo, pero lo cierto es que esta decisión ha acabado con uno de los pocos símbolos de la justicia en el que confiaba una parte notable de esos ciudadanos y que esa es una noticia pésima, con un precio muy alto.

No se trata de ignorar los graves hechos atribuidos a Garzón. Según la sentencia, el juez autorizó que se intervinieran las comunicaciones entre los imputados en una importante causa por corrupción y sus abogados, sin excepción alguna y sin mención expresa de su identidad, y lo hizo, afirma el Supremo, sin que existiera ni el menor indicio de que esos abogados estaban utilizando su condición de tales para la comisión de nuevos delitos. Su convicción de que los imputados continuaban ocultando su dinero, y su temor a ver cómo personajes poderosos y ricos conseguían escapar a la investigación, no es argumento suficiente para anular el secreto de las comunicaciones ni para deteriorar el derecho a la defensa.

Pero eso no es lo que se juzgaba realmente en el Supremo, sino si la decisión de Garzón podía ser explicada por una interpretación incorrecta de las normas del derecho. No, afirman los siete magistrados, no existe otra explicación que el empeño deliberado de actuar fuera de «los medios usualmente admitidos en derecho» ni otra razón que el anhelo del juez instructor de colocar el «proceso penal español al nivel de los sistemas totalitarios», un juicio de intenciones asombroso para tan alto tribunal.

Ahí, en la clara voluntad de apreciar prevaricación, es donde se abre un agujero por el que asoman muchas dudas: ¿esa misma decisión tomada por otro juez que no fuera Baltasar Garzón hubiera merecido valoración tan severa?, ¿qué sucede con los fiscales y con los otros jueces que compartieron su decisión?

Va a resultar muy difícil que los ciudadanos no asocien la condena de Garzón a su personalidad, a su historia y a su protagonismo internacional, insufrible para una parte importante de la corporación judicial, y que el descrédito que todo ello acarrea, dentro y fuera de España, no vaya a suponer un desgaste altísimo para la justicia española en su conjunto.

La expulsión de Garzón llega, además, en un momento de fuerte desánimo social. Los ciudadanos, aplastados por una crisis formidable, llevan meses conociendo casos de corrupción que no se traducen en delitos ni se sustancian en castigo alguno, personajes del mundo económico que reciben cantidades asombrosas por gestiones desastrosas, indultos llamativos para personas poderosas y dificultades sin cuento para acabar con el fraude fiscal, el desvío de fondos públicos y las trampas de todo tipo que no se podrían llevar a cabo sin ayuda de avispados asesores legales.

Todo ello, junto a noticias sobre algunos jueces corruptos que reciben castigos inexplicablemente ligeros por embolsarse dinero fácil. Nada de eso justifica, por supuesto, acabar con el derecho a la defensa (¿no debería revisarse el caso de los acusados de terrorismo?). Simplemente, resulta difícil aceptar que, entre tantas denuncias por prevaricación como se han presentado, solo haya habido un juez, Baltasar Garzón, que mereciera que le arranquen la toga. Queden tranquilos sus colegas del Supremo. Ya le han echado. Triunfó la justicia, a cualquier precio, deben pensar. Quede tranquilo Baltasar Garzón. Los ciudadanos no olvidaremos nunca la honda emoción que nos hizo sentir el 16 de octubre de 1998 cuando ordenó la detención del general Pinochet.

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Día de Accion de Gracias en 1998. Al fondo, Garzón entre el profesor Marichal y Ana Westley (la cocinera del pavo)

Eso mismo, Soledad. Sin caer en la resignación, siempre nos quedará la detención del genocida general Pinochet por orden de Garzón. ¡Ahí es nada!.

Por la cita de Pinochet, recuerdo hoy el pavo que nos comimos en mi casa el Día de Acción de Gracias en noviembre de 1998 con Baltasar Garzón y su esposa Rosario Molina, Juan Marichal y su esposa Solita Salinas, Joan y Angel Berenguer, Kathy y David White, Yolanda y Al Goodman y otros amigos y colegas. (Se entiende que la foto, por su mala calidad, la hice yo)

El dictador Pinochet llevaba apenas unas semanas detenido por orden del juez Garzón.

