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Mi hijo se marea en el coche, ¿qué puedo hacer?

Que un niño se maree en el coche es una de las grandes preocupaciones que tienen los padres cuando salen de viaje, ya que, en el mejor de los casos, implica varias paradas a lo largo del recorrido para que el crío se recupere de esa sensación desagradable, aunque nunca se está a salvo de una buena vomitona que nos impregne el coche de un olor inconfundible para el resto del trayecto.

En este post encontrarás información útil sobre los mareos y algunos consejos para evitarlos.

¿Por qué se produce el mareo?

El mareo por movimiento, o cinetosis por su nombre médico, es un trastorno benigno que consiste en una sensación desagradable en la que la persona que lo sufre puede presenta malestar, dolor de cabeza, nauseas, sudores fríos y, en última instancia, vómitos. Es frecuente que se produzca cuando viajamos en coche, tren, avión y, sobretodo, en barco.

El porqué ocurren es fácil de entender. Para ello debemos saber que las señales que nos hacen mantener el equilibrio en nuestra vida diaria son recogidas por el oído interno, la vista y la posición del cuerpo; el mareo ocurre cuando el cerebro no integra de forma adecuada estas señales, produciéndose los síntomas que hemos comentado.

Piensa, por ejemplo, en alguien leyendo un libro en el coche. Por un lado, su vista está fija en la lectura mientras que su oído y su cuerpo reciben otra señal, la del movimiento del vehículo. Cuando el cerebro intenta integrar esas señales contradictorias, le resulta muy difícil y, en ocasiones, entrará en un cortocircuito que dará lugar al mareo.

¿Es más frecuente en niños?

El mareo por movimiento puede producirse a cualquier edad. Sin embargo, los niños son los pacientes estrella. Es poco habitual en los niños pequeños, pero entre los 2 y los 12 años ocurre con bastante frecuencia. También existe una cierta predisposición individual, ya que hay niños que no se llegan a marear nunca en su vida y adultos en los que sigue siendo muy frecuente.

Fuera de la infancia, los mareos por movimiento son muy habituales en mujeres embarazadas.

¿Qué puedo hacer para evitar el mareo?

Lo que vas a leer a continuación es la parte más importante de todo este post.

Una gran mayoría de niños deja de marearse o lo hace en menor medida, si empleas una serie de medidas preventivas muy fáciles de aplicar:

  • Los asientos delanteros de los coches son el mejor sitio para que no se produzca el mareo. Si tu hijo es pequeño para ocupar este lugar, le puedes animar a fijar la vista en el horizonte o en la carretera «a lo lejos».
  • Evita que tus hijos fijen la mirada en un objeto, como por ejemplo, un libro o un dispositivo móvil.
  • Realiza paradas frecuentes durante el trayecto para que tus hijos puedan descansar. Además es conveniente no realizar comidas copiosas.
  • El calor empeora el mareo. Puedes emplear el aire acondicionado y abrir la ventana mientras el vehículo esté en marcha.
  • Realiza una conducción suave sin volantazos.
  • Lo ideal para evitar el mareo es que los niños se duerman durante el viaje, ya que durante el sueño el cerebro desconecta y no se producen.

En caso de mareo en un barco, acude a la cubierta, y en caso del avión, ponte en los asientos cercanos a las alas. En estos lugares, al igual que en los asientos delanteros de los coches, es menos frecuente el mareo. El resto de medidas que te hemos explicado también se aplican para estos vehículos.

¿Existen medicinas para el mareo?

En le caso de que hayas aplicado todos los pasos anteriores y tu hijos sigan mareándose en todos los viajes, puede ser conveniente consultar a tu pediatra por si tu hijo pudiera beneficiarse de un tratamiento farmacológico.

Los más conocidos son los antihistamínicos de primera generación, y de ellos, con el que más experiencia hay es el Dimenhidrinato (seguro que todos conocéis su nombre comercial…), aceptándose su uso por encima de los dos años.

Estas fármacos utilizan su efecto secundario más frecuente: el sueño y con ello disminuir los síntomas de mareo. En el caso de que creas que tu hijo se puede beneficiar de su uso, consulta con tu pediatra para que te aconseje.

Puede que hayas leído por ahí que otro fármaco, la escopolamina, también se emplea para prevenir los mareos por movimiento. Sin embargo, no están autorizados en niños menores de 12 años, así que ni te plantees usarlo en tus hijos.

Por ultimo, habrás escuchado que existen remedios naturales que podrían ser útiles. Por desgracia, estos remedios no son eficaces y no están exentos de efectos secundarios, así que mejor ni pensamos en emplearlos…


Esperamos que estos consejos te hayan sido útiles. Si a pesar de todo tu hijo se sigue mareando en el coche…. ten a mano una bolsa de plástico por si las moscas, y ¡¡buen viaje!!

A modo resumen os dejamos por aquí uno de nuestras infografías con unos #Pediconsejos para que los tengáis en cuenta cuando viajéis con niños en coche.

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¿Cómo se prepara un biberón?, ¿es necesario esterilizarlo todo?

Ya hemos escrito en este blog que la lactancia materna exclusiva es lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud para alimentar a un niño sano hasta los 6 meses. Sin embargo, ya sea por motivos médicos o simplemente por una decisión personal, hay madres y padres que no dan el pecho a sus hijos o que abandonan en algún momento esta práctica y se pasan a las formulas artificiales, en general administradas con biberón, hasta que el niño está preparado para beber leche de vaca.

Estas madres (o padres) no son ni mejores ni peores que las que dan el pecho. Toda persona que decide traer un hijo a este mundo es maravillosa por haber tomado una decisión tan valiente. Si es vuestra primera vez, ya veréis cómo cambia la perspectiva de la vida y diréis  «¡¡Ostrás!!, no me imaginaba que esto fuera a ser así». Así que no permitáis que nadie os afee esta experiencia por dar de comer a vuestro hijo de una forma u otra. Ante todo, siempre respeto.

Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda, que aquí a lo que hemos venido hoy es a hablar de cómo se preparan los biberones y si es necesaria toda esa parafernalia que habéis leído en otros sitios o que os ha contado una amiga.

Ya os anticipo que, con un poco de sentido común y organización, es mucho más sencillo de lo que parece.

¿Qué leches artificiales existen para un bebé sano?

Básicamente hay dos: las Fórmulas de Inicio (o tipo 1) y las Fórmulas de Continuación (o tipo 2).

Las primeras, las de inicio, son aptas para dar a los bebés desde el nacimiento hasta los 6 meses de edad, mientras que las segundas están diseñadas para los bebes desde 6 meses hasta el año de vida.

Y os preguntaréis, ¿y a partir de los 12 meses?…. Pues lo que recomienda la Sociedad Pediátrica Europea de Digestivo, Gastroenterología y Nutrición es la leche entera de vaca. Vamos, que no hace falta comprar ninguna leche especial a partir de esa edad, cosa que ya os contamos en otro post. Por este motivo, solo habrá que preparar biberones con leche en polvo hasta los 12 meses de edad.

Por otro lado, habréis visto en el mercado muchas otras leches con nombres especiales: que si anticólicos, que si antiestreñimiento, que si antirreflujo, semihidrolizadas… La mayoría de ellas no han demostrado eficacia para apaciguar las patologías que mencionan en su nombre y, en cualquier caso, deberían ser indicadas siempre por un pediatra.

Antes de empezar, ¿debo esterilizarlo todo?, ¿y entre toma y toma?

No existe ninguna recomendación oficial por parte de la Academia Española de Pediatría al respecto de que sea necesario esterilizar los biberones antes o después de una toma. Se que esto va a cortocicuitar los esquemas mentales que muchos teníais, sobretodo teniendo en cuenta que esa recomendación te la habrá dado una amiga o tu propia madre. Pues, sintiéndolo mucho, no es necesario.

Sin embargo, lo que está recomendado es limpiar muy bien el biberón después de su uso, tanto el recipiente como la tetina. Emplea agua y jabón de fregar, asegurándote que no quedan restos de leche, luego acláralo bien y déjalo secar al aire. De vez en cuando, también puedes meter los biberones en le lavaplatos, siempre y cuando el fabricante no diga lo contrario. Allí se lavarán con agua muy caliente que, al fin y al cabo, es algo parecido a esterilizar.

¿Necesitas una explicación de porqué no es necesaria la esterilización?, pues muy sencillo. Las bacterias que pueden contaminar un biberón lo harán si hay leche en él. Por tanto, si lo limpias bien, no habrá «caldo de cultivo» y no se contaminarán. Piensa en este ejemplo: antes de beber de un vaso de agua, ¿lo esterilizas?, seguro que no. Por mucho que este ahí en un estante de la cocina, si esta limpio y seco, no se contamina por bacterias del ambiente, ¿no?. Pues con los biberones, si están limpios, pasa lo mismo.

