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Dónde medir la fiebre de un niño

Termómetro

Fuente: Dos Pediatras en Casa

La fiebre es uno de los motivos de consulta más frecuentes en Pediatría, de hecho, la inmensa mayoría de los niños que acuden a Urgencias la presenta. En este blog ya hemos hablado en multitud de ocasiones sobre ella reforzando la idea de que la fiebre no es nada más -ni nada menos- que uno de los posibles síntomas asociado a una infección, como puede ser la diarrea y los vómitos en una gastroenteritis o los mocos en un catarro. También hemos hablado de su manejo o de cuál es el mejor termómetro para un niño, sin embargo, nos quedaba por rellenar el hueco de explicaros cuál es el mejor sitio para medir la fiebre, así que vamos con ello.

Temperatura central vs. Temperatura periférica

La temperatura que nos importa a los médicos es la temperatura corporal central, es decir, la temperatura del interior del cuerpo en donde se encuentran los órganos vitales. Ésta varía entre los 36,4-37,2ºC y es algo más elevada que la temperatura periférica. Sin embargo, debido a que los métodos para medir la temperatura central son muy invasivos, la temperatura que utilizamos habitualmente en nuestra práctica clínica es la temperatura periférica y es la que tenemos en cuenta a la hora de decidir si un niño tiene fiebre o no. La temperatura periférica es un reflejo de la temperatura central, ya que se ha comprobado en muchos estudios que la temperatura medida en diferentes partes del cuerpo como la axila, la boca, el recto, el oído o la frente… se correlaciona muy bien con la temperatura central. Sin embargo, no es lo mismo medir la temperatura periférica en cada una de estos sitios, por lo que debemos conocer las particularidades de cada uno de ellos.

Sitios en los que se puede medir la fiebre

Como decíamos, dependiendo de dónde midamos la fiebre tendremos que tener en cuenta unas cosas u otras. La temperatura rectal es la que se correlaciona mejor con la temperatura central y se considera normal valores entre 36,5 y 38ºC. Sin embargo, la medición en esta zona corporal puede entrañar riesgos por lo que no está recomendada de forma rutinaria. La boca, a nivel sublingual, es la otra zona del cuerpo que presenta una correlación excelente con la temperatura central aunque suele ser algo más baja que la rectal, con un rango de normalidad entre 35,5-37,5ºC. En este caso, es difícil medir la fiebre en dichas localización en niños pequeño ya que no suelen colaborar, además puede falsearse si están respirando rápido (muy habitual cuando un niño tiene fiebre o presenta dificultad respiratoria). La temperatura a nivel de la axila es fácil de tomar en casi cualquier niño. Sin embargo, la correlación con la temperatura central es peor que las dos anteriores debido a que la piel puede estar fría mientras que el interior de nuestro cuerpo está caliente o con fiebre. En España, es el método más empleado para medir la fiebre y es el que recomiendan la mayoría de las asociaciones de nuestro país. Se acepta como normal un rango entre 34,7-37,3ºC. Para la medición de la temperatura rectal, bucal o axilar se suelen emplear termómetros digitales o de galistán. El problema de ellos es que tardan uno o dos minutos en dar la medición, lo que hace que para los niños (o los padres que sujetan a los niños) sea relativamente incómodo. En los últimos años han aparecido nuevos sistemas de medida como la medición mediante infrarrojos. Este sistema de medición permite tomar la temperatura en otras partes del cuerpo como en el oído (temperatura de la membrana timpánica) o en la frente (temperatura de las arterias temporales). Son termómetros muy cómodos ya que dan la temperatura en pocos segundos sin que molestemos mucho al niño. La correlación entre la temperatura del oído es muy similar a la temperatura central. Sin embargo, los aparatos de medida de uso comercial que podemos tener en domicilio son poco precisos respecto a los que se utilizan en investigación, de hecho, los estudios en los que se comparan estos termómetros comerciales frente a los que miden la temperatura rectal han mostrado resultados contradictorios. El rango de normalidad aceptado es de 35,8-38ºC. En el caso de los termómetros de frente, la medición de la temperatura puede verse influenciada, por ejemplo, por el sudor, lo que se traduce en que su correlación con la temperatura rectal en los estudios realizados sea también contradictoria, en ocasiones más altas o más bajas que la de referencia. Por tanto, tampoco se recomiendan a la hora de tomar decisiones clínicas importantes. No se ha establecido un rango de medición, aunque muy probablemente sea similar al de la medición en oído.

Entonces, ¿dónde debería tomar la temperatura a mi hijo para saber si tiene fiebre?

Como has podido leer, existen varios sitios donde podemos medir la fiebre: el recto, la axila, la boca, la frente o el oído. Sin embargo, no existe un consenso claro entre las diferentes asociaciones de pediatría de dónde deberíamos medir la fiebre en los niños. En España, según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), los padres deberían medir la temperatura a sus hijos en la axila con un termómetro digital. En los hospitales o en los centros de salud, deberíamos utilizar la vía axilar como primer método de medida y, en el caso de que se necesite una medición más exacta, considerar la vía rectal en niños menores de 5 años o la bucal en los mayores de esa edad. Por el contrario, la Academia Americana de Pediatría (AAP) aconseja la medición rectal en domicilio de la temperatura en todos los menores de 5 años y la bucal a los mayores de esa edad. Tampoco es de la misma opinión el Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica (NICE) del Reino Unido, el cual cree que es aceptable la toma de la temperatura a nivel axilar en los menores de 4 meses, mientras que en los niños por encima de esa edad, además de la medición axilar, se podría emplear la del oído.
Quizá todo esto os parezca un lío. Que si varios tipos de termómetro, que si varios sitios donde se puede medir la temperatura, que si cada asociación dice una cosa… y, la verdad, no os falta razón. Creemos que lo más importante es ser prácticos y no complicarnos mucho la vida, que criar a nuestros hijos ya es de por sí muy complicado. En nuestra opinión, al igual que recomienda la AEPap, la axila debe ser el sitio de elección para que los padres midan la temperatura a sus hijos debido a la facilidad de este método y su seguridad. Y recordad, siempre va a ser mucho más importante cómo se encuentren vuestros hijos y su estado general para tomar la decisión de su darles o no un antitérmico que el grado de fiebre que marque el termómetro.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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Bibliografía:

  • Fever in infants and children: Pathophysiology and management. UpToDate (última revisión enero 2019).
  • «Fiebre: ¿cómo medir la temperatura?, ¿cuándo y cómo tratar la fiebre?» de la AEPap (link).
  • «Cómo tomarle la temperatura a un niño» de HelthyChildren.org, portal de información para padres de la AAP (link).
  • Fever in under 5s: assessment and initial management. Guía NICE (link).

¿Tengo que ir al pediatra cada vez que mi hijo tiene fiebre?

Osito Pediatra

Fuente: Pixabay

Muchos de los que nos leéis habitualmente habréis respondido a la pregunta que encabeza este post de forma inmediata con un no. Un NO en mayúsculas. Y lo hacéis desde el convencimiento de que la fiebre no es nada más que un síntoma que aparece asociado a una infección que está sufriendo vuestro hijo en ese momento. Sin embargo, algunos padres llevan muy mal el ver a sus hijos con fiebre ya que piensan que algo malo les va a ocurrir o que la propia fiebre les puede hacer daño, lo que provoca que acaben acudiendo al pediatra a ver qué le puede estar pasando al niño a las primeras décimas que asoman en el termómetro sin tener en cuenta nada más (y nada menos). No obstante, si preguntásemos a la gran mayoría de los pediatras del mundo, estos contestarían que no es necesario que cada vez que un niño empieza con fiebre sea valorado por un pediatra. Para que entendáis por qué somos tan «tajantes» en este tema, nos gustaría repasar con vosotros algunos aspectos sobre las infecciones y lo que podéis esperar cada vez que vuestros hijos tienen fiebre.

¿Qué es la fiebre?

No existe un consenso absoluto sobre la definición exacta de fiebre, sin embargo, la gran mayoría de las sociedades científicas acepta como fiebre la elevación de la temperatura corporal por encima de 38ºC a nivel axilar. En niños, la fiebre está provocada (casi) siempre por infecciones, ya sean éstas consecuencia de un virus o de una bacteria. La fiebre aparece porque los leucocitos -las células de nuestro organismo que nos defienden de las infecciones- segregan unas sustancias que dan la orden al hipotálamo, una parte del cerebro que actúa de termostato, de elevar nuestra temperatura corporal. Seguramente os estaréis preguntando que por qué hace eso nuestro cuerpo, con lo incómoda que es la fiebre. Pues bien, tenéis que saber que la fiebre es nuestra «amiga» ya que sirve de mecanismo de defensa contra las infecciones ya que tiene cierto poder para inhibir el crecimiento tanto de virus como de bacterias. Dependiendo del tipo de infección y el niño que la sufre, la fiebre será más alta o más baja y durará más o menos días. Sin embargo, ninguna de estas características se ha asociado con que la infección sea más grave.

La fiebre no hace daño

Por tanto, la fiebre es un síntoma más de los muchos que podemos tener durante una infección, como la diarrea en una gastroenteritis o los mocos en un catarro. Pero además, la fiebre no hace daño a vuestros hijos. Aunque sea muy alta y no baje, aunque lleven muchos días con ella, la fiebre ni provoca daño cerebral ni ninguna otra cosa rara que se os esté pasando por la cabeza. En todo caso, lo que sí puede preocuparnos a los pediatras es la infección que provoca esa fiebre, pero en ningún caso nos asusta que el termómetro haya subido más o menos. Y aunque la fiebre no hace daño, lo que ésta sí que provoca es malestar: el corazón late más rápido, la respiración se acelera y, en general, los niños se encuentran decaídos respecto a su estado normal. Este el motivo por el que hay que tratar la fiebre, para que los niños se encuentren mejor. Si conseguimos este objetivo, ya habremos ganado mucho, otra cosa será que la temperatura baje.

Entonces, ¿cuándo debo llevar a mi hijo al pediatra a que lo valore si tiene fiebre?

Muchos pensaréis que todo eso está muy bien pero que cuando lleváis al niño al pediatra con fiebre de unas pocas horas de evolución es para que os saquen de dudas sobre si esa fiebre se debe a un catarro o es algo más grave. Y la verdad es que eso sería estupendo, que a las primeras de cambio os pudiéramos decir lo que va a durar la fiebre o a que se debe. Sin embargo, cuando un niño solo han presentado un pico de fiebre o cuando han pasado unas pocas horas desde el inicio de la misma, es prácticamente imposible que los pediatras podamos saber cuál es la causa y cuánto va a durar, ya que de momento no usamos bolas mágicas de cristal para adivinar el futuro. Por probabilidad, lo más frecuente será que se deba a un virus, pero poco más podemos hacer en esos primeros momentos de fiebre salvo decir si el niño está grave y hay que derivarlo a Urgencias para valorar si necesita ingreso o si se encuentra bien y os podéis ir a casa. Este es uno de los motivos por el que los pediatras os decimos que es mejor esperar un poco antes de acudir a Urgencias cuando un niño tiene fiebre. Si esperáis, es muy probable que hayan aparecido otros síntomas y os podamos decir con más seguridad a qué se debe la fiebre que tiene vuestro hijo. Además, cuando un niño lleva poco tiempo con fiebre, tampoco sirve de nada realizar una analítica de sangre o una radiografía ya que estas pruebas requieren de unas horas para que se alteren. Os aseguramos que si tenéis paciencia, lo más probable es que en un par de días la fiebre habrá desaparecido porque, como decíamos, la gran mayoría de las infecciones en pediatría están provocadas por virus y se resuelven solas con un poco de tiempo. Así que tened paciencia y esperad un poco en casa a ver qué pasa en los siguientes días. Por el contrario, las circunstancias que hacen que sea «necesario» acudir con vuestros hijos al médico para que sea valorado son:
  • Cuando el niño está muy irritable o adormilado.
  • Cuando tenga mal aspecto o dificultad para respirar.
  • Si le aparecen manchas en la piel.
  • Si el niño tiene menos de 3 meses de edad, siempre debe ser valorado por un profesional sanitario.
  • Cuando la fiebre dura más de 2 o 3 días.
Como habéis podido ver, en ningún lado pone que por el mero hecho de tener fiebre los niños deban ir al pediatra o porque el termómetro haya llegado a una temperatura concreta. Al contrario, en lo que se hace mucho hincapié en estas recomendaciones es en el estado general del niño ya que esto es lo que marca la gravedad de una infección.

Vigilad el estado general y no miréis tanto el termómetro

Para acabar, queremos reforzar este concepto. Como ya os hemos dicho, la gravedad de una infección viene determinada por otros parámetros distintos a la fiebre. Una de las cosas que transmitimos a los padres de nuestros pacientes es que preferimos mil veces atender a un niño que se encuentra mal o que presenta alguno de esos «signos de alarma» que a uno que tiene fiebre, aunque esta sea alta o no le baje, pero se encuentra aceptablemente bien. Por eso, es muy importante que os fijéis en esas otras cosas que pueden aparecer cuando un niño tiene fiebre, ya que éstas garantizan una visita a Urgencias en ese momento, y que sea el pediatra el que decida si al niño le pasa realmente algo grave o era una falsa alarma. Por último, tampoco merece la pena poner al niño el termómetro cada dos por tres ya que esto sólo os va a provocar más ansiedad si la fiebre no baja lo que esperabais o vuelve a subir antes de lo previsto.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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Si queréis saber más sobre la fiebre os recomendamos que leáis el decálogo de la fiebre de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria que podéis descargar en este link.

El mejor termómetro para la fiebre

Si hiciéramos una lista con los motivos de consulta en Urgencias más frecuentes de los padres sobre la salud de los niños, uno de los que ocuparía los primeros puestos, sino el primero, sería esa «fiebre que no baja» y que tantas noches les deja en vela buscando el mejor remedio para devolver a sus hijos a los 36ºC. En esos caso, es importante tener un «buen termómetro» para saber cuándo ha llegado el momento de administrar de nuevo un antitérmico.

Supongo que si has entrado a este post es porque estarás interesado en encontrar información sobre cuál es ese supertermómetro y si el que tienes en casa es lo suficientemente bueno. Perdóname de antemano por haber puesto un título tan sugestivo pero he querido captar tu atención para que realicemos juntos una reflexión sobre qué es la fiebre y cómo debes actuar en función de cómo se encuentre tu hijo y de cuál es la temperatura en ese momento.

En este post, sobre todo encontrarás preguntas y quizá, después de reflexionar sobre ellas, alguna que otra respuesta. Lo que sí te aseguro es que seguirás con las mismas dudas sobre qué termómetro debes comprar para tener en casa.

«Es que a mi hijo no le baja la fiebre»

Da igual que un niño tenga un año de vida o que ya esté cerca de la adolescencia, si empieza con fiebre, aunque el proceso sea banal, como esa fiebre no baje al darle un antitérmico, a los padres se les encienden las alarmas y piensan que a sus hijos les pasa algo grave. Tal es así que he llegado a ver padres que apuntan cual es la temperatura de sus hijos cada 5 minutos una vez que les han administrado algo para bajarla.

Este es un error de concepto muy importante. Cuando administramos un antitérmico a un niño lo que realmente estamos buscando es que se encuentre mejor, es decir, que el disconfort que genera la fiebre mejore o desaparezca. Esto puede acompañarse de una bajada de temperatura pero en otras ocasiones el termómetro no se moverá ni un grado.

Sin embargo, en muchas ocasiones la fiebre no termina de bajar pero el niño se encuentra claramente mejor y deja de estar tan mimoso. Solo con eso, ya habremos conseguido el objetivo principal que buscamos al tratar la fiebre. Si ademas la temperatura baja, pues mejor que mejor.

No me cansaré de decirlo una y otra vez cuando me pregunten los padres en Urgencias: prefiero mil veces ver a un niño con 40ºC al que no le baja la fiebre pero que corre por la sala de espera que a uno al que la fiebre le baja estupendamente pero que está tiradillo en la camilla.

Por ello, no tiene sentido apuntar en un papel cada 5 minutos la temperatura de un niño ya que lo que realmente importa es el estado general y no tanto lo que marca el termómetro.

Entonces, ¿cuándo debo tratar la fiebre de mi hijo?

Esta es la gran pregunta que se debería hacer todo padre cuando ve que su hijo está caliente y el termómetro marca más de 38ºC.

Si tenemos en cuenta que la fiebre es un mecanismo de defensa del cuerpo con el que se consigue, entre otras cosas, que los virus se repliquen más lentamente, no deberíamos empeñarnos en bajar la fiebre de los niños a toda costa.

Lo que deberíamos hacer es valorar cómo se encuentra el niño con esa elevación de temperatura para decidir si administramos un antitérmico o espermos un rato. En algunos casos, tu hijo estará con 38,2ºC y durmiendo plácidamente y en otros, con los mismos 38,2ºC, se encontrará como si le hubiera pasado un camión por encima. Parece evidente que en el primero de los casos el antitérmico puede esperar y, por el contrario, en el segundo está más que justificado.

Algo parecido pasa con esa fiebre que no termina de bajar. Pongamos que partíamos de 39,5ºC y que a las 2-3 horas del antitérmico el niño está con 38,4ºC pero saltando en el sofá y pidiendo gusanitos. Vale que no le ha terminado de bajar la fiebre, pero está más que claro que el niño se encuentra mucho mejor. ¿Tendríamos que dar algo para esa fiebre que no termina de bajar? Sinceramente, creo que no.

Y si no hay fiebre, ¿puedo dar un antitérmico a mi hijo?

Después de todo lo que has leído, espero que hayas entendido que lo más importante es tratar el estado general del niño y no tanto el «número» que marca el termómetro.

La fiebre está provocada por unas moléculas que se llaman interleukinas que son segregadas por las células que nos defienden de las infecciones. Pero además, hay otras muchas moléculas que, sin provocar fiebre, pueden dar lugar a que el niño no se encuentre bien, es decir, como si tuviera fiebre pero sin tenerla. En estos casos también estaría indicado administrar paracetamol o ibuprofeno ya que lo que estamos buscando es que el niño mejore el estado general y ese es el papel principal de los antitérmicos. Es verdad que a los pediatras nos gusta saber a cuánto ha llegado el termómetro, pero nos gusta mucho más observar cómo mejora el estado del niño y pasa a encontrarse mejor.

¿Y qué termómetro debería usar entonces?

Hace unos meses escribimos una entrada sobre los diferentes tipos de termómetros que existen y las diferentes propiedades de unos u otros. Como ya te habrás dado cuenta, este post no va de eso.

Hace unos días pensé que quizá el mejor termómetro que puede existir sería aquél que no tuviera números y dijera simplemente a los padres cuando ha llegado el momento de administrar a sus hijos un antitérmico. Sería un termómetro que valoraría la temperatura pero también se fijaría en cómo se encuentra el niño. Sería un termómetro que daría mensajes del estilo: «dale ahora paracetamol» o «todavía puedes esperar un rato, el niño se encuentra bien». Sin embargo, esta tecnología no ha sido desarrollada.

Unos padres prudentes e informados son el MEJOR termómetro para un niño

Creo que esta reflexión que he hecho sobre la fiebre y su manejo nos deja una conclusión clara: unos padres formados en qué consiste la fiebre, los síntomas que puede provocar, cuál es la evolución esperable de la temperatura tras administrar un antitérmico y qué signos de alarma hay que vigilar cuando un niño está enfermo, son el mejor termómetro para la fiebre de cualquier niño.

Esos padres serán capaces de manejar la fiebre de sus hijos sin caer en miedos irracionales sobre consecuencias horribles no demostradas por la «fiebre alta» y no se preocuparán en exceso si el termómetro no vuelve a los 36,5ºC tras administrar un antitérmico. Esos padres vigilarán el estado general del niño, la dificultad respiratoria, el grado de hidratación o las manchas en la piel…, pasando a un segundo plano la temperatura como un síntoma más dentro de todo el cuadro clínico de una infección.


¿Cuál es el mejor termómetro para medir la fiebre en los niños?

Termómetro

Fuente: Pixabay

Si preguntáramos a las abuelas, seguramente nos contestarían que «como los termómetros de mercurio… no hay ninguno». Y no les falta razón. Sin embargo, desde hace años está prohibida su venta y comercialización, así que, a no ser que tengáis guardado a buen recaudo uno por casa de cuando erais pequeños, es muy probable que os hayáis planteado cuál es el mejor termómetro para tener en casa y medir la fiebre a vuestros hijos cuando se encuentren enfermos. Esto se debe a que el mercurio es un metal tóxico, sobre todo cuando se inhalan sus vapores. El mercurio elemental es líquido a temperatura ambiente y es el que se encuentra dentro de los termómetros. No es tóxico si se toca o se ingiere pero se evapora con facilidad. Por tanto, cuando un termómetro de mercurio se rompe, cabe la posibilidad de que se inhalen los gases que se producen al evaporarse y de ahí vendría la toxicidad… Por tanto, parece razonable buscar una alternativa a los termómetros de mercurio, por un lado por su peligro potencial y por otro porque ya no se venden. En este post encontraéis una revisión de las diferentes opciones disponibles para medir la fiebre de vuestros hijos.

El termómetro de mercurio, un viejo termómetro muy fiable

Como dijimos al principio, ya no están en venta. Sin embargo, se considera que los termómetros de mercurio dan una medición muy fiable de la temperatura corporal. Muchos estudios antiguos demostraron que la medición de la temperatura axilar o rectal con este tipo de termómetros se correlacionaba muy bien con la temperatura central del cuerpo (que es la que realmente importa a los médicos) y por eso eran empleados en la practica habitual para medir la fiebre de los niños. A pesar de lo útiles que han sido durante tantos años, los termómetros de mercurio se rompen con facilidad al ser de cristal, liberando el metal líquido de su interior y pudiendo producir la toxicidad a la que nos referíamos. Debido a su fiabilidad, los nuevos tipos de termómetros se comparan con los de Mercurio, ya que se considera el estándar de medición de temperatura corporal.
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Termómetro de mercurio, el poder de lo antiguo

El termómetro digital, la simplicidad al poder

Los termómetros digitales son una de las opciones para sustituir a los viejos termómetros de mercurio. Son aptos para medir la fiebre a nivel axilar, sublingual y rectal. Su mecanismo se basa en un detector metálico en la punta que se calienta al contacto con la piel del cuerpo, dándonos la lectura al cabo de unos segundos en una pantalla digital. Estos termómetros dan una aceptable correlación con los de mercurio. Sin embargo, en ocasiones fallan, pudiendo variar hasta dos grados con la temperatura real del cuerpo. Un problema frecuente es que algunos pitan muy rápido sin que de tiempo a que detecten todo lo caliente que está el niño, pero si dejas el termómetro un poco tras el pitido acaba subiendo algunas décimas hasta la temperatura real. Aun con todo, son termómetros fiables y baratos, ya que su precio suele rondar los 5€. En nuestra experiencia, son útiles incluso en niños pequeños, y muchos de ellos tiene la punta flexible para que sea más cómodo colocarlos. Otra ventaja es que son pequeños y se transportan con facilidad.
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Termómetro digital, lectura rápida y mediciones fiables

El termómetro del oído, lo moderno no siempre es mejor

Los grandes avances de la tecnología se han ido aplicando poco a poco a los dispositivos médicos de uso domiciliario, y los termómetros es un buen ejemplo. Sin embargo, también son un buen ejemplo de que algo con «más tecnología» no tiene por qué ser mejor. Los termómetros del oído funcionan gracias a la medición de la energía infrarroja emitida por el tímpano, la cual varía en función de la temperatura corporal. El dispositivo, mediante una formula matemática, nos dará el equivalente en grados centígrados de la temperatura del niño. Tienen de cómodo que la lectura de la medición se hace en muy pocos segundos, sin embargo, la correlación con la medición real puede variar hasta casi un grado -tanto por encima como por debajo- de la temperatura real del cuerpo. A esto hay que sumar que en los niños pequeños, en general por debajo de los 3 años, es difícil colocarlo en posición correcta debido a que el oído de los niños pequeños es estrecho y no queda colocado a la distancia correcta del tímpano dando lecturas de temperatura más bajas de las reales. Son termómetros caros, con un precio que oscila entre 25 y 50€, lo que unido a lo anterior no hacen del termómetro de oído la mejor opción para tener en casa.
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Termómetro de oído por infrarrojos, alto precio y poco fiable en niños pequeños.

El termómetro infrarrojos de la frente, una opción cara en desarrollo

En los últimos años han aparecido los termómetro de frente. Miden la temperatura a través de la energía infrarroja emitida cerca de la zona de la sien para estimar la fiebre. Estudios recientes muestran que se correlaciona de manera razonable con la temperatura corporal real. Tienen forma de pistola que se apunta a la sien y tras unos segundos tendremos la medición en una pantallita. Son termómetros cómodos y fáciles de utilizar en niños. Como pasaba con el termómetro de oído, son caros. Su precio varía entre los 30 y 50€, por lo que hay que valorar si realmente merece la pena comprarse uno de éstos.
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Termómetro de frente, una opción cara de reciente aparición.

El termómetro de galio, la vuelta a los orígenes

Tras la prohibición de los termómetros de mercurio, la industria ha buscado un sustituto que midiera de manera fiable la temperatura corporal, y parece que con los termómetros de galio lo han conseguido. Para ser justos deberíamos decir que son termómetros de Galistán, una aleación entre galio, indio y estaño que es líquida a temperatura ambiente. Estos tres metales presentan muy baja toxicidad, lo que los convierte en un excelente material que no supondría un peligro en caso de entrar en contacto con una persona. Su «tecnología» es idéntica a la de los termómetros de mercurio. Al calentarse el Galistán corre por el termómetro de cristal dando una lectura de temperatura en unos 5 minutos en una escala numérica. Como ya hemos dicho, la gran mayoría de los estudios realizados muestran una buena correlación comparados con las mediciones de los termómetros de mercurio. Otra ventaja es que tienen un precio muy razonable que oscila entre los 5 y 10€, lo que les convierte en una muy buena opción para tener en casa. Como inconvenientes destacamos que son frágiles al ser de cristal y que, como hemos dicho, requieren de varios minutos hasta que terminan de subir. Además, muchas personas encuentran dificultades para volver a ponerlo a cero.
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Termómetro de galio, similares a los de mercurio pero sin toxicidad.

El tacto, un elemento de medida fiable

Por último, no debemos minusvalorar el poder de los padres a la hora de detectar fiebre en sus hijos. Más de un estudio ha demostrado que aciertan de manera razonable en una gran mayoría de los casos. Por ejemplo, un estudio (link) encontró que el 84% de ellos eran capaces de reconocer cuando sus hijos tenían fiebre así como un 76% acertaba al decir que no la tenían.
En nuestra opinión de padres, la mayoría de los termómetros digitales que hemos tenido en casa han funcionado de forma adecuada. Por el contrario, los termómetros de última tecnología nos parecen caros y un «cacharro» que no por ser más moderno es mejor. Seguro que los termómetros de galio son fantásticos, pero nos cuesta imaginar a un niño quieto 5 minutos con un termómetro en la axila

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces: Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

Fuentes: