Consejos sobre Lactancia Materna: mastitis

La decisión de realizar lactancia materna como método de alimentación para vuestros hijos está llena de beneficios tanto para la madre como para el recién nacido (visita nuestro post sobre el tema en este link).

Sin embargo, los inicios, sobretodo en madres inexpertas, pueden ser complicados si no se recibe el apoyo, seguimiento y ayuda suficientes, produciéndose una alta tasa de abandono tras las primeras semanas. Una vez superado este tiempo en el que se establece la lactancia, podemos encontrar algún que otro bache durante los primeros meses como son las temidas mastitis. En el siguiente post os explicamos qué son, a qué se deben y qué debemos hacer cuando estamos ante una de ellas.

Mastitis aguda

Se define como el dolor en una región del pecho acompañado de enrojecimiento e induración (se palpa un bulto doloroso) y que en la evolución puede acompañarse de fiebre o sensación gripal. La leche puede cambiar de sabor, aunque sigue siendo apta para su consumo, y puede que el recién nacido llegue a rechazar ese pecho. Ocurre generalmente a partir de la 3ª-4ª semana de lactancia y es más frecuente en los primeros 3 meses.

La leche materna es un producto biológico vivo en el que existen bacterias de forma natural conviviendo en equilibrio entre la madre y la boca-intestino del bebé. En aquellas situaciones en las que no se produce una extracción adecuada y un vaciado eficaz puede desarrollarse un  sobrecrecimiento bacteriano que condicione una infección y finalmente una mastitis.

Y aunque pueden aparecer en cualquier madre que de el pecho a su hijo, las causas o factores predisponentes para desarrollar una mastitis son:

  • Grietas o escoriaciones en el pezón por mal enganche.
  • Tomas escasas o limitadas tanto en tiempo o frecuencia.
  • Obstrucción ductal como consecuencia de presión del pecho (ropa ajustada).
  • Sobreestimulación con sacaleches.
  • Estados de estrés o malnutrición materna.
  • Destete rápido.
  • Inadecuada higiene de manos o de utensilios extractores.
  • Episodios previos de mastitis.

El diagnóstico de la mastitis es clínico a través de los datos de la exploración física y la historia clínica, no siendo necesario recoger cultivo de leche materna en la gran mayoría de los casos.

El principal tratamiento de la mastitis consistirá por tanto en extracción frecuente y adecuada de leche del pecho afectado y antiinflamatorios (por ejemplo, ibuprofeno por vía oral), no siendo recomendable por tanto el destete en este momento. Si a pesar de la adecuada extracción y tratamiento antiinflamatorio los síntomas progresan con mayor dolor, enrojecimiento o aparición de fiebre estaría indicado iniciar tratamiento antibiótico, siempre bajo la valoración de ginecólogo, pediatra y/o experto en lactancia materna.

El destete no está recomendado en caso de mastitis ya que puede empeorar la clínica de la madre

Debido a que muchas de las causas de mastitis se deben a un enganche inadecuado del bebé deberá valorarse siempre cómo realiza una toma el binomio madre-hijo (enganche, existencia de frenillo, anatomía de la mama…) y resolver los problemas que puedan estar originando las grietas o el vaciado ineficaz. Es muy importante respetar la demanda de las tomas que a su vez regulará la producción y que permitirá un excelente funcionamiento de la lactancia.

No es lo mismo mastitis que ingurgitación mamaria

Durante los primeros días tras el nacimiento del bebé se produce lo que se conoce como «subida de la leche». La mama, glándula que produce la leche materna, tiene que activarse para la misión para la que existe: producir leche y alimentar al bebé. Para ello, se produce un aumento muy importante del volumen global de la glándula así como sensación de inflamación de toda ella con calor, endurecimiento o incluso dolor, fenómeno conocido como ingurgitación mamaria. A diferencia de la mastitis, la sensación de inflamación mejora cuando el bebé finaliza la toma y siempre que éste haga un vaciado eficaz. En general mejoran después de 1 o 2 días.

La ingurgitación mamaria se produce en los primeros días de lactancia a diferencia de las mastitis que suelen aparecen a las 3-4 semanas de vida.

Cuando se produce la ingurgitación mamaria puede ocurrir que ésta sea muy molesta y dolorosa o que el pecho esté tan duro que no sea posible que el bebé realice un buen enganche. Esta situación empeora en caso de que la técnica de amamantamiento no resulte adecuada o la demanda del bebé no está satisfecha. En estos casos será útil la extracción manual (el sacaleches no siempre va a poder realizar la extracción si el pecho está muy congestionado) junto con masaje y aplicación de calor local previo a la toma (por ejemplo con la ducha). Es muy importante pedir ayuda a un experto en lactancia materna si con las primeras medidas no se ha conseguido una mejoría del cuadro clínico.

Abscesos mamarios

Muy ocasionalmente las mastitis pueden complicarse con la aparición de un absceso mamario (zona de pus localizada en el interior de la mama). Suelen ser fallos de tratamiento antibiótico y precisará cirugía en la mayoría de las ocasiones para su curación definitiva, pero la lactancia puede ser continuada sin ningún inconveniente.

Temas controvertidos en la mastitis

  • Cultivo de leche materna: últimamente se ha extendido mucho la creencia de que para el diagnóstico de mastitis aguda debemos recoger un cultivo de leche materna. La realidad es que su interpretación es difícil dado que la leche materna contiene bacterias (generalmente las propias de la piel). Por ello, solo se recomienda en los casos de mastitis repetidas, falta de mejoría del cuadro de mastitis a pesar de adecuado tratamiento antibiótico, cuadros graves o en caso de madres alérgicas a antibióticos de uso habitual.
  • Mastitis subaguda: Se trata de un proceso de dolor con y tras la toma sin otros signos de mastitis (no hay fiebre, no enrojecimiento ni induración) que no mejora a pesar de la corrección de la técnica de amamantamiento. Es un término que está bastante extendido aunque poco reconocido en la literatura internacional. No se conoce bien el origen de este dolor y por ello tampoco cuál es el tratamiento más adecuado. Ante pacientes con estos síntomas debemos ser cautos y valorar si la técnica de amamantamiento es adecuada. Los tratamientos más habituales suelen ser tratamiento con antiinflamatorios o incluso con antibióticos.
  • Uso de probióticos: actualmente existen algunos estudios que han arrojado resultados esperanzadores sobre la toma de lactobacilos como es el Lactobacilus fermentum, para la prevención y/o el tratamiento de la mastitis aguda no complicada. Sin embargo, todavía estos estudios son escasos por lo que actualmente no puede recomendarse su uso de forma generalizada a todas la madres que presentan dolor con la toma.

Como habrás podido comprobar la patología de la mama es compleja y no siempre que presentes dolor al amamantar será que estás sufriendo una mastitis. Como ya te hemos comentado a lo largo del post, en caso de problemas con la lactancia lo mejor que puedes hacer es pedir ayuda a un experto para intentar solucionar el problema.

Si quieres leer más sobre mastitis puedes consultar los siguientes enlaces:

  1. Documente de la Organización Mundial de la Salud sobre las causas de mastitis y su manejo (Año 2000).
  2. Protocolo de manejo de la mastitis de la Academia Americana de Lactancia materna (Año 2014).
  3. Mastitis, puesta al día. Documento en el que colabora el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (año 2016).

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