Si eres muy aprensiva de la limpieza y sientes la necesidad de esterilizarlo todo después de cada toma, puedes hacerlo, no estarás haciendo nada perjudicial para tu bebé. Como mucho estarás perdiendo el tiempo…

Lo que sí que debes hacer antes de empezar a preparar el biberón de tu hijo es lavarte bien las manos con agua y jabón, al igual que haría una madre que va a dar el pecho a su hijo o se quiere extraer con un sacaleches.

¿Cómo se prepara un biberón de leche artificial?

Ya tenemos el tipo de la leche en polvo y el recipiente, el biberón. Ahora toca hablar de cómo preparar el bibe para dar de comer al retoño.

Todas las leches, independiente de la marca o de si son de inicio o de continuación, se preparan igual.

La proporción de agua y cacitos es siempre la misma. Se debe poner 30 ml de agua (1 onza) por cada cacito raso de polvo. Y como no se pueden preparar medios cacitos, lo biberones siempre se prepararán «de 30 en 30». De esta forma tendremos biberones de 30ml, 60ml, 90ml, 120ml o 150ml… y así hasta el infinito y ¡¡más allá!!.

¿Qué agua debo utilizar?

Seguro que habrás oído que el agua de los bebés debe ser mineral… pues es una verdad a medias, no siempre es necesario.

Si en donde vives el agua del grifo es apta para consumo humano podéis usarla. Si por el contrario no es potable o sois vosotros mismos los que usáis agua mineral porque «la del grifo no sabe bien» o, como se dice a veces, «tiene mucha cal y sales», solo en estos casos, debéis usar agua mineral para preparar un biberón.

Un ejemplo buenísimo es el agua de Madrid que, como todo el mundo sabe, es una autentica maravilla y se puede usar directamente del grifo al biberón.

En el caso de que decidáis utilizar agua envasada, elegid las que tengan bajo contenido en sales (a veces en el envase pone «de mineralización débil»).

Las diferentes marcas que fabrican leche recomiendan hervir el agua antes de usarla. Esto se debe a que no pueden garantizar que en el proceso de fabricación quede alguna bacteria que contamine le leche. La forma de prevenir esto sería hirviendo el agua para que, con ese agua caliente, se murieran las posibles bacterias que hubiera en los polvos. Si siguiéramos esta recomendación, deberíamos hervir tanto el agua del grifo como la embotellada y hasta que dejáramos de dar leche artificial a nuestro hijo (hacia los 12 meses, ¿verdad?). Sin embargo, la OMS, en su documento de cómo preparar un biberón, nos dice que en caso de no disponer de agua hirviendo no sería imprescindible y que siempre podríamos utilizar agua del grifo (si está es apta para consumo humano) o embotellada y administrar el biberón nada más prepararlo. Aquí te dejo también el link a la web de familias de la Asociación Española de Pediatría en la que tampoco figura que sea imprescindible hervir el agua.

Recuerda que si finalmente hierves el agua, debes esperar a que se enfríe para que tu bebé no se queme al tomarla. Este proceso puede llevarte de 15 minutos a media hora, así que organízate con tiempo.

¿Cómo caliento el agua?

Para poder diluir bien los polvos de leche, debéis calentar primero el agua.

Se puede hacer de varias formas. Por ejemplo, podéis calentar el agua en un cazo al fuego, pero vigilad que no se caliente mucho. Otra forma es en el microondas, el cual es muy útil porque tras unas cuantas veces de haberlo probado sabes los segundos exactos que necesitas para calentar tu biberón (ojo las primeras veces: el agua se calienta muy rápido!!)

Siempre debéis probar la temperatura del agua antes de dar el biberón al crío, por ejemplo en el dorso de la mano, para comprobar que no está muy caliente, y siempre es mejor un poco tibia que muy caliente.

También podéis utilizar un calientabiberones. Son unos cacharros que ocupan mucho espacio y que sirven para meter el biberón con agua y que te lo lleven a la temperatura elegida. Nosotros no hemos tenido nunca uno y dudamos que realmente se le saque partido a la inversión si es que ya tenéis un microondas en casa. Además, solo sirven para calentar el agua, no debéis dejar nunca un biberón preparado con leche en un calientabiberones.

¡¡Añade el polvo y agita!!

Una vez que tengas el agua caliente en el biberón, añade los cacitos correspondientes al volumen que has preparado. Recuerda que los cacitos deben ser rasos, es decir, ni medios cacitos, ni colmados. Es muy importante que tengas en cuenta esta recomendación ya que, si preparas la leche en otra proporción, puede ser perjudicial para tu bebé.

Una vez los cacitos estén junto al agua caliente en el biberón, pon la tetina y ciérralo con la tapa. Si no haces esto, cuando lo agites, saldrá todo volando y lo pondrás todo perdido…. Agita bien el biberón para que la mezcla sea homogénea y no quede con grumosvoila!! Listo para tomar!!

Un truco: comprueba la temperatura del agua del biberón ANTES de echar los polvos. Esto te permitirá corregir la temperatura y no tener que estar esperando a que se enfríe la mezcla. Pero ojo, lo que no vale es tirar un poco de leche preparada y añadir más agua para que se temple, ya que estarías cambiando la proporción de agua-cacitos.

¿Qué cantidad de biberón le doy al niño?, ¿tengo que sacarle los gases?

La cantidad de leche que debes dar a tu hijo es aquella que le proporcione la energía suficiente para que crezca y se desarrolle adecuadamente.

Y dirás, «pero eso, ¿cuánto es?». Pues algo parecido le pasa a las mamás que dan el pecho, que realmente no saben lo que comen sus hijos y se tiene que fiar de que la ganancia de peso y el desarrollo sea adecuada.

Los pediatras, según el peso del niño, sabemos qué cantidad de volumen de leche debe tomar un niño. Sin embargo, son cantidades orientativas porque cada niño es un mundo.

Como norma general, puedes preparar una cantidad y cuando veas que se termina todos los biberones de esa medida, pases a la siguiente.

Por otro lado, los biberones, como el pecho, se deben dar a demanda. Lo que si es verdad es que los niños que toman biberón suelen coger un horario algo más fácil que los niños de pecho, pero esto no significa que tu hijo quiera hacer alguna toma antes de tiempo de lo que os tiene tiene acostumbrados, quiera dejarse un poco de lo que preparasteis o incluso comer más en una toma. Al final lo que importa es que a lo largo del día haya tomado una cantidad adecuada. Así que recuerda, el biberón también es a demanda.

Y volverás a pensar, «vale, yo le voy dando, ¿pero será sufiente?». Pues la respuesta es la misma. Habrá que tener paciencia y confiar en que las cosas están yendo bien, con el paso de las semanas o meses iras viendo si tu hijo crece de manera adecuada. Y ya sabes, si tienes dudas, acude a tu pediatra.

En cuanto a la postura, para darle el biberón al niño, busca una posición cómoda tanto para ti como para él. Las primeras veces te resultará complicado. Respeta su ritmo y dale su tiempo, no hace falta embutirle el biberón en 3 minutos para quitarte la tarea de encima….

Y respecto a los gases… Hay niños muy glotones que tragan aire cuando hacen una toma de biberón. Si tu bebé es uno de ellos, para que se quede más cómodo después de comer puedes «sacarles los gases». Para ello puedes sentártelo en las rodillas y ponértele en el hombro y darle unos golpecitos en la espalda de forma suave. Si no consigues que los eche pero está tranquilo despues de comer, no hace falta que insistas.

¿Qué tetina elijo?

Aquí entra el sentido común.

La mejor tetina que puedes usar es aquella que tenga un flujo lo suficientemente rápido para que la toma no se prolongue hasta el infinito pero sin que el bebé se atragante. Será cuestión de ensayo-error e ir probando cuál es la tetina que encaja mejor con tu hijo.

Ten en cuenta que cuando tu hijo crezca, tendrás que cambiar las tetinas para que el flujo sea más rápido dependiendo de la demandada del niño.

Y si me voy de casa, ¿cómo lo hago?

Aquí si que hay que tener un poco de planificación y logística antes de salir de casa.

Las mamás que dan el pecho lo llevan puesto, pero los padres que deciden dar biberón deben preparar bien las cosas antes de salir de casa para que no falte algo llegado el momento de dar la toma al niño. En caso de olvido, tendréis una visita garantizada a una farmacia o supermercado para comprar algo, que por otro lado ya tenéis en casa.

Lo más adecuado es preparar los biberones justo antes de cada toma siguiendo las recomendaciones que te hemos dicho más arriba. También puedes preparar varios biberones para más de una toma, pero lo que guardes debe estar en nevera, lo que no supone una solución en caso de que os hayáis ido de casa.

Lo que no se puede hacer es preparar un biberón y llevártelo caliente en un termo o dejarlo en un calentador hasta la siguiente toma, ya que en estos casos si que se corre el riesgo de que se contamine la leche y tu hijo se intoxique.

Lo que sí puedes hacer en estos casos es llevarte el agua caliente (solo el agua) en un termo y preparar la mezcla en el momento. Existen unos recipientes pequeños con un embudo en el que puedes añadir los cacitos que sabes que luego vas a usar y de esta forma no hace falta que te lleves todo el bote de leche en el bolso o la mochila.

Si por lo que fuera no te has podido llevar el agua caliente, siempre puedes pedir que te la calienten en algún restaurante. Como ultima medida en caso de que todo lo anterior falle, puedes preparar un biberón con agua del tiempo, lo malo es que a veces quedan grumos y, a muchos bebés, no les gusta.


Esperamos que después de leer este texto te hayan quedado los conceptos claros de lo que necesitas para dar de comer a tu hijo con una fórmula artificial y con biberón. A modo de resumen, ten en cuentas estas cosas:

  1. Elige el tipo de leche.
  2. Añade el agua al biberón.
  3. Calienta el agua (mejor tibia que muy caliente).
  4. Añade los cacitos según la regla de “un cacito por cada 30 ml”.
  5. Agita bien.
  6. Al acabar, limpia bien el biberón con agua y jabón.

El copyright de cabecera de este post pertenece a Jérôme Deco bajo una licencia CC BY 2.0.

Cómo actuar ante un golpe en la cabeza de un niño

Los golpes en la cabeza son uno de los motivo de consulta más frecuentes en las consultas de pediatría, y aunque la mayoría de los golpes son leves, algunos de ellos pueden condicionar graves lesiones. El verano, debido que es la época del año en la que los niños realizan más actividades al aire libre de carácter lúdico, es la época del año en la que más se producen.

Es fundamental que conozcáis como actuar ante los golpes en la cabeza de vuestros hijos para que sepáis detectar a aquellos niños que puedan precisar atención médica. También podéis visitar esta otra entrada sobre los mitos y leyendas de los golpes en la cabeza que escribimos hace tiempo.

¿Qué es un trauma craneal?

El trauma craneal es la forma técnica que tenemos los pediatras de referirnos a los golpes en la cabeza. Este tipo de golpes se refiere a aquellos que se producen en los huesos del cráneo, por tanto excluyendo la cara y el cuello.

Aunque la palabra «trauma craneal» te parezca que hace referencia a un golpe muy grave, esto no es así, ya que los traumatismos craneales se dividen en leves (la gran mayoría y, en general, sin consecuencias), moderados y graves, y pueden afectar tanto a los huesos (estructurar óseas de la cabeza) como a su contenido, el cerebro.

Lo que nos preocupa realmente a los médicos cuando alguien se da un golpe en la cabeza es que el golpe sea de tal intensidad que provoque algo más que un simple impacto en los huesos del craneo y acabe afectando al cerebro (en general por un sangrado o una contusión).

El trabajo del pediatra en estos casos será diagnosticar ante qué situación estamos. Por ello, contamos con protocolos para poder diferenciar qué niños se pueden beneficiar de una prueba radiológica como el scanner craneal (prueba a realizar en caso de sospecha de traumatismo craneal complicado) ya que las radiografías en estos casos no nos dan mucha información.

Los síntomas, la clave de todo

Tras un golpe en la cabeza, van a aparecer una serie de síntomas que se correlacionan con la gravedad del golpe y la posibilidad de que se produzca el mencionado sangrado o contusión cerebral. A estos síntomas se unen las características de cómo se produjo, ya que no es lo mismo, por ejemplo, un niño que tiene un accidente de bicicleta sin casco que un niño que va andando y se choca de frente contra la pared.

Es muy importante que os acordéis de esas circunstancias en las que se ha producido el golpe para que podáis relatárselas al médico: altura de la caída, zona del golpe, vehículos, sistemas de seguridad que llevaba el niño…

De igual forma, lo que ocurre tras el golpe es muy importante. Los pediatras siempre os preguntaremos qué hizo el niño tras el golpe (se puso a llorar, perdió el conocimiento, convulsionó….) así como si después del golpe habéis notado que se comporta raro, ha comenzado a vomitar, se os queda adormilado o le duele mucho la cabeza.

Con todos estos datos, junto con una buena exploración física, se dará una de estas tres circunstancias: que el pediatra os mande a casa, que os quedéis en observación o que indique de manera inmediata alguna prueba. En general, debido que los niños pequeños son más vulnerables a los golpes en la cabeza, somos más conservadores con los niños menores de dos años, en los que, a pesar de encontrarse bien en la primera atención, preferimos dejarlos en observación unas horas para comprobar que todo en el niño se encuentra bien en unas horas.

Por el contrario, los niños mayores suelen ser más «resistentes» y un golpe que en un niño pequeño nos puede preocupar, quizá no lo sea en uno mayor.

Los chichones no siempre marcan la gravedad

En general, el motivo por el que acuden los padres al hospital no suele ser que su hijo se encuentre con mal estado general o con alguno de los síntomas arriba mencionados. El motivo que condiciona esa visita a Urgencias en muchísimos casos es la aparición de un chichón que les alarma.

Por forturna, casi nunca que se produce un chichón existe a la vez una lesión cerebral. A diferencia de lo que creen los padres, no es porque «la sangre esté saliendo para fuera en vez de irse hacia el cerebro». Eso no es correcto ya que la anatomía de la cabeza no funciona así. Cuando aparece un chichón es porque hay un sangrado por encima de los huesos del craneo y por tanto es imposible que ese sangrado afecte al cerebro.

Sin embargo, debajo de un chichón puede hacer una fractura craneal que es la que si que podría condicionar un sangrado cerebral. De nuevo, los síntomas y la exploración física serán los que condicionen las necesidades de realizar una prueba para descartar estas situaciones.

Hay que dar gracias a la naturaleza, que es muy lista, y diseñó la cabeza para resistir a los golpes. El hueso de la frente es el más duro de todos ya que es el que suele recibir más golpes, sin embargo, los golpes laterales de la cabeza y en la parte de atrás son más peligrosos porque en esa zona de la cabeza los huesos son menos resistentes a los golpes.

Lo que tenéis que observar en casa

Lo primero que tenéis que hacer en casa es decidir si el golpe que ha recibido vuestro hijo es de la suficiente entidad como para que tengáis que acudir a ver al médico. Los síntomas que os hemos relatado (convulsiones, tendencia al sueño, perdida de conocimiento, vómitos, comportamiento extraño, dolor de cabeza intenso en niños mayores o irritabilidad en los pequeños, chichones en los laterales de la cabeza) hacen obligatorio que solicites atención. Por el contrario, si vuestro hijo se encuentra bien tras el golpe es prudente observarle en casa antes de acudir al médico.

Independientemente de que os quedeis en casa o acudais al médico, en la siguientes horas tras un golpe en la cabeza debéis observar que esos síntomas a los que nos referíamos no aparezcan. En general, el periodo de observación que os recomendamos tras un golpe para volver a la «normalidad» es de 24 horas. Podéis dejar dormir al niño, pero es prudente que cada 4 horas comprobéis que se despierta con normalidad y que no presenta ninguna alteración.

La otra cosa que debéis hacer en casa tras un golpe es administrar un analgésico a vuestro hijo como el paracetamol o el ibuprofeno. Con ello conseguiréis que les duela menos la cabeza ya que, al fin y al cabo, se han dado un golpe. Para conseguir que salga menos chichón, lo más adecuado es aplicar un poco de hielo. Y tened en cuenta que las barritas de árnica no han demostrado ser eficaces.


Si quieres saber más de qué es lo que tienes que vigilar en caso de que tu hijo se haya dado un golpe en la cabeza, puedes consultar la hoja de padres de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría en este link.

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¿Estará sordo mi bebé?, la prueba de los oídos del recién nacido

En este blog ya os hemos hablado de las pruebas del talón, uno de los procedimientos que se realizan en los recién nacido cuando nacen para descartar una serie de enfermedades. La que nos ocupa hoy y a la que vamos a dedicar este post es al cribado auditivo neonatal, prueba diseñada para detectar a aquellos bebés que no oyen.

Según datos de la Asociación Española de Pediatría, 5 de cada 1.000 recién nacidos vivos presenta algún grado de sordera, estando el 80% de los casos presente al nacimiento.

Un niño que no oye es incapaz de aprender a hablar, por ello, la detección precoz de esos niños es fundamental para poder llevar a cabo las pruebas diagnósticas y el tratamiento adecuado que permita que en un futuro desarrollen una adecuada comunicación oral adecuada.

Para dar respuesta a esta necesidad, desde hace ya muchos años, se realiza una prueba mientras los niños están ingresados en el hospital para detectar aquellos que no oyen y derivarles al otorrinolaringólogo.

¿En qué consiste la prueba?

Como ya hemos dicho, lo habitual es que el cribado auditivo se realice durante esas 48-72 horas en las que bebé y mamá están ingresados en el hospital. Si por cualquier motivo no se pudiera hacer durante el ingreso, debería realizarse al menos antes del mes de vida del crío.

En la actualidad, la gran mayoría de las maternidades utilizan como prueba de cribado los potenciales auditivos evocados del tronco cerebral automatizados (PAETC-a). Esta prueba evalúa que el sonido que emiten unos «auriculares» que se colocan al recién nacido es registrada por el tronco cerebral, y por tanto se da por hecho que cualquier sonido que pudiera escuchar el recién nacido es registrado por el cerebro.