Es costumbre que uno de los comensales haga un brindis, a modo de oración laica, para conmemorar la comida fraternal de los peregrinos con los indios de Nueva Inglaterra.

En aquella ocasión, tomó la palabra mi maestro y amigo Juan Marichal, catedrático de la Universidad de Harvard, y nos emocionó a todos con un parlamento improvisado pro derechos humanos y contra los genocidas que comenten impunemente crímenes contra la humanidad; un bellísimo brindis que lamento mucho no haber grabado entonces.

Juan Marichal entre Garzón y yo

«Crimenes contra la humanidad en Argentina, en Chile, etc. que quedaban impunes… hasta ahora», dijo Marichal. A partir de la detención del dictador Pinochet, los genocidas sabrán que sus crímenes ya no quedarán impunes.

Y el maestro levantó su copa para invitarnos a todos a dar las gracias al juez Garzón, allí presente, quien se quedó emocionado y sin palabras.

Pase lo que pase, siempre nos quedará ese recuerdo de la detención de un criminal como el general Pinochet por orden de Garzón.

Recuerdo también las críticas que algunos colegas de la prensa extranjera le hicieron al juez español, más o menos en estos términos:

«Persigues a los dictadores de América Latina, por sus crímenes contra la humanidad, pero en España nadie se atreve a investigar y perseguir crímenes semejantes cometidos durante la Dictadura del general Franco. Los españoles veis la paja en el ojo ajeno y no la viga que tenéis en el vuestro. A eso se le puede llamar hipocresía o miedo». 

«Todo se andará», creo recordar que fue el resumen de la respuesta del juez Garzón.

Lo prometió y lo cumplió. Y ahí le tenemos ahora crucificado por perseguir también los crímenes del franquismo y la corrupción de políticos del PP.

Por muchos defectos que la derecha airee, exagere o invente de Baltasar Garzón (y los tiene), los demócratas estamos en deuda con este gran juez. Espero que el miedo no se extienda ahora entre los buenos jueces que siguen en activo ni entre los estudiantes de Derecho.

 

Polanco gana una batalla después de muerto

Prisa compra el 16,79% de Sogecable a Telefónica y (al concluir la OPA) logra controlar el 95% del capital de la plataforma de televisión.

Como el Cid Campeador, Jesus de Polanco ha ganado una batalla después de muerto. Cuando he leído esta mañana la noticia (conocida ayer por Internet y por la radio) me ha dado un ataque de nostalgia docente e investigadora.

Como profesor universitario de Economía Aplicada (alejado del Periodismo por la fuerza de un despido ilegal), pasé las vacaciones de Navidad de 1997 y de Reyes de 1998 escribiendo, a toda prisa, un libro sobre la guerra descomunal que había estallado en 1996 (al llegar Aznar a La Moncloa) entre las dos grandes palataformas digitales de televisión. El título era:

«Jaque a Polanco»

Y el subtitulo:

La guerra digital: un enfrentamiento en las trincheras de la política, el dinero y la prensa

Ayer se cerró un capítulo importante -quizás definitivo- de aquella guerra. Y hoy, como es natural, cada diario arrima el ascua a su sardina y elige el sujeto que más le gusta (o mejor sirve a sus intereses corporativos) para el titular de la noticia.

El País se decide por PRISA como sujeto principal.

PRISA logra más del 95% del capital de Sogecable…

A nadie le extrañará esta pasión informativa ya que Prisa es propietaria de Sogecable y, a la vez, de El País.

En cambio, para informarnos de la misma operación, tanto El Mundo (desde la derecha) como Público (desde la izquierda) han preferido elegir como sujeto principal para titular esa noticia a Telefónica. Tampoco coinciden en el verbo con el diario de PRISA.

El País dice en un sumario:

Telefónica, segundo accionista, acudió…

Sin embargo, los otros dos periódicos coinciden (cosa rara, si no fuera por los derechos televisivos del fútbol, por Mediapro y la Sexta) no solo con el mismo sujeto sino también con el mismo verbo en el titular:

Telefónica se va de Sogecable…

El diario Público, de Mediapro, va un poco más allá que El Mundo e interpreta las razones por las que Telefóncia «se va» de Sogecable:

«… por las dudas sobre su futuro»

He encontrado en mi sótano un ejemplar del libro «Jaque a Polanco» y, después de sacudirle el polvo y quitarle algunas telarañas he caido en la tentación («vanidad de vanidades«, dice el Koelet) de leer la últimas página del «Epílogo» y las primeras del «Prólogo«. En ese orden.

El Epílogo lo escribí yo en enero de 1998, en mi despacho de la Universidad de Almería, y el Prólogo lo escribió en la misma fecha mi colega y, sin embargo, amigo, David White (corresponsal entonces del Financial Times de Londres).

Como es sábado y está lloviendo, me he entretenido en copiar y pegar aquí esas páginas escritas proféticamente hace más de 10 años.

No debería decirlo, no es de buena educación, debería estar prohibido -lo se- pero es un placer sublime eso de poder presumir de profeta y decir:

«Ya te lo dije yo…»

Y eso que, como profetas, los economistas sólo sirven para predecir el pasado…

Al concluir la vieja guerra digital, el Prólogo de David White tiene aún vigencia y recomiendo su lectura.

De mi «Epílogo Abierto» lo único que quiero resaltar es que, hace 10 años, anuncié cuatro escenarios posibles para concluir aquella «guerra digital«. Primero, se cumplió el Escenario C:

Escenario C: ¿Se fusionarán Canal Satélite Digital y Vía Digital y serán felices?

Y ayer se cumplió el Escenario B, aunque sin que Prisa tuviera necesidad de alianzas internacionales:

Escenario B: ¿Se aliará Prisa con un gigante internacional como la ATT, o algo así, para comerse a Vía Digital?

Escenario C: Prisa y Telefónica se casaron y fueron felices en Sogecable hasta ayer mismo.

Escenario B: Prisa se comió ayer la parte de Telefónica en Sogecable

Pego a continuación las cuatro páginas finales de libro:

Así terminó aquel libro (más periodístico que académico) y que pasó por algunas pocas librerías sin pena ni gloria. (A la derecha está la primera página de aquella ingenua aventura editorial).

Jamás fue citada la existencia de este libro en ningún diario del Grupo Prisa ni del entorno del presidente Aznar. Solo salió una crítica (y entrevista con mi foto de profe) en La Voz de Almería . Gracias, de nuevo, colegas y paisanos almerienses.

La editorial Temas de Hoy (del poderoso Grupo Planeta se asustó cuando El País prohibió la publicidad y le devolvió la orden de insertar un anuncio suyo de pago sobre este libro. Planeta anuló inmediatamente la campaña, retiró los ejemplares distribuidos, se disculpó y me pagó como si la edición se hubiera agotado completamente. Una buena pasta para un profesor.

Prisa también tiene editoriales de libros y un gran suplemento «Babelia» que ayuda a vender libros también de otras editoriales.

Ya se sabe: Entre bomberos no se pisan la manguera.

Si yo hubiera trabajado como periodista, en aquellos años que siguieron a mi despido improcedente como corresponsal de Televisión Española en Nueva York, nunca hubiera escrito ese libro. Ustedes lo comprenderán si les digo que tengo tres hijos.

Pero me había refugiado en el sagrado académico -era profesor titular de Universidad– y me sentí libre para escribir sobre los grupos de comunicación en conflicto. Debo reconocer que, pese a que lo hice muy deprisa y mal, fue un placer inolvidable haber escrito esas 300 páginas como si fuera libre.

Los escasos ejemplares que circulan de «Jaque a Polanco» tienen ya el valor de los libros malditos del Indice. Todo un piropo, según la tesis de David White.

Menos mal que, con el dinero de la indemnización que nos dio TVE, la televisión de Aznar, por sentencia del juez, pudimos poner en marcha uan pequeña empresa familiar Multiprensa y Más S.L., con sede fundacional en el sótano de mi casa. Esa empresa creció después, gracias a 7 Cajas de Ahorro y al grupo noruego Schibsted y, desde ella, editamos 20 minutos, el periódico con más lectores diarios (2,6 millones) de la historia de España, así como la revista mensual Calle20 y www.20minutos.es, el tercer diario on line de información general , que alberga a este blog.

Todo empezó gracias a aquella indemnización judicial que mis hijos definieron como la «beca Aznar«.

Sorpresas te da la vida…