Esta prueba tiene una gran fiabilidad y se considera que no hay «falsos positivos», es decir, que si vuestro hijo supera la prueba, podéis estar tranquilos porque vuestro hijo oye.

Los PAETC-a es una prueba sencilla, que no causa dolor ni ningún otro efecto en el recién nacido. Para realizarla, el personal encargado colocará unos «auriculares» al recién nacido en las orejas y una serie de cables y pegatinas (en el hombro, la espalda y la frente) para registrar esa actividad que os mencionábamos.

En estas imágenes de arriba podéis observar como es la maquina que se utiliza para hacer la prueba. Tanto las pegatinas como los «auriculares» son desechables y no se reutilizan para otros niños.

Interpretación de resultados

Esta prueba solo nos informa de si el sonido que emiten los «auriculares» llega al cerebro. Por eso, el resultado de la prueba es «PASA» o «NO PASA». Con alguna de las máquinas empleadas puede que el resultado se exponga como «OK» o «DERIVAR». En este caso, OK sería que pasa la prueba y DERIVAR que no la pasa.

¿Pero qué significan realmente estos resultados? Cuando una prueba PASA (o sale OK) significa que el niño oye, y por tanto no hay que hacer más pruebas debido a la gran fiabilidad de la prueba.

Pero lo que realmente preocupa a los padres es cuando la prueba NO PASA o sale a derivar. Esto significa que la maquina no ha conseguido detectar en el cerebro el sonido que emiten los «auriculares». Pero ojo, esto no quiere decir que el niño sea sordo. Hay muchas circunstancias en las que el resultado de la prueba puede salir alterado pero por otras circunstancias distintas a que el niño no oiga, por ejemplo, cuando todavía queda algo de líquido amniótico en el oído o simplemente porque haya mucho ruido ambiental que no permite hacer la prueba correctamente.

En estos casos la prueba se suele repetir al día siguiente antes de que el bebé se vaya de alta y en el caso de que persista alterada se le remite a consulta para repetirla.

Segunda fase del cribado auditivo

A aquellos niños en los que la prueba ha salido alterada se les remite a la consulta del otorrino. El tiempo para hacerlo no debe superar los tres meses de vida. Con esto queremos decir que no hace falta ir corriendo a la semana siguiente del alta a repetir la prueba.

La gran mayoría de esos niños que tiene la prueba alterada al nacer, cuando se repite al mes o dos meses de vida suele ser normal. Con esto finaliza en ellos el cribado auditivo porque se considera que oyen con normalidad y en ellos no hay que hacer más pruebas.

En el caso de que la prueba vuelva a fallar entrarían en una tercera fase para confirmar el diagnóstico con otro tipo de pruebas más específicas y poder hacer una clasificación del tipo de sordera, que al fin y al cabo es lo que va a permitir poner un tratamiento u otro.

Niños con factores de riesgo

Existe un pequeño grupo de niños que, a pesar de haber tenido una prueba de cribado auditivo normal, se recomienda que se les repita el cribado antes de los tres meses de vida por existir una serie de factores de riesgo de que desarrollen lo que se llama «hipoacusia tardía». Estos factores de riesgo son

  • Antecedentes de hipoxia perinatal.
  • Antecedentes familiares de sordera neurosensorial o de causa no filiada.
  • Síndromes asociados a hipoacusia.
  • Infecciones del grupo TORCH durante el embarazo.

En este link podeis encontrar el documento informativo para padres que entrega la Comunidad de Madrid sobre el Cribado Auditivo cuando nace un niño.

Y en este otro link podéis acceder a la página de la CODEPEH, de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas.

El copyright de las fotos empleadas en este post pertenece a Dos Pediatras en Casa y no se permite su reproducción.

Insolaciones y golpes de calor en niños

Con la llegada del buen tiempo, los niños suelen realizar muchas actividades al aire libre. En este blog ya hemos hablado de cómo protegerlos contra las quemaduras solares pero además, con las altas temperaturas, podemos sufrir un golpe de calor si no extremamos una serie de medidas preventivas para evitarlo. Además, los niños, debido a sus características especiales, están más expuestos a sufrirlos, al igual que pasa en las personas de más edad.

En este post encontrarás información útil sobre qué es el golpe de calor y las insolaciones y cómo prevenirlas.

¿Qué es un golpe de calor?

Un golpe de calor es aquella situación en la que el cuerpo no se adapta a las altas temperaturas ambientales. Si esto ocurre, el cuerpo sufre una serie de cambios en los que la fiebre por encima de 40ºC es uno de los síntomas principales.

Las insolaciones -o agotamientos por calor, como también se conocen- serían aquellas situaciones previas al golpe de calor en la que se producen los síntomas propios de la mala adaptación al calor pero sin que se produzca la fiebre.

Las insolaciones y el golpe de calor son la misma patología. En el primero se producen los síntomas de forma más leve y en el golpe de calor acaba apareciendo fiebre.

Como os podéis imaginar, los niños, debido a que no poseen los mecanismos suficientes para compensar el calor ambiental, están más expuestos a sufrirlos, sobre todo si son menores de un año. Por ello, es muy importante que vosotros, sus padres, estéis atentos y pongáis los mecanismos suficientes para evitarlos.

¿Qué síntomas produce?

Cuando el cuerpo no se adapta al calor se produce una alteración del contenido de agua corporal y/o las sales minerales. Con ello aparece debilidad muscular, nauseas y vómitos, falta de apetito, dolor de cabeza (o irritabilidad en niños pequeños) y tendencia al sueño, entre otras. En el caso de las insolaciones, la temperatura corporal se mantiene normal.

Cuando la insolación evoluciona a golpe de calor se produce la mencionada elevación de la temperatura corporal hasta producir fiebre cercana los 40ºC. Esto se debe a que en el golpe de calor se produce una alteración de la termorregulación central a diferencia de en la insolación en la que esta regulación está conservada. Si no se ponen las medidas adecuadas para solucionarlo, se puede poner en peligro la vida de la persona que lo sufre.

En caso de que detectes alguno de estos síntomas en vuestros hijos, debéis acudir al hospital a que un pediatra evalúe cuál es la situación y las necesidades de tratamiento.

¿Cómo puedo prevenirlos?

Tranquilos, pese a la gravedad del cuadro clínico, es poco frecuente y, sobre todo, existen una serie de medidas preventivas fáciles de aplicar para evitarlos.

El primer y mejor consejo es evitar en la manera de lo posible la exposición al calor: busca un lugar fresquito para estar durante la temporada de altas temperaturas. Sin embargo, todos sabemos que es imposible no estar expuesto de algún modo a estas situaciones durante el verano por lo que es fundamental que las medidas a aplicar las conozcáis para poder evitarlos:

  1. Bebe agua con frecuencia. A los niños pequeños, debido a que no tienen acceso al agua de forma voluntaria, debemos ofrecérsela a menudo.
  2. Realiza comidas ligeras que ayuden a reponer las sales perdidas por el calor (la fruta y las ensaladas son ideales para este propósito).
  3. Evita la exposición al sol y el calor durante las horas centrales del día, que es cuándo más calor hace. En caso de que quieras salir a pasear con tu bebé hazlo a primera hora de la mañana o última de la tarde.
  4. Realiza actividades tranquilas con tus hijos evitando realizarlas al aire libre y el deporte si hace mucho calor.
  5. Utiliza ropa que no abrigue en exceso, ligera y transpirable como el algodón y el lino, evitando los colores oscuros.
  6. Se pueden emplear ventiladoresy aires acondicionados para refrescarse.
  7. Bajo ningún concepto debes dejar a un niño en un coche encerrado mientras realizas un recado, aunque dejes las ventanas abiertas.

Como hemos dicho, es muy importante mantener una buena hidratación para evitar los efectos del calor.  A los lactantes pequeños que realizan lactancia materna exclusiva no es necesario ofrecerles agua, es suficiente con ofrecerles el pecho frecuentemente.


El copyright de la imagen de cabecera de este post pertenece a juantiagues bajo una licencia CC BY-SA 2.0.

Protección solar en niños, ¿cómo lo hago?

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Fuente: Pixabay

Con la llegada del buen tiempo, los padres se empiezan a plantear cómo proteger a sus hijos del sol y las quemaduras. No es raro que en la consulta del pediatra nos hagáis preguntas al respecto: ¿esta crema es buena?, ¿qué factor de protección debo poner a mi hijo?, ¿si estoy a la sombra debo ponerle crema?, ¿y mi bebé de 4 meses…?. A decir verdad, la protección contra el sol se debe realizar a lo largo de todo el año pero, debido a que en verano los niños juegan más tiempo al aire libre y que hay más horas de sol, es en esta época cuando hay que tenerla más en cuenta. En este post encontrarás los consejos necesarios para proteger de manera eficaz a tus hijos de los efectos dañinos del sol.

Efectos de la radiación solar en la piel

Desde hace tiempo se sabe que gracias a la atmósfera y a la capa de ozono, parte de la radiación que emite el sol no llega a la tierra. Sin embargo, una parte de esa radiación, conocida como ultravioleta, sí que es capaz de atravesarla y provocar efectos dañinos en la piel. Esta radiación llega a la tierra durante todo el año pero es en el verano y en días despejados cuando más incide en la piel. Además, la arena de playa o la nieve de la montaña devuelven parte de esa radiación lo que hace más probable que esos efectos dañinos aparezcan si realizas actividades en esos lugares. Las lesiones que es capaz de generar la radiación ultravioleta, tanto en niños como en adultos, son lesiones que se conocen como inmediatas (enrojecimiento de la piel, aumento de la pigmentación y quemaduras), pero también aquellas que aparecen con el paso del tiempo (envejecimiento prematuro de la piel y aumento del riesgo de cáncer de piel). A nivel ocular son capaces de generar cataratas a largo plazo.
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Quemadura solar tras exposición prolongada sin medidas de fotoprotección adecuadas.

¿Y todas las personas son iguales para el sol?

Los efectos de la radiación solar los sufren todas las personas, por ello la protección solar debemos realizarla tanto niños como adultos. Sin embargo, hay una serie de características que dan lugar a que existan personas con mayor riesgo de padecer las lesiones antes mencionadas. Son las siguientes:
  • Aquellos de piel muy clara.
  • Antecedentes familiares de cáncer de piel.
  • Antecedentes de exposición solar prolongada durante los primeros años de vida.
  • Presencia de lunares o pecas por el cuerpo.
Una mención aparte merecen los niños menores de 3 años, ya que son los más sensibles a los efectos dañinos de la luz solar debido a las características especiales de la piel a esta edad. Si además tenemos en cuenta que la mayoría de la exposición solar que recibe una persona ocurre durante la infancia y la adolescencia, parece evidente que la protección solar debe ser una prioridad para prevenir en los niños tanto las quemaduras como el cáncer de piel a lo largo de su vida.

¿En qué consiste la protección solar?

El cuerpo humano dispone de mecanismos para reducir el daño de la exposición a la radiación ultravioleta. Es lo que se conoce como protección solar endógena y depende mucho de la genética de cada persona. Sin embargo, ésta no resulta suficiente por lo que es necesario aplicar una serie de medidas que se conocen como protección exógena. Este último tipo de protección solar es de vital importancia que la conozcáis ya que es la que podemos aplicar a nuestros hijos para protegerlos.
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El gorro de ala ancha es una muy buena medida de protección exógena para disminuir la radiación solar que llega a la piel de los niños.

¿Qué medidas de protección solar puedo poner en marcha?

Entre estas medidas de protección exógena se encuentran todas aquellas acciones encaminadas a reducir la radiación solar que llega a la piel y, por tanto, sus efectos. Las medidas más importantes son:
  • Evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, sobre todo entre las 11 y las 16 horas.
  • Evitar exposiciones solares prolongadas.
  • Buscar sombras en las que poder realizar actividades o utilizar sombrillas.
  • Utilizar ropa de manga larga y gorros de ala ancha para cubrir la piel del niño.
  • Emplear gafas con protección solar.
  • Utilizar cremas con filtros solares.
A pesar de que es durante el verano cuando más radiaciones recibimos, estas medidas de fotoprotección deberían realizarse durante todo el año.
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Niña con prendas preparadas adecuadas para que la exposición solar sea menos dañina. El empleo de gafas también es una buena medida.

¿Qué crema debo elegir para proteger la piel de mi hijo?

Seguro que estabas esperando este apartado para conocer qué crema debes comprar para aplicarla a tu hijo. Sin embargo, antes de la crema debes aplicar el resto de medidas que te hemos explicado. De nada sirve untarle de arriba a abajo con crema si luego va a estar 3 horas al sol recibiendo un montón de radiación. Por ello es muy importante que utilices las medidas antes mencionadas de forma conjunta con la crema protectora. La función de estas «cremas filtro» es evitar que la radiación solar llegue a la piel y por tanto reducir el daño que provoca. Para ello, lo que hacen estos fotoprotectores es absorber la radiación, disiparla o repelerla. Serían el último escudo antes de que la radiación golpeara en las células de la piel. El factor de protección (FPS) debe ser de al menos 30 FPS, aunque lo ideal es utilizar el máximo posible (en nuestro país 50+FPS). Esto se debe a que la mayoría de las padres cuando extiende la crema a su hijo lo hace de forma escasa lo que disminuye notablemente la protección de las mismas. Esto se compensa parcialmente aumentando el factor de protección. Las cremas que apliquemos a nuestros hijos deben cumplir además una serie de requisitos como son la resistencia al agua (waterproof), al sudor y al roce. Además, no deben contener irritantes y ser de fácil aplicación. Debemos utilizarlas al menos 15 minutos antes de la exposición solar y aplicarlas de forma «generosa» por lo que ya hemos explicado. Debemos volver a aplicar crema cada 30 minutos si la exposición solar continúa y siempre después del baño.
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En niños es mejor evitar los geles ya que suelen contener alcohol.

¿Y qué pasa con los bebes menores de 6 meses?

Hasta los 6 meses de edad el niño no posee esos mecanismos endógenos de protección contra la radiación solar por lo que es muy importante evitar la exposición directa a la luz del sol lo máximo posible. Además, el empleo de cremas en esta edad está desaconsejado por posibles efectos tóxicos debidos a la mayor absorción de la piel de estados productos en estos niños. De esta forma, lo mejor que puedes hacer en caso de que decidas ir a la playa o de paseo con un niño pequeño es mantenerlo el máximo tiempo posible a la sombra con ropa de manga larga que no le abrigue en exceso.
En resumen, la piel de los niños es más sensible a la exposición solar por lo que debes extremar las medidas de fotoprotección. Estas medidas se centrarán por un lado en que el niño reciba la menor luz solar posible (sombrillas, gorros, ropa…) y por otro, a través de la aplicación de cremas protectoras.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces: En este directo de Instagram tenéis un resumen de todo lo que tenéis que saber sobre protección solar en la infancia. El copyright de la imagen de la quemadura cutánea pertenece a DermNet NZ bajo una licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 (New Zealand).

Consejos sobre Lactancia Materna: el calostro

Tras es el nacimiento de un hijo, las madres que han decidido dar el pecho experimentan unos cambios hormonales que permiten que se establezca la lactancia materna. Para ello, debe desaparecer la progesterona de la sangre (hormona que producía la placenta durante el embarazo), permitiendo entonces que la prolactina (la hormona de la lactancia) de la orden a la glándula mamaria para que produzca leche.

Ese momento se conoce como subida de la leche (o bajada, según el lugar del mundo donde nos leáis) y ocurre de media entre las 48-72 horas tras un parto vaginal. En caso de una cesárea puede ocurrir un poco más tarde.

Durante esos 2-3 primeros días en los que la producción de leche se pone en marcha, el bebé se alimenta de calostro, una sustancia que por sus características especiales merece que le dediquemos un post entero dentro de nuestra sección Consejos sobre Lactancia Materna.

¿Qué es el calostro?

El calostro es la primera «leche» que produce el pecho hasta que acontece la subida. Es una sustancia espesa y amarillenta. Durante estos primeros días, en espera de que la madre comience con la producción de leche madura, el bebé se alimentará de esta sustancia.

Características especiales

Esta leche especial se diferencia de la leche madura, no solo en que el calostro se produce en pequeñas cantidades, sino también en su composición.

Posee una gran cantidad de proteínas, vitaminas e inmunoglobulinas respecto a la leche que posteriormente producirá la mamá, a pesar de su pequeño volumen.

Las inmunoglobulinas son un tipo de moléculas que nos defienden contra las infecciones y juegan un papel muy importante en la inmunidad de los recién nacidos dada la poca madurez que presentan durante los primeros meses de vida. Debido a esta característica, el calostro se conoce como «la primera vacuna».

Otro de los papeles importantes del calostro es el efecto laxante que posee. Gracias a él, el intestino del recién nacido se pone en marcha después de llevar «parado» varios meses dentro del útero materno permitiendo la expulsión de las primeras deposiciones del niño (meconio).

¿Pero será suficiente?

Como ya hemos dicho, la madre produce poca cantidad de calostro. Sin embargo, es el volumen adecuado para amamantar a un recién nacido durante los primeros días de vida.

Recordad que el estómago de un recién nacido es del tamaño de una canica y con el paso de los días se va haciendo más grande. El pequeño volumen del calostro se adapta perfectamente a ese pequeño estómago que tiene vuestro hijo en el momento de nacer.

Para que no se produzca una perdida de peso excesiva hasta que a la madre le suba la leche, es importante que las tomas sean frecuentes, al menos 10-12 al día.

¿Puedo guardar el calostro para más adelante?

Si tienes un hijo sano, lo que debes hacer es amamantarle desde el nacimiento. No tiene sentido guardar calostro para más adelante.

Sin embargo, los recién nacidos que requieren ingreso al nacer por alguna enfermedad no suelen comer durante las primeras horas/días de vida. En este caso podrías extraerte el calostro y guardarlo en una jeringa para más adelante.

Recuerda que el calostro puede conservarse a temperatura ambiente (27-32ºC) unas 12 horas, en nevera 6 días, en congelador pequeño 2 semanas, en cogelador Combi 6 meses y en congelador indutrial (-20ºC) hasta 12 meses.


En resumen, el calostro es la leche que ha diseñado la naturaleza para los primeros días de vida y permite que el recién nacido realice una adaptación a la vida extrauterina de manera adecuada.

El copyright de la imagen de cabecera de este post pertenece a danielpeinado.photo bajo una licencia CC BY 2.0.

La prueba del talón

Tras el nacimiento de un recién nacido, durante el ingreso en el hospital, se llevan a cabo una serie de pruebas que tratan de detectar enfermedades que podrían condicionar la salud del niño tanto a corto como a largo plazo. De esta forma se continúa con el trabajo que realizaron los ginecólogos durante el embarazo en busca de posibles alteraciones en el futuro bebé.

Sin embargo, ciertas alteraciones no son detectables dentro de la tripa de las futuras mamás y requieren del estudio en el niño una vez que ha nacido. Por ejemplo, un pediatra debe explorar a todo recién nacido tras las primeras horas de vida para confirmar que la adaptación a la vida extrauterina ha sido adecuada y no presenta ninguna alteración física destacable. Dentro de estas medidas preventivas, también se administra vitamina K para prevenir la enfermedad hemorrágica del recién nacido y una pomada ocular con antibiótico para prevenir la conjuntivitis neonatal.

Entre esas acciones que buscan la detección precoz de enfermedades, dos de ellas tiene especial importancia y se conocen como pruebas de screening. Por un lado, el cribado auditivo neonatal, que permitirá saber si el recién nacido presenta algún tipo de sordera, y por otro, el cribado neonatal para enfermedades endrocrino-metabólicas, que comúnmente se conocen como Prueba del talón. En este post hablaremos de esta última.

¿Qué tipo de enfermedades busca esta prueba?

La prueba del talón es una prueba de screening, es decir, trata de encontrar en un grupo de niños aparentemente sanos, algunos que podrían tener una enfermedad en concreto. Esta prueba no busca todas las enfermedades conocidas, solo unas cuántas (bastantes) pero que deben cumplir una serie de requisitos:

  • Debe ser una enfermedad que si no se detecta a tiempo puede causar la muerte o graves lesiones físicas y/o mentales de la que se conoce la evolución esperada sin tratamiento. Debe existir un periodo de latencia entre el nacimiento y el desarrollo de síntomas.
  • El diagnóstico precoz de la enfermedad debe ser coste/efectivo, es decir, que sea más rentable la prueba de cribado y las intervenciones derivadas que esperar a que el paciente tenga síntomas.
  • La prueba de cribado debe ser simple, segura, valida, fiable y eficiente. Además, debe ser aceptada por la población diana.
  • Debe existir un tratamiento curativo, al menos parcialmente, asequible y fácil de aplicar que realmente merezca la pena aplicar antes de que el niño presente síntomas.
  • La enfermedad debe ser relativamente frecuente (al menos 1 entre cada 15.000 recién nacidos) y la prueba debe aplicarse al mayor número de recién nacidos posible, idealmente a todos para que el programa sea realmente eficaz.

En resumen, son enfermedades que al nacer el niño no se pueden diagnosticar hasta pasado un tiempo (a veces días, otras veces años…) pero que con una intervención y/o tratamiento precoz antes de que produzcan síntomas se puede cambiar de forma muy importante el pronóstico de dicha enfermedad.

¿Qué enfermedades concretas detecta?

Desde el inicio de este programa de cribado, el numero de enfermedades que detecta la prueba ha ido creciendo. Desde el año 2013, en todas las comunidades autónomas se debe realizar el diagnóstico de al menos siete:

  • Hipotiroidismo congénito
  • Fenilcetonuria
  • Fibrosis quística
  • Deficiencia de acil coenzima A deshidrogenada de cadena media (MCADD)
  • Deficiencia de 3-hidroxi acil-CoA deshidrogenasa de cadena larga (LCHADD)
  • Acidemia glutárica tipo I (GA-I)
  • Anemia falciforme.

Sin embargo, dependiendo de la comunidad autónoma donde vivas, puede que en tu hijo se realice el cribado de más enfermedades, por ejemplo en Madrid se detectan diecinueve.

Estas fotos de arriba corresponden a los cartones de recogida de muestras de la Comunidad de Madrid.

¿En qué consiste la prueba?

Si coloquialmente se la llama «prueba del talón» por algo será, ¿no?.

Esta prueba utiliza una pequeña muestra de sangre extraída tras una incisión con una lanceta en el talón para detectar la presencia en sangre de un marcador de las enfermedades antes mencionadas en un laboratorio especializado.

Para ello, se depositan en un papel absorbente unas pocas gotas de sangre que se remitirá al laboratorio antes mencionado. El talón no debe apoyar en el cartón y la gota de sangre debe caer sobre el mismo. La toma de la muestra se realiza a las 48 horas de vida del recién nacido. Recordad que es muy importante que rellenéis bien los datos en el cartón para luego poder recibir los resultados.

En esta secuencia de imágenes podéis ver cómo es el procedimiento completo.

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Es importante que la prueba se intente realizar mientras el niño está enganchado al pecho de la madre ya que le sirve como analgesia y no suele quejarse en exceso. En caso de niños que no reciban lactancia materna, se les puede ofrecer la succión no nutritiva de un chupete.

Para aquellos que estéis preocupados por la pruebas, tenéis que saber que se realiza a millones de niños en todo el mundo a diario sin que presente grandes complicaciones.

En las siguientes fotos puede verse el aspecto del cartón con la sangre una vez impregnada.

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¿Cómo reciben los padres los resultados?

Como hemos dicho, los laboratorios especializados realizan el estudio de las muestras enviadas. En le caso de que el resultado sea normal, se envía a los padres por correo ordinario el resultado de los análisis.

En el caso de que se detecte alguna alteración, en la gran mayoría de los casos no significa que el niño tenga la enfermedad en concreto, sino que se necesitan más pruebas para establecer el diagnóstico definitivo. En estos casos, el laboratorio contactará por vía telefónica con los padres para indicarles a dónde acudir para la extracción de una nueva muestra y poder establecer  un diagnóstico definitivo e iniciar un tratamiento precoz. Puede ocurrir que finalmente no se confirme la enfermedad, denominándose entonces como un «falso positivo».

En el caso de que la muestra fuera insuficiente para su análisis o los resultados iniciales fueran dudosos, también se informaría a los padres para una nueva extracción.

Supuestamente no existen «falsos negativos» con este tipo de pruebas, por lo que si recibes la carta y pone que tu hijo no presenta la enfermedad puedes quedarte muy tranquila porque es casi imposible que la prueba falle.

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Ejemplo de pruebas metabólicas normales en la Comunidad de Madrid

Un poquito de historia

Y para acabar, un poco de historia sobre esta prueba y su recorrido con el paso de los años..

El cribado neonatal de las enfermedades endrocrino-metabólicas no es algo nuevo. En nuestro país, en el año 1967, el Doctor en Farmacia Don Federico Mayor Zaragoza inició en Granada lo que en el año 1978 cuajaría en el llamado «Plan Nacional de Prevención de la Subnormalidad Infantil«. Entre las medidas que se proponían figuraba el establecimiento de una red técnica que permitiera la detección precoz de alteraciones metabólicas en el recién nacido. Las primeras enfermedades que se estudiaron fueron la fenilcetonuria y el hipotiroidismo congénito, las cuáles causan retraso mental en los niños, de ahí el nombre que se decidió  para el plan nacional que, a todas luces, hoy en día sería inadmisible.

Sin embargo, el programa tardó en coger marcha por falta de presupuesto. En el año 1982 fueron transferidas las competencias para el desarrollo de dichas medidas a las comunidades autónomas y no fue hasta el año 1990 en que el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud convirtió dicho plan en el «Programa Integrado de Salud Materno-Infantil», como se puede leer en este documento del Ministerio de Sanidad. En dicho documento se establecían las actividades mínimas para la prevención de la minusvalía psíquica, término mucho más adaptado a nuestro tiempo. Entre ellas figura el «diagnóstico precoz de enfermedades hereditarias consistente en la detección, en los primeros días de vida, de alteraciones metabólicas, endocrinas u otras que lleven deterioro somático o psíquico del niño», lo que hoy en día se conoce como «Programas de Cribado Neonatal de Enfermedades Endocrino-Metabólicas», popularmente conocidas como «pruebas del talón» y que persiste como prueba básica en nuestros días,


En resumen, la prueba del talón es una prueba que detecta de manera precoz una serie de enfermedades graves que tratadas a tiempo presentan un mejor pronóstico. Es muy importante que accedáis a que sea realizada en vuestros hijos ya que puede marcar la diferencia entre tener un hijo con una enfermedad grave o un hijo con una enfermedad grave pero con buen pronóstico.

Otros enlaces de interés:

El síndrome de muerte súbita del lactante

El síndrome muerte súbita del lactante (SMSL) es la causa de muerte inexplicable más frecuente durante el primer año de vida. No se conoce qué la provoca y, a priori, tampoco se puede predecir a qué niño le ocurrirá.

Sin embargo, existen una serie de factores protectores y otros de riesgo con los que se disminuirá o aumentará la probabilidad de que se produzca. Es importante que los padres los conozcan para generar un ambiente que proteja a sus hijos contra este síndrome. Nosotros como pediatras nos vemos en la obligación de trasmitir esta información como parte de nuestra labor asistencial, de ahí que hayamos decidido dedicar un post a este tema por muy duro que parezca.

¿Qué es el síndrome de muerte súbita del lactante?

La definición más aceptada es la de aquella «muerte de un niño menor de un año de edad, que ocurre aparentemente durante el sueño y de forma inexplicable después de la realización de una minuciosa investigación postmortem, que incluye la práctica de la autopsia, examen del lugar del fallecimiento y revisión de la historia
clínica». Esta definición implica que el fallecimiento no puede ser debido a alguna circunstancia previa (enfermedad crónica o malformaciones congénitas).

Se calcula que ocurren 0,5-1 caso por cada 1.000 nacidos vivos, lo que en España daría lugar a unos 100 sucesos cada año. Los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística muestran que en el año 2016 hubo 44 bebés fallecidos por esta causa.

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Fallecimientos por Muerte Subita Infantil, periodo 1980-2016. Fuente: Instituto Nacional de Estadística.

Como ya hemos dicho, no existe una causa clara de por qué sucede aunque existen varias hipótesis al respecto. La más aceptada es la «hipotesis del triple riesgo» en la que se superpondrían tres factores: el primero sería un niño vulnerable, es decir, aquél que estaría predispuesto para ello, a esto se sumaría un periodo crítico del desarrollo del niño unido a una serie de factores estresantes externos que son conocidos como factores de riesgo.

A pesar del desconocimiento actual de la causa última de esta patología, con el tiempo se han ido conociendo algunos de esos factores estresantes lo que ha llevado a realizar campañas preventivas que han resultado efectivas en disminuir los casos de muerte súbita (como podéis ver en el gráfico de arriba).

Factores de riesgo

Como hemos dicho, alrededor de la muerte súbita del lactante aparecen una serie de factores que se han relacionado con un aumento de la probabilidad de sufrirla y por tanto forman parte de las «causas» de esta enfermedad. Algunos de ellos podremos corregirlos mientras que otros son inalterables debido a su propia naturaleza:

Factores maternos

Serían aquellos factores relacionados con algún hábito o enfermedad de la madre que se han relacionado con la muerte súbita del lactante.

  • Hábito tabáquico: desde hace años se conoce la asociación entre que una madre fume durante el embarazo y la muerte súbita. Además, esta asociación mantiene una relación directa con la cantidad de tabaco consumido. Por otro lado, el hábito de fumar después del parto de cualquier conviviente del niño, también está relacionado con este síndrome. Se estima que este factor aumenta hasta 4 veces el riesgo de sufrila. Como os podéis imaginar es un factor muy importante ya que pertenece al grupo de los que se pueden modificar.
  • Edad de la madre: se ha relacionado el ser madre joven con este síndrome. Se calcula que este riesgo aumenta mucho cuando la madre es menor de 20 años.
  • Alcohol y otras drogas: como pasaba con el tabaco, el consumo de estas sustancias durante el embarazo también aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante. También pertenece al grupo de los factores modificables.
  • Complicaciones de la gestación/parto: algunos de ellos son placenta previa, desprendimiento de placenta, rotura prematura de membranas, anemia materna durante la gestación, preeclampsia… Algunos de ellos son prevenibles por lo que un control gestacional adecuado podría evitar algunos de ellos.

Factores del niño

  • Prematuridad y bajo peso: se sabe desde hace tiempo que tanto los niños que nacen antes de la 37 semana de gestación como aquellos que lo hacen con menos peso del que deberían están en mayor riesgo de morir de muerte súbita. Se desconoce cuál es el mecanismo que da lugar a esta relación.
  • Tener un hermano fallecido por este síndrome: se ha estimado una tasa de recurrencia del 2%. Se cree que es debido a una combinación de factores biológicos (algunos de ellos genéticos) y también epidemiológicos (factores del ambiente que persisten en el nuevo nacimiento).
  • Gemelos (gestación múltiple): los niños fruto de una gestación múltiple tienen el doble de riesgo de SMSL que los niños que nacieron de gestaciones únicas. Esto se debe en parte al alto índice de prematuridad pero también al propio hecho de ser gemelos.
  • Historia de apnea: las apneas forman parte de una entidad que en pediatría llamamos «episodios amenazantes para la vida». Este tipo de eventos comparte muchos factores de riesgo con el SMSL por los que no es de extrañar que estén relacionados.

Factores del ambiente

  • Posición para dormir: dormir boca abajo constituye el factor de riesgo «modificable» más importante. Gracias al cambio de recomendación realizado hace unos años a «dormir boca arriba» se ha visto como el SMSL ha disminuido claramente. De igual forma, «dormir de lado» también se considera un factor de riesgo para esta patología, ya que el bebé podría girarse y pasar a posición «boca abajo».
  • Ambiente que rodea al niño: está demostrado que los colchones blandos así como objetos sueltos por la cama aumentan el SMSL. Por ello se recomienda que duerman sobre una superficie firme y sin objetos como peluches, cojines antivuelco, colchas o almohadas a su alrededor.
  • Colecho: compartir la cama con un bebé, sobretodo si éste es menor de 3 meses, es un factor de riesgo para el SMSL. Este riesgo aumenta cuando la cama es multicompartida (bebé y al menos dos personas más). Sin embargo, dado que el colecho es un factor que potencia la lactancia materna y ésta previene el SMSL, podría realizarse de forma segura siempre y cuando no concurrieran el resto de factores de riesgo. Esta afirmación está extraída de las recomendaciones actuales del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (link) y de la IHAN (link). Si quieres saber más sobre cómo realizar colecho de forma segura consulta este link.

Factores protectores

Estos factores son los que han demostrado disminuir la probabilidad de sufrir una muerte súbita. La gran mayoría de ellos son modificables, es decir, podemos intervenir  activamente para que se produzcan. Todas nuestras energías deberán ir dirigidas a que nuestros bebés disfruten de ellos.

  • Lactancia materna: es uno de los factores protectores más fuertes. De hecho se estima que los bebés amamantados por sus madres tiene la mitad de riesgo de sufrir un SMSL respecto de aquellos que toman biberón. Además, la lactancia materna contrarresta los riesgos del colecho, siempre que éste se realice de forma segura.
  • El chupete: el empleo del chupete durante el sueño ha demostrado disminuir el SMSL por lo que se encuentra entre las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría para prevenir este síndrome. En caso de emplearlo debemos hacerlo tras la instauración de la lactancia materna para no interferir con ella (en torno al mes de vida).
  • Compartir habitación: el compartir habitación pero no la cama se ha asociado a la disminución el SMSL, seguramente porque gracias a ello se consiguen otros factores protectores como mayor tasa de lactancia materna y evitar que el niño duerma boca abajo.
  • Airear la habitación: otro factor protector frente al SMSL consiste en ventilar y mantener una adecuada temperatura en la habitación sin que ésta sea ni muy baja ni excesiva.
  • Vacunación: se desconoce el por qué de esta asociación, pero se ha demostrado que en los niños vacunados la probabilidad de SMSL disminuye al 50%. Por ello, forma parte de las recomendaciones para evitar este síndrome.

¿Qué debo hacer entonces por mi bebé?

Hasta este momento has podido leer una serie de factores que se han demostrado asociados al SMSL. Algunos de ellos son modificables. ¿Qué podemos hacer entonces? Se trata de ofrecer a tus hijos un ambiente seguro que potencie los factores protectores y evite al máximo los factores de riesgo sobre los que podamos intervenir.

Cuando se analizan las muertes por SMSL se observa que en la gran mayoría (95% de los casos) existe una combinación de varios factores. Las campañas para su prevención deben realizarse a nivel poblacional, dirigidas a todos los niños y sus familias independientemente de que en ellos concurran más o menos factores de riesgo.

De entre todas las campañas de concienciación que se han realizado, la más efectiva ha sido «Ponle a dormir boca arriba», instaurada en España en el año 2000, consiguiendo disminuir drásticamente las muertes por SMSL.

¿Y los vigilabebés y otros dispositivos qué función pueden cumplir?

Por desgracia, ningún dispositivo de vigilancias de bebés ha demostrado disminuir las tasas de SMSL. Y al referirnos a dispositivo nos referimos no solo al típico vigilabebés con cámara y sonido, sino también a los más modernos que nos darían información sobre la frecuencia cardíaca o la saturación de oxígeno del niño.

Este tipo de dispositivos avanzados estarían recomendados en ciertos pacientes con riesgo muy aumentado para el SMSL (prematuros que hacen pausas de apnea, cardiópatas, antecedentes familiares…) en los que los padres serían alertados con prontitud ante un evento de este tipo y podrían actuar a tiempo. Sin embargo, no forman parte de las estrategia generales actuales para prevenir el SMSL a nivel de población general.

Si nos seguís a menudo, nosotros incluimos estos dispositivos del siglo XXI dentro de la lista de regalos que NUNCA se deberían hacer a un recién nacido.

Otros «dispositivos» que se anuncian como protectores del SMSL son colchones modernos con eslóganes tan impactantes como «el colchón más seguro del mundo». Estas marcas comerciales aseguran que disminuyen el SMSL, sin embargo toda esa publicidad se basa en estudios que han demostrado que el colchón se «calienta menos» por estar más aireado. Sin embargo, esta hipótesis no ha sido demostrada por lo que decir «mi colchón previene en SMSL» es faltar a la verdad. Nuestra recomendación es que compréis un colchón firme y que huyáis de publicidad engañosa.


La mayoría de las recomendaciones de este post están extraídas del Libro Blanco de la Muerte Súbita Infantil de la Asociación Española de Pediatría que puedes consultar en este Link.

NOTA: la imagen de cabecera de este post has sido seleccionada por representar uno de los factores de riesgo para la muerte súbita del lactante. Vale que las fotos de bebés dormidos como angelitos boca abajo son bonitas, pero recuerda que en casa debes poner a los niños a dormir boca arriba.

Os dejamos aqui abajo una infografía que hicimos hace unas semanas sobre el tema dentro de nuestra serie de #Pediconsejos.

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Consejos sobre Lactancia Materna: mastitis

La decisión de realizar lactancia materna como método de alimentación para vuestros hijos está llena de beneficios tanto para la madre como para el recién nacido (visita nuestro post sobre el tema en este link).

Sin embargo, los inicios, sobretodo en madres inexpertas, pueden ser complicados si no se recibe el apoyo, seguimiento y ayuda suficientes, produciéndose una alta tasa de abandono tras las primeras semanas. Una vez superado este tiempo en el que se establece la lactancia, podemos encontrar algún que otro bache durante los primeros meses como son las temidas mastitis. En el siguiente post os explicamos qué son, a qué se deben y qué debemos hacer cuando estamos ante una de ellas.

Mastitis aguda

Se define como el dolor en una región del pecho acompañado de enrojecimiento e induración (se palpa un bulto doloroso) y que en la evolución puede acompañarse de fiebre o sensación gripal. La leche puede cambiar de sabor, aunque sigue siendo apta para su consumo, y puede que el recién nacido llegue a rechazar ese pecho. Ocurre generalmente a partir de la 3ª-4ª semana de lactancia y es más frecuente en los primeros 3 meses.

La leche materna es un producto biológico vivo en el que existen bacterias de forma natural conviviendo en equilibrio entre la madre y la boca-intestino del bebé. En aquellas situaciones en las que no se produce una extracción adecuada y un vaciado eficaz puede desarrollarse un  sobrecrecimiento bacteriano que condicione una infección y finalmente una mastitis.

Y aunque pueden aparecer en cualquier madre que de el pecho a su hijo, las causas o factores predisponentes para desarrollar una mastitis son:

  • Grietas o escoriaciones en el pezón por mal enganche.
  • Tomas escasas o limitadas tanto en tiempo o frecuencia.
  • Obstrucción ductal como consecuencia de presión del pecho (ropa ajustada).
  • Sobreestimulación con sacaleches.
  • Estados de estrés o malnutrición materna.
  • Destete rápido.
  • Inadecuada higiene de manos o de utensilios extractores.
  • Episodios previos de mastitis.

El diagnóstico de la mastitis es clínico a través de los datos de la exploración física y la historia clínica, no siendo necesario recoger cultivo de leche materna en la gran mayoría de los casos.

El principal tratamiento de la mastitis consistirá por tanto en extracción frecuente y adecuada de leche del pecho afectado y antiinflamatorios (por ejemplo, ibuprofeno por vía oral), no siendo recomendable por tanto el destete en este momento. Si a pesar de la adecuada extracción y tratamiento antiinflamatorio los síntomas progresan con mayor dolor, enrojecimiento o aparición de fiebre estaría indicado iniciar tratamiento antibiótico, siempre bajo la valoración de ginecólogo, pediatra y/o experto en lactancia materna.

El destete no está recomendado en caso de mastitis ya que puede empeorar la clínica de la madre

Debido a que muchas de las causas de mastitis se deben a un enganche inadecuado del bebé deberá valorarse siempre cómo realiza una toma el binomio madre-hijo (enganche, existencia de frenillo, anatomía de la mama…) y resolver los problemas que puedan estar originando las grietas o el vaciado ineficaz. Es muy importante respetar la demanda de las tomas que a su vez regulará la producción y que permitirá un excelente funcionamiento de la lactancia.

No es lo mismo mastitis que ingurgitación mamaria

Durante los primeros días tras el nacimiento del bebé se produce lo que se conoce como «subida de la leche». La mama, glándula que produce la leche materna, tiene que activarse para la misión para la que existe: producir leche y alimentar al bebé. Para ello, se produce un aumento muy importante del volumen global de la glándula así como sensación de inflamación de toda ella con calor, endurecimiento o incluso dolor, fenómeno conocido como ingurgitación mamaria. A diferencia de la mastitis, la sensación de inflamación mejora cuando el bebé finaliza la toma y siempre que éste haga un vaciado eficaz. En general mejoran después de 1 o 2 días.

La ingurgitación mamaria se produce en los primeros días de lactancia a diferencia de las mastitis que suelen aparecen a las 3-4 semanas de vida.

Cuando se produce la ingurgitación mamaria puede ocurrir que ésta sea muy molesta y dolorosa o que el pecho esté tan duro que no sea posible que el bebé realice un buen enganche. Esta situación empeora en caso de que la técnica de amamantamiento no resulte adecuada o la demanda del bebé no está satisfecha. En estos casos será útil la extracción manual (el sacaleches no siempre va a poder realizar la extracción si el pecho está muy congestionado) junto con masaje y aplicación de calor local previo a la toma (por ejemplo con la ducha). Es muy importante pedir ayuda a un experto en lactancia materna si con las primeras medidas no se ha conseguido una mejoría del cuadro clínico.

Abscesos mamarios

Muy ocasionalmente las mastitis pueden complicarse con la aparición de un absceso mamario (zona de pus localizada en el interior de la mama). Suelen ser fallos de tratamiento antibiótico y precisará cirugía en la mayoría de las ocasiones para su curación definitiva, pero la lactancia puede ser continuada sin ningún inconveniente.

Temas controvertidos en la mastitis

  • Cultivo de leche materna: últimamente se ha extendido mucho la creencia de que para el diagnóstico de mastitis aguda debemos recoger un cultivo de leche materna. La realidad es que su interpretación es difícil dado que la leche materna contiene bacterias (generalmente las propias de la piel). Por ello, solo se recomienda en los casos de mastitis repetidas, falta de mejoría del cuadro de mastitis a pesar de adecuado tratamiento antibiótico, cuadros graves o en caso de madres alérgicas a antibióticos de uso habitual.
  • Mastitis subaguda: Se trata de un proceso de dolor con y tras la toma sin otros signos de mastitis (no hay fiebre, no enrojecimiento ni induración) que no mejora a pesar de la corrección de la técnica de amamantamiento. Es un término que está bastante extendido aunque poco reconocido en la literatura internacional. No se conoce bien el origen de este dolor y por ello tampoco cuál es el tratamiento más adecuado. Ante pacientes con estos síntomas debemos ser cautos y valorar si la técnica de amamantamiento es adecuada. Los tratamientos más habituales suelen ser tratamiento con antiinflamatorios o incluso con antibióticos.
  • Uso de probióticos: actualmente existen algunos estudios que han arrojado resultados esperanzadores sobre la toma de lactobacilos como es el Lactobacilus fermentum, para la prevención y/o el tratamiento de la mastitis aguda no complicada. Sin embargo, todavía estos estudios son escasos por lo que actualmente no puede recomendarse su uso de forma generalizada a todas la madres que presentan dolor con la toma.

Como habrás podido comprobar la patología de la mama es compleja y no siempre que presentes dolor al amamantar será que estás sufriendo una mastitis. Como ya te hemos comentado a lo largo del post, en caso de problemas con la lactancia lo mejor que puedes hacer es pedir ayuda a un experto para intentar solucionar el problema.

Si quieres leer más sobre mastitis puedes consultar los siguientes enlaces:

  1. Documente de la Organización Mundial de la Salud sobre las causas de mastitis y su manejo (Año 2000).
  2. Protocolo de manejo de la mastitis de la Academia Americana de Lactancia materna (Año 2014).
  3. Mastitis, puesta al día. Documento en el que colabora el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (año 2